Leandro Alva El Maxilar de Gardel
Leandro Alva El Maxilar de Gardel
Leandro Alva El Maxilar de Gardel
m x l r
E l a i d e Gardel
a
El maxilar
de Gardel
ISBN 978-987-783-107-8
1. Poesía. I. Título.
CDD A861
Georg Trakl
Magma eres y al Magma volverás:
9
Con maestría ignorada, con la Pinza de mentira,
sale en búsqueda de lo ínfimo (polvo) a pesar del
oleaje y la indisposición –porque océano, con
tormenta, hay por todos lados–.
En este libro la tormenta es de arena.
***
Leer El Maxilar de Gardel como quien contempla
manchas de hielo en un vaso de whisky a las
cinco a.m. y no tiene que cumplir horario laboral
pues lo echaron esa tarde, con sobrados motivos.
Sostener el libro sentado, masajeándose los de-
dos de los pies, porque el cachetazo simbólico de
estos poemas puede hacer tambalear al lector
desprevenido: lo suficiente.
Poemas de amor, tango y extrañamiento. Sinó-
nimos de conurbano bonaerense, zona Sur.
Andrés Szychowski
10
1
El miedo
Y entonces, conocí el miedo. Claro que sí. Tuve
una 9 apoyada en la cabeza. Y temblé. Mis pier-
nas temblaron. En esos momentos recordé los
días de la escuela, cuando mi vieja doblaba una
porción de papel higiénico y me la ponía en el
bolsillo del guardapolvo, "por las dudas". Había
mucho amor en ese acto. Cuando llegó el miedo
de verdad recordé aquellos tiempos. Pensé que
me iba a cagar encima. Pero aguanté como un
espartano. También pude ver algunas caras que
posiblemente no iba a ver más. Cerraba los ojos
con toda mi fuerza y viajaba a la página central
de las revistas de turismo, sin embargo los golpes
llegaban desde todos los ángulos y me arrastra-
ban de nuevo a la verdad. Me acordé de Praga,
la ciudad más hermosa del mundo, la ciudad
donde te conocí. Pero los gritos me despertaban,
los gritos y el caño frío en la sien, en el pecho, en
los huevos. Esto debe ser el miedo, me dije. No
podía darme el lujo de llorar, mis abuelos no
lloraron nunca. Y así me dejaron ir. Me perdona-
ron la vida, no una sino dos veces. Me tiraron en
una calle de Valentín Alsina. Y no sé por qué
tengo ganas de contarlo hoy, justo hoy, que la
escuela y Praga y vos y mis abuelos quedaron
tan lejos. Me cuesta escribir y ver lo que escribo.
13
Hace mucho calor y el sudor me entra en los
ojos. No son lágrimas, no, es algo mucho peor,
algo que arde y no libera. El miedo te aplasta la
infancia, los juguetes, te mata la primera novia,
te desmenuza las vainillas de la tarde, se caga en
tus abuelos, en tu vieja, en tus amigos, le escupe
el ojo a Nippur de Lagash. Hay que estar atento
como una lechuza. Hay que amar como un pe-
rro, o mejor, como un árbol. Hay que crecer. Con
miedo y todo.
14
Sombra
Al fondo de mi sombra
el pulgar de la luz aplasta una nuez.
Del fruto parido nacen insectos
que mueren por la tarde,
no llegan a conocer
al sol de medianoche
tirado en la vereda
como un borracho
que rebalsa
un maniquí sin lengua
maniatado
en carcajadas.
15
Hipermercado
16
II
III
Al principio de la muerte
de mis hijos
no podré asomarme
a respirar
por la ventana.
17
Chu cu chu
a Viviana Abnur
El tren
se alejaba del caserío.
A través de los frutales
y las torres de alta tensión
iba haciéndose chiquito.
No era un paisaje para un cuadro,
cortado por las vías
y el olor del aceite perplejo
el tren se iba yendo
ganaba velocidad
ganaba lejos.
Pero no era un paisaje digno
no había molinos ni puentes
ni un solo labriego
arando al mediodía.
El tren se alejaba,
las líneas de la mano
también se alejan.
18
Azogue
Su revés de burbuja
perfora el tiempo
las migraciones
tan así
como una suerte
de higiene.
19
Bombita
Hospital en guardia.
La intención de la noche no quiere sanar.
Escupo en el piso.
20
Balurdo
Un camión de mudanzas
que se cuelga de una nube
fuera de cuadro.
Nubarrones, bombarderos
piernas ortopédicas.
Tu pubis canoso
ahí la noche.
Y yo
solo esperando
el bondi
para ir a otra parte.
21
Tobogán
22
Desierto
a César Cantoni
23
Peluca voladora
a Quique Pagella
No tengo cabello
eso no impide
que los pajaritos quemados
de la inanición
cuelguen sus nidos
en mi cabeza sin techo,
vienen y ponen
sus huevos
de madrugada,
sabiendo que nada
puede nacer
de su fallida gestación calcárea.
Sobre la mesa
la huella de su hambruna
zanja destinos
que aún no sospecho,
nervaduras de atención
hidratan el ámbito,
guías turísticas
de la URSS,
suplementos de espectáculos
del año pasado.
24
Y lloro
sin esperar
el pésame del transa.
25
Farmacopea
Años atrás
bebíamos
el semen de animales
mitológicos
la sangre de Asmodeo.
Ahora
no para de llover
el ruido de una Singer
que nunca termina
de fijar su remiendo
a la entrepierna
de corderoy.
girando alrededor
de un tótem;
solo madera erguida
que señala.
26
El payaso Plin Plin
Vuela el azúcar
impalpable de la torta
la nube tormentosa
curva del pico
ave violenta
juguete
que morirá
mañana.
Vacía la piñata
despanzurrada en talco
y palitos de la selva
la sonrisa polvorienta
media luna llena
sobre una pared blanca
la tos
abandonada
al rencor juvenil de una salina
pregunta dónde.
27
Piringundín
Escarbo la basura
con las manos de otro
para cosechar
la indigencia
que deja el ruido
de tus tacos altísimos.
Quiero masticar
su alfiler
a plena luz.
28
Sin flash
En el sueño llueve
todo el tiempo llueve
y me afano
en proteger una bolsa
llena de fotos viejas.
Alguien a quien amé
se obstina en cubrir mi tesoro
con un paraguas roto,
le pido que se vaya
que vuelva
solamente si tiene ganas
de sacarse la ropa
de pasar un rato juntos
con un Gancia y una tuca
en otro sueño aún más lluvioso
cuando mi bolsa de fotos
no sea tan pesada
tan terminal
tan obvia.
29
“Los poetas trabajan de noche...”
Alda Merini
30
2
35
El cisne
a Patricia Verón
Envuelta en cisnes
viene la noche.
Maldigo
a todos los que duermen
a esta hora.
Las manchas de humedad,
un cielorraso
que alimenta la vejez de la hogaza
en la puerta del horno.
36
Migral
a la memoria de
HEBE UHART
Nadie se imagina
que en la mochila llevo mi cabeza.
Me la corté hace un rato
porque no me dejaba pensar
(no existís, Descartes).
Está bien rasurada, eso sí,
me gusta cortar por lo sano
prolijamente.
Ahora estoy esperando
en la cola de un cajero automático
y todos me miran
el cuello trunco, sin remate.
Los puedo ver a través
de una hendija
en el cierre gastado
de tanto abrir y cerrar
mis ojos rengos.
Nadie imagina
el contenido de la mochila
salvo un pibe
37
que parece haberme
oído al pasar
silbando bajito
una de Clapton.
38
Oso hormiguero
a Luis Cruz
La trompa en el agujero
el enjambre que sube
con la polvareda.
Los ojos abiertos
cualquier final es necesario
aunque te corten las venas
aunque te corten la luz
aunque te arranquen la vista.
La trompa
metida en el agujero
gorda de hormigas,
montaña de azúcar al sol
atajo en el vientre del arúspice.
39
Gardel tuyú
a Jorge Boccarena
40
creo que alcanzo a oír algo
le dije convencido
¿viste esos caracoles
que trajiste de Santa Teresita?
Él sonrió
fue a buscar un long play
abrió un Cinzano
y volvió
a guardar su tesoro.
41
Tango
a Matías Wettlin
42
De vuelta al bulín
Cavó
con sus propias manos
un pozo
en la nube que pisaba
cayó desde lo alto
perdió pie
perdió alas
volvió al mundo
lo esperaban
su familia
su perro
su segunda guadaña
la boca abierta
curiosa
del condimento
que usan
allá arriba.
43
Ave negra
Nunca más,
repite el pájaro negro
mientras cruza
la estancia del poeta.
Nunca más
me arrebujo
en la pelusa del rincón
sabiendo que mañana
voy a respirar
la noche
otra vez.
44
Migas
a Pablo Álvarez
45
Milonga que peina canas
a Eduardo Espósito
La luna
tiene el mismo color
que la estafa.
No estoy seguro
si avanzo
en contra del viento
de las palabras
de un Magiclick abandonado.
No duermo,
dormir es para flojitos.
No sueño,
soñar es para maricas.
En la calle
persiste un olor
a churrasco quemado
y a otras cosas
que arden.
Una ventana
se ilumina todavía;
detrás de los visillos
46
Edmundo Rivero
canta una milonga.
La letra es de Cioran.
47
La noche que te fuiste
Así, el amor.
48
Invierno porteño
A veces
quiere hundir la cabeza
en un balde con brea
sueña que así
podrá conocer la noche
y alejarse un rato de su mundo
nevado albino miserable
para descansar
en la comodidad
del luto.
49
Un misterio de adiós
Y entonces
bolsa de nylon al viento
pegás el salto
desde la última cornisa.
El edificio
se parece mucho
al Empire State
el de King Kong,
y a medida que pasan
las ventanas
de cada piso
te vas quedando
sin ojos
sin uñas
sin pelo
sin dientes
sin dedos
sin zapatos
sin ombligo,
hasta el mismo sol
se deshace
como un alfajor de maicena.
50
En ese momento
un desconocido
te sacude
para que te despiertes
cuando baja de golpe
la inercia
en Constitución.
51
La abandoné y no sabía
52
Muñecos de aserrín
a Rolando Pérez
53
Ni el tiro del final
Llevo mi cabeza
colgando de la mano
quiero reventarla a golpes
contra la pared
de cualquier sanatorio
en ruinas.
Llevo mi cabeza
en una mano
para pulsar el gatillo
con la otra.
No quiero olvidarme
cuál es cuál
pero tengo sueño.
54
Lluvia de estrellas
55
Justo el 31
Esta noche
no cantan las sirenas,
no hay un momento
preciso para taparse los oídos
y atarse al palo mayor.
Es entonces
cuando empezás a conjugar verbos
que la TV ignora;
asaetear, por ejemplo.
56
Vidriera irrespetuosa
57
no le importaba un carajo. Nunca más volví a
trabajar en el rubro. Nunca más volveré.
No quiero ver más tipos como ese tipo. Un arle-
quín corporativo que se estaba muriendo enton-
ces y se sigue muriendo ahora, mientras yo es-
cribo.
Dame un papel.
58
Índice
Palabras previas por Andrés Szychowski / 9
1- El miedo
¡Salud! / 35
El cisne / 36
Migral / 37
Oso hormiguero / 39
Gardel tuyú / 40
Tango / 42
De vuelta al bulín / 43
Ave negra / 44
Migas / 45
Milonga que peina canas / 46
La noche que te fuiste / 48
Invierno porteño / 49
Un misterio de adiós / 50
La abandoné y no sabía / 52
Muñecos de aserrín / 53
Ni el tiro del final / 54
Lluvia de estrellas / 55
Justo el 31 / 54
Vidriera irrespetuosa / 57
Agradecimientos