Tercera Clase

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 13

Literatura Latinoamericana III

Ciclo académico 2024


Mujeres y escritura en la hoy América Latina: de la Colonia al siglo XIX

En esta clase examinaré problemas y rasgos de la escritura producida por mujeres en el

siglo XIX americano, entre ellas dos figuras a analizar en la materia: Juana Manuela Gorriti y

Clorinda Matto de Turner. A fin de que puedan comprender más plenamente el tema me referiré

antes, sintéticamente, a la situación de las mujeres en la época. Recordemos que a partir de la

Batalla de Ayacucho (1824) se inicia la época independiente y empiezan a surgir los

denominados estados-nación.

1. La situación de las mujeres en la América decimonónica

Según Gabriela Cano y Dora Barrancos (2006) si bien con frecuencia el siglo XIX se

describió como época de avances y emancipación para las mujeres, es posible poner en duda los

beneficios para ellas del “progreso liberal”:

1. se proclama libertad e igualdad, pero estas sólo benefician a las elites blancas y masculinas.

Las mujeres quedan excluidas de derechos políticos y ven restringidos sus derechos civiles.

2. en las primeras décadas (y aun más tarde, añado) se otorga mujeres de sectores medios y

altos, al menos en su mayor parte blancas, el papel de madre patriota, formadora de ciudadanos

virtuosos, útiles para los nacientes estados-nación; en las décadas finales, discursos médicos y

en particular psiquiátricos retoman antiguas nociones sobre la inferioridad de las mujeres y

definen identidades femeninas estereotipadas en tal sentido.

En este contexto las prácticas y asignaciones de género varían según el estrato social. Si

se espera que las mujeres casadas de sectores medios o altos permanezcan casi todo el tiempo

en el hogar, las de otras etnias y clases trabajan en la calle o transitan por ella. Ello entra en

pugna con dos imágenes emergentes en la centuria, en línea con la de “madre patriota”: la del

“bello sexo”, atribuida en el romanticismo a las mujeres (sentimentalismo, capacidad de


sufrimiento, espiritualidad) y la del “ángel del hogar” (les solicito buscar origen de la expresión

y significados específicos). Es importante que puedan relacionar más adelante lo expuesto con

las representaciones sobre las mujeres presentes en los textos del siglo XIX a examinar en la

materia, en particular acerca del ejercicio de la maternidad.

El siglo sin embargo abre nuevos caminos para las mujeres, como ocurre en la esfera de

la educación. Por otra parte, o en relación con esto, se hacen visibles personajes no conocidos

hasta entonces: esposas que buscan divorciarse, filántropas, escritoras.

En todo caso, si pesan numerosas restricciones sobre las mujeres, estas son a veces

objeto de impugnación abierta o de resistencia sorda por parte de ellas que, con identidades

diversas, llegan a convertirse en sujetos históricos. Distintos intelectuales varones apoyan por su

parte la busca de emancipación de las mujeres señalando la importancia de que accedan a la

educación y el trabajo, como en el caso peruano.

2. La escritura de mujeres en el siglo XIX americano

a. Lugar en la crítica y la historia literarias

Las mujeres que toman la pluma en la centuria atraen desde hace algunas décadas la

atención de los estudios literarios dedicados a América Latina. Muchas veces esa operación se

piensa como rescate, como recuperación frente a la falta de reconocimiento de la crítica hasta

entrado el siglo XX (Sara Beatriz Guardia, 2012). Para María Cristina Arambel-Guiñazú y

Claire Emilie Martin (2001), si algunos textos obtienen en su momento una recepción

entusiasta, la mayor parte es recibida con ambigüedad u hostilidad, como en el caso de los de

Matto. Los prejuicios emanados del orden patriarcal, contemporáneos y posteriores, propician el

silencio de la crítica y el borramiento de las autoras del canon literario decimonónico. Prejuicios

presentes ya en centurias previas en el área hispánica, como muestra la práctica de las mujeres

de recurrir a seudónimos para publicar o dar a conocer sus escritos, algo visible también en el

ámbito inglés según Virginia Woolf (Un cuarto propio).


b. De la Colonia al siglo XIX

En los siglos coloniales buena parte de la escritura ejercida por mujeres surge en el

espacio conventual, donde las mujeres tienen mayor acceso a la letra y a la cultura impresa.

Algunas de ellas, pocas, llegan a ver sus trabajos publicados; el caso más relevante es el de sor

Juana Inés de la Cruz, que escribe y da a conocer sus textos sin ocultar su nombre. Fuera de los

conventos, la escritura es practicada, cuando llega a serlo, de manera centralmente privada, al

menos bajo la forma de cartas, en ocasiones difundidas mucho más tarde por recopilaciones. Sin

embargo, en el virreinato de la Nueva España (siglos XVI al XVIII) se encuentran poemas

escritos por mujeres tanto religiosas como laicas en ediciones colectivas. En el virreinato del

Perú (siglo XVII), una figura conocida como Amarilis dirige un poema a Lope de Vega, quien

lo incluye en La Filomena. En Parnaso Antártico del sevillano Diego Mexía de Fernangil se

halla un “Discurso en loor de la poesía” atribuido a “una señora principal de este Reino”,

anónimo.

Arambel-Guiñazú y Martin establecen que en el curso del siglo XIX las mujeres

recorren un lento camino que va desde la oralidad y la escritura privada al texto pensado para su

publicación. Se trata de escritos en ocasiones endebles estéticamente. La escritura en prosa, de

interés especial para la materia, dedicada a la narrativa, el itinerario se extiende desde la carta a

otros géneros discursivos (novela, cuento, ensayo, biografía, relato de viaje, entre otros), en “un

movimiento de expansión creciente”, si bien el género epistolar sigue desde luego vigente.

Destacan, en la línea mencionada en el apartado anterior, la necesidad de reevaluar esas

obras y dar cuenta de la existencia de una tradición femenina en las letras americanas1

(considero importante, empero, tener en cuenta la escritura conventual colonial). Al menos

contemporáneamente muchos textos fueron desechados o ignorados al juzgarse según un


1
Recordar lo señalado por Elaine Showalter (citada por Toril Moi) (segunda clase). La cuestión de la
tradición (recuperación y/o construcción) es importante para pensar el tema de la materia.
consenso crítico masculino alimentado y/o regido por instituciones como academias o

universidades. Puede inferirse que para Arambel-Guiñazú y Martin incide en ello el hecho de

que las escritoras reciben “una educación mediocre” que limita su manejo de la lengua escrita.

Proponen reexaminar la narrativa de mujeres sin que eso suponga atribuir a una obra valores

estilísticos si no los tiene; buscan en cambio darle “un lugar propio en el contexto cultural

decimonónico”.

Aclaran por otra parte que su análisis del corpus elegido para su estudio evita adecuar

teorías de fines del siglo XX a textos escritos más de cien años antes, para no alterarlos

asignándoles “características expresivas y temáticas que no poseen”. A su entender, sin

embargo, las autoras decimonónicas “lucharon contra los esencialismos con que el discurso

hegemónico pretendía fijarlas” (relacionar con señalamientos de la teoría y la crítica literarias

feministas mencionados en la segunda clase).2

c. Caracterización

Posibles razones de la irrupción de las escritoras en el espacio público en la segunda mitad del

siglo XIX

En el período colonial, como vimos, tiene lugar una exclusión de las mujeres al menos

en cuanto a la publicación o puesta en circulación de textos hoy considerados literarios o de otro

tipo, ocasionada por representaciones y prácticas surgidas en una sociedad patriarcal: entre

otras, la asignación de lo doméstico y familiar a las mujeres y en relación con esto, la

perspectiva según la cual la aparición en el espacio público a través de la letra impresa podría

afectar al honor de la escritora3 al exponerla a la crítica masculina.

2
Arambel-Guiñazú y Martin ofrecen un juicio que creo necesario revisar, esto es, que tales escritoras “sin
embargo, estaban todavía lejos de lograr la liberación escritural que deseaban”. Sería necesario
preguntarse si ellas llegan en efecto a aspirar a una liberación escritural o relativa a ciertos temas.
3
Una de las acepciones del término “honor” (Diccionario de la lengua española de la Real Academia
Española) es: “Honestidad y recato en las mujeres, y buena opinión que se granjean con estas virtudes”.
El término “honesto/a” en una de sus acepciones significa “Recatado, pudoroso”. Pudor y recato que, en
relación con las mujeres, añado, aluden a la conducta respecto de lo sexual.
Uno de los factores que incidieron quizás en la circulación desde mediados del siglo

XIX de textos escritos por mujeres y de las propias escritoras es la alfabetización creciente de

las mujeres en la época. Arambel-Guiñazú y Martin mencionan otros: la difusión del culto a la

sensibilidad desplegado por Jean-Jacques Rousseau y las ideas revolucionarias también

difundidas por los movimientos de independencia. “Las primeras escritoras basan su autoridad

en el axioma esencialista que afirma la superioridad sentimental de la mujer. Pero, simultánea y

hasta paradójicamente, le agregan la capacidad de pensar. Las escritoras modifican por lo tanto

la concepción de femineidad formada por el patriarcado y la transforman en una categoría

cambiante”.

Mónica Bolufer Peruga (1999) observa que ya en la segunda mitad del siglo XVIII

numerosas mujeres españolas escriben y no pocas llegan a publicar en ocasiones con sus

nombres uno o más de sus textos mientras otros no obtienen las licencias correspondientes o

quedan inéditos, incluso de escritoras que logran la edición de otras producciones. Esto ocurre

en la sociedad liberal-burguesa (fines del siglo XVIII y XIX) en la que en oposición al Antiguo

Régimen surge una fuerte diferenciación entre lo público y lo privado, apoyada en la distinción

genérica masculino/femenino. Así, y como señalamos en parte, la sensibilidad, la domesticidad,

la moral, la familia se asignan a las mujeres, y la política y los negocios a los hombres. La

familia es vista como refugio de la esfera de lo público para estos últimos (lo familiar y lo

doméstico se atribuyen a las mujeres en el curso de la historia occidental, aunque adquieren

sentidos específicos en los diferentes momentos históricos).

Las mujeres que escriben en la España del siglo XVIII deben ajustarse a las normas

genérico-sexuales vigentes. Pueden hacerse visibles en el espacio público, pero rigen para ellas

“límites y reglas respecto a los géneros y temas que podían cultivar y el tono que era

conveniente que adoptaran” (tono no sólo relativo a las obras sino a la actitud de las escritoras al

dar a conocer sus producciones, como la modestia (recordar a Nora Domínguez). Lo cual no

significa que ellas no plantearan en al menos algunos de los textos publicados, matices o

cuestionamientos a aspectos como el amor romántico o el papel del estudio y la soltería en la

vida de las mujeres. Una actitud similar veremos en las escritoras decimonónicas americanas.
Etapas

Pueden reconocerse dos etapas en el proceso seguido en el siglo XIX americano por la

escritura de mujeres.

Primera mitad de la centuria. Desde 1810 a al menos mediados del siglo algunas mujeres

participan en salones y cultivan, como anticipé, la correspondencia epistolar. En ciertas figuras

la carta se combina con la incursión en otros géneros, diarios, memorias, autobiografía e incluso

novela, como en la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda. Textos adscriptos a estos últimos

géneros llegan en ocasiones a publicarse. Estando la mujer excluida en general de lo público y

por ende de la política, la participación en salones y la escritura de epístolas han sido vistas por

una estudiosa como prácticas ejercidas en espacios intermediarios entre la esfera pública y la

privada.

Segunda mitad de la centuria. Surge ya un conjunto nutrido de escritoras que publican en la

prensa, realizada o no por mujeres, y/o en libros de su autoría. Gorriti y Matto emergen en este

contexto. También Juana Manso y Eduarda Mansilla de García (Argentina), Mercedes Cabello

de Carbonera (Perú), Soledad Acosta de Samper (Colombia), Laureana Wright de Kleinhans

(México).

Un retrato de las escritoras de la segunda mitad del siglo XIX

1. Reciben en distintos casos, según Nina M. Scott (2006) (a quien sigo en varios de los

rasgos enumerados aquí), una educación elevada frente a la asignada entonces a las

mujeres y pertenecen a sectores medios o altos, aunque no provengan de familias ricas

ni lo sean en el marco de su dedicación a la escritura (contrastar con lo señalado por

Arambel-Guiñazú y Martin, esto es, que las escritoras decimonónicas reciben una

“educación mediocre”).
2. Si la creciente alfabetización de las mujeres en el siglo XIX favorece su paso del

discurso privado al público, da lugar también a la formación de un público lector para la

prensa realizada por mujeres en la que, como en ocasiones en la forjada por hombres,

algunas escritoras encuentran un medio de vida (más allá de la enseñanza hay pocas

vías respetables para las mujeres de esos sectores de ganar dinero).

3. En efecto, sobre todo desde mediados de la centuria surgen periódicos y revistas

realizados por mujeres que publican textos producidos por estas, incluso de las propias

editoras. Arambel-Guiñazú y Martin distinguen: a. prensa femenina, mayormente

realizada por hombres (postura paternalista, que aconseja sumisión al varón y

dedicación completa al hogar) b. prensa feminista, llevada a cabo por mujeres, orientada

hasta fines del decenio de 1860 por objetivos como instaurar un debate sobre la

situación de las mujeres (educación, considerada insuficiente, o acceso al trabajo) y

defensora de la igualdad intelectual de mujeres y hombres. Desde el decenio de 1870 se

advierten cambios y continuidades: se promueve el acceso de las mujeres a la educación

secundaria y la universidad, y se defiende a la mujer obrera y la profesional.

Vida, experiencia y posiciones de las escritoras y rasgos de sus textos (en particular los

narrativos)

1. Estas escritoras se adscriben a los movimientos literarios contemporáneos e

incursionan en distintos géneros discursivos, ensayo, poesía teatro, cuento, novela,

relato de viaje, autobiografía, biografía, mientras continúan escribiendo cartas o

participando de veladas.

2. Viven en una época de turbulencia sociopolítica y conflictos militares, incluso en la

“era liberal”, iniciada a mediados del siglo XIX (Loris Zanatta). Son sensibles a

procesos históricos que en ocasiones afectan a sus propias vidas y/o a las condiciones

de escritura y que emergen en algunos de sus relatos. Así, en narraciones de Gorriti

emergen las luchas de unitarios y federales y la dictadura de Juan Manuel de Rosas en


la hoy Argentina. También se ocupan de procesos o sucesos históricos pasados, como

la conquista y la colonización (Gorriti, Mansilla).

3. Toman posición, como sus colegas varones, en ensayos, novelas o relatos breves e

incluso en su vida frente al proyecto de forjar la nación, tema candente en la época

(Gorriti, Matto).

Para Mary Louise Pratt (1993) el modo de posicionarse ante la cuestión nacional difiere

del asumido por los escritores. No se identifican plenamente con el proyecto

hegemónico y letrado de configurar la nación; exponen así en su escritura una frecuente

sensibilidad ante sectores marginales incorporados por la fuerza y/o subordinados o

excluidos en pos de esa construcción.

4. En efecto, sus narraciones rescatan o representan positivamente, no sin excepciones o

matices, a sectores excluidos o desvalidos (indígenas, esclavos) y dan cuenta de

relaciones interraciales y de clase social, así como de lenguas presentes, aunque

obliteradas en los territorios que formarían las emergentes naciones-estado (Gómez de

Avellaneda, Gorriti, Mansilla, Matto). Ciertos relatos cuestionan prácticas eclesiásticas

y/o se refieren a dimensiones vinculadas con la sexualidad, lo que en ocasiones recibe

sanciones negativas de sectores sociales o de la Iglesia (Gorriti, Matto, Cabello de

Carbonera).

Las escritoras en el ámbito peruano

En su libro El abanico y la Cigarrera. La primera generación de mujeres ilustradas en

el Perú (1996), Francesca Denegri estudia la presencia en el Perú de la segunda mitad del siglo

XIX de “la primera generación de mujeres ilustradas”. Con el término “generación” se refiere a

un grupo de escritoras cuyos nacimientos están separados entre sí, en sus extremos, por treinta y

cinco años (Gorriti nace hacia 1816, Matto en 1852), pero que presenta algunos trazos comunes.

Considera a Gorriti en ella debido a que, habiendo nacido en Salta, vive más de cuarenta años

en Lima e inicia y despliega allí una significativa parte de su producción. Incluye además a
Mercedes Cabello de Carbonera, Teresa González de Fanning, Carolina Freyre de Jaimes.

Forman un grupo situado en la capital del país, que se reúne o conecta para apoyarse, analizar

sus escrituras y animarse a continuar ejerciendo las letras y alcanza prestigio en la sociedad

circundante.

Son las primeras mujeres de la historia peruana en incorporarse como escritoras al

discurso público, debido, según Denegri, a que emergen cuando se despliega en Lima una

poética romántica signada por una “feminización” aunque sea practicada inicialmente por

hombres. ¿Qué entiende la autora aquí por “feminización”? A su juicio, el movimiento

romántico peruano busca hacer de lo literario tanto para el público lector como para los

escritores, un espacio impermeable a las tensiones de la política y los debates ideológicos de la

época;4 un espacio que exalte además lo privado, lo doméstico y el lugar central de la mujer en

ese ámbito, en términos muchas veces idealizados. Esto coincide con lo asignado a “lo

femenino” en la modernidad, según lo señalado ya en esta clase: la mujer como armonizadora y

centro de un hogar visto como contrapeso respecto al mundo violento de los hombres. Ciertos

sectores o figuras intelectuales esperan que, al ser escritos por mujeres, en parte porque ellas

pertenecen al llamado “bello sexo”, sus textos expongan una sensibilidad y temas “femeninos”

y constituyan así una aportación significativa a lo sostenido por dicha poética (recordar a Nora

Domínguez y a Bolufer Peruga). En la práctica, sin embargo, ciertos relatos (Gorriti, Matto,

Cabello), como veremos, no responden a esa atribución, exponen desvíos.

La autora distingue tres momentos en el desenvolvimiento de la generación: aparición,

consolidación, ocaso. Mientras Gorriti actúa en los dos primeros, Matto es exponente del

tercero. El nacimiento y el auge (decenio de 1850 a, al menos, de 1870) así como el ocaso (al

menos fines del decenio de 1880 y el curso del de 1890) se vinculan al auge y la caída del

romanticismo peruano. La derrota de Perú en la Guerra del Pacífico (1879-1883) produce

consecuencias negativas en los órdenes económico y social y también una mirada lacerante de

ciertos intelectuales sobre el pasado y el presente nacional. La guerra pone fin al llamado

período de “prosperidad falaz”, iniciado a mediados de la década de 1840 como consecuencia

4
Al menos en un caso debe sin embargo matizarse esta caracterización, añado.
de la exportación del guano, que permite implementar procesos de modernización económica y

social.

Los románticos, entre ellos el significativo escritor Ricardo Palma, son cuestionados por

figuras emergentes como Manuel González Prada, que llama a producir una literatura crítica

signada por “lo viril” y la acción, que se aleje de un lenguaje “afeminado”. Los textos de al

menos parte de las escritoras, que se habían multiplicado, más allá del grupo analizado, en la

prensa, empiezan a rechazarse por ser identificados con la poética romántica y estar forjados por

mujeres (se señala que ellas escriben como quien borda o cose, con minuciosidad).

Paradójicamente, Matto, permeable a la prédica de González Prada, aborda temas y fenómenos

urticantes en lo social, lo político, lo eclesiástico, lo cual le vale críticas de sectores más

tradicionales (lo veremos al estudiar Aves sin nido).

Denegri considera que más allá de lo esperado de los escritos de pluma femenina, los

relatos de la “primera generación de mujeres ilustradas” constituyen (al menos en distintos

casos, a mi juicio) una respuesta al discurso liberal circulante en el país (relacionar con lo

planteado más arriba sobre la posición de las escritoras americanas ante los proyectos

nacionales), “tienden a socavar sutilmente la narrativa maestra del liberalismo peruano; sea

entrando en connivencia con ella, o disintiendo abiertamente de ella, pero de ninguna manera

permanecen neutros a ella”.

Tengamos en cuenta que un aspecto importante de ese discurso liberal es la aspiración a

configurar una moderna identidad nacional, europea y blanca, aspiración que no toma en cuenta

la importante matriz indígena, la de origen africano y la surgida de mezclas étnicas.

Recordemos que Perú es un país configurado, según una perspectiva tradicional, por tres

regiones: 1. la “costa” (la capital del país destaca en ella) 2. la “sierra”, zona andina extendida

en el área central y, al igual que la costa, de norte a sur; allí residen sobre todo los/as indígenas

de habla quechua y aymara, históricamente oprimidos en lo económico y marginados en lo

social y cultural 3. la “selva”, habitada también por poblaciones indígenas.

Las escritoras de la hoy Argentina


En un ya clásico libro, Entre civilización y barbarie. Mujeres, Nación y Cultura

Literaria en la Argentina moderna (1992,) Francine Masiello examina las intervenciones de las

mujeres de la hoy Argentina en el mundo de las letras y la cultura entre comienzos del siglo

XIX e inicios del siguiente. Considera esas intervenciones las de mayor potencia del

semicontinente en el período. Analiza en relación con la primera de esas centurias una

constelación de figuras, entre ellas Gorriti, Juana Manso, Eduarda Mansilla, Rosa Guerra.

Reconoce al respecto tres momentos, correspondientes a períodos de la historia

argentina: 1. confrontación entre federales y unitarios, agudizada durante la hegemonía de

Rosas (1829-1852) y prolongada en una división bipartidaria hacia la década de 1870 (cabe

pensar que alude a mitristas y alsinistas en Buenos Aires) 2. consolidación del estado-nación

moderno a comienzos de 1880, signada por programas de modernización 3. resurgimiento

nacionalista (Centenario, en 1910). Focalizaré a continuación solo los dos primeros,

correspondientes sobre todo a la trayectoria de Gorriti.

1. inestabilidad en la representación de las atribuciones genéricas. En la llamada

Generación del 37 −cuya actuación inicial precede a la aparición de estas escritoras−

la polarización binaria hombre-espacio público/mujer-espacio privado aparece

corroída. Esa generación ve a las mujeres como fuente de resistencia contra el

rosismo, en consonancia con hechos efectivamente ocurridos. La valoración positiva

en términos de fortaleza puede advertirse al menos en textos literarios de su autoría

(La cautiva de Esteban Echeverría, Amalia de José Mármol) en los que, mientras las

heroínas exhiben características tradicionalmente atribuidas a los varones como la

capacidad de supervivencia y de acción, los protagonistas ostentan mayor fragilidad,

particularmente en lo corporal, y por ello una “feminización” (pensar en relación con

el caso peruano). Sin embargo, los desenlaces de esas ficciones vuelven a reducir a

las mujeres a la exclusión o al papel de madre.


¿Qué proponen las escritoras? Este es uno de los interrogantes que aborda el estudio

de Masiello; plantea que, yendo más allá del cometido de educar a futuros ciudadanos

y de representaciones analizadas ya en la materia, ellas aspiran a ejercer la “autoría”.

Por otra parte, si buscan participar a través de la escritura en el debate en torno a la

nación y el futuro argentino, sus textos minan tradiciones o perspectivas planteadas

centralmente por hombres (imágenes en torno al género sexual, antinomia

civilización/barbarie, prácticas represivas atribuidas al régimen rosista) y revisan

temas como el matrimonio, el hogar, la familia, la maternidad, dimensiones o roles

otorgados (como vimos en distintas ocasiones) a las mujeres en la centuria (relacionar

con Bolufer Peruga en relación con el caso español).

2. En la década de 1880, Argentina atraviesa profundos cambios. Las mujeres

experimentan transformaciones beneficiosas (reformas educacionales, entre otras). En

artículos periodísticos o en libros las escritoras, entre ellas Gorriti y Matto (exiliada

en Buenos Aires desde 1895), que operan en los bordes o a la sombra de la

denominada Generación del ochenta, se ocupan (criticando, adhiriendo,

introduciendo matices) de cuestiones sociales de creciente importancia, en ocasiones

pensándolas en relación con la situación de las mujeres, como la ciencia o el dinero;

también de un tema de larga andadura: las capacidades femeninas.

Deseo concluir esta clase señalando que en la próxima focalizaremos la figura y la

producción de Gorriti e iniciaremos el análisis de La tierra natal (1889). Es importante que

puedan avanzar en (o concluir) la lectura de este texto a fin de que ese recorrido les sea de

mayor utilidad.

Bibliografía citada

Arambel-Guiñazú, María Cristina y Claire Emilie Martin. Las mujeres toman la palabra.
Escritura femenina del siglo XIX en Hispanoamérica. Vol. I. Madrid-Frankfurt am Main:
Iberoamericana/Vervuert, 2001.
Cano, Gabriela y Dora Barrancos. “Introducción”. Historia de las mujeres en España y América
Latina. Isabel Morant ed. Vol. III. Del siglo XIX a los umbrales del XX. Guadalupe Gómez-
Ferrer y otras eds., 2006, págs. 547-556.

Bolufer Peruga, Mónica, “Escritura femenina y publicación en el siglo XVIII: de la expresión


personal a la ‘República de las letras’. Margarita Ortega, Cristina Sánchez, Celia Valiente eds.
Género y ciudadanía: revisiones desde el ámbito privado. XII Jornadas de investigación
interdisciplinaria. Madrid: Instituto Universitario de Estudios de la Mujer, Universidad
Autónoma de Madrid, 1999, pp. 197-223.
Reproducido en https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/escritura-femenina-y-publicacion-
en-el-siglo-xviii-de-la-expresion-personal-a-la-republica-de-las-letras--0/html/73edbf5a-a26d-
468f-9b32-581089c2fba9_6.html#inicio.

Denegri, Francesca [1996]. El abanico y la Cigarrera. La primera generación de mujeres


ilustradas en el Perú. Lima: Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán/Instituto de Estudios
Peruanos, 2004.

Guardia, Sara Beatriz ed. Escritoras del Siglo XIX en América Latina. Libro electrónico. S.l.:
Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina, 2012.

Masiello, Francine [1992]. Entre civilización y barbarie. Mujeres, Nación y Cultura literaria en
la Argentina moderna. Rosario: Beatriz Viterbo, 1997.

Pratt, Mary Louise. “Las mujeres y el imaginario nacional en el siglo XIX”. Revista de Crítica
Literaria Latinoamericana XIX/38 (segundo semestre de 1993): 51-62.

Scott, Nina M. “Escritoras hispanoamericanas del siglo XIX”. Historia de las mujeres en
España y América Latina. Isabel Morant ed. Vol. III. Del siglo XIX a los umbrales del XX.
Guadalupe Gómez-Ferrer y otras eds., 2006. 693-719.

Zanatta, Loris. Historia de América Latina. De la Colonia al siglo XXI. Buenos Aires: Siglo
XXI,

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy