Tema 29
Tema 29
Tema 29
PENÍNSULA IBÉRICA.
Cursos
- 2º ESO – Geografía e Historia (3h)
- 2º BACH – Historia de España (3h)
0. INTRODUCCIÓN.
1. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN.
5. LA REPOBLACIÓN.
6. SOCIEDAD Y ECONOMÍA.
8. CONCLUSIÓN.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA.
REFERENCIA CURRICULAR.
0. INTRODUCCIÓN
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1. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN.
Una primera etapa de avance cristiano sobre los reinos de taifas y los dominios
almorávides, que se concreta en la conquista de los valles del Ebro y del Tajo,
entre los años 1045-1145.
La conquista de los cursos alto y medio de los ríos Júcar, Turia y Guadiana,
a costa de la debilidad generada por los segundos reinos de taifas y la invasión
almohade, entre los años 1145-1212, con la batalla de las Navas de Tolosa
(1212).
Una fase definitiva, encabezada por las conquistas de Fernando III el Santo y
Jaime I el Conquistador, con la ocupación de los últimos señoríos almohades y
los terceros reinos de taifas (1212-1266).
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El punto final tuvo lugar tras el largo paréntesis del reino nazarí de Granada,
definitivamente conquistado en 1492.
EL REINO DE ASTURIAS
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en una fase de anarquía, mientras que Al-Ándalus se consolida con Abd- Al-Ramán
I.
EL REINO DE LEÓN.
Durante el reinado de Alfonso III [reinado 866-910] se fijó la frontera en el río
Duero y la capital fue trasladada a León. Tras su muerte, el reino de Asturias inició
una profunda crisis –motivada por los conflictos sucesorios, con la consecuente
división del reino; es entonces cuando nace el reino de León. La inestabilidad de
estos momentos se vio acrecentada por la presión militar del Califato cordobés del
siglo X. García I [reinado 910-914] es considerado el primer rey de León.
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Con Alfonso V [reinado 999-1028] -llamado el Noble o El de los buenos fueros- se
promulgó, en una Curia regis, el Fuero de León (1017): la primera recopilación foral
de la península ibérica, que incluía algunos aspectos tan avanzados como un
intento de separación de la Iglesia y el Estado.
EL REINO DE CASTILLA.
El origen del reino de Castilla está relacionado con las razzias musulmanas al reino
asturleonés –que utilizaban como acceso el valle del Ebro, y que, desde La Rioja,
atravesaban la Bureba burgalesa–. Por ello, el reino asturleonés fortificó la zona
fronteriza de las Bardulias, con el fin de frenar las incursiones enemigas. En 850, el
conde Rodrigo controlaba esta zona plagada de castillos, de donde le viene el
nombre Castiella (tierra de castillos), que pronto empezó a diferenciarse del reino
asturleonés. Los particularismos castellanos – como la abundancia de hombres con
tierras propias que formaban una caballería popular– hicieron que los condes se
consideraran diferentes y aspiraran a la independencia. Aprovechando la crisis de
la monarquía leonesa, el conde Fernán González [condado 932-970] logró el
reconocimiento de Castilla como un condado independiente.
EL REINO DE PAMPLONA.
El origen del reino de Pamplona está vinculado a la derrota que los navarros
propinaron a Carlomagno (742-814) en Roncesvalles (778). Pese a este éxito
militar, la región terminó bajo la influencia franca en el intento de Carlomagno por
crear un limes hispanicum, tal y como sucedió en Aragón y Cataluña. Íñigo Arista
[gobierno 810-851] consiguió sacudirse la tutela franca, por lo que es considerado
el primer rey de Pamplona.
Durante el siglo X, con el apoyo de Alfonso III, subió al trono la familia Jimena, con
Sancho Garcés I [reinado 905-925] que conquistó Nájera y La Rioja. Repobló la
zona con la ayuda de los monasterios de San Millán de la Cogolla y de San Martín
de Albelda.
A su muerte, dividió sus dominios entre sus hijos: su primer hijo, García Sánchez
III [reinado 1035-1054], obtuvo el reino de Pamplona; Fernando, el condado de
Castilla (en calidad de vasallo de su hermano García). Tras la muerte del rey de
León, Bermudo III, en la batalla de Tamarón en 1037, Fernando I el Magno
[reinado 1037-1065] se convirtió en rey de Castilla y León; Gonzalo I heredó
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Sobrarbe y Ribagorza; y Ramiro I de Aragón [reinado 1035-1063] (primogénito
pero ilegítimo) recibió el condado de Aragón y, a la muerte de su hermano Gonzalo,
incorporó sus dominios y lo elevó a la categoría de reino.
EL REINO DE ARAGÓN.
El origen del reino de Aragón como territorio independiente cristiano frente al
islam se sitúa en la creación del limes hispanicum carolingio (García de Cortázar et
al., 2008). Con el tiempo, el aislamiento de los valles pirenaicos posibilitó la
creación de unos condados independientes –Aragón, Sobrarbe y Ribagorza– que
terminaron por librarse de la tutela franca y conformaron el reino de Aragón en
1035 aprovechando la situación de guerra civil de los musulmanes. El matrimonio
de Sancho Garcés I con la aragonesa Andregoto Galíndez permitirá a su hijo Sancho
Abarca unir Aragón y Navarra.
CONDADOS CATALANES.
La actual región de Cataluña estaba fragmentada en un conjunto de condados
(Pallars, Urgel, Cerdaña, Rosellón, Besalú, Ampurias, Gerona, Ausona y Barcelona)
integrados en la llamada Marca Hispánica –territorio fronterizo entre el Imperio
carolingio y al-Ándalus–. Cada condado estaba gobernado por un comes vasallo
del rey franco. Teóricamente el emperador gobernaba a través de los condes y de
los missi dominici que enviaba para inspección.
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Reconquista, de dominio temporal o de plena propiedad hereditaria y
jurisdiccional (feudo).
Por otro lado, Almanzor llega al poder como Hayib (ministro) de Hisham II,
desarrollará una política de castigo contra los cristianos, que tendrán que pagar
parias y serán sometidos a continuas vejaciones por los musulmanes. Las aceifas
de Almanzor alcanzarán los lugares más importantes de los reinos cristianos como
Barcelona, Pamplona y Santiago de Compostela. El terror que infundía motivará
una brusca detención no solo de la Reconquista, sino también de la repoblación.
El siglo XI inauguró una época en la que los reinos cristianos se incorporaron a las
corrientes políticas, económicas, sociales y religiosas europeas. A partir de
entonces, la población aumentó al compás de la expansión agraria y de la
ocupación de nuevas tierras: se activó la vida urbana y las actividades artesanales,
se organizó el comercio local y a larga distancia, y, con ellos, se generalizó el uso de
la moneda. El desarrollo económico se produjo en el marco de la sociedad feudal y
del cambio de tendencia en las relaciones con al-Ándalus.
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A lo largo de estos años, los cristianos abandonaron su actitud meramente
defensiva y tomaron la iniciativa en la lucha contra el islam, a lo que contribuyó la
disolución del califato en una serie de reinos independientes o taifas. Los
dirigentes cristianos establecieron un sistema de parias (tributos) a los reyezuelos
de las taifas –que consistía en un pacto de alianza y protección mediante el cual el
musulmán pagaba al cristiano por el mantenimiento de la paz y su auxilio ante sus
posibles enemigos. También era frecuente la contratación de servicios militares de
las tropas cristianas como mercenarios (sirva de ejemplo el caso del Cid con
respecto al rey de la taifa de Zaragoza, a cambio de contraprestación económica).
El dinero llegado de al-Ándalus contribuyó a la consolidación de los reinos del
norte, al invertirse en un aumento de tropas permanentes y de mercenarios, en
mejores armas y mejores atalayas, y en un aumento de la caballería sobre la
infantería. Así, se realizaron importantes avances sobre territorio islámico: la
frontera se trasladó del valle del Duero al Sistema Central tras la conquista de
Coimbra (1064); Toledo fue tomada en por Alfonso VI, en 1085, y Zaragoza por
Alfonso I el Batallador, en 1118. Tan solo la llegada de los Almorávides paralizó
temporalmente las conquistas.
En el caso de Castilla y León, la figura del hijo de Sancho III el Mayor, Fernando I
el Magno, fue una de las figuras clave para la recuperación política: reorganizó los
dominios del reino y realizó importantes avances contra los musulmanes, tomó
importantes plazas como Viseo y Coimbra, y fue el primero en establecer el pago
de parias. Su muerte dio lugar a una crisis interna, que fue resuelta en favor de su
hijo Alfonso VI el Bravo (1065-1109), cuyo título de Imperator totius Hispaniae es
fiel reflejo de la unidad de la que gozaron los dominios cristianos de León, Castilla,
Galicia y Portugal bajo su mandato. Esta estabilidad interna permitió al emperador
emprender una serie de campañas, que culminaron con el asedio de la taifa de
Toledo –antigua capital del reino visigodo y enclave estratégico para los
musulmanes– que se rindió en el año 1085. La llegada de europeos por el Camino
de Santiago benefició la recuperación económica y la repoblación. Así llegaron
Raimundo de Borgoña y Enrique de Lorena que se convirtieron en el brazo
derecho del rey que les dio a sus hijas Urraca y Teresa en matrimonio con los
condados de Galicia y Portugal respectivamente.
El avance territorial de los cristianos hizo ver a los musulmanes que estaban
perdiendo al-Ándalus, por lo que Sevilla, Badajoz y Granada decidieron pactar la
intervención almorávide. A fines del siglo XI esta federación de tribus bereberes
del Sáhara, de credo ortodoxo alfaquí, se establecieron en territorio peninsular.
En el año 1086, cruzaron el estrecho en apoyo de la taifa de Sevilla y derrotaron a
Alfonso VI en Sagrajas, con lo que pusieron en peligro el avance cristiano del siglo
XI. El Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar (1048-1099), intentó frenar al líder de
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los almorávides, Yusuf ibn Tashufin [emirato 1061-1106], en Valencia (taifa vasalla
del rey Alfonso).
La expansión de los reinos pirenaicos corrió a cargo del reino de Aragón, que
ejerció su supremacía en la zona como nuevo reino, al protagonizar un
espectacular avance territorial por los territorios de Huesca y del valle del Ebro. El
monarca aragonés Sancho Ramírez [reinado 1063- 1094] pactó un acuerdo con el
emperador leonés, Alfonso VI, para ocupar el reino de Navarra, por lo que Navarra
y Aragón se mantuvieron unidos hasta 1134, hecho que favoreció la consolidación
y expansión de Aragón. Estas tierras fueron repobladas con Alfonso el Batallador.
Su intervención en Castilla paralizó la reconquista hasta 1117, cuando emprendió
con templarios y miembros de la orden del Hospital la conquista de Zaragoza que
resultó todo un éxito.
Los condados catalanes experimentaron, en la primera mitad del siglo XI, una
profunda crisis social y política, que se inició durante el gobierno del conde de
Barcelona Berenguer Ramón I [condado 1017- 1035]. Su sucesor, Ramón
Berenguer I [condado 1035-1076], tuvo que hacer frente a esta crisis, que
corresponde, según el medievalista Pierre Bonnassie, a los cambios derivados de la
consolidación en la zona del sistema feudal (Bonnassie et al., 2008). Estos
territorios vivieron en un constante clima de violencia generalizada durante el
segundo tercio del siglo XI; la autoridad de los condes fue progresivamente
sustituida por la creación y mantenimiento de vínculos de dependencia feudales de
las familias nobiliarias con sus vasallos, que consiguieron arrebatar a los condes el
ejercicio de la jurisdicción en sus dominios, al sustituir la ley escrita del Liber
Iudiciorum por sus propias normas. La usurpación de tierras y la imposición de
nuevas cargas fiscales feudales provocaron la resistencia campesina, que se vio
apoyada por la jerarquía eclesiástica catalana a través de las constituciones del
movimiento social Paz y Tregua de Dios. Sin embargo, el proceso de feudalización
era ya imparable. La nueva realidad surgida a partir de 1060 estuvo marcada por
la recuperación del poder del conde de Barcelona, que se extendió por toda
Cataluña, el cual consiguió someter al resto de los condes a cambio de conceder a
la nobleza catalana el control sobre sus campesinos. En estos años, las relaciones
con al- Ándalus se caracterizaron por el pago de parias por parte de los reyes de las
taifas vecinas; la política de paz a cambio de dinero proporcionó al territorio una
prosperidad económica frenada con la llegada de los almorávides.
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Los años siguientes se concentraron en la recuperación del cobro de parias en
lugar de avanzar con la conquista, tal fue la política de Ramón Berenguer II El
Cabeza de Estopa [gobierno 1076-1082] y su hermano gemelo Berenguer Ramón II
El Fratricida [gobierno 1076-1097], que defendieron estas parias con las armas -
Ramón Berenguer II llegó a ser prisionero del Cid-. Ramón Berenguer III [gobierno
1097- 1131] hijo de Ramón Berenguer II, resistió los ataques almorávides. Al
casarse con Dulce de Provenza entró en conflicto con los condes de Toulouse.
Ramón Berenguer IV recibió de su padre los condados catalanes excepto Provenza.
Alfonso VII dividió el reino entre sus hijos: Castilla pasó a manos de Sancho III
[reinado 1157- 1158] y León a su hermano Fernando II [reinado 1157-1188]. Al
morir en 1158 Sancho III, Fernando II aprovechó la ocasión para anexionar Tierra
de Campos. Los límites entre ambos reinos quedaron fijados en el tratado de
Sahagún, de 1158.
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Hasta la unión definitiva de León y Castilla, en 1230, se sucedió un largo periodo
de guerras en el que León estableció alianzas con la Corona de Aragón, mientras
que Castilla lo hizo con Portugal. En ese contexto de luchas, los monarcas trataron
de mantener su posición hegemónica frente a la nobleza –que gracias a las
conquistas estaba adquiriendo unos poderes cada vez mayores–. Para controlar a
los nobles del reino, Alfonso IX de León [reinado 1188-1230] buscó el apoyo
social de las ciudades e impulsó la legislación real. Este monarca convocó las
primeras Cortes, en 1188, con representantes de las ciudades, nobleza y clero,
consideradas el primer ejemplo de sistema parlamentario en Europa. En su lucha
con el infiel, Alfonso IX venció a los musulmanes en Sevilla y tomó Mérida y
Badajoz, pero su pacto con los almohades (federación de tribus bereberes de la
región del Atlas) le llevó a ser excomulgado por el papa Celestino III [papado 1191-
1198].
En Castilla se vivió una guerra civil entre la familia de los Castro y de los Lara
durante la regencia de Alfonso VIII [reinado 1158-1214]. Una vez alcanzada la
mayoría de edad, en 1170, el rey centró su esfuerzo en la expansión del reino
sobre La Rioja y la Tierra de Campos, y trató de estrechar lazos con Aragón, con
quien firmó diferentes acuerdos para el reparto de Navarra y del territorio
musulmán, uno de los más importantes es el Tratado de Cazorla, en Soria, 1179. A
pesar de la ofensiva de los almohades, el monarca castellano conquistó Cuenca en
1177. Sin embargo, los almohades le derrotaron terriblemente de la batalla de
Alarcos (1195). Aragoneses, navarros y castellanos se unieron en una cruzada
impulsada por Inocencio III [papado 1198-1216] contra los almohades, a quienes
derrotaron en la batalla de Las Navas de Tolosa, en 1212.
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imperio marítimo en el Mediterráneo. Ramiro II delegó el poder de facto en Ramón
Berenguer IV, que gobernó durante su mandato y el de Petronila has su muerte, en
1162. Colaboró con Alfonso VII de Castilla en la conquista de Almería en 1147 y
contó con el apoyo naval de Génova, cuyos barcos también participaron en la
conquista de Tortosa en 1148. En 1149 cayó Lérida a manos de Cataluña y Aragón.
En estas nuevas conquistas el rey tuvo que dar muchas concesiones, como el
castillo de Tortosa, que fue entregado a Guillén Ramón de Montcada, o parte de la
propia ciudad de Tortosa a los genoveses y a la Orden del Temple. Fue Alfonso II
el Casto [reinado 1162-1196], su hijo, quien formalizó la unión entre Cataluña y
Aragón como “rey de Aragón y conde de Barcelona”. Durante su reinado se firmó el
Tratado de Cazorla con el reino de Castilla, a causa de los intereses expansionistas
de ambos reinos para evitar posibles conflictos. De esta manera, el rey aragonés
limitaba sus derechos territoriales de conquista perdiendo el derecho a
anexionarse Murcia y a cambio recibía la anulación de las cláusulas de vasallaje
que le subordinaban a Castilla. Los reinados de Alfonso II y su hijo Pedro II el
Católico [reinado 1196-1213] se caracterizaron por su expansión ultrapirenaica,
la cual se detuvo cuando Pedro II perdió la vida en el castillo de Muret, en el año
1213 a manos de Simón de Montfort.
PORTUGAL.
Entre tanto, el condado de Portugal, heredado por Teresa de León (1080-1130), la
otra hija de Alfonso VI, comenzó su proceso de independencia. Los años de crisis
que sucedieron tras la muerte de Alfonso VI propiciaron que el heredero del
condado portugués, Alfonso Enríquez (futuro Alfonso I de Portugal), obtuviera una
amplia autonomía en sus territorios. El papado reconoció su territorio como reino,
situación que el monarca castellano Alfonso VII terminó por aceptar. Desde
entonces, la conquista y repoblación de la región comprendida entre Coimbra y el
Algarve fue dirigida por Alfonso I [reinado 1139-1185] como rey de Portugal. En
1147 Lisboa fue liberada por Portugal con la ayuda de cruzados ingleses.
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enfrentamientos surgieron con Alfonso II [reinado 1211-1233] y Sancho II
[reinado 1233-1248].
INDEPENDENCIA DE NAVARRA.
En Navarra, la guerra civil con Urraca había retrotraído las fronteras a las de
Sancho Garcés III el Mayor de Pamplona, hasta que en la Paz de Támara (1127)
Alfonso VII renunció a las conquistas de Sancho II de Castilla y de Alfonso VI. La
elección de García Ramírez V el Restaurador [reinado 1134-1150], señor de
Tudela, trajo consigo la independencia de Aragón. Sin embargo, las reducidas
dimensiones del territorio navarro y su situación geográfica privaban al monarca
de una posible expansión a costa del enemigo musulmán. Los monarcas navarros
se centraron en conservar su independencia frente a sus dos potentes vecinos,
Castilla y Aragón, mediante una política de pactos y alianzas que fue fluctuando en
función de las necesidades.
Castilla y Aragón, pactaron una ofensiva contra Navarra, por la que el reino perdió
sus posesiones alavesas y guipuzcoanas, que pasaron a manos castellanas. La paz
con Castilla y Aragón a principios del siglo XIII le permitió sobrevivir y en el año
1212 los navarros combatieron a los almohades en las Navas de Tolosa.
Pedro Ruiz de Azagra (muerto en 1186), de origen navarro, creó su propio señorío
en Albarracín aprovechando la caída del rey Lobo de Murcia y de Valencia, que
osciló entre Aragón y Castilla con el apoyo de Navarra hasta aumentar sus
dominios. Hizo testamento dejando Albarracín para la Orden de Santiago con lo
que consiguió atraerse a Aragón que finalmente ocuparía el señorío en el XIII. Los
condes de Urgel también mantuvieron una política de equilibrio entre Aragón y
Barcelona dando al mismo tiempo chanzas a Castilla.
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4.1. EXPANSIÓN CASTELLANA Y LEONESA. LA CONSOLIDACIÓN
INSTITUCIONAL DE LA CORONA DE CASTILLA.
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sus dominios–. Se introdujeron cambios sustanciales en la administración de
justicia, representada por la cancillería y la curia. Para llevar a cabo su política de
reforzamiento del poder real, la monarquía necesitaba la cooperación de las
ciudades, por lo que el rey dio un gran impulso a las Cortes. La ambiciosa política
de Alfonso X exigía a la corona disponer de recursos crecientes, de ahí que, según
Miguel Ángel Ladero Quesada (1943), el reinado de este monarca supusiera el
inicio de un sistema hacendístico bajo el pleno control de la monarquía (Ladero,
2010). La situación económica se vio agravada por el enfrentamiento con los
benimerines en Tarifa y por el intento por parte del monarca de apoderarse del
título imperial durante el interregno (1254-1273). La muerte del primogénito de
Alfonso, el infante Fernando de la Cerda, en 1275 permitió a Sancho, segundo hijo
del rey, reclamar sus derechos a la sucesión alzándose contra su padre.
La campaña de Navarra fue anulada porque los nobles se alzaron bajo el mando
Enrique (hermano de Alfonso X). Enrique, enemistado con Alfonso por el reparto
de Andalucía, fue apoyado por la familia Haro, que ejercía su influencia sobre la
nobleza igual que los Lara, aliados de Alfonso X debido a su competencia contra los
Haro.
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Francia (tío de los infantes). Alfonso X, abandonado por todos, murió en Sevilla en
1284, y su testamento no fue respetado.
LA EXPANSIÓN CATALANO-ARAGONESA.
A la muerte de Pedro el Católico el reino pasó a Jaime I el Conquistador [reinado
1213-1276], debido a su minoría de edad estuvo bajo la tutela de Inocencio III que
reorganizó el reino gracias al conde Sancho. Los pontífices impidieron la
continuidad de la política de Occitania. Jaime I tuvo que hacer frente a una mala
situación económica e incluso tuvo que enfrenarse a varios nobles como Montcada.
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solicitadas incluso un fuero para aquellos nobles aragoneses que tuviesen tierras
en Valencia, pero Aragón no participó en la campaña contra Murcia.
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El fin de siglo en la Corona aragonesa está marcado por el choque de intereses
entre monarquía y nobleza, y por la nueva orientación expansionista hacia el
Mediterráneo, una vez finalizadas las conquistas en la Península. Su prematura
muerte dejó la corona en manos de su hijo Alfonso III el Liberal [reinado 1285-
1291], que incorporó Mallorca mientras hacía nuevas concesiones a la liga de
nobles aragoneses.
NAVARRA.
El reino de Navarra mantuvo estrechas alianzas con la Corona aragonesa durante
la primera mitad del siglo XIII. Jaime I había tratado, sin éxito, de unificar ambos
reinos, pero en 1231 firmó un acuerdo con el rey navarro Sancho VII el Fuerte
[reinado 1194-1234], mediante el que se acordaba ayuda mutua contra Castilla a
cambio de un pacto sucesorio: el que muriera antes dejaría su reino al
superviviente.
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Finalmente fue el elegido el hijo de Felipe III de Francia haciendo caso omiso a los
fueros.
5. LA REPOBLACIÓN.
A medida que los reinos cristianos extendían sus conquistas sobre Al-Andalus, se
fue produciendo un proceso de colonización y reorganización que se conoce
como Repoblación. Se pueden distinguir varios tipos:
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capitulaciones, también subsiste mucha población musulmana. Al final, los peligros
de su situación fronteriza en el valle del Guadalquivir favorecerán que los
pequeños campesinos vendan sus propiedades a los poderosos, por lo que acabará
consolidándose el latifundio. Sin embargo, en Levante, coexistirá la pequeña
propiedad con las medianas y grandes fincas.
6. SOCIEDAD Y ECONOMÍA.
La población aumenta de forma sostenida desde finales del siglo XI. La repoblación
provocó la redistribución de los efectivos demográficos, ya que las zonas de
frontera seguían recibiendo contingentes de los núcleos norteños.
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La artesanía y el comercio resurgieron en las ciudades, donde se establecieron los
mercados semanales y las ferias anuales. La moneda, acuñada con el oro de las
parias, favoreció las relaciones comerciales, de la misma manera que lo hicieron
los préstamos con interés, la banca y las letras de cambio, en manos de los judíos.
8. CONCLUSIÓN
No fue hasta que se produjo la “unión” de los reinos cristianos que, finalmente, se
consiguió la fuerza suficiente para derrotar a los ejércitos almohades en la batalla
de las Navas de Tolosa (1212), en la que lucharon conjuntamente los reyes de
Castilla, Navarra y Aragón. Este suceso bélico tuvo lugar el 16 de julio de 1212
junto al lugar llamado Mesa del Rey, en la actual provincia de Jaén. La victoria
facilitó el avance cristiano por los valles del Guadiana y del Guadalquivir. Esta
victoria posibilitó sobrepasar las montañas de Sierra Morena e iniciar una rápida
expansión de los reinos cristianos a partir del siglo XIII. Con la coalición de los
reinos cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa se inició un imparable
debilitamiento de las taifas musulmanas que permitió una rápida conquista
cristiana de amplios territorios, que sólo sería frenada por la crisis del siglo XIV,
que detuvo el avance cristiano y se estabilizó la frontera con el reino de Granada.
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BIBLIOGRAFÍA, WEBGRAFÍA Y FILMOGRAFÍA
Álvarez, V. A. (2011). Historia de España de la Edad Media. Barcelona, España:
Ariel.
Cano, P. D. (2014). Al-Ándalus: el islam y los pueblos ibéricos. Madrid, España:
Silex.
García De Cortázar, J. A. y Sesma, J.A. (2008). Manual de Historia Medieval.
Madrid, España: Alianza.
Ladero, M. A. (2010). Historia Universal. La Edad Media. Barcelona, España:
Vicens Vives.
Sociedad Española de Estudios Medievales. Disponible en:
https://medievalistas.es/
REFERENCIA CURRICULAR
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