Corrientes Historiográficas Por HUGO CHUMBITA
Corrientes Historiográficas Por HUGO CHUMBITA
Corrientes Historiográficas Por HUGO CHUMBITA
Hay sobre todo una tradición de la historiografía liberal, fundada por los vencedores de
las guerras del siglo XIX, cuyos representantes más importantes Bartolomé Mitre y Domingo
Faustino Sarmiento. Que es el canon oficial que se impuso en el sistema de enseñanza pública, en
la época de la consolidación del Estado liberal. Esta historiografía tiene un eje elitista, que es la
reivindicación de la revolución de Mayo como obra de una minoría ilustrada, que choca con las
tendencias retrógradas de los caudillos de las masas bárbaras, que según Sarmiento, representan
la barbarie. El dilema, es entonces civilización o barbarie.
A lo cual, Mitre en sus biografías más importantes, de Belgrano y San Martín. Y sarmiento,
en su libro Conflictos y armonías de las Razas en América, superponen una visión racista que
coloca en la pirámide social, en la parte más alta, a la minoría blanca, heredera o continuadora de
la raza europea que se considera dueña del proyecto civilizador a imponer en todo el mundo. Y
una inferiorización de las demás razas: los mestizos, indios, negros, que constituyen la mayoría
social en el origen de la república y a lo largo del siglo XIX, y que son considerados desde el punto
de vista natural, biológico, inmodificable, castas inferiores. Donde Sarmiento abomina de una
herencia hispánica e indígena que ha producido una sociedad criolla renuente al proyecto
civilizador.
Aparece sobre todo con fuerza en el siglo XX, con Manuel Gálvez, con los hermanos Rodolfo y Julio
Irazusta, o Ramón Doll o Carlos Ibarguren. Figuras de un nacionalismo elitista, que rescata sobre
todo la figura de Rosas, y con una fuerte impronta anti liberal. Rechaza a los unitarios y a los
liberales por entregar la soberanía del país, por someterse al imperio británico. Pero también
desconfiando incluso de parte de la generación de 1810, que indudablemente sostenían el
liberalismo revolucionario de aquella época.
Ese nacionalismo tiene sus matices: Está el sector hispanista y católico por un lado; por
otro lado hay una versión más popular, que rescata la participación de las masas en la historia
argentina, y que ve a los caudillos como emergentes y representantes de ese pueblo, que es el que
hace la historia. Es la visión de José María Rosa o de Fermín Chávez. Y existe otro tercer matiz
dentro del revisionismo nacionalista, y es el de los forjistas: los jóvenes Yrigoyenistas que se
rebelaron en la década infame contra el régimen neo oligárquico, y tomaron algunos aspectos del
revisionismo nacionalista, pero sobre todo le dieron un matiz democrático y americanista. Que ve
el proceso del conjunto de los países sudamericanos como parte de una misma causa de
liberación. Y tercero, aparece el revisionismo de izquierda. Que para entenderlo, debemos
comprender primero la posición tradicional de los partidos de izquierda o marxistas de nuestro
país: el partido socialista o el partido comunista después, que asumieron la visión liberal,
cambiando los fundamentos ideológicos, pero tendiendo, lo mismo que los liberales, a reivindicar
el proyecto de Mitre y Sarmiento, y a descalificar el de los caudillos federales.
Esa interpretación de la izquierda que entronca con el liberalismo, por ejemplo José
Ingenieros, Juan B. Justo, sus ideólogos principales, entendían que los unitarios y los liberales
representaban el capitalismo naciente, frente a las tendencias al feudalismo de los caudillos como
señores feudales, y las masas que arrastraban, como esa reacción inculta de las campañas,
opuesta al progreso y a la modernización. Frente a esta izquierda, entonces, que asumía la
tradición liberal, aparece una corriente de izquierda marxista, especialmente en el momento del
primer peronismo, alrededor del año 45, que discute con la izquierda tradicional esa visión
definitiva sarmientina, y plantea que ese capitalismo que promovían desde Rivadavia hasta los
próceres, entre comillas, de la organización nacional, era un capitalismo dependiente, deformado,
que no podía fundar las bases de un verdadero proyecto nacional que sustentara el avance hacia
otro proceso histórico superior. Y además, incorpora una visión de la nación latinoamericana como
una sola nacionalidad que debe volver a reunir a los países fragmentados de América. Y la
concepción, que también está en Jauretche y en algunos otros representantes del revisionismo
nacionalista, de una continuidad entre la revolución de Mayo, la causa de la independencia, el
proyecto de San Martín, la defensa de la soberanía por Rosas, y la causa nacional que defienden
los federales, desde Artigas, hasta Dorrego, Felipe Varela o López Jordán. Esta línea histórica se
continuaría en el siglo XX con el yrigoyenismo y el peronismo.