En Otoño Los Gatos Tienen Colita

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 54

1

EN OTOÑO LOS GATOS TIENEN COLITA


Farsa cómica, original de Alejandro Licona.

(Callejón. En un poste hay un letrero que indica que


2

allí es una parada de autobuses. Entra JAVIER con un


portafolio el cual abraza)

JAVIER: Todo marcha sobre ruedas. Ha sido más fácil de lo que pensé
(consulta su reloj). Aún hay tiempo. Tú calmado. Será hasta
después de las dos que se empiecen a maliciar algo. Me
gustaría ver sus caras, sobre todo la de Ordoñez. ¿Gonzalitos
hizo eso? ¿Cómo Gonzalitos? Si él es incapaz… Y Gonzalitos
dándose la gran vida, viviendo como rey (suspira) Al fin seré
alguien, el que quiero ser. Fuera corbata (se la quita) siempre
la he detestado, pero qué hace uno si se la imponen. “Esta
empresa es seria y debemos dar buena imagen, Gonzalitos.
Consígase una corbata por favor y nunca, por ningún motivo
vuelva a venir sin ella”. Y todos mirándome. Yo que iba a
saber. Soy office-boy, señor. “Todos deben de venir con
corbata, Gonzalitos. Esto no es oficina de gobierno, recuérdelo
no quiero regresarlo en su primer día de trabajo”…Y desde
entonces a usar esto, como un yugo, como un símbolo de
esclavitud. Ojalá este pedazo de tela de veras nos hiciera más
decentes, más distinguidos. ¿Han visto a los coyotes de la
delegación? ¿A los abogados tinterillos? Sin bañar, con sus
trajes astrosos, opacos por la mugre, pero eso sí todos ellos
con sus corbatas. Sucia, pasada de moda. ¿A quién quieren
engañar? Se ven mal. mejor quítensela…(Deja de abrazar su
portafolio para cargarlo normal) Pueden sospechar. Pero es que
es tanto dinero. Fácil como dos años de trabajo. No, que dos
años, más. De aquí al aeropuerto. Mi avión sale a las cinco.
¿Sí trajiste todos tus documentos? A ver, pasaporte, cartilla,
boleto… Todo perfecto… ¿Y si mejor tomas un taxi? No, no.
Apégate a tu plan. Si viajas en autobús nadie sospechará.
Ojalá no tarde.

(De una casa sale la SEÑORA con una escoba. Al


reparar en JAVIER se acerca a él)

SEÑORA: ¿Está esperando el camión? Porque aquí no pasa.

JAVIER: ¿Está segura, señora? Porque ahí está la señal y las marcas en
el pavimento.
3

SEÑORA: Tiene años que no pasa. Yo sé lo que le digo. Váyase.

JAVIER: Está bien, señora (no se mueve).

SEÑORA: (Tras pausa) ¿No piensa marcharse?

JAVIER: Voy a esperar un taxi, un microbús, lo que pase primero.

SEÑORA: Tampoco pasan. ¿No se ha dado cuenta que esto es un


callejón? Aquí no pasa nada. Váyase a la avenida (al ver que él
no se mueve) ¿Está usted sordo? ¿No me está escuchando?

JAVIER: Perfectamente, señora.

SEÑORA: ¿Y qué espera entonces para irse?

JAVIER: Bah, ¿y qué prisa tiene para que me vaya?

SEÑORA: Si se queda aquí al rato van a empezar a llegar otras personas


que van a creer que efectivamente esto es una parada. ¿Y qué
va a pasar? Que van a dejar esto peor que un muladar, lleno
de basura, gargajos y chicles. No faltará quien vaya a mear mi
puerta, aplaste mis plantas o ponga las patotas en mi pared. Al
llegar más gente pondrán puestos de fritangas y con ellos las
moscas, los perros y el mal olor. ¿Ha olido las tripas
cociéndose? ¿Las vísceras? Proliferarán las ratas, se meterán a
mi casa. Esta calle olerá agrio, se devaluará. Los buenos
vecinos se marcharán, malbaratando sus casas que de ahora en
adelante serán habitadas por gente baja, soez y malviviente y
todo porque usted insiste en tomar el autobús aquí.

JAVIER: Ahí está la señal, yo no la puse, señora.

SEÑORA: O sea que insiste en quedarse.

JAVIER: La calle es de todos. No puede impedirme que me quede aquí.

SEÑORA: Está bien, como guste. Pero conste que…


4

JAVIER: ¿Qué?
(La SEÑORA se pone a barrer, arrojándole el polvo a
los pies de JAVIER)

JAVIER: (Molesto) ¿Qué no puede arrojar la basura a otra parte?

SEÑORA: La calle es de todos. Usted no puede impedir que yo barra,


¿o sí?
(JAVIER va a decirle algo, pero no se quita de su
lugar. Entra el GALÁN quien se forma junto a
JAVIER)

SEÑORA: (Enojada) ¿Ve lo que ocasiona, pendejo?

(La SEÑORA se mete a su casa dando un portazo)

GALÁN: (Tras pausa) ¿No tendrá un cigarro que me regale?

(JAVIER asiente para buscarse en los bolsillos. Le


ofrece un cigarrillo. El GALÁN lo va a tomar, pero
se detiene)

GALÁN: ¿Lo podría poner en el suelo?

JAVIER: (Desconcertado) ¿En el suelo?

GALÁN: Suena extraño, pero más vale.

(JAVIER se encoge de hombros para hacerlo. El


GALÁN lo levanta. JAVIER se lo enciende)

GALÁN: Muchas gracias… (Aparte) Parece mentira cómo nuestra vida


puede cambiar de un momento a otro. Yo era feliz. Bueno, la
pasaba lo mejor posible. Después de todo, ¿quién no busca
GALÁN: (Cont.) disfrutarla? Y lo que sea de cada quien a mí nunca me
faltó quien quisiera acompañarme. Sobraban… (Triste) Me
sobraban…
(El GALÁN camina a otra parte del escenario en
5

donde se acicala frente a un espejo imaginario. Ensaya


sonrisas, miradas y poses de Don Juan)

GALÁN: Bueno, a lo que te truje. Creo que todo está listo. Flores, coñac.
Ya puse a enfriar el champán. Ojalá no beba mucho porque
solo compré una botella. Está carísimo (se acuerda de algo) Ay, la
música. No la he escogido (recapacita) No, mejor búscala en el
momento. Es cachondo ponerse a buscar discos (seductor) ¿Qué
prefieres? ¿Brahms o Julión Álvarez? Tengo grabaciones
exclusivas. Bueno, pues vámonos. Ojalá no haya mucho tráfico
aunque siempre es elegante llegar tarde.

(Tocan en la puerta. El GALÁN se extraña para


acudir a abrir. En la entrada aparece ESTELA)

GALÁN: Ah, hola Estela, ¿qué cuentas?

ESTELA: Nada, aquí nomás, ¿tú? Ay, que elegante. No estás ocupado,
¿verdad?

GALÁN: No, pero…

ESTELA: (Entra) Invítame un café entonces. Necesito hablar contigo.

(El GALÁN duda por unos momentos. ESTELA se


mete sin esperar invitación)

GALÁN: Pásale. Nada más que tengo un poco de prisa.

ESTELA: No pienso tardarme (mira en torno) ¿Sabes qué me fascina de tu


casa? Que siempre la tienes arreglada y con flores. Me encanta.

GALÁN: ¿No podríamos mejor vernos otro día?

ESTELA: Rodolfo. Hace meses que no nos vemos. Que no sabemos el


uno del otro.

GALÁN: Me hubieras hablado. Es que ahorita tengo una cita… De


negocios.
6

ESTELA: ¿Y no puedes llamar diciendo que vas a llegar tarde?

GALÁN: Cómo crees. Eso no se hace. Es importante además.

ESTELA: Me imagino… ¿No me vas a ofrecer nada?

GALÁN: Estela, en serio me tengo que ir. No es que te corra, cariño.

ESTELA: (Enternecida) Ay, hacía tanto tiempo que no me decías así.


Me encanta.

GALÁN: Mira, mañana no tengo nada qué hacer. ¿Por qué no vienes
y recordamos viejos tiempos?

ESTELA: ¿Por qué nunca me llamaste? Te hablaba a diario. ¿Qué nunca


te pasaron mis recados?

GALÁN: ¿Por qué no hablamos de eso después, Estela? Se me está


haciendo tarde.

ESTELA: Cuando andábamos yo era lo más importante para ti, Rodolfo.

GALÁN: Pero ya no andamos, mi vida…

(La mujer lo mira con tristeza y reproche)

GALÁN: Mañana puede ser. Si quieres de una vez quedamos en la hora.

ESTELA: ¿Cómo puedes decirme eso después de todo lo que vivimos?


Cuando menos trátame como amiga.

GALÁN: Mi amor, no creo ser grosero ni descortés. Simplemente hoy no


GALÁN: (Cont.) podemos platicar. Entiéndelo, ¿sí? Ahora si me
permites…

ESTELA: Cuando menos dime por qué tronamos.

GALÁN: (Impaciente) Estela, mañana hablamos todo lo que quieras.


7

Ahorita no puedo.

ESTELA: Sólo quiero saber. No creo haberte hecho nada. Andábamos, sí


pero, ¿cuándo terminamos? De buenas a primeras me cortas
sin decirme por qué.

GALÁN: ¿Te vas o te quedas? Te puedo dar un aventón. Voy por tu


rumbo.

ESTELA: Rodolfo. Dime por favor.

GALÁN: Desde el principio quedamos que era sin compromiso. Que si


lo hacíamos era para… Sentirse bien, acompañados. Nunca te
pedí nada ni tú a mí. Ya pasó. Cada quien por su lado.

ESTELA: Rodolfo, no te puedes pasar la vida de acostón en acostón.


Necesitas echar raíces.

GALÁN: Así soy feliz. Nunca te lo oculté. Lo sabías (consulta su reloj)


¡Puta madre, es tardísimo! Deja avisar que voy a llegar tarde.

(El se dirige a un teléfono, pero se detiene)

GALÁN: Mejor hablo del estudio. No tardo.

ESTELA: Sí, mi amor.

GALÁN: (Aparte) Pinches viejas. No se les puede dar amor porque de


inmediato se sienten con derecho a todo. Y todavía pregunta
la pendeja por qué la corté.

(Se marcha el GALÁN. ESTELA se sienta para abrirse


el escote y subirse la falda. Poco después regresa el
GALÁN)

ESTELA: ¿No vas a poner música?

GALÁN: ¿Quieres? ¿No que vamos a platicar?


8

ESTELA: Es que te ves tan varonil buscando discos. ¿Qué prefieres?


¿Brahms o Julión Álvarez?

GALÁN: (Por el escote abierto de ella) ¿Qué no andas con nadie, Estela?

ESTELA: El último fuiste tú y te sigo esperando.

GALÁN: Quedamos en que éramos libres, sin compromiso. Además lo


nuestro ya tiene rato. Si no has buscado es porque no has
querido.

ESTELA: ¿Le llamas rato a tres meses?

GALÁN: Pues sí, ¿no?

ESTELA: Has sido el mejor de todos, Rodolfo.

GALÁN: (Con falsa modestia) Tú también tienes lo tuyo.

ESTELA: ¿Por qué no seguir?

GALÁN: Porque me gusta mi libertad. No quiero estar atado a nadie,


por eso.

ESTELA: Ya no eres joven, Rodolfo. El tiempo pasa. ¿Quieres estar solo


el día de mañana?

GALÁN: Si tú te sientes vieja, no es asunto mío. Yo todavía la hago y


prueba de ello es que no falta quien quiera acompañarme.
¿Cómo voy a creer que en tres meses no hayas agarrado nada?
Y fea no estás, Estela.
ESTELA: Gracias. Siempre has sido muy amable, caballeroso…

GALÁN: Mira, si lo que pretendes es formalizar una relación, viniste al


lugar equivocado. No soy de ésos. Si quieres una cogida, órale
que valga de algo la visita.

(El GALÁN trata de manosearla, pero ella se resiste)


9

ESTELA: (Ofendida) ¡Suéltame!

GALÁN: ¿A qué vienes, entonces? Te abres, enseñas. Si no vienes a eso,


¿a qué chingados? ¿A que andemos de manita sudada? Estás
como operada del cerebro.

ESTELA: Cuando me acuesto con alguien me gusta amarlo.

GALÁN: (Aparte) ¿Ven por qué las corto? Porque todas son iguales.
Luego, luego quieren casa (a ESTELA) De haber sabido que
eras una pinche mojigata apretada, ni caso te hago. Te creí
inteligente, liberada. Mira nomás con qué mamada me vienes
a salir a estas alturas. ¿Sabes qué? Vete. Con suerte y todavía
alcanzo a la chava con la que quedé de verme.

(Se hace un silencio ominoso)

ESTELA: (Tras pausa) Ofréceme algo de beber. De seguro compraste


champán.

GALÁN: ¿No quieres mejor Tonaya? El champán es caro (con sarcasmo)


Lo uso sólo en grandes ocasiones.

ESTELA: ¿Sabes? No te sale ser malo. En el fondo eres bueno, tierno,


buscas protección.

GALÁN: Oh, sí y también tengo complejo de Edipo. Dicen además que


todos los donjuanes somos homosexuales en potencia. Es lo
que dicen todas cuando las mando al carajo, para desquitarse.
No importa. Me gusta ser así, disfrutar de la vida.
ESTELA: Estoy segura que vas a cambiar.

GALÁN: ¿Además de psicóloga eres adivina? Mira tú y yo que nunca


me di cuenta.

ESTELA: Es inútil que trates de convencerme de que eres muy malo. Te


conozco. No eres así. No necesitas hacerla de villano para
alejarme. No hace falta, de veras. ¿Brindamos?
10

(El GALÁN va a un mueble a servir dos copas)

GALÁN: ¿Por qué? ¿Por nuestro futuro y feliz matrimonio?

ESTELA: Claro. Porque seamos felices el resto de nuestros días.

GALÁN: Me encanta tu sentido de humor. ¿Sabes? Si alguna vez llegara


a casarme lo haría con una persona como tú. Eres buena
compañera y sumamente cotorra.

ESTELA: A esta casa le hace falta el toque femenino. Ahora que venga
pienso cambiar esas cortinas. Nunca me han gustado. Y poner
plantas. Dan tanta vida.

GALÁN: ¿Los muebles están bien o los cambiamos?

ESTELA: Están bien así, aunque la cocina la tienes muy descuidada.


Parece cocina de soltero.

GALÁN: Faltaba más. Desde mañana vamos a buscar muebles.

ESTELA: No crees que me venga a vivir contigo, ¿verdad?

GALÁN: Ay, Estela, eres fabulosa. Salud.

ESTELA: Salud.
(Beben. Pausa)

ESTELA: A propósito de salud, ¿hace cuánto que no te haces análisis de


ESTELA: (Cont.) sangre?

GALÁN: (La mira fijamente) ¿Por qué?

ESTELA: Nomás. Con eso del Sida nunca se sabe.

GALÁN: (Tras breve pausa) Sé con quién me meto.

ESTELA: Eso mismo decía una amiga y… Lo malo no es tanto morirse


sino que lo traten a uno como apestado. Ay, no te me acerques.
11

No me toques. Te dejan de visitar. Un perro se queda con más


amigos. Te lo deberías de hacer. No sale tan caro. Si quieres te
recomiendo un laboratorio. Es muy discreto.

GALÁN: Me encanta tu sentido del humor.

ESTELA: ¿Sí, verdad? ¿Qué más le queda a una?

GALÁN: (Asustado) No estarías tan tranquila platicando.

ESTELA: No. Lo duro es al principio. Después ya te acostumbras. Lo ves


normal.

GALÁN: Ay, Estela tan vaciada. Me fascinas.

ESTELA: Me alegro que lo tomes así. Pensé te ibas a poner como loco.

GALÁN: Pero no estás enferma, ¿verdad?

ESTELA: ¿Tú qué crees?

GALÁN: (Acorralado) Obvio que no.

ESTELA: Ay, Rodolfo. Sí estoy…

(Sumamente asustado, el GALÁN se pone de pie)

GALÁN: (Fuera de sí) ¿Y lo dices así, como si nada?


ESTELA: ¿Y cómo quieres que te lo diga?

GALÁN: ¡Hija de la chingada! ¡Dónde me hayas contagiado verás! ¡Te


puedes ir preparando!

ESTELA: ¿Y cómo sé que no fuiste tú el que me contagió? No hay modo


de saberlo.

GALÁN: (Jeremiqueando) ¡Sí, ahora yo, desgraciada! ¡Qué huevos más


azules tienes para venírmelo a decir!
12

ESTELA: Pensé que te gustaría saberlo.

GALÁN: Cabrona, que considerada eres…

(El GALÁN se calma repentinamente para comenzar a


reír)

GALÁN: Ya entendí. Híjole, Estela que mala eres. Por un momento me


la creí.
(ESTELA no responde y se limita a mostrarle un
documento)

GALÁN: ¿Esto, qué?

ESTELA: Lee por favor…

GALÁN: (Lee) “Síndrome de inmunodeficiencia adquirida”.

ESTELA: Sida para los cuates.

(El GALÁN se desploma, fulminado)

GALÁN: Hijo, Estela. Si esto es una broma, te juro que…

ESTELA: Ahí está el teléfono de los laboratorios. Puedes llamar cuando


gustes.

GALÁN: No puedo tenerlo. No yo.

ESTELA: ¿Y por qué no? ¿Qué te hace inmune? ¿Con cuántas no te haz
acostado?

GALÁN: Uta, pero todas decentes.

ESTELA: ¿Yo no soy decente?

GALÁN: ¿Quién sería? ¿Estarán todas contagiadas?

ESTELA: No te recomiendo que se los digas. Se van a poner furiosas. Te


13

echarán la culpa.

GALÁN: Ay, sí. Como si yo fuera el único.

ESTELA: Que manera de fregarse la existencia, ¿verdad?

GALÁN: ¿Y cómo cuánto nos quedará de vida?

ESTELA: Pues… Unos cuatro o cinco años, no más (tras breve pausa) Y a
vivir solo, segregado, señalado. A ése ni hablarle porque es un
sidoso. A menos que…

GALÁN: ¿Qué? ¿Qué?

ESTELA: Que vivas con una sidosa. Ni modo que te rechace o temas
infectarla. Se podrían acompañar, pasarla bien. El uno
comprendería al otro. Después de todo comparten el mal y
están irremediablemente condenados a morir más o menos al
mismo tiempo (suspira). Ay, pero qué tonta soy. Se me
olvidaba que a ti te gusta la libertad. Bueno, me retiro.

GALÁN: ¿Ya te vas?

ESTELA: Por supuesto. No quiero que llegues tarde a tu cita.

GALÁN: Espera, no te vayas.


ESTELA: ¿Y a qué me quedo?

GALÁN: Vente a vivir conmigo. Si quieres nos casamos.

ESTELA: Rodolfo, por favor. ¿Tú pidiéndome eso?

GALÁN: Hace rato dije que si me casaba con alguien, sería contigo. Lo
recuerdas, ¿verdad? También dije que eras guapa, inteligente.

ESTELA: Vieras que no me acuerdo.

GALÁN: ¿Entonces?
14

ESTELA: ¿De?

GALÁN: Vente a vivir conmigo (se hinca). Te lo pido, te lo suplico Estela.

ESTELA: Déjame pensarlo. Háblame o déjame recados en la oficina. Yo


luego te resuelvo. Nos vemos, que estés bien.

(ESTELA se marcha y deja hecho polvo al GALÁN


quien se pone de pie para regresar a la parada del
autobús)

GALÁN: Hija de su puta madre. Se salió con la suya. Nunca más volví
a saber de ella. Traté de vivir intensamente. Me reventé, gasté
todo lo que tenía en viajes, fiestas, vicios, sólo para terminar
más vacío que al principio. ¿Tiene caso continuar? ¿Esperar?
Yo sé que este autobús pasa por unas barrancas profundísimas.

(El GALÁN ocupa su lugar tras JAVIER. Entra una


pareja de jovencitos)

BEATRIZ: (Por unas pulseras) No te mediste, Ernesto. Están preciosas. Lo


que han de haber costado.

ERNESTO: (Culpable) ¿Te gustan?

BEATRIZ: Mucho. ¿Y por qué, Ernesto? Tú nunca me regalas cosas.


Vamos, ni siquiera en mi cumpleaños.

ERNESTO: Se me olvidan las fechas. Nunca he sido bueno para eso.

BEATRIZ: Es que no puedo creerlo. Tantos regalos juntos. Me compras


joyas, me llevas a peinar…

ERNESTO: Ten.

BEATRIZ: ¿Y esto?

ERNESTO: Me costó mucho. Ojalá te guste.


15

BEATRIZ: (Desenvuelve el paquete) ¿Qué es? (Deslumbrada) ¡Ernesto! Esto


es carísimo. Me va a dar cosa ponérmelo.

ERNESTO: ¿Te gusta?

BEATRIZ: Pero cómo no, si es finísimo. Deja olerlo… Mmmh, huele a


gloria. Ay, Ernesto. ¿Y por qué?

ERNESTO: Nomás. Para verte contenta.

BEATRIZ: (Besándolo) Te adoro, mi amor. Eres maravilloso.

ERNESTO: ¿No te lo vas a poner?

BEATRIZ: Ay, no, tan fino (recapacita) Bueno, ¿por qué no? Esta es una
gran ocasión.

(BEATRIZ se pone unas gotitas del perfume)

BEATRIZ: (Coqueta) Por si me besa, por si me abraza, por si se pasa…


¿Qué tienes? ¿Por qué estás tan serio?

ERNESTO: ¿Quién? ¿Yo? No, así soy.

BEATRIZ: (Tras breve pausa) ¿Me perdonas, Ernesto?

ERNESTO: ¿Perdonarte? ¿De qué, Beti?

BEATRIZ: (Se encoge de hombros) Cosas… He pensado mal de ti.

ERNESTO: (Muy atento) ¿Sí?

BEATRIZ: Sí… Pensé que eras como los demás. Como casi no me hablas.
Nomás para… Acostarnos. Nunca fuiste para regalarme una
flor, tener un detalle.

ERNESTO: (Incómodo) Pero ahora sí, ¿no?

BEATRIZ: Por eso te estoy explicando y no sabes el gusto que me da ver


16

que no eres así. Que te importo. Ay, Ernesto, estoy tan feliz.
¿Y qué película vamos a ir a ver? No me has dicho.

ERNESTO: No… Tengo que ver antes al maestro Grajales.

BEATRIZ: ¿El de matemáticas? ¿Y para qué?

ERNESTO: Necesito hablar con él. Tengo problemas.

BEATRIZ: ¿Volviste a reprobar, Ernesto?

ERNESTO: Quiero ser dentista. ¿Para qué carambas necesito las


matemáticas? Dime. No sirven para nada, sólo para jodernos
la vida.

BEATRIZ: Era el último chance que tenías para pasarla, ¿verdad?

ERNESTO: Me cae que estudié. Lo que pasa es que vinieron cosas que no
había estudiado. Así cómo quieren que pase.

BEATRIZ: ¿Y para qué verlo entonces?

ERNESTO: Beti… ¿A ti cómo te cae él?


BEATRIZ: Mal. Viejo cochino libidinoso. A todas nos encuera con la
mirada.

ERNESTO: No es tan mala persona. Yo he hablado con él en varias


ocasiones y es… Vaciado.

BEATRIZ: Dicen cosas horribles de él.

ERNESTO: Envidia, tú sabes. Su rectitud, su severidad causan esos


comentarios. Pero él no es así.

BEATRIZ: Pues hasta ayer opinabas lo contrario. ¿Por qué ahora lo


defiendes?

ERNESTO: Porque no es como dicen.


17

BEATRIZ: Si es tan recto y tan severo dudo mucho que te ayude, Ernesto
Nomás vas a perder el tiempo. Él sólo ayuda a las chavas que
… Van dispuestas a todo.

ERNESTO: (Tras pausa) ¿Me quieres, Beti?

BEATRIZ: (Sonríe) Sabes bien que sí. ¿Por qué me lo preguntas?

ERNESTO: Necesito de tu ayuda, Beti. No me la niegues por favor.

(BEATRIZ mira fijamente a su novio)

ERNESTO: Yo estaría dispuesto a hacer todo lo que tú me pidieras.

BEATRIZ: ¿Qué me vas a pedir?

ERNESTO: (Con esfuerzo) Tú… Le caes muy bien al maestro. Me lo ha


dicho. Seguido pregunta por ti.

BEATRIZ: Ernesto, me estás decepcionando.

ERNESTO: Sólo te pido que intercedas por mí. Que hables con él. No
ERNESTO: (Cont.) hay nada de malo en eso.

BEATRIZ: ¿Haciendo qué? ¿Crees que no me doy cuenta cómo me mira?

ERNESTO: Comprende, mujer. Es la última oportunidad que tengo para


pasarla. Mi futuro depende de ti, mi felicidad.

BEATRIZ: Tu felicidad. ¿Y la mía, qué? ¿No cuenta para ti?

ERNESTO: Es sólo un momento, Beti. ¿Qué te cuesta?

BEATRIZ: ¡Consíguete a una puta! Te saldrá más barato que…


(Comprende) Para eso compraste esto, ¿verdad? Para ir
arreglada y perfumada a la cita. ¿Para qué no me rechace?

ERNESTO: Estás malinterpretando…


18

(BEATRIZ llora. Entra el VOCEADOR)

ERNESTO: Beti, estás haciendo una tormenta en un vaso de agua.

VOCEADOR: ¿No me compra el Metro, joven?

ERNESTO: No, gracias.

VOCEADOR: Órale, se lo dejo bara. Trae fotos de viejas encueradas.

ERNESTO: No-gra-cias dije.

VOCEADOR: En lo que llega el autobús.

ERNESTO: ¡Que no, carajo! ¿No entiende?

VOCEADOR: Es el último, joven. Ya para irme a mi cantera.

ERNESTO: Ene-o, no. nel, nyet, Nelson, never, jamás.

(El VOCEADOR se marcha. De la casa sale la


SEÑORA con una bolsa vacía de mandado)

SEÑORA: Supongo ya estará contento.

JAVIER: (Impaciente) Mire, señora. Yo no puse esa señal, lo hizo el


gobierno. Vaya y reclámele a él y deje de estar chingando.

SEÑORA: Claro, el gobierno tiene la culpa. Como no puedo, reparto,


qué cómodo. Si se hubiera largado cuando se lo pedí, nada
de esto estaría sucediendo. ¡Mh! Si me parece verlo. Al rato
esto se va a llenar de vendedores de chicles y de maromeros
todo por la irresponsabilidad y la inconsciencia de un
resentido social como usted, que no puede ver una calle
limpia, sola y tranquila sin correr a destruirla.

JAVIER: ¿Está usted mensa, ciega o qué? Esta es una parada. Si no he


llegado yo, otro lo hubiera hecho. No sea tarada por favor.
19

SEÑORA: Tarada la más vieja y arrugada de su familia, pendejo.

(La SEÑORA se marcha muy digna)

JAVIER: (Tragándose el coraje) Bah, que importa. Dentro de unas horas


estarás en otro país viviendo como rey. No dejes que esta vieja
loca te amargue el día (consulta su reloj). Ya deben estarse
preguntando por qué no llego. Ojalá no tarde el autobús. Tú
tranquilo. No exteriorices tu angustia. Sería tu perdición.

(Entran dos cómicos callejeros)

HAMLET: ¿Cómo ves aquí?

PATIÑO: ¿Aquí, en este callejón?

HAMLET: Claro. Esta parada de autobuses está perfecta. Contamos con


un público cautivo, deseoso de ver algo bueno, artístico, ávido
de cultura, de pasar el rato y de aprender algo nuevo y
sofisticado.
PATIÑO: Mejor vámonos a la avenida. Esta gente apenas y tiene dinero
para el autobús. En cambio los que van en coche fácil te sueltan
que los cinco o diez varos.

HAMLET: ¿Y qué espectáculo puedes ofrecer en los escasos segundos que


dura el alto, ¿eh? En cambio aquí, no sé, un monólogo de
Carballido, de Magaña. Una escenita de la maestra Luisa
Josefina Hernández, qué sé yo.

PATIÑO: Las naranjitas y las marometas es lo que deja, Ruperto. Estos


que van a saber de arte.

HAMLET: Por lo mismo, Ifigenio, hay que devolver un poco de lo mucho


que hemos recibido.

PATIÑO: Ojalá pudiera devolver algo, pero hace dos días que no
Tragamos, Ruperto. Vámonos a la avenida. Yo sé lo que te digo

HAMLET: Híjole, Ifigenio. Me estás decepcionando y gacho. Pensé que


20

eras actor por vocación, por amor al arte. Veo con tristeza que
te importa más la plata que la cultura.

PATIÑO: Oh, Ruperto. Hay que comer de vez en cuando.

HAMLET: Está bien, vete. Véndete. Cambia tu sensibilidad, tu talento por


un plato de lentejas. Escala el falso y fatuo camino del éxito,
donde el arte es dejado de lado por el brillo momentáneo y
vano del oro. Anda y márchate.

PATIÑO: Yo no quiero escalar ningún camino, sólo quiero que nos


vayamos al crucero.

HAMLET: Sí, con vendedores de klínex y de pordioseros como coro


griego. Ay, Ifigenio, ¿qué no tienes ambiciones? Así nunca
vas a llegar a nada.

(El PATIÑO baja culpable la cabeza)

PATIÑO: (Tras breve pausa) ¿Y qué vamos a representar?

HAMLET: ¿Qué te parece El puñal del Godo? No, mejor un monólogo de


Ah, soledad, de Eugene O’ Neill o podría ser alguno del maestro
Tennessee Williams.

PATIÑO: ¿Y si mejor hacemos el de “Chumina animal del demonio, sal


de tu agujero que vamos a trabajar”?

HAMLET: (Entre paciente y condescendiente) Es loable tu gusto por el


género popular, pero si no tienes inconveniente quisiera
presentar algo más universal, como Hamlet del inmortal
William Shakespeare. Pásame la calavera.

PATIÑO: ¿La calavera?

HAMLET: Sí, la Caneca.

PATIÑO: ¿Por qué mejor no hacemos El tercer Fausto de Salvador Novo


o ése que dice “espíritus de la noche despojadme de mi sexo
21

para que pueda cometer…/

HAMLET: Es más apreciado el de Hamlet, Ifigenio. Deja ponerme mi capa.

PATIÑO: ¿No lo puedes hacer sin calavera?

(HAMLET mira fijamente a su compañero como


presintiendo algo malo)

PATIÑO: Ya estaba muy vieja. Le faltaban dientes. Además ya hacía


mucho que no la utilizábamos.

HAMLET: ¿Qué le hiciste, Ifigenio?

PATIÑO: (Se encoge de hombros sin saber cómo comenzar) ¿Te acuerdas que
nos comimos unos tacos de tripa? Sabrosos hasta eso. Ya
teníamos días de no probar bocado, Ruperto. Acuérdate. No
podíamos ni sostenernos en pie.
HAMLET: ¿Vendiste a la Caneca, Ifigenio?

PATIÑO: Quedó en buenas manos. Era un estudiante de medicina.

HAMLET: (Sin poderlo asimilar) La Caneca por unos tacos…

PATIÑO: Y las tortas del día siguiente. Hasta eso la vendí bien. Estabas
tan contento que no quise decirte nada.

HAMLET: ¿Y por qué no vendiste mejor la espada?

PATIÑO: Ay, Ruperto, ésa desde cuando la vendí.

(HAMLET voltea a mirar el escuálido itacate)

HAMLET: ¿Puede saberse que nos queda de utilería?

PATIÑO: Solamente la capa. Esa nadie la ha querido. Sirve nada más


para taparse. Los periódicos no siempre abrigan bien. ¿Te la
doy?
(HAMLET está a punto de llorar)
22

PATIÑO: (Culpable) Yo luego te consigo una calaca. En el mercado de


Sonora venden unas baratas, de plástico. En cuanto mejore
la situación, claro.

(HAMLET con un ademán calla al PATIÑO)

HAMLET: Fíjate bien en estos momentos. El actor necesita vivencias.


Todas estas penurias, malos ratos nos servirán algún día
cuando subamos a un escenario.

PATIÑO: Huy, Ruperto, las nuestras han sido puras mal vivencias.

HAMLET: (Hace tripas corazón) La función debe continuar. Ánimo. El actor


siempre debe sonreír, darse a su público aunque por dentro se
esté haciendo pedazos. Tercera llamada, tercera. Comenzamos.

(HAMLET se coloca frente a los que esperan en la


parada del autobús)

HAMLET: Por si alguna vez soñamos


y sí haremos pues estamos
en un mundo tan singular
que el vivir sólo es soñar
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es hasta despertar…

(HAMLET espera alguna reacción de su público, pero


nadie lo pela)

HAMLET: (Más vehemente) Yo sueño que estoy aquí


destas prisiones cargado
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción
y el mayor bien es pequeño
23

que toda la vida es sueño


y los sueños, sueños son…

(HAMLET hace una reverencia como agradeciendo


por anticipado los aplausos que nunca se producen.
Indiferencia absoluta)

PATIÑO: ¿Qué? ¿Paso el sombrero?

HAMLET: No… Deja ver qué más puedo presentarles. Es que no me


concentré. No dejé fluir la energía. Necesito conmoverlos,
tocarles las fibras más íntimas de su ser.

PATIÑO: Pues sólo que les declames la Chacha Micaíla o Por qué me alejé
del vicio…

HAMLET: ¿Te pido un favor, Ifigenio? No mames.

PATIÑO: Oh, bah, yo decía por ayudar. A mí esos poemas me hacen


llorar cabrón.

HAMLET: Deja pensar qué…

PATIÑO: ¿Me puedo ir mientras a la avenida?

HAMLET: ¿A?

PATIÑO: A… A ver a las agentes de tránsito. ¿Puedo o no puedo?

HAMLET: Puedes, pero no te tardes.

(El PATIÑO se marcha en tanto HAMLET se sienta


pensativo en la banqueta)

BEATRIZ: (Se seca las lágrimas) Llévame a mi casa por favor.

ERNESTO: Antes perdóname. No quiero irme así.

BEATRIZ: ¿Cómo se te pudo ocurrir pedirme eso?


24

ERNESTO: Beti, por favor. No me hagas sentir peor. La desesperación me


… Cegó, pero tienes razón. Soy un canalla, un sinvergüenza.
Por siempre cargaré el estigma de haberte propuesto tan
nefanda acción.

BEATRIZ: Bueno, tanto como siempre…

ERNESTO: Sí, Beti. Llegó el momento de enfrentarme a mi destino, de


pagar mis culpas (dizque emotivo). Recuérdame siempre, no
como el canalla que quiso inmiscuirte en un sucio soborno,
sino como el hombre que te amó y te admiró como lo que
eres: una gran mujer.

BEATRIZ: No es para tanto, Ernesto. Con repetir año se soluciona.


ERNESTO: (Deniega) Es que tú no sabes el drama oculto tras ésta mi
aparente tranquilidad. No lo sabes y prefiero que no te
enteres.

BEATRIZ: No pueden ser tan malos tus papás. Digo, de un castigo y una
regañada no puede pasar.

(Entra una violinista quien interpreta una melodía


abismalmente triste)

ERNESTO: Que bueno que tienes esa imagen de mis padres. Consérvala,
pues pase lo que pase no la mancharé ni seré motivo de afrenta
para ellos. Ten (le da su reloj) cuando este reloj marque las horas
de tu vida, haz un recuerdo de mí, eleva una plegaria y aspira
el aroma de una flor. Ten también (se vacía de dinero los bolsillos)
Es todo lo que tengo. Bébete una copa a mi salud. Brinda por
haberme conocido, Beti del alma mía.

BEATRIZ: Ay, Ernesto, yo no chupo. ¿Por qué me dices estas cosas? ¿Qué
piensas hacer?

ERNESTO: Lo único que me queda ya por hacer. Vete por favor. Disculpa
que no te acompañe (se quebranta) no podría soportarlo.
25

BEATRIZ: Ernesto, me asustas. ¿Tan importantes es para ti esa materia?

ERNESTO: (Llora) Lo único que me importa es cerrar de la manera más


digna esta larga cadena de fracasos y decepciones que ha sido
mi vida. Vete y no voltees para atrás.

BEATRIZ: ¿Puedo hacer algo por ti?

ERNESTO: Ya lo has hecho. Has endulzado mi vida con tu presencia. No


puedes hacer más. Ahora, márchate. Debo enfrentarme solo a
mi destino.

(BEATRIZ se encoge de hombros para marcharse.


Termina la música. Mutis discreto de la violinista.
Tras unos momentos, ERNESTO repentinamente deja
de llorar para mirar en la dirección por donde se fuera
BEATRIZ)

ERNESTO: Pinche Beatriz, se fue la muy cabrona. Y no me dejó ni para el


autobús. ¿Ahora qué hago? (Pensativo) Sólo que le hable a la
Carmela, ¿pero cómo si no tengo ni para invitarla a un café?
Carajo…
(Se queda pensativo)

GALÁN: ¿Será muy doloroso? (Se encoge de hombros) Nomás lo que dura
la caída. Segundos (angustiado) ¿Y si quedo vivo? En eso no
había pensado. Paralítico, tarado, qué sé yo. Sería horrible y la
carta de suicidio quedaría ilegible por la sangre… Creo que me
precipité. Debí ahorcarme mejor o tomar pastillas. Bueno, para
pastillas no tengo y ahorcarme, ¿dónde? En la casa no hay
vigas y la regadera está muy baja, capaz que me asusto en el
último momento y me pongo de puntitas. No, lo mejor es
aventarme de cabeza. Sí, total si quedo vivo… Sé positivo,
Rodolfo. ¿Por qué he de quedar vivo?

(Entra un PRÓFUGO con su uniforme clásico de


prisión: de rayas y si se puede con grillete y bola)

PRÓFUGO: Disculpe, joven. ¿Este camión pasa por el Reclusorio Oriente?


26

ERNESTO: Este… Sí, sí…

PRÓFUGO: Gracias. ¿Y cuánto cobran?

ERNESTO: Cinco pesos.

PRÓFUGO: (Asombrado) ¿Tanto? De veras que todo ha subido (se busca


monedas) Sí me alcanza (al público) Ojalá no tarde para alcanzar
la comida… Y que no pase un policía. Quiero regresar solo.
Entregarme. Que no digan que me atraparon (suspira). Han
pasado tantas cosas en tan poco tiempo.

(Luz a otra parte del escenario. Habitación a oscuras.


Se escuchan sirenas de policía que después de unos
momentos cesan. Entra el PRÓFUGO jadeando. Trata
de caminar en la oscuridad, pero derriba objetos que
hacen ruido)

MUJER: (Desde adentro) ¿Quién anda ahí?

(El PRÓFUGO sonríe ufano y no contesta. Se pone


en pose. De una puerta sale la MUJER abrochándose
la bata. Mira con asombro al convicto)

MUJER: ¡Librado! ¿Qué haces aquí?

PRÓFUGO: Ya ves, visitándote. Dame algo de beber, lo necesito.

MUJER: ¿Te escapaste, Librado?

PRÓFUGO: No. Le dije al de la puerta que me diera chance de darme un


volteón. Claro que me escapé. ¿Qué? ¿No me vas a recibir
como merezco?

MUJER: Sí, claro.


(Se acerca a él y se deja besar, desganada)

PRÓFUGO: Huy, cualquiera diría que te da un resto de gusto el verme.


27

MUJER: No es eso. Es… La sorpresa. Ay, Librado, quién te viera, ¿y


cómo le hiciste?

PRÓFUGO: Nos costó trabajo, no te creas. Pero nos la rifamos y aquí estoy
para recordar viejos tiempos. Prepárate que nos vamos.

MUJER: ¿Irnos? Ay, Librado, ¿y a dónde?

PRÓFUGO: Pues a ver, lejos, donde no puedan alcanzarnos.

(La MUJER no contesta para acercarse a un mueble)


MUJER: Sólo hay café. ¿Quieres que te lo caliente?

PRÓFUGO: (Lascivo) ¿Nomás eso me vas a calentar?

MUJER: (Tras breve pausa) Oye, Librado, ¿y es muy necesario que vaya
contigo? Digo, yo podría alcanzarte después. Uno corre más
rápido que dos.

PRÓFUGO: No. Tú eres mi vieja y te necesito a mi lado.

MUJER: Claro. Somos pareja. No sabes el gusto que me da verte de


nuevo. Ay, te he extrañado tanto.

PRÓFUGO: ¿De veras? ¿Y por qué entonces dejaste de irme a visitar?

MUJER: Mi amor, no pude soportar el seguirte viendo tras las rejas. Se


me partía el corazón. Vieras que hasta me enfermé.

PRÓFUGO: Me hubieras escrito, no que ni eso.

MUJER: Sí lo pensé, pero… Yo sé que luego en prisión abren las cartas


y ¿cómo iba a decirte todo lo que siento por ti si otros se iban a
enterar? Esas son cosas íntimas, privadas. Nadie tiene por qué
enterarse. Por eso mejor no te escribí.

PRÓFUGO: Y yo que pensé que ya habías dejado de quererme. Que otro


ocupaba mi lugar.
28

MUJER: No, mi amor, cómo crees.

PRÓFUGO: Lo pensé, no te creas y juré vengarme. Hacer picadillo al que te


pusiera una mano encima. Es más, antes de entrar aquí tuve un
cruel presentimiento.

MUJER: (Ofendida) ¿Pues por quién me tomas? ¿Me crees capaz de


hacer algo así?

PRÓFUGO: No tendría nada de raro. Ha pasado mucho tiempo.


MUJER: ¿Para eso te escapaste? ¿Para venirme a faltar al respeto? Mejor
te hubieras quedado, Librado. De veras.

PRÓFUGO: Oh, te digo que fue sólo un presentimiento, mujer. No te enojes


Como sea nunca te faltaron pretendientes. Más de dos
andaban tras de ti. Niégalo ahora.

MUJER: Siempre te fui fiel. Resistí estoica todas las tentaciones del
mundo.

PRÓFUGO: Ésa es mi vieja (le da una nalgada) ¿Entonces qué, cariño?


¿Recordamos viejos tiempos?

MUJER: (Mira preocupada hacia la recámara) Este… Ay, Librado, ¿por


qué te tenías que escapar en estos días?

PRÓFUGO: No es cosa que dependa de uno, ¿Por qué?

MUJER: Dices que me quieres y no es cierto.

PRÓFUGO: Cómo no. Quién dice.

MUJER: Digo. Si te preocuparas por mí recordarías ciertas fechas.

PRÓFUGO: No te entiendo. ¿De qué fechas hablas?

MUJER: Hoy no podemos, cariño. Ando en mis días.


29

PRÓFUGO: Mira, después de años de no tocar a una mujer como que eso
viene sobrando. Soy capaz de hacérselo a una anciana.
Entiende, ya me anda. Vamos.

MUJER: Librado, amor. Hice una manda. No has de querer que la


rompa, ¿verdad? Imagínate, ofender así a la virgencita.

PRÓFUGO: ¿Hiciste una manda de qué?

MUJER: De que en mis días, nada de nada.

PRÓFUGO: ¿Y en los otros qué?

MUJER: También, pero esos se los juré a ti, cariño. ¿Crees que no tengo
ganas? ¿Qué no me muero por estar contigo? Pero una manda
es una manda. Hay que respetarla.

PRÓFUGO: No, pues eso sí.

MUJER: Ya bastante tiene una con lo suyo, como para cargar con un
castigo divino.

PRÓFUGO: Pero podemos dormir juntos. Sentir tu cuerpo, tu calor.


Acariciarte.

MUJER: ¿Y quién piensa en dormir ahorita? Vamos a platicar. A ver,


cuéntame. ¿Cómo has estado?

PRÓFUGO: Bien. ¿Tú?

MUJER: También. ¿Y a quién has visto?

PRÓFUGO: A nadie (impaciente). Estoy muy cansado, mejor vámonos a


dormir.

MUJER: ¿Pero, cómo dormir, Librado? Hay que huir, ¿no dijiste? De
seguro ya vienen tras tu pista. Te pueden agarrar. No hay
tiempo que perder. Deja vestirme para acompañarte. En un
segundo estoy contigo.
30

PRÓFUGO: Deja echarme aunque sea un coyotito. Me caigo de sueño.

(La MUJER lo retiene evitando entre a la recámara)

MUJER: En el camión te puedes dormir todo lo que gustes. ¿Quieres


mientras echarte un traguito?

PRÓFUGO: No saben dónde estoy. Acuérdate que cambiaste de domicilio.


MUJER: Es que lo volví a dar…

PRÓFUGO: ¿Lo volviste a dar? ¿Pero a quién se le ocurre?

MUJER: Oh, bah, lo hice para que me escribieras (solloza), pero nunca
lo hiciste. Y yo que pensé que me querías. Cuán equivocada
estaba.

PRÓFUGO: Yo tenía tu dirección. No tenías por qué darla.

MUJER: Claro, regáñame ahora, hazte el ofendido, el enojado. A ver,


¿por qué nunca me escribiste?

PRÓFUGO: (Tras breve pausa. Avergonzado) Porque no sé escribir, por eso.

MUJER: Pero bien que querías que yo lo hiciera. Eres un egoísta


desconsiderado.

PRÓFUGO: Había quién podía leérmelas. Bueno, que importa eso.


Vámonos. No te traigas nada. En el camino compramos lo que
nos haga falta. Sólo tráete la maleta con el dinero.

MUJER: La maleta.

PRÓFUGO: Sí, la maleta café. Te dije que la escondieras.

MUJER: Librado, ¿me quieres?

PRÓFUGO: Sí, mucho. Ahora apúrate.


31

MUJER: ¿Mucho, mucho o quién sabe?

PRÓFUGO: Muchote.

MUJER: Tú dijiste que podía agarrar dinero de la maleta.

PRÓFUGO: Sí, para tus gastos… No te lo habrás gastado todo, ¿verdad?


Eran millones.
MUJER: Ay, librado. ¿Qué no hay televisión en la cárcel? ¿No sabes
que todo está carísimo?

PRÓFUGO: Pero era una lanota.

MUJER: Cuando asaltaste el banco, sí. Ahora con eso de la inflación…

PRÓFUGO: ¿Cuánto queda?

MUJER: ¿Qué te importa más? ¿El dinero o yo? La lana va y viene. Lo


importante es que estamos juntos de nuevo.

PRÓFUGO: ¿Te gastaste todo?

MUJER: Lo invertí lo mejor que pude. Por ejemplo esta casa. Ya casi es
nuestra. ¿Ves por qué te dije que luego te alcanzaba? Para
traspasarla. Algo le podemos sacar.

(El PRÓFUGO queda fulminado)

PRÓFUGO: Tardamos meses en planearlo. Con mucho sacrificios


conseguimos las armas. Edilberto murió en el asalto, pero yo
logré escapar. Esconder el dinero. El sueño de tener algo, de
comer bien, de ser alguien. Luego la cárcel, las vejaciones. No
le hace porque saliendo de aquí la voy a hacer, a vivir como
rey y ahora me sales con que no hay nada (furioso) ¿Qué
carajos le hiciste?

MUJER: (Sentida) Mejor te hubieras quedado. En un ratito me has dicho


puta y ratera y yo todavía de imbécil que me endrogo con esta
casa, con nuestro nidito de amor, para esperarte. Se necesita
32

ser tarada.

PRÓFUGO: Y yo que quería vivir en la playa, tener hijos, una casita frente
al mar. Ser respetable. Poner un negocio de comida
(desesperado) ¡No puedo creerlo! ¡Era una maletota así, llena de
billetes!

MUJER: ¿A dónde vas?

(El PRÓFUGO se mete a la recámara. La MUJER por


unos momentos pierde la calma, pero se vuelve a
serenar. Entra el PRÓFUGO temblando de rabia)

PRÓFUGO: ¿Qui-én-es-é-se?

MUJER: Baja la voz, lo vas a despertar. El pobre llegó cansadísimo.

PRÓFUGO: Por última vez. ¿Quién es y qué hace en mi cama?

MUJER: Por Dios, Librado. Es el Fide, ¿tan pronto te olvidaste de él?

PRÓFUGO: No conozco a ningún Fide. No trates de enredarme.

MUJER: Claro, si ya creció. Así cómo lo vas a reconocer. Es mi sobrinito


acuérdate, el Fide. Seguido venía a visitarnos.

PRÓFUGO: Ése era un escuincle. Este es un hombre hecho y derecho.

MUJER: Mi amor, ¿hace cuánto que estás en prisión? ¿Qué no lo ves?

PRÓFUGO: Si se ve de mi edad.

MUJER: Es que la vida lo ha maltratado mucho. Así cualquiera envejece


Tú fácil te ves de sesenta. Claro, la prisión.

PRÓFUGO: ¿Sesenta?

MUJER: Por eso dudé cuando entraste. No estaba segura que fueras tú.
33

(Él se toca la cara, desconcertado)

PRÓFUGO: Nunca me di cuenta… Pero, ¿por qué está en mi cama y


desnudo?

MUJER: Somos pobres, ¿no te das cuenta? Ni yo tengo para comprarle


MUJER: (Cont.) una cama ni él para una pijama. Ay, Librado, me haces
sentir mal, como si hubiera hecho algo indebido. En lugar de
recibirme a besos, me dices de cosas, me bronqueas. Ya no eres
el de antes. La vida en prisión te ha acanallado.

PRÓFUGO: ¿Y por qué no está durmiendo en su casa?

MUJER: Porque la perdió en el temblor. ¿Sí recuerdas que hubo uno


muy fuerte? Se quedó sin familia. Imagínate, huérfano a los
doce. ¿A quién más iba a recurrir? Si quieres lo corro para
que estés contento. Que mendigue por esas calles de Dios,
expuesto al hambre, al frío y a la lluvia sin más techo que el
sol y las estrellas.

PRÓFUGO: No, pobre, déjalo. No sabía. Discúlpame. Es que estoy


confundido, acorralado.

MUJER: ¿Qué piensas hacer ahora?

PRÓFUGO: No sé. Me siento mal y me lo advirtieron. No te vayas. Allá


fuera está bien difícil (se encoge de hombros) Marcos Galindo,
un tipo condenado a 40 años, cuando la fuga le dijimos y no
quiso acompañarnos. Yo ya me escapé una vez. No vale la
pena. Vas a sufrir. Encuentras todo tan cambiado… Y se
quedó. Pensamos que por miedo. Qué razón tenía. Tanto
espacio, tanta libertad a uno lo marea… Bueno, me dio gusto
verte.

MUJER: ¿Ya te vas?

PRÓFUGO: Cuando menos en la cárcel tengo con quién platicar. Amigos.


Mi lugar, pues.
34

MUJER: ¿Quieres que te prepare algo para el viaje?

PRÓFUGO: No, con suerte y alcanzo el desayuno. Nos vemos, suerte.

MUJER: Gracias. Que te vaya bien.


(Se besan. El PRÓFUGO se marcha y ella lanza un
gran suspiro de alivio)

MUJER: Menos mal que no ha cambiado mucho. Ay, es que luego se


escuchan historias horribles de la cárcel, que allí los hacen más
malos. Así cualquiera se asusta. Lo voy a ir a visitar, pobre, se
lo merece.
(El PRÓFUGO se dirige a la parada del autobús.
Mutis discreto de la MUJER. Poco después entra un
CANTANTE callejero con una guitarra toda
remendada con masking o tela adhesiva. Se coloca
frente a los que esperan el autobús para ponerse a
cantar horrible. Tras un rato le da un ataque de
epilepsia al CANTANTE quien hace pomada su
guitarra al caerle encima)

JAVIER: (Sin moverse de su lugar) Pronto, hay que ponerle un pañuelo


en la boca.

GALÁN: Yo no traigo. ¿Usted?

ERNESTO: ¿Servirá un klínex?

JAVIER: Mejor no, se lo vaya a tragar.

GALÁN: Hay que llamar a una ambulancia.

ERNESTO: Sí, hay que llamarla.

(Nadie se mueve, esperando que alguien actúe)

PRÓFUGO: Eso es de drogas. Así se ponen cuando no las consumen.

JAVIER: ¿No es epilepsia?


35

ERNESTO: Se hace bien feo. Se vaya a morir.

GALÁN: ¿Alguien trae celular?


JAVIER: Yo no.

PRÓFUGO: Mejor no llamen, ya se le pasará. Así es.

GALÁN: Se está poniendo peor. Voy a buscar una patrulla.

JAVIER y PRÓFUGO: ¡No!

JAVIER: Digo, es sólo un ataque. No hay necesidad.

PRÓFUGO: Además la patrulla no va a hacer nada. Cuando mucho le


bajará el poco dinero que traiga y a nosotros nos acusará de
haberle hecho algo malo. Parece que ni los conoce. Mejor
déjelo así.

GALÁN: Es que pobre.

PRÓFUGO: ¿Quién le manda? El vicio.

(Entra la SEÑORA con su canasta llena de mandado.


Mira al epiléptico para denegar reprobatoria)

SEÑORA: Lo que faltaba, un borracho (a JAVIER) ¿A qué hora llegan las


putas, los carteristas, qué más nos tiene reservado, eh? Ande,
cuénteme.

JAVIER: ¿No está viendo que está enfermo?

SEÑORA: Oh, sí. Lo que antes era peda ahora es alcoholismo. Desde que
se inventaron los pretextos ya todos tenemos justificación para
nuestros vicios y depravaciones. Infancia difícil, traumas,
fijaciones. Usted además de neurótico y oligofrénico, ¿qué es?
¿Travesti u homosexual?

JAVIER: ¿Y su chingada madre?


36

(La SEÑORA no le contesta nada para meterse a su


casa dando un portazo)
HAMLET: (Iluminado) Ya está. El que recibe las bofetadas de Andreiev.
Cómo no se me ocurrió antes. Es lo más apropiado (mira en
derredor) ¿Y dónde se encuentra éste? Nunca está cuando lo
necesito. Donde lo halle dando de marometas, lo despido
¡Ifigenio! ¡Ifigenio!

(Se marcha HAMLET. El CANTANTE se repone)

CANTANTE: (Apenado) Disculpen…

GALÁN: (Lo ayuda a levantarse) ¿Ya se siente bien?

CANTANTE: Oh, sí. Seguido me pasa, pero ya estoy bien, gracias.

(El CANTANTE toma lo que le queda de guitarra


para disponerse a seguir cantando)

GALÁN: ¿Piensa seguir cantando?

ERNESTO: ¿Por qué mejor no se va a descansar?

CANTANTE: ¿Para qué, si ya me siento bien?

(Todos intercambian miradas de alarma. El


CANTANTE comienza a destrozar una canción)

JAVIER: Perdone que lo interrumpa, pero mejor váyase al doctor.

ERNESTO: El descanso nunca está de más.

GALÁN: Sí, sí, es lo mejor.

CANTANTE: (Intenta sonreír) Ojalá pudiera, pero hay que trabajar.

JAVIER: (Saca un billete) Por eso no se preocupe. Tenga.


37

(El CANTANTE mira dubitativo el dinero. Parece


que va a aceptarlo, pero se detiene)
CANTANTE: Me gusta ganarme el pan. Si quiere dármelo después de que
haya acabado, con gusto se lo acepto. Gracias de todas
maneras.

ERNESTO: Tómelo, no sea orgulloso.

GALÁN: Ya cantó bastante.

CANTANTE: (Intuye algo) No tendré buena voz, pero lo hago lo mejor que
puedo.

JAVIER: No es por eso.

PRÓFUGO: ¡Claro que es por eso! ¡Tienes una voz de la chingada y además
nos tienes hasta la madre con tus ataques! ¿Crees que es muy
bonito verte, wei? Pareces tlaconete con sal. No chingues,
piensa en los demás.

CANTANTE: (Apenado) Perdón, no quise molestarlos. Con permiso.

GALÁN: No se vaya por favor.

JAVIER: (Al PRÓFUGO) ¿Tenía que decirle eso?

PRÓFUGO: ¿Y qué no es la verdad? Que se vaya. Bastante tiene uno con lo


suyo como para estarlo viendo. Pinche loco.

GALÁN: Quédese, se lo suplico. Yo sé lo que es sentirse… Segregado,


apartado. No se sienta mal.

PRÓFUGO: Ahí como quieran, pero si le vuelve a dar el telele no empiecen


con sus mamadas de (arremeda) ¡Ay, llamen a la ambulancia!

GALÁN: ¿Se sabe alguna canción de amor?

CANTANTE: Sí.
(El CANTANTE se apresta a cantar. Entra la
38

violinista para interpretar “El Reloj”)


CANTANTE: (Canta) Reloj no marques las horas…(etc.)

(Mientras canta entra FLORENCIA cargando una


maleta. El CANTANTE deja de cantar, pero sigue
la música. FLORENCIA, quien tiene huellas de
golpes en la cara, se dirige al público)

FLORENCIA: Él me quiere. Lo que pasa es que no le gusta demostrarlo. Sí,


es hosco, patán, mal educado y grosero, pero tierno en el
fondo. Eso no lo sabe la gente y por eso lo atacan. Me dicen
que lo deje, que no me conviene, que es borracho, parrandero
y jugador. Bueno, nadie es perfecto. El que esté libre de culpa
que lance la primera piedra.

(Todos los presentes le arrojan pedradas a


FLORENCIA quien se desconcierta un poco para
continuar)

FLORENCIA: Cierto, me pega pero lo hace para demostrarme su cariño. Hay


muchas formas de exteriorizarlo y si anda con otras mujeres es
porque carece de amor y lo busca con desesperación. ¿Hay
algo de malo en eso? ¿Verdad que no? Por supuesto que eso no
lo entiende toda la gente de ahí lo que vean mal. Él es bueno,
de veras. Piensa regenerarse, poner un negocio (se ruboriza)
casarse conmigo. Me pidió todos mis ahorros y ahorita me
dirijo a la central de autobuses para reunirme con él y juntos
iniciar una nueva vida.

(Entran dos JUDICIALES)

AGENTE 1: (A FLORENCIA) Jálele.

FLORENCIA: ¿Por qué razón? ¿Qué he hecho?

AGENTE 2: No se puede quedar en esta obra.

AGENTE 1: Ya son muchos los personajes. El autor ya no sabe qué hacer


con tantos.
39

FLORENCIA: ¿Y yo qué culpa tengo?

AGENTE 2: Su personaje es débil además de previsible. Es obvio que su


“novio” la va a dejar plantada en la central y allí se va a quedar
las horas esperándolo y disculpándolo. Engañándose a sí
misma. ¿Qué valor puede tener un personaje así? Está de
hueva. Vámonos, pá fuera.

FLORENCIA: Tengo tanto derecho de quedarme aquí como cualquiera. ¿No


nos engañamos todos? ¿No nos mentimos a diario? ¿No
esperamos a que la situación mejore? ¿No nos decimos a diario
ahora sí voy a dejar de fumar? ¿No hacemos cada año una
lista de propósitos que nunca cumplimos?

AGENTE 1: Por su bien, seño, no se ponga difícil y jálele.

FLORENCIA: ¡No pueden eliminarme! ¡Tengo derecho a existir! (Al público)


Digan que puedo seguir, que mis esperanzas pueden ser
realidad.
(FLORENCIA pide al público que la dejen continuar
en la obra. Dependiendo de la respuesta del mismo,
FLORENCIA se quedará o no en escena con los
AGENTES)

JAVIER: (Consulta su reloj) Carajo, ya es bien tarde y este autobús que no


pasa. De seguro ya me andan buscando. Con suerte y piensan
que algo me pasó… No, Ordoñez ya se las debe haber
mascado. De seguro ya le habló a la policía. Tiene mis datos.
Lo mejor será irme directamente al aeropuerto. Lo que me
haga falta lo compraré en el camino. ¿Y si ya me están
esperando en el aeropuerto? Con darles un billete se soluciona
… Pero ni modo de abrir el portafolio delante de ellos. Se van
a querer agandallar. Lo mejor será apartar un bonche de
billetes para dárselos (abre el portafolio, pero se detiene) ¿Qué
haces, idiota? ¿Para qué te vean todos estos? No pierdas la
calma. Ya no ha de tardar el maldito autobús. Ojalá pase un
taxi… Y tú que pensabas hablarle a la Pao, una vecina. Vive
sola, fea no es… Nunca le has hablado. Decirle: deja todo y
JAVIER: (Cont.) acompáñame. Seríamos felices. Aquí traes un boleto
40

extra. Tener con quien hablar y con quien compartir la culpa,


vivir…
(Entran HAMLET y el PATIÑO. Éste último se
poncha los globos que se había puesto en las nalgas)

PATIÑO: Espérate, estás malinterpretando. Estas naranjas las compré


para nosotros, para la comida de hoy.

HAMLET: Sí y las estabas oreando en el crucero. Ay, Ifigenio, ¿me crees


tan tonto?

PATIÑO: Es la costumbre, pero me cae que no le estaba taloneando,


Ruperto.

HAMLET: Te vi, no lo niegues y saber si no diste marometas antes de que


yo llegara. Así nunca vas a ser nadie. ¿Cómo crees que empezó
Thalía, Anahí. Desde abajo, Ifigenio. Hay que ser perseverantes
y estoy seguro que en un par de años cambia nuestra suerte.

PATIÑO: Llevamos 7 años haciéndole al loco, Ruperto.

HAMLET: Si para ti el arte es hacerle al loco, ¿Qué más puedo pedirte?


Está bien, comprendo que tus aspiraciones son otras. No seré
yo quien te detenga. Márchate. Dedícate a las naranjitas y a las
marometas y si alguna vez me miras pasar en un BMW o en un
Audi no temas acercarte, te ayudaré (se quebranta) No soy de
los que se olvida de sus compañeros, de sus orígenes.

PATIÑO: Oh, pinche Ruperto, no me hagas sentir mal.

HAMLET: Se veía venir. Las parejas artísticas no duran mucho. Ya ves los
Polivoces, Viruta y Capulina.

PATIÑO: ¿Sabes qué? Sí le estuve taloneando y sí saqué una lana. Mira.

(El PATIÑO saca de su bolsillo un gansito todo


aplastado para colocarle una velita. El CANTANTE
canta Las Mañanitas acompañado de todos los que
esperan en la parada)
41

HAMLET: ¿Y esto?

PATIÑO: No me digas que se te olvidó qué día es hoy. Es tu cumple,


felicidades.

HAMLET: ¿Mi cumpleaños?

PATIÑO: Nunca hemos dejado de celebrarlo. Hoy no iba a ser la


excepción. Por eso le talonié.

HAMLET: (Conmovido) Caray, Ifigenio.

PATIÑO: ¿No lo vas a partir?

(HAMLET asiente para apagar la vela y darle una


mordida al “pastel”)

HAMLET: Pero no tenemos con qué brindar.

PATIÑO: Todavía me sobra para un refresco. Podemos comprar un


Sidral e imaginarnos que es champán.

HAMLET: ¡Hoy no se trabaja! ¡Las futuras estrellas de este país se


encuentran celebrando! ¡El arte puede esperar!

(HAMLET y el PATIÑO se marchan. El


CANTANTE comienza a tocar una Diana cuando le
vuelve a dar un ataque)

PRÓFUGO: Otra vez este pendejo. Ya mejor se debería de morir.

ERNESTO: Le está dando más fuerte.

JAVIER: No le pasó nada hace rato. Dice que ya está acostumbrado.

ERNESTO: Quién sabe, se está poniendo como morado.

(FLORENCIA –si es que se encuentra- saca un


42

pañuelo para colocárselo en la boca)

JAVIER: Tenga cuidado, no la vaya a morder.

PRÓFUGO: Eso, con suerte y no está vacunado. Y este pinche autobús que
no pasa. ¿Así son siempre de tardados?

ERNESTO: Sí, a veces (aparte) Me va a colgar el profesor. Lo va a tomar


como burla y todo por culpa de esta vieja. Si he sabido ni le
compro nada ni ando con ella. Chin, mi jefe me va a capar en
cuanto vea las calificaciones.

GALÁN: Ya es tarde. ¿Y si mejor me mato mañana? No, de una vez. Las


cosas hay que hacerlas en caliente. No soportaría llegar a la
soledad de mi casa. Ver las cartas de despedida que dejé a mis
escasos amigos y familiares. Mejor de una vez, pero no se ve
que pase el autobús.

(Entra la ESPÍA, de gabardina negra, antifaz y gran


sombrero. El PRÓFUGO orina en la puerta)

ESPÍA: Oh, Gregori, ¿por qué tuviste que hacerlo? El Partido siempre
te lo dio todo. Reputación, dinero, placeres. Nunca hubo un
hombre más valeroso, inteligente y arrojado que tú. No debiste
traicionarnos, ¿por qué si lo tenías todo? No me lo explico.
Conocías el precio de la deslealtad y aún así continuaste,
Arrastrando con tu huída la ira de nuestros máximos
dirigentes que me han encargado eliminarte. ¿Se puede matar
lo que más se quiere? ¿Se puede asesinar una ilusión, una flor
o una tarde llena de caricias? ¿Por qué me hiciste tuya? ¿Por
qué me amaste? Estas manos pueden cortar el hilo delicado y
precioso de tu existencia. Pero la chamba es la chamba y heme
aquí en un país exótico lleno de charros cantores, de ficheras y
de narcocorridos buscándote. Ojalá te conociera, ojalá no
hubiéramos sido tan disciplinados al hacer el amor y junto con
ESPÍA: (Cont.) nuestros cuerpos, nos hubiéramos desnudado el alma
y nuestras caras. ¿Te acuerdas? Fue en Francia…

(Se escucha La vida en rosa. Entra un tipo de traje y


43

antifaz)

ESPÍA: Acabábamos de matar a Boris. París era nuestro. No había


otra cosa más que amarnos…

(La ESPÍA baila con el tipo)

ESPÍA: Dijiste que era maravillosa y me abrazaste. Ay, Gregori, fuimos


tan felices… Ahora debo matarte. Sé que estás en esta ciudad y
voy a encontrarte.

(Se marcha el tipo. Sale la música. La ESPÍA se acerca


a los que esperan en la parada del autobús)

ESPÍA: (Al PRÓFUGO) En otoño los gatos tienen colita.

PRÓFUGO: No mames. También en primavera y verano y qué chingados.

ESPÍA: ¿No sabes quién soy yo?

PRÓFUGO: Sí, una pinche vieja drogada o loca.

ESPÍA: (Aparte) Gregori no es tan naco, aunque puede ser una trampa.
Es el amo del disfraz (al PRÓFUGO) ¿No te dice nada París?

PRÓFUGO: No me jodas, París no habla. Deja de estar chingando.

ESPÍA: (Aparte) No. Gregori es más alto. La regaste, Ludmilla, pon


más atención, no dejes que la pasión te ciegue (a ERNESTO)
En otoño los gatos tienen colita.

ERNESTO: Colita la que me perjudicó por andar de caliente.

ESPÍA: ¿Gregori? ¿Eres tú?


ERNESTO: Nel, usted me confunde.

ESPÍA: (Aparte) No. Mi amado es más robusto, fuerte (al GALÁN)


¿Gregori?
44

GALÁN: ¿Ese nombre te di? Que gacho soy. Dime Rodolfo.

ESPÍA: La hora llegó, Rodolfo. ¿Tienes miedo?

GALÁN: (Extrañado) ¿Y tú cómo sabes?

ESPÍA: Era inevitable, ¿no? Las malas noticias vuelan. Cuando me


enteré…

GALÁN: (Baja apenado la mirada) Espero no haberte perjudicado.

ESPÍA: Pero lo hiciste.

GALÁN: (Aparte) ¿Quién será? No la recuerdo y menos con ese antifaz.

ESPÍA: Desdichadamente nuestro destino nos conduce a este final.


Hay que pagar las consecuencias de nuestros actos.

GALÁN: ¿Qué precio más alto que el de la muerte?

ESPÍA: Me alegro que lo tomes así. ¿Piensas defenderte?

GALÁN: No se puede evitar el destino. Lo que haya de suceder que


pase. Sólo espero que sea rápido.

ESPÍA: Te prometo que así será.

(La ESPÍA súbitamente abraza al GALÁN)

ESPÍA: Ay, Gregori, Rodolfo. Nada impide que nos demos el último
adiós, amándonos.

GALÁN: ¿No te da miedo? A la mejor tú no…/


ESPÍA: Estamos juntos desde el principio, nada nos impide que
estemos juntos en el final.

GALÁN: ¿Por qué no? Dejar este mundo con el grato sabor de un beso.
Muerte: espérame tantito.
45

(El GALÁN y la ESPÍA se van tomados del brazo.


Entra BEATRIZ)

BEATRIZ: Hola.

ERNESTO: ¿Y tú qué haces aquí?

BEATRIZ: Vámonos. Puede que todavía alcancemos la última función.

ERNESTO: ¿Y crees que tengo ganas de ir al cine?

BEATRIZ: ¿Por qué no? Ya no tienes problemas (solloza). Ya eres feliz. La


vida te vuelve a sonreír. ¿Qué es la pureza frente a tu
felicidad? Nada… Estuve pensando en ti en todo momento.
Imaginé que eras tú, que era jueves y que nos veíamos como
siempre.
(ERNESTO comprende para guardar silencio,
sintiéndose miserable)

BEATRIZ: Ahora llévame al cine. Y por Dios sonríe. Abrázame. Dime que
eres feliz…
(BEATRIZ y ERNESTO se marchan. Entra la
SEÑORA quien se pone a barrer la calle. Entra un
tipo con gabardina y sombrero quien se detiene
cerca de la ventana. La SEÑORA lo mira con una
dolorosa esperanza. Se acerca a él)

SEÑORA: ¿Eres tú, Ausencio?

(El tipo la voltea a ver, extrañado)

SEÑORA: Usted disculpe. Lo confundí.


(El tipo se marcha)

JAVIER: Ya somos menos. Pronto no habrá nadie.

SEÑORA: Como en la vida. De repente estamos rodeados de mucha


gente y conforme pasa el tiempo nos van abandonando.
46

JAVIER: (Por el tipo que se fue) ¿Buscaba a algún familiar?

SEÑORA: Hace años tomó el autobús en esta esquina y nunca más volví
a saber de él. Dejó todo. Su ropa, sus libros. Se despidió como
siempre, sin emoción, por rutina. Dicen que me abandonó pero
yo sé que eso no es cierto. Se hubiera delatado al besarme. Me
hubiera dejado en la boca el sabor de la despedida, de la culpa
y lo único que me dejó fue rutina y aburrimiento.

JAVIER: ¿Piensa seguirlo esperando?

SEÑORA: (Suspira) Si tan siquiera tuviera la certeza de que murió o de


que vive con otra mujer, de que no quiere saber nada de mí
… Pero vivo encadenada a esta esquina, a esta casa, en espera
que el mismo autobús que se lo llevó me lo devuelva.

JAVIER: (Aparte) ¿Y si le propongo que se vaya conmigo? Es lo que


sucede en todas las historias. La pareja que se odia y se insulta
para terminar amándose (la mira) y fea no está. ¿Quieres huir
conmigo? Deja todo. Tu casa, tu pasado, tu obsesión.
Viviremos como reyes, nos amaremos (tose, para escupir al
suelo) Señora…

SEÑORA: ¡Pero que pinche marrano es usted! ¿No ve que acabo de


limpiar?

JAVIER: ¡Marrana, su chingada madre, pendeja!

SEÑORA: ¿Por qué no se regresa a su andurrial? ¿Qué hace en una


colonia decente? ¡Naco!

(La SEÑORA se mete a su casa dando un portazo)

FLORENCIA: (Por el CANTANTE) ¿Estará bien? Como que ya se tardó, ¿no?

PRÓFUGO: Se ha de haber quedado jetón.

FLORENCIA: No se ve que respire.


47

PRÓFUGO: (Lo examina) Mejor déjelo así.

FLORENCIA: ¿Y si mejor llamamos a una ambulancia?

PRÓFUGO: No, para qué. Se va a meter en líos. Harán preguntas. Déjelo, a


nosotros qué.

FLORENCIA: Pero pobre, con suerte y se está muriendo.

JAVIER: ¿No despierta?

PRÓFUGO: Quiere llamar a una ambulancia. Le digo que no. Vendrá la


policía, nos detendrán y todo por un méndigo limosnero que
ni nos va ni nos viene.

FLORENCIA: Necesita ayuda, no podemos dejarlo así.

PRÓFUGO: La ambulancia ya no puede hacer nada, señorita. Nadie.

JAVIER: ¿No será catalepsia? Que parecen muertas, pero no lo están.

PRÓFUGO: Nel, tóquelo. Está bien frío. Este wei ya piró, ya hizo mutis
forever.

FLORENCIA: No puede saberlo, no es médico.

PRÓFUGO: No me chingue, seño. No es la primera vez que veo a un


difuntito. En la cárcel a diario uno o dos. No voy a saber.

FLORENCIA: Será el sereno, pero yo llamo a una ambulancia.


PRÓFUGO: (Deteniéndola) ¿Qué parte del no lo haga, no entendió?

FLORENCIA: ¡Suélteme, me lastima!

JAVIER: Déjela en paz.

FLORENCIA: Gracias, señor.

(FLORENCIA se marcha. Entra humo y se oyen


48

acordes celestiales. Entra un ÁNGEL)

ÁNGEL: (Al CANTANTE) Vámonos, ya es hora.

CANTANTE: (Se incorpora) ¿Ya? No puede ser. Fue un ataque como


cualquier otro. No puedo irme.

ÁNGEL: ¿Y por qué no?

CANTANTE: Porque no es onda. Todavía estoy joven.

ÁNGEL: Eso no es argumento. La edad nada tiene que ver. Todo tiene
un principio y un fin y el tuyo ya llegó.

CANTANTE: Es que no he vivido lo suficiente, date cuenta.

ÁNGEL: ¿Le llamas vida a esto? Todo carísimo, la contaminación, la


violencia, secuestros, los narcos ¿y es aquí donde te quieres
quedar?

CANTANTE: Pues sí. Será todo eso, pero me gusta la vida. ¡Es tan hermosa!

ÁNGEL: ¿Y hasta ahora la aprecias?

CANTANTE: Dame chance una semana.

ÁNGEL: Imposible.

PRÓFUGO: Sí, pendejo. Ya llégale.


ÁNGEL: ¿Te quieres despedir de alguien?

CANTANTE: Pues… No tengo parientes ni amigos. Vamos, ni siquiera un


perro. Todos, por mis ataques, me rechazaron quizás porque
les recordaba que hay enfermedades y muerte (se acerca a
JAVIER y al PRÓFUGO) Adiós…

JAVIER: Que te vaya bien.

PRÓFUGO: Suerte, carnal.


49

CANTANTE: (Al público) Adiós a todos. Sean felices y aprecien lo poco o


mucho que tengan de vida. ¡Vivan! (Con la voz quebrada)
Adiós mundo. Adiós a todos…

(El CANTANTE se dispone a marcharse. JAVIER y el


PRÓFUGO le cantan Las Golondrinas mientras
agitan sus pañuelos blancos)

PRÓFUGO: Oye, mai, dirás que soy un gandalla, pero por favor antes de
que te peles, dame tu ropa, ¿no? Ya no la vas a necesitar.

CANTANTE: Sí, cómo no. Llégale.

(Ambos se quitan lo que traen encima para hacer un


intercambio de ropa. Dejan la camisola de preso en el
suelo)

CANTANTE: Hasta luego, suerte.

(El CANTANTE se va con el ÁNGEL. FLORENCIA


entra con los dos AGENTES ya establecidos)

FLORENCIA: Es ése.

AGENTE 1: Andas, pareja. Es el prisionero que se peló de prisión anoche.


Ya la hicimos, mai. Este cadáver muerto lo hallamos y lo
apresamos nosotros.
AGENTE 2: Abusado, pareja, no vaya a estarse haciendo el muerto.

AGENTE 1: Nel, éste ya felpó.

FLORENCIA: ¿No van a llamar a un médico?

AGENTE 2: Ya no es necesario, señito. Ayúdame, pareja, a llevarlo al


Forense.
(Los AGENTES se marchan cargando la camisola
como si ésta pesara mucho)
50

PRÓFUGO: ¿Tiene caso que regrese a prisión? A mi casa como tampoco


le veo mucho caso… ¿Y si mejor empiezo de nuevo? Armas
puedo conseguir. Total si me agarran ya tengo a mis cuates
en el botiquín. Crimen organizado, ahí te voy…

(Se marcha el PRÓFUGO)

FLORENCIA: (A JAVIER) Disculpe, ¿qué horas tiene?

JAVIER: Son las seis.

FLORENCIA: ¡Las seis!

JAVIER: ¡Las seis! ¡Dios mío, acabo de perder el avión!

FLORENCIA: Debe estar desesperado. Pensará que me arrepentí.

JAVIER: He perdido la oportunidad de escapar. Será más fácil que me


atrapen.

FLORENCIA: No me esperará. Se irá, lo conozco. Me dejará.

(Entran corriendo en ropa interior el GALÁN y la


ESPÍA, ésta última con un revólver)

GALÁN: ¡No! ¡Espera, es un error! ¡Yo no soy Gregori!

ESPÍA: Muere como lo que siempre fuiste, un macho alfa.

(La ESPÍA le dispara. El GALÁN cae muerto)

ESPÍA: Misión cumplida (saca una rosa). La compré para la ocasión.


Los dirigentes no podrán decir que fallé. El traidor ha sido
eliminado. Claro, no podrán comprobar tu identidad porque
nadie conoció tu rostro, sólo yo tu cuerpo. Au revoir.

(La ESPÍA deja caer la rosa sobre el GALÁN para


marcharse)
51

JAVIER: Estoy perdido. De seguro ya me buscan.

FLORENCIA: No podré hallarlo ya nunca más. Se ha llevado mis ilusiones,


mis ahorros, mis sueños…

JAVIER: No te des por vencido todavía. Aún puedes lograrlo.

FLORENCIA: No es la primera vez que te deja el autobús, Florencia (se encoge


de hombros para suspirar) Ya encontrarás a otro.

JAVIER: Ahora huye, sin prisa, sin perder la calma.

(JAVIER inicia mutis, pero se detiene al ver a


FLORENCIA)

JAVIER: ¿Se queda, señorita? Para mí que ya no pasó el autobús.

FLORENCIA: No. Me voy también.

JAVIER: ¿Lleva algún rumbo? Podríamos acompañarnos.

FLORENCIA: ¿No le importa que no lleve dinero?

JAVIER: Por eso no se preocupe. ¿Nos vamos?

(JAVIER le ofrece su brazo. Ella sonríe para tomarlo


del brazo. Ambos se marchan. La SEÑORA sale de
su casa con la escoba. Mira el cadáver para denegar.
Entra el ÁNGEL)

SEÑORA: Carajo, fuera tan fácil de limpiar la sangre. Por eso estamos
como estamos.

ÁNGEL: Buenas noches.

SEÑORA: Buenas noches, ¿todavía trabajando?

ÁNGEL: Qué le hace uno, estamos en México. Últimamente hay más


muertos que de costumbre (al GALÁN) Vámonos, ya es hora.
52

GALÁN: (Incorporándose) ¿Ya? No se vale, me agarraron a la mala.


Todavía no me tocaba.

ÁNGEL: Estabas preparado, Rodolfo. A eso ibas. Tuviste tiempo de


vivir al máximo, de reflexionar y de despedirte. Tuviste suerte
no todos pueden hacerlo.

GALÁN: Ni hablar, es cierto. ¿Y a dónde me toca ir?

ÁNGEL: Eso no me toca a mí decidirlo, pero tú puedes intuirlo.

GALÁN: (Tras breve pausa, pensativo) ¿Es pecado amar?

ÁNGEL: Vámonos, Rodolfo (a la SEÑORA). Hasta luego.

SEÑORA: Oiga, antes de que se vaya, una pregunta. Usted debe saber.
Hace años un hombre bajito, guapo y de pelo chino tomó
aquí el autobús. ¿De casualidad no sabe de él?

ÁNGEL: Hace cuatro años me llevé a una persona así. Se llamaba


Ausencio.

SEÑORA: Ausencio.

ÁNGEL: Sí, vivía en esta calle. No quiso despedirse de nadie.

SEÑORA: (Tras pausa, intenta sonreír) Bueno. Hay muchos Ausencios


bajitos, guapos y que viven en esta calle. No es el mío,
gracias.

ÁNGEL: Adiós.

SEÑORA: Buen viaje.


(Se marchan dejando sola a la SEÑORA)

SEÑORA: Te seguiré esperando, Ausencio… Quizá un día pase el


autobús que te ha de regresar de nuevo conmigo.
53

(Entra HAMLET)

HAMLET: Por si alguna vez soñamos


y sí haremos pues estamos
en un mundo tan singular
que el vivir sólo es soñar
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es hasta despertar.

(Van entrando todos los personajes)

SEÑORA: Sueña el rey que es rey y vive


con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando.

BEATRIZ: Y este aplauso que recibe


prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!

JAVIER: Sueña el rico en su riqueza


que más cuidados le ofrece;

PATIÑO: Sueña el pobre que padece


su miseria y su pobreza.

ESTELA: Sueña el que a medrar empieza


sueña el que afana y pretende
sueña el que agravia y ofende.

PRÓFUGO: Y en el mundo, en conclusión


todos sueñan lo que son
aunque ninguno lo entiende.

TODOS: ¿Qué es la vida? Un frenesí,


¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño
54

que toda la vida es sueño


y los sueños, sueños son.

TELÓN

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy