Espiritualidad Pentecostal
Espiritualidad Pentecostal
Espiritualidad Pentecostal
La espiritualidad en la posmodernidad
Solo cuenta el sentirse bien. Es el enfrentarse a una sociedad posmoderna caracterizada por el
diluir las convicciones fuertes y el surgimiento de una sensibilidad muy ligera y sin lealtades
firmes. En esa búsqueda de una espiritualidad de significado para la persona contemporánea,
se pueden asimilar prácticas del mercado religioso, donde la espiritualidad se vende como una
mercancía con el objetivo de obtener resultados concretos y medibles.3
1 Por mucho tiempo se pensó que la espiritualidad era cuestión de las religiones. Sin embargo, “la
secularidad, las mismas ciencias físicas y microbiológicas, han hecho ver que la espiritualidad es, simpelmente,
patrimonio de lo humano. No es la espiritulidad un subproducto de la religion, es algo que se da en todo ser
humano… lo que la cultura secular pone en crisis no es la espiritualidad, sino la religión. Aquella goza de buena
salud, mientras que ésta se sume en la perplejidad e incertidumbre…” Fidel Aizpurúa Donazar. Qué se sabe de la
espiritualidad bíblica. (Navarra, España: Editorial Verbo Divino, 2009), 18.
2
Elizabeth Salazar Sanzana. “Juntos por la vida y la vida en el Espíritu”, en Hechos, una perspectiva Pneumatológica,
Vol 1. No, 2, Junio 2019. (Cleveland, Tennessee: CTP Press, 2019), 31.
3 Israel Batista. El Espíritu Santo sorprende a las iglesias pentecostales. Desafíos y pautas para la agenda de misión en el
4 Ricardo Barbosa de Sousa. Por sobre todo, cuida tu corazón. Ensayos de espiritualidad cristana. (Buenos Aires,
• La naturaleza de la salvación
La Biblia utiliza una variedad de términos para describir la experiencia de la salvación. Por
ejemplo, en el AT la idea principal de la salvación está asociada a liberar o rescatar (del hebreo
yasha). La salvación equivale a ser libre de una situación de peligro, tiranía o de un enemigo.
7 Robert P. Menzies. Pentecostés. Esta historia es nuestra historia. (Springfield, Missouri: Gospel Publishing
…tiene su punto de arranque en el nuevo nacimiento, se galvaniza con la llenura del Espíritu y se
expresa en una conducta privada y pública basada en los principios de la nueva noticia del reino de
Dios, ya que el Espíritu que ha operado en el nuevo nacimiento, capacita también a los creyentes
dotándolos de poder para el servicio y los acompaña en los distintos espacios sociales en los que
deben dar testimonio de su fe en el Dios de la vida y Señor de la historia.”9
Entonces, el andar en el Espíritu, tiene que ver con ser guiados por el Espíritu de Dios.
Esta condición es posible porque el Espíritu de Dios viene a morar en el cristiano. Por eso, los
pentecostales hablan de la necesidad de la llenura del Espíritu de Dios, como el impulso en el
creyente a amar y obedecer a Dios. Pero no refiere a una obediencia ciega, “es una implicación
total de la persona autónoma, un continuo tomar decisiones desde la perspectiva del evangelio…
es un seguimiento a Jesús, es decir, sabiendo que las decisiones tomadas remiten continuamente
a él como su fuente y sentido.”10 Eso quiere decir que las decisiones cotidianas del discípulo de
Jesús deben ser guiadas por el Espíritu de Dios, lo cual requiere el conocimiento de la Palabra
de Dios y el discernimiento espiritual que puede desarrollarse con la práctica de la oración.
La llenura del Espíritu indica que “la totalidad de la vida de un creyente… está sustentada,
controlada e impulsada en todo tiempo por el Espíritu Santo.” 11 Por eso, solo quienes son
obedientes a la dirección de Dios pueden “vivir en el Espíritu”.12
Para andar en el Espíritu, se requiere de ese “impulso” del Espíritu. Ser impulsado por
el Espíritu refiere a una vida dirigida por el Espíritu de Dios. Entonces, el impulso del Espíritu
no es una experiencia mística, sino más bien, una disposición de ser guiado por Dios en cada
circunstancia para lograr vivir en santidad.
8 Wolfgang Vondey. Teología Pentecostal. Viviendo el evangelio completo. (Salem, Oregón: Publicaciones Kerigma,
2019), 93, 94.
9 Darío López. La fiesta del Espíritu. Espiritualidad y celebración pentecostal. (Lima, Perú: Ediciones Puma, 2006),
87.
10 Fidel Aizpurúa Donzar. Qué se sabe de la espiritualidad bíblica. (Navarra, España: Editorial Verbo Divino,
2009), 36.
11 Darío López. La fiesta del Espíritu. Espiritualidad y celebración pentecostal. (Lima, Perú: Ediciones Puma, 2006),
76.
12 Según Pablo, en Romanos 8, dice que hay dos maneras de vivir: vida en la carne (sarx) y vida en el
Espíritu. La vida en la carne se manifiesta de muchas manera, pero especialmente en su incapacidad para agradar a
Dios y cumplir su voluntad. Vivir en la carne es dejarse vencer por el pecado, es permitir su entrada e instalación
en nuestra vida y consecuentemente la muerte. Pues el pecado tiene un poder destructivo interior. Influencia en el
centro mismo de nuestra alma y nos conduce a una vida de frustración. La vida najo la influencia del Espíritu, por
el contrario es una vida de crecimiento constante en espiritualidad y santidad. Es el Espíritu Santo es que nos motiva,
nos ilumina y nos conduce a vivir en plenitud la vida que agrada a Dios. Alberto Roldán. La espiritualidad que deseamos.
(Buenos Aires, Argentina: Publicaciones Alianza, 2003), 100-102.
El andar en el Espíritu tampoco enajena al discípulo de la realidad histórica, sino que lo
capacita para gestar cambios significativos, por cuanto ha sido empoderado por el Espíritu para
realizar la misión de Dios.
Dios ha dejado medios de gracia para estimular la vida en el Espíritu, las cuales son conocidas
como disciplinas espirituales.
Entre las más importantes está el estudio de las Escrituras. Una espiritualidad auténtica
y vibrante requiere ser nutrida por la Palabra de Dios. Si quitamos la Palabra de Dios, caemos
en ideología y sincretismo, algo nocivo para la fe. Por eso, necesitamos una teología más
espiritual que nos despierte y guíe a una relación personal y verdadera de amor con Dios.
También necesitamos una espiritualidad más teológica que sea coherente con las Escrituras.
Actualmente la espiritualidad está relegada a experiencias y muchas de ellas dudosas por cuanto
distan de la revelación de Dios en las Escritura.
David Ramírez dice que la vida espiritual no es un proceso de ajuste a los valores sociales
dominantes sino un camino que involucra crisis y transformación, donde la tensión entre la
Palabra de Dios y el mundo estará siempre presente. Esta tensión se da a través de dos
movimientos: el primero es la confrontación entre la Palabra de Dios y el orden social moral y
religioso dominante. Un segundo movimiento es la confrontación entre la Palabra de Dios y
nuestro mundo interior. Todos nosotros traemos de nuestro pasado memorias e imágenes que
turban nuestra comprensión de Dios y de nosotros mismos. Es preciso dejar que la Palabra de
Dios ilumine nuestro mundo interior y lo transforme, restaure nuestra vida a la imagen de Dios.
Por eso, la Biblia como instrumento de transformación y crucifixión, exige de nosotros una
13 Los afectos refiere a la esencia de las motivaciones, emociones, percepción, voluntad y entendimiento
23.
aproximación devocional. Reverencia y silencio, son posturas básicas de quienes desean ser
confrontados y transformados.15
La lectura, el estudio disciplinado, la meditación y la obediencia comprometida a la
Palabra de Dios, son condiciones necesarias para que la Palabra de Dios pueda producir el efecto
en nuestra vida.
También la comunión con otros creyentes ayuda al crecimiento espiritual. En la
espiritualidad pentecostal, la comunión se da por las nuevas relaciones que se establecen en el
marco del reino de Dios y su realización en la historia, a la que todos somos llamados a participar.
Sin lugar a dudas, la espiritualidad se gesta en la comunión con otros discípulos, se nutre,
se alimenta, se corrige, crece y da fruto en comunidad. A la vez, la espiritualidad gesta un nuevo
tipo de comunión, más humana, más fraternal, más amorosa; porque está sustentada por el
Espíritu y la Palabra de Dios.
Los cultos son considerados como “espacios de encuentro con el Dios de la vida, la
espontaneidad y la alegría, el compañerismo y la mutua aceptación, el libre acceso y la
recuperación de la palabra, le otorgan precisamente ese sabor de fiesta y ese aroma característico
del encuentro entre amigos entrañables, de compañeros de ruta, de reunión familiar…”16 Pues,
la comunión con Dios se refleja en las relaciones con los demás.
Para experimentar una transformación de tal manera que nuestros afectos más profundos
estén inclinados hacia Dios y a una vida de santidad, es importante la práctica de la oración. Land
dice: “Los afectos pentecostales adquieren forma y expresión en la oración que se ofrece a
Dios…” 17 No es una oración superficial, ni litúrgica; sino la agonía del corazón apasionado por
ver el rostro de Dios y el complimiento de su voluntad en cada área de su vida.
Hay que advertir que hay algunas comprensiones equivocadas de la oración. En la
religiosidad popular, la oración es entendida como autoterapia, como una técnica para alcanzar
la realización personal y donde el poder de la oración radica en el acto mismo de orar. Está
percepción está vinculada al existencialismo, donde la oración es un proceso de
autoconocimiento, una manera donde las personas articulan sus problemas y la realidad ante sí
mismas. Una manera de percibirse y encarar la realidad.
Para Barth, la oración es una expresión de gracia de Dios para nosotros y es una
invitación a la vida con Dios y para Dios, por eso, el acto primero de la labor teológica es la
oración. Para Jaques Ellul, la oración es una renuncia a los medios humanos. Es un desnudarse,
un abandono de todo aparto humano con el fin de colocarnos, sin armas, en las manos del Señor
soberano que es quien decide y realiza.18
La oración refleja dependencia de Dios, pues en la oración llegamos a Dios con las
manos vacías, confiando exclusivamente en su misericordia, pero en otro sentido, también nos
presentamos ante el trono de Dios con las manos llenas, llenas de las promesas de Dios.
Llegamos vacíos de las cosas, pero llenos de fe y esperanza.19 Entonces, la oración requiere fe.
Richard Sibbes dijo: “La oración es… la voz de la fe, la llama de la fe… Si tenemos fe, entonces
15 David Ramírez. “La Palabra y el Espíritu en la vida de la Iglesia.” 225, 226, en La Fuerza del Espíritu en
la Evangelización. Hechos del Espíritu en América Latina. René Padilla, Editor. (Buenos Aires, Argentina: Editones
Kairos, 2009).
16 Darío López. La fiesta el Espíritu. (Quito, Ecuador: Ediciones Puma, 2006). 27.
17 Steven Land. La Espiritualidad Pentecostal. Pasión por el reino. (Quito, Ecuador: Editorial Semisud, 2009), 169.
18 Jacques Ellul. La oración y el hombre moderno. Citado por Donald Bloesch. Orar es luchar con Dios. (Buenos
20 Richard Sibbes, citado por Donald Bloesch. Orar es luchar con Dios. (Buenos Aires, Argentina: Ediciones
Ese Dios trascendente viene a la realidad de cada individuo. Por eso, la idea de sincronizar
nuestra agenda con la de Dios es relevante, pues Dios está dispuesto a realizar lo que él
determina de antemano en conjunción con las acciones de hombres y mujeres, quienes son en
sí mismos agentes libres. Su gracia no violenta la libertad hacia un propósito y una meta más
elevados. Su plan está predeterminado pero el modo en que él realiza este plan depende en parte
de la libre cooperación de sus hijos… paradójicamente, nosotros sólo entramos en la verdadera
libertad si hacemos la voluntad de Dios, sólo si vivimos en obediencia a sus mandatos.
Perdemos nuestra libertad cuando rechazamos y desafiamos la gracia de Dios.22
La oración descansa sobre las promesas de Dios, y consideramos que es un medio para
que Dios lleve a cabo su voluntad, por eso, “cuando Dios quiere hacer algo en la tierra, pone a
su pueblo a orar”.
Tercero, Jesús enseñó que la oración también sirve para expresarle a Dios nuestras
necesidades básicas, pues él dice que oremos pidiendo: “…Danos hoy nuestro pan cotidiano…”
Junto a las necesidades, también puede expresársele nuestros temores, contradicciones,
frustraciones. La oración nos permite entrar en una condición donde esperamos fielmente el
cumplimiento de las promesas del cuidado de Dios, a la vez que damos a conocerle nuestras
necesidades, no para informar a Dios de nuestra condición (porque él sabe de que tenemos
necesidad Mateo 6:8), sino porque la vida debe ser compartida con Dios.
Entonces, en la oración, el elemento de necesidad está siempre presente, pero es una
necesidad iluminada por la fe y subordinada a la voluntad y la gloria de Dios.23 Podemos orar
con fervor pidiendo la intervención de Dios, pero no podemos manipularle. Se hará su buena,
perfecta y agradable voluntad.
Dios es Todopoderoso, puede contestar cada petición, pero elige hacerlo a su manera
y a su tiempo. Por eso, no podemos manipularlo, no podemos abusivamente decretar,
ordenando que sucedan cosas. Eso es posible, con los demonios, a quienes hay que ordenarles
en el nombre de Jesús para que se vayan; pero a un Dios bueno y amoroso, venimos en súplica
confiados en su amor y gracia, que siempre le hace estar dispuesto para atendernos.
Cuarto, la oración debe ir acompañada de confesión de pecados, dudas, tentaciones y
adversidades. Debemos también pedir ser librados del pecado y sus consecuencias.
Además, la oración tiene una dimensión comunitaria que nos permite estar en armonía
con los demás. Así como Dios nos perdona, nosotros debemos perdonar a quienes nos ofenden.
22 Ibíd. 57.
23 Ibid, 44.
• El fruto del Espíritu y la espiritualidad
La nueva vida en Cristo debe tener virtudes que se reflejan en el carácter y acciones, estas marcas
son conocidas como “el fruto del Espíritu”.
Estas virtudes son producidas por el Espíritu de Dios que vienen a ser la esencia del
carácter de un cristiano, Pablo las describió en Gálatas 5:22, 23: “Mas el fruto del Espíritu es
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” (RV 60).
Quien vive impulsado por el Espíritu de Dios, seguramente manifestará el fruto del
Espíritu en su carácter, pues ha aprendido a darle paso a la viada del Espíritu.
El resultado de caminar con Jesús es un hombre nuevo, capaz de manifestar el renio de Dios, ya
que la verdadera espiritualidad conduce al compromiso con Cristo y su proyecto. En ese sentido,
la espiritualidad siempre tendrá una expresión de servicio a los demás.
Debe ser una espiritualidad contemplativa y espiritual capaz de transmitir, no solo ideas
o dogmas, sino la experiencia personal en Cristo.
También debe ser una espiritualidad profética: una rebeldía ética ante los patrones y
estilos de vida que la sociedad posmoderna quiere imponernos. Es una rebeldía profética con
profundo sentido de cuidado pastoral, pero con capacidad de reconciliar.24
Los dones y ministerios son los recursos que el Espíritu de Dios da a la iglesia para capacitarla
en el cumplimiento de su función como agente del reino de Dios en la tierra. La iglesia es
fundamentalmente una comunidad empoderada por el Espíritu para dar testimonio del Señor
Jesucristo como el Señor de toda la creación. Tal empoderamiento se da en términos de diversos
dones y ministerios a los miembros del cuerpo de Cristo.
Los dones no son para provecho propio o individual, sino para la colectividad. Se
expresan y desarrollan en el contexto de la comunidad, mientras se sirve a los demás. En este
sentido, todos tienen algo que aportar para la edificación de la iglesia (1 Corintios 12:11). Estos
dones son muestra del amor de Dios para sanar, liberar, restaurar, edificar y transformar a este
mundo.
Hay quienes piensan que los dones son expresiones de espiritualidad, pero en realidad
los dones (charismata) son dados por gracia. Tampoco son un distintivo de madurez, los dones
espirituales son un reflejo de la gracia de Dios para la iglesia y están disponibles para todo
creyente.25
Sin embargo, hay que reconocer que la madurez espiritual puede habilitar al discípulo
para desarrollar el don del Espíritu de una manera más efectiva y edificante Ya que la dotación
espiritual no es coherente con la madurez, no debemos dejarnos vislumbrar. Además, Dios se
deleita en “usarnos” a pesar de nuestras imperfecciones.
Los dones espirituales son dados para que el cuerpo de Cristo pueda ser edificado. La
edificación es la meta. Una iglesia que reconoce y experimenta la vigencia de los carismas del
24Israel Batista. El Espíritu Santo sorprende a las iglesias pentecostales. Desafíos y dilemas para la agenda de misión en
el Siglo XXI. (Quito, Ecuador: Editorial Semisud, 200), 124.
25 William & Robert Menzies. Espíritu y Poder. Fundamentos de una experiencia pentecostal. (Miami, Florida: Editorial Vida,
2004), 225.
Espíritu, habilita a sus miembros para desarrollar una acción misionera diversificada e integral.
También debe propiciar espacios que permita el desarrollo de los dones.