Intro
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Texto Rinesi:
Este plantea que la política y las sociedades son trágicas, son trágicas porque hay tragedia y
hay tragedia porque nunca habrá consenso, siempre va haber conflicto y va haber política. No
existen sociedades sin conflicto y sin política. Esto es porque la sociedad no es toda igual,
nuestras clases sociales no son las mismas en todo el país, en la misma ciudad, en ningún lado.
No pensamos lo mismo, no existe sociedad donde todos estemos de acuerdo. La política tiene
3 claves: el antagonismo, el conflicto y la contradicción, es importante entender esto para
pensar las sociedades, siempre que haya un grupo social va haber alguien que esté por encima,
el que sea la hegemonía, que en una persona se exprese una ideología, una forma de hacer las
cosas o de pensar lo que sea, no solo en las sociedades también en diferentes grupos sociales,
las lógicas que se instalan en grupos de trabajo, de estudio, instituciones, en todos lados.
Siempre que haya sociedad va haber una idea que se pare por sobre otra, porque siempre hay
conflicto, no existe el consenso. Esta es la critica que les hace Rinesi a Hobbes y Platón, ya que
estos son dos teóricos del consenso, que decían que para pensar la sociedad es importante el
consenso, pero esto no existe porque nunca se llega a un acuerdo. Siempre que hay un grupo
social que esta ordenado por una hegemonía va haber alguien que esté en contra. Por
ejemplo, en nuestro país nunca va a existir un régimen político, una idea política que tenga
contento a todo el mundo, siempre habrá una oposición, siempre habrá discordia y
antagonismo, para que haya hegemonía tiene que haber uno distinto, que es subalterno, para
que haya subalternidad tiene que haber hegemonía.
No existen sociedades de consenso porque existe la política, existen sociedades políticas,
porque las sociedades son conflictivas, porque hay antagonismo y porque no existe ni va a
existir nunca un régimen político que tenga contento a todo el mundo.
FUNCIONALISMO
El funcionalismo es una forma de estudiar las sociedades que empezó con Comte. Para él, era
importante entender cómo diferentes partes de una sociedad trabajan juntas para mantenerla
funcionando. Este enfoque fue influenciado más tarde por antropólogos, quienes cambiaron la
antropología al pasar tiempo viviendo y observando diversas culturas en lugar de solo leer
informes. Ellos argumentaron que, para entender realmente una sociedad, necesitas ver cómo
todas sus partes se relacionan entre sí.
El funcionalismo compara la sociedad con el cuerpo humano: cada parte cumple un papel
importante para mantener el conjunto funcionando. Por ejemplo, como el corazón bombea
sangre para mantener vivo al cuerpo, la religión refuerza los valores sociales para mantener
unida a una sociedad. Así que, estudiar cómo funcionan las instituciones sociales nos ayuda a
entender cómo una sociedad se mantiene estable y cohesiva.
El funcionalismo de Merton
Merton, tuvo una influencia significativa al adaptar el funcionalismo para estudiar las
sociedades industrializadas, que son muy diferentes de las culturas simples estudiadas por los
antropólogos.
Merton introdujo la idea de funciones manifestantes y latentes. Las funciones manifestantes
son las que los participantes de una actividad realizan y son conscientes. Por ejemplo, la danza
de la lluvia realizada por los indios Hopi es un ejemplo de función manifiesta, ya que esperan
que esta ceremonia traiga lluvia para sus cultivos. Pero Merton también habló de funciones
latentes, que son los efectos no intencionales de una actividad. En el caso de la danza de la
lluvia, la función latente es fortalecer la cohesión social del grupo, algo que no es obvio para
quienes participan en la ceremonia.
Además, Merton distinguió entre funciones y disfunciones. En sociedades pequeñas y más
integradas, los antropólogos solían enfocarse solo en identificar funciones, ya que estas
culturas eran estables. Pero en sociedades más grandes y complejas, Merton advirtió sobre la
importancia de reconocer las disfunciones, que pueden generar conflictos y desorden social.
Un ejemplo es que la religión, que usualmente se ve como funcional para la cohesión social,
puede también causar problemas cuando diferentes grupos tienen creencias religiosas
opuestas, llevando a conflictos.
Evolución reciente
Durante mucho tiempo, el pensamiento funcionalista fue muy importante en la sociología. Sin
embargo, en años recientes, su popularidad ha disminuido. Aunque todavía tiene defensores,
muchos críticos señalan que los funcionalistas a menudo destacan demasiado los factores que
promueven la cohesión social, ignorando aquellos que causan división y conflicto.
Una crítica común es que los funcionalistas atribuyen a las sociedades características como
"necesidades" y "objetivos", conceptos que realmente solo aplican a los individuos humanos.
Por ejemplo, Merton discute la danza de la lluvia de los Hopi como si la sociedad Hopi actuara
de manera organizada para mantener la cohesión cultural. Pero en realidad, las sociedades no
tienen una voluntad o metas propias; solo los seres humanos individuales tienen estas
cualidades.
ESTRUCTURALISMO
El estructuralismo tiene sus raíces en la lingüística, particularmente en las ideas del lingüista
Saussure. Antes de Saussure, el estudio del lenguaje se centraba principalmente en cómo
cambian las palabras con el tiempo. Saussure dijo que este enfoque ignoraba lo más
importante del lenguaje.
Para Saussure, el lenguaje no es solo el uso específico de palabras, sino un conjunto de reglas y
significados que están ocultos detrás de las palabras que usamos. Estas reglas son
fundamentales, pero no están explícitas en las palabras mismas. Analizar las estructuras del
lenguaje implica entender estas reglas ocultas que guían cómo hablamos. La mayoría de estas
reglas las conocemos por intuición, pero no las podríamos explicar fácilmente en detalle. El
trabajo de la lingüística es hacer explícito lo que sabemos implícitamente, pero solo en
términos de cómo usamos el lenguaje en la vida cotidiana.
Lenguaje y significado
Saussure plantea que el significado de las palabras no viene directamente de los objetos a los
que se refieren esas palabras. Por ejemplo, no decimos que el significado de la palabra "árbol"
es el objeto físico con hojas que llamamos árbol. En el lenguaje hay palabras como "y", "pero"
o "no obstante" que no se refieren a ningún objeto específico y hay términos como "unicornio"
que tienen significado, pero se refieren a criaturas mitológicas que no existen en la realidad.
Para él, el significado se crea a través de las diferencias que existen entre conceptos
relacionados en el lenguaje. Por ejemplo, entendemos qué es un árbol porque distinguimos
"árbol" de palabras similares como "arbusto", "matorral" o "bosque". Estas diferencias y
relaciones entre palabras similares ayudan a darles significado. Los significados no se basan en
los objetos reales a los que nos referimos, sino en cómo el lenguaje organiza y diferencia estos
conceptos entre sí.
Estructuralismo y semiótica
Saussure añade a su análisis que no solo el habla o la escritura pueden crear significados, sino
que cualquier cosa que podamos distinguir sistemáticamente puede hacerlo. Por ejemplo, un
semáforo usa los colores verde y rojo para significar "adelante" y "deténgase". Lo crucial no
son los colores en sí, sino la diferencia entre ellos. Si intercambiáramos los colores y usáramos
verde para detenerse y rojo para avanzar, seguiría teniendo sentido siempre y cuando
mantuviéramos la consistencia en la diferencia que representan.
Saussure llama a este estudio de significados no lingüísticos "semiótica". Este enfoque se aplica
a diversos aspectos culturales, como la moda. Por ejemplo, lo que hace que un estilo de vestir
esté de moda no es la ropa en sí, sino la diferencia entre lo que usan los que están "a la moda"
y los que no lo están. También se aplica a costumbres como el luto, donde el color no importa
tanto como el hecho de que las personas en duelo se visten de manera diferente a la habitual.
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
El interaccionismo simbólico presta más atención al individuo activo y creativo que cualquier
otro enfoque teórico. Como en el caso del estructuralismo, el interaccionismo simbólico surge
de una preocupación por el lenguaje, pero Mead lo desarrolla en una dirección diferente.
Símbolos
Mead argumenta que el lenguaje es esencial para que los humanos seamos conscientes de
nosotros mismos como individuos únicos. El elemento clave en este proceso es el símbolo, que
es algo que representa otra cosa. Por ejemplo, la palabra "árbol" es un símbolo que representa
el objeto físico que conocemos como árbol.
Una vez que entendemos este concepto de símbolo, podemos pensar en un árbol incluso
cuando no lo estamos viendo. Hemos aprendido a pensar en el objeto de manera simbólica, lo
cual nos permite ir más allá de nuestras experiencias directas de ver, oír o sentir.
A diferencia de la mayoría de los animales, que no tienen el mismo sentido de identidad
individual, los humanos viven en un mundo rico en símbolos. Cada persona se vuelve
consciente de sí misma porque aprende a verse desde la perspectiva de los demás, es decir,
cómo nos perciben en la sociedad.
MARXISMO
Hay algunas fórmulas básicas y elementales del marxismo –tales como la lucha de clases, la
importancia de la estructura económica de la sociedad, el materialismo, etc.- que han sido las
más popularizadas. Estas fórmulas no son nada más que elementos del pensamiento marxista,
parecen ofrecer explicación a todos los problemas complejos de forma simple. Pues bien: el
marxismo no es eso, y eso es la negación del marxismo. El marxismo exige un serio e intenso
esfuerzo de pensamiento.
El pensamiento vulgar –dice Hegel- cree que lo verdadero y lo falso son entidades inmóviles,
cosas con existencia propia, una de este lado y la otra de aquel lado sin tocarse y en forma
aislada. Este es el modo de pensar del marxismo vulgar, de los burócratas, que quieren
convertir el pensamiento marxista en un diccionario donde está clasificado todo lo que es
verdadero y lo que es falso, lo que hay que conocer y lo que no.
La verdad se alcanza por el esfuerzo militante del pensamiento, y a través del error, de la
permanente confrontación entre verdad y error. El marxismo está en permanente
confrontación con la realidad y consigo mismo, afirmándose y negándose a sí mismo en todo
momento, para poder afirmarse nuevamente en un nivel superior.
El marxismo es implacable consigo mismo porque está contra los mitos y la falsedad, contra la
mistificación. El marxismo quiere sacar los disfraces, imponer la claridad.
El marxismo es:
1- Una concepción general y total del hombre y del universo.
2- Es una crítica de la sociedad en la que nació el marxismo –capitalismo-.
3- Es una política, un programa de acción para la transformación revolucionaria de la
sociedad, para la creación de un nuevo tipo de relación entre los hombres.
El marxismo afirma que nada hay en la tierra y sus alrededores superior al hombre. El único
creador es el hombre. El hombre que con su trabajo crea un mundo nuevo, y modifica la
naturaleza, y se modifica a sí mismo. El marxismo rechaza el concepto de Dios y de cualquier
fuerza extrahumana o sobrehumana situada por encima del hombre y que domine al hombre.
Para el marxismo, todo el poder que las religiones atribuyen a los dioses, no es más que poder
humano que el hombre, por diversas circunstancias, ha proyectado fuera de sí mismo y las
atribuye a seres o cosas existentes fuera de él.
El paraíso y el infierno no están fuera del mundo para el marxismo, sino aquí, en la tierra. El
creador y amo del paraíso o el infierno es el hombre, que los crea con su trabajo. El marxismo
cree que siempre habrá problemas, luchas y conflictos. Pero es optimista, porque cree que el
hombre es capaz de forzar su destino cada vez más humano. Ese futuro que las religiones
ponen en el cielo para después de la muerte, el marxismo lo pone en el más acá, sobre la
tierra, como producto de la vida creadora del hombre.
Pero, el optimismo revolucionario del marxismo no tiene nada que ver con el progresivismo. El
progresivismo cree que las contradicciones se resuelven por sí mismos, a lo largo del tiempo.
Así oculta al hombre su propio papel y anula el elemento humano activo, sin el cual no puede
haber ningún progreso. El marxismo sabe que la categoría del peligro es esencial, es parte
fundamental de todo proceso de avance y desarrollo. Y por lo tanto sabe que el término de ese
proceso puede ser la catástrofe. El único que tiene la llave de cambios para indicar el camino
es el hombre.
La alienación
Las religiones creen que los sufrimientos del hombre, la explotación del ser humano por otro
ser humano, existen porque el hombre es hombre, y solo pueden dejar de existir cuando el
hombre muere. El marxismo, al contrario, afirma que el sufrimiento y la explotación existen
porque el hombre no es todavía plenamente hombre, porque se ha alienado, y dejará de
existir cuando el hombre sea plenamente hombre, se des-aliene.
Alienación es cuando el hombre es dominado por cosas que él creó. Desalienación quiere decir
que el hombre ponga bajo su control esas cosas que le oprimen y que son partes de sí mismo,
productos de su trabajo. Al dominar esas partes de sí mismo que se han convertido en cosas
que hoy lo oprimen, el hombre se reencuentre consigo mismo, se rescate a sí mismo.
¿Cómo se produce la alienación del hombre? Desde que existe, el hombre está ligado a tres
realidades vinculadas entre sí. Son: el trabajo, la producción de necesidades nuevas y la
familia.
El trabajo es la suma de todos los esfuerzos que debe realizar para sostener su vida.
La producción de necesidades nuevas es producto del trabajo realizado para satisfacer las
necesidades primarias, para satisfacer esa necesidad, el hombre crea un instrumento, que
origina una nueva necesidad, y así hasta el infinito.
Pero los hombres no solo trabajan para satisfacer necesidades, sino que también hacen otros
hombres, se reproducen. Se entra en la relación hombre mujer, padres e hijos, o sea, familia.
En estas tres realidades están dados todos los elementos que original la alienación del hombre
a lo largo de la historia hasta nuestros días.
Por el trabajo nacen objetos, que tienen existencia independiente respecto a su creador – el
hombre-. En las sociedades primitivas, donde el productor consume sus propios productos, la
independencia del objeto se agota rápido. Pero con la producción de mercancías, los objetos,
convertidos en mercancías, escapan al control del productor y adquieren independencia y
dominan al hombre a través de la ley del valor, del dinero, del precio, etc.
Por otra parte, tanto la producción de objetos como de otros hombres, solo pueden hacerse
con la cooperación de distintos individuos. De esta cooperación surgen relaciones sociales e
institucionales que aumentan en complejidad y extensión, y terminan de dominar al hombre,
apareciéndosele como cosas naturales muy alejadas de su control.
Además, en la producción de otros hombres existe una situación que se desarrolla a medida
que progresa el dominio de la humanidad sobre la naturaleza. Se trata de la división del
trabajo. Hombre y mujer tienen distinta función en el trabajo de la reproducción, y esta es la
primera división del trabajo que conoce el hombre. Pero luego surgen nuevas divisiones. Surge
la tremenda división entre trabajo manual e intelectual. Surge la posibilidad de que una parte
de la humanidad se beneficie del trabajo de la otra. Surge la posibilidad para algunos hombres
de apropiarse del producto del trabajo ajeno.
Desde el comienzo de la división del trabajo cada uno tiene una ubicación determinada y
exclusiva, que le es impuesta y de la cual no puede salir. El hombre ya no es primordialmente
hombre; es ante todo obrero, campesino, burgués o artesano, y debe seguir siéndolo si
pretende sobrevivir.
Finalmente, al dividir la sociedad en clases, el hombre se alinea respecto de sí mismo, y se
produce la alienación entre el hombre y el hombre. El hombre comienza a utilizar a otro
hombre como un medio o instrumento, como una cosa para la satisfacción de sus necesidades.
El hombre se convierte en una cosa, en mercancía que otros hombres compran para sus fines.
El producto de su trabajo se convierte en un poder extraño, en el poder de otra clase, de otros
hombres que se encuentran sobre él.
Al quedar el hombre alienado, también lo hace de su trabajo. Ya no solo los productos de su
trabajo son cosas con poderes extraños, su propio trabajo le resulta extraño, externo. El
hombre ya no trabaja por que el trabajo es la esencia humana y solo en el trabajo se realiza el
hombre. Ahora el hombre alienado trabaja para vivir. El trabajo es simplemente un medio, un
instrumento, no para realizar la vida, sino para satisfacer las necesidades biológicas.
Para llegar a las masas más atrasadas el marxismo se vulgarizó y pagó un precio tremendo,
pues perdió su riqueza, se lo confundió con una simple interpretación económica de la
historia, o como un programa de mejoras para la clase obrera.
Luego, los aparatos burocráticos ayudaron con todo su poderío material a mantener las
nociones vulgares del marxismo y a ocultar su esencia, esto es, la lucha contra la alienación.
El marxismo quiere hombres plenamente humanos, hombres libres de cosas y fetiches
opresores. Mejorar el nivel de vida es un paso absolutamente necesario, y el primer paso hacia
esa liberación del hombre, pero solo el primer paso.
El marxismo comprende que la producción de la vida material y la satisfacción de las
necesidades es una actividad natural e indispensable. El comer, el beber y el procrear son
funciones auténticamente humanas. Pero –dice Marx- en ellas no se revela lo que hay de
específicamente humano en el hombre. Porque también el animal come, bebe y se reproduce.
De modo que, si la satisfacción material es separada del resto de la actividad humana, y se la
convierte en propósito único y último, entonces esas funciones son propias del animal y no
tienen en sí nada de humanas. Por eso, mientras exista un régimen social en que para el
hombre el comer, el beber y el reproducirse aparezcan como los propósitos exclusivos de sus
deseos, mientras esto ocurra, el hombre será apenas superior al animal y estará
verdaderamente lejos de alcanzar su verdadero estado humano. “Un violento aumento de
salarios no sería otra cosa que una mejor remuneración de los esclavos y no elevaría al obrero
ni al trabajo a su función humana y a su dignidad”, en El Capital Marx dice “a medida que se
acumula el capital, tiene necesariamente que empeorar la situación del obrero, cualquiera que
sea su retribución, ya sea ésta alta o baja”.
El marxismo no es simplemente materialismo. El marxismo niega que el hombre sea producto
directo de las circunstancias y del medio. El marxismo reivindica la autonomía creadora del
hombre. Tanto la burocracia de los partidos como la Internacional, como la burocracia
soviética, practicaban y practican esta reducción del marxismo a un materialismo de trocha
angosta. Esta es la concepción de las burocracias porque reduce a nada la iniciativa creadora
del hombre, y eleva a las nubes el conservadurismo de los aparatos burocráticos,
caracterizados por su apego y su sumisión rastrera a las circunstancias, rechazando la lucha
para modificar las circunstancias. En palabras de Marx: “la teoría materialista de que los
hombres son producto de las circunstancias y de la educación, olvida que las circunstancias
son cambiadas por los hombres, y que el propio educador necesita ser educado. Conduce,
pues, forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por
encima de la sociedad”.