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La escuela de la vida. Filosofía.


Ludwig Wittgenstein
«Filosofía»

«Ludwig Wittgenstein»

Narrador:
Hay mucha infelicidad en este mundo porque no podemos hacer saber a otra gente lo que
queremos decir con suficiente claridad. Uno de los filósofos que nos puede ayudar con
nuestros problemas de comunicación es Ludwig Wittgenstein. Era solitario, tartamudeaba,
se pausaba una eternidad en mitad de las frases y tenía la costumbre de salir furioso si no
le gustaba lo que la gente decía. Era raramente el trasfondo ideal para que alguien tuviera
la intención de estudiar cuán fácilmente la comunicación entre la gente sale mal. Ludwig
Wittgenstein nació en Viena en 1889. El hijo pequeño de un magnate rico del acero,
altamente cultivado, pero autoritario. Tres de los cuatro hermanos de Ludwig hicieron sus
vidas, y el mismo Ludwig se perturbaba frecuentemente con pensamientos suicidas.
Cuando era joven, estaba interesado en la ingeniería. Después de estudiar en Cambridge,
su padre murió y heredó mucho dinero. Lo dio todo principalmente a sus ya muy ricos
familiares y se fue a vivir en solitud espartana a Noruega. Entonces, empezó a escribir un
libro publicado en 1921, titulado Tractatus Logico-Philosophicus. Era un trabajo corto,
bonito y desconcertante. La gran pregunta que Wittgenstein hace es: ¿Cómo consiguen
los seres humanos comunicar las ideas a los demás?

«¿Cómo consiguen los seres humanos comunicar las ideas a los demás?»

Y su respuesta, que se sintió como revolucionaria, fue que el lenguaje funciona


desencadenando dentro de nosotros imágenes de cómo son las cosas en el mundo.

«Postre»

Wittgenstein lo pensó leyendo u artículo de diario sobre un juicio en París en el que, para
explicar con mayor eficacia los detalles de un accidente que tuvo lugar en un cruce de
carreteras, el tribunal dispuso que el accidente se reprodujera visualmente, usando
modelos de coches y de peatones. Era un momento de “Eureka”. Desde el punto de vista
de Wittgenstein, las palabras nos permiten hacer imágenes de hechos.

«Hacer imágenes de hechos»

Decir “la palmera está en la costa” dibuja un esbozo rápido que, como el modelo, permite
a otra persona ver la situación en la mente y entenderla.

«La palmera está en la costa»

Estamos constantemente intercambiando imágenes entre nosotros. Pero el tribunal de


París tuvo que recurrir a un modelo por un motivo muy importante. Porque en conjunto,
somos muy malos creando buenas imágenes en la mente de los demás. La comunicación
típicamente sale mal porque los demás tienen, como mencionamos, una imagen errónea

La escuela de la vida. Filosofía. Ludwig Wittgenstein pág. 1


de lo que queremos decir. Puede durar una eternidad que dos personas se den cuenta de
las divergencias en cosas bastante básicas. Los problemas de comunicación típicamente
empiezan porque no tenemos una imagen suficientemente clara y precisa de lo que
queremos decir en nuestra cabeza. Decimos bastantes cosas sin sentido, o modeladas o
poco elaboradas que no van a ninguna parte en la mente de los demás.

«Soy un tipo de persona espiritual…


Me encanta la justicia…
Necesito espacio…»

Hay otro peligro: que leemos más significado en las palabras de los demás de lo que hayan
tenido la intención o de lo que está garantizado. Cuentas a tu pareja que has tenido una
conversación con una persona interesante en la recepción del hotel.

«Persona interesante»

La imagen en tu mente es una inocente. Pero tu pareja rápidamente forma una impresión
muy diferente. El Tractatus es una súplica de un filósofo austríaco muy taciturno, silencioso
y preciso para hablar más cuidadosamente y menos impulsivamente. Como su famosa
cita: “Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen”.

«Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen»

«De lo que uno no puede hablar debe estar callado»

Wittgenstein pensaba, de alguna manera grandiosamente, que el Tractatus era la última


obra de filosofía que haría falta escribir jamás. Así que echó un vistazo a cómo llenar el
resto de su vida. Se volvió a la arquitectura y pasó un par de años diseñando una casa
para una hermana en Viena. Pasó una eternidad poniendo bien los pomos de las puertas
y los radiadores. Mucho más tarde, en el proyecto, se molestó progresivamente por el
techo de una de las habitaciones y llegó a la conclusión de que era demasiado bajo. Para
el inconveniente inmenso de todos, insistió en hacerlo subir tres centímetros. Era
totalmente diferente, pensaba. Entonces en 1929, Wuttgenstein volvió de golpe a
Cambridge y a la filosofía, porque se había dado cuenta de que tenía algunas cosas
nuevas por decir sobre el lenguaje y la comunicación. Así pues, empezó a escribir un
segundo libro, publicado póstumamente, y que hoy conocemos como Investigaciones
filosóficas.

«Investigaciones filosóficas. Ludwig Wittgenstein. Traducido por G. E. Anscombe»

En vez de pensar que el lenguaje solamente trata de imágenes, desarrolló la idea de que
el lenguaje es como una herramienta que usamos para jugar a diferentes juegos, lo cual
no significa literalmente juegos, sino más bien patrones de intenciones.

«Imagen. Lenguaje. Herramienta. Juegos»

Así pues, si un padre dice a un hijo asustado: “No te preocupes, todo se va a arreglar”, no
pueden saber si realmente se va a arreglar. No están jugando al juego de Predicciones
racionales de hechos disponibles. Están jugando a otro juego: el juego de Las palabras
como instrumento de confort y seguridad. La opinión de Wittgenstein es que todos los tipos
de malentendidos surgen cuando no vemos en qué tipo de juego alguien está involucrado.
Si un compañero dice: “Nunca me ayudas, no puedo confiar en ti”, la inclinación natural
sería oírlo como parte de un juego de Declarar los hechos; como decir: “la batalla de
Waterloo fue en 1815”. Así que uno respondería citando hechos sobre cómo ayer

La escuela de la vida. Filosofía. Ludwig Wittgenstein pág. 2


conseguiste el seguro del coche, y que compraste algo de verduras para la comida,
también. Pero, de hecho, esta persona está involucrada en un juego de lenguaje diferente.
Usan palabras no para capturar hechos, juegan al juego de La ayuda y reconfirmación.
Así que, en lenguaje del juego, están involucrados. “Nunca me ayudas” significa “Quiero
que seas más atento”.

«Nunca me ayudas»

«Quiero que seas más atento»

Resolver el juego en cuestión es, se dio cuenta Wittgenstein, la clave a la buena


comunicación. En las Investigaciones filosóficas, Wittgenstein también quería llamar la
atención a cuánto de nuestra autocomprensión depende de las palabras de los demás, de
lenguas que han evolucionado públicamente y en comunidad a lo largo de muchos siglos,
tiempo antes de que naciéramos. Por ejemplo, el domingo por la tarde, quizá caigo presa
de un estado anímico preocupado y confuso porque pienso en la semana que tengo por
delante y todo lo que tengo que hacer. Mi habilidad de conocer este lado tan privado de
mí mismo y ayudar a los demás a conocerme mejorará enormemente si tengo que pasar
una palabra que nos ha rondado un tiempo: angustia.

«Angustia»

Una palabra que formuló útilmente el filósofo Kierkegaard en el siglo XIX, en Copenhague.
Palabras como “angustia” o también “nostalgia”, “melancolía” o “ambivalente” y muchas
otras nos ayudan a nombrar áreas esquivas de nuestra propia experiencia.

«Nostalgia»

«Melancolía»

«Ambivalente»

El lenguaje es una herramienta pública para la comprensión de la vida privada. La riqueza


del lenguaje al que estamos expuestos es, por lo tanto, realmente importante para nuestro
autoconocimiento. Leer muchos libros nos da herramientas con las que ayudar a conocer
quién somos. Sin embargo, mucha de la filosofía de Wittgenstein es profundamente
complicada, está apuntalada por un deseo de ser siempre útil. La tarea de la filosofía –
decía Wittgenstein– es mostrar a la mosca el camino para salir de la botella. La botella en
la que él estaba interesado particularmente era el lenguaje. Y antes de su muerte de
cáncer en 1951, consiguió dejar salir muchas moscas de la palabra útilmente para todos
nosotros.

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La escuela de la vida. Filosofía. Ludwig Wittgenstein pág. 3


L’escola de la vida. Filosofia.
Ludwig Wittgenstein
«Filosofia»

«Ludwig Wittgenstein»

Narrador:
Hi ha molta infelicitat en aquest món perquè no podem fer saber a altra gent el que volem
dir amb suficient claredat. Un dels filòsofs que ens pot ajudar amb els nostres problemes
de comunicació és Ludwig Wittgenstein. Era solitari, tartamudejava, s’aturava una eternitat
a la meitat de les frases i tenia el costum de sortir furiós si no li agradava el que la gent
deia. Era rarament el rerefons ideal perquè algú tingués la intenció d’estudiar com de
fàcilment la comunicació entre la gent surt malament. Ludwig Wittgenstein va néixer a
Viena el 1889. El fill petit d’un magnat ric de l’acer, altament cultivat, però autoritari. Tres
dels quatre germans de Ludwig van fer la seva vida, i el mateix Ludwig es pertorbava sovint
amb pensaments suïcides. Quan era jove, estava interessat en l’enginyeria. Després
d’estudiar a Cambridge, el seu pare va morir i va heretar molts diners. Els va donar tots
principalment als seus familiars ja molt rics i se’n va anar a viure en solitud espartana a
Noruega. Aleshores, va començar a escriure un llibre publicat el 1921, titulat Tractatus
Logico-Philosophicus. Era un treball curt, bonic i desconcertant. La gran pregunta que
Wittgenstein fa és: Com aconsegueixen comunicar les idees als altres, els éssers humans?

«Com aconsegueixen comunicar les idees als altres, els éssers humans?»

I la seva resposta, que es va sentir com a revolucionària, va ser que el llenguatge funciona
desencadenant dins nostre imatges de com són les coses al món.

«Postres»

Wittgenstein ho va pensar llegint un article de diari sobre un judici a París en què, per
explicar amb més eficàcia els detalls d’un accident que va tenir lloc en una cruïlla de
carreteres, el tribunal va disposar que l’accident es reproduís visualment, fent servir
models de cotxes i de vianants. Era un moment d’“Eureka”. Des del punt de vista de
Wittgenstein, les paraules ens permeten fer imatges de fets.

«Fer imatges de fets»

Dir “la palmera és a la costa” dibuixa un esbós ràpid que, com el model, permet a una altra
persona veure la situació a la ment i entendre-la.

«La palmera és a la costa»

Estem constantment intercanviant imatges entre nosaltres. Però el tribunal de París va


haver de recórrer a un model per un motiu molt important. Perquè en conjunt, som molt
dolents creant bones imatges a la ment dels altres. La comunicació típicament surt
malament perquè els altres tenen, com hem mencionat, una imatge errònia del que volem
dir. Pot durar una eternitat que dues persones s’adonin de les divergències en coses
bastant bàsiques. Els problemes de comunicació típicament comencen perquè no tenim
una imatge prou clara i precisa del que volem dir al nostre cap. Diem bastants coses sense

L’escola de la vida. Filosofia. Ludwig Wittgenstein pàg. 4


sentit o modelades o poc elaborades que no van a cap part a la ment dels altres.
«Soc un mena de persona espiritual…
M’encanta la justícia…
Necessito espai…»

Hi ha un altre perill: que llegim més significat a les paraules dels altres del que hagin tingut
la intenció o del que està garantit. Expliques a la teva parella que has tingut una conversa
amb una persona interessant a la recepció de l’hotel.

«Persona interessant»

La imatge a la teva ment és una d’innocent. Però la teva parella ràpidament forma una
impressió molt diferent. El Tractatus és una súplica d’un filòsof austríac molt taciturn,
silenciós i precís per parlar més curosament i menys impulsivament. Com la seva famosa
cita: “Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen”.

«Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen»

«Del que hom no pot parlar, hom n’ha d’estar callat»

Wittgenstein pensava, d’alguna manera grandiosament, que el Tractatus era l’última obra
de filosofia que caldria escriure mai. Així que va donar una ullada a com omplir la resta de
la seva vida. Es va tornar a l’arquitectura i va passar un parell d’anys dissenyant una casa
per a una germana a Viena. Va passar una eternitat posant bé els panys de les portes i
els radiadors. Molt més tard, en el projecte, es va molestar progressivament pel sostre
d’una de les habitacions i va arribar a la conclusió que era massa baix. Per l’inconvenient
immens de tots, va insistir a fer-lo pujar tres centímetres. Era totalment diferent, pensava.
Aleshores, el 1929, Wuttgenstein va tornar de cop a Cambridge i a la filosofia, perquè
s’havia adonat que tenia algunes coses noves a dir sobre el llenguatge i la comunicació.
Així doncs, va començar a escriure un segon llibre, publicat pòstumament, i que avui
coneixem com Investigacions filosòfiques.

«Investigacions filosòfiques. Ludwig Wittgenstein. Traduït per G. E. Anscombe»

En comptes de pensar que el llenguatge només tracta d’imatges, va desenvolupar la idea


que el llenguatge és com una eina que emprem per jugar a diferents jocs, la qual no
significa literalment jocs, sinó més aviat patrons d’intencions.

«Imatge. Llenguatge. Eina. Jocs»

Així doncs, si un pare diu a un fill espantat: “No et preocupis, tot s’arreglarà”, no poden
saber si realment s’arreglarà. No estan jugant al joc de Prediccions racionals de fets
disponibles. Estan jugant a altre joc: el joc de Les paraules com instrument de confort i
seguretat. L’opinió de Wittgenstein és que totes les menes de malentesos sorgeixen quan
no veiem en quina mena de joc algú està involucrat. Si un company diu: “No m’ajudes mai,
no puc confiar en tu”, la inclinació natural seria sentir-ho com part d‘un joc de Declarar els
fets; com dir: “la batalla de Waterloo va ser el 1815”. Així que un respondria citant fets
sobre com ahir vas aconseguir l’assegurança del cotxe, i que vas comprar una mica de
verdures per al dinar, també. Però, de fet, aquesta persona està involucrada en un joc de
llenguatge diferent. Fan servir paraules no per capturar fets, juguen al joc de L’ajuda i
reconfirmació. Així que, en llenguatge del joc, estan involucrats. “No m’ajudes mai”
significa “Vull que seguis més atent”.

«No m’ajudes mai»

L’escola de la vida. Filosofia. Ludwig Wittgenstein pàg. 5


«Vull que siguis més atent»
Resoldre el joc en qüestió és, es va adonar Wittgenstein, la clau a la bona comunicació. A
les Investigacions filosòfiques, Wittgenstein també volia cridar l’atenció a quanta de la
nostra autocomprensió depèn de les paraules de la resta, de llengües que han evolucionat
públicament i en comunitat al llarg de molts segles, temps abans que nasquéssim. Per
exemple, el diumenge a la tarda, potser caic presa d’un estat anímic preocupat i confós
perquè penso en la setmana que tinc per endavant i tot el que he de fer. La meva habilitat
de conèixer aquest costat tan privat de mi mateix i ajudar els altres a conèixer-me millorarà
enormement si he de passar una paraula que ens ha rondat un temps: angoixa.

«Angoixa»

Una paraula que va formular útilment el filòsof Kierkegaard al segle XIX, a Copenhaguen.
Paraules com “angoixa” o també “nostàlgia”, “malenconia” o “ambivalent” i moltes d’altres
ens ajuden a anomenar àrees esquives de la nostra pròpia experiència.

«Nostàlgia»

«Malenconia»

«Ambivalent»

El llenguatge és una eina pública per a la comprensió de la vida privada. La riquesa del
llenguatge a què estem exposats és, per tant, realment important per al nostre
autoconeixement. Llegir molts llibres ens dona eines amb què ajudar a conèixer qui som.
No obstant això, molta de la filosofia de Wittgenstein és profundament complicada, està
apuntalada per un desig de ser sempre útil. La tasca de la filosofia, deia Wittgenstein, és
ensenyar a la mosca el camí per sortir de l’ampolla. L’ampolla en què ell estava interessat
particularment era el llenguatge. I abans de la seva mort de càncer el 1951, va aconseguir
deixar sortir moltes mosques de la paraula útilment per a tots nosaltres.

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L’escola de la vida. Filosofia. Ludwig Wittgenstein pàg. 6

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