El Enigma Del Mal

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Ricardo López

Segundo año de filosofía


Filosofía de la religión/ Teodicea

El enigma del mal


Según “EL MAL EN EL COSMOS”, de Gómez Caffarena, José

A través de la historia de la humanidad, los seres humanos aun aparte de su cultura,


condición económica, estatus social, tiempo en que haya vivido, ha estado y está afectado por el
enigma del mal que lo acompaña, de diferentes maneras y formas. El problema del mal es muy
amplio y múltiple y alcanza para todos. Lo reconocemos en la manera que el hombre se disgusta,
se amarga sus días, y se entristece con todo aquello que le ocasiona negativamente a su
existencia en este mundo, y todo eso lo considera como malo, como ser: la enfermedad, la
guerra, la muerte, una pandemia, una catástrofe natural, el odio, el desamor, la injusticia, la
envidia, el egoísmo, el dolor, el sufrimiento, etc., todo es considerado por la persona humana
como malo.

Según la Biblia, el origen de este enigma es penetrado a través de la libertad que Adán y
Eva tenían, y por la desobediencia que estos cometieron, introdujeron el mal por medio del
pecado; para la psicología la idea de mal o maldad se asocia a los accidentes naturales o
comportamientos humanos que se consideran perjudiciales, destructivos o inmorales y son fuente
de sufrimiento; para la sociología, los actos malvados de la gente son el resultado de la identidad
colectiva; y según la antropología, afirma que "la dinámica del mal se debe a la negación de la
condición de criaturas", es decir, cuando la "armadura del carácter" falla en crear una auto
ilusión protectora, y el individuo se ve entonces ante una impotencia que comienza por
infundirle angustia y, por fin, terror, ya no es un ser humano "normal".

A medida de los tiempos, el mal ha crecido insensatamente, sin poder ser detenido, y a
causa de este enigma, el hombre se queja, quiere una solución y no lo encuentra, busca
comprender tanto en su conocimiento de ser, como en saber y poder interpretar su naturaleza y
procedencia, y como en el cosmos una creación maravillosa puede haber tanta malicia, ya que el
problema que el mal presenta, da a conocer y entender que no hay un creador bueno, lleno de
bondad y misericordia, porque si lo hubiera no permitiría tanta maldad que en el mundo habita.
Mal que es clasificado, según el actor, en: mal físico y mal moral.
En el mal físico, es todo aquello que se deriva de la debilidad de la criatura, que está
sujeta a cambios y estos cambios pueden llegar hacer o crear grandes destrucciones e incluso
llegar hasta la muerte, es decir, que se podría decir que el mal físico es la naturaleza misma que
nos muestra su fuerza a través de todos estos acontecimientos. Como, por ejemplo: El huracán
Mitch, que en al año de 1998, azotó muchos países, dejando grandes tragedias tanto materiales
como físicas, uno de estos países fue Honduras, grandemente afectado en su infraestructura,
economía, muchos perdieron sus hogares, algún familiar fue victima de las inundaciones, los
cultivos se perdieron, se produjeron botes de enfermedades, incremento el desempleo; con esto,
quedo demostrado lo vulnerable que somos al sufrimiento de un mal físico, ya que el hombre
sufrió tanto con este desastre natural.

El mal moral, podríamos definirlo como aquel que se desprende del hombre mismo, que
nace de esa actividad malvada, de la voluntad de la persona que se encamina al pecado. Ya nos
lo dice la biblia, en el salmo 36:

“Sólo el pecado habla al impío en el fondo de su corazón; ¡ningún temor de Dios ante sus ojos.
Se mira con tan buen concepto, que se niega a admitir su culpa. Sus palabras son fraude y
maldad; renunció a ser sensato, a obrar el bien. Hasta en el lecho rumia sus maldades; se
obstina en el camino que no es bueno, no renuncia al mal…

Es a través de la persona misma del ser, que el hombre hace penetrar tanta maldad y
perversidad, que no mide en ocasiones las consecuencias que sus actos mal intencionados
provocan a su entorno y realidad. Fue en el año 2009, que en el país de Honduras se dio un golpe
de estado, trayendo consigo esto, tanto retraso para la nación, tanta corrupción, tanta injusticia
para un pueblo que, hasta la fecha de hoy, sigue pagando y sufriendo los estragos y la ambición
del mal de unos pocos, de querer dominar y seguir perpetuándose en el poder; maldad que ha
salido a la luz y ha dañado a muchos, con eso se afirma que es del propio deseo del ser humano
quien lo lleva a pecar y así a cometer mal , ya que este es el único ser en el cosmos capaz de
elegir y decidir.

Podemos afirmar que la creación podría ser mejor si no existiera el pecado, el mal, el
sufrimiento y tantas otras cosas que hacen infeliz a la existencia en este mundo, pero si todo lo
que hay en el cosmos, fue creado por Dios, Él que todo lo creo, ¿no podría quitar y desaparecer
también el mal? ¿Dónde queda su omnipotencia? ¿a dónde se fue su bondad y amor por lo
creado? ¿Por qué permite tanta maldad y sufrimiento, en lo que Él ha organizado?

Según el actor, “Dios, no puede lo contradictorio, lo lógicamente imposible.” Y es que


hemos entendido mal, al pensar que Dios un ser Todopoderoso, tiene el control de todo lo
creado, porque si así fuera, no habría libertad en este mundo, nuestra voluntad dependería de
Dios, y Dios no quiere eso, Él quiere que la creación sea libre en todo su contexto, porque Dios
fue libre al crear al mundo y con esto comunica al hombre sus propias perfecciones y facultades.
Esto solo da resultado que ha habido y hay una mala comprensión del conocimiento humano,
hacia el poder de Aquel que todo lo puede; permitiéndole al individuo en ocasiones, saborear el
descontento que el mal trae, en consecuencia, a sus decisiones.

Por eso permite Dios que el hombre sienta dolor, que toque fondo ante el mal de la vida,
un mal moral que resulta del mal uso de su libertad, para que de ese dolor que lo ha envuelto y
sacudido, pueda sacar de el lo mejor, es decir, como un hombre que ha perdido su casa por una
inundación, pueda construir otra más fuerte y pueda soportar al embate de la naturaleza de la
madre agua. Ya que Dios aborrece el pecado, pero hace posible que el ser humano se sienta libre
de buscar hacer lo bueno, de hacer el bien posible para el cosmos, a través de la Fe que hace
nacer en su interior.

Para Caffarena, Fe es un clamor optimista, un grito esperanzador, es una motivación de


confianza, es decir, es aquel puente donde se puede caminar seguro para la construcción de un
cosmos mejor, de un mundo bueno, de una creación alineada al bien, porque es absurdo acusar a
Dios por aquello que depende especialmente del hombre, de su libertad y voluntad. Por eso la fe
es un arma potente que pelea contra lo físico y moral de la maldad, y Dios ante su gran bondad y
misericordia, no permite el castigo, si no más bien, da y otorga la salvación

Para Finalizar, el mal es y permanecerá como el mayor y gran enigma para toda la
humanidad entera, ya que el mal en el cosmos es un misterio y problema humano, ya que cada
día nos presenta nuevas caras y aspectos de él, es como un arrebato a nuestra existencia, que
hiere a la dignidad del hombre, pero como nos lo muestra Jesús en la cruz, talvez el verdadero
mal sea aquel que es penetrado e inferido a los demás, es decir, el sufrimiento que la persona
humana hace al otro y se hace a sí mismo. Pero es necesario para el cosmos, la existencia del
mal, para que todo ser humano que en el habita, pueda experimentarlo y sacar de esa experiencia,
el mejor bien posible.

TIEMPOS DE CRISIS PARA EL CRISTIANO

Estos tiempos difíciles y de precariedad que han llegado, y que se han quedado
acompañando el diario vivir de cada hombre y de cada mujer, en este el mejor mundo posible
según Leibniz, solamente ha sido un lapso, donde ha quedado al descubierto la vulnerabilidad y
fragilidad de la humanidad, donde se demuestra que no estamos preparados para afrontar épocas
de crisis, que vienen a cambiarnos nuestra manera de vivir y de interactuar con los demás, son
tiempos que hacen que el ser humano sienta angustia, miedo, temor, que piense a veces hasta lo
peor de la situación, y este no pueda manejar y tener control de la misma,

Pero aquel que dice llamarse cristiano, que confiesa una creencia a un ser omnipresente,
que dice creer y tener fe, y que su fortaleza y confianza están puestas en un Dios que salva, pero
que sobre todo ama, esa persona creyente y devota, como ha vivido todo este tiempo de crisis,
como se ha enfrentado a la dificultad que la pandemia ha traído, que ha hecho para enfrentar tal
situación, donde es muchas veces dolorosa, cansada y fatigada, ¿habrá disminuido su fe y su
creencia?, ¿seguirá creyendo más en ese Dios?

Juan Pérez es un agente de pastoral, tiene más de 60 años, cristiano de corazón,


comprometido desde su niñez con la santa madre Iglesia Católica, y haciendo siempre todo lo
que esté a su alcance, para la proclamación y difusión del reino de Dios. Pero se sentía
preocupado y angustiado por lo que estaba sucediendo en torno a la pandemia, los noticieros y
radios locales emitían mensajes alarmantes, que la enfermedad crecía, que la población hacia
caso omiso a las medidas que se debían de tomar y aplicar, los contagiados iban en aumento y
los más vulnerables aquellos que pertenecían a la tercera edad; eso, era lo que mas le preocupaba
y temía Juan, que el virus llegara a su vida, y oraba a Dios incesantemente, pidiendo el fin de la
pandemia, de que todo pasara y volviera todo a la normalidad, se inquietaba al ver que las cosas
empeoraban y no se miraba solución alguna ante tal epidemia; así como Juan, cuantos más se
encuentran en esa misma situación,
El Silencio de Dios

Cuando tantas plegarias y peticiones hechas a Dios, pareciera que no llegan o que nadie
las escucha, y ni el mismo Dios se preocupa por atenderlas, solo hace que se acreciente la duda,
que parte de la fe se desmorone, que la confianza vaya perdiendo su punto de equilibrio; y la
agonía de ese silencio como una calle sin salida, se agudiza más, al contemplar tantas muertes
que la pandemia va dejando, donde muchos han perdido su empleo, otros no tienen que comer, el
egoísmo y la indiferencia sacan su mejor traje y quieren acapararlo todo, y pareciera que todo va,
como un barco a la deriva; y nace la pregunta: ¿Dónde está Dios?

Será que, con su silencio, Dios nos manifiesta su enojo y disgusto, y como dicen y
predican algunos, interpretando la pandemia como un castigo del Creador a todo su pueblo, para
corregirlos de todos sus pecados y faltas al amor, es decir, aludir la ira del Señor, ante una
humanidad infiel que no cumple sus mandamientos. Porque callar cuando, se pide a gritos su
intermitencia,

Presencia de Dios

Todos y todas quieren escuchar el eco de la respuesta de Dios, de como el Creador del
universo refuta y da contestación a tantas interrogantes y preguntas, muchos quieren que
demuestre, que Él como un ser todopoderoso, ponga su mano y desaparezca esta pandemia que
tanto aqueja, se pretende bajar a Jesús de la cruz, y que haga el milagro que tanto se anhela, pero
se nos olvida que el Señor es misterio, y que su voz resuena y esta presente en el contexto de la
realidad que nos acompaña y nos interpela diariamente.

Desde el punto del autor, la voz de Dios ha estado presente desde el primer muerto
contagiado por el virus, voz que se hizo más fuerte a medida que crecían las muertes, en la
soledad de una familia que perdía un ser querido a causa de la pandemia, en aquel anciano que se
sentía vulnerable a tal enfermedad, en el hermano que sufría, que lloraba y en aquel que no
encontraba salida, ni saber que hacer, en los doctores y enfermeras que luchan a diario por salvar
una vida, en aquel cristiano que anhelaba estar en una Eucaristía y recibir el cuerpo de Cristo, en
los muchos que doblaban sus rodillas rezando suplicas a Dios, la voz del Salvador que no era
escuchada pero que estaba presente y en medio de todos.
Crisis convertida en solidaridad, esperanza y fe

Desde el punto de vista del actor, La cruz de la vida hay que vivirla con tanta pasión y
sobre todo en lo que sucede a nuestro alrededor, y al ejemplo de Jesús que cargo con la cruz, el
cristiano debe de llevarla con mucha fortaleza, confianza y amor, en medio de tantas tempestades
y tribulaciones que la pandemia misma ha traído; Como nos lo describía el autor, ver al sumo
pontífice, caminar solo en la plaza de San Pedro, animar al pueblo de Dios a no desmayar frente
a la crisis que se había hospedado y luego verlo orar frente al crucifijo milagroso o de la gran
peste, podemos preguntarnos: ¿Qué motivo al papa Francisco, a hacer tal gestos de bondad y de
amor? ¿Qué pasaba en su mente y que sentía su corazón, que lo alentó a motivar al rebaño del
pueblo de Dios?

Ante tan maravillosas escenas del papa Francisco, en la cual solo quería decirnos que
debíamos ser solidarios con todo aquel que sufría los embates de la pandemia, que era
obligatorio y urgente despojarnos de todo sentimiento que no llevara a la empatía con el otro,
respetar toda medida de bioseguridad que se indicaba, y sobre todo tratar de ayudar a la
erradicación del virus.

Pero también el sucesor de Pedro, nos manifestaba que era preciso que naciera y
despertara la esperanza en cada uno de nosotros, anhelar tiempos mejores para todos, que a pesar
de las dificultades y problemas que la pandemia había suscitado, era necesario suscitar también
confianza, fortaleza y dar sentido a nuestra existencia, Porque la esperanza es la única que podrá
mantenernos vivos ante cualquier situación difícil.

Y aunque los templos permanecían cerrados, era momento de darnos cuenta que Dios no
se encuentra encerrado en cuatro paredes, estaba en la familia, en el vecino, en el hermano de al
lado, pero más que eso dentro de sí mismo; así que era tiempo de iluminar la fe que se tenía, de
una fe que dormía y que había que despertarla urgentemente, fe de tenía como misión
profundizar más ese deseo de sentir con mayor intensidad la cercanía de Dios, en cada nuevo
amanecer y anochecer a veces conocido y otras veces desconocido.

Han sido tiempos de prueba para el cristiano, donde ha estado en juego parte de su
creencia y lo que dice profesar, pero también tiempos de reflexión en lo que se está haciendo de
bueno y también de malo, tiempos de regocijo, de dar valor a lo que es importante, de abrir el
corazón y sobre todo a lo que es prioridad, tiempos de aprendizaje, de ser más fuertes y de ser
más humano, de buscar la sencillez, de ser más sensibles y de convertir y construir un mundo
cada día más mejor. La crisis no es más fuerte de aquello en lo que se cree, creencia donde Dios
habita.

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