El Contexto Historico Asia Oriental La Guerra Fria
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histórico de Asia
oriental: la Guerra
Fría
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Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 7
Ejercicios de autoevaluación.................................................................. 43
Solucionario................................................................................................ 46
Bibliografía................................................................................................. 47
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Introducción
Ahora bien, como apunta Derek McDougall (2016, pág. 12-18), afirmar que la
Guerra Fría fue la única narrativa dominante durante este periodo sería una
sobresimplificación. Algunas dinámicas y temáticas durante este periodo que
escapan de la simple clasificación de «temas de la Guerra Fría» fueron el nuevo
papel que tuvo Japón después de la guerra, la tercera vía propuesta por Mao
y que intentaba liderar un tercer mundo que escapara del comunismo sovié-
tico, la emergencia del Sudeste asiático, la descolonización de la zona, o el
movimiento de países no alineados liderados por algunos países como India,
Egipto o Yugoslavia.
Irán de los ayatolás en 1980. Ahora bien, como veremos al final del módulo, si
bien la Unión Soviética interpretó en un primer momento la victoria de Mao
como un estímulo a su revolución comunista mundial, la alianza de China
con Estados Unidos en 1970 supondrá un descalabro en el mundo comunista.
Objetivos
Antes de hablar de la Guerra Fría hay que definir el concepto. Durante ca-
si cuarenta años las relaciones internacionales estuvieron dominadas por el
conflicto ideológico entre las dos superpotencias que surgieron como grandes
triunfadoras de la Segunda Guerra Mundial: la Unión Soviética y Estados Uni-
dos. Mientras la Unión Soviética representa el modelo político comunista y la
economía planificada, Estados Unidos se abanderó como líder de la economía
de mercado y de la democracia liberal. Veamos a continuación sus caracterís-
ticas principales.
Fuente: https://www.deviantart.com/gamekiller12/art/alternate-cold-war-map-683811559
Por otro lado, cada uno de los bloques no solo se defendió de los ataques del
otro, sino que aumentó su poder�militar para expandirse a otros territorios.
La seguridad de uno de los bloques se conseguía a expensas de la seguridad
del otro.
3) Para conseguir sus objetivos recurrieron a todos los medios que tenían a su
disposición, ya sea con las guerras indirectas –llamadas en inglés proxy wars–,
la propaganda ideológica, la subversión, la competición militar y tecnológica
o el espionaje.
En Yalta (febrero de 1945) los Big Three se volvieron a reunir, además de hablar
sobre la rendición de Alemania, para discutir sobre las operaciones para liberar
el Pacífico, entre las cuales había planes específicos para Filipinas y Okinawa.
Además, Stalin prometía entrar en guerra contra Japón dos o tres meses des-
pués de derrotar a Alemania, puesto que había que recuperar fuerzas antes de
enviar el Ejército Rojo a la zona. Ahora bien, Stalin pedía tres condiciones para
entrar en guerra, en el que se ha conocido como el Protocolo�Secreto�de�Yalta
(Miller y Wich, 2011).
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3) Devolver a los rusos todas las islas Kuriles incorporadas al Imperio japonés Bibliografía
desde el siglo XIX.
Para obtener más informa-
ción sobre el protocolo secre-
En la Conferencia�de�Potsdam (Berlín) de julio de 1945, los tres líderes esta to de la conferencia de Yalta,
consultad la bibliografía si-
vez estaban representados por Stalin, Harry Truman –que sustituía a Roosevelt, guiente:
que acababa de fallecer– y por el primer ministro Clement Attlee, que sustituía Protocolo Secreto de la Con-
ferencia de Yalta (11 de febre-
a Churchill, una vez derrotado en las elecciones celebradas en el Reino Unido. ro de 1945). Departamento
El 26 de julio de aquel año, Estados Unidos, el Reino Unido y la China de de Estado de Estados Unidos,
Foreign Relations of the Uni-
Chiang Kai Shek reiteraban todos los puntos de la Declaración de El Cairo, y en ted States (vol. 3, parte 2).
Washington DC: US Govern-
cuanto la Alemania nazi fue derrotada, los aliados decidieron la estrategia para ment Printing Office, 1955.
derrotar a Japón. A diferencia de esta, sin embargo, Truman insinuó a Stalin
que Estados Unidos poseía un arma muy poderosa que serviría para poner fin
a la guerra en la zona del Pacífico.
Esta enemistad estaba producida, por un lado, por el lanzamiento del plan de
reconstrucción europea ideado por Estados Unidos, el llamado Plan�Marshall
(1947), una estrategia que se podía hacer extensible a cualquier país que abra-
zara los principios democráticos y de economía de mercado. Esto, según los
soviéticos, podía suponer un avance del bloque capitalista hacia las fronteras
soviéticas, hecho que produciría una grave amenaza a la seguridad del Imperio
soviético. Para Estados Unidos, la política soviética hacia el Este de Europa no
solo significó un intento para conseguir que estos países se situaran bajo la
órbita soviética, sino que amenazaba a algunos países de Europa occidental
como la propia Alemania, Finlandia, Austria o Polonia –considerada proocci-
dental.
Después de una larga guerra civil que duró de 1945 a 1949, y de unas campañas
militares exitosas en la llamada Gran Marcha de Mao, el 1 de octubre de 1949
Mao Zedong proclamaba desde la plaza Roja la República Popular de China.
Estados Unidos, contra pronóstico, perdía su principal y natural aliado en la
zona de Asia oriental. Una de las preguntas que han quedado sin respuesta y
que refleja esta pérdida es: Who Lost China?
dría producir una alianza entre comunistas y nacionalistas que perduraría du-
rante el tiempo. En su prefacio al libro de Tan Tsou, America’s Failure in China
1941-1950, Morgenthau afirma:
«China era un problema para el que los norteamericanos no tenían solución. Al final,
China hizo su propio camino como si los americanos no hubieran llegado nunca».
Para estos historiadores de las teorías del «nacionalismo agrario», los motivos Bibliografía
hay que buscarlos no solo en las campañas militares de Mao, sino en la capa-
Barbara Wertheim Tuchman
cidad que tuvo el líder de unir a los campesinos en un movimiento revolu- (1971). Stilwell and the Ame-
cionario. En palabras de Miller y Wich (2011), se trataba de un movimiento rican Experience in China,
1911-45. Nueva York: Mac-
«del campo, agrario y nacionalista independiente de las ayudas o lealtades fo- Millan.
ráneas».
«Los vínculos con nuestra gente siempre han sido la confianza y el afecto mutuos. No
dependen de simples leyendas y mitos. No predicamos la falsa concepción que el Empe-
rador es divino y que el pueblo japonés es superior a las otras razas y que está destinado
a gobernar el mundo».
Constitución de Japón
Solo con un artículo, Japón renunciaba para siempre al uso de la fuerza para
resolver las controversias internacionales, y a la misma vez rechazaba tener
fuerzas bélicas de ningún tipo. El derecho de beligerancia no le era reconocido.
Ahora bien, la evolución de la Guerra Fría, y el hecho de que Estados Unidos
requiriera en Japón un mayor papel en la esfera de seguridad, llevó al gobierno
japonés a interpretar que esto no contradecía el artículo 51 de la Carta de las
Naciones Unidas, que permite a los estados el uso de la legítima defensa ante
ataques de terceros países.
Las islas Okinawa fueron devueltas a Japón en 1972. La soberanía de las Kuriles, sin em-
bargo, sigue siendo motivo de disputa entre las autoridades niponas y rusas, y es el factor
principal de que los dos países no hayan firmado un Tratado de Paz.
Los mismos días que se firmaba el Tratado de Paz, Estados Unidos y Japón
firmaban un Tratado�de�Seguridad en el que se establecían en solo cinco ar-
tículos las relaciones de seguridad que tenían que regir ambos países. En su
artículo 1, Japón aceptaba el establecimiento de fuerzas de tierra, mar y aire
norteamericanas en territorio japonés que tenían que ser utilizadas para con-
tribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad en Asia oriental. Estados
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Para paliar las pésimas condiciones en las que había quedado después de la
Segunda Guerra Mundial, Japón se basó en dos elementos: las importantes
ayudas económicas procedentes de Estados Unidos y la elevada capacidad tec-
nológica y de producción de la industria pesada del país, resultado de su gran
actividad durante el conflicto bélico. Por supuesto, nada de esto habría sido
posible sin una regeneración previa de la industria japonesa. Desde 1946 se
había ido creando en Japón un entramado de instituciones económicas, fi-
nancieras y bancarias para estimular la recuperación económica. Estas medi-
das políticas internas fueron acompañadas del esfuerzo personal de la «gene-
ración de posguerra» que trabajó para superar el sentimiento de culpabilidad
y el orgullo nacional seriamente dañado tanto por la actuación en la guerra
como por la derrota. Junto con las ayudas norteamericanas y la política guber-
namental proteccionista japonesa, estas instituciones crearon el marco básico
que facilitó el posterior despegue económico del país.
© FUOC • PID_00271364 25 El contexto histórico de Asia oriental: la Guerra Fría
Una vez acabada la guerra, durante un periodo de transición las Naciones Uni-
das favorecieron la celebración de elecciones en la península con el objetivo
de establecer una Corea unida. Ahora bien, Stalin rechazó la propuesta, que
© FUOC • PID_00271364 26 El contexto histórico de Asia oriental: la Guerra Fría
fue interpretaba como una injerencia que no garantizaba que las elecciones
fueran limpias y justas. Después de las elecciones celebradas en mayo de 1948,
el presidente electo Syngman Rhee proclamó la República de Corea del Sur
el 15 de agosto de 1948, y el 9 de septiembre Kim Sung-il proclamaba la Re-
pública Popular de Corea del Norte. Mientras en el sur Syngman Rhee había
acumulado un poder absoluto bajo la fachada de una democracia liberal, en el
norte el líder Kim Sung-il, líder del Partido Comunista, instauró un régimen
comunista y una dictadura del proletariado.
Durante los últimos años de la década de los cuarenta, las desavenencias ideo-
lógicas y políticas entre los dos países se fueron volviendo cada vez más in-
tensas. Finalmente, en junio de 1950, el ejército comunista del norte lanzó
una ofensiva sorpresa contra las tropas del sur, con la esperanza de que los
norteamericanos no pudieran intervenir a tiempo para frenar el avance y los
norcoreanos pudieran aplicar una política de fait accompli. Esta ofensiva marcó
el inicio de una guerra entre ambos países a la que pronto habría que sumar
a Estados Unidos, que apoyaron a Corea del Sur, y el apoyo de las Naciones
Unidas y de Japón. La Unión Soviética y la joven República Popular de China
prestaban ayuda a Corea del Norte.
La guerra duró tres años, en los que la tensión escaló notablemente en mo-
mentos, como cuando el general MacArthur amenazó con el uso de la bomba
atómica contra China, o cuando interpretó el mandato del Consejo de Segu-
ridad con la pretensión de seguir avanzando más allá del paralelo 38 para ase-
gurar la contención del comunismo. Después de una serie de enfrentamientos
y mucha tensión y varios intentos de negociación, ambas partes firmaron un
alto el fuego el 27 de julio de 1953 y la península coreana quedó finalmente
dividida por la zona desmilitarizada que atraviesa el paralelo 38.
Las razones por las que Estados Unidos intervino en el conflicto se pueden
resumir en el miedo a una invasión china de la península coreana, a la necesi-
dad del gobierno americano de hacer frente a las presiones internas de algunos
grupos que lo acusaban de haber «perdido» a China como potencial aliado
durante la Segunda Guerra Mundial, y a la importancia de poner a prueba la
llamada Doctrina�Truman, que consistía en la contención del comunismo en
todo el planeta ejerciendo los medios necesarios, en este caso la intervención
militar.
Los efectos de la guerra fueron devastadores para todas las partes implicadas.
El número de víctimas mortales ascendió a cerca de un millón y medio, las
economías de Corea del Norte y Corea del Sur quedaron destruidas y el nú-
mero de heridos y desplazados superó los de cualquier guerra anterior en Asia
oriental. En cuanto al impacto�geopolítico, la división de la península en dos
países cristalizó el nuevo orden bipolar en Asia oriental. Corea del Sur quedó
definitivamente integrada dentro de la esfera de influencia norteamericana,
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mientras que Corea del Norte se alineó con el bloque comunista sino-soviéti-
co. A pesar de que la guerra formalmente finalizó en 1953, las heridas entre
norte y sur permanecieron –y siguen– abiertas.
© FUOC • PID_00271364 29 El contexto histórico de Asia oriental: la Guerra Fría
En este apartado analizaremos el papel que Japón tiene como nueva poten-
cia económica en la zona de Asia oriental, y como el cisma sino-soviético, pa-
radójicamente, acaba produciendo una oportunidad para una aproximación
contra natura como son la China de Mao y los Estados Unidos de Nixon. Fi-
nalmente, analizaremos el papel que tuvieron los procesos de cooperación re-
gional en la zona del Sudeste asiático.
Esta calma interna solo se alteraría por la crisis de los misiles en Cuba (1962)
y por el inicio de la intervención norteamericana en Vietnam (1964). Ahora
bien, a pesar de la insistencia de Washington para que Japón tuviera un papel
más relevante ante estas crisis, el gobierno japonés no participó en ninguno
aduciendo que su Constitución pacifista le impedía enviar cualquier tipo de
tropas. Consiguientemente, Japón no se vio involucrado directamente en nin-
guno de estos conflictos. La posición hegemónica de Estados Unidos era la
condición perfecta para que Japón dejara su seguridad en manos del ganador.
En términos de seguridad se trata de una actitud de buck-passing (o pasar la
patata caliente) que adoptan algunos estados que tienen que escoger entre di-
ferentes bandos enfrentados.
Fuente: https://www.researchgate.net/figure/trends-in-gdp-growth-rates-and-gdp-per-capita-in-
japan-1945-1999_fig13_26626391
El general Charles de Gaulle, en una visita de Ikeda a París, se dirigía al primer ministro
como «el vendedor de transistores», a la vez que comentaba con cierta insolencia, por lo
alto que era el general, que desde su altura uno podía ver las cosas con más distancia.
Los juegos olímpicos de Tokio, los primeros que organizaba un país asiático,
sirvieron para que la comunidad internacional comprobara con estupefacción
los impresionantes adelantos que el país, en menos de veinte años, había ex-
perimentado. La perfecta organización de los juegos, las instalaciones con for-
mas futuristas y el establecimiento de trenes de alta velocidad (el llamado Shin-
kansen) demostraron finalmente que había que tomarse seriamente a la loco-
motora japonesa.
La otra cuestión que supo resolver la administración Sato fue el estatus jurídi-
co de las islas de Okinawa, que hasta entonces habían quedado bajo soberanía
de Estados Unidos. En una visita a Okinawa en 1965, Sato declaraba que, a
menos que este archipiélago fuera devuelto a su patria, el periodo de posgue-
rra no acabaría nunca. Después de continuar las negociaciones con los nor-
teamericanos para conseguir pronto el retorno de las islas, fue finalmente el
presidente Nixon quien públicamente prometió su anhelada devolución para
el año 1972.
Este nuevo entorno implicó un cambio de estrategia por parte de Estados Uni-
dos en relación con Asia. En julio de 1969 se anunciaba la Doctrina�Nixon,
también conocida como la Doctrina�Guam, según la cual Washington recor-
taba sus compromisos hacia la seguridad regional y pasaban parte de sus costes
a los países de la zona, incluyendo a Japón. Como ejemplo de esta renovada
confianza en Japón y las posibilidades que este compartiera los costes de su
seguridad, Estados Unidos devolvía la soberanía de Okinawa, lugar estratégico
clave en la zona del mar de Japón, a pesar de mantener una presencia militar
importante en las islas.
Durante la década de los setenta y principios de los ochenta, el país había con-
solidado este enorme éxito económico que no solo nadie ya no cuestionaba,
sino que, además, se empezaba a ver a Japón como próximo «número 1».
Bibliografía
Durante esta época surgieron una gran cantidad de libros que trataban de explicar los
motivos del éxito económico japonés a la vez que alertaban del miedo que el país se
convirtiera en la superpotencia que desafiara el poder norteamericano. Algunos ejemplos
son Japan as Number 1. Lessons for America, de Ezra Vogel, Theory Z. How American Business
can Meet the Japanese Challenge, de G. Ouchi, y The Enigma of Japanese Power, de Karel
van Wolferen.
Este enorme triunfo del modelo japonés era, en gran medida, producto de su
éxito comercial a escala global, especialmente en la zona del Sudeste asiático,
donde la presencia de empresas japonesas era cada vez mayor. Pronto haría
fortuna la metáfora visual descrita en el primer módulo, es decir, el de una
bandada de ocas salvajes, en cuyo frente se situaría Japón y, progresivamente,
lo irían siguiendo el resto de economías industrializadas de la zona.
Esta relación, lejos de tener las connotaciones imperialistas que habían tenido
durante la guerra, sí levantó el recelo y la desconfianza hacia un modelo de
dependencia económica que no acabaría beneficiando a ambas partes del mis-
mo modo. En un intento de ajustar la Doctrina Yoshida a una nueva realidad
del país como nuevo motor económico regional, pero que a la vez no levan-
tara la desconfianza del resto de economías, Japón adoptaría los principios de
la Doctrina�Fukuda.
El nuevo primer ministro Fukuda Takeo (1976-1978) asentaría las bases de una
diplomacia según la cual Japón no se convertiría en una potencia militar y
establecería relaciones económicas y culturales basadas en la confianza mu-
tua con todos los países de la zona del Sudeste asiático. En la práctica, esta
declaración suponía aceptar y tolerar los diferentes regímenes políticos de la
zona, y concentrarse en los temas económicos y comerciales, sin intervenir
directamente en la seguridad de la zona. Precisamente, la forma de influir en
la seguridad regional sin utilizar la fuerza militar se conocería con el nombre
de seguridad «comprehensiva».
señal que indicaba que había que ver a la Unión Soviética como un rival y no
un aliado. Como hemos visto, el cisma sino-soviético se había producido en
1960, con la retirada de los técnicos soviéticos de Beijing.
Leonid Brézhnev
Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/leonid_Brézhnev
movilización política sin precedentes que duró una década y que implicó una
gran virulencia por parte de los «guardias rojos» por medio de sus comités re-
volucionarios.
Fuente: https://www.wattpad.com/596362545-debunking-lies-about-communism-the-cultural
El punto álgido del conflicto se produce en 1969, cuando las tropas soviéticas
y las chinas se enfrentan al río Ussuri, en la frontera de los dos países. Mao
decide enviar más de un millón de soldados chinos a la zona y los soviéticos
parecen a punto de atacar. Estados Unidos, en boca del consejero de Seguridad
del nuevo presidente Richard Nixon, Henry Kissinger, establece una directriz
clara en caso de conflicto: Estados Unidos se mantendrá neutral.
Después del éxito que supuso este encuentro entre Kissinger y Zhou Enlai, y
el inicio oficial de negociaciones entre ambas partes, el mismo julio de 1971
Richard Nixon anunció en televisión su intención de visitar China en febrero
de 1972. El shock que produce a la opinión pública japonesa es tan grande que
en el país se conoce como Nikushon shokku, es decir el «choque Nixon».
Después de la visita histórica y llena de simbología entre las dos partes para
demostrar la buena sintonía que había entre ambos países, estos trabajarán
para firmar una declaración conjunta que se conoce con el nombre de Comu-
nicado�de�Shanghai y que se aprobará el 28 de febrero de 1972. Los puntos
esenciales de este comunicado serán:
1) La aceptación, por parte de Estados Unidos, del principio One China Policy,
es decir, solamente existe una sola China, la comunista.
El único escollo para que funcionara bien esta alianza entre China y Estados
Unidos seguía siendo el tema de Taiwán, que, en palabras de Miller y Wich
(2011), continuaba siendo la «cuestión crucial que obstaculizaba la normali-
zación de las relaciones». En efecto, ambas partes negociaron una fórmula que
permitiera contentar a Washington, Beijing y Taipéi. Finalmente, Estados Uni-
dos reconoció que el Partido Comunista Chino era el único gobierno legítimo
del gobierno chino, que Taiwán era una provincia china, y que en cualquier
caso se trataba de un asunto interno del país. Finalmente, el 1 de enero de
1979, Estados Unidos y China normalizaban sus relaciones diplomáticas con
un comunicado conjunto.
El hecho de que Nixon visitara a Mao sin previa consulta en el gobierno japo-
nés y que marcara una nueva línea estratégica hacia China basada en un acer-
camiento diplomático, cogió a Tokio totalmente por sorpresa, hasta el punto
que, como hemos apuntado, este episodio se conoce como ニクソン·ショック
(Nikuson shokku, ‘el choque Nixon’). Después de una intensa batalla interna
en el seno del gobierno japonés entre los grupos pro Taiwán y los grupos pro
China, el sucesor de Eisaku Sato, Kakuei Tanaka Kakuei, ayudado por una opi-
nión pública que veía con buenos ojos el acercamiento con la China comu-
nista, acaba aceptando los Tres Principios de la Normalización de las Relacio-
nes entre Japón y China (日中復交三原則, nichuufukousangensoku). Estos tres
principios suponían:
A pesar de las reticencias de Tanaka a aceptar este último punto, y ante la fuer-
te presión ejercida por la Keidanren (patronal japonesa) para que su gobierno
impulsara las relaciones económicas y comerciales con China, en agosto de
1978 se firma el Tratado de Paz y Amistad entre Japón y la República Popular
de China, por el que se restablecían las relaciones diplomáticas.
La consecuencia más visible de esta renovada confianza entre ambos países fue
una primera lluvia de yenes en forma de AOD, es decir, préstamos a bajo coste
dirigidos a la construcción de infraestructuras (puertos, ferrocarriles e, incluso,
una planta hidroeléctrica). Además, Japón destinaría en inversión extranjera
directa un total de cien millones de dólares de incremento.
© FUOC • PID_00271364 43 El contexto histórico de Asia oriental: la Guerra Fría
Ejercicios de autoevaluación
1. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones no es una característica de la Guerra Fría?
2. ¿En qué conferencia que reunía a los Big Three se discutió cuál tenía que ser el orden
asiático de posguerra?
a) de Estados Unidos, porque a partir de los años cincuenta se percibió la enemistad entre
China y la Unión Soviética dentro del comunismo.
b) de la alianza entre nacionalistas y comunistas, puesto que pudieron echar a Japón del
territorio chino.
c) de Chiang Kai-Shek, porque se proclamó presidente de la República de China en Taiwán.
d) Ninguna de las respuestas anteriores es cierta.
a) creen que Estados Unidos se equivocó al prever que la alianza entre nacionalistas y comu-
nistas perduraría.
b) creen que las condiciones domésticas y la unión revolucionaria de los campesinos explican
el resultado de la guerra.
c) creen que los factores externos son más importantes que los factores domésticos.
d) Todas las respuestas anteriores son ciertas, porque no hay consenso entre los historiadores.
a) que Japón perdía casi todas las colonias, pero podía mantener la independencia de su
política interna.
b) que Japón sería ocupado por las tropas aliadas, pero podía mantener la independencia de
su política interna.
c) que Japón renunciaba a participar en guerras futuras, pero podía mantener la indepen-
dencia de su política interna.
d) Todas las respuestas anteriores son incorrectas.
10. Entre otras cuestiones, la Unión Soviética participó en la Guerra de Corea para...
a) hacer frente a los grupos internos que lo acusaban de haber perdido a China como poten-
cial aliado durante la Segunda Guerra Mundial.
b) garantizar su liderazgo en el bloque comunista ante China.
c) Las dos respuestas anteriores son correctas.
d) Las dos respuestas anteriores son incorrectas.
a) Estados Unidos aceptaba que la China comunista era el gobierno legítimo, y Taiwán pasaba
a ser una provincia más de China.
© FUOC • PID_00271364 45 El contexto histórico de Asia oriental: la Guerra Fría
b) China y Estados Unidos se comprometían a darse apoyo logístico en caso de que el otro
entrara en conflicto con la Unión Soviética.
c) China y Estados Unidos se comprometían a normalizar las relaciones diplomáticas.
d) China y Estados Unidos se comprometían a no buscar la hegemonía en Asia-Pacífico.
Solucionario
Ejercicios de autoevaluación
1.�b
2.�b
3.�d
4.�d
5.�d
6.�d
7.�a
8.�d
9.�b
10.�b
11.�c
12.�a
13.�a
14.�d
15.�b
16.�b
© FUOC • PID_00271364 47 El contexto histórico de Asia oriental: la Guerra Fría
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