Lo Prefiere Mi Corazón
Lo Prefiere Mi Corazón
Lo Prefiere Mi Corazón
Encrucijada
Marisa Citeroni
Argumento:
Bárbara era una mujer un tanto amargada que vivía únicamente para su
trabajo, de vez en cuando se tomaba algunas libertades y mantenía algunas cortas
aventuras. Pero ningún hombre le importaba lo suficiente como para que llegara a
más. No se llevaba bien con su familia y casi no tenía amigos. Nunca se debe dejar
por sentado nada, la vida te puede dar sorpresas de las que te gustan y de las que
no. La boda de su prima le cambió el genio y digamos que hasta su vida.
el fin de semana siguiente. Viajar a York no estaba en sus planes, no cuando tenía
tanto trabajo por delante en Londres. No podía negarse, era una de las damas de
Tras correr durante una semana y media, al fin tenía su vestido listo y su trabajo
adelantado para cubrir los días que estuviera ausente. No le apasionaba la idea de
puede evitar preguntar: ¿y vos para cuándo querida? O tener que escuchar que
¿Pueden ser más desagradables? Claro que pueden serlo; estás destinada a ser
una solterona, vaticinó una de mis tías, a lo que todos los demás estuvieron de
acuerdo. Esa noche fue el ensayo de la boda y en cuanto a Bárbara uno de los más
largos que presenció jamás. Al menos eso le parecía, a lo mejor se debía porque
tenía que tratar con su familia, al resto del mundo simplemente lo ignoraba.
Eso fue lo que hizo, durante la cena se dedicó a beberse el vino tinto elegido
para tan importante ocasión y a comer, todas las exquisiteces que le ponían
Bárbara agudizó su vista un tanto empañada por el alcohol para intentar saber
de quién se trataba. Estaba sentado en la mesa del novio, tenía que ser amigo o
detenimiento. Ahora que lo miraba bien, sí, era Sebastián, había cambiado
muchísimo, de ser un flacucho alto sin mucha gracia, se había convertido en todo
Bien al parecer no era todo malo en esta boda como ella creía, pensó Bárbara,
mientras ideaba un plan para acercarse y que no pareciera que quisiera hincarle el
diente en la yugular. Qué era precisamente eso lo que quería, podría pasársela en
santurrón como cuando eran jóvenes dudaba que tuviera éxito. Nada perdía con
intentarlo, ya se sentía totalmente fuera de lugar en esa boda, tenía que cambiar un
dirección.
Cuando al fin terminó el suplicio del maldito ensayo, todos comenzaron a
levantarse de sus lugares y a despedirse hasta dentro de dos días que era la boda
real. Bárbara sin darle importancia a nadie de su familia, que lo único que hicieron
mientras esperaba que pasara un Taxi para volver a su cómodo y confortable hotel.
Sí, se hospedaba en un hotel, a pesar que toda su familia vivía en York, ella prefirió
también, pero era su vida y hacía mucho tiempo que la vivía a su gusto sin
Cuando se dio vuelta el guapo y alto, muy alto padrino de bodas, la miraba a la
espera de una respuesta, ella se había quedado mirándolo como una boba con la
boca abierta.
—Dime en que hotel estas y te llevo, te vas a congelar aquí parada esperando
taxi.
Aceptó, pero ya no le interesaba en lo más mínimo tener nada con él,
seguramente sería otro de los tantos que la juzgaba sin tener idea de su vida, se lo
escuchar todo el tiempo las quejas acerca de porque no me caso y no formo una
familia.
—No creo que sea imprescindible que te cases —aseguró con una sonrisa.
—No estoy a un paso, no aun —la miró con el ceño fruncido fingiendo enojo.
palabras. Habían llegado al hotel y no tenía tiempo para sonsacar más información,
No entendía que se había apoderado de ella cuando pensó en tener algo rápido con
él. Mejor mantenerse alejada y evitarse los problemas, su antiguo amigo sería más
—Si necesitas hablar con alguien, ya sabes que estoy por aquí —dijo Sebastián
antes de despedirse.
—Estoy bien, te lo agradezco.
La proposición le pareció más para él que para ella, Bárbara tenía cierta
experiencia en la vida como para notar que era Sebastián quien necesitaba hablar
con alguien. Tenía una vida muy tranquila alrededor de su trabajo, no pensaba
enrollarse con Sebastián un par de días, mejor pasar los días que faltaban sin
libro, la noche fue intensa y perdió el sueño entre una discusión y otra. No supo
cuando se durmió, pero sus sueños fueron agitados y se despertó muy temprano y
La gente de York se manejaba de la misma manera desde que ella era chica,
estaba segura que el famoso Bettys Café Tea Rooms ya estaba abierto imponente en
salió disparada a la calle por un café. Como era muy temprano casi no había nadie
en la calle. Como suponía el café estaba abierto y al entrar la recibió el calor del
lugar, afuera había dejado de nevar por el momento, pero el aspecto del clima
anunciaba continuación. Eligió una mesa cerca de uno de los amplios ventanales,
Comenzó a ojear el diario que estaba sobre la mesa, mientras esperaba su café,
en el lugar había dos madrugadores más, estaba muy tranquilo, solo se escuchaba
paz.
—Por supuesto que no, ¿no recuerdas que siempre fuimos los primeros en
llegar al café? —Se defendió Sebastián— apenas desperté esta mañana, sentí la
—¿Nostalgia?
Intensidad que la puso nerviosa, era cierto que desde que comenzaron el
allí con Sebastián primero y el resto de sus amigos más tarde, era casi un ritual de
todas las mañanas. También se había llegado hasta el lugar por los recuerdos pero
Cuando el mozo trajo el pedido, Sebastián aprovechó para pedir un café, esperó
arreglar el mundo.
ayude a buscar una salida, porque eres tan caballero y tan correcto que no te
—Sólo quería conversar contigo sobre los viejos tiempos, pero por supuesto a ti
arruinar tu feliz soledad —dijo tras levantarse, dar media vuelta y marcharse del
lugar.
Ese fue el momento exacto en que ella entendió, lo odiosa que se comportó,
parecía una adolescente celosa. Hacía apenas unas horas que había descartado
—¡Soy una completa imbécil! —se dijo Bárbara al verlo abandonar el lugar tan
enojado.
insoportable y tenía razón. Había actuado de muy mal modo con su amigo de toda
Salió del café y decidió caminar un poco antes de que volviera a nevar y tuviera
que encerrarse sola en su hotel. Recordaba esas calles, los lugares, la alegría.
¿En qué momento se había vuelto tan seria, tan amargada?
reuniones con amigos. Ahora todas las criticaban y se apartaban ¿o era ella quién
los apartaba? Daba lo mismo fuera cual fuera, la situación era la misma. Sin darse
cuenta sus pasos la llevaron hasta la entrada de la casa de sus padres, nada había
cambiado, se veía igual a cuando era una niña. En ese tiempo ella pensaba en su
hogar como en un paisaje de postal, hermosa por dentro y por fuera. Sus paredes
camino de flores que conducía a la entrada, el porche con su sillón hamaca que
tanto le gustaba.
—Por supuesto que no me molesta, me hace feliz que estés aquí, pero sé que te
—Te hospedaste en un hotel y hace años que no nos visitas, solo obtengo
Bárbara sabía que su madre tenía razón y le dolía en el alma que se mal
—No vengo o no llamo porque sé que los desilusioné, no soy la hija que
querían, una que se casara con un hombre bueno y tuviera hijos, no que se casara
—¿Quién te ha dicho algo así? No es verdad, eres un orgullo para nosotros que
te hayas abierto camino sola y que todo lo que tienes es gracias a tu esfuerzo y
dedicación.
Su madre la abrazó contra ella para darle la contención que parecía estar
necesitando. El abrazo a Bárbara la tranquilizó y empezó a ver las cosas desde otra
perspectiva, los había juzgado mal y con dureza, tenía que cambiar su forma de ser
Ambas entraron a la casa, su madre cruzó con su padre una mirada y parecía
que con eso se habían dicho todo. Su papá se le acercó y le dio un tierno beso en la
frente.
—Bienvenida cariño.
En ese momento Bárbara entendió porque no había tenido nunca una relación
seria con los hombres. Ella quería tener lo que sus padres se profesaban el uno al
otro, entenderse con una mirada, con una caricia, con gesto, sin mediar palabra.
Miró a su alrededor en la sala estaban los hombres, sus tíos, primos, algunos
saludaban. Ese era otro error que debía enmendar, se había comportado con él
como una auténtica bruja, por el momento se fue a la cocina con las mujeres, más
lo colgara y se arremangó para ayudar con la ardua tarea de pelar y picar verduras.
Hacía muchos años, que no estaba en su casa, con su gente, su familia y los
extrañaba mucho, solo que hasta ese momento no se había dado cuenta. En el
comedor las demás preparaban dos largas mesas y organizaban los asientos para
los comensales.
Cuando terminó de ayudar, sirvió dos copas de vino tinto y se dirigió a la sala
fácil.
—Lo son —no lo dejó terminar la frase— estoy muy avergonzada por mi
comportamiento.
así lo hizo. Fue agradable y diferente, se rió mucho y se puso al día con todo lo
en Londres.
Sebastián se ofreció a llevarla, pero ella se negó, prefería volver caminado como
había llegado, tenía mucho en que pensar. Las calles comenzaban a llenarse de
nieve nuevamente, el frío del clima no le molestaba tanto como el frío que se había
alojado en su corazón en los últimos años. Sabía muy dentro suyo que ese era el
momento para derretir el hielo, el acercamiento con su familia fue un inicio que no
tenía que permitir que quedara en el olvido. Con esa convicción llegó a su hotel se
Cuando despertó al otro día lo hizo porque celular comenzó a sonar, luego de
buscarlo por todas partes, lo encontró en el bolsillo de su abrigo, que estaba tirado
en el suelo.
—Te estamos esperando fuera del spa —dijo su prima al contestar el teléfono.
prueba final. Mañana sería el gran día y Bárbara se había propuesto firmemente
El día fue relajado, se divirtió mucho con sus primas y tías, por último su madre
empezar a cerrar esa brecha que ella misma había originado con su familia. Se
acomodó en un sillón frente al amplio ventanal para leer hasta la hora de la cena,
pediría algo ligero y se acostaría temprano. Dos horas después, alguien golpeaba a
su puerta.
—Te agradezco, pero no tenía pensado salir esta noche —dijo sinceramente.
—Supuse que dirías eso, por lo que traje la comida conmigo —su rostro
—Pasa.
Acomodaron la mesa de la sala cerca de los ventanales para ver caer la nieve
risas imparables, era el mismo Sebastián que ella recordaba, pero a la vez diferente,
más centrado, más hombre, más apetecible. Expulsó los pensamientos de su cabeza
reaccionar, de hecho no reaccionó para nada cuando Sebastián apoyó las manos en
—Buenas noches, hermosa —se separó del cuerpo de Bárbara sintiendo el frío
de la pérdida.
Sabía que la había dejado confundida y excitada, él mismo me sentía así, pero
desde que sus ojos se posaron en ella la noche del ensayo, no volvió a ser el mismo.
La deseaba como nunca deseó a nadie, ni siquiera con su prometida se sintió así
jamás. No sabía que le estaba pasando pero tenía que resolverlo cuanto antes, no
quería hacer sufrir a nadie, ni tampoco sufrir él por una mala decisión.
mujer que evitaba mirarlo a los ojos, pero sabía muy bien que estaba tan
perturbada como él. Salieron del brazo detrás de los novios, apenas estuvieron
sabía qué hacer, tampoco que quería, pero definitivamente quería algo.
despidió de los que aún estaban en la fiesta y se fue a llevar a uno de sus amigos al
no pudo hablar con Bárbara en toda la noche y sabía que ahí había algo importante
por resolver.
Bárbara fue una de las últimas en abandonar la fiesta, volvió a casa de sus
padres en busca de su maleta que había dejado allí la tarde anterior. Se despidió y
Enojada fue en busca de una cafetería, con café por medio, decidiría que hacer,
no había tomado en cuenta el detalle del mal tiempo. Tenía que volver a su trabajo
si, o si el lunes o tendría grandes problemas con sus jefes. Entró al local y su enojo
la misma idea que ella. En ese momento se le acercó una de las meseras y le dijo
que la esperaban en la mesa del fondo. Desde allí no podía ver quién era, pero de
seguro alguien que también estuvo en el casamiento y quedó varado allí como ella.
ella, corrió una de las sillas y la ayudó a sentarse luego colocó la maleta a un
costado.
—Vine a traer a un amigo que despegó en el último avión antes de que cerraran
logré la tranquilidad no, esto se volvió un caos —explicó mientras pedía otro café
muchos problemas.
—Puedo llevarte si quieres, vamos hacia el mismo lugar —para Sebastián que
aceptara sería la mejor manera de encontrar las respuestas que andaba buscando.
—No quiero ocasionarte molestias —Bárbara sabía que sería un tremendo error
estar más de cuatro horas a solas con él, aunque sea dentro de un auto.
—No es ninguna molestia, no se hable más, toma tu café, mientras haré unas
Poco más de media hora después iban en camino a Londres, por suerte hasta el
estaban cerrando las rutas por prevención, Bárbara comenzó a ponerse nerviosa,
—No, hay que esperar que pare de nevar y que procedan a correr la nieve, lo
que no se veía con Sebastián diría que estaba todo preparado. El pensamiento era
una locura estaba comprometido, no tenía ninguna intención con ella, esas ideas
“Doña Mildred” ambos rezaban porque tuviera algo libre o se tendrían que quedar
Por suerte Sebastián volvió con una llave que le mostraba haciéndola bailar
entre sus dedos, ella se relajó al saber que habían encontrado donde quedarse.
¡Un momento! Traía una sola llave, eso no se veía bien, nada bien, al contrario
—Sí, por suerte, era la última cabaña disponible —respondió él como si nada.
de la cabaña y fue a abrirle la puerta a Bárbara para que bajara. Fueron hasta la
puerta abrió y prendió las luces, mientras ella recorría la cabaña él fue por las
había una habitación, era un solo ambiente con todo muy bien distribuido y muy
—Doña Mildred dijo que estaba aprovisionado con lo necesario para unos días
¿Quieres un café?
—No puedo quedarme unos días, ni siquiera puedo quedarme hoy —se quejó
Bárbara.
—¿Es que acaso buscas un accidente? ¿No te has dado cuenta de la nevada
—De lo que me doy cuenta es de que tú pareces muy conforme con toda esta
—No estoy conforme, pero tampoco dispuesto a salir como un loco a matarme
allí afuera. Ahora dime ¿qué es lo que tanto te molesta? ¿Tienes miedo de quedarte
—Tienes miedo de lo que puedas hacer, tienes miedo de lo que sientes cuando
estamos juntos.
Bárbara sabía muy dentro suyo que Sebastián estaba en lo correcto, pero no
pensaba admitirlo en voz alta jamás. Se sentó junto a él en silencio y aceptó la taza
que le ofrecía, el café estaba riquísimo y la ayudó junto con el silencio a poner sus
ideas en claro, dentro de su cabeza. No supo cómo pasó, ni en qué momento, pero
beso.
Una cosa llevó a la otra y en pocos minutos se devoraban el uno al otro
desnudos en la cama. Sebastián recorría con sus manos la suave piel de su cuerpo,
sentirla, reconocerla, aprenderla era una prioridad, con su boca atrapaba el aroma
de su piel, tan suyo. Quería, necesitaba tenerla debajo de su piel, estar apretados
uno sobre el otro no era suficiente. Era la única oportunidad que tendría para
demostrarle que sus caminos estaban equivocados, ese era el correcto. El sendero
que debían transitar juntos y que los llevaría a la felicidad, cualquier otro era
Tomó todo lo que ella le ofreció, con su lengua recorrió las profundidades de su
piel, con sus manos sintió el calor de sus venas, ardía en deseos y él los satisfacería
a todos. Con su boca torturó un pezón con su mano el otro, hasta que se rindieron
dedo, luego dos, mientras se deleitaba con sus deliciosos ronroneos de placer, su
Perdiendo totalmente la razón quitó sus dedos, acercó su erección sin dejar de
mirarla a los ojos, se introdujo dentro de ella y fue por todo, su necesidad, la de
ella. Los corazones se agitaron en una danza milenaria donde Sebastián acometía
una y otra vez hasta elevarlos a lo más alto del placer. Besos, caricias y necesidad
afloraron en ambos, nada parecía ser suficiente. Sebastián giró a ambos sobre la
cama y la dejó sobre él para que tomara el mando, podía mirarla y admirarla
mientras ella daba rienda suelta al placer. Era tan hermosa como la recordaba, tan
Tener su cabello regado sobre su cuerpo y los labios de ella quemando su piel,
lo volvía loco. La manera que su ajustada funda se cernía sobre él abrazándolo con
su calor amenazaba con hacerlo perder el control. No podía dejarse ir, no quería,
necesitaba disfrutarla al máximo antes de perderla, sabía que la perdería en la
primera oportunidad que ella tuviera. La atrajo a su boca y bebió de ella hasta
—Creo que después de esto todo está muy claro —expresó Sebastián cuando
Bárbara sabía que no sería así, pero no dijo nada, ese momento era para ella y se
toda la noche. Ningún hombre la había hecho sentir tan mujer, tan plena como
corazón. Aunque él sería de otra para el resto de su vida, nadie podría quitarle ese
mucho tiempo que no dormía tan profundo, tan en paz. Cuando sus ojos se
adaptaron y recordó donde estaba, giró su cabeza pero a su lado no había nadie.
Recorrió el lugar con la vista, se levantó se colocó un jeans y fue a mirar al baño,
dormía muy relajado, su rostro relajado era tan bello como despierto. Pero no era
baño, tomó su abrigo y maleta y salió afuera a pedir un taxi, la tormenta había
pero podía viajar en autobús, así lo hizo, se marchó sin volver la vista atrás. Quería
Volvió a su casa, a su trabajo, a su rutina, pero nada era igual, nada tenía
sentido o ella no se lo encontraba. Pasaron los días, las semanas, lo meses todos
iguales para Bárbara, recibió a sus padres en su apartamento por primera vez. La
visita le dio alegría y no se sintió tan sola, ellos le contaron sobre la fecha exacta en
saber que se casaría, que faltara tan poco lastimaba. Su mente se había hecho a la
La vida continuaba, para ella pasaba sin más, nada la atraía o entretenía, solo
existía y como su rutina estaba muy instalada, se manejaba como un robot. Esa
semana sería el gran día para Sebastián y el peor para ella, la invitación de sus
padres a su casa había llegado como una brisa fresca. Iría a pasar la semana con
ellos al menos estaría distraída entre sus parientes, mientras esperaba que el dolor
—Está bien, pediré unos días en el trabajo e iré a visitarlos —ellos no sabían lo
agradecida que estaba por sacarla de Londres, no quería estar en el mismo lugar, el
día de la boda.
Apenas regresó de su trabajo hizo una maleta pequeña con lo esencial y salió
estaba casando. Él iniciaba una feliz vida y ella un camino largo de dolor por la
pérdida. Curaría sus heridas eso era seguro, pero le llevaría un tiempo, en el que
Llegó a casa de sus padres, bastante entrada la noche, el taxi la dejó frente a la
puerta de entrada. A pesar de ser tan tarde se veían luces tenues encendidas, por
suerte la esperaban, ella temía despertarlos. Al entrar notó algo raro, música suave,
un tema que conocía muy bien de otras épocas más felices de su vida, las luces y
las sombras de las velas jugueteaban con su resplandor. Giró hacía el comedor al
final del pasillo, una mesa con mantel blanco, un candelabro con varias velas, rosas
—Esperándote.
—Porque te amo.
una frase.
—¿Debería?
—En eso tienes razón, estar enamorado es una locura, una maravillosa locura
—Sebastián no estás pensando con claridad hasta hace unos días estabas a
—En realidad terminé mi compromiso el mismo día que volví a casa, luego de
piensas al respecto.
—Una oportunidad para demostrarte que podemos amarnos y vivir este amor
brazos, quería que sintiera el calor de su cuerpo y recordara los momentos vividos.
Bárbara aceptó el abrazo y el beso que necesitaba igual que él y se quedó allí
Sus besos se sentían muy reales y sus manos recorriendo su cuerpo también, no
era un sueño o sí, era todo lo que soñaba y que pensaba que nunca tendría. Sí, era
—Me sorprende lo rápido que te convencí ¿se puede saber por qué?