Pablo Ramos-El-Origen-de-La-Tristeza

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rulemán q u e se me revelaba ahora c o m o un purgatorio, L a m a ñ a n a del c u m p l e a ñ o s l a pasé e n casa. M a m á

c o m o un castigo a la no descomposición de su cuerpo. no había vuelto a tener n i n g u n a falsa a l a r m a y, a u n q u e
H i c e varios intentos por trepar mientras R o l a n d o se estaba a p u n t o de explotar, el carozo se n e g a b a a salir del
esforzaba por ponerle la tapa al cajón. U n a vez arriba me durazno.
d i c u e n t a d e q u e estaba t e m b l a n d o . N o p o d í a parar d e C e r c a del mediodía me fui hasta la feria de las pulgas
llorar y mi voz retumbaba por toda la bóveda. y le c o m p r é los aros y el colgante. Pasé por el bar del U r u -
Alguien forcejeaba la puerta desde afuera y gritaba que guayo d o n d e todos estaban al tanto del q u i l o m b o . A R o -
le abriesen. La puerta no estaba cerrada; había q u e d a d o tra- lando lo habían g u a r d a d o en lo de F u g a z a hasta q u e las
b a d a detrás del portacajones q u e R o l a n d o y yo h a b í a m o s cosas se calmaran un p o c o . L o s m u c h a c h o s del bar le ha-
corrido. El portacajones se inclinó y cayó de manera tan bían llevado c o m i d a y un paquete entero de cigarrillos
violenta q u e el féretro que estaba arriba se astilló en varios con filtro. Les dije que eran m u y buenos a m i g o s y el U r u -
lugares y quedó de costado y entreabierto. Un hombre ves- guayo me aseguró que no iba a pasar nada pero q u e había
tido con traje oscuro entró y me agarró del cuello. que aguantar un par de semanas y que después a R o l a n d o
iban a tener q u e cambiarlo de cementerio. T a m b i é n me
— Q u é estás haciendo acá — m e gritó bien cerca d e
dijo que la cana había hablado de un pibe y q u e era mejor
la c a r a — . ¡Delincuente! ¡Saqueador de tumbas! ¡Judío sa-
que yo me quedase unos días en casa.
queador!
— N o s o t r o s después le decimos q u e viniste, G a v i l á n
Yo no p o d í a contestarle p o r q u e no me salía la voz y
— m e tranquilizó el U r u g u a y o .
p o r q u e él me estaba a h o r c a n d o . El h o m b r e vio salir a mi
Volví a casa y me metí en la pieza a envolver el rega-
maestro del pozo y le gritó un m o n t ó n de insultos.
lo. Pensé en A n d r e a C. y me di cuenta de q u e ya n u n c a
— ¡ S u e l t e al joven, Cornetti! — g r i t ó R o l a n d o .
iba a ser lo m i s m o . Su imagen era ahora la de una muerta.
— L o s d o s están e n problemas — d i j o e l h o m b r e , se-
T a n t e é en mi bolsillo la sorpresa adicional q u e tenía para
ñ a l a n d o el cajón roto en el p i s o — ; usted, R o l a n d o , se va m a m á y sonreí: era algo que ni siquiera A l e j a n d r o p o d í a
a la cárcel y este hijo de puta al reformatorio. soñar con tener.
De u n o de los estantecitos de m á r m o l alcancé a m a -
notear algo p e s a d o , del t a m a ñ o de la p a l m a de mi m a n o , C o m i m o s en familia y llegó la hora de los regalos. La
y se lo di al tipo bien fuerte en la cabeza. T a n fuerte q u e abuela se apareció c o n la plantita de m i e r d a y su cara de
cayó de culo al piso y se quedó medio aturdido. culo tiernizada por la fecha.
— C o r r e — m e dijo R o l a n d o — , corre q u e y o m e las — D e n l e u n beso t a m b i é n a l a a b u e l a — n o s dijo
arreglo. p a p á , y a u n q u e no era su c u m p l e a ñ o s t u v i m o s q u e ha-
Yo corrí sin parar hasta el m o n o b l o q u e de los nichos. cerlo.
S u b í al primer p i s o , solté la cadena y abrí la puerta de P a p á s a c ó su regalo y se lo d i o a m a m á en n o m b r e
c h a p a . Salí al balconcito, trepé al g o m e r o y, de un salto, de t o d o s . E r a un vestido m u y lindo y sin lugar p a r a el
e n o r m e d u r a z n o . L o siguió Alejandro. E r a u n a carterita
me escapé por el lado de la villa. 27/78
con pinturas y todas esas cosas q u e se p o n e n las mujeres
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