El Oráculo de La Buena Suerte Introducción
El Oráculo de La Buena Suerte Introducción
El Oráculo de La Buena Suerte Introducción
Introducción
Me sentía un poco nostálgico, acababa de terminar la universidad, no lo podía creer,
los cinco años de estudios se habían pasado volando.
Cuando estás estudiando parece que te falta muchísimo para terminar tu carrera, crees
que aún quedan innumerables días de estudio y diversión con tus amigos, pero uno de
esos días se convierte en el último, y unas semanas después, te gradúas como bachiller.
Un día estás ingresando en la universidad y otro día estás preparando y volanteando
tu curriculum por todos lados…jajaja.
El tiempo de las aulas había terminado y el tiempo de trabajar en las empresas estaba
por empezar. Yo al igual que todos mis compañeros empezamos a buscar trabajo. Me
preguntaba por dónde debería empezar, yo no contaba con buenos contactos en
empresas que me informaran a tiempo de las vacantes de trabajo o me abrieran las
puertas para al menos presentar mi curriculum, tendría que intentar otros caminos.
Fue así como el comprar el periódico dominical se convirtió en una rutina obligada cada
semana, en esa época era allí donde se publicaban las mejores ofertas de trabajo.
No había aviso de trabajo y entrevista a la que no me presentara, por más extraña o
lejos que fuera. Los meses pasaron y ninguna entrevista rendía sus frutos, el teléfono
seguía en silencio para mí. Me lamentaba por mi mala suerte.
La mayoría de mis compañeros de promoción, a quienes en ocasiones encontraba en
las entrevistas ya habían logrado colocarse en una empresa.
Yo seguía sin encontrar mi primer trabajo. Aprovechaba mi disponibilidad de tiempo
para visitar la Universidad en búsqueda de avisos de trabajo que en ocasiones pegaban
en las oficinas de la Escuela, a la par gestionaba los trámites para la realización de mi
tesis, hasta ese momento todos los que habíamos terminado la carrera solo teníamos
el grado de Bachiller, nos faltaba realizar y sustentar la tesis para obtener el título
profesional, que era un requisito para acceder a mejores oportunidades laborales.
En una de mis visitas a la universidad me encontré con un amigo que había egresado
cinco años antes, nos saludamos de la mano y conversamos un poco recordando
nuestros tiempos en las aulas, me comentó que estaba trabajando en una Empresa de
Asesoría Ambiental. En un momento de la plática me hizo la pregunta del millón: «¿Y
Dónde estás trabajando?».
Yo no sabía que responderle, me avergonzaba que después de meses de haber
egresado aún no hubiera encontrado trabajo. Aun así, le dije la verdad. El me miró sin
juzgarme, me pidió mi número de celular y me dijo que si se enteraba de alguna
oportunidad de trabajo no dudaría en llamarme. Nos despedimos y me deseó mucha
suerte. Era justo lo que me faltaba, suerte. Hasta ahora no me había favorecido para
nada.
Mientras mis amigos habían empezado con buen pie en sus primeros trabajos, algunos
en empresas Mineras importantes, otros en empresas de Producción o en grandes
Entidades Financieras, yo seguía pateando latas como decimos en mi país.
Hasta que al fin me llamaron de una empresa, había tenido una primera entrevista en
ella hace tres días y parece que había pasado la primera fase del proceso de selección.
Fue una de esas entrevistas donde revisan la coherencia de tu curriculum y te hacen
preguntas generales para conocerte un poco:
• ¿Qué puedes decirme sobre ti?
• ¿Por qué has elegido este camino profesional?
• ¿Qué otro camino profesional te hubiera gustado elegir?
• ¿Cuál consideras que es tu mayor fortaleza?
• ¿Cuál crees que es tu mayor debilidad?
La amable señorita que llamó a mi casa me informó que estaba invitado a participar en
la siguiente fase de selección, la segunda entrevista, sería dentro de dos días a la misma
hora que la anterior, a las ocho de la mañana.
La Empresa era una Entidad financiera, si bien el sector financiero no era el más
apasionante para mí, yo me veía más dirigiendo y supervisando los procesos de una
empresa de producción; aun así, decidí que presentarme a esta Entidad Financiera, en
especial porque se trataba de una gran empresa, la Entidad Financiera más grande de
todo el país, con presencia en todo el Perú y en el extranjero, era una gran oportunidad
laboral y no podía desperdiciarla. Además, las ofertas de trabajo no me estaban
sobrando que digamos.
Me preparé durante esos dos días para la siguiente entrevista. Frente al espejo, me
hacía preguntas que yo mismo respondía intentando ser lo más natural posible:
• ¿Por qué te interesa trabajar en esta empresa?
• ¿Qué puede aportar a la empresa?
• ¿Cuál fue la decisión más difícil que tuviste que tomar en algún trabajo
anterior?
• ¿Cuáles fueron las asignaturas que más te gustaron? ¿y las que menos? ¿por
qué?
• ¿Descríbame como te ves dentro de cinco años?
• ¿Por qué tenemos que cogerle a usted y no a otro?
• ¿Cuánto le gustaría ganar?
• ¿Cuáles son sus objetivos a largo plazo?
Mejoraba mis respuestas frente al espejo si creía que no me gustaban del todo.
Pasaron los dos días y llegó el momento de comprobar de que estaba hecho.
Llegué unos minutos antes de las ocho para la segunda entrevista, había ya dos
candidatos más, un joven y una señorita. Saludé a la señorita de recepción y a los dos
jóvenes, luego me senté junto a ellos. A los pocos minutos empezaron a llegar más
candidatos, dos de ellos eran mis compañeros de promoción. Uno era un gran amigo
mío, con el otro compañero no habíamos compartido muchas cosas en común durante
la universidad, como cursos, tareas o grupos de diversión.
En total llegamos a ser ocho candidatos a quienes entrevistarían, estaba tranquilo de
ser el tercero en el orden de las entrevistas, porque obviamente respetarían el orden
de llegada o ¿no?
La entrevista empezó a las ocho y diez de la mañana, para mi sorpresa nos hicieron
pasar a todos juntos. «Estoy frito», me dije, se trataba de una entrevista grupal para la
cual no me había preparado en lo absoluto. Y esta vez había tres entrevistadores, uno
más que en la entrevista anterior.
Se trataba de una dinámica grupal, el objetivo de los entrevistadores era evaluar cómo
interactuábamos entre candidatos, identificar cómo nos comportábamos en
situaciones simuladas que ellos planteaban al grupo para determinar nuestras
características personales y compararnos unos con otros. Esto les permitiría elegir a
los candidatos que mejor podrían adecuarse al puesto y la empresa.
Todo pasó muy rápido, y en menos de 30 minutos la entrevista grupal había terminado.
Nos despedimos de los entrevistadores, ellos nos agradecieron por haber participado.
Para mi sorpresa parece que no lo había hecho tan mal porque a los dos días me
volvieron a llamar, había quedado entre los tres finalistas del proceso de selección, eso
significaba que sólo faltaba una última entrevista. Esta vez sería al día siguiente a las
once en punto de la mañana.
Al siguiente día mientras me estaba alistando para en una hora salir de camino a la
entrevista final de trabajo, me llamaron de otro proceso de selección para decirme que
me habían seleccionado para un puesto de Supervisor de Producción en una Empresa
Industrial a la que hace una semana me había presentado, era extraño porque sólo me
habían realizado una entrevista, aun así, la señorita que me llamó hablaba bien en
serio, me informó sobre los documentos que debería presentar para mi contratación.
No lo podía creer, ahora tenía dos buenas opciones de trabajo, una en proceso final de
selección, en la Entidad Financiera y en la otra ya tenía el puesto ganado, en la Empresa
Industrial, lo que más me entusiasmaba es que era para el puesto que yo estaba
deseando, y se trataba también de una gran empresa, una Industrial, justo como yo
quería. El único inconveniente es que el puesto de trabajo se encontraba en otra
ciudad y tenía que presentarme ese mismo día por a las tres de la tarde para un
programa de inducción del personal nuevo.
Tenía que tomar una decisión, si me presentaba a la entrevista final de la Entidad
Financiera talvez no podría llegar a tiempo al programa de inducción de la Empresa
Industrial por la tarde; además, no era cien por ciento seguro que yo iba a ser el elegido
para el puesto entre los tres candidatos finalistas. No podía arriesgarme y seguir
perdiendo más tiempo sin un trabajo. Decidí no presentarme a la Entidad Financiera,
llamé para avisar, agradecer y disculparme.
Regresé a casa, almorcé con tranquilidad después de muchos meses, ya no tenía que
preocuparme em buscar trabajo, ya lo había encontrado en la Empresa Siderúrgica.
Busqué los documentos que me habían pedido, me alisté para un viajé rápido, tomé el
bus que me llevaría a la otra ciudad. Aproveché para descansar un poco, por primera
vez pude descansar sintiéndome un egresado ganador.