Clase 4 PSG
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El caso argentino
Clase 4
El terrorismo de Estado en Argentina
El caso argentino y el caso alemán
Los campos de concentración
La categoría de prácticas sociales genocidas
Introducción
En esta clase, nos proponemos pensar el caso argentino a la luz del concepto de
genocidio y prácticas sociales genocidas y en línea con lo desarrollado hasta acá.
Seguramente han escuchado hablar de “genocidio” para referirse al terrorismo de
Estado que tuvo lugar entre 1976 y 1983 en Argentina. Ahora bien, ¿por qué llamarlo así?
¿Los hechos se encuadran en esta categoría? ¿Cuál es la utilidad del concepto? ¿Qué tienen
en común el caso argentino y el Holocausto? Éstas y otras preguntas guían la clase que
comenzamos. La idea no es llegar a conclusiones cerradas y contundentes sino presentar
algunas líneas de análisis para reflexionar juntos/as sobre el caso que más nos afecta, ya que
forma parte de nuestra historia reciente y sus consecuencias perduran aún hoy.
Es difícil trazar una genealogía del terrorismo de Estado en nuestro país. La violencia
desplegada por el Estado sobre sus opositores ha atravesado, en distintas formas, los seis
golpes que sufrió Argentina en el siglo XX: represión, encarcelamiento, torturas, asesinatos.
Sin embargo, cuando hablamos de terrorismo de Estado nos referimos específicamente a la
última dictadura cívico-militar, que buscó diseminar el terror en todo el cuerpo social y para
ello sistematizó la práctica de la desaparición de personas.
Para hablar sobre la dictadura, debemos reponer algo sobre el contexto de época, que
permite pensarla en el marco de las dictaduras latinoamericanas, específicamente del Cono
Sur. Quizás debamos comenzar recordando que es el contexto de auge de la Doctrina de la
Seguridad Nacional, impulsada por Estados Unidos en todo el continente en su lucha contra
el peligro comunista. Desde la revolución cubana (1959) y a partir del desarrollo de
organizaciones políticas radicalizadas en los años sesenta y setenta, se fue desplegando esta
doctrina que postulaba la lucha contra un “enemigo interno” (comunista o subversivo) y
legitimaba las peores prácticas represivas por parte de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
Como afirma Eduardo Luis Duhalde, la Doctrina de la Seguridad Nacional es el
fundamento de los Estados terroristas que surgen en Latinoamérica en la década de los años
setenta.
A mediados de esta década, los servicios de inteligencia de los países del Cono Sur
(Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay) comenzaron a trabajar juntos en el marco de lo que se
conoce como Plan Cóndor: compartían información sobre individuos o grupos “peligrosos”,
intercambiaban prisioneros/as -que huían a países limítrofes escapando de la represión-,
realizaban operativos represivos conjuntos.
En Argentina, la persecución a organizaciones sociales y políticas comenzó con
grupos paramilitares como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), que operó desde
octubre de 1973 bajo las órdenes de José López Rega. Luego de la muerte de Perón, el 1° de
julio de 1974, su accionar se aceleró y comenzó la práctica de la desaparición de personas.
Luego, el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 constituyó un salto cualitativo en tanto la
desaparición de personas se volvió la práctica represiva “oficial”.
En pocos meses, las principales organizaciones armadas, Montoneros y ERP,
quedaron prácticamente destruidas por la represión clandestina. Sin embargo, la persecución
y secuestro excedían ampliamente a los/as militantes armados/as: toda forma de oposición
social, política, económica o cultural era considerada una amenaza. Cientos de miles de
personas fueron secuestradas en centros clandestinos de detención. Otras tantas debieron
buscar el exilio, externo o interno. Se calcula que alrededor de 500 hijos e hijas de
detenidos/as-desaparecidos/as fueron secuestrados/as junto a sus padres/madres o nacieron en
cautiverio cuando sus madres se encontraban secuestradas. Estos/as bebés/as fueron en su
mayoría apropiados/as por los represores o entregados/as a otras familias, negándoseles no
sólo la posibilidad de crecer junto a su familia sino también el derecho a conocer su
identidad.
¿Recuerdan la definición de genocidio que trabajamos en la primera clase? Uno de los
actos que suelen cometer los genocidas en su intención de destruir, total o parcialmente, a un
grupo implica medidas destinadas a impedir los nacimientos o traslado por la fuerza de niños
del grupo a otro grupo (los otros actos posibles eran, recordemos, el exterminio de miembros
de un grupo; el atentado grave contra la integridad física o mental de los miembros de un
grupo; el sometimiento deliberado del grupo a condiciones de existencia que puedan acarrear
su destrucción física, total o parcial). En Argentina, no se dieron o no conocemos medidas
destinadas a impedir nacimientos, pero sí traslados de niños/as de un grupo a otro, proceso en
el cual se les quitaba no sólo su familia sino también su identidad. Se sabe que las
embarazadas recibían “tratos especiales” en los centros clandestinos pues los represores
esperaban que esos/as niños/as nacieran, para luego apropiárselos/as o entregárselos/as a
determinadas familias.
Ahora bien, ¿puede hablarse de genocidio durante la última dictadura cívico-militar en
Argentina?
Pero dijimos que también hay elementos comunes. ¿Qué tienen en común el caso
alemán y el argentino? En principio, la existencia misma de los campos. Como afirma, una
vez más, Calveiro, no todas las sociedades tienen campos ni en todo momento. Una pregunta
que debemos hacernos, entonces, como sociedad es cómo pudimos convivir con alrededor de
seiscientos centros clandestinos de detención operando en todo el país.
Otro denominador común que encuentra la autora es el uso el terror que destruía física
pero sobre todo moralmente a los/as detenidos/as aun antes de su exterminio. Dice en Poder y
desaparición “las largas filas de judíos entrando sin resistencia a los crematorios de
Auschwitz, las filas de ‘trasladados’ en los campos argentinos, aceptando dócilmente la
inyección y la muerte, sólo se explican después del arrasamiento que produjo en ellos el
terror. El campo es efecto y foco de diseminación del terror generalizado de los Estados
totalizantes”. Eso no implica, por supuesto, desestimar las valiosas experiencias de
resistencias y micro-resistencias que existieron en uno y otro caso, como vimos en la clase
tres para el caso alemán.
A modo de síntesis
Algunas sentencias por delitos de lesa humanidad de juicios realizados en nuestro país
reconocen que los hechos se dieron “en el marco de un genocidio”, siguiendo los desarrollos
teóricos del sociólogo Daniel Feierstein, entre otros/as autores/as. Específicamente las
sentencias del juez Carlos Rozanski (2006 y 2007, entre otras) continúan una línea de trabajo
abierta por el juez Baltasar Garzón en los años ‘90 en España.
Ahora bien, volviendo al plan más académico, no es nuestra intención saldar la
discusión respecto de la pertinencia o no del concepto de genocidio para hablar de la última
dictadura cívico-militar en Argentina. Por el contrario, nos propusimos desarrollar los
principales argumentos de algunos autores y autoras reconocidos/as por sus investigaciones
para que sepamos de qué hablamos cuando hablamos de genocidio o de prácticas sociales
genocidas, y que se vuelvan conceptos que tengamos a mano para utilizar cuando creamos
que nos permiten explicar una realidad.
Lo cierto es que en Argentina está probada la existencia de un plan sistemático de
exterminio que persiguió a militantes sociales y políticos que buscaban crear relaciones
sociales, económicas, culturales distintas; que en ese proceso se estima que desaparecieron
alrededor de 30.000 personas, otras tantas debieron exiliarse y aproximadamente 500 niños y
niñas fueron apropiados/as, negándoseles su identidad a muchos de ellos/as aun hasta el día
de hoy. Si elegimos hablar de genocidio, la etapa de la transición a la democracia constituye
el periodo post genocida en la cual se da su realización simbólica. Los caminos de la
memoria, la verdad y la justicia han tenido avances y retrocesos a lo largo de casi cuatro
décadas. A la vez, ha llevado y continúa siendo un gran trabajo reconstituir tanto relaciones
económicas, sociales, culturales diferentes a nivel social como un Estado democrático que
vuelva a impulsar un desarrollo nacional y popular dentro de una matriz productiva que
incluya a todos los sectores sociales de la Argentina.
Bibliografía
https://www.youtube.com/watch?v=sMWYBCI2WK0