Texto Argumentativo - Coronavirus

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PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN FORMATIVA

TEXTO ARGUMENTATIVO
“CORONAVIRUS”

Autores
Aguilar Vásquez, José Alonso (https://orcid.org/0000-0003-1138-3636)

Campos Cruz, Sheila Marina (https://orcid.org/0009-0005-6575-7826)

Sánchez Pérez, Mayra Alejandra (https://orcid.org/0000-0002-9329-6749)

Teran Yucra, Jordy Israel (https://orcid.org/0000-0002-8491-2431)

Uriarte Satalaya, Anita Cristina (https://orcid.org/0000-0001-5747-159X)

Lozano Trigozo, Shamina Selena (https://orcid.org/0000-0003-1370-5192)

Docente

Mgtr. Rodríguez Chávez, Jorge Luis


(https://orcid.org/0000-0001-9362-782X)

PERÚ – 2024
EL CORONAVIRUS

I. INTRODUCCIÓN

La enfermedad por coronavirus (COVID-19) es una enfermedad infecciosa


provocada por el virus SARS-CoV-2, una amenaza microscópica que ha
desencadenado una de las crisis sanitarias más severas de la historia moderna.
Desde su aparición a finales de 2019 en Wuhan, China, el SARS-CoV-2 se
propagó rápidamente por todo el mundo, alcanzando todos los rincones del
planeta en cuestión de meses. La mayoría de las personas que padecen
COVID-19 experimentan síntomas de intensidad leve a moderada y se recuperan
sin necesidad de tratamientos especiales. No obstante, un porcentaje significativo
de la población desarrolla formas graves de la enfermedad, requiriendo atención
médica intensiva, y enfrentándose a complicaciones que pueden resultar fatales.

La pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 no solo representa un desafío


monumental para la salud pública, sino que también ha puesto en evidencia la
fragilidad y limitada capacidad de respuesta de muchos sistemas de salud ante
situaciones extremas. Incluso en países con sistemas de salud considerados
ejemplares, como Italia, España y Estados Unidos, los hospitales y clínicas han
colapsado ante la ingente demanda de atención médica. Las imágenes de
hospitales desbordados, personal sanitario agotado y la implementación de
hospitales de campaña en parques y centros de convenciones se han convertido
en símbolos de esta crisis sin precedentes.

El impacto de la COVID-19 ha sido devastador. Hasta la fecha, más de 4 millones


de personas han sido infectadas en todo el mundo, y cerca de 280 mil han
perdido la vida. Estas cifras, aunque ya alarmantes, no capturan el sufrimiento
humano y el dolor de las familias de las víctimas. La pandemia ha sacudido los
cimientos de la economía global, provocando una recesión sin precedentes desde
la Gran Depresión. La interrupción de las cadenas de suministro, el cierre de
negocios, el desempleo masivo y las enormes inversiones necesarias para los
paquetes de rescate económico han mermado considerablemente la economía
mundial.

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El costo social de esta pandemia es incalculable. La necesidad de distanciamiento
social, cuarentenas y confinamientos ha alterado la vida cotidiana de miles de
millones de personas. Los efectos psicológicos del aislamiento, el miedo
constante a la infección, y la incertidumbre sobre el futuro han dejado una
profunda huella en la sociedad. Además, ha exacerbado desigualdades
existentes, afectando de manera desproporcionada a las comunidades más
vulnerables y poniendo de relieve la necesidad urgente de reformas en los
sistemas de salud y de protección social.

En resumen, la pandemia de COVID-19 ha puesto a prueba la resistencia de


nuestra sociedad en múltiples frentes: sanitario, económico y social. La magnitud
de esta crisis ha obligado a los gobiernos y a la comunidad internacional a
replantearse estrategias y a cooperar de manera más estrecha para enfrentar no
solo la emergencia actual, sino también para prepararse mejor ante posibles
futuras pandemias. Esta situación ha subrayado la importancia de la solidaridad
global y la necesidad de un esfuerzo concertado para superar uno de los desafíos
más formidables de nuestra era.

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II. DESARROLLO

En las últimas décadas nos hemos enfrentado, con éxito variable, a diversas
epidemias, algunas causadas por otros tipos de coronavirus, como el SARS-CoV
en 2002 y el MERS-CoV en 2012 y a pandemias como la de 2009, causada por el
virus de la influenza A (H1N1), la cual se calcula ocasionó la muerte de 284 500
personas en todo el mundo. Estas epidemias preocupan en gran medida a
gobiernos y direcciones de salud nacionales, que, en la premura de mitigar su
impacto en la sociedad, gastan millones de dólares en intervenciones y compras
de fármacos. Si bien muchas veces pueden presentarse como promisorios, dichos
fármacos no cuentan con evidencia suficiente para mostrar su beneficio, lo cual
expone a numerosos pacientes a drogas potencialmente inútiles o, en el peor de
los casos, perjudiciales. Esto se debe a que muchos médicos y decisores en
salud consideran que realizar ensayos clínicos (EC) rigurosos de fármacos en el
contexto de una pandemia es, cuanto menos, utópico. La situación actual no es
diferente a las descritas en otros países. Más aún en medio de una pandemia con
números crudos y muchísimo más preocupantes, se crea la angustia en los
decisores de políticas y en los profesionales sanitarios por presentar algún
fármaco contra la enfermedad o proponer esquemas de tratamiento. Tal es así
que, pese a que aún no hay evidencias de tratamientos efectivos contra la
COVID-19, muchos hospitales, algunas guías de sociedades científicas e incluso,
normativas de las direcciones nacionales de salud abren la posibilidad de usar
diversas drogas y combinaciones de drogas.

Impacto en la Salud Pública

El primer y más obvio impacto del coronavirus ha sido en el ámbito de la salud


pública. Los sistemas de salud de todo el mundo se vieron abrumados por la
cantidad de pacientes que requerían atención urgente. Esto reveló importantes
deficiencias en la preparación para las pandemias y en la infraestructura sanitaria.
A pesar de estos desafíos, la rápida respuesta de la comunidad científica global,
que llevó al desarrollo de múltiples vacunas en tiempo récord, es un testimonio del
poder de la colaboración internacional y de la ciencia moderna. Las campañas de

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vacunación masiva han demostrado ser cruciales para controlar la propagación
del virus y salvar vidas.

Impacto Económico

El impacto económico del COVID-19 ha sido igualmente significativo. Cierres de


negocios, desempleo y recesión económica afectaron a millones de personas. Sin
embargo, la crisis también impulsó la innovación y la adaptación. Muchas
empresas adoptaron rápidamente el teletrabajo, lo que no solo permitió la
continuidad de los negocios, sino que también abrió la puerta a un modelo de
trabajo más flexible que podría perdurar en el futuro. Además, los gobiernos
implementaron políticas de estímulo económico sin precedentes para mitigar los
efectos de la recesión, demostrando la capacidad de acción en tiempos de crisis.

Impacto Social

En el ámbito social, la pandemia ha tenido efectos tanto negativos como positivos.


El distanciamiento social y las restricciones de movilidad llevaron a un aumento
de problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión. Sin embargo,
también hubo un notable aumento en el sentido de comunidad y solidaridad. Las
personas se unieron para apoyar a los más vulnerables, y las redes sociales
jugaron un papel crucial en mantener a las comunidades conectadas. La
pandemia también ha puesto de relieve la importancia de la salud mental, un tema
que a menudo se ha pasado por alto.

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II. CONCLUSIÓN

Nos encontramos en un momento crítico donde la necesidad de respuestas


rápidas y efectivas frente a la pandemia del coronavirus es más urgente que
nunca. El ensayo clínico global "Solidaridad" simboliza la colaboración
internacional, comparando la eficacia de los tratamientos más prometedores con
resultados rápidos y confiables. Este esfuerzo global es esencial para encontrar
intervenciones eficaces y salvar vidas.

En tiempos de desinformación, contar con evidencia científica sólida es vital.


"Solidaridad" no solo busca respuestas, sino también restaurar la confianza en
nuestros sistemas de salud. Apoyar y participar en esta iniciativa es crucial para
cambiar el curso de la pandemia y preparar una respuesta más robusta ante
futuras emergencias sanitarias.

La historia nos juzgará por cómo respondimos a esta crisis. La solidaridad, el rigor
científico y la cooperación global son nuestras mejores armas. Ahora es el
momento de actuar con determinación y unidad para construir un futuro más
seguro y resiliente para todos.

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