GENESIS
GENESIS
GENESIS
Génesis
El arte no es un objeto, tal vez no sea tan siquiera una pieza ornamental o un
producto de transacción financiera, pues es desde la 2ª Guerra Mundial donde
lo situamos también en el plano del lenguaje intelectual. Si cosificamos una
obra solo como un objeto bello, pierde totalmente el sentido de arte y
entraríamos en terrenos que nos harían retroceder siglos.
Lo que existe, ocupa el espacio y se puede conmensurar es la materia.
Descartes describe las sustancias constituidas sólo de tres elementos
fundamentales: fuego, aire y tierra, de los que las propiedades de cualquier
sustancia pueden ser caracterizadas por su composición de estos elementos,
la medida y conjunto de las partículas en la sustancia, y el movimiento de sus
partículas.
Los seres humanos nos movemos en un espacio-tiempo de 4 dimensiones, la
física cuántica, a través de la teoría de cuerdas y la teoría M (teoría del todo)
nos dice que podrían existir hasta siete dimensiones más en el Universo.
El hombre en su humilde empeño de jugar a ser Dios, selecciona su entorno
para poderlo replicar, primero lo idealiza en su mente antes de elegir el material
para la réplica, después realiza un bosquejo mental o físicamente en un trozo
de papel, o barro hasta llegar a darle forma tridimensional, por último utiliza las
herramientas adecuadas para poder ejecutar su idea.
Los primeros objetos de alfarería que conocemos, se remontan al Paleolítico
Superior, época en la que se crean entre otras, pequeñas representaciones de
divinidades maternales cuyo objetivo es el culto a la fertilidad, un claro ejemplo
es la Venus conocida como Dolní Vestoniche, encontrada en la actual
República Checa, perteneciente a la categoría de Arte mobiliario, y se fecha
alrededor de 29.000 a 25.000 a. C, dentro del periodo Auriñaciense.
Unos treinta mil años después seguimos siendo Dios, un Dios menor, tal vez
dotado del talento creador, pero no con la magia del Dios primigenio del que
habla el antiguo testamento en el Génesis, que dotó de vida a un trozo de
materia inerte.
¿Qué sentido tiene en pleno siglo XXI realizar una pieza escultórica que ha
dejado de tener valor mágico o divino?, tal vez la imaginería sagrada no lo haya
dejado de hacer, pero en la actualidad ¿qué objetivo podría tener realizar una
imagen sin intención de dotarla de un mensaje cuanto menos con un discurso
intelectual? La respuesta podría estar en el propio artista, en su propia
idiosincrasia, su cultura etc.
En la actualidad la escultura contemporánea nos muestra una realidad no muy
alejada posiblemente de aquel sentido mágico de la pieza tallada, el/la artista
dota a sus creaciones de un discurso a veces no inteligible, pero presente en la
obra, es como una lucha por crear un nuevo vocabulario en tres dimensiones
donde a veces hasta el creador discute consigo mismo para llegar a conseguir
un objetivo aparentemente comprensible o realista.
Queda muy claro que en este momento de la historia en el que nos
encontramos, el afán decorativo ya queda lejos del discurso escultórico, ya sea
un mero retrato o una vasija, un torso o la representación de un animal o un
edificio. Hábilmente el artista nos lleva a un terreno de diálogo interactivo,
aunque el interlocutor a veces o casi siempre no participe directamente en ese
diálogo como podría hacerlo en un foro, en un chat, o en cualquier plataforma
en la red, pero el mero hecho de asistir a una propuesta ya es una respuesta a
esa inquietud ideada por el creador.
Desde el David del Bargello una de las obras más famosas y bellas de
Donatello, bella pieza del Renacimiento italiano, La Piedad de Miguel Ángel, o
el San Sebastián de Alonso de Berruguete, (alumno este aventajado de Miguel
Ángel) expuesto en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y como no,
Juan de Juni, no menos afamado y gran escultor renacentista, con el Calvario
de la capilla de los Águila, acentuada por el movimiento de los paños que
envuelven la figura de la Virgen y culminada por el grito desgarrador que refleja
el rostro de la figura de San Juan, (expuesta igualmente en el Museo Nacional
de Escultura de Valladolid) referentes ambos escultores del Renacimiento
español.
El Barroco nos trae a un multudisciplinar Bernini, el más destacado escultor de
su generación y su obsesión por el hiperrealismo y la gestualidad. No me
extenderé más, llegados al Roccocó, simplemente con una magistral muestra
de tan enrevesado estilo, un referente importante que podrían ser Las
Alegorías de la Fe y la Penitencia de Innocenzo Spinazzi , realizadas para la
iglesia de Santa Maria Maddalena dei Pazzi, y conservadas en el museo cívico
de Turín.
En la edad contemporánea de la escultura desde principios del s. XVIII, hasta
los años sesenta del s. XX y principios del s. XXI nos vamos encontrando esa
capacidad del artista de interpretar la realidad y los sueños, a veces con una
capacidad magistral de síntesis.
Aún así creo que el s. XXI recoge un compendio de lo que fue y es la
interpretación de las formas desde el más alejado estilo prehistórico a la más
sofisticada y resumida expresión de la realidad, esa riqueza variada, ecléctica,
pero sobre todo razonada nos lleva a comprender toda una historia del paso
del ser humano creador por la Tierra.
Podríamos llamar a este proyecto “Génesis” primeras palabras de la Torá, cuyo
significado es «En (el) Principio».
No me imagino que pudo pasar por la cabeza de Chillida cuando ideó La
montaña de Tindaya vacía por dentro, una escultura un tanto peculiar, pues
trataba el espacio de manera distinta a como se trata habitualmente la
escultura. Era un espacio vacío que partía de un todo, un cubo vacío de 50
metros de lado (equivalente a un edificio de 17 plantas), seguro que todo el
mundo piensa en un cubo construido de una pieza sólida, pero la ilusión de
Chillida era que aquella escultura fuese el propio espacio, o sea nada, no
materia, solo aire contenido en un contenedor tallado a partir de una gran mole
de piedra.
Paco Sanguino