Te Acuerdas Del Fin Del Mundo

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¿TE ACUERDAS

DEL FIN DEL

MUNDO?

HISTORIAS DE CONFINAMIENTO

Para 2 actores y 2 actrices.

TOMÁS AFÁN.

OBRA SUJETA A PROPIEDAD INTELECTUAL.

PARA CUALQUIER PROYECTO O REPRESENTACIÓN CONSULTAR CON

EL AUTOR:

tomasafan@hotmail.com

1
Tomás Afán Muñoz. (Jaén 1968). Codirector de la compañía Teatro La Paca. Con una treintena

de textos editados, ganador del Premio de Teatro Luis Barahona de Soto, del Premio Raul

Moreno FATEX (en 2 ediciones), del Certamen Ciudad de Bailén, del Certamen Nacional de las

Letras Isabel Agüera Ciudad de Villa del Río, del Premio Villacarrillo Imaginaria, del Premio

ASSITEJ de Teatro para la Infancia y la Juventud (en 2 ediciones), del Premio “Serantes” de

Santurce (Vizcaya) (en 3 ediciones), del Premio Sta. Cruz de la Palma, del Premio Rafael

Guerrero (en 7 ediciones), del Premio Dulce por Amargo de la ESAD de Asturias, del Certamen

José Moreno Arenas del Ayto. de Albolote, del II Torneo de Dramaturgia Andaluza, del

Certamen de derechos humanos de Amnistía Internacional de Andalucía, del Premio Francisco

Nieva de textos teatrales, del Premio Martín Recuerda (en dos ediciones), del Concurso Luz

Testigo de la Sala Espacio Callejón de Buenos Aires (Argentina), o del Premio Palencia de

Teatro, galardonado también en el Premi Castell d’Alaquas de Teatre, Premio de monólogos de

Canarias, Premio Morales Martínez, Certamen Teatronika de la Univ. Pompeu Fabra, Premio

Monteluna de la Univ. De Huelva, Premio Ilustres Pasajeros del Ayuntamiento de Cercedilla

(Madrid), Accésit del VI Premio de textos de teatro Carro de Baco, Premio de Dramaturgia

Invasora, Certamen Trotea, Certamen Parabasis-Plaza del Arte de la ESAD de Extremadura o

Premio Hermanos Machado del Ayuntamiento de Sevilla, entre otros. Con traducciones y

estrenos en Italia, México, El Salvador, Perú, Chile, Puerto Rico, Nicaragua, Colombia,

República Checa, Rep. Dominicana, Portugal, Cuba, Alemania, Brasil, Marruecos, Argentina o

Estados Unidos. Numerosas compañías han representado mis textos entre los que destacan

“Pim Pam Clown”, “Pictogramas”, “Esencia Patria”, “Parejas”, “El muerto más disputado”,

“Atracción”, “Historias Cotidianas”, “En casa de muñecas”, “Los Impresentables”… en

producciones dirigidas por profesionales de la talla de Isidro Rodríguez, Carlos Alonso, Andrés

Beladiez, Fernando Bernués, Carlos Zabala, Esteban Sánchez, Mariano de Paco, Antonia San

Juan, Michelle Guerra, Rolando Sanmartin, Pau Pons, Alfonso Zurro, Javier Daulte, Ainhoa

Amestoy o Ramón Barea entre otros.

2
PRÓLOGO.

EL FIN DEL MUNDO.

En escena cuatro personajes realizan, en la calle, acciones cotidianas. Están inmersos


en una vorágine de actividad, uno habla acaloradamente con el móvil, otra entrena y
hace ejercicio físico con intensidad, otra intenta vender a los viandantes una
suscripción a una onegé, y otro hace algún tipo de trabajo de reparación o de
mantenimiento. De fondo se escuchan voces de noticiarios relacionados con los días
previos al confinamiento. Nuestros personajes hacen caso omiso a pesar de que las
noticias son cada vez más inquietantes. De pronto suena una estridente sirena. Todos
se detienen.

PERSONAJE 1. ¿Qué?

PERSONAJE 2. ¡¿Qué?!

PERSONAJE 3. ¡Qué!

PERSONAJE 4. ¡¡Qué!!

VOZ EN OFF. Atención esto no es un simulacro. Repito, esto no es un simulacro.

PERSONAJE 4. ¿Ah, no?

PERSONAJE 3. ¿Y qué es?

PERSONAJE 2. Será una broma.

PERSONAJE 1. Sí. Una broma pesada.

VOZ EN OFF. Tampoco es una broma. Repito, esto no es una broma.

PERSONAJE 1. Entonces…

PERSONAJE 2. ¿Qué coño pasa?

PERSONAJE 3. No sé…

PERSONAJE 4. (Con cierta ironía) …A lo mejor es… el fin del mundo…

3
Todos ríen. Al principio lo hacen con ganas, pero poco a poco percibimos un fondo de
inquietud en su risa, uno de ellos se detiene y los otros, que lo miraban de reojo,
comprueban que el personaje que ha dejado de reír refleja en su rostro cierta
preocupación. La risa es ahora un poco forzada. En algún caso tiene incluso un matiz
histérico. La angustia aparece, también, en el rostro de alguno de los personajes.

Vuelve a sonar la sirena.

PERSONAJE 4. Parece que esto va en serio…

PERSONAJE 3. ¿Tú crees que es…?

PERSONAJE 2. ¿El qué?

PERSONAJE 1. ¿El fin del mundo?

Nadie ríe. Se miran, preocupados, unos a otros.

Se marchan, de uno en uno, con visible premura y agobio, los cuatro personajes.

Se escucha voz de discurso institucional del presidente del gobierno, anunciando el


estado de alarma.

Oscurece lentamente la escena.

4
1.

289 (perdiendo los papeles).

En escena dos personajes, ÉL y ELLA, visiblemente acelerados y excitados.

ELLA. ¿Los has contado ya?

ÉL. No he acabado aún.

ELLA. Es una pasada. Hay un montón.

ÉL. Vamos a pasar una cuarentena alucinante.

ELLA. Hemos hecho un gran trabajo.

ÉL. Ha costado ¿eh? Ha habido que currárselo.

ELLA. Sí.

ÉL. Para conseguir los últimos tuve que pelearme con el vecino del ático.

ELLA. Madre mía.

ÉL. Fue un poco violento todo.

ELLA. Ya.

ÉL. Y he notado que hay vecinos que desde que nos vieron descargar la mercancía no
me hablan.

ELLA. Que se jodan. Que hubieran sido listos como nosotros.

ÉL. Ahora que somos una familia tenemos que actuar así. Es cuestión de supervivencia.
Por cierto, ¿el niño sigue durmiendo?

ELLA. Sí, como un bendito.

ÉL. 289.

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ELLA. ¿Qué?

ÉL. Ya los he contado. Tenemos 289.

ELLA. Madre mía, yo creo que no hay nadie en el barrio que nos supere.

ÉL. (Mostrándole su móvil) No te creas. Esmeralda, la mamá de Lucía, la del noveno


B, puso esta foto en su perfil de whatsapp.

ELLA. Esa tía es tan perfecta…

ÉL. Es verdad siempre va por ahí presumiendo de tener la hija más lista, el piso más
bonito… y ahora… ¿a ver la foto?

ELLA. (Mirando la foto) ¡Hala!, aquí hay casi 500.

ÉL. Hmmm… no sé… yo creo que está trucada.

ELLA. Ah, pues yo sé manejar el Photoshop, podemos hacer una foto y editarla.

ÉL. No sé si es buena idea. Al día siguiente de publicar la foto, le entraron ladrones en


casa, a Esmeralda.

ELLA. ¿Y que se llevaron? ¿El dinero, el ordenador, la tele, las joyas?

ÉL. Todo eso ni lo tocaron, pero el papel higiénico se lo llevaron todo.

ELLA. ¿Los 500 rollos?

ÉL. ¡Hasta el último!

ELLA. Pobre mujer. ¡Qué extravío!

ÉL. Así que nosotros tenemos que andarnos con ojo.

ELLA. No es para tanto, aún no hemos publicado la foto en el whatsapp.

ÉL. No debemos hacerlo.

ELLA. ¿Seguro?

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ÉL. No quiero que entren ladrones en casa.

ELLA. Pues lo compartimos en los grupos de familia nada más.

ÉL. Ok.

Se escuchan llantos.

ELLA. ¡Vaya!

ÉL. El niño.

ELLA. Sí, ya se ha despertado.

ÉL. ¡Se acabó la paz!

ELLA. (Saliendo de escena) Ya voy cariño.

ÉL. Wow, la foto me está quedando espectacular.

ELLA. Qué guay. Oye ¿dónde has dejado los pañales?

ÉL. ¿Pañales?

ELLA. Sí, ya no quedan.

ÉL. Pues…

ELLA. ¿No has comprado?

ÉL. No quedaba sitio en el coche. Iba hasta los topes.

ELLA. ¡¡Qué??

ÉL. Lo siento…

ELLA. Mierda, mierda, mierda.

Toma un rollo de papel higiénico, lo mira y sale, resignada, mientras arrecian los
llantos. Oscuro.

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2.

RESISTIRÉ.

DOCTOR. Ah, Luna, por fin estás aquí.

LUNA. Sí, perdón… quería decirle algo… es que…

DOCTOR. ¿Qué?

LUNA. No hay papel higiénico en ninguno de los retretes.

DOCTOR. Ah, eso… sí… me temo que hemos sufrido una oleada de robos en el

centro. Ha desaparecido material muy muy valioso, sobre todo el papel higiénico…

Hay varios enfermeros bajo investigación.

LUNA. ¿Qué? ¿Robos de papel higiénico? ¿Quién iba a querer llevarse algo así?

DOCTOR. (No la escuchaba) ¿Qué?

LUNA. (Extrañada por la actitud del DOCTOR, que parece cansado y agobiado)

¿Qué?

DOCTOR. Mmm… verás, te he hecho llamar porque…tengo buenas noticias para ti.

LUNA. ¿En serio?

DOCTOR. Sí. Te vamos a dar de alta.

LUNA. Entonces ¿me han curado? ¿Ya soy normal?

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DOCTOR. Sí, Luna… tienes que irte… quiero decir… ya eres libre… ¿Estás

contenta?

LUNA. Sí. Supongo…

DOCTOR. Me alegro.

LUNA. Voy a por las cosas a mi habitación.

DOCTOR. No hace falta. Hemos empaquetado tu equipaje, nosotros.

LUNA. ¿Qué? Bueno… de todos modos echaré una ojeada por si/

DOCTOR. Imposible. No puedes entrar en tu habitación, estamos reacondicionando

toda la planta para recibir pacientes de COVID 19.

LUNA. ¿Cómo dice? ¿19 pacientes?

DOCTOR. No, mujer. Tenemos ordenes de habilitar nuestras instalaciones para los

nuevos ingresados de la cuarentena... los compañeros de medicina general están

desbordados y se ha decidido que las plantas de salud mental se utilicen para enfermos

de la pandemia. Aunque me temo que cuando todo esto acabe ocurrirá al revés,

seremos nosotros, los de psiquiatría, los que estaremos sobrepasados de nuevos

pacientes. Pero eso será cuando hayamos vencido al maldito virus.

LUNA. ¿Virus? ¿Qué virus?

DOCTOR. ¿Cómo? Es que… ¿Nadie te ha hablado de…?

LUNA. ¿De qué?

DOCTOR. De lo que está pasando ahí fuera.

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Ella niega con la cabeza.

LUNA. He estado un poco ajena a las noticias del mundo, pero ahora, que estoy

curada, me voy a empapar de la actualidad.

DOCTOR. Vale, pero… no te empapes de golpe y porrazo, va a ser mejor que vayas

entrando en el agua poquito a poco y por dónde veas que haces pie. ¿Me entiendes?

LUNA. Pues no mucho, la verdad, más que nada porque no tenemos piscina en casa.

Pero… un viaje a la playa… sí estaría bien… me encantaría volver al faro de Tarifa…

que es… el sitio más bonito del mundo. Allí es dónde dice usted que debo viajar

¿verdad?

DOCTOR. No. Siento haberte confundido. Y me temo que, por ahora, no vas a poder

viajar…

LUNA. ¿Por qué?

DOCTOR. ¿De verdad no has visto nada en las noticias, o en las redes sociales o…?

LUNA. Es que… mis terapeutas dicen que mi neurosis en parte es por culpa del

sensacionalismo de los medios… Yo estaba obsesionada con que la humanidad entera

podía llegar a sufrir una desgracia global.

DOCTOR. ¿Eso… pensabas?

LUNA. Ya no. Me he dado cuenta de que todo era una paranoia mía… pero me iba,

usted, a hablar de lo que está pasando ahí fuera.

DOCTOR. ¿Yo?

LUNA. Sí. ¿No se acuerda?

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DOCTOR. Claro… hmmm… pues… resulta que hemos sufrido millones de…

LUNA. Millones… ¿de?

DOCTOR. … En fin… todo empezó en China cuando…

LUNA. ¿Cuándo?

DOCTOR. Oh, Dios mío, no me siento con fuerzas. Deberían contártelo tus padres…o

mejor… tu hermana… ella cuida siempre de ti ¿verdad?

LUNA. Sí, ella me quiere mucho… pero ¿qué es lo que me tiene que contar?

DOCTOR. Verás, las cosas no son como antes… en cuanto a lo de poder salir a la calle

y todo eso.

LUNA. Ya lo sé. Antes me pasaba todo el tiempo encerrada en casa. Pero a partir de

ahora les haré caso a mis terapeutas y me esforzaré por salir y socializar con todo el

mundo.

DOCTOR. No. No puedes hacer eso…

LUNA. Es que mis terapeutas/

DOCTOR. Hazme caso. Nada de salir de tu domicilio.

LUNA. Bueno. Lo que usted diga… pero… quiero que sepa… que estoy mejor que

cuando me ingresaron…

DOCTOR. Lo sé, cielo.

LUNA. Y ya nunca más volveré a obsesionarme como antes…

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DOCTOR. Perfecto. Me alegro mucho.

LUNA. Antes oía una voz que me susurraba: ten cuidado, Luna, todo es peligroso, salir

a la calle, tocar y que te toquen… incluso respirar me parecía que podía llegar a ser…

arriesgado… ¡Qué loca estaba! ¿Verdad?

DOCTOR. Bueno, chica, ahora estás bien y eso es lo importante. Por cierto, toma

estos guantes por si tienes que tocar algo ahí afuera. Y también esta mascarilla para

respirar. Ah, y deberás guardar distancia de seguridad con tu familia, al menos durante

las primeras semanas…

LUNA. ¿Qué? No está hablando en serio ¿verdad?

DOCTOR. Me temo que sí, que hablo muy en serio. Además… te he preparado algo…

toma esta caja.

LUNA. ¿Es un regalo? ¿Para mí?

DOCTOR. Ábrela.

LUNA. (Descubriendo el contenido) Son… pastillas…

DOCTOR. (Asiente)

LUNA. Eso significa que… no estoy curada… no soy normal…

DOCTOR. Nada es “normal” ahora, Luna. Lo que tienes en la caja son antidepresivos.

De distintos tipos. Para una larga temporada.

Ella hace un amago de rechazar los tarros de pastillas.

DOCTOR. Tómate una de las píldoras verdes y una de las rojas.

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LUNA. Pero Doctor, usted sabe que yo… estoy aquí… por culpa de las drogas ¿verdad?

DOCTOR. ¿Y?

LUNA. Prefiero no tomar las pastillas. Los narcóticos han arruinado mi vida.

DOCTOR. Tienes que hacerlo.

LUNA. ¿Es necesario?

DOCTOR. Totalmente.

LUNA. Vale.

DOCTOR. Eso es. Y dame a mí también…

LUNA. Pero… usted… ¿también toma estas píldoras, igual que yo?

DOCTOR. No… no, qué va.

LUNA. Ah, ¡me había asustado!

DOCTOR. Una roja y una verde para mí no es suficiente… yo tomo ración doble,

estamos sometidos a demasiada presión últimamente.

LUNA. ¿Qué?

DOCTOR. (Pidiéndole que comparta sus píldoras con él) 2 rojas y 2 verdes. Dame.

Rápido.

El doctor ingiere las pastillas.

DOCTOR. Humm… mejor… sí… mucho mejor…

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LUNA. Pero… es que… ¿está usted mal…?

DOCTOR. Ya no. Ahora estoy más animado… je je. Por cierto ¿Qué hora es?

LUNA. No sé. No llevo reloj, ni móvil, ni/

DOCTOR. Calla.

LUNA. ¿Qué pasa?

DOCTOR. ¿No lo oyes?

LUNA. ¿Qué tendría que oír?

DOCTOR. Deben de ser las ocho. La gente está saliendo a los balcones para

aplaudirnos.

LUNA. ¿Gente aplaudiendo? ¿Qué gente?

DOCTOR. Sí. España entera está en los balcones… aplaudiendo… y de fondo suena

música… y nos miramos a los ojos… y sentimos que todo va a ir bien. Esto pasará.

LUNA. Doctor… creo… que eso que ha tomado le ha sentado mal…

DOCTOR. Y cantamos todos a coro: (Cantando a capella) “Resistiré, erguido frente a

todo

Me volveré de hierro para endurecer la piel

Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte

Soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie”.

LUNA. Doctor, por favor, me está asustando… (Gritando al exterior) ¡Ayuda!

¡Ayuda!

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DOCTOR. “Resistiré, para seguir viviendo

Soportaré los golpes y jamás me rendiré

Y aunque los sueños se me rompan en pedazos

Resistiré, resistiré”.

Oscuro.

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3.

ANIMALADAS.

En escena una pareja, puede tratarse de los mismos personajes de la historia número 1.

HOMBRE. Resistiré nanino ninonino resistiré naninoninoninoninoni

MUJER. ¿Qué haces?

HOMBRE. Preparándome para el aplauso de las 8. Vente a la terraza conmigo.

MUJER. Ni hablar. Yo paso de aplausitos. ¿Crees que con eso vamos ayudar a la
pobre gente que se está dejando la piel en los hospitales y demás…?

HOMBRE. ¿Ah, no?

MUJER. Qué va, qué va. Lo que hay que hacer es dar caña. Hoy a las 8 hay una
cacerolada. ¿Te apuntas?

HOMBRE. No sé… la verdad…

MUJER. Que sí, hombre, voy a por otra olla para ti…

HOMBRE. Hostia. Mira esto.

MUJER. ¿Qué pasa?

HOMBRE. (Señalando algo que ocurre a cierta distancia de ellos en la dirección en la


que está situado el público) Afuera en la terraza. Mira por el ventanal.

MUJER. ¡Madre mía! Es un…pájaro… muy raro.

HOMBRE. ¿Habías visto uno parecido alguna vez?

MUJER. Pues no sé … en los documentales de la tele. Pero como por África o así.

HOMBRE. Menudo tamaño.

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MUJER. Sí, fíjate qué plumas tiene. Dios, nunca había visto algo así…

HOMBRE. Es tan potente… y tan… puro…

MUJER. Y tan increíble…

HOMBRE. Podríamos estar todo el día mirándolo ¿verdad? Se siente uno en armonía
con la naturaleza.

MUJER. Sí.

HOMBRE. Uff.

MUJER. (Suspira)

HOMBRE. ¿Sabes? A veces yo he llegado a pensar…

MUJER. ¿Qué?

HOMBRE. Que todo esto, la pandemia… tal vez sea una especie de venganza de la
naturaleza ¿entiendes?

MUJER. Creo que sé lo que quieres decir.

HOMBRE. Esto puede ser una oportunidad. Suena fuerte pero… estábamos
masacrando el medio ambiente y es normal que el planeta reaccione. Es lógico ¿no?

MUJER. A veces yo también he llegado a pensar que… el ser humano es el verdadero


virus.

HOMBRE. Justamente. Tú lo has dicho.

MUJER. Ajá.

HOMBRE. Mira, qué movimientos tan curiosos. Qué animal tan mágico. ¿Lo
grabamos?

MUJER. Claro, y lo subimos a la red, la peña va a flipar. Rápido, antes de que se


vaya…

HOMBRE. Vamos a ser trending topic.

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MUJER. ¡Hostia! ¡Qué extraño graznido!

HOMBRE. Me he quedado un poco… ha sido como… intimidatorio ¿no?

MUJER. Te vas a reír pero yo casi me he asustado.

HOMBRE. Ya, bueno, tranquilidad. La naturaleza es así.

MUJER. Huy. Te está… mirando…

HOMBRE. Sí, y tiene un brillo extraño en sus ojos.

MUJER. Esto no me gusta.

HOMBRE. Es mejor no moverse.

MUJER. Cuidado, que avanza hacia ti.

HOMBRE. Puede ser peligroso, ese pico tiene pinta de estar muy afilado.

MUJER. No puede romper el cristal ¿verdad?

HOMBRE. Por si acaso, no hagas movimientos bruscos, ni respires.

Tensión prolongada.

MUJER. (Respirando hondo al fin) Uff.


Se ha ido por allí.

HOMBRE. Sí. Qué velocidad de vuelo, ha desaparecido en un instante.

MUJER. Wow. Ha sido intenso.

HOMBRE. Mucho.

MUJER. Una auténtica experiencia.

HOMBRE. Oye, ¿has visto eso?

MUJER. ¿El qué?

HOMBRE. Ahí, en la terraza.

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MUJER. Una mierda, qué asco. En nuestra casa…

HOMBRE. Se ve que no está enseñado.

MUJER. Es enorme.

HOMBRE. Claro, proporcional al tamaño del bicho.

MUJER. ¿Y por qué se ha tenido que subir a la mesa para cagar? Podía haberlo hecho
en un rincón.

HOMBRE. No sé, imagino que estará marcando territorio o algo así.

MUJER. No, eso sí que no, que marque territorio en su puto pueblo en África, pero esta
casa es nuestra. No quiero que vuelva ¿eh? ¿Me oyes?

HOMBRE. Tranquilidad. Imagino que está de paso, aunque con esta situación tan
confusa igual se piensa que la jungla de asfalto es una especie de hábitat propicio para
anidar.

MUJER. ¡Madre mía! Vamos a tener que desinfectar a fondo todo el patio. Coge la
fregona, venga.

HOMBRE. Espera. Mira.

MUJER. Es el bicho. Parece que vuelve.

HOMBRE. Y con otro espécimen. Será su pareja.

MUJER. Estos quieren montar aquí el puto nido.

HOMBRE. Tiene toda la pinta.

MUJER. Ni hablar, yo no tolero que haya ocupas en mi terraza, con lo que nos ha
costado pagar la hipoteca.

HOMBRE. ¿Qué hacemos?

MUJER. Pues toca defender el territorio, qué quieres que te diga.

HOMBRE. Sí, no nos queda otra.

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MUJER. Tú con la fregona y yo con la olla y el martillo, ¿estás listo?

HOMBRE. (Armado con la fregona a la vez que lo graba todo con el móvil) A la de 1
a la de 2 y a la de ¡AAAAAHHHHH, A LA CARGA!!!

MUJER. ¡¡¡¡FUERA BICHOS DE MIERDA!!!!

Oscuro.

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4.

SERVICIO ONLINE (TELETRABAJO).

En escena un nuevo personaje, un USUARIO de servicios online.

USUARIO. Bueno, a ver en el móvil si hay algo interesante… hoy es trending topic
este vídeo… ¿de qué va?… ¿qué leche es esto? Uff… unas pobres aves exóticas
golpeadas por una pareja de… sádicos. ¡Qué asco! Madre mía ¡cómo está el mundo!
¡Se están perdiendo los valores y la moral!
Voy a ponerme a ver porno.
(Mira una página) A ver…
(Mira otra página) A ver…
(Mira otra página) A ver…
Pufff… solo están los vídeos de siempre… me los sé de memoria… en fin… qué
hartura y qué aburrimiento…
Bueno… a ver si hay alguna otra web interesante… noticias… compraventas… juegos
de azar… y esta otra página… ¡ay va! No sabía que esto existía… voy a probar…

Queda el USUARIO expectante tras clicar un enlace.

VOZ. Bienvenido a tu parroquia, si quieres escuchar la misa, nuestro próximo pase


comienza en 25 minutos…
Si lo deseas puedes mantenerte a la espera y te daremos unos consejos espirituales.
Si pulsas almohadilla puedes acceder a nuestra sección de novedades.

USUARIO. ¿Dónde está la almohadilla? Ah, aquí.

VOZ. Bienvenido. Si lo deseas puedes acceder a nuestro nuevo servicio: “la confesión
online” pulsando “1”.

USUARIO. ¿Confesión online? Ole, qué adelantos. Pues voy a probarlo… pulso “1”.

VOZ. Bienvenido a la confesión online. Si es usted usuario habitual de la parroquia,


pulse aceptar. Si es nuevo cliente, manténgase a la espera.

21
USUARIO. Aceptar.

VOZ. Para amenizar la espera le ofrecemos unos minutos de consejos espirituales:

OTRA VOZ. “ … ficarás las fiestas, honrarás a tu padre y a tu madre, no blasfemarás,


no cometerás actos impuros…”

SACERDOTE. (Cortando las voces anteriores) Buenas tardes. Le atiende el padre


Irureta. Dígame su nombre, por favor, para poder dirigirme a usted.

USUARIO. Buenas tardes, padre. Me llamo Ramón.

SACERDOTE. Hola Ramón. ¿En qué puedo ayudarle?

USUARIO. Pues verá, padre, he visto que ofrecen ustedes determinados servicios
online.

SACERDOTE. Así es, el confinamiento, lamentablemente, impide que nuestros


feligreses accedan a los templos, por eso atendemos a nuestros fieles, con ayuda de las
nuevas tecnologías. Por cierto, ¿qué desea exactamente, qué servicio concreto?

USUARIO. Una confesión.

SACERDOTE. ¿La va a querer con cámara o en plan incógnito?

USUARIO. Hombre, a mí me da un poco de vergüenza que se me vea durante la


confesión. Yo siempre recurría a la rejilla para preservar el pudor.

SACERDOTE. Vale, en este caso, lo sustituimos por el pixelado de su imagen.

USUARIO. Ah, mira qué bien.

SACERDOTE. Y si quiere le podemos modificar la voz, incluso. Esto de las nuevas


tecnologías abre un abanico enorme de posibilidades.

USUARIO. No, hombre, eso ya me parece una exageración. Además, es como muy
irreverente que usted me esté escuchando mis intimidades con voz de pitufo, por
ejemplo.

22
SACERDOTE. Sí, a mí cuando el usuario escoge ese filtro, siempre me da la risa. Je,
je, je, je, je, je, je, je, je

USUARIO. Padre.

SACERDOTE. Je, je, je, perdone, es que me acuerdo y no me puedo aguantar la risa.
Bueno, ya, ya se me pasa.

USUARIO. Vale, pues, empezamos, entonces ¿no?

SACERDOTE. Perdón, que tengo un niño con el traje de primera comunión


esperándome, la criatura, en la otra línea.

USUARIO. Ah, pero ¿también hacen comuniones?

SACERDOTE. Sí, claro, enviamos la Sagrada Forma por mensajería urgente, la


bendición no caduca hasta las 48 horas.

USUARIO. ¿Padre? ¿Está usted ahí? Yo también quiero, entonces, un pedido de


Sagradas Formas. Un lote, si es posible. ¿Se pueden congelar? ¿Padre? ¿Dónde se ha
metido?

OTRA VOZ. “…men de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda,


decir los pecados al confesor y cumplir la peni…”

SACERDOTE. Ya estoy de nuevo con usted, perdone, estaba tomando nota de la


dirección del niño para enviarle su paquete. A ver que me centre, ah sí, estábamos con
su confesión. Dígame un correo electrónico y nos ponemos en contacto con usted
cuando tengamos un hueco.

USUARIO. Ah, no. Yo tengo mucha prisa y necesito que me confiese ahora mismo.

SACERDOTE. Huy, eso no va a poder ser, hijo mío. Estamos muy liados. A no ser
que haya cometido usted un pecado muy grave y en ese caso le haríamos una confesión
exprés…

USUARIO. Ah, pues… perfecto… me la pido… la confesión exprés…

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SACERDOTE. No es tan fácil. Necesito pruebas. Tiene usted que mandarme un
email describiendo sus pecados e insertar una foto o un documento o un recorte de
prensa… en fin, algo que acompañe la solicitud y que me convenza de que usted es tan
malo que necesita la confesión-exprés.

USUARIO. ¿En serio?

SACERDOTE. Nos hemos visto obligados. En este país, ya se sabe, hay mucha
picaresca. Necesitamos pruebas del delito.

USUARIO. Pero eso nadie lo va a hacer, es algo autoinculpatorio, puede acarrear


consecuencias legales muy serias.

SACERDOTE. Usted no sabe de lo que es capaz, la gente, en este país, con tal de
avanzar en una cola.

USUARIO. Además, eso atenta contra el derecho a la intimidad.

SACERDOTE. Una vez que terminemos el trámite, yo me comprometo a enviar el


archivo a la papelera de reciclaje.

USUARIO. Pero ¿qué garantía tengo yo de que ese documento va a desaparecer?

SACERDOTE. Tiene que confiar en mí.

USUARIO. Disculpe, padre, pero soy abogado y no confío ni en mi madre. Y sepa


usted que este modus operandi es denunciable por atentar contra la ley de transparencia
y la/

SACERDOTE. (Interrumpiéndole) No, por favor, no nos metamos en líos judiciales,


caballero.

USUARIO. (Enfadado) Bueno, yo quiero que me confiese usted ahora mismo… o de


lo contrario… la próxima vez que rellene mi declaración de la renta, me lo voy a pensar,
antes de destinar el 0’7 por ciento a la iglesia.

SACERDOTE. ¿Me está usted amenazando? ¡¿A mí?! Pues sabe lo que le digo, que
por su soberbia y su egoísmo le voy a poner penitencia extra, voy a anotarlo ahora
mismo para que no se me olvide.

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USUARIO. No se me ponga autoritario.

SACERDOTE. (Indignado) Es que está usted cometiendo… ¡un pecado muy grave!

USUARIO. Ah, ¿es un pecado grave?

SACERDOTE. Gravísimo.

USUARIO. Pues entonces… tengo derecho a la confesión exprés.

SACERDOTE. ¿Eh?

USUARIO. Pues fenómeno. Empezamos ya ¿no?

SACERDOTE. (Para sí, desesperado) ¡Odio el teletrabajo! ¡Yo… dimito…! ¡Lo


dejo… para siempre!

USUARIO. Padre, no habrá colgado… ¿verdad?

SACERDOTE. Voy a colgar sí… voy a colgar los hábitos, ahora mismo…

USUARIO. Oiga… ¿está usted ahí?

VOZ. Esperamos haberle sido de utilidad.

USUARIO. ¡Será posible! ¡Oiga! ¡Dónde se habrá metido el cura este! No pretenderá
dejarme con la palabra en la boca… Oiga, conteste. ¿Hay alguien ahí?

VOZ. “Gracias por acceder a –miparroquiapuntocom-. Le rogamos que nos ayude a


evaluar nuestro servicio online para seguir mejorando. Del 0 al 10 ¿cómo valora la
confesión?”.

Oscuro.

25
5.

LOS DENUNCIANTES.

En escena una policía trata de acceder a un domicilio.

AGENTE. Oiga, conteste. ¿Hay alguien ahí?

ELLA. Hola… buenas…

AGENTE. ¡Por fin abre! ¡Ya era hora!

ELLA. ¿Qué es lo que desea, agente?

AGENTE. Documentación.

ELLA. ¿Qué?

AGENTE. Necesito que me muestre su carnet de identidad.

ELLA. ¿Y eso por qué? No he cometido ningún delito.

Suena el comunicador de la policía.

AGENTE. (A ELLA) Perdone un segundo.


(Hablando a través del walky) ¿Qué pasa?... ¿Ah, sí? ¿Y de qué se trata?... ¿Un tema
de drogas? ¿En una tienda de ultramarinos? … Sí, lo conozco al Piraña. ¿Ha vuelto a
traficar?... Menudo elemento, el Piraña… sí… ya le ajustaremos la cuentas… pero
ahora no puedo ir… estoy con otro asunto… sí… luego te cuento…

AGENTE. (A ELLA) Perdone la interrupción.

ELLA. No hay problema, agente, resuelva lo de ese señor Piraña, porque aquí de
drogas, nada, no bebo ni cerveza.

AGENTE. Tranquila, no estoy aquí por nada de eso.

ELLA. Qué es ¿una visita de cortesía?

26
AGENTE. No. Por favor, permítame ver su carnet…

ELLA. Es que… aquí no lo tengo… está en mi casa y…

AGENTE. Quiere decir… que este no es su domicilio.

ELLA. Pues…

AGENTE. ¿Ha quebrantado usted el régimen de confinamiento?

ELLA. Pero muy poco, vivo aquí al lado, en la misma calle.

AGENTE. Supongo que es consciente de que está prohibido socializar.

ELLA. Lo siento mucho… de verdad…

ÉL. (Irrumpiendo, en albornoz. Se trata, tal vez, del mismo personaje de la escena
anterior, el USUARIO) ¡A ver, qué está pasando aquí!

AGENTE. ¿Y usted es?

ÉL. Soy el dueño de la casa, y soy abogado. ¡Con qué derecho irrumpe en un
domicilio particular!

AGENTE. El actual estado de alarma me legitima para una acción de este tipo. Así que
mantenga la distancia, señor, y no complique mi trabajo.

ÉL. ¿Trae usted una orden judicial?

AGENTE. Hemos recibido una llamada telefónica denunciando…

ÉL. (Interrumpiéndole) ¿Denunciando? ¿Una llamada?

ELLA. ¿Y quién ha podido?

ÉL. ¡Madre mía, la gente se está volviendo loca!

AGENTE. Si me permiten, estaba diciendo que hemos recibido una llamada telefónica
denunciando que aquí se estaba quebrantando el régimen de cuarentena.

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ÉL. ¿Lo dice por ella? Es mi vecina, ha venido un momento, pero enseguida se marcha
¿verdad?

ELLA. Sí, acababa de llegar y ya me voy.

AGENTE. La llamada la recibimos hace más de dos horas.

ELLA. Uff, ¡vaya!, ¡qué rápido pasa el tiempo!

ÉL. Sí, te pones a conversar y…

AGENTE. En la llamada nos informaban que estaban ustedes dos en el dormitorio.

ELLA. ¿Nosotros?

ÉL. ¡Qué va, qué va!

ELLA. Cuánto cotilla hay en el barrio.

ÉL. La gente tiene una imaginación…

ELLA. Estábamos en el salón, es muy amplio.

ÉL. Sentados, uno en cada esquina.

AGENTE. Sin embargo, en la denuncia, se especifica que estaban ustedes encerrados


en el dormitorio y que… leo textualmente… “se escuchaban sonoros jadeos
incontrolados”.

ELLA. Pero… ¿cómo pueden saber los vecinos…?

ÉL. (Irónico) Tendrán rayos infrarrojos, qué sé yo.

AGENTE. Nuestros informantes han aportado datos que atestiguan que…

ÉL. Está bien, no tenemos nada que ocultar, estábamos en el dormitorio. Y sí,
estábamos haciéndolo…

AGENTE. ¿El qué?

ELLA. Mmm… ya sabe…

28
AGENTE. Díganmelo.

ÉL. Practicando… sexo… somos personas adultas ¿o no?

ELLA. Además, mi marido y yo estamos en trámites de separación…

ÉL. Pero que no tienes que justificarte mujer. Esta señora no tiene por qué meterse en
tu vida privada.

ELLA. Es un poco humillante.

AGENTE. El problema es que, según consta en la denuncia, uno de nuestros


informantes nos ha puesto en conocimiento el hecho de que…

ÉL. ¿De qué?

AGENTE. De que usted parece ser que dio positivo en los análisis de COVID 19.

ELLA. ¡¡Cómo!!

ÉL. Que yo…

ELLA. Es falso ¿verdad?

ÉL. ¿Y cómo se han podido enterar los putos vecinos?

ELLA. Dime ahora mismo que eso es falso.

ÉL. Pues…

ELLA. ¿Lo es?

ÉL. Te ofrecí hacerlo con mascarilla y tú no has querido…

ELLA. ¡¡Dios mío!!

ÉL. Tranquila, he tenido cuidado de no besarte.

ELLA. ¡Cómo has podido…!

ÉL. No ha habido intercambio de saliva.

29
ELLA. ¡Eres un cerdo!

ÉL. Porque esto no se transmite a través del semen ¿verdad? ¿Usted lo sabe?

AGENTE. ¿Quién? ¿Yo?

ÉL. ¿O sí?

ELLA. ¡Eres lo peor que me ha pasado en mi vida!

AGENTE. Me veo obligado, como comprenderán, a redactar un informe detallado de


todo esto.

ELLA. Lléveselo a la puta cárcel. ¡¡Qué asqueroso!!

ÉL. Perdón. Llevábamos tantos días encerrados. Necesitábamos un desahogo.

ELLA. ¡Qué mierda de tío! ¿Un desahogo? ¡Criminal! Nos has puesto en peligro a mí
y al niño.

ÉL. El chaval estará contento. Le hemos traído videojuegos de casa…

ELLA. Es que por más vueltas que le doy… no me lo puedo creer

ÉL. …Y seguro que se sentía solo, igual que mi hijo. Los chicos necesitan jugar y
relacionarse para no volverse locos. Y esta vez parece que no se han peleado mucho.
Casi no se les ha oído gritar.

ELLA. ¿Tu chico también está contagiado?

ÉL. ¡No! ¿Por quién me tomas?

ELLA. Gracias a Dios.

ÉL. Además, ya sabes, son niños, casi inmunes al cien por cien.

AGENTE. Necesito que hagan venir a sus hijos.

ÉL. ¿Para qué? Están jugando.

ELLA. No les meta en esto, por favor.

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AGENTE. Voy a necesitar que ellos firmen, también, el informe.

ÉL. No es necesario involucrarlos.

ELLA. Sí, en eso estoy de acuerdo.

ÉL. Son criaturas inocentes.

ELLA. Viven en su mundo, ajenos a todo esto.

AGENTE. Insisto. Lo siento mucho pero me temo que, los pequeños, van a tener que
firmar.

ÉL. No es necesario. Nosotros como responsables legales estamos capacitados para


firmar en su nombre.

AGENTE. Lamentablemente, tengo que informarles que, en este caso, no es posible


que ustedes ejerzan esa representación.

ÉL. No sea tozuda. ¿Quiere que le traiga el código penal para demostrárselo?

ELLA. ¡¡No queremos mezclar a los chicos en esto!!

AGENTE. Por favor, escúchenme bien.


Sus hijos tienen que firmar el informe personalmente,
para corroborar los datos que nos dieron telefónicamente,
en calidad de
DENUNCIANTES.

ÉL y ELLA quedan atónitos, mientras, lentamente, se va haciendo el oscuro.

31
6.

EL PROSCRITO.

En escena un hombre de edad avanzada. Es EL PROSCRITO. Está visiblemente


nervioso. Intenta pasar desapercibido. Saca un papel de su bolsillo, tiene dificultades
para ver lo que hay escrito. Busca algo en su abrigo. Extrae unas gafas de uno de sus
bolsillos. Por fin puede leer la anotación. Comprueba que se halla en la dirección que
señala el papel. Se dispone a llamar, pero no hay ningún timbre.

EL PROSCRITO. (Gritando) Oiga, abra.

VOZ. Fuera de aquí.

EL PROSCRITO. No tengo a dónde ir.

VOZ. ¿Qué dice usted? No le oigo.

EL PROSCRITO. Necesito comprar.

VOZ. Estamos cerrados.

EL PROSCRITO. Por favor, es una urgencia.

VOZ. No son horas.

EL PROSCRITO. Me han dicho que aquí puedo pillar mercancía.

EL VENDEDOR. (Asomando la cabeza) Oiga, por quién me toma. Esta es una tienda
honrada.

EL PROSCRITO. Puedo pagar, llevo metálico. Le daré todo lo que tengo. Se lo juro.

EL VENDEDOR al constatar cierta abundancia monetaria, accede a dialogar con su


interlocutor.

EL VENDEDOR. (En voz alta para que le escuchen los vecinos) ¿Está usted loco? No
se puede venir a un negocio de ultramarinos decente y gritar esas cosas.

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(En otro tono) Pase, venga.

EL PROSCRITO. Gracias por dejarme entrar, y perdone usted. Yo no me comporto así


normalmente, pero entienda mi situación.

EL VENDEDOR. Estoy acostumbrado a tratar con gente con síndrome de abstinencia.


Por cierto, ¿quién le ha dicho que aquí tenemos “mercancías especiales”?

EL PROSCRITO. Llevo un par de noches viviendo en la calle, y un sin techo, que me


ha acogido en su cajero, me ha hablado de este lugar. Y me ha dicho que su “negocio”
estaba disponible las 24 horas.

EL VENDEDOR. ¿El sin techo del cajero? Oiga, esto no es una ONG. Váyase.

EL PROSCRITO. Por favor, necesito ayuda.

EL VENDEDOR. Pues vaya a la comisaría.

EL PROSCRITO. Me persigue la policía.

EL VENDEDOR. ¿Qué ha hecho usted?

EL PROSCRITO. Soy un huido.

EL VENDEDOR. ¿Se ha escapado?

EL PROSCRITO. Sí, y me están buscando.

EL VENDEDOR. ¡Madre mía! ¡Qué locura!

EL PROSCRITO. No tenía alternativa, las cosas estaban fatal. Si usted hubiera estado
allí dentro habría hecho lo mismo.

EL VENDEDOR. Un primo mío también se ha fugado de la prisión, me ha contado que


en su módulo había por lo menos 4 o 5 internos contagiados. Y oiga, ¿cómo ha salido
usted? Por su edad, no creo haya huido excavando un túnel.

EL PROSCRITO. Con las sábanas.

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EL VENDEDOR. No me joda. ¿Se ha descolgado por la ventana anudando sábanas
como en las películas?

EL PROSCRITO. No, hombre. Me he metido, cuando cargaban la ropa de cama, en la


furgoneta de la lavandería. Y me he bajado cuando han parado en un semáforo.

EL VENDEDOR. Pues menuda seguridad de mierda tienen en esa prisión.

EL PROSCRITO. Yo no estaba en la cárcel, he huido del centro para la tercera edad en


el que residía.

EL VENDEDOR. Pero hombre, ¡a quién se le ocurre! Sus familiares estarán


preocupados. Dígame algún teléfono y yo les aviso. Si es que se acuerda, claro.
Porque la gente que se escapa de esos sitios es porque tienen demencia senil y cosas de
esas.

EL PROSCRITO. No señor, de la cabeza estoy perfectamente. Lo que pasa es que en


nuestra residencia no había 3 o 4 infectados, como en la cárcel, sino 21 fallecidos.

EL VENDEDOR. ¡Joder, joder!

EL PROSCRITO. Pero tranquilo, que no tengo síntomas.

El vendedor, asustado, se aleja un poco del fugitivo. El anciano extrae dinero de su


cartera.

EL PROSCRITO. ¿Qué me puede dar por esto?

EL VENDEDOR. Pues con eso tiene para una buena cantidad de hachís, de maría,
pastillas, tripis, unas dosis de coca… en fin… lo que viene a ser un surtido de la casa…
aunque los opiáceos se me han agotado y estoy esperando para reponer...

EL PROSCRITO. A mí no me gustan esas cosas. ¿Algo que no sea droga no me puede


usted vender?

EL VENDEDOR. ¿Una pipa? ¿Por si se cruza con la poli y tiene que defenderse?
Tengo esta, pero me tiene que dar usted otro billete como ese, y le incluyo la munición,
por supuesto.

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EL PROSCRITO. Que no, hombre, que yo lo que necesito es algo de embutido y una
barra de pan. Ah, y una cerveza. Fresquita, si pudiera ser.

EL VENDEDOR. Tome usted. Pero si le atrapan y le incautan algo, usted a mí no me


conoce.

EL PROSCRITO. Qué fresquita la cerveza. Que Dios se lo pague.

EL VENDEDOR. ¿Y ahora qué? ¿Se vuelve usted al cajero?

EL PROSCRITO. No. De madrugada pasó una patrulla y se nos quedaron mirando.


Temo que esta noche vuelvan, con los datos de fugitivos actualizados.

EL VENDEDOR. ¿Y en dónde se va usted a esconder?

EL PROSCRITO. Estaba pensando, ¿en el chabolo en el que se esconde su primo no


habrá un sofá libre o algo?

EL VENDEDOR. Lo tenemos oculto en un piso franco. Pero claro, eso tiene unos
gastos…

EL PROSCRITO. Tengo la cartilla del banco.

EL VENDEDOR. No sirve, la estarán rastreando.

EL PROSCRITO. Pues metálico… no me queda mucho más.

EL VENDEDOR. Mal asunto.

EL PROSCRITO. Yo estoy dispuesto a lo que sea.

EL VENDEDOR. Estoy pensando que, si quiere, puedo darle un empleo. Pero tendría
usted que hacer entregas a domicilio.

EL PROSCRITO. Ah, pues vale. ¿De productos alimentarios?

EL VENDEDOR. Solo tiene que pasar droga a gente confinada que necesita con
urgencia su dosis. Una cosa facilísima, ya verá usted… Tomese, ahora, el bocadillo, en
la habitación de al lado, que mientras yo le preparo una entrega. Y tranquilo que no va

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a tener usted ningún problema, eso se lo asegura a usted, el Piraña, que así es como me
llaman.

EL PROSCRITO. (Desde fuera de escena) Yo me llamo Francisco.

EL VENDEDOR. Pues perfecto, Francisco,…yo le voy metiendo las drogas, aquí


mismo, en este carrito de la compra, y así parece que va usted al Mercadona…

El Piraña introduce en el carrito de la compra, el surtido de mercancías


estupefacientes, con entrañable esmero.

EL VENDEDOR. Perfecto. Nos vamos a forrar. La policía nunca va a imaginar que


circula, por ahí, un yayo traficante… Ajá, voy a mandar, ahora mismo, un whatsapp, al
grupo en el que informo de las novedades de la empresa, para que todos mis clientes
sepan que reanudamos el reparto de mercancía…

El hombre teclea en el móvil mientras lentamente se va haciendo el oscuro.

36
7.

EL GRUPO (DE WHATSAPP).

Sonido de whatsapp.

MAMÁ DE LUCÍA. Holi a todas y a todos… ¿podéis compartir los deberes de mates?
Gracias soletes…

Sonido de whatsapp.

MAMÁ DE IVÁN. ¿Más deberes de matemáticas? ¡Dios mío, pobres criaturas, están
todo el día haciendo tareas los pobres y las pobres… aunque por otro lado… así tienen
menos tiempo para pensar que no pueden salir a la calle… (emoticono de carita con
lágrima)

Sonido de whatsapp.

PAPÁ DE ÁLVARO. Genial, Piraña, envíame esa mercancía tuya lo antes posible,
quiero de todo: coca, tripis, caballo, anfetas…

Sonido de whatsapp.

MAMÁ DE LUCÍA. ¿Esto que acabas de publicar en nuestro grupo de whatsapp qué
es? Explícanoslo.

Sonido de whatsapp.

MAMÁ DE IVÁN. Cómo se te ocurre escribir semejante barbaridad.

Sonido de whatsapp.

PAPÁ DE ÁLVARO. Oops, perdón, me he confundido de grupo, el mensaje anterior


no iba dirigido al grupo de whatssapp del colegio del niño. Era… un mensaje de
broma… para unos amigos… (emoticonos de risas)

PAPÁ DE ALVARO. Me creéis ¿verdad?

PAPÁ DE ANDREA. Je, je, je, yo te creo machote…

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Hola, soy el papá de Andrea. Espero que llevéis bien el confinamiento. Por si os
aburrís, envío un artículo de prensa muy interesante. Dice verdades como puños.

PAPÁ DE ANDREA. (Ha compartido un archivo)

PAPÁ DE ÁLVARO. (Emoticono de aplauso)

MAMÁ DE IVÁN. (Emoticono de enfado)

MAMÁ DE LUCÍA. (Emoticono de sorpresa)

MAMÁ DE IVÁN. Perdonad pero creo que la publicación anterior (el artículo de
prensa) no es adecuada.

MAMÁ DE LUCÍA. Estoy de acuerdo.

MAMÁ DE IVÁN. Rogaría su eliminación.

PAPÁ DE ÁLVARO. Siempre nos estás censurando.

MAMÁ DE IVÁN. ¿Por qué dices eso? No es una publicación tuya.

PAPÁ DE ÁLVARO. Ayer publiqué un mensaje interesantísimo y me lo censurasteis.

MAMÁ DE LUCÍA. Si no recuerdo mal era un anuncio sobre préstamos a empresas.

MAMÁ DE IVÁN. Este es un grupo para que las mamás y los papás de 5 años C,
hagan seguimiento de las tareas online de sus peques, no me parece bien incluir
publicidad. Ni tampoco artículos de prensa como el que acaba de publicar el papá de
Andrea. ¿Puedes borrarlo?

PAPÁ DE ANDREA. Es un artículo de opinión bastante objetivo.

MAMÁ DE LUCÍA. “Los 10 errores del gobierno en la pandemia que nos condenan a
muerte a todos los españoles”, ¿te parece objetivo?

PAPÁ DE ANDREA. ¿Lo has leído? Aporta datos del genocidio del que estamos
siendo víctimas.

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MAMÁ DE IVÁN. Sin entrar a valorar el contenido ¿lo crees adecuado para un grupo
escolar?

PAPÁ DE ANDREA. Por supuesto, la mala gestión de la epidemia también provoca


víctimas infantiles.

MAMÁ DE IVÁN. Es un artículo fascista.

PAPÁ DE ANDREA. ¿Por qué tienes tanto interés en justificar a un gobierno asesino?

MAMÁ DE IVÁN. ¿Quieres que te diga lo que pienso de ti?

PAPÁ DE ANDREA. Estoy deseando y así yo podré decirte qué clase de persona eres.

MAMÁ DE IVÁN. (Este mensaje ha sido eliminado)

PAPÁ DE ANDREA. (Este mensaje ha sido eliminado)

MAMÁ DE LUCÍA. ¡Basta!

PAPÁ DE ANDREA. Te has pasado. Borra ese insulto.

MAMÁ DE IVÁN. Tú has empezado.

PAPÁ DE ÁLVARO. Esto lo pueden ver los niños.

MAMÁ DE LUCÍA. Borradlo, los dos, por favor.

PAPÁ DE ANDREA. Vale.

MAMÁ DE IVÁN. Hecho.

PAPÁ DE ANDREA. ¿Contenta, roja de mierda?

MAMÁ DE IVÁN. Eres un cerdo.

La MAMÁ DE IVÁN se ha salido del grupo.

MAMÁ DE LUCÍA. ¡Otra que se va! ¡Qué desastre!

PAPÁ DE ÁLVARO. Estamos todos muy nerviosos por culpa del confinamiento. Y
hay que calmarse un poquito.

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MAMÁ DE LUCÍA. Estoy de acuerdo. Tenemos que mantener las formas.

PAPÁ DE ÁLVARO. Sí, porque en unos meses, espero, nos vamos a volver a ver en
la puerta del colegio a la hora de recoger a los niños.

MAMÁ DE LUCÍA. Y nos arrepentiremos de este tipo de publicaciones.

PAPÁ DE ANDREA. No ha sido culpa mía. Ella me ha llamado cerdo.

MAMÁ DE ANDREA. La madre de Iván tiene razón eres un cerdo y un padre


horroroso.

PAPÁ DE ANDREA. ¡Qué bien! ¡La que faltaba! ¿De dónde has salido tú?

MAMÁ DE ANDREA. Estoy en este grupo y tengo derecho a hablar como todo el
mundo. Y no puedo aguantar las ganas de decir que eres un bocazas, que busca pelea
publicando artículos de mierda.

PAPÁ DE ANDREA. Solo intento colaborar en la educación de mi hija. No te metas en


lo que no te importa.

MAMÁ DE ANDREA. Claro que me importa. También es mi hija.

PAPÁ DE ANDREA. Es tu hija, por ahora. Pero cuando litiguemos por la custodia,
espero que eso cambie.

MAMÁ DE LUCÍA. Entonces, por lo que deduzco, ¿vosotros dos estáis otra vez
separados?

PAPÁ DE ANDREA. Qué observadora.

MAMÁ DE LUCÍA. A ver cuánto os dura.

MAMÁ DE ANDREA. No me va a volver a convencer de que lo intentemos de nuevo.


Lo juro.

MAMÁ DE LUCÍA. Siempre dicen lo mismo…

PAPÁ DE ÁLVARO. ¿Habéis iniciado los trámites de divorcio?

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MAMÁ DE ANDREA. En cuanto nos dejen salir de casa va a ser mi prioridad número
uno.

PAPÁ DE ÁLVARO. Desde mi bufete podemos iniciar los trámites online y con un
presupuesto imbatible.

PAPÁ DE ANDREA. Tú no te metas, capullo.

MAMÁ DE LUCÍA. Un poco de respeto, por favor. De 25 niños que hay en la clase,
ya solamente quedamos 4 padres en el grupo de whatssap. No os da que pensar.

PAPÁ DE ANDREA. Es por culpa de vuestras publicaciones. Una cotilleando siempre.

MAMÁ DE LUCÍA. ¿Ah sí? ¿Quién? Cuenta, cuenta, soy toda oídos.

PAPÁ DE ANDREA. Otro, tratando de vender sus productos.

PAPÁ DE ÁLVARO. Aprovecho para comentar que si alguien desea recibir el


catálogo completo, no tiene más que decirlo.

PAPÁ DE ANDREA. Y mi mujer aireando los problemas de nuestra relación en


público.

MAMÁ DE ANDREA. Eres un cabrón y lo tiene que saber todo el mundo.

PAPÁ DE ANDREA. Vaya mierda de grupo de whatssapp.

MAMÁ DE LUCÍA. Por favor, no cuesta tanto evitar las palabras malsonantes. Tened
en cuenta que esto lo miran los peques para copiar sus tareas.

PAPÁ DE ANDREA. ¿Y qué más da?

MAMÁ DE ANDREA. Si no lo entienden.

MAMÁ DE LUCÍA. ¿Ah, la vuestra aún no lee…? Vaya, veo que anda un poco
atrasada. Pero mi niña lee, desde hace tiempo, con bastante fluidez. Por eso insisto en
cuidar el tono de las publicaciones.

MADRE DE ANDREA. ¿Qué quieres decir con lo de que “anda un poco atrasada”?

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MAMÁ DE LUCÍA. Nada. (Carita sonriente)

MADRE DE ANDREA. Mi niña va haciendo progresos.

PAPÁ DE ANDREA. Cada niño tiene su ritmo de aprendizaje.

MAMÁ DE LUCÍA. Y me alegra saber que no os sentís inferiores por eso.

MAMÁ DE ANDREA. Además de cotilla, eres una clasista.

PAPÁ DE ANDREA. Se siente superior.

MAMÁ DE LUCÍA. Me preocupa mucho la educación de mi hija y le dedico todo el


tiempo que haga falta. Es mi prioridad.

MAMÁ DE ANDREA. Insinúas que a nosotros no nos preocupa nuestro hijo.

MAMÁ DE LUCÍA. Tú sabrás.

PAPÁ DE ANDREA. No le hagas caso, cariño. Es una amargada.

MAMÁ DE ANDREA. Tienes razón, además ni siquiera es la moderadora de este


grupo, no sé por qué tiene que censurarte el artículo, la muy zorra.

PAPÁ DE ANDREA. Te echo de menos.

MAMÁ DE ANDREA. Y yo, y la peque, tenemos muchas ganas de verte

MAMÁ DE LUCÍA. ¡Lo sabía! Ya están reconciliados otra vez.

MAMÁ DE ANDREA. Y a ti qué te importa.

PAPÁ DE ANDREA. Cómprate una vida.

MAMÁ DE LUCÍA. Dais asco, no tenéis palabra.

(MAMÁ DE ANDREA se ha salido del grupo)

(PAPÁ DE ANDREA se ha salido del grupo)

MAMÁ DE LUCÍA. Bueno, estamos tú y yo solos en el grupo. Cuéntame algo


interesante.

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PAPÁ DE ÁLVARO. Mi vida es aburrida, y en fin, desde que nos confinaron estoy
completamente volcado con las ventas online, por cierto ¿te puedo hablar de los
maravillosos productos que comercializo?

MAMÁ DE LUCÍA. Preferiría hablar de algo mas…personal… Sentimientos… ya


sabes…

PAPÁ DE ÁLVARO. No sé qué decir. Di tú algo.

MAMÁ DE LUCÍA. Pues…yo… me siento sola… y triste…

PAPÁ DE ÁLVARO. ¿Ah sí? Necesitas revitalizar tu vida sexual.

MAMÁ DE LUCÍA. ¿Eso es una proposición? (carita sonriente)

PAPÁ DE ÁLVARO. Por supuesto. Te propongo un vibrador maravilloso que te va a


cambiar la vida. Y a un precio imbatible. ¿Qué me dices?

(MAMÁ DE LUCÍA se ha salido del grupo)

PAPÁ DE ÁLVARO. ¡Pues jódete!


¡Joderos todos!
Vosotros os lo perdéis.
Gentuza.
Estoy mejor solo.
¿Hola?
Hola.
¿Hola?
Hola.
¿Hola?
Hola.
¡Uffffffff!
¡Madre mía!
¿Hay alguien ahí!

(PAPÁ DE ÁLVARO ha salido del grupo)

Oscuro.

43
8.

PAREDES.

HOMBRE. ¡Que vengas!

MUJER. Estoy haciendo cosas.

HOMBRE. Esto es importante.

MUJER. Dime. ¿Qué pasa?

HOMBRE. Mira. La pared.


¿No lo notas?

MUJER. No sé. ¿Alguna mancha?

HOMBRE. Esa pared no estaba ahí.

MUJER. ¿Estás de broma? Siempre ha estado.

HOMBRE. Sí, pero no justamente ahí. Estaba un poco más allá. Yo por aquí siempre
había pasado con holgura. Y ahora esto parece más estrecho.

MUJER. Habrás engordado de tanta cerveza y tapas. ¿Qué haces con el metro?

HOMBRE. Te lo voy a demostrar. Mira esto.

MUJER. ¿Los planos del piso?

HOMBRE. Fíjate, acabo de medir el ancho de la habitación y son, exactamente 3


metros y quince centímetros. ¿Lo ves?

MUJER. Pues… sí… sí… lo veo.

HOMBRE. Y ahora mira el plano.

MUJER. (Intentado orientarse en el plano) Sabes que me pierdo con estas cosas, ¿qué
habitación es?

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HOMBRE. Esta ¿no lo ves?

MUJER. Ah, sí.

HOMBRE. Y fíjate en la medida, en el ancho.

MUJER. 3 metros y cincuenta y cinco centímetros.

HOMBRE. ¿Y cuánto he medido yo?

MUJER. 3.15

HOMBRE. ¿Me crees ahora?

MUJER. Es un error del plano, nada más

HOMBRE. Ayer también lo medí.

MUJER. ¿Y?

HOMBRE. Medía 3.16.

MUJER. Una variación de 1 centímetro no prueba nada.

HOMBRE. Pero en total se trata de 40 centímetros. ¿No te dice nada esa cifra?

MUJER. ¿Decirme?

HOMBRE. ¿No te das cuenta? Llevamos 40 días confinados. Esta pared nos está
robando un centímetro al día.

MUJER. ¿Eso piensas? ¿En serio?

HOMBRE. Está clarísimo. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Esto va a ir a


más. Ayúdame.

MUJER. ¿Qué haces?

HOMBRE. Empujar ¿no lo ves?

MUJER. ¿Pero no te das cuenta de que no consigues nada?

45
HOMBRE. Échame una mano.

MUJER. Está bien pero me parece absurdo.

HOMBRE. Con todas tus fuerzas.

MUJER. Lo intento.

HOMBRE. Así. Bien.

Dejamos a este matrimonio empujando la pared y nos centramos en dos nuevos


personajes imbuidos en otra escena simultánea, pero que estarían en un espacio
totalmente distinto.

FAMILIAR. Por favor, déjeme entrar a verla, su nombre es Luna. Luna Jiménez

GUARDIA. Ya lo sé, ya me ha dicho, antes, su nombre. Y le repito que no es posible.

FAMILIAR. Va a ser sólo un momento. Para despedirme.

GUARDIA. Me gustaría ayudarla, pero no me está permitido dejarla pasar.

FAMILIAR. ¿Es que no tiene corazón? ¿Qué clase de persona es usted?

GUARDIA. Créame, yo también he perdido familiares cercanos y sé lo duro que es


algo así.

FAMILIAR. No lo sabe. No tiene ni idea. ¿Usted ha asistido a su entierro?

GUARDIA. Sí… claro…

FAMILIAR. Esto es otra cosa. No tiene ni idea.

GUARDIA. Uff, no soy sicólogo, soy guardia de seguridad, mi oficio no consiste en


convencerle de nada. A mí me han ordenado prohibir el acceso a la zona de
almacenamiento de cuerpos a todo el mundo, familiares incluidos.

FAMILIAR. ¿Almacenamiento? Lo que hay ahí no son envases en estanterías de


supermercado, son seres humanos.

GUARDIA. Si no se marcha voluntariamente voy a tener que echarla de aquí.

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FAMILIAR. Solo quiero acompañar a mi hermana muerta. ¿Es un crimen velar a un
familiar en su funeral? Si hace falta… se lo pido de rodillas.

La chica se arrodilla y el otro personaje permanece impertérrito. Nos centramos, a


continuación en la otra escena, el matrimonio está agotado de empujar la pared.

MUJER. Aaag, no puedo más.

HOMBRE. Ni yo… voy a medir.

MUJER. ¿Y?

HOMBRE. Joder, está igual. No hemos ganado nada empujando.

MUJER. Normal. ¿Qué te pensabas? Las paredes no se mueven solas.

HOMBRE. Lo sé ¿te crees que me he vuelto loco?

MUJER. Uff, menos mal, me habías asustado.

HOMBRE. Son los vecinos.

MUJER. ¿Qué?

HOMBRE. Estoy convencido de que son ellos los que mueven el tabique.

MUJER. Pero ¿cómo lo van a mover?

HOMBRE. Son de ese tipo de gente que va todos los días al gimnasio, y ahora no
pueden ir, así que a lo mejor se desahogan empujando la pared.

MUJER. Qué tontería.

HOMBRE. Pues yo estoy seguro de que entrenan en el piso. Les escucho hacer
esfuerzos gordos, con la respiración entrecortada.

MUJER. ¿Lo dices por los jadeos? Qué va. Eso es que se pasan el día follando.

HOMBRE. Pero si esta pared no da a su dormitorio.

47
MUJER. Y qué más da. Hay gente a la que le gusta probar lugares diferentes. Usan la
imaginación.

HOMBRE. Si ellos lo hacen nosotros no vamos a ser menos.

MUJER. ¿Eso es una proposición?

HOMBRE. Tenemos que volver a empujar

MUJER. No podemos competir con ellos en… ímpetu… Deberíamos dialogar.

HOMBRE. No podemos ir a su casa.

MUJER. Pero, sí, llamar por teléfono.

HOMBRE. Mmm… está bien…voy a intentarlo.

MUJER. El problema es que no tenemos su número.

HOMBRE. Espera, yo creo que debo de tener el teléfono de uno de ellos, el que lleva
uniforme. Voy a buscarlo.

El hombre busca el número, en una libreta, en sus bolsillos, en su móvil, ante la


paciente mirada de su esposa. Mientras tienen lugar estas acciones asistimos a la
continuación de la historia paralela: la chica, a la que habíamos dejado de rodillas, se
ha incorporado y se aproxima, ahora al GUARDIA.

GUARDIA. Quieta ahí. No sobrepase la distancia.

FAMILIAR. Por favor. Solo quiero entrar un momento para decirle adiós.

GUARDIA. Le repito que hemos convenido con su familia los detalles del sepelio y
sus padres han dado la conformidad.

FAMILIAR. Pero yo… necesito despedirme de ella… es la persona que más quiero en
este mundo.

GUARDIA. (Silencio)

FAMILIAR. Deme un minuto a su lado. Solo eso…

48
GUARDIA. Yo estaría dispuesto a dejarle pasar ahí dentro. Pero hay un problema.
Grave.

FAMILIAR. ¿Qué?

GUARDIA. Ahora mismo no estamos en condiciones de poder localizar los restos


mortales de su hermana.

FAMILIAR. ¿La han perdido? ¿Han perdido su cuerpo?

GUARDIA. Los operarios de la funeraria están desbordados, ahí dentro se amontonan


cientos de cadáveres, y en algunos casos se producen desajustes en la identificación.

FAMILIAR. ¡Qué hijos de puta! ¡Me la han perdido!

GUARDIA. ¡Quieta! ¡Qué hace!

FAMILIAR. (Embistiéndole, furiosa) Que me dejes pasar, hostias…

GUARDIA. Fuera de aquí. Ya estoy harto de ti, niñata de mierda.


A la calle. Joder.

El hombre saca, a empujones, a la chica de escena. Y se dispone a desinfectarse las


manos cuando suena su teléfono.

GUARDIA. Vaya y ahora esto… a ver quién es…

GUARDIA. (Al teléfono) Hola, buenas tardes.


Ah, sí, claro que le conozco. Es mi vecino del piso de al lado…sí…
¿Qué tal? ¿Cómo llevan el confinamiento?
Sí, todos estamos bastante fastidiados.
No. Yo ahora mismo no estoy en el piso. Estoy trabajando, hoy tengo guardia en el
tanatorio.
Sí. Dígame, en qué puedo ayudarle.
¿Cómo?
Que nosotros hemos hecho… ¿Qué?
La pared medianera.
No señor, se equivoca, nosotros no hemos empujado… ¿qué?

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Oiga, lo que hagamos en nuestro piso es una asunto privado…
¿Orgías? En nuestro piso… ¿Se ha vuelto loco?
Escúcheme usted a mí… haga el favor de hablarme con respeto…
No tiene por qué meterse en nuestra intimidad…
Qué disparates me está usted contando… mi novio y yo somos libres de tener relaciones
en nuestro piso, en la habitación que queramos…

Cambiamos de eje narrativo.

HOMBRE. Perdona que te diga pero tu libertad sexual acaba allí dónde empieza mi
derecho a la propiedad horizontal.
Así que os prohíbo que os apoyéis, para follar, en mi tabique medianero.
Eso atenta contra la buena vecindad.
¿Qué dices? Que no vas a tolerar presiones de un… ¿homófobo?
¿Y de la policía? ¿Estás dispuesto a admitir presiones de un agente? Porque mi
siguiente paso va a ser interponer una denuncia. Y ahora están las cosas muy serias.
Sí, es asunto mío. Estáis provocando un desplazamiento del tabique.
No, no bromeo.

HOMBRE. (A la MUJER) Ha colgado, el asqueroso…

MUJER. Creo que te ha faltado un poquito de tacto.

HOMBRE. Ellos no tienen ningún tacto empujando la pared hasta desplazarla un


centímetro diario. ¿Te parece a ti que eso es tener tacto?

MUJER. ¿Y si es un error del plano?

HOMBRE. Es culpa de ellos.

MUJER. Serénate. Y vuelve a llamarlo. Por favor.

HOMBRE. (Telefoneando) Mmm.

MUJER. ¿Qué?

HOMBRE. Me ha colgado.

MUJER. Pues envíale un whatsapp.

50
Nuevo cambio de eje narrativo.

GUARDIA. Y ahora qué quiere el tío loco este.


Un whatssap. Vete a la mierda, cabrón.

GUARDIA. (Cazando a la chica, que pretendía, irrumpiendo, con un potente sprint,


colarse hacia el interior del tanatorio) ¿A dónde vas tú?

FAMILIAR. Tengo que entrar y decirles cuál de esos cuerpos es el de mi hermana.

GUARDIA. (Forcejeando) ¿No se da cuenta de que no podrá romper el precinto de los


ataúdes?

FAMILIAR. Lo haré, aunque para abrirlos me ropa las uñas y las manos, lo haré.

GUARDIA. No me desafíe, puedo hacer que la encierren en un calabozo. ¿Es eso lo


que quiere? ¿Pasar la noche entre rejas?

FAMILIAR. Es mi hermana, coño. Mi pobre hermana. Era tan frágil… yo tenía que
sacarla de todos los líos. Hace unas semanas salió del psiquiátrico … Todavía me
acuerdo de la cara que puso cuando le conté todo lo que estaba pasando. En el puto
manicomio no le informaron de nada, solo le mandaron pastillas… rojas… verdes...
¿Se lo puedo creer? Ella no soportaba el confinamiento. Se escapaba a escondidas, para
pillar drogas, y lo que pilló, además, fue el maldito virus. Tenía 24 años. Era una cría.
Cuando la llevaron a la UCI… yo… sabía que allí estaban haciendo todo lo posible por
ayudarla. Respeté el trabajo de aquellas personas. Pero ahora tengo que buscarla. No
puedo permitir que su cuerpo se pierda para siempre, por un descuido en un trámite. Es
mi hermana. ¿Es que no lo entiende?

GUARDIA. Por favor, llevo un día muy jodido, y estoy haciendo un esfuerzo enorme
para ser… paciente con usted… Yo también estoy sometido a una tensión que no puede
ni imaginar. Y aun así no quiero hacerle daño. Creo que ya ha sufrido usted bastante.

FAMILIAR. Usted me está haciendo sufrir mucho más, no permitiéndome entrar.

GUARDIA. No soy yo, es la ley.

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FAMILIAR. Si esos que escribieron la ley no pudieran enterrar a sus hijos correrían a
tachar esa ley, a pisarla, a quemarla, hasta que no quedara rastro de esas palabras. Y
usted también lo haría.

GUARDIA. Míreme a los ojos. No la voy a dejar pasar. Se lo juro por Dios. Es mi
última palabra. No insista. Y váyase, por las buenas.

FAMILIAR. Voy a enterrar su cuerpo como Dios manda, de una manera o de otra, y
nadie me lo va a impedir, se lo juro por mi hermana.

GUARDIA. Está bien, veo que no me deja alternativa.

El GUARDIA toma su teléfono y se dispone a marcar un número. Nuevo cambio de eje.

MUJER. Tienes que calmarte. Te estás agobiando por una tontería. Al fin y al cabo
nosotros estamos bien de salud, y eso es lo importante ahora mismo. Hay gente que lo
está pasando muy mal por culpa de esta enfermedad. Muchas personas están
muriendo… ya sabes…

HOMBRE. Esto del virus es una invención. Nos están manipulando.

MUJER. ¿Cómo? Y… ¿para qué?

HOMBRE. No lo sé… pero a mí no me engaña nadie…


Escucha… otra vez empiezan… te juro que voy a darles una lección a esos
degenerados...

El HOMBRE sale de escena.

MUJER. ¿A dónde vas?

Nuevo cambio.

GUARDIA. Estoy contactando con la comisaría. Voy a hacer que la encierren. No me


ha dejado alternativa. Dígame su nombre.

FAMILIAR. Me llamo Antígona. Antígona Jiménez.

GUARDIA. Ese nombre me resulta familiar. ¿Nos conocemos?

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FAMILIAR. Claro que sí. Desde hace más de dos mil años.

GUARDIA. Dos mil… ¿qué?

FAMILIAR. (Amenazándole con un cuchillo) Me vas a dejar pasar por las buenas o por
las malas.

Nuevo cambio. El HOMBRE ha regresado llevando consigo un mazo de grandes


dimensiones.

HOMBRE. Estos no me conocen a mí. Me han puesto de los nervios.

MUJER. Suelta eso, por favor.

HOMBRE. ¿No oyes los jadeos a través de la pared?

MUJER. Si te ha dicho que estaba trabajando.

HOMBRE. Me ha mentido. Están liados. Si hasta el suelo vibra.

MUJER. ¿El suelo?

HOMBRE. Están moviendo el tabique hacia nosotros.

Se simultanean las dos historias.

GUARDIA. Esto es grave, tía. Vas a arruinar tu vida. Suelta ese cuchillo.

HOMBRE. Se van a enterar esos degenerados. Voy a tirar el puto muro.

FAMILIAR. Si quieres que lo suelte déjame pasar.

El GUARDIA se abalanza sobre la chica para inmovilizarla.

MUJER. (Interponiéndose entre el hombre y la pared) No, estate quieto ¡¡¡NO!!!

FAMILIAR. (Gritando mientras el GUARDIA le coloca unas esposas) ¡¡¡DEJEME


ENTRAR!!!

HOMBRE. (Gritando, mientras su esposa trata de quitarle el mazo) ¡¡¡QUIERO


SALIR!!!

53
Oscurece lentamente la escena.

Se escuchan voces de informativos anunciando el fin del confinamiento y la derogación


del estado de alarma. Mientras tanto nuestros personajes se despojan de algo de ropa
y debajo llevan vestimentas playeras que lucirán durante el epílogo.

54
Epílogo.

BAJO EL SOL.

Contemplamos una iluminación más brillante y más clara que en el resto de las

escenas. Es un radiante atardecer. En el centro, un hombre camina abrazando un

táper de grandes dimensiones. Se le acerca una mujer.

MUJER. Buenas tardes.

HOMBRE DEL TÁPER. Buenas tardes.

MUJER. ¿Qué tal?

HOMBRE DEL TÁPER. Bien.

MUJER. Es bueno, esto… saludar a una persona desconocida. Yo, antes, no solía

hacerlo, pero ahora me gusta.

HOMBRE DEL TÁPER. Sí, a mí también.

Se les une un tercer personaje, es un hombre que nos resulta familiar porque le

conocimos en la segunda historia, es el TERAPEUTA.

TERAPEUTA. Hola.

MUJER. Hola.

HOMBRE DEL TÁPER. Buenas.

TERAPEUTA. ¡Qué bien se está aquí!

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HOMBRE DEL TÁPER. Sí, genial.

TERAPEUTA. Ya tocaba… poder disfrutar al aire libre…

HOMBRE DEL TÁPER. Sí. He echado mucho de menos esta sensación.

MUJER. Y yo. (Señalando el mar que está en el lugar que ocupa el público) No me

canso de mirar el movimiento de las olas…. a ellas no hay quién las confine.

MUJER. Esta cala es genial.

HOMBRE DEL TÁPER. Yo venía mucho, antes, vivo ahí al lado, junto al faro.

MUJER. No me digas, pues somos vecinos.

HOMBRE DEL TÁPER. ¿Usted es también de por aquí?

TERAPEUTA. No. Yo vengo con mis pacientes de excursión.

MUJER. ¿Ah, sí? ¿Y dónde están?

TERAPEUTA. (Señalando al público) ¡Mírenlos, están ahí enfrente!

MUJER. Waauuu, son muchísimos.

TERAPEUTA. Sí. Tal y como predecíamos algunos, en el hospital cuando empezaron

a vaciarse las camas de enfermos de la pandemia, empezaron a llenarse de pacientes de

salud mental.

HOMBRE DEL TÁPER. Ah… entonces usted es…

TERAPEUTA. Psiquiatra.

HOMBRE DEL TÁPER. Ya…

56
Entra en escena un cuarto personaje. Es una chica. También lleva ropa de baño.

OTRA CHICA. Muy buenas a todo el mundo

TERAPEUTA. Hola.

MUJER. ¿Qué hay?

HOMBRE DEL TÁPER. Buenas tardes.

OTRA CHICA. Huy ¿Van a merendar?

HOMBRE DEL TÁPER. ¿Qué? Ah, lo dices por el táper. No. No es comida. Esto

es… (Mostrándole el contenido del recipiente) ¡Mirad!

OTRA CHICA. ¿Polvo?

HOMBRE DEL TÁPER. Algo parecido. Voy a echarlo…

TERAPEUTA. (Interrumpiendo) ¿Has venido aquí a echar un polvo?

(Sonríe) Perdón, es un chiste malo.

HOMBRE DEL TÁPER. Para mí es algo serio, esto ¿sabes?

TERAPEUTA. Hostia. No había caído.

OTRA CHICA. No entiendo.

MUJER. Yo sí… eso deben de ser…

La MUJER le susurra algo al oído a la OTRA CHICA.

OTRA CHICA. ¡Huy! (Compungida) Jo... lo siento mucho…

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HOMBRE DEL TÁPER. Bueno, no es para tanto.

MUJER. Lo vas a lanzar al mar, imagino.

HOMBRE DEL TÁPER. No, aquí mismo, en la arena.

TERAPEUTA ¿Pertenecen a algún familiar cercano?

HOMBRE DEL TÁPER. ¿Qué? (Sonríe) Ah, no… os equivocáis, no son cenizas.

MUJER. ¿Entonces?

HOMBRE DEL TÁPER. En casa, durante la cuarentena, medía el paso del tiempo con

un gran reloj de arena, bastante antiguo, al que le tenía mucho cariño. Pero al final de

todo, cuando por fin íbamos a salir, lo estrellé contra el suelo. Llegué a odiar ese flujo

interminable de granos minúsculos, era como una catarata polvorienta, infinita.

Y ahora, fíjaros, qué inofensiva parece, aquí dentro, quieta, por fin.

Creo que… estos restos, para mí, simbolizan el tiempo que esta… situación… me ha

robado, nos ha robado.

Y ahora… mezclar esta porción de arena con la inmensidad que hay a nuestro alrededor,

en toda la playa, me da como… vértigo…

Perdonad, os estoy dando la chapa.

MUJER. Qué va, qué va.

HOMBRE DEL TÁPER. Bueno. Allá va.

Vierte el contenido del táper.

MUJER. ¿Qué tal?

OTRA CHICA. ¿Cómo te sientes?

58
TERAPEUTA. ¿Más aliviado?

HOMBRE DEL TÁPER. Me siento… no sé… raro.

Aunque…

TERAPEUTA. ¿Sí?

HOMBRE DEL TÁPER. (Nervioso) Creo que… tal vez… no tenía que haberlo hecho.

OTRA CHICA. ¿Ah no?

HOMBRE DEL TÁPER. Durante el confinamiento también aprendí cosas y hubo

momentos importantes.

Se agacha para volver a recoger la arena que ha vertido.

MUJER. ¿Qué haces?

HOMBRE DEL TÁPER. Recuperar el tiempo perdido.

MUJER. Yo te ayudo.

HOMBRE DEL TÁPER. Gracias.

TERAPEUTA. Hmmm… yo voy a acercarme a la orilla. Para vigilar que no se me

ahogue ninguno de mis pacientes.

OTRA CHICA. Te acompaño, si no te importa.

TERAPEUTA. Claro, claro.

Mientras unos recogen la arena del suelo y la vuelven a depositar en el táper, los otros

dos personajes avanzan hasta primer plano y dialogan.

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OTRA CHICA. No creo que se le ahogue ninguno.

TERAPEUTA. ¿Por qué?

OTRA CHICA. (Señalando al público) Fíjese. Están tan quietos… mirando, en

silencio, hacia aquí…

TERAPEUTA. Es que les acabamos de dar la medicación.

OTRA CHICA. Ah… ¡vaya! ¿A todos?

El TERAPEUTA afirma con la cabeza.

OTRA CHICA. Pobres.

TERAPEUTA. Pero yo confío que poco a poco todo va a ir mejor.

OTRA CHICA. ¡Ojalá!

Permanecen en silencio mirando hacia el mar. Mientras, en el otro extremo de la

escena, los otros dos personajes han terminado de recoger los puñados de arena del

táper.

HOMBRE DEL TÁPER. Gracias por ayudarme a recoger…

MUJER. No tiene importancia.

HOMBRE DEL TÁPER. ¿Solías venir a esta cala?

MUJER. Sí.

HOMBRE DEL TÁPER. Yo también.

MUJER. Tal vez coincidiéramos, algún año.

60
HOMBRE DEL TÁPER. No sé.

MUJER. Pues, por si acaso no hubiéramos coincidido antes, es un placer conocerte. Mi

nombre es Mar.

HOMBRE DEL TÁPER. Soy Cris. Un placer. ¿Puedo darte la mano?

MUJER. ¿Tocarnos sin ser convivientes? Huy…no sé, me parece un poco… atrevido.

HOMBRE DEL TÁPER. Tienes razón. Perdón… no tenía que habértelo propuesto…

Los dos personajes, se alejan unos pasos la una del otro, un poco avergonzados. En el

otro extremo la CHICA y el TERAPÉUTA continúan mirando hacia el mar.

TERAPEUTA. Qué bonita es esta playa.

OTRA CHICA. Sí. ¿Habías venido aquí antes?

TERAPEUTA. No.

Pero tuve una paciente que me habló de este sitio.

OTRA CHICA. ¿Ah sí?

TERAPEUTA. Se llamaba Luna, la pobre falleció por coronavirus. Esta era su playa

favorita. Por eso he elegido venir aquí. Es una especie de… homenaje…

OTRA CHICA. ¿Qué llevas en la mochila?

TERAPEUTA. ¿En la… mochila…?

OTRA CHICA. La abrazas como si se tratara de algo muy valioso.

TERAPEUTA. No es nada importante.

61
OTRA CHICA. Perdón. No quería meterme en tu… intimidad…

Silencio incómodo.

TERAPEUTA. ¿Sabes? Me la recuerdas muchísimo… a ella…

OTRA CHICA. ¿A quién?

TERAPEUTA. A Luna, la paciente de la que te he hablado.

OTRA CHICA. ¿La chica drogadicta que murió por coronavirus?

TERAPEUTA. Sí. Pero… ¿cómo sabes que era drogadicta?

OTRA CHICA. Lo has dicho tú.

TERAPEUTA. ¿Ah, sí? …

Eres idéntica… es como si estuviera hablando con su fantasma…

OTRA CHICA. ¿En serio?

TERAPEUTA. Es raro… perdona…

OTRA CHICA. No, tranquilo…

Se hunden, ambos personajes en el mutismo. Y mientras, en el otro extremo de la

escena, la MUJER aborda, decidida, al hombre.

MUJER. ¡Está bien!

HOMBRE DEL TÁPER. ¿Qué?

MUJER. Lo de chocarnos las manos. Estoy de acuerdo.

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HOMBRE DEL TÁPER. ¿Sí? ¿Lo hacemos?

MUJER. Sí… sí…

HOMBRE DEL TÁPER. Me pones cara rara. Perdona, no tenía que haberlo propuesto.

MUJER. No, si a mí también me resulta una idea… como decirlo…

HOMBRE DEL TÁPER. ¿Excitante?

MUJER. Sí.

Ríen.

MUJER. Lo de la cara rara es porque me hace mucha gracia que me propongas esto,

porque yo, era muy… “loca”… antes de esto…

HOMBRE DEL TÁPER. ¡Claro! Ya sé de qué me suenas.

MUJER. ¿De qué?

HOMBRE DEL TÁPER. A esta cala, solía venir, al atardecer, para tener sexo con

personas desconocidas ahí detrás de las rocas...

MUJER. Sí, yo también… A lo mejor hemos estado… juntos.

HOMBRE DEL TÁPER. Puede ser. Bueno. ¿Qué? ¿Estás… dispuesta…?

MUJER. Sí. Hagámoslo rápido. Por aquí suele haber patrullas al atardecer… ¿pásame

el desinfectante?

HOMBRE DEL TÁPER. Sí, vamos a echarnos bastante…

63
Mientras se desinfectan a fondo estos dos personajes, en el otro extremo la chica rompe

el silencio.

OTRA CHICA. Bueno. Te dejo… hasta la vista.

TERAPEUTA. Espera. No te vayas.

Bueno, perdona, si tienes que irte, lo entiendo.

OTRA CHICA. No, no tengo prisa.

Silencio.

TERAPEUTA. Son pastillas.

OTRA CHICA. ¿Pastillas?

TERAPEUTA. Lo que llevo en la mochila… son pastillas…

OTRA CHICA. ¿Para tus pacientes?

TERAPEUTA. No. Para mí. Pero… creo que ya no las necesito.

OTRA CHICA. ¿Y para qué las has traído?

TERAPEUTA. No sé… me siento más seguro con ellas cerca… (Mostrándoselas

todas) Mira… hay un montón… rojas… verdes… amarillas…

Los otros personajes, después de desinfectarse a conciencia, reanudan su diálogo en el

otro extremo.

HOMBRE DEL TÁPER. ¿Ya?

MUJER. Sí, por favor.

64
Lo hacen, unen sus manos en un contacto fugaz pero lleno de significado.

HOMBRE DEL TÁPER. ¡Madre mía!

MUJER. ¿Cómo te sientes?

HOMBRE DEL TÁPER. No sé, ha sido breve, pero intenso. ¿Verdad?

MUJER. Como se enteren en casa no me dejan entrar.

HOMBRE DEL TÁPER. ¿Por qué sonríes?

MUJER. Pues porque… joder… vaya par de transgresores…

Ríen intensamente, mientras con parsimonia, el sol disminuye su intensidad. Los otros

dos personajes se acercan a ellos, sorprendidos por las sonoras risas.

OTRA CHICA. ¿Qué os pasa?

MUJER. Nada… estábamos recordando viejos tiempos.

HOMBRE DEL TÁPER. Sí…

TERAPEUTA. ¿Ya os marcháis?

MUJER. Sí, es tarde.

HOMBRE DEL TÁPER. En casa estarán preocupados.

OTRA CHICA. Os acompaño, yo voy hacia el faro, vivo allí cerca.

MUJER. ¿Tú también?

HOMBRE DEL TÁPER. Entonces… somos vecinos, los tres.

65
OTRA CHICA. ¡Qué casualidad!

MUJER. (Al TERAPEUTA) Hasta la vista.

TERAPEUTA. Esperad, voy con vosotros a visitar el faro. (Manipulando el móvil)

Mandaré un mensaje a mis compañeros para que se hagan cargo de los enfermos.

OTRA CHICA. Bien.

MUJER. Oye… estaba pensando.

HOMBRE DEL TÁPER. ¿Qué?

MUJER. Ya que somos vecinos los tres.

OTRA CHICA. Sí.

MUJER. Podríamos reunirnos y divertirnos juntos…

HOMBRE DEL TÁPER. No me atrevía a pedíroslo.

OTRA CHICA. Genial, podríamos… qué sé yo… hacer un zoom esta misma noche.

MUJER. ¡Hala, qué desmadre! O… un google meet…

HOMBRE DEL TÁPER. Waauu qué locas…

MUJER. No importa, tenemos al psiquiatra que nos puede echar una mano.

Se disponen a salir, los tres, de escena, muy animados. Pero la OTRA CHICA se vuelve

para llamar al TERAPEUTA que se ha quedado rezagado.

OTRA CHICA. ¿No vienes?

66
TERAPEUTA. Sí. Un momento

Han salido, ya, los tres y ha quedado el psiquiatra solo en escena.

TERAPEUTA. (Abriendo la cremallera de la mochila) Luna, cielo, va por ti.

Vierte el contenido de la mochila, todas las pastillas caen al suelo.

TERAPEUTA. (Saliendo de escena) Esperadme.

Oscuro.

Telón.

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