Argentina
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Alternativas
Según el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (también conocido como “Nunca
más” o “Informe Sabato” porque el escritor Ernesto Sabato presidió dicha comisión), la cifra de personas
desaparecidas en Argentina entre 1976 y 1983 ascendió a 30 mil.
Al respecto, la investigadora universitaria comenta: “Como siempre ocurre en estos casos, y lo podemos
comprobar con la tragedia de las desapariciones en México, no estamos completamente seguros de los números,
pero 30 mil es una cifra aceptada por el movimiento de los derechos humanos. Con todo, yo creo que la
desaparición, ya sea de una o de 30 mil personas, es inaceptable, pues se trata de una violación gravísima de los
derechos humanos. Ahora bien, de lo que no tenemos duda es que la dictadura militar implantó un régimen de
violencia y terror que utilizó la desaparición de una manera generalizada y sostenida en el tiempo, es decir, no
ocasional.”
El 24 diciembre de 1986 fue promulgada la ley de Punto Final, que establecía la caducidad de la acción penal
contra los acusados de haber cometido el delito de desaparición durante la dictadura militar; y el 8 de junio de
1987 fue promulgada la ley de Obediencia Debida, en virtud de la cual los delitos cometidos por los miembros
de las Fuerzas Armadas cuyo grado hubiera estado por debajo del de coronel durante la dictadura militar no
eran punibles porque respondían a órdenes emanadas de mandos superiores.
Asimismo, entre el 7 de octubre de 1989 y el 30 de diciembre de 1990, el presidente Carlos Saúl Menem emitió
una serie de decretos para indultar a todos los militares y civiles (incluyendo a los miembros de los grupos
guerrilleros) que cometieron crímenes durante la dictadura militar y que ya purgaban una condena.
“Las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida intentaron poner un límite a la búsqueda de justicia para las
víctimas de la dictadura militar. En este sentido representan dos momentos tristes de la historia de Argentina,
pero hay que contextualizarlas. No son el resultado de una decisión aislada de Alfonsín, sino la respuesta a un
intento de golpe militar articulado por una fracción del Ejército que en esos momentos de la transición
presionaba mucho y que incluso amenazó, se sabe ahora, con atacar a los civiles que estábamos en Plaza de
Mayo defendiendo al gobierno democrático. Con esto se puede ver que, después de procesos tan traumáticos y
dramáticos como la dictadura militar que padeció Argentina entre 1976 y 1983, el camino hacia la verdad, la
justicia y la reparación de las víctimas no es corto, continuo ni lineal; más bien es un camino largo, con avances
y retrocesos, y, muchas veces, con desviaciones. En cuanto a los indultos de Menem, también implicaron un
retroceso, pero a la vez empujaron a la sociedad civil, al movimiento de los familiares de los desaparecidos y de
los derechos humanos, a no dejar de demandar y buscar alternativas, como los Juicios por la Verdad y los
juicios por los niños apropiados”, señala Ansolabehere Sesti.
Enseñanza
Las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida, así como los indultos de Menem, fueron anulados. El caso de
Argentina, a 45 años del golpe de Estado, no está cerrado. Los juicios todavía continúan, las madres y las
abuelas de Plaza de Mayo todavía buscan a sus hijos y nietos, los antropólogos forenses todavía trabajan para
identificar cuerpos y megacausas como la de la ESMA todavía siguen adelante.
“Como ya dije, el golpe de Estado de 1976 fue un hecho trágico para los argentinos, pero ese hecho tan
abominable también dio inicio a un movimiento de familiares y de derechos humanos que no ha parado de
demandar verdad, justicia y reparación de las víctimas. De situaciones tan terribles no se sale fácilmente. El
camino es largo. No obstante, los grupos de familiares como los de las madres y las abuelas de Plaza de Mayo,
y las organizaciones de derechos humanos han mantenido esta lucha contra viento y marea. Creo que ésta es la
enseñanza”, finaliza la investigadora.