Control de Lec
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De acuerdo con Bedford y Malmi (2015), el control se refiere a "un conjunto de procesos y
mecanismos que emplean los gerentes para influir el comportamiento de los individuos y
grupos hacia objetivos más o menos predeterminados" (p. 8). Por su parte, Hernández (2017)
lo define como:
la capacidad que se posee para mantener un dominio armónico sobre los bienes, las acciones,
los acontecimientos y las personas, así como sobre todo aquello que puede ser un factor que
altere, modifique, dificulte a impida alcanzar las metas establecidas, trazadas o señaladas en
cualquier actividad humana, especialmente circunscritas al ámbito de las organizaciones
actuales y de su futuro (p. 111).
Por otra parte, el control permite aplicar medidas correctivas y es un medio de regulación del
comportamiento laboral. Del mismo modo, es un proceso indispensable para enfrentar la
corrupción y otras malas prácticas en las organizaciones (López & Guevara, 2015).
En relación con la evolución del control organizacional, primero debemos revisar los diversos
paradigmas de gestión en los que se basan los modelos de medición, a fin de entender su trans
formación en el tiempo. De manera general, los paradigmas de gestión pueden agruparse
como se muestra en la figura 8.1.
Por otro lado, desde el paradigma psicosocial no sólo se contemplan los factores internos en
relación con el desempeño, sino también cómo influyen los estilos directivos en el
comportamiento de los empleados, así como los efectos de la retroalimentación y la
interacción en la capacidad de las personas para regular por si mismas su trabajo sin necesidad
de supervisión Al mismo tiempo, en la década de 1980, otros factores externos a la empresa se
incorporaron al análisis de la influencia del contexto en el desempeño, como son los factores
políticos, sociales, económicos, tecnológicos, etc. y la importancia de considerar el papel de la
incertidumbre como parte del control (Arbaiza, 2019)
El paradigma cultural-antropológico se relaciona con las creencias, valores, filosofía y todos los
aspectos de la cultura organizacional que influyen en el comportamiento: por lo tanto, desde
el control se toman en cuenta elementos como los incentivos intrínsecos y extrínsecos para
impulsar la motivación y el compromiso laborales, así como las condiciones para establecer
con claridad las expectativas de desempeño de los trabajadores
Para concluir, podemos decir que hoy el control está dejando progresivamente su carácter
burocrático y poco flexible para dar lugar a un control orientado al reconocimiento de los dis
tintos elementos internos y externos que intervienen en el desempeño y a la necesidad de
ajustar al puesto las competencias de los trabajadores, con las funciones que pueden sacar
adelante con mayor éxito. De este modo, se busca disminuir la supervisión directa, estricta y
constante para dar mayor autonomía y motivar al trabajador a que se autorregule y, en
consecuencia, alcanzar los resultados esperados. Además, se busca propiciar mecanismos de
control informal adaptados a la realidad particular de cada empresa que no limiten la
capacidad de innovación en los procesos y la solución de problemas (Arbaiza, 2019),
Para ser efectivo y cumplir sus fines en la organización, el control debe presentar por lo menos
cuatro características esenciales que favorecen su efectividad:
1. Objetivo. Para ser objetivo, el proceso de control requiere planificación. En primer lugar.
implica determinar de manera precisa lo que se medirá; luego, seleccionar los instrumentos o
herramientas de evaluación y cómo se comunicará o hará efectiva la medición.
2. Completo. El control debe ser completo. Lograr un control integral no es simple. Para tener
un panorama de todos los procesos y el funcionamiento coordinado de las áreas se requiere
una gestión estratégica que impulse las metas compartidas; así, el control debe considerar las
relaciones estratégicas entre las áreas, donde las prácticas financieras estén ligadas a las
prácticas de gestión humana, a la atención al cliente, a los servicios de ventas, etcétera
(Arbaiza, 2019).
3. Oportuno. El control efectivo es el que se da de manera oportuna Debe prestarse aten ción
a toda la información vinculada con problemas, desvios, así c con los reportes de errores en los
distintos procesos de la organización. Se deben resolver estas situaciones y no dejarlas pasar,
dado que pueden generar mayores problemas en el futuro. Si bien el control debe ser
continuo, hay que atender situaciones inesperadas o canales poco em pleados o que no se
consideran tan significativos; así, por ejemplo, se deben potenciar los canales de sugerencias
del cliente, analizar los comentarios de los usuarios en redes sociales y monitorear que los
distintos protocolos se cumplan (Arbaiza, 2019)
4. Aceptado. Es fundamental que el sistema de control sea aceptado por los miembros, lo que
implica que no genere resistencia y que más bien se perciba como algo necesario y beneficioso
para todos en la organización. En la actualidad resulta una práctica estratégica promover la
participación de personal clave en la planificación de los procesos de control. así como en la
implementación de sus distintos mecanismos de este modo se logra la co laboración, se genera
confianza en lo justo del sistema, las áreas trabajan en coordinación y orientadas hacia los
objetivos estratégicos, etcétera.
Por otro lado, los fines del control organizacional son múltiples. No sólo se busca vigilar el
desempeño y el uso adecuado de recursos, sino que si se genera una cultura de medición en la
organización se puede orientar el desempeño hacia el logro de las metas organizacionales. El
control está presente en procesos organizacionales de gestión humana que resultan claves,
como diagnóstico del comportamiento organizacional, selección de personal, diseño de
puestos y evaluación de desempeño, entre otros
Desde esa perspectiva el control tiene como fines incrementar la eficacia operativa reducir el
surgimiento de problemas diversos, asegurar el cumplimiento de regulaciones y leyes
laborales, afianzar el buen uso de los equipos y la infraestructura, garantizar el buen clima
laboral, gestionar el adecuado funcionamiento de los mecanismos de la estructura
organizacional, etcétera (Pérez Vasquez & Levin, 2015)
Asimismo, el control -y en esto hay que considerar el grado de control que se ejerza en la
organización- debe tener como fines promover el compromiso de los trabajadores, el cumpli
miento de sus metas, el establecimiento de relaciones beneficiosas con los grupos de interés,
etc. Si el control es muy escaso, los trabajadores no obtienen retroalimentación sobre su
desempeño y no son conscientes de su contribución a los objetivos organizacionales. Por el
contrario, si bien el control muy estricto puede incrementar la productividad a corto plazo, a
mediano plazo se incrementa el estrés laboral, y el desempeño y la calidad se ven afectados, al
igual que el bienestar, ya que las personas tienen miedo de las consecuencias de este control
(Arbaiza, 2019)
Si entendemos que el control debe ser estratégico y no sólo correctivo, o sólo un medio para
proteger a la organización de fallas o malos manejos, observaremos que también permite
obtener información concreta para realizar cambios y ajustes en la estrategia elegida. El
control estratégico implica profundizar en aspectos del comportamiento organizacional, como
la motivación de los trabajadores, la efectividad de los canales de comunicación, la gestión de
competencias y recursos, el uso ético de la información y los recursos financieros, la toma de
decisiones, etc. Sin embargo, para que el control sea estratégico es preciso diseñar los
mecanismos y medidas apropiadas al estilo de dirección, los valores organizacionales y el tipo
de organización. Además, las medidas correctivas o sanciones, así como los incentivos, deben
ser pensados en función de los resultados a largo plazo, donde se priorice el compromiso, el
bienestar y la autonomía (Arbaiza, 2019).
En general, un sistema de control está integrado por tres elementos: núcleo, estructura o
configuración organizacional y cultura organizacional. El núcleo se refiere a los trabajadores,
cuyos resultados o desempeño será monitoreado y evaluado. En él se encuentran las
competencias profesionales y personales, los valores, el compromiso, la motivación y todo
aquello que impulsa las actividades de la organización y el logro de metas. Al ser la base de
todo negocio o emprendimiento, es lo más importante en el sistema de control.Hay que tener
en cuenta que el sistema de control debe abarcar los distintos niveles de la estructura o
configuración organizacional, pues como ya se mencionó, el control no sólo se centra en los
niveles operativos, sino también en los niveles superiores de la jerarquía, sobre todo, desde un
enfoque estratégico, la estructura debe facilitar el control de modo tal que se tenga un
panorama completo de cómo se desarrollan los procesos en las distintas áreas, así como de los
riesgos, oportunidades de mejora brechas de información, etcétera
Asimismo, para lograr un sistema eficiente de control es necesario contemplar las distintas
fuentes de información y examinar su calidad. Se requiere contar con una base de datos para
Figura 8.3 Elementos y fuentes del control.
poder definir de forma adecuada los indicadores de medición y los estándares o normas de
comparación. Podemos entender las fuentes de control desde un enfoque dual; es decir, desde
los elementos que ejercen control en los miembros de la organización y desde los datos o
información que éstos ofrecen y que permiten tomar decisiones y emprender acciones para
obtener mejores resultados. En otras palabras, notaremos qué mecanismos de control
resultan ser los más adecuados para obtener información precisa de los distintos grupos de
interés de la organización Por otra parte, tengamos en cuenta que el poder está vinculado al
control. Algunos estilos de gestión apuntan a un sistema de control basado en el uso de
fuentes de control tangibles o materiales, sin tener en cuenta la importancia de las fuentes
intangibles o simbólicas en el rendimiento, la motivación, el compromiso, la satisfacción
laboral, etc. La creencia de que los incentivos monetarios conducen a mejores resultados en
los trabajadores está muy arraigada. Si ben el dinero es una fuente de control tangible muy
potente, no siempre se logran los objetivas por los que se apuestan en principio (por ejemplo,
incrementar la motivación en el trabajo, evitar la rotación de personal clave aumentar el
compromiso, etcétera)
Con base en la investigación de Olafsen, Halvari. Forest y Deci (2015), el dinero y demás
recompensas tangibles apagan la motivación intrínseca, ya que pueden ser percibidos o
tomados come una forma de control que limita la autonomía de las personas y su iniciativa en
el trabajo. sin embargo, si estos incentivos no son condicionados a un determinado resultado,
otorgados de manera no contingente y en un comento que no se relaciona con el control si
puede funcionar como elemento motivador
Aquí vale decir que el control no sólo se planifica desde la dirección, también se ejerce desde
otras fuentes externas e internas a la organización. Los mecanismos externos son observables
y se relacionan con el establecimiento de metas, mientras que los mecanismos internos son
intangibles y se transmiten a través de la cultura organizacional (Arbaiza, 2014).
Entre las principales fuentes que ejercen o regulan el control en la organización pueden
mencionarse las siguientes:
Los grupos de interés, que ejercen presión sobre los resultados, el buen desempeño de la
organización y la calidad de los productos y servicios ofrecidos.
Las normas y procedimientos formales, con los cuales los trabajadores se guían para cumplir su
trabajo (por ejemplo, el código de ética y comportamiento en la organización); de este modo,
están al tanto de las condiciones medidas, sanciones, restricciones, etcétera.
El grupo, los compañeros de trabajo o las pares, que permiten la regulación del
comportamiento del trabajador al compartir normas y valores, por lo tanto, es una fuente de
con trol, si se quiere, informal, donde la socialización facilita la adaptación, el aprendizaje y el
manejo de conflictos en la organización. Asimismo, se regula la relación con los líderes y la
autoridad