Tercera Clase
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siglo XIX americano, entre ellas dos figuras a analizar en la materia: Juana Manuela Gorriti y
Clorinda Matto de Turner. A fin de que puedan comprender más plenamente el tema me referiré
denominados estados-nación.
Según Gabriela Cano y Dora Barrancos (2006) si bien con frecuencia el siglo XIX se
describió como época de avances y emancipación para las mujeres, es posible poner en duda los
1. se proclama libertad e igualdad, pero estas sólo benefician a las elites blancas y masculinas.
Las mujeres quedan excluidas de derechos políticos y ven restringidos sus derechos civiles.
2. en las primeras décadas (y aun más tarde, añado) se otorga mujeres de sectores medios y
altos, al menos en su mayor parte blancas, el papel de madre patriota, formadora de ciudadanos
virtuosos, útiles para los nacientes estados-nación; en las décadas finales, discursos médicos y
En este contexto las prácticas y asignaciones de género varían según el estrato social. Si
se espera que las mujeres casadas de sectores medios o altos permanezcan casi todo el tiempo
en el hogar, las de otras etnias y clases trabajan en la calle o transitan por ella. Ello entra en
pugna con dos imágenes emergentes en la centuria, en línea con la de “madre patriota”: la del
y significados específicos). Es importante que puedan relacionar más adelante lo expuesto con
las representaciones sobre las mujeres presentes en los textos del siglo XIX a examinar en la
El siglo sin embargo abre nuevos caminos para las mujeres, como ocurre en la esfera de
la educación. Por otra parte, o en relación con esto, se hacen visibles personajes no conocidos
En todo caso, si pesan numerosas restricciones sobre las mujeres, estas son a veces
objeto de impugnación abierta o de resistencia sorda por parte de ellas que, con identidades
diversas, llegan a convertirse en sujetos históricos. Distintos intelectuales varones apoyan por su
Las mujeres que toman la pluma en la centuria atraen desde hace algunas décadas la
atención de los estudios literarios dedicados a América Latina. Muchas veces esa operación se
piensa como rescate, como recuperación frente a la falta de reconocimiento de la crítica hasta
entrado el siglo XX (Sara Beatriz Guardia, 2012). Para María Cristina Arambel-Guiñazú y
Claire Emilie Martin (2001), si algunos textos obtienen en su momento una recepción
entusiasta, la mayor parte es recibida con ambigüedad u hostilidad, como en el caso de los de
Matto. Los prejuicios emanados del orden patriarcal, contemporáneos y posteriores, propician el
silencio de la crítica y el borramiento de las autoras del canon literario decimonónico. Prejuicios
presentes ya en centurias previas en el área hispánica, como muestra la práctica de las mujeres
de recurrir a seudónimos para publicar o dar a conocer sus escritos, algo visible también en el
En los siglos coloniales buena parte de la escritura ejercida por mujeres surge en el
espacio conventual, donde las mujeres tienen mayor acceso a la letra y a la cultura impresa.
Algunas de ellas, pocas, llegan a ver sus trabajos publicados; el caso más relevante es el de sor
Juana Inés de la Cruz, que escribe y da a conocer sus textos sin ocultar su nombre. Fuera de los
menos bajo la forma de cartas, en ocasiones difundidas mucho más tarde por recopilaciones. Sin
escritos por mujeres tanto religiosas como laicas en ediciones colectivas. En el virreinato del
Perú (siglo XVII), una figura conocida como Amarilis dirige un poema a Lope de Vega, quien
halla un “Discurso en loor de la poesía” atribuido a “una señora principal de este Reino”,
anónimo.
Arambel-Guiñazú y Martin establecen que en el curso del siglo XIX las mujeres
recorren un lento camino que va desde la oralidad y la escritura privada al texto pensado para su
interés especial para la materia, dedicada a la narrativa, el itinerario se extiende desde la carta a
otros géneros discursivos (novela, cuento, ensayo, biografía, relato de viaje, entre otros), en “un
movimiento de expansión creciente”, si bien el género epistolar sigue desde luego vigente.
obras y dar cuenta de la existencia de una tradición femenina en las letras americanas1
universidades. Puede inferirse que para Arambel-Guiñazú y Martin incide en ello el hecho de
que las escritoras reciben “una educación mediocre” que limita su manejo de la lengua escrita.
Proponen reexaminar la narrativa de mujeres sin que eso suponga atribuir a una obra valores
estilísticos si no los tiene; buscan en cambio darle “un lugar propio en el contexto cultural
decimonónico”.
Aclaran por otra parte que su análisis del corpus elegido para su estudio evita adecuar
teorías de fines del siglo XX a textos escritos más de cien años antes, para no alterarlos
embargo, las autoras decimonónicas “lucharon contra los esencialismos con que el discurso
c. Caracterización
Posibles razones de la irrupción de las escritoras en el espacio público en la segunda mitad del
siglo XIX
En el período colonial, como vimos, tiene lugar una exclusión de las mujeres al menos
tipo, ocasionada por representaciones y prácticas surgidas en una sociedad patriarcal: entre
perspectiva según la cual la aparición en el espacio público a través de la letra impresa podría
2
Arambel-Guiñazú y Martin ofrecen un juicio que creo necesario revisar, esto es, que tales escritoras “sin
embargo, estaban todavía lejos de lograr la liberación escritural que deseaban”. Sería necesario
preguntarse si ellas llegan en efecto a aspirar a una liberación escritural o relativa a ciertos temas.
3
Una de las acepciones del término “honor” (Diccionario de la lengua española de la Real Academia
Española) es: “Honestidad y recato en las mujeres, y buena opinión que se granjean con estas virtudes”.
El término “honesto/a” en una de sus acepciones significa “Recatado, pudoroso”. Pudor y recato que, en
relación con las mujeres, añado, aluden a la conducta respecto de lo sexual.
Uno de los factores que incidieron quizás en la circulación desde mediados del siglo
XIX de textos escritos por mujeres y de las propias escritoras es la alfabetización creciente de
las mujeres en la época. Arambel-Guiñazú y Martin mencionan otros: la difusión del culto a la
difundidas por los movimientos de independencia. “Las primeras escritoras basan su autoridad
hasta paradójicamente, le agregan la capacidad de pensar. Las escritoras modifican por lo tanto
cambiante”.
Mónica Bolufer Peruga (1999) observa que ya en la segunda mitad del siglo XVIII
numerosas mujeres españolas escriben y no pocas llegan a publicar en ocasiones con sus
nombres uno o más de sus textos mientras otros no obtienen las licencias correspondientes o
quedan inéditos, incluso de escritoras que logran la edición de otras producciones. Esto ocurre
en la sociedad liberal-burguesa (fines del siglo XVIII y XIX) en la que en oposición al Antiguo
Régimen surge una fuerte diferenciación entre lo público y lo privado, apoyada en la distinción
la moral, la familia se asignan a las mujeres, y la política y los negocios a los hombres. La
familia es vista como refugio de la esfera de lo público para estos últimos (lo familiar y lo
Las mujeres que escriben en la España del siglo XVIII deben ajustarse a las normas
genérico-sexuales vigentes. Pueden hacerse visibles en el espacio público, pero rigen para ellas
“límites y reglas respecto a los géneros y temas que podían cultivar y el tono que era
conveniente que adoptaran” (tono no sólo relativo a las obras sino a la actitud de las escritoras al
dar a conocer sus producciones, como la modestia (recordar a Nora Domínguez). Lo cual no
significa que ellas no plantearan en al menos algunos de los textos publicados, matices o
vida de las mujeres. Una actitud similar veremos en las escritoras decimonónicas americanas.
Etapas
Pueden reconocerse dos etapas en el proceso seguido en el siglo XIX americano por la
escritura de mujeres.
Primera mitad de la centuria. Desde 1810 a al menos mediados del siglo algunas mujeres
la carta se combina con la incursión en otros géneros, diarios, memorias, autobiografía e incluso
novela, como en la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda. Textos adscriptos a estos últimos
por ende de la política, la participación en salones y la escritura de epístolas han sido vistas por
una estudiosa como prácticas ejercidas en espacios intermediarios entre la esfera pública y la
privada.
prensa, realizada o no por mujeres, y/o en libros de su autoría. Gorriti y Matto emergen en este
contexto. También Juana Manso y Eduarda Mansilla de García (Argentina), Mercedes Cabello
(México).
1. Reciben en distintos casos, según Nina M. Scott (2006) (a quien sigo en varios de los
rasgos enumerados aquí), una educación elevada frente a la asignada entonces a las
Arambel-Guiñazú y Martin, esto es, que las escritoras decimonónicas reciben una
“educación mediocre”).
2. Si la creciente alfabetización de las mujeres en el siglo XIX favorece su paso del
prensa realizada por mujeres en la que, como en ocasiones en la forjada por hombres,
algunas escritoras encuentran un medio de vida (más allá de la enseñanza hay pocas
realizados por mujeres que publican textos producidos por estas, incluso de las propias
dedicación completa al hogar) b. prensa feminista, llevada a cabo por mujeres, orientada
hasta fines del decenio de 1860 por objetivos como instaurar un debate sobre la
Vida, experiencia y posiciones de las escritoras y rasgos de sus textos (en particular los
narrativos)
participando de veladas.
“era liberal”, iniciada a mediados del siglo XIX (Loris Zanatta). Son sensibles a
procesos históricos que en ocasiones afectan a sus propias vidas y/o a las condiciones
3. Toman posición, como sus colegas varones, en ensayos, novelas o relatos breves e
(Gorriti, Matto).
Para Mary Louise Pratt (1993) el modo de posicionarse ante la cuestión nacional difiere
Carbonera).
el Perú (1996), Francesca Denegri estudia la presencia en el Perú de la segunda mitad del siglo
XIX de “la primera generación de mujeres ilustradas”. Con el término “generación” se refiere a
un grupo de escritoras cuyos nacimientos están separados entre sí, en sus extremos, por treinta y
cinco años (Gorriti nace hacia 1816, Matto en 1852), pero que presenta algunos trazos comunes.
Considera a Gorriti en ella debido a que, habiendo nacido en Salta, vive más de cuarenta años
en Lima e inicia y despliega allí una significativa parte de su producción. Incluye además a
Mercedes Cabello de Carbonera, Teresa González de Fanning, Carolina Freyre de Jaimes.
Forman un grupo situado en la capital del país, que se reúne o conecta para apoyarse, analizar
sus escrituras y animarse a continuar ejerciendo las letras y alcanza prestigio en la sociedad
circundante.
discurso público, debido, según Denegri, a que emergen cuando se despliega en Lima una
poética romántica signada por una “feminización” aunque sea practicada inicialmente por
romántico peruano busca hacer de lo literario tanto para el público lector como para los
época;4 un espacio que exalte además lo privado, lo doméstico y el lugar central de la mujer en
ese ámbito, en términos muchas veces idealizados. Esto coincide con lo asignado a “lo
centro de un hogar visto como contrapeso respecto al mundo violento de los hombres. Ciertos
sectores o figuras intelectuales esperan que, al ser escritos por mujeres, en parte porque ellas
pertenecen al llamado “bello sexo”, sus textos expongan una sensibilidad y temas “femeninos”
y constituyan así una aportación significativa a lo sostenido por dicha poética (recordar a Nora
Domínguez y a Bolufer Peruga). En la práctica, sin embargo, ciertos relatos (Gorriti, Matto,
consolidación, ocaso. Mientras Gorriti actúa en los dos primeros, Matto es exponente del
tercero. El nacimiento y el auge (decenio de 1850 a, al menos, de 1870) así como el ocaso (al
menos fines del decenio de 1880 y el curso del de 1890) se vinculan al auge y la caída del
consecuencias negativas en los órdenes económico y social y también una mirada lacerante de
ciertos intelectuales sobre el pasado y el presente nacional. La guerra pone fin al llamado
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Al menos en un caso debe sin embargo matizarse esta caracterización, añado.
de la exportación del guano, que permite implementar procesos de modernización económica y
social.
Los románticos, entre ellos el significativo escritor Ricardo Palma, son cuestionados por
figuras emergentes como Manuel González Prada, que llama a producir una literatura crítica
signada por “lo viril” y la acción, que se aleje de un lenguaje “afeminado”. Los textos de al
menos parte de las escritoras, que se habían multiplicado, más allá del grupo analizado, en la
prensa, empiezan a rechazarse por ser identificados con la poética romántica y estar forjados por
mujeres (se señala que ellas escriben como quien borda o cose, con minuciosidad).
Denegri considera que más allá de lo esperado de los escritos de pluma femenina, los
casos, a mi juicio) una respuesta al discurso liberal circulante en el país (relacionar con lo
planteado más arriba sobre la posición de las escritoras americanas ante los proyectos
nacionales), “tienden a socavar sutilmente la narrativa maestra del liberalismo peruano; sea
entrando en connivencia con ella, o disintiendo abiertamente de ella, pero de ninguna manera
configurar una moderna identidad nacional, europea y blanca, aspiración que no toma en cuenta
Recordemos que Perú es un país configurado, según una perspectiva tradicional, por tres
regiones: 1. la “costa” (la capital del país destaca en ella) 2. la “sierra”, zona andina extendida
en el área central y, al igual que la costa, de norte a sur; allí residen sobre todo los/as indígenas
Literaria en la Argentina moderna (1992,) Francine Masiello examina las intervenciones de las
mujeres de la hoy Argentina en el mundo de las letras y la cultura entre comienzos del siglo
XIX e inicios del siguiente. Considera esas intervenciones las de mayor potencia del
constelación de figuras, entre ellas Gorriti, Juana Manso, Eduarda Mansilla, Rosa Guerra.
Rosas (1829-1852) y prolongada en una división bipartidaria hacia la década de 1870 (cabe
pensar que alude a mitristas y alsinistas en Buenos Aires) 2. consolidación del estado-nación
(La cautiva de Esteban Echeverría, Amalia de José Mármol) en los que, mientras las
el caso peruano). Sin embargo, los desenlaces de esas ficciones vuelven a reducir a
de Masiello; plantea que, yendo más allá del cometido de educar a futuros ciudadanos
artículos periodísticos o en libros las escritoras, entre ellas Gorriti y Matto (exiliada
puedan avanzar en (o concluir) la lectura de este texto a fin de que ese recorrido les sea de
mayor utilidad.
Bibliografía citada
Arambel-Guiñazú, María Cristina y Claire Emilie Martin. Las mujeres toman la palabra.
Escritura femenina del siglo XIX en Hispanoamérica. Vol. I. Madrid-Frankfurt am Main:
Iberoamericana/Vervuert, 2001.
Cano, Gabriela y Dora Barrancos. “Introducción”. Historia de las mujeres en España y América
Latina. Isabel Morant ed. Vol. III. Del siglo XIX a los umbrales del XX. Guadalupe Gómez-
Ferrer y otras eds., 2006, págs. 547-556.
Guardia, Sara Beatriz ed. Escritoras del Siglo XIX en América Latina. Libro electrónico. S.l.:
Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina, 2012.
Masiello, Francine [1992]. Entre civilización y barbarie. Mujeres, Nación y Cultura literaria en
la Argentina moderna. Rosario: Beatriz Viterbo, 1997.
Pratt, Mary Louise. “Las mujeres y el imaginario nacional en el siglo XIX”. Revista de Crítica
Literaria Latinoamericana XIX/38 (segundo semestre de 1993): 51-62.
Scott, Nina M. “Escritoras hispanoamericanas del siglo XIX”. Historia de las mujeres en
España y América Latina. Isabel Morant ed. Vol. III. Del siglo XIX a los umbrales del XX.
Guadalupe Gómez-Ferrer y otras eds., 2006. 693-719.
Zanatta, Loris. Historia de América Latina. De la Colonia al siglo XXI. Buenos Aires: Siglo
XXI,