Apuntes Guia de Lectura 01 Edad Moderna

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APUNTES DE GUIA DE LECTURA 01: SUB EJE N° 1: “Introducción a la Historia Moderna”.

MODERNIDAD Y MODERNIZACION: LA EDAD MODERNA.-

JAUME VICENS VIVES, Historia General Moderna. Barcelona. Editorial Montaner y Simón.
1974. 9ª. Ed. Historiador español, fundador de la nueva historiografía española, Corriente
Renovadora.

El Mundo Moderno:

En un amplio sentido, se conoce como “mundo moderno” al periodo de la historia de occidente que se
inicia en Europa durante la segunda mitad del siglo XV y que perdura hasta nuestros días; se produce
un vuelco en el pensamiento Europeo. Empieza el renacer de las artes, la ciencia, descubrimiento y
expansión hacia nuevos territorios mediante un proceso de conquista y colonización. Se utiliza el
concepto de mundo moderno en sentido cronológico, para establecer las diferencias que presentan
sucesivas ´épocas de la historia y de este modo, lo moderno se ha ligado al concepto de ´época,
convirtiéndose en un concepto referencial que relaciona lo viejo con lo nuevo, el pasado con el
presente, lo remoto con lo actual.
Podría decirse que… “Es un periodo histórico en que se produce un vuelco en el pensamiento
Europeo. Empieza el renacer de las artes, la ciencia, descubrimiento y expansión hacia nuevos
territorios mediante un proceso de conquista y colonización. ”Abarcan desde fines del siglo XV hasta
fines del siglo XVIII. Comenzó con la caída de CONSTANTINOPLA en 1453 bajo el imperio Turco,
terminando con la REVOLUCION FRANCESA 1789.
La idea de Mundo Moderno es una caracterización cultural, que da significado a la serie de cambios
a nivel estructural, que dieron paso a una nueva mentalidad humanista, basada en el pilar de la
razón, que lleva al renacer de las artes, la ciencia, el descubrimiento y expansión hacia nuevos
territorios mediante un proceso de conquista y colonización; conformando ello una modernidad
económica definida por el capitalismo, cultural y política. Se produce un cambio en el pensamiento
europeo, da comienzo al renacer de las artes, la ciencia, el descubrimiento y la expansión hacia
nuevos territorios.
Empieza el renacer de las artes, la ciencia, descubrimiento y expansión hacia nuevos territorios
mediante un proceso de conquista y colonización. Los estados, así como los organismos
internacionales, son creaciones del hombre moderno, y muchas veces, estas creaciones son
respuestas políticas destinadas a corregir o solucionar conflictos surgidos en un determinado
momento de la historia.
Los derechos humanos, los organismos internacionales, el derecho laboral, el constitucionalismo
social son producciones del mundo moderno en su búsqueda de respuesta a estas situaciones.
Desde este punto de vista, las creaciones de la humanidad son para solucionar nuevos problemas.

LA FORMACIÓN DEL MUNDO MODERNO.

En un amplio sentido, se conoce como “mundo moderno” o “modernidad” al periodo de la historia de


occidente que se inicia en la 2da mitad del S. XV y que perdura hasta nuestros días; y se formó con:
• El fortalecimiento económico de la burguesía, que era una clase social relativamente nueva, con
capacidad para acumular capital, prestarlo a intereses o invertirlo en empresas comerciales.
• El reemplazo del sistema político feudal por un nuevo tipo de administración centralizada
denominado “estado nacional”.
• La aparición del mercado como un motor de la integración económica mundial. En este primer
punto, los burgueses, en la búsqueda de nuevos mercados para comerciar o para obtener materia
prima, se convirtieron en grandes impulsores de la expansión colonial europea.
En el segundo punto, el poder de las monarquías europeas se fue asegurando sobre el de los
señores feudales, después de enfrentamientos militares y gracias a una alianza de los reyes con la
burguesía, que financiaban las empresas reales a cambio de beneficios económicos.
El tercero de los períodos clásicos en que se ha dividido la historia es precisamente la edad Moderna,
distinta de la medieval y diferenciada de la contemporánea. La modernidad fue sentida por los
humanistas del siglo XV al verse portadores de un bagaje cultural diferente del existente en los siglos
anteriores, pero no tomó cuerpo de naturaleza hasta que no se definieron conceptos como el de edad
Media y Renacimiento. Hoy día, la polémica no está centrada en su existencia, sino en sus límites y
en su configuración interna.
La idea de un mundo "moderno" se afianza, como es sabido, en la polémica francesa entre los
"anciens" y los "modernes", a finales del siglo XVII[1]. Alrededor de esta polémica se constituyen la
idea ilustrada del progreso, que será un elemento central de la filosofía política e histórica del siglo
XVIII, y la definición de la sociedad como un sistema perfectible, que se sujeta progresivamente a
paradigmas más racionales de acción.
Los historiadores del siglo XVIII, al tratar de determinar los "orígenes" del mundo moderno, tendieron
a colocar la ruptura en el Renacimiento. Esta concepción encontró una magnífica expresión, en el
siglo pasado, en J. Burckhardt, para quien el mundo moderno se caracterizaba por el triunfo de los
intereses laicos sobre la visión religiosa, por el surgimiento de una ética política intra mundana, por el
descubrimiento del hombre como sujeto histórico, por el desarrollo de la ciencia de la naturaleza y el
interés por el conocimiento del mundo y por la aparición de una pintura de intención realista y no
simbólica.
La caracterización cultural del mundo moderno fue complementada por la visión históricoeconómica
de Marx, quien trató de determinar las condiciones de la llamada "acumulación originaria", que
equivaldría al establecimiento de las condiciones para el surgimiento del capitalismo. De este modo,
el mundo moderno en un sentido global quedó conformado paralelamente con la constitución de una
modernidad económica, definida por el capitalismo y por una modernidad cultural. La sociología
alemana de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX hizo grandes esfuerzos por mostrar la
relación entre estos dos ámbitos: obras bien conocidas de Sombart y Weber, en particular, trataron de
escudriñar las condiciones culturales de la transición al capitalismo. Para ellos era, resulta claro, el
vínculo entre un "espíritu del capitalismo" y el desarrollo de las nuevas instituciones económicas. Del
mismo modo, estas preocupaciones condujeron a un análisis del papel de la religión en esta
transición, a partir de la comprobación admitida del carácter intra mundano y desencantado de la
visión moderna del mundo. Weber, Tawney, Troeltsch, Sombart darían respuestas diferentes a la
cuestión del papel del protestantismo, el judaísmo y el catolicismo en el surgimiento del mundo
moderno.
Los historicistas alemanes, como Ranke, y el mismo Marx, aunque desde una perspectiva
radicalmente opuesta, subrayaron también como elemento central del proceso de consolidación del
mundo moderno el surgimiento de los Estados Nacionales. Maquiavelo podría ser visto como el
primer representante de una concepción moderna del Estado y como quien vislumbró la existencia de
una instancia política autónoma. El análisis de las condiciones de formación de un espacio político
homólogo al mercado laboral, con ciudadanos independientes y con una separación entre la esfera
económica y la política, fue tema de estudios ya clásicos como los de C. B. Macpherson y Karl
Polanyi.
Por supuesto, las diversas versiones del proceso de transición al mundo moderno y el papel relativo
de los aspectos culturales, económicos y políticos difieren substancialmente entre sí. Pero debe
destacarse que el proceso que a grandes rasgos cubre el período entre el Renacimiento y el siglo XIX
condujo a una diferenciación creciente entre sectores modernos y tradicionales, tanto en los países
metropolitanos como en las colonias. En la misma Europa, el pensamiento laico y moderno resultó
crecientemente contrapuesto a una mentalidad tradicional, presunto rezago del mundo medieval, y
que encontraba su expresión central en las culturas campesinas. Del mismo modo, los
comportamientos económicos del sector capitalista, descritos y explicados por la "economía política"
criticada por Marx o por los economistas marginalistas, aparecían como regidos por leyes diferentes a
las de las economías campesinas tradicionales. Todo esto contribuyó, a comienzos del siglo XIX,
para el surgimiento de una serie de movimientos culturales y políticos que en algunos aspectos tenían
una connotación antimodernista. El descubrimiento del folclore en los países europeos periféricos, la
revaloración de las tradiciones medievales y el énfasis en las lenguas étnicas condujeron a una
explosión de nacionalismo, contrario aparentemente al universalismo capitalista moderno.
Mucho más decisiva fue la percepción del creciente distanciamiento entre los núcleos económicos del
mundo, en proceso de rápido avance, y el estado de los países coloniales o que recientemente
habían salido de ese status. En Europa, fue casi unánime la visión de que este desfase solamente
podría suprimirse mediante la destrucción radical de las formas tradicionales de vida. Quizás en
ningún autor se encuentra esta idea expresada con mayor énfasis y convencimiento que en Marx,
para quien la evolución inglesa representaba el paradigma del desarrollo capitalista, que se
expandiría a todo el universo, destruyendo los modos de producción precapitalistas que constituían
obstáculos al progreso.
Puede sostenerse que el triunfo de la modernidad representa la congruencia de tres procesos
revolucionarios que transformaron la sociedad europea (y las colonias de poblamiento como los
Estados Unidos) a ritmos diferentes entre el siglo XV y el siglo XX..
En primer lugar la revolución económica, que generó por primera vez un sistema productivo en
proceso continuo de crecimiento, capaz de sostener un aumento permanente y no cíclico de la
población. Los elementos centrales de este proceso fueron el establecimiento del capitalismo, la
vinculación estrecha entre el desarrollo tecnológico y el proceso económico, la creación de la
industria fabril, la creciente utilización tecnológica de los conocimientos científicos y el surgimiento de
una economía basada en el mercado de trabajo asalariado y en la propiedad privada de la tierra y los
recursos productivos.
En segundo lugar una revolución política, que configuró los estados nacionales modernos, con un
Estado con pretensiones de soberanía, vinculado a una ciudadanía abstracta como fundamento de
esa soberanía. Las diferentes doctrinas del pacto social condujeron a la formulación de una teoría
política democrática, que se convirtió en la doctrina por excelencia de la sociedad capitalista moderna
y, eventualmente, de las sociedades denominadas socialistas. Esta revolución destruyó cualquier
fundamento conceptual del poder, diferente a la voluntad del pueblo, independientemente de las
diversas interpretaciones, liberales o colectivistas, que se le dieran a esta voluntad. En muchos
sentidos puede sostenerse que esta revolución está inconclusa en un grado mayor que las otras dos,
por las dificultades que creó en el funcionamiento de la democracia la muy desigual distribución de
poder económico y cultural dentro de la sociedad, lo que llevó a redefinir la democracia para
entenderla como "democracia económica", "democracia social" o "democracia participatoria" y
condujo a atribuir al Estado funciones redistributivas esenciales.
En tercer lugar, se produjo una revolución cultural de grandes consecuencias. Entre el siglo XVI y el
siglo XX se ha efectuado un paulatino desplazamiento de las formas de comunicación social. El papel
de la Iglesia y de la familia en la transmisión de la tradición cedió ante la importancia creciente del
sistema escolar formal, y en la medida en que se expandió la alfabetización, ante el surgimiento de
una industria cultural. Esta industria, conformada inicialmente por el sistema editorial de libros, sobre
todo en lenguas nacionales (configuradas en muchas partes, partir de un mar de dialectos locales,
por la misma imprenta: piénsese en la Biblia alemana e inglesa), tuvo un primer salto con el
surgimiento de los diarios.
A partir de ese momento, la comunicación escrita se convirtió en uno de los aspectos centrales del
intercambio social, y la alfabetización dejó de ser una herramienta concreta de determinados sectores
sociales para convertirse en elemento esencial de la ciudadanía. Los grupos iletrados fueron
entonces definidos como atrasados portadores de la cultura "popular", entendida esencialmente como
una reliquia del pasado y objeto de investigación por los folcloristas.

La Modernidad es una categoría que hace referencia a los procesos social e histórico que tienen sus
orígenes en Europa Occidental a partir de la emergencia del Renacimiento. El movimiento propone
que cada ciudadano tenga sus metas según su propia voluntad. Se alcanza la meta de una manera
lógica y racional, es decir, sistemáticamente se da un sentido a la vida. Por cuestiones de manejo
político y de poder se trata de imponer la lógica y la razón, negándose en la práctica los valores
tradicionales o impuestos por la autoridad. La Modernidad es un periodo que principalmente antepone
la razón sobre la religión. Se crean instituciones estatales que buscan que el control social esté
limitado por una constitución y la vez se garantizan y protegen las libertades y derechos de todos
como ciudadanos. Surgen nuevas clases sociales que permiten la prosperidad de cierto grupo
poblacional y la marginación de otro. Se industrializa la producción para aumentar la productividad y
su economía; y, finalmente, es una etapa de actualización y cambio permanente.
Significado
Para comprender los axiomas de la Modernidad, se debe enunciar la característica principal del
Renacimiento, ya que este período es un puente de enlace entre las dos épocas. El Renacimiento,
enmarca al ser humano como un individuo simbólico, es decir, su propia base de creencias y que
proviene la palabra derivada del significado cognitivo textual mayor o bien dicho comprensión del
mundo está basada en la religión. En cambio, en la Modernidad se abandona la creencia de que todo
puede ser explicado mediante la religión, y se procede a elaborar explicaciones científicas de los
fenómenos, es decir, se renuncia al mito y se da paso a la razón.
Analizada la contraposición entre Renacimiento y Modernidad se puede dar paso a definir y explicar
esta etapa. La Modernidad es entendida como un proceso de cambios que buscan homogeneizar a la
sociedad. Da paso a la creación de individualidades y permite que los hechos y objetos se hagan de
conocimiento y apropiación universal. Se la considera como un proceso que necesita una
actualización permanente.
La Modernidad es similar al concepto kantiano de Ilustración (la «mayoría de edad» del individuo, que
ejerce su razón de forma autónoma: el Sapere aude), y antes que éste al antropocentrismo humanista
del Renacimiento (por ejemplo la Oratio de hominis dignitate de Pico della Mirandola). Fue muy
significativo, para entender la diferente concepción de lo nuevo entre la Edad Media y la Edad
Moderna, y el debate de los antiguos y los modernos.
En la sociología de Michel Freitag, la modernidad es un modo de reproducción de la sociedad basada
en la dimensión política e institucional de sus mecanismos de regulación por oposición a la tradición,
en la que el modo de reproducción del conjunto y el sentido de las acciones que se cumplen es
regulado por dimensiones culturales y simbólicas particulares.
La modernidad es un cambio ontológico del modo de regulación de la reproducción social basado en
una transformación del sentido temporal de la legitimidad. En la modernidad el porvenir reemplaza al
pasado y racionaliza el juicio de la acción asociada a los hombres. La modernidad es la posibilidad
política reflexiva de cambiar las reglas del juego de la vida social. La modernidad es también el
conjunto de las condiciones históricas materiales que permiten pensar la emancipación conjunta de
las tradiciones, las doctrinas o las ideologías heredadas, y no problematizadas por una cultura
tradicional.

Orígenes:
La Modernidad surge en el siglo XV después que se provocaran cambios emblemáticos a nivel
mundial como: el Descubrimiento de América por los europeos, el desarrollo de la imprenta, la
Reforma Protestante, el Renacimiento y la Revolución Científica.
En términos sociales e históricos, no se llega a la Modernidad con el final de la Edad Media en el siglo
XV, sino tras la transformación de la sociedad preindustrial, rural, tradicional, en la sociedad industrial
y urbana moderna que se produce con la Revolución industrial y el triunfo del capitalismo.
La superación de la sociedad industrial por la sociedad postindustrial se ha dado en llamar
posmodernidad. La crisis de la modernidad comenzó hacia el final de la Primera Guerra Mundial
cambiando la mentalidad y las conciencias así como otros profundos cambios sociales que derivaron
en cambios políticos.
Impacto educativo
La Modernidad en el plano educativo viene a ser lo que Gustav Wyneken llamaría "un fenómeno
típico de una época de transición: una época de disolución y nueva formación" 3 , en la que las
exigencias de la industrialización y las ideas renacentistas convierten a la educación en una
oportunidad para acceder a una mejor calidad de vida. Esta visión trae consigo la ruptura de
esquemas tradicionales de transmisión del conocimiento dando lugar a lo que posteriormente
llamarían "sociedad de la información .

SÁNCHEZ MARCOS, F. “La historiografía sobre la edad moderna”. Historia de la Historiografía


española. Edición nueva y revisada, Madrid, 2003, 123- 125. ISBN- 84-7490-709-8.

LA EDAD MODERNA: CARACTERES GENERALES


Dividir la Historia en edades es operativo para su estudio. El principio de la Edad Moderna comienza
con la caída de Constantinopla en 1453, el final lo tenemos con la revolución francesa de 1789.

Los límites espaciales y cronológicos del mundo moderno

El prisma eurocentrista desde el que se concibe la edad moderna es la consecuencia de la valoración


que el pensamiento europeo-occidental ha hecho de unos procesos básicos y característicos de la
cristiandad occidental a lo largo de un dilatado periodo de tiempo. En este sentido, la geografía de la
modernidad estará delimitada por Europa, concretamente Europa occidental, y por la magnitud de la
expansión de su civilización desde el inicio de los tiempos modernos
Pero la conceptualización del mundo moderno y sus límites espaciales y cronológicos son objeto de
diferentes aproximaciones desde la propia historiografía de Europa occidental. La historiografía
tradicional francesa, por su lado, considera que la edad moderna transcurre entre los siglos XVI y
XVIII, situando sus comienzos en torno a la caída de Constantinopla en 1453, al descubrimiento de
América en 1492 y al fenómeno cultural del renacimiento, en tanto que emplaza su final en el
derrumbamiento de la vieja monarquía y el proceso revolucionario iniciado en 1789 (Revolución
Francesa), con el que se iniciaba la contemporaneidad.
En cambio, en la historiografía anglosajona el término `moderno' hace referencia a un periodo más
prolongado y móvil. En consecuencia, la duración de los tiempos modernos tradicionalmente se ha
situado tras el renacimiento, hacia el año 1600, y su final tiende a prolongarse en el tiempo hasta el
siglo XX. La delimitación de su ocaso puede variar según las diferentes historiografías, en virtud del
propio ritmo histórico de cada pueblo: por ejemplo, en 1848, en las naciones de Europa central; o en
1917 para Rusia.
De cualquier modo, y aunque la historiografía occidental ha tendido a situar la edad moderna entre
los siglos XVI y XVIII, la consideración de acontecimientos puntuales de singular relieve en modo
alguno son significativos sin la valoración de los procesos de cambio a nivel estructural en el devenir
de las sociedades. Así, los inicios de la edad moderna difícilmente pueden ser comprensibles sin
atender al despertar del mundo urbano en Occidente desde el siglo XIII, al clima de intenso debate
religioso que preludia la Reforma iniciada en el siglo XVI, a los primeros síntomas de cambio en los
comportamientos de la economía hacia formas precapitalistas o al proceso de conformación de los
primeros estados modernos desde finales del siglo XV.
Del mismo modo, el final de la edad moderna habrá de ser igualmente flexible en virtud de los
procesos constitutivos de la quiebra y desintegración del Antiguo Régimen, cuya transición tendrá un
ritmo y una duración variable según las diferentes realidades históricas de cada pueblo, y que a
grosso modo podemos dilatar desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XIX, y aún en algunos casos
hasta el propio siglo XX. En consecuencia, las transiciones hacia la modernidad y hacia el fin de la
misma diluyen sus límites tanto en el medioevo como en la contemporaneidad.

La denominación: “Edad Moderna”.

En cuanto a la denominación de Edad Moderna se inventó en el XVII, para estos eruditos del XVII
efectivamente se trataba de un periodo moderno, pero este ahora no tiene sentido.
Periodo histórico que, según la tradición historiográfica europea y occidental, se enmarca entre la
edad media y la edad contemporánea. La edad moderna, como convencionalismo historiográfico —
así como las connotaciones del término moderno, utilizado por primera vez por el erudito alemán de
finales del siglo XVII Cristophorus Cellarius—, responde en su origen a una concepción lineal y
optimista de la historia y a una visión euro centrista del mundo y del desarrollo histórico. A pesar de
ser aceptada comúnmente en los medios académicos occidentales como marco referencial, será
objeto de una amplia reflexión entre los historiadores a lo largo del siglo XX en torno a su amplitud y
sus límites cronológicos, sus escenarios geográficos, su alcance semántico y los fundamentos de la
modernidad, entre sus aspectos esenciales.
Las características generales que se dan en la Edad Moderna tienen su esplendor y su decadencia.
Las características de las estructuras permanecen o cambian lentamente, un ejemplo de cambio
estructural sería la toma de la bastilla que representa el poder arbitrario de Francia, son cambios que
se dan durante mucho tiempo, la revolución francesa fue una evolución lenta, Europa se pone en
alerta por lo sucedido en la revolución francesa, las monarquías toman medidas, unas recrudecen las
posiciones y otras realizan pequeñas mejoras, pero tuvo repercusión en toda Europa. Las
características coyunturales cambian a diario.
La caída de Constantinopla para el resto de Europa supone el final del imperio Bizantino, esta caída
en manos de los turcos supone un cambio, estos turcos son musulmanes y Europa es cristiana, por lo
que Europa se siente amenazada, aparece la dualidad cristiano musulmán y con ella la guerra santa.
La Europa Mediterránea que había convivido con los musulmanes se vuelve hacía la Europa del
Norte, lo que marca su confirmación como europeos.
Fue notorio el impacto que supuso el nacimiento de la imprenta para la comunicación y el
conocimiento, la imprenta como tal ya se usaba para impresar tejidos en china, pero no para imprimir
impresos de divulgación de la cultura y el conocimiento.

Las estructuras se dividen en: política, económico, social y mentalidades, esta divisiones se
realizan para un mejor estudio. La teoría marxista nos dice que es mejor estudiar un periodo por su
economía, sociedad, política y cultura. Hay que encuadrar los temas en las cuatro características,
cada una evoluciona a un ritmo y se relacionan entre sí, cada una de las estructuras tiene un ritmo de
crecimiento que no siempre será el mismo.
En la estructura económica entra todo lo concerniente a la producción y mercado, (quien es el dueño
de la producción, como se produce y se lleva al mercado), la demografía también es una variable
económica, el número de habitantes supone el número de consumidores.
En la sociedad: como se organizan, ¿son todos los habitantes iguales o hay diferencias?, pueden ser
iguales ante la ley pero en la práctica no, hay diferencias innatas, diferencias por su nivel de rentas
(clases), está dividida en tres sectores, clero, nobleza y resto (tercer estado), lo que se llama
sociedad estatamental, las dos primeros tenían privilegios, el tercer estado no, puede ocurrir que
siendo noble y con privilegios, se carezca de dinero, y siendo del tercer estado podía tener dinero
(como los banqueros) y acceder a otras posibilidades, por debajo se da una sociedad dependiendo
de su nivel adquisitivo, sociedad clasista, además la sociedad se organiza de forma patriarcal.
En lo político: se considera que la Edad Moderna corresponde al triunfo del estado, una forma política
que se califica precisamente de Estado Moderno, un elemento definitorio sería la afirmación de la
autoridad del monarca sobre las fuerzas del feudalismo, aunque en buena parte de Europa
predominó un sistema de monarquía limitada, la autoridad del príncipe es compartida con los distintos
estamentos del país. En realidad tampoco podemos hablar de estados, se habla de reinos y
monarquías.
Mentalidad: escala de valores reflejadas en el arte, cultura escrita, etc. vida cotidiana, antropología,
sociología, relaciones padres e hijos, etc.
En la Edad Moderna en Europa se comparten las mismas características en sus estructuras;
encontramos rasgos comunes, las relaciones comerciales acaban siendo comunes, fuera de Europa
no ocurre igual, el resto de los continentes van a un ritmo distinto.
En cuanto a la religión se ha considerado que la aparición de la reforma protestante en el XVI
constituyó uno de los elementos diferenciadores entre la Edad media y la Edad Moderna

Los rasgos esenciales de la Modernidad.

La Modernidad en su origen y en su esencia es un fenómeno europeo, pero la emergencia,


extraversión y expansión de Europa le conferirán una dimensión mundial, a través de la presencia y la
interacción de los europeos con otras civilizaciones de ultramar.
Como fenómeno esencialmente europeo los rasgos de la modernidad ilustran unas pautas de cambio
profundo en la configuración del universo social, no sin variaciones según los diferentes pueblos de
Europa. En el ámbito de las creencias, el hecho más elocuente del inicio de la modernidad es la
quiebra de la unidad cristiana en Europa central y occidental, precedido del agitado caldo de cultivo
de las herejías y las contestaciones críticas a la Iglesia romana en la baja edad media y que culmina
en la Reforma protestante y el inicio de un largo ciclo de las guerras de Religión desde principios del
siglo XVI. Asimismo, la secularización del saber, la consolidación de la ciencia y el avance del
librepensamiento, basados en el pilar de la razón, generarán actitudes críticas hacia las religiones
reveladas.
Estos cambios en la atmósfera cultural y su manifestación en los avances tecnológicos
revolucionarán los hábitos materiales de las sociedades europeas y su visión y relación con el
entorno a escala planetaria. Los nuevos inventos, en la navegación y en el campo militar, por citar
dos ejemplos, facilitarán los descubrimientos geográficos y la apertura de nuevas rutas de navegación
hacia los mercados de Extremo Oriente y hacia el Nuevo Mundo. En un plano más amplio, el nuevo
marco cultural perfilado en el renacimiento y el humanismo generarán un escenario en el desarrollo
del saber donde el hombre ocuparía un lugar central, cuya proyección alcanzaría su más elocuente
forma de expresión en el espíritu de la Ilustración en el siglo XVIII y la configuración de Europa como
paradigma de la modernidad.

Desde una perspectiva socioeconómica, la lenta pero progresiva implantación de formas


protocapitalistas, vinculadas al desarrollo del mundo urbano desde los siglos XII y XIII, y el creciente
peso de la actividad mercantil y artesanal en unas sociedades todavía agrarias, irán definiendo los
rasgos de la sociedad capitalista. Aquellas transformaciones económicas transcurrirán paralelas al
proceso de expansión de la actividad económica de los europeos en otros mercados mundiales, bien
ejerciendo unas relaciones de explotación sobre sus dependencias coloniales o bien en un plano más
igualitario, en primera instancia, en otras áreas del globo, como expresión de la emergencia mundial
de las potencias europeas. Asimismo, conviene observar la traslación del eje de la actividad
económica, y también geopolítica, desde el Mediterráneo, que no obstante seguirá jugando un papel
crucial en la historia de los europeos en su relación con ultramar, hacia el Atlántico.
Las transformaciones económicas transcurrieran. parejas e indisociables a ciertos cambios en la
estructura social del Antiguo Régimen. Entre éstos, el protagonismo de nuevos grupos sociales muy
dinámicos en su comportamiento, tradicionalmente asimilados al complejo concepto de burguesía, los
cuales recurrirán a distintas estrategias tanto de corte reformista como revolucionario para su
promoción social y política y la salvaguardia de sus intereses económicos. Movimientos que no
convienen simplificar y superpoder a otros fenómenos sociales que atañen a otros sectores de la
población, tanto agraria como urbana, de carácter más revolucionario, como se pueden observar en
el siglo XVII en el marco de la revolución inglesa; o las estrategias de los grupos tradicionales de
poder para frenar o. Neutralizar esos movimientos mediante la cooptación de esa burguesía
emergente o mediante el recurso a prácticas represivas. De cualquier modo, estas pautas de
transformación social conducirían con mayor o menor celeridad y con las peculiaridades propias de
cada sociedad a la antesala del ciclo de revoluciones burguesas que se iniciaría desde finales del
siglo XVIII y que supondría, en términos generales, el desmantelamiento del Antiguo Régimen.
Desde la perspectiva política, el fenómeno más relevante es la configuración del Estado moderno, las
primeras monarquías nacionales, las cuales se irán abriendo paso a medida que se diluya la idea
medieval de imperio cristiano a lo largo de las luchas de religión del siglo XVI. El nacimiento del
Estado moderno concretará la expresión de nuevas formas en la organización del poder, como la
concentración del mismo en el monarca y la concepción patrimonialista del Estado, la generación de
una burocracia y el crecimiento de los instrumentos de coacción, mediante el incremento del poder
militar, o la aparición y consolidación de la diplomacia, conjuntamente al desarrollo de una teoría
política ad hoc. Fórmulas que culminarían en el Estado absolutista del siglo XVII o en los despotismos
ilustrados del siglo XVIII, pero que no pueden ocultar la complejidad de la realidad política europea y
el desarrollo de modelos de gobierno alternativos, como las formas parlamentarias que se fueron
implantado desde el siglo XVII en Inglaterra, y que vaticinan en la práctica y en sus teorizacio.es el
posterior desarrollo del liberalismo.
En su dimensión internacional, la emergencia y la configuración de la Europa moderna perfilará una
nueva visión y una inédita actitud hacia el mundo, y en esa perspectiva la modernidad implica el inicio
de los encuentros, y también desencuentros, con otras civilizaciones a lo largo del globo.
Los descubrimientos geográficos y las nuevas posibilidades habilitadas por las innovaciones técnicas
transformarán radicalmente la visión que del mundo tendrían los europeos. Un cambio de actitud que
conjuntamente con las transformaciones socioeconómicas, culturales y políticas llevará a los
europeos a expresar su extraversión hacia ultramar y concretar en el plano internacional la
emergencia de Europa. En ese proceso, los europeos entrarán en contacto con otros mundos y con
otras civilizaciones, no siempre con un ánimo dialogante, sino con la pretensión de imponer sus
formas de civilización, o dicho de otro modo, con la intención de crear otras Europas, siempre que
encontraran las circunstancias adecuadas para hacerlo. Es cierto que en el caso de América, el
Nuevo Mundo se convirtió en el punto de destino de las utopías del viejo continente, pero en el plano
general de la política europea hacia estas áreas, como más adelante ocurriría con la expansión
europea por otros continentes, se plantearía en términos de desigualdad en favor de las metrópolis
europeas.
Por último, la emergencia y la progresiva hegemonía mundial europea acabaría influyendo en el
desarrollo de las relaciones internacionales, en la misma proporción que su expansión por el globo,
aún lejos a finales del siglo XVIII de lo que sería la culminación de las prácticas imperialistas y de la
hegemonía europea en vísperas de la I Guerra Mundial. La crisis del universalismo imperial y
pontificio (la Cristianitas medieval) entre los siglos XIV y XVI dejará paso a una nueva realidad
internacional europea definida por el protagonismo de los estados modernos, la pluralidad de los
estados soberanos, y la configuración del `sistema de estados europeos', cuya acta de nacimiento
bien puede datarse en la Paz de Westfalia de 1648. Los estados, y concretamente las grandes
monarquías europeas de los siglos XVII y XVIII, serán el elemento predominante en las relaciones
internacionales de la edad moderna y al designio de éstos quedará relegadas la suerte de las
posesiones europeas de ultramar y las posibilidades de penetración en otros mercados
extraeuropeos.

La Modernidad: Características y Consecuencias.

Los inicios de la edad moderna se caracterizan por el despertar del mundo urbano en Occidente, por
el clima de intenso debate religioso que preludia la Reforma, por los síntomas de cambio en los
comportamientos de la economía hacia formas precapitalistas y finalmente, por la alianza entre la
ciencia y la tecnología.
A partir del Renacimiento, el hombre comienza a tomar conciencia respecto a sí mismo y con
respecto a la naturaleza. La naturaleza es fuente de explotación, porque es moldeada y
acondicionada dentro de la vida de los renacentistas; su morada es artificial, es el nacimiento de la
modernidad. El hombre obtiene un nuevo modo de pensar, adquiriendo consigo su libertad y como
consecuencia, contrae responsabilidad moral; por tanto, la dignidad designa la creación de la doctrina
de los Derechos Humanos con el único fin de satisfacer las necesidades de las comunidades a las
que se integra. El mundo, tal como lo conocemos ahora, es una mera respuesta a la modernidad, es
decir, al suceso de cambios en el pensamiento del hombre, en donde su emancipación es uno de los
rasgos principales, junto con el individualismo.
En el Renacimiento nace el valor del individuo y la dignidad se basa en la libertad del hombre. Al
realizarse como seres humanos, su deber de individuo los invita a crear instrumentos que le sirven en
su búsqueda de libertad y añade a su cotidianeidad una serie de máquinas (la imprenta inventada por
Gutemberg, la máquina de hilar movida por agua de Arkwright y la máquina de vapor de Watt),
creadas con la finalidad de una mejor forma de vida, un cambio radical del cual ni ellos tenían idea o
imaginaron, iban a revolucionar las vidas de prósperas generaciones.
Descubren el ojo y la mano del hombre, generando la ciencia y poco después la tecnología; es un
periodo en el cual el hombre comienza a liberarse y a conocer el mundo viéndolo como objeto,
separándose de la visión teológica; de pertenecer a ella como otro objeto. El Renacimiento le hereda
a la modernidad un racionalismo que reivindica para sí la ciencia y el progreso.
Al manifestarse su racionalidad instrumental, -como Max Weber le llama- el hombre reintegra el
cientificismo, dando paso al cálculo de los medios más útiles para lograr un fin determinado. Es así
que el pensamiento moderno conduce al hombre a crear aparatos tecnológicos. Detrás de la
tecnología existe una secuencia de valimientos derivados de la modernidad y de la Revolución
Industrial, la primera de las revoluciones tecnológicas.

MODERNIDAD, MODERNO Y MODERNIZACIÓN

“Los usos indiscriminados de los términos no es problema siempre y cuando quede claro el contenido
que cabe a cada uno de ellos.”
Concepto Significación sintética
Modernidad Etapa histórica
Moderno Estado mental
Modernización Proceso (técnico)

A.- Modernidad. Concepción histórica

“Entre los filósofos europeos se entiende por modernidad la caracterización de una época en la
medida en que ésta representaría un modelo de civilización con pretensiones universales. La época a
la que se alude es, naturalmente, la Edad Moderna, y se sobreentiende por tanto que la sociedad
contemporánea sigue viviendo, de un modo o de otro, dentro de dicho modelo de civilización. El
modelo estaría animado por el predominio de la racionalidad -de la racionalidad humana, “subjetiva”-
en todos los ámbitos del conocimiento y de la realidad: el único saber admisible es el científico, el
orden social se instaura por decisión de los individuos libres e iguales, el orden político obtiene su
legitimidad de la soberanía popular, el orden económico reposa sobre el valor del trabajo y la
rentabilidad productiva, el orden jurídico sólo reconoce leyes justificables racionalmente, el arte se
rige por cánones “subjetivos” (es decir, determinados por la percepción estética del hombre), y, en
todos los casos, el dominio de la racionalidad se ejerce por medio de la aplicación práctica de los
conocimientos científicos, vale decir, por el desarrollo tecnológico. Es la sociedad humana la que se
apodera así de su entorno, confiando en ejercer el control sobre el mundo natural y en crear una
civilización de bienestar para todos los hombres.”.
Podría decirse, también, que la “La modernidad según la tradición crítica nacida de las Luces no
exige un espacio histórico particular, sino una actitud mental.” Es un espacio mental, una condición o
disposición mental, pero también una forma de organización. “Para Max Weber, la modernidad
consiste en una mentalidad y en una forma de organización social, que se ordena racionalmente de
acuerdo con fines y que da lugar a “homogeneidades, regularidades y continuidades”.” El abandono
de la Edad Media y sus concepciones organizativas, sus estructuras mentales y jurídicas.
A diferencia del régimen anterior, que presuponía una ficticia protección por el bien de todos dada por
la divinidad, la modernidad plantea que es más bien a través de la maximización de los bienes
individuales como se lograría el bien de todos, y ninguna referencia exterior aceptada; lo que se
pretende es lograr el bien objetivo, real, conciliando los intereses socialmente compatibles. Esta
compatibilización fundamentará su existir, basada en la confianza en la razón humana, por la cual
todo debe someterse a análisis racional, que dará veracidad y validez a los actos humanos. Hay en
esta mentalidad una fuerte convicción de que todo hombre es suficientemente racional para controlar
su propio destino. Entonces la modernidad, aún con todas sus variantes, se muestra como un gran
fenómeno de renovación y crítica social: crítica racional, individualizada y permanente. Y se expresa
políticamente a través de la filosofía de la Ilustración, y económicamente, a través de la sociedad de
mercado.

B.- Moderno. Construcción intelectual

Podemos empezar diciendo que “Marshall Berman escribió: “Ser moderno es encontrarnos en un
ambiente que nos promete aventura, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros mismos
y del mundo y, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos,
todo lo que somos [...] Ser moderno consiste en ser parte de un universo en el que, (...) Todo lo que
es sólido se desvanece en el aire”-
Moderno más que un concepto es una actitud, un estado mental, una predisposición mental y física
para con la vida. Una cosmovisión plural, abierta. Tal vez con Denegri, podríamos decir que ser
moderno es captar o ajustarse crítica y autocríticamente a la tonalidad de los tiempos, o dicho de otra
manera, aquella “capacidad para sintonizar con el ambiente espiritual y los avances teóricos de la
época.
El término Moderno parece que ha significado en la historia gramatical “ahora”, pero también ha sido
entendida como “mejora”, éste último ha sido el más predominante significado en nuestra visión
occidental. En realidad de lo que se ocupa el concepto de moderno es más bien una significación,
una preocupación por nuestra realidad mental, por nuestra salud mental. Es esta, nuestra salud
mental, lo que determinaría nuestra condición de modernos o no. No podemos por eso quedarnos
encapsulados dentro de procesos de conocimiento de macro-fenómenos que nos alejan del sentido
vital, central del concepto de moderno. Ser moderno significa, también, asimilar nuestra condición
relativa, y dinámica, asumir al mundo en permanente mutación.
O como lo escribiera Marshall Berman: “...ser moderno... es experimentar la vida personal y social
como un torbellino, encontrar el mundo de uno en perpetua desintegración y renovación; penas y
angustias, ambigüedad y contradicción; es ser parte de un universo en el que todo lo que es sólido se
evapora en el aire. Ser moderno es hacerse de alguna forma un lugar en este torbellino...captar y
confrontar el mundo producido por la modernización y esforzarse por hacerlo nuestro. El modernismo
pretende dar a las mujeres y hombres modernos el poder de cambiar el mundo, que les está
cambiando a ellos, y hacerles además de objetos, sujetos de la modernización...”

C.- Modernización. Concepto técnico normativo

Por modernización podemos entender todo proceso que estructura cambios renovadores, nuevos,
que aceleran o efectivizan ciertos, o todos los aspectos de la producción. Hay en la modernización,
que no es sino proceso, rasgos que lo pueden identificar; en primer lugar, el aumento de la
producción, la racionalización de la producción, y el ahorro de costos y tiempo, “Según Gagnon, la
palabra modernización designa el aumento de productividad por efecto de la innovación tecnológica.
(...) Con ello se busca racionalizar la producción, evitar la repetición de operaciones, aumentar la
velocidad de las prácticas administrativas.”
Otro sentido que se le da a la palabra modernización es aquella correspondencia entre medios y
fines, esto es aquel acto por el cual se vuelven más aptos y adecuados los medios o métodos usados
para hallar o lograr ciertos fines “en el caso de la palabra modernización, se trata de lo que Max
Weber llamaba la correspondencia entre medio y fines, es decir de la racionalidad que se presume
orienta las prácticas científicas en general. El hombre moderno elige los medios adecuados para
llegar a sus metas. Y en la producción de bienes y servicios también se da por entendido que una
empresa opta por los medios menos caros y más productivos para alcanzar sus objetivos
comerciales. Conclusión: tanto la racionalidad que existe en los hechos objetivos o científicos como la
que se presume norma las prácticas éticas o sociales cabe perfectamente en el discurso de la
modernidad.”
En el campo político puede haber ciertas confusiones, como por ejemplo, el hecho de hacer coincidir
un determinado régimen político con la categoría de modernización. Así se pude decir que “la
modernización no es un planteamiento político definido, así, no se puede decir que es modernismo, o
modernización política cuando se instaura o usan en la organización social el lineamiento liberal o
neoliberal; en igual forma, no se puede decir de un proceso social que es de carácter moderno, por
usar el diseño político del socialismo. Tanto el liberalismo a través del “mercado universalizante”,
como el socialismo con su “planificación central”, tienden, en ciertos aspecto a tener procesos
modernizantes, que no responden más que al estado u organización social que quieren cambiar”.

D.- Modernismo: Puede definírsele como, un movimiento sociocultural de carácter dialéctico que
recoge las ideas de la modernidad, para configurar mediante ellas una esencia artística y promociona,
simultaneamente, el culto de lo nuevo por lo nuevo. Y la modernización, se entiende como, todos
aquellos procesos sociales, económicos, culturales, científicos y tecnológicos materializados por el
modernismo que se derivan del paradigma del pensamiento moderno.

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