La Vida Victoriosa-1

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LaVida

Victoriosa
© 1998 The Soka Gakkai
Editado por la Soka Gakkai Internacional de Venezuela
con autorización de la SGI-USA.
Quedan todos los derechos reservados.
Décima edición en Venezuela, marzo de 2017

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S e c c i ó n 1

La vida victoriosa
C
ada uno de nosotros posee el potencial alcanzar una
vida victoriosa. Dentro de nosotros yace la habilidad
de vivir con coraje, de tener relaciones satisfactorias, de
gozar de buena salud y prosperidad, de sentir y mostrar amor
compasivo hacia otros, y el poder de enfrentar y superar
nuestras dificultades más profundas.

Lo imprescindible para vivir una vida victoriosa es pasar por


una transformación interna que nos permitirá activar nuestras
mejores cualidades humanas y cambiar nuestras situaciones.
Este proceso es una revolución de nuestro propio carácter, una
revolución humana individual.

Imagínese esta situación: tal vez usted se siente menospreciado


en su trabajo. Quizás su jefe sea conflictivo o no lo toma en
cuenta. Al poco tiempo, usted llega a sentir resentimiento.
Aunque usted pretenda ocultar su negatividad, de vez en
cuando ésta se manifiesta repentinamente con gran fuerza.
Tal vez sus compañeros de trabajo o su jefe lo perciben
como alguien que no está completamente comprometido
con el éxito de su trabajo o que tiene una actitud negativa.
Por supuesto existen innumerables y “válidas” razones para
su punto de vista. Pero, sea cual sea la razón, usted pierde
las oportunidades para avanzar debido a esa pobre relación
interpersonal. Esta es una situación típica en el ambiente
laboral hoy en día.

Ahora supongamos que usted empieza a llegar al trabajo con


una nueva actitud, que no es solamente un ajuste mental sino
una nueva perspectiva reforzada por un sentido profundo de
vitalidad, confianza y benevolencia, y basada en una seria
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autorreflexión. Su amor compasivo lo conduce a sentir empatía
de su jefe de un modo distinto, ofreciéndole apoyo, y a la vez
está menos desanimado por cualquier negatividad que él o ella
exhiban contra usted.

Su supervisor empieza a mirarle con otros ojos. Nuevas


oportunidades se presentan.

Obviamente este es un ejemplo muy sencillo y muchos de


nosotros diríamos que esta es una conducta natural; sin
embargo, vivir de esta manera todos los días requiere un cambio
básico en nuestros corazones y carácter. Una vez que se hace
el cambio, tal como el efecto dominó, nosotros podemos tener
un impacto continuo sobre la gente que nos rodea.

El catalizador para experimentar esta revolución interna es la


práctica del budismo tal como lo enseñó Nichiren Daishonin.
Esta práctica nos provee un acceso inmediato al potencial
ilimitado inherente en nuestras vidas y por el cual podemos
triunfar.

Es la promesa del budismo de Nichiren Daishonin que


nosotros podemos lograr un estado de libertad y felicidad
inquebrantable para nosotros mismos a la vez de crear la
armonía con otros.

El budismo es un modo de vida que, en el nivel más


fundamental, no hace ninguna distinción entre el ser humano
individual y el medio ambiente en que vive. Como un pez en
el agua, los dos son, no sólo inseparables, sino que cada uno
sirve de catalizador para el otro. Así que para un budista, la
auto superación y el mejoramiento de sus circunstancias son
coexistentes. Los dos están tan entrelazados que sería incorrecto
considerarlos como dos entidades separadas. El superar los
sufrimientos e ilusiones falsas de los seres humanos tiene como
resultado el beneficio de mejores condiciones sociales, puesto
que el uno nace del otro ‑ para bien o para mal.

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Aunque la palabra buda evoca imágenes de una persona
particular de la historia o quizás alguien nombrado en algún
curso de religiones mundiales que hemos tomado, también es
una descripción del estado más elevado de vida que podemos
lograr. Buda quiere decir “el iluminado" y el Buda histórico
(conocido por el nombre de Sakyamuni o Sidarta Gautama)
descubrió que todos los seres humanos tienen el potencial para
la iluminación o “budeidad" en las profundidades de sus vidas.
Se podría comparar a un rosal en el invierno: las flores están
en estado latente aunque sabemos que el arbusto contiene el
potencial para florecer.

Asimismo, al utilizar nuestro potencial, podemos hallar


una abundancia de sabiduría, coraje, esperanza, confianza,
benevolencia, vitalidad y resistencia. En vez de evitar o temer
a nuestros problemas, aprendemos a afrontarlos con gran
entusiasmo, seguros de nuestra capacidad de superar lo que
la vida nos depara.

El budismo también nos muestra la manera más satisfactoria


de vivir con otros. Nos revela que cuando ayudamos a otros
a vencer sus problemas, nuestras propias vidas se expanden.
Cuando nuestra capacidad aumenta y se fortalece nuestro
carácter, el origen de nuestros problemas llega a estar bajo
nuestro control. Debido a que hacemos un cambio interno, la
relación con nuestros problemas también cambia, de modo que
encontramos soluciones positivas en gran cantidad de formas
asombrosas y sin embargo tangibles.

Mediante este proceso de reforma interna, podemos también


alcanzar nuestros sueños y deseos. El budismo de Nichiren
Daishonin es humanista, y primero que nada, reconoce que ser
humano significa tener deseos. Mientras se desarrolla nuestra
revolución humana, elevamos nuestra condición de vida y,
como un imán, atraemos aquello que contribuirá a nuestra
felicidad.

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No sólo realizamos nuestros deseos mientras cambiamos
mediante la práctica budista, sino que la misma búsqueda de
dichos deseos, por nuestra práctica, es como combustible para
un cohete: nos impulsa hacia nuestra iluminación.

La vida siempre cambia, de momento a momento, continuamente.


La única constante en la vida es el cambio. Nuestras mentes
están en un constante fluir, y mientras que en un momento
podemos tener el valor para conquistar al mundo, en el próximo
podemos estar abrumados por el más mínimo acontecimiento.
No obstante, por nuestra práctica firme y diaria, siempre
fortalecemos nuestra voluntad y habilidad de tener una vida
de triunfo.

Ser victorioso en la vida, sin embargo, no significa ni carecer


de problemas ni evitarlos. Ser humano, casi por definición,
quiere decir que constantemente nos enfrentamos con retos.
La felicidad auténtica o la victoria en la vida consiste en tener
los medios para afrontar cada obstáculo, vencerlo y hacernos
más fuertes y más sabios en el proceso. Dentro de cada ser
humano yace un arsenal de todas las cualidades necesarias
para abordar cada problema que se presente. El budismo es
el vehículo que nos permite el acceso a dicho arsenal y que
desencadena nuestro poder inherente para enfrentar todos los
desafíos de la vida y ganar.

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S e c c i ó n 2

La práctica
E
xisten tres fundamentos al aplicar el budismo: la fe, la
práctica y el estudio. Son los ingredientes principales
de la fórmula para desarrollar nuestra innata condición
iluminada o budeidad. Todos los tres son esenciales. Mediante
esta fórmula, experimentaremos una prueba real de nuestra
transformación, tanto en forma de beneficio conspicuo como
beneficio inconspicuo. La fórmula es universal. Estos principios
básicos son los mismos en todo país donde se practica este
budismo.

LA FE: Tradicionalmente, la religión ha solicitado de sus


creyentes que tengan fe en sus principios antes de aceptar su
verdad, sin prueba alguna de sus afirmaciones. Pero, ¿cómo
podemos tener fe en algo que no hemos experimentado? Si
una religión no puede proveer algún beneficio a la vida de
sus creyentes y ayudarlos a superar sus obstáculos, ellos no
pueden ser felices al practicarla. Hoy en día, muchas religiones
carecen de la capacidad de habilitar a la gente para cambiar.

En budismo, la fe se basa en la experiencia. El budismo de


Nichiren Daishonin hace hincapié en obtener una "prueba
real" del poder de la doctrina. La fe comienza como una
expectativa o esperanza de que algo sucederá. Al comienzo
de esta jornada, si estamos dispuestos a probar la práctica y
anticipar algún resultado, entonces solidificamos nuestra fe,
paso a paso, mientras se acumulan ejemplos de la prueba real.

LA PRÁCTICA: Para desarrollar nuestra fe tenemos que


tomar acción. Solidificamos nuestra sabiduría y fuerza vital
al manifestar nuestra budeidad todos los días de una manera

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concreta. La práctica del budismo de Nichiren Daishonin se
compone de dos partes: practicar para nosotros mismos y
practicar para otros. El practicar para nosotros mismos es
principalmente entonar Nam Miojo Rengue Kio. Cada mañana y
cada noche, los creyentes participan en un ritual que, junto con
entonar Nam Miojo Rengue Kio, incluye recitar dos capítulos
importantes del Sutra del Loto. Dichos capítulos explican que
cada individuo contiene el potencial de lograr la iluminación
y que la vida en sí es eterna. A este ceremonial se le ha
referido tradicionalmente como gonguio (literalmente, "práctica
asidua"). Practicar para otros consiste en tomar acción, basada
en el amor compasivo, para ayudar a proveer a otros el medio
- entonar Nam Miojo Rengue Kio - para que logren mejoras
fundamentales en sus vidas. El desarrollo de nuestro amor
compasivo, por medio de la práctica para los demás, también
es un beneficio directo para nosotros mismos.

EL ESTUDIO: Para llegar a tener confianza en la validez de


esta práctica, y para comprender por qué nuestros esfuerzos
conducirán a un resultado, es imprescindible estudiar los
principios básicos de este budismo. La base del estudio proviene
del fundador mismo, Nichiren Daishonin. Hace más de 700 años
instruyó a sus adeptos en la manera correcta de practicar, y
sus escritos, que han sido preservados y traducidos a varios
idiomas, nos dan una perspectiva valiosa de cómo esta práctica
nos beneficia hoy en día.

La Soka Gakkai Internacional (SGI) se creó para apoyar a los


practicantes del budismo de Nichiren Daishonin y asistirlos a
enseñar a los demás en una escala mundial. Hoy en día, hay
unos 13 millones de miembros en 192 países y territorios, La
organización en Venezuela se llama Soka Gakkai Internacional
de Venezuela (SGIV), (para más información ingrese a
www.sgiv.org). La SGIV ha preparado varios materiales de
estudio que brindan una visión más profunda de la teoría
budista, además de proporcionar aplicaciones prácticas por
medio de los testimonios de los miembros. También existen
traducciones de las enseñanzas originales del budismo, como

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el Sutra del Loto. Al ayudar a crear la comprensión y la
confianza, los materiales de estudio nos brindan aliento vital
‑ especialmente en los momentos críticos.

La oración básica o lo que entonamos es Nam Miojo Rengue Kio.


Este es el nombre de la Ley Mística que rige la vida eternamente
por todo el universo. Nichiren Daishonin reveló esta ley como
el principio fundamental dentro de la enseñanza máxima
del budismo, el Sutra del Loto. Toda vida es una expresión o
manifestación de dicha Ley. Así que cuando entonamos las
palabras de esta Ley Mística, armonizamos nuestras vidas con
el ritmo perfecto del universo. El resultado: un aumento de la
fuerza vital, sabiduría, benevolencia y la buena fortuna para
enfrentar los retos que se nos presentan. Nam Miojo Rengue
Kio se traduce como sigue:

NAM: Devoción. Al dedicar nuestras vidas a esta Ley


mediante la fe, la práctica y el estudio, despertaremos la
condición de vida de Buda, o la Iluminación, en el interior
de nosotros mismos.

MIOJO: Ley Mística. Tal como explicó el Daishonin en uno de


sus escritos: "Entonces, ¿Qué significa Mio? Es simplemente
la naturaleza misteriosa de nuestra vida a cada momento,
que nuestra mente es incapaz de captar y que las palabras no
pueden expresar. Cuando uno contempla su propia mente en
cualquier momento, no percibe ni color ni forma para verificar
que existe. Sin embargo, tampoco puede decir que no existe,
pues todo el tiempo diversos pensamientos ocurren en su mente.
La vida es ciertamente una realidad insondable que trasciende
las palabras y los conceptos de existencia y no‑existencia. No
es existencia y tampoco es no existencia, sin embargo, exhibe
las cualidades de ambas. Es la entidad mística del camino del
medio que es la realidad de todas las cosas. Mio es el nombre
que se le da a la naturaleza mística y jo a sus manifestaciones"
(de "Sobre el logro de la Budeidad", Los principales escritos de
Nichiren Daishonin, Vol. 1, pág. 5).

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RENGUE: Literalmente, la "flor del loto" que produce la semilla
y florece a la vez. Esto representa la simultaneidad de causa
y efecto. Creamos causas mediante nuestros pensamientos,
palabras y acciones. Con cada causa que hacemos, un efecto
se registra simultáneamente en las profundidades de la vida,
y los efectos se manifiestan cuando nos encontramos con las
circunstancias correctas en nuestro ambiente. La vida misma
es una serie de causas y efectos simultáneos sinfín. El entonar
Nam Miojo Rengue Kio es la causa más profunda que podemos
hacer para lograr el efecto que deseamos.

KIO: Sonido o enseñanza. Esta es la manera en que el Buda


ha instruido tradicionalmente ‑ mediante la palabra hablada,
la cual es oída.

Miojo Rengue Kio es el título del Sutra del Loto y contiene


su significado esencial. Nichiren Daishonin agregó Namu
(abreviado Nam), que viene del sánscrito. Nam Miojo Rengue
Kio es la invocación máxima de la vida, a menudo conocida
como el lenguaje del Buda.

No hay ningún requisito ni regla en cuanto a la razón por la


cual uno debe invocar la Ley Mística. Simplemente tomamos
la decisión de empezar a entonar Nam Miojo Rengue Kio, y al
entonarlo, experimentamos la energía y sabiduría para lograr
una vida plena.

Durante los ochenta años desde que este budismo ha llegado a ser
accesible globalmente, mediante los empeños de la Soka Gakkai,
millones de personas han entonado daimoku (Nam Miojo Rengue
Kio en forma repetida) por todo problema y meta concebible,
desde las crisis de salud o económicas más graves a los asuntos
más apremiantes del espíritu o la sociedad. Cuando entonamos la
Ley Mística, contrario a la mayoría de las religiones occidentales,
no rezamos a una divinidad externa investida de características
humanas como el juzgar. Nuestras oraciones se comunican con
las profundidades de nuestro ser cuando entonamos el sonido
de la Ley Mística.

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Esta ley universal es imparcial, y una oración no vale más
que otra. La única cuestión es si podemos crear valor en
nuestras vidas y ayudar a otros a hacer lo mismo. Como
enseña el Daishonin, alcanzamos la iluminación mediante
una transformación continua que sucede en lo más profundo
de nuestra existencia, a la vez que buscamos cumplir nuestros
deseos y resolver nuestros conflictos.

Es imprescindible entender que nuestras oraciones se concretan


porque extraemos de nosotros mismos la condición más elevada
y la sabiduría de tomar la acción correcta.

Una vez que la gente empieza a experimentar los beneficios


de entonar Nam Miojo Rengue Kio, puede que decida tomar
un compromiso más profundo y empezar a tener una práctica
budista más completa. Después de empezar a practicar el
budismo, el primer gran paso es recibir el Gojonzon, el objeto
de devoción del budismo de Nichiren Daishonin. El Daishonin
incorporó su iluminación en forma de un mandala llamado
Gojonzon. Los creyentes entonan Nam Miojo Rengue Kio al
Gojonzon, inscrito en forma de pergamino, el cual conservan
entronizado en sus propias casas. (Para obtener información
sobre cómo recibir el Gojonzon, por favor, pregunte a la persona
que le habló acerca del budismo, o póngase en contacto con la
organización SGIV según la dirección al final de este folleto).

En el Gojonzon, Nichiren Daishonin representó su iluminación


o budeidad gráficamente, la cual es la condición de vida
iluminada del universo. Lo importante es que la misma
capacidad para la iluminación existe dentro de cada uno de
nosotros y cuando fusionamos nuestras vidas con el Gojonzon
al entonar Nam Miojo Rengue Kio, nos conectamos con esa
condición de vida iluminada, nuestra propia budeidad.

Por esta razón el Daishonin se refiere al Gojonzon como


un espejo del yo interior. Es una manera de ver dentro de
nosotros mismos, para empezar a modificar lo que no nos
gusta y a fortalecer lo que sí nos gusta. Potencialente, podemos

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manifestar diferentes condiciones de vida, que aparecen cuando
entramos en contacto con diversos estímulos externos. Por
ejemplo, tal vez alguien sea bastante apacible, pero otra persona
puede decirle algo que provoque una manifestación de ira.
Este ataque de furia estaba inactivo hasta que fue provocado
por el entorno. Para que surja nuestro potencial de condición
vital más alta, nuestra budeidad, también se requiere de un
estímulo externo. Cuando desarrollamos nuestra convicción,
llegaremos a ver que el Gojonzon es el estímulo externo más
positivo y que el entonar Nam Miojo Rengue Kio al mismo,
es la causa interna que activará el estado latente de budeidad
en nuestras vidas.

¿Qué tan frecuente entonamos daimoku? Nuestro ritual básico,


que incluye entonar Nam Miojo Rengue Kio, recitar partes
del Sutra del Loto y ofrecer oraciones en silencio, se realiza
asiduamente cada mañana y cada noche. La práctica principal,
entonar Nam Miojo Rengue Kio, es similar al combustible para
un motor. El recitar el Sutra es una práctica suplementaria,
como lo es agregar aceite al motor. Combinar los dos es lo
más efectivo, y sentimos entonces la confianza de funcionar
en plena forma.

También tenemos la libertad de invocar la Ley Mística con tanta


frecuencia como deseemos y hasta sentirnos completamente
satisfechos. La mayoría de los principiantes prueban a entonar
daimoku hasta que experimentan algo tangible, algo así como
"probar el funcionamiento de un automóvil". La duración
de cualquier sesión para invocar daimoku depende de las
preferencias y necesidades del individuo. Sin embargo, el
ritual completo de la mañana y la noche debe convertirse en
la base de nuestra práctica diaria, un momento especial en
que podemos comunicarnos directamente con el ritmo del
Universo. Cuando empezamos a ver la prueba verdadera del
poder de nuestra práctica budista, de forma natural llegamos
a compartir nuestras experiencias con nuestros amigos y los
animamos a probar la práctica también.

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El objetivo final de la SGI es contribuir a establecer un mundo
pacífico donde toda la gente experimente la felicidad. Podemos
ampliar nuestra vida y experimentar una condición de vida
más fuerte al intentar ayudar a otros. Este estilo de vida,
basado en el amor compasivo, contribuye a que fortalezcamos
nuestra propia naturaleza de buda. Es la interacción altruista
con la gente en nuestras vidas diarias que nos ayuda a crecer
y desarrollar nuestro potencial inherente de Iluminación.

Esta no es solamente una teoría budista ‑ la mayoría de la


gente reconoce la satisfacción y el crecimiento personal
que acompañan sus esfuerzos por ayudar sinceramente a
otros. Practicar el budismo para superar nuestros problemas
o circunstancias nos da la sabiduría para compartir con los
demás. Podemos entonar daimoku por nuestras familias y
amigos, podemos animarlos a practicar y podemos comenzar
a desplegar nuestra propia transformación para que otros
se sientan alentados a buscar la fuente de nuestros grandes
cambios y nueva libertad personal.

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S e c c i ó n 3

El proceso
L
a naturaleza de Buda no es sólo un sentimiento feliz ni
una dicha existencial. Es un estado de vida real basado
en la Ley Mística del universo. No necesitamos entender
exactamente cómo funciona esta Ley Mística antes de poder
usarla para nuestro beneficio. Las leyes de la naturaleza no
requieren ni que las comprendamos ni que creamos en ellas.
Aunque no podemos ver la ley de gravedad, podemos atestiguar
que existe. La ley de la vida (la Ley Mística), que es la que el
budismo postula, es demasiado profunda para ser totalmente
elucidada aquí. No obstante, a continuación se pueden explicar
unos cuantos conceptos básico.

La eternidad de la vida

Algunas religiones enseñan que vivimos solamente una vida,


y cuando morimos, nos vamos permanentemente a un más
allá hermoso, como el cielo o a una eterna y horrenda cámara
de torturas, el infierno. Sin embargo, en lo que se refiere a la
eternidad de la vida desde el punto de vista budista, nuestra
vida o esencia no tiene comienzo ni fin verdadero. Vivimos
muchas vidas repitiendo el ciclo del nacimiento y la muerte.
Igual que cuando dormimos en la noche, revitalizamos el
cuerpo y nos despertamos de nuevo.

El budismo explica que nuestras vidas poseen un aspecto eterno


e invariable. Cuando morimos, aunque cesan las funciones
vitales, la esencia de nuestras vidas ‑ nuestra identidad eterna,
con una miríada de causas grabadas en ella, continúa en una
forma no visible. La muerte, entonces, se torna en el potencial
para vivir. De nuevo, la muerte es como un rosal en invierno
que contiene el potencial interno para dar flores (la vida), y
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cuando las circunstancias externas correctas están presentes,
las rosas florecen (el nacimiento).

Todo lo que hemos hecho hasta este momento llega a ser


la suma de quienes somos. Esta es la ley de causa y efecto.
Por cada causa, tiene que haber un efecto. Esto es karma.
Hacemos causas innumerables todos los días mediante nuestros
pensamientos, palabras y acciones; y experimentamos un efecto
por cada causa.

El budismo explica que, esencialmente, esta ley de causa


y efecto es simultánea. En el momento en que se creó una
causa, se registra un efecto, como una semilla sembrada en las
profundidades de la vida. De hecho, esta ley está simbolizada
por la flor del loto, que produce las flores y las semillas al
mismo tiempo. Aunque el efecto esté sembrado en el mismo
momento en que se crea la causa, puede que no aparezca
instantáneamente. Cuando aparecen las circunstancias externas
correctas, el efecto se transformará de lo potencial a lo real.
Visto de otra manera, nuestro karma es como un saldo bancario
de efectos latentes que experimentaremos cuando nuestras
vidas encuentren las condiciones ambientales apropiadas.

Mientras vivimos nuestras vidas (haciendo causas), los efectos


residen dentro de nosotros, y cuando morimos, esos efectos
dictan las circunstancias de nuestro nacimiento en la próxima
vida. De modo que cuando renacemos todavía enfrentamos los
mismos problemas o karma de las causas que hemos hecho.
Esto contribuye mucho a explicar por qué las personas nacen
bajo circunstancias tan distintas, en otras palabras, por qué la
gente tiene diferente karma.

Este principio sugiere que podemos cambiar nuestro karma o


destino, el cual creíamos inmutable. Esta es la gran esperanza
y promesa que brinda la práctica budista. Mientras en teoría
lo único que tenemos que hacer es crear las mejores causas
para obtener los mejores efectos, muchas veces sentimos
que tenemos poco control sobre las causas que hacemos.

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Un ejemplo sería cuando estamos enfadados y decimos algo
que no queríamos decir a aquellos con quienes estamos muy
unidos. En tales momentos, la condición de ira es más poderosa
que nuestra naturaleza. Sin embargo, cuando practicamos
el budismo, podemos establecer la budeidad como nuestra
condición de vida básica y afrontar nuestras circunstancias
llenos de sabiduría y benevolencia.

Los diez mundos

Una manera en que el budismo explica la vida es mediante


el concepto de “los diez mundos". Estos son diez estados o
condiciones de vida que experimentamos dentro de nosotros
y que después se manifiestan en todos los aspectos de nuestras
vidas. Cada uno de nosotros posee el potencial para todos los
diez y fluctuamos de uno a otro en cualquier momento, según
nuestra interacción con el entorno. O sea, en cada momento
uno de los diez mundos se manifiesta y los otros nueve están
latentes. Del inferior al superior, se describen a continuación:

EL INFIERNO ‑ Este es un estado de sufrimiento y desesperación,


en el cual percibimos que no tenemos libertad de acción. Se
caracteriza por el impulso de destruirnos a nosotros mismos y
a todo lo que nos rodea.

EL HAMBRE ‑ El hambre es un estado del ser dominado por el


deseo insaciable de dinero, poder, posición social o cualquier
otra cosa. Mientras los deseos son una parte inherente de
cualquiera de los diez mundos, en este estado estamos a merced
de nuestros anhelos y no podemos controlarlos.

LA ANIMALIDAD ‑ En este estado estamos regidos por los


instintos. No manifestamos ni la razón, ni el sentido moral, ni
la habilidad de tomar decisiones a largo plazo. En este mundo
operamos de la siguiente forma: “el pez gordo se come al pez
chico". No vacilamos en aprovecharnos de los más débiles y
adular a los que son más fuertes.

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LA IRA ‑ En este estado, emerge una conciencia del yo, pero
es un yo egoísta, avaro, desvirtuado, determinado a ganar
a los demás a toda costa y que percibe todo como una
amenaza posible a sí mismo. En este estado, sólo nos estimamos
a nosotros mismos y tendemos a despreciar a otros. Estamos
firmemente aferrados a la idea de nuestra propia superioridad
y no podemos soportar admitir que alguien nos supere en algo.

LA HUMANIDAD (también llamado LA TRANQUILIDAD) ‑ Este


es un estado de vida calmado, pasivo, del que podemos cambiar
fácilmente hacia los cuatro mundos inferiores. Aunque por lo
general nos comportamos de una manera humana, somos muy
vulnerables a las potentes influencias externas.

EL EXTASIS ‑ Este es un estado de regocijo intenso que se


deriva, por ejemplo, de lograr algún deseo, de sentirse bien
físicamente o de una satisfacción interna. Aunque sea intensa,
la alegría que uno experimenta en este estado es efímera y
también vulnerable a influencias externas.

Los seis estados desde el Infierno hasta el Éxtasis se denominan


los seis caminos o seis mundos inferiores. Lo que tienen en
común es el hecho de que su aparición o desaparición está
determinada por las circunstancias externas. Tome el ejemplo
de un hombre obsesionado por el deseo de encontrar a alguien
que le ame (el Hambre). Cuando por fin conoce a aquella
persona, se siente extasiado y satisfecho (el Éxtasis). Con el
tiempo, rivales potenciales aparecen en escena y él es presa
de los celos (la Ira). Eventualmente, su posesividad ahuyenta
a su ser querido. Agobiado por la desesperación (Infierno),
no siente que vale la pena vivir. De esta manera, muchos de
nosotros pasamos la vida yendo de acá para allá, entre los seis
caminos sin jamás darnos cuenta de que estamos dominados
por nuestras reacciones al medio ambiente. Toda felicidad
o satisfacción que ha de ganarse en estos estados depende
totalmente de las circunstancias y por ende es transitoria y
sujeta al cambio.

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En estos seis mundos inferiores basamos toda nuestra felicidad,
realmente nuestra identidad, sobre los aspectos externos.

Los siguientes dos estados, el Aprendizaje y la Comprensión,


surgen cuando reconocemos que todo lo experimentado en los
seis caminos es impermanente y empezamos a buscar alguna
verdad duradera. Estos dos estados, más los dos próximos,
Bodisatva y Budeidad, se conocen en conjunto como los cuatro
mundos nobles. A diferencia de los seis caminos, que son
reacciones pasivas al ambiente, estos cuatros estados superiores
se logran por medio de un esfuerzo deliberado y activo.

EL APRENDIZAJE ‑ En este estado, buscamos la verdad


mediante las enseñanzas o experiencia de otros.

LA COMPRENSION ‑ Este estado es parecido al Aprendizaje,


salvo que en este mundo buscamos la verdad no a través de
las enseñanzas de otras personas, sino por medio de nuestra
propia percepción directa del mundo.

El Aprendizaje y la Comprensión, unidos, se llaman los "dos


vehículos". Habiendo comprendido la impermanencia de las
cosas, las personas, cuando están en estos estados, han ganado
cierto grado de independencia y ya no están sujetas a sus
propias reacciones, a diferencia de las que están en los seis. Sin
embargo, tienden a mirar con desdén a los que están en los seis
caminos ‑ los que no han alcanzado este nivel de entendimiento
todavía. Además, su búsqueda de la verdad es en gran parte
cuestión de interés propio, así que en estos dos estados hay
gran posibilidad de que exista todavía el egocentrismo. Las
personas en estos estados tienden a sentirse satisfechos con su
progreso sin descubrir el potencial supremo de la vida humana:
los estados noveno y décimo.

EL BODISATVA ‑ Los Bodisatvas son los que aspiran a lograr


la iluminación y a la vez están comprometidos a que todos los
demás seres humanos la alcancen también. Teniendo conciencia
de los lazos que nos unen a todos los demás, en este estado

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comprendemos que toda felicidad que disfrutamos únicamente
nosotros es parcial y por eso nos dedicamos a aliviar el
sufrimiento de otros. Los que están en este estado encuentran
que su mayor satisfacción proviene del comportamiento altruista.

Los estados desde el Infierno hasta el de Bodisatva se denominan


colectivamente los "nueve mundos". Esta expresión se usa a
menudo para indicar el contraste con el décimo mundo, el
estado iluminado de la Budeidad.

LA BUDEIDAD - La Budeidad es un estado dinámico que es


difícil de describir. En parte, podemos describirlo como un
estado de libertad perfecta en que despertamos a la verdad
fundamental de la vida. Se caracteriza por el amor compasivo
infinito y la sabiduría ilimitada. En este estado, de una manera
armoniosa, podemos resolver lo que desde el punto de vista de
los nueve mundos parecen ser contradicciones insolubles. Un
sutra budista describe los atributos de la vida del Buda como
un yo verdadero, libertad perfecta de los lazos kármicos por
toda la eternidad, una vida depurada de esperanzas vanas, y la
felicidad absoluta. También, el estado de Budeidad se expresa
físicamente en la manera de ser del bodisatva o las acciones
de un Bodisatva.

La posesión mutua de los diez mundos

Originalmente, se consideraba que los diez mundos eran


ámbitos físicos distintos en los cuales los seres nacían como
resultado del karma acumulado.

Por ejemplo, los seres humanos nacían en el mundo de la


Humanidad, los animales en el mundo de la Animalidad y los
dioses en el mundo del Éxtasis. Sin embargo, en el budismo
de Nichiren Daishonin, se consideran los diez mundos como
condiciones de la vida que toda la gente tiene el potencial de
experimentar. En cualquier momento, uno de los diez mundos
se manifiesta y los otros nueve están latentes, pero siempre
hay potencial para cambiar.

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Este principio se expresa como la posesión mutua de los diez
mundos: el concepto de que cada uno de los diez mundos posee
en sí mismo los nueve restantes. Por ejemplo, una persona que
experimenta ahora el estado de Infierno, puede, en el siguiente
momento, o permanecer en este estado de Infierno o manifestar
cualquiera de los otros nueve mundos. La implicación vital de
este principio es que toda gente, en cualquiera de los estados
de vida, tiene la capacidad siempre presente de manifestar la
budeidad. Y de igual importancia, la budeidad se encuentra
dentro de la realidad de nuestras vidas en los otros nueve
mundos, no en algún otro lugar.

Durante el transcurso de un día, experimentamos diferentes


estados de momento a momento en respuesta a nuestra
interacción con el ambiente. Ver a alguien sufriendo puede
provocar el mundo misericordioso del Bodisatva, y el perder
a un ser querido puede hundirnos en el mundo del Infierno.
No obstante, todos nosotros tenemos uno o más mundos
alrededor de los cuales se centran nuestras actividades vitales
y a los cuales tendemos a volver cuando los estímulos externos
disminuyen. Esta es la tendencia básica de vida de uno y ha
sido establecida por cada individuo en sus acciones previas.
Las vidas de algunas personas giran alrededor de los tres
caminos del mal, algunas van y vienen entre los seis mundos
inferiores, y algunas están motivadas en primer lugar por el
deseo de buscar la verdad que caracteriza los dos vehículos.
El objetivo de la práctica budista es elevar la tendencia básica
de vida y con el tiempo establecer la budeidad como su estado
fundamental.

El establecer la budeidad como nuestra tendencia básica


de vida no significa eliminar los otros nueve mundos.
Todos estos estados son aspectos integrales y necesarios
de la vida. Sin experimentar los sufrimientos del Infierno,
nunca podríamos sentir verdadero amor compasivo hacia
otros. Sin los deseos instintivos representados por el mundo
del Hambre y la Animalidad, nos olvidaríamos de comer,
dormir y reproducirnos, y pronto estaríamos extintos. Aún si

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establecemos la budeidad como nuestra tendencia vital básica,
seguiremos experimentando los momentos de júbilo y tristeza
de los nueve mundos. Sin embargo, no nos dominarán y no nos
definiremos en términos de ellos. Basándonos en la tendencia
vital de la budeidad, nuestros nueve mundos se armonizarán y
funcionarán para beneficio de nosotros mismos y de aquellos
a nuestro alrededor.

La unidad de la vida y su medio ambiente

El principio de la unidad de la vida y su medio ambiente


describe la relación inseparable del individuo y el ambiente.
Por lo general, tendemos a considerar el entorno como algo
separado de nosotros y desde el punto de vista de lo que
podemos observar, tenemos razón en hacer esta distinción.
No obstante, desde el punto de la realidad fundamental, el
individuo y el medio ambiente son uno e inseparables. La
vida se manifiesta tanto en un sujeto viviente como en un
ambiente objetivo.

La “vida" implica un “yo" subjetivo que experimenta los efectos


kármicos de acciones pasadas. El ambiente es el ámbito objetivo
donde los efectos kármicos de la vida se manifiestan. Aquí, el
ambiente no quiere decir un único contexto global en el que
todos los seres viven. Cada ser viviente tiene su propio entorno
único en el que los efectos del karma aparecen. Los efectos del
karma de uno, tantos los buenos como los malos, se manifiestan
no sólo en el propio ser, sino en el medio ambiente también,
puesto que son dos fases integrales de la misma entidad.

Ya que la vida y su medio ambiente son uno, cualquiera de


los diez mundos que un individuo manifiesta en su interior, se
refleja en su entorno. Por ejemplo, una persona que está en el
estado de Infierno percibirá al medio ambiente como un lugar
de intenso sufrimiento, mientras que una persona que está en
el mundo de la Animalidad verá el mismo ambiente como una
selva donde sólo los fuertes sobreviven.

21
Esta idea conlleva importantes repercusiones. Primero, y como
ya mencionamos anteriormente, no hace falta que busquemos
la Iluminación en un lugar particular. Dondequiera que
estemos, bajo cualquier circunstancia, podemos hacer surgir
nuestra budeidad innata mediante nuestra práctica budista,
transformando así nuestra experiencia del medio ambiente en la
tierra del Buda. Este es un acto de libertad porque nos libramos
del dominio de las circunstancias. Por ejemplo, si elevamos
nuestra condición de vida suficientemente, no seremos
aplastados por la adversidad, sino que podremos disponer de
fuerza y sabiduría y usarla de una manera constructiva para
nuestro propio desarrollo.

Además, mientras acumulamos el karma “favorable" al


practicar el budismo, los efectos del karma se harán evidentes,
no sólo reflejados en nosotros mismos sino en nuestro entorno
también en forma de mejores circunstancias materiales, mayor
respeto de los demás, etcétera.

Visto así, nuestro medio ambiente se expande hasta abarcar la


dimensión entera del espacio. Por lo tanto, nuestra iluminación
no se limita a nosotros mismos sino que ejerce una influencia
sobre nuestras familias, comunidades, naciones, y finalmente,
sobre toda la humanidad. El principio de la unidad de la vida
y su medio ambiente es la razón fundamental para afirmar
que la práctica budista de una sola persona producirá una
transformación en toda la sociedad.

El budismo amplía la entera realidad de la vida y nos muestra


la manera de tener una vida victoriosa ‑ la existencia más
satisfactoria y completa.

22
S e c c i ó n 4

Las raíces
E
l budismo es una de las religiones más antiguas del
mundo. El meollo del budismo es la búsqueda de la
comprensión de la vida y de ayudar a la gente a superar
sus sufrimientos básicos. El budismo de Nichiren Daishonin
traza sus orígenes a las enseñanzas de Sakyamuni, quien se
dice vivió hace unos 2.500 años aproximadamente.

Conocido con el nombre de Sidarta Gautama cuando era


joven, a la edad de 19 años se convirtió en el heredero real del
reino de los Sakyas, en la India. Su vida en el palacio estaba
muy alejada de la vida cotidiana de la gente común. Así que
cuando descubrió cuánto sufría la gente fuera de los muros
del palacio, emprendió la búsqueda de cómo superar las raíces
del sufrimiento humano.

El propósito de su vida fue encontrar soluciones a los


sufrimientos ineludibles de la vida. Buscó los mejores maestros
de su época y practicó las formas más extremas de ascetismo
que ellos proponían como medio para alcanzar la realidad
fundamental de la vida. Después de seguir sus enseñanzas por
varios años, y ya a punto de morir por ayunar, Sakyamuni
se dio cuenta de que su camino era demasiado severo. Se
despertó a la sabiduría del “Camino Medio", ni el extremo de
la austeridad, ni el de la indulgencia.

Después de aceptar comida de una joven, se sentó debajo


del árbol “bodhi" (pipal). Allí entró en un estado profundo
de meditación y al final alcanzó la iluminación. En seguida
empezó a enseñar a toda persona que le escuchaba. Entablaba
diálogos y discursos con admiradores y oponentes por igual,
para transmitir su conocimiento y aguda comprensión de la
23
condición humana. Puesto que el alcance del entendimiento
de Sakyamuni superaba al de los más sabios de su época, tuvo
que preparar a sus oyentes enseñándoles primero las doctrinas
más fáciles de entender, usando parábolas y analogías de la
vida cotidiana. De esta manera, podía elevar la condición de
vida de los que instruía, siempre manteniendo su máximo
propósito de mostrar a la gente que inherentemente poseían la
budeidad, y que podrían desarrollar las cualidades necesarias
para vencer sus sufrimientos.

Durante unos cuarenta años tras su propio despertar, a la


edad de treinta años, comunicó parte de su iluminación a
otros. Durante los ocho años finales de su vida, expuso sus
máximas enseñanzas, que más tarde fueron compiladas como
el Sutra del Loto. El Sutra del Loto es único entre las doctrinas
del budismo, ya que afirma que alcanzar la iluminación es
posible para toda la gente sin distinción de raza, sexo, posición
social o educación. El budismo resumido en el Sutra del Loto,
es una enseñanza poderosa, afirmante de la vida, igualitaria
y humanista.

Tras el fallecimiento de Sakyamuni, se propagaron varias


escuelas de budismo por toda Asia. Fue completamente
natural que una gama amplia de escuelas interpretativas del
budismo surgiera, puesto que en sus cincuenta años de enseñar
había empleado una variedad de medios para transmitir su
iluminación a personas de varias capacidades y circunstancias.

El Sutra del Loto obtuvo singular prominencia mientras se


propagaba del Asia Central hacia China, la península coreana y
Japón. Al mismo tiempo, sin embargo, la confusión imperaba
sobre la naturaleza verdadera del budismo y la superioridad
relativa a los sutras. Para solucionar el problema, los grandes
pensadores de la época comparaban y sistematizaban las
diversas enseñanzas. Con el tiempo, un erudito de China,
llamado Chih‑i (y después conocido por el nombre de
Gran Maestro T’ien‑t’ai) formuló un parámetro definitivo
para juzgarlas. Este parámetro clasificó las enseñanzas de

24
Sakyamuni según el orden en que las expuso, la naturaleza de
la doctrina particular enseñada en cada sutra, y el método de su
exposición. Al clasificar las doctrinas de esta manera, T’ien‑t’ai
aclaró que todos los sutras eran medios de prepararación para
la enseñanza suprema, el Sutra del Loto.

Sin embargo, fue Nichiren Daishonin en Japón quien dió el


paso sumamente importante de transformar la teoría profunda
en una práctica sencilla y así permitir a la gente común revelar
su máximo estado de vida en medio de la realidad cotidiana.

El Daishonin se dio cuenta de que su propósito era revelar


esta verdad fundamental a la gente de su época y para toda
la eternidad. Por ende, el budismo de Nichiren Daishonin es
para la época actual, y Sakyamuni y T’ien‑tai prepararon el
terreno.

Nichiren Daishonin vivió de 1222 a 1282 durante un período


tumultuoso de malestar social y catástrofe natural. Hijo de un
pescador, se hizo acólito religioso y después de un período de
estudio intensivo llegó a captar que el Sutra del Loto constituía
la médula de las enseñanzas budistas.

Además, lo llevó fuera del ámbito de la contemplación teórica


hacia una práctica verdaderamente experiencial cuando entonó
Nam Miojo Rengue Kio (Devoción a la Ley Mística) por primera
vez, el 28 de abril de 1253 y después inscribió el Gohonzon (el
objeto físico de devoción para toda la humanidad).

Posteriormente, dedicó su vida a compartir su comprensión


de la Ley a pesar de enfrentar persecuciones numerosas por
predicar lo que se consideraba como una doctrina subversiva.
Al declarar que abrazar esta ley tenía el poder de permitir a
todo individuo alcanzar la iluminación, Nichiren Daishonin
perturbó a la clase gobernante de politicos y sacerdotes quienes
se adherían a otras clases de budismo. No obstante, le siguió
un grupo de creyentes fieles. En particular, abrazaba a la gente
común, de toda condición.

25
Después de que falleció Nichiren Daishonin, su discípulo
más cercano, Nikko, mantuvo vivo el espíritu verdadero del
budismo. Durante los próximos seis siglos, un grupo religioso
relativamente pequeño preservó el budismo del Daishonin hasta
principios del siglo XX.

Tsunesaburo Makiguchi (1871‑1944) un educador japonés, se


dedicó apasionadamente a la reforma del sistema educativo de
su país, el cual enfatizaba el aprendizaje de memoria en vez del
pensamiento crítico independiente. Se esforzó por desarrollar
modos de enseñanza que liberaran el potencial del individuo.
Después de estudiar las enseñanzas de Nichiren Daishonin,
se dio cuenta de que éstas podrían proveer los cimientos
filosóficos de la educación para la creación de valores que
había sido su meta de toda la vida.

En 1928, el Sr. Makiguchi se comprometió a practicar este


budismo, junto con un maestro joven, Josei Toda (1900‑1958)
que había conocido en 1920. En 1930 fundaron la Soka Kyoiku
Gakkai, o "Sociedad Pedagógica para la Creación de Valores",
como un organismo laico, cuyos miembros eran principalmente
colegas educadores.

En aquel entonces, Japón se encontraba sumergido en la guerra;


una medida diametralmente opuesta a la reverencia budista
por la vida. Mientras avanzaba la Segunda Guerra Mundial, el
gobierno militarista redobló sus esfuerzos para tomar medidas
severas contra toda forma de disidencia. Makiguchi y Toda se
hallaban bajo creciente presión para renunciar a sus creencias
y practicar la religión estatal del sintoísmo.

Por último, el gobierno pidió que el sumo sacerdote de la


Nichiren Shoshu aceptara un objeto de devoción del sintoísmo
y que lo instalara en el templo principal. Esto estaba en
contradicción directa con las enseñanzas y el espíritu de
Nichiren Daishonin. Los sacerdotes, temerosos por su seguridad
y queriendo congraciarse con las autoridades, aceptaron esta
orden gubernamental para protegerse de la persecución.

26
Sin embargo, el presidente Makiguchi rehusó violar el espíritu
del budismo del Daishonin. En 1943, por resistir el mandato
del gobierno, Makiguchi y Toda, junto con otros líderes de la
Soka Kyoiku Gakkai, fueron arrestados y encarcelados como
"criminales ideológicos".

A los 72 años, Makiguchi sufrió maltrato y privaciones en


prisión, rehusándose firmemente a comprometer sus creencias.
Los registros de sus interrogatorios revelan un hombre que
proponía, sin asomo de vacilación ni temor, las mismas ideas
que lo llevaron a su encarcelamiento. El 18 de noviembre
de1944, murió a la edad de 73 años en el Centro de Detención
de Tokio.

Josei Toda sobrevivió esta terrible experiencia y se le liberó el


3 de julio de 1945, justo unas semanas antes de la rendición
de Japón. La Soka Kyoiku Gakkai se había casi desintegrado
bajo la persecución durante la época de guerra.

Aunque físicamente destruido por los dos años en prisión,


inmediatamente emprendió la reconstrucción de la organización,
a la cual cambió el nombre por Soka Gakkai (Sociedad para la
Creación de Valores).

Josei Toda (segundo presidente) resolvió que la función de esta


nueva organización no debería estar limitada al campo de la
educación sino que debía extenderse a la mejora de la sociedad
en su totalidad. La Soka Gakkai creció rápidamente bajo el
liderazgo de presidente Toda hasta llegar a más de 750.000
familias cuando murió en 1958.

Sus responsabilidades fueron asumidas por Daisaku Ikeda,


quien se convirtió en el tercer presidente el 3 de mayo de
1960. Él conoció al presidente Toda cuando tenía 19 años y se
comprometió a practicar los ideales de la Soka Gakkai, tomando
al presidente Toda como su maestro.

27
Daisaku Ikeda se ha dedicado constantemente a cumplir las
visiones que el presidente Toda compartió con él en los ámbitos
de la paz, la cultura y la educación, basadas en las doctrinas del
Daishonin. Mediante sus recorridos internacionales empezando
en 1960, el presidente Ikeda ha contribuido en gran parte a
que el budismo se convierta en una religión verdaderamente
mundial. En 1975 se formó la Soka Gakkai Internacional y hoy
en día, más de 13 millones de personas practican el budismo
de Nichiren Daishonin en 192 países y territorios bajo los
auspicios de la SGI.

La SGI plantea que el desarrollo de la paz, la cultura y la


educación es esencial para construir un mundo mejor. Enfocada
en esta idea, la SGI realiza actividades mundialmente. En 1957,
el presidente Toda hizo una proclamación contra el uso de
armas nucleares, calificándolas como criminales bajo cualquier
circunstancia e hizo un llamamiento a los jóvenes del mundo
para abolir dichas armas de destrucción masiva. Aceptando
este reto, la Soka Gakkai Internacional, bajo el liderazgo del
presidente Ikeda, ha estado trabajando infatigablemente para
crear las condiciones para un mundo pacífico.

Los esfuerzos para cumplir con la visión de paz que tuvo el


presidente Toda han resultado en las múltiples acciones de la
SGI, por ejemplo, en forma de un organismo no gubernamental
(ONG) con vínculos oficiales con las Naciones Unidas. La SG1
ha patrocinado programas de información pública que aspiran
a promover el conocimiento de las cuestiones de la guerra
y la paz, y la viabilidad de alternativas pacíficas mediante
exposiciones, simposios y otros foros. Grandes exposiciones
internacionales que tratan de temas como el desarme, los
derechos humanos y la protección ambiental han viajado por
todo el mundo elevando la conciencia pública sobre estos
asuntos críticos.

En su labor, el presidente Ikeda ha entablado diálogos con


catedráticos e intelectuales como el historiador británico
Arnold Toynbee, y con legisladores y dirigentes políticos

28
como Zhou Enlai, Corazón Aquino, Mijail Gorbachov y
Nelson Mandela, intercambiando ideas sobre cómo crear la
paz mundial y un mejor entendimiento entre la gente, y sobre
muchos otros temas. Se le han otorgado muchos galardones y
reconocimientos de universidades y países de todo el mundo
por sus esfuerzos en fomentar la paz.

Aplicando el espíritu del budismo a los tiempos modernos,


también ha fundado varios institutos dedicados a la paz y al
diálogo intercultural. El Instituto Toda de Investigación sobre
la Paz Global lleva a cabo investigaciónes independientes y
establece contactos con investigadores de la paz, activistas
y legisladores para proveer un foro global para discutir e
implementar estrategias políticas de elaboración colectiva.
Además, el Centro Ikeda para la Paz, el Saber y el Diálogo
provee un emplazamiento para reunir el conocimiento y para
fomentar diálogo entre las tradiciones culturales, filosóficas
y religiosas, centradas en la paz, creando así una red de
ciudadanos globales en búsqueda de la misma.

En 1963, el presidente Ikeda fundó la Asociación de Conciertos


Min‑On, que patrocina giras de grupos de actuación de algunos
setenta países para promover el entendimiento entre pueblos
diversos mediante la música, la danza y otras expresiones
culturales. También creó el Museo de Arte Fuji de Tokio en
1983, que realiza un amplio programa de intercambio con
institutos culturales en todo el mundo.

La educación ha sido el eje central de la Soka Gakkai desde


su origen, y muchas de las ideas expuestas por los presidentes
Makiguchi y Toda han sido realizadas por el Sistema Educativo
Soka. Desde la enseñanza pre‑escolar al postgrado, el sistema
Soka realiza la educación dirigda a estimular la sabiduría y la
participación de los estudiantes dentro de la sociedad. El día 3
de mayo del año 2001, la Universidad Soka de América, abrió
sus puertas como una universidad completa de Artes Liberales
en el sur de California, Estados Unidos.

29
En el centro de este movimiento mundial están las reuniones
de diálogo. Estas reuniones de vecindario, donde la gente
comparte sus experiencias, donde se dan aliento el uno al
otro, donde se estudia el budismo en grupo, son la piedra
angular de la SGI. Son foros en que cualquier persona puede
hablar libremente, hacer preguntas o simplemente estar allí y
observar. Las reuniones se convocan con regularidad en casas
o en los centros comunitarios de la SGI. Las actividades son
ambientes cálidos y se da la bienvenida a todo el mundo para
asistir y participar.

El budismo de Nichiren Daishonin es verdaderamente una


religión que atraviesa todas las fronteras, con una diversidad
raramente vista en otras instituciones. Esta es la prueba de que
al superar todos nuestros obstáculos, al vencer nuestra falta de
comprensión y al luchar por despertar la naturaleza de Buda
que está dentro de cada uno de nosotros, podemos crear una
paz mundial duradera.

No hay ninguna forma de legislar, dictar o forzar la paz a la


humanidad. Como escribe Daisaku Ikeda en el prefacio a su
libro La Revolución Humana: “La transformación que surge
dentro de cada individuo, puede no sólo modificar su propio
destino, sino también el de toda una nación y, más aún, el de
toda la humanidad".

En este rompecabezas que es nuestro mundo, entonces, se hace


obvio que cuando cada persona sale victoriosa y ayuda a los
demás a hacer lo mismo, la sociedad se transformará.

Este es el anteproyecto para lograr la paz mundial o


“Kosen‑rufu". La única manera para que la gente viva en paz
entre sí es que muchos individuos se despierten a la necesidad
de una revolución interna, ya que la influencia de una persona
feliz sobre su medio ambiente llevará a un efecto profundo y
duradero.

30
31
Para mayor información sobre el
Budismo de Nichiren Daishonin:
SGIV 4ta. Avenida con 4ta. Transversal de Los Palos Grandes.
Quinta SGIV. Caracas – Telfs.: 285.8805 – 286.7408.
www.sgiv.org
secretaria@sgiv.org

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