Adj-0 297355001370619347

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 13

Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO FEDERAL 6

21884/2013 “PITTE FLETCHER DENIS c/ EN-PEN-LEY 26855 s/


AMPARO LEY 16.986”.-

Ciudad de Buenos Aires, 06 de junio de 2013.-

Y VISTOS: los autos señalados en el epígrafe, venidos a despacho


para resolver la medida cautelar solicitada
Y CONSIDERANDO:
I.- Que, a fs. 2/23, la parte actora, en su carácter de abogado, solicita
el dictado de una medida cautelar con el fin de que se decrete la inaplicabilidad
del régimen de elección popular de los Consejeros de la Magistratura por el
estamento de los abogados de la matrícula federal, en atención al planteo de
inconstitucionalidad formulado.
En consecuencia solicita que se ordene al Poder Ejecutivo Nacional
(PEN) que se abstenga de la convocatoria inminente al régimen de las primarias
Abiertas Simultáneas y Obligatorias -PASO- para la constitución del Consejo de
la Magistratura, hasta tanto se resuelvan los planteos de inconstitucionalidad aquí
formulados.
También solicita la inconstitucionalidad de la ley 26.854 (arts. 4, 5, 9
10, 11 y 13, inciso 3, párrafo segundo y 15), porque considera que la citada
norma es de naturaleza restrictiva y regresiva de derechos fundamentales que
menciona en su presentación.
II.- En cuanto a legitimación procesal de la parte actora, cabe
precisar, que el ejercicio de la función jurisdiccional requiere que los litigantes
demuestren la concurrencia de la afectación de un interés jurídicamente
protegido o tulelado y susceptible de tratamiento judicial (CCAFed., Sala V, in
re: “Dalbón, Gregorio Jorge y otro”, del 22-08-06, entre otros).
En igual sentido se señaló que la inexistencia del derecho subjetivo a
la legalidad determina que -salvo hipótesis excepcionales- la reacción
impugnatoria no pueda ser promovida por quien no se encuentra personal y
directamente perjudicado. Este factor opera como límite negativo. No basta
cualquier interés, concretamente, no alcanza el interés en la legalidad, sino que se
torna indispensable un interés calificado (CCAFed., Sala III, in re: “Carrió Elisa y
otros”, sentencia del 27-03-07 y “Movimiento de Recuperación de Energía
Nacional Orientadora”, del 13-09-07, entre otros).
En tales términos resulta claro que la parte actora acreditó en el
presente caso una real afectación de su derecho que permite considerar la tutela
requerida, porque se encuentra personal y directamente perjudicada por la norma
cuya suspensión solicita en la presente causa.
III.- En primer lugar corresponde examinar el planteo referido a la
inconstitucionalidad de la normativa de la ley 26.854, que detalla en su
presentación.
Al respecto cabe precisar que -en la presente acción- sólo cabe
examinar el planteo referido a los artículos: 4, inciso 2 y 5, de la ley 26.854,
porque los demás artículos invocados fueron expresamente excluidos -en los
procesos de amparo- por lo dispuesto en el artículo 19 de la mencionada norma.
Sobre la base de ello cabe señalar que la aplicación dogmática del
mecanismo establecido en la norma importa una lesión del derecho constitucional
a la tutela judicial efectiva (conf. art. 18 de la Constitución Nacional, arts. XVIII
y XXIV de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, art.
8 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, arts. 8 y 25.1. de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, arts. 2 inc. 3 ap. a y b y 14 inc.
1, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Fallos:327:522), se
viola la división de poderes y el derecho al debido proceso formal y sustancial, en
cuanto desconoce las facultades ordenatorias e instructorias propias de la función
judicial.
En efecto, en el presente caso, ello resulta de la obligación dispuesta
en la norma con relación a la necesidad de exigir de manera obligatoria un
informe previo (art. 4, inciso 2), cuando -como resulta de las constancias de la
causa- se trata de una cuestión de derecho y no de hecho (circunstancia que -en su
caso- permitiría considerar alguna circunstancia particular con relación a la
aplicación de la normativa cuestionada y, en consecuencia, la necesidad de
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO FEDERAL 6

considerar el correspondiente informe) y, a su vez, la actora ha justificado la


urgencia en obtener la protección cautelar fundado en la proximidad de la
convocatoria al electorado para la elección de candidatos a Consejeros del
Consejo de la Magistratura.
Por otra parte el interés público comprometido, a que hace referencia
el informe previsto en el artículo 4, es un requisito cuyo examen ya es propio del
instituto cautelar y su estudio se encuentra reconocido -desde hace mucho tiempo
atrás- por la jurisprudencia y la doctrina.
En igual sentido la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
de la Organización de los Estados Americanos ha sostenido que el derecho a la
tutela judicial efectiva impide que el acceso a la justicia se convierta en un
desagradable juego de confusiones en detrimento de los particulares. Por ello las
garantías a la tutela judicial efectiva y al debido proceso imponen una
interpretación más justa y beneficiosa en el examen de los requisitos de admisión
a la justicia, al punto que por el pricipio pro actione, hay que extremar las
posibilidades de inerpretación en el sentido más favorable al acceso a la
jurisdicción (CCAFed., Sala IV, in re: “Bejarano Nicanor Norberto”, del 30-10-
01).
También se ha señalado que la medida cautelar podrá resultar, en
ciertos casos, un elemento imprescindible, ya que su desconocimiento podría
llevar a la imposibilidad de dictar una sentencia útil en situaciones de urgencia
(CCAFed., Sala IV, in re: “Río Negro S.R.L.”, del 22-09-98 y Sala II, in re:
“Grimberg, Marcelo Pablo”, del 25-06-02).
El derecho de ocurrir ante un órgano judicial en procura de justicia,
consagrado en el art. 18 de la CN, así como en su art. 109 y el art. 8, inc. 1, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y reconocido por reiterada
jurisprudencia (Fallos: 193:135; 209:28; 246:87) no se satisface por la sola
previsión legal de la posibilidad de acceso a la instancia judicial, sino que
requiere que la tutela judicial de los derechos en cuestión resulte efectiva, esto es,
que sea oportuna y posea virtualidad de resolver definitivamente la cuestión
sometida a su conocimiento (CCAFed., in re: “Trujillo Nuñez Filiberto”, del 25-
06-98).
También cabe recordar que en una cuestión similar a la aquí
planteada (al momento de examinar el art. 1 de la ley 25.587) se señaló que: “la
limitación impuesta por el Poder Legislativo al Poder Judicial para dictar
medidas cautelares resulta contraria a las disposiciones de la Constitución
Nacional y a la Convención Americana de Derechos Humanos, ya que
desnaturaliza la esencia de tal instituto y resulta contraria al principio de tutela
judicial efectiva.” (CCAFed., in re: “Grimberg, Marcelo Pablo”, del 25-06-02).
En cuanto a lo dispuesto con relación a la vigencia temporal (art. 5)
de la medida cautelar, cabe precisar que por el estado inicial de la presente causa
resulta inoficioso el tratamiento del planteo de inconstitucionalidad formulado y,
en consecuencia, corresponde diferirlo para el momento procesal oportuno.
Por todo lo antes expuesto corresponde declarar la
inconstitucionalidad de la norma mencionada, en cuanto se opone al ejercicio de
la actora al derecho constitucional de la tutela judicial efectiva (Fallos: 324:3219),
en la presente causa, por resultar ello violatorio de las garantías constitucionales y
de los pactos internacionales ya citados.
IV.- Sentado lo anterior, cabe precisar que de acuerdo con reiterada
jurisprudencia de los tribunales federales, la procedencia de medidas de la índole
de la requerida, queda subordinada a la verificación de dos extremos
insoslayables, a saber, la verosimilitud del derecho invocado y el peligro de un
daño irreparable en la demora, ambos previstos en el art. 230 del Código
Procesal, a los que debe unirse un tercero, establecido de modo genérico, para
toda clase de medidas cautelares en el art. 199 del citado texto adjetivo (Fallos:
331:108; 323:337; 317:978, entre otros y CCAFed., Sala II, in re: “Irurzum”,
sentencia del 23-2-82 y Sala IV, in re: “Adidas Arg. S.A.”, del 24-11-98, entre
muchas otras).
Que, a su vez, la jurisprudencia y la doctrina han agregado que los
requisitos antes citados se encuentran de tal modo relacionados que a mayor
verosimilitud del derecho, cabe no ser tan exigente en la apreciación del peligro
en la demora y -viceversa- cuando existe el riesgo de un daño extremo irreparable
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO FEDERAL 6

el rigor del fumus se puede atenuar (CCAFed., Sala II, in re: “Pesquera del Atlán-
tico S.A. c/ B.C.R.A.”, sentencia del 14-10-85; Sala III in re: “Gibaut Hermanos”,
sentencia del 8-9-83; “Unión de Usuarios y Consumidores”, del 18-02-08, Sala V,
in re: “Ribereña de Río Negro S.A. c/ D.G.I.”, sentencia del 8-11-96, Sala I, in re:
“Y.P.F. S.A.”, del 16-10-07, entre muchos otros).
También se ha señalado que en los litigios contra la Administración
Pública o sus entidades descentralizadas, además de los presupuestos establecidos
en general en el art. 230 del Código Procesal se requiere, como requisito
específico que la medida solicitada no afecte un interés público al que deba darse
prevalencia (CCAFed., Sala IV, in re: “Banco Comercial del Norte SA y otro c/
Banco Central s/ Apelación resolución 582/91”, sentencia del 9-10-92).
Además no puede dejar de mencionarse que la medida precautoria
requerida por la actora -denominada innovativa- reviste un carácter excepcional,
toda vez que altera el estado de hecho o de derecho existente al tiempo de su
dictado. Ello es así, en tanto configura un anticipo de jurisdicción favorable
respecto del fallo final de la causa, lo que justifica una mayor prudencia en los
recaudos que hacen a su adopción (CSJN., in re: “Bulacio Malmierca, Juan C y
otros c/ Banco de la Nación Argentina ”, del 24-8-93, entre otros).
En tales términos, si la medida cautelar tiende a alterar el estado de
hecho o de derecho existente antes de la petición de su dictado, su apreciación
debe ser estricta ya que su otorgamiento va más allá de que se mantenga la
situación existente al momento de la traba de la litis. Ordena sin que medie
sentencia definitiva, que se haga o que se deje de hacer algo, en sentido contrario
al representado por la situación existente (CCAFed., Sala IV, in re: “Adidas Arg.
S.A. -incidente- y otros c/Estado Nacional, Dto. nº 1059 s/Proceso de
conocimiento”, del 24-11-98).
V.- Sobre la base de ello corresponde examinar, dentro del acotado
límite de conocimiento propio del incidente cautelar, si el marco legal aplicable
que surge de lo dispuesto en la ley 26.855 resulta, en su caso, contrario o no a lo
dispuesto en la Constitución Nacional.
Al respecto cabe recordar que el artículo 114 de la Constitución
Nacional (incluido en la Sección Tercera: Del Poder Judicial) establece que: “El
consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial sancionada por la
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, tendrá a su
cargo la selección de los magistrados y la administración del Poder Judicial…”.
En cuanto a su integración se señala de manera clara que: “…El
Consejo será integrado periódicamente de modo que se procure el equilibrio
entre la representación de los órganos políticos resultantes de la elección
popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados de la matrícula
federal. Será integrado, asimismo, por otras personas del ámbito académico y
científico, en el número y forma que indique la ley...”.
En tales términos cabe precisar en cuanto al examen provisorio de la
pretensión de la actora referida a la inconstitucionalidad de la ley 26.855, que
sólo cabe efectuar la declaración de inconstitucionalidad de una norma cuando un
acabado examen conduce a la convicción cierta de que su aplicación conculca el
derecho o garantía comprometidos, toda vez que se trata del ejercicio de la más
delicada de las funciones susceptibles de encomendarse a un tribunal de justicia
(Fallos: 252:328).
Además resulta claro que si bien por principio las normas dictadas de
acuerdo con los mecanismos previstos en la Ley Fundamental, gozan de
presunción de legitimidad, ello obliga a ejercer dicha atribución con sobriedad y
prudencia y únicamente cuando la repugnancia de la norma con la cláusula
constitucional sea manifiesta, clara e indudable (Fallos: 314:424). Esto último de
daría en el presente caso -dentro del estrecho marco de conocimiento de este tipo
de medidas-, con la intensidad suficiente como para examinar los requisitos
exigidos para acceder a la tutela solicitada.

También surge de las constancias de autos que la parte actora realizó


un desarrollo sólido para objetar la constitucionalidad de la normativa
mencionada, cuyo examen final deberá realizarse al momento del dictado de la
sentencia definitiva, porque una declaración de inconstitucionalidad importa
siempre un acto de suma gravedad institucional que debe ser considerada la
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO FEDERAL 6

última ratio del orden jurídico (Fallos: 307:531 y 1656, entre muchos otros
antecedentes).

Sobre la base de ello resulta claro que la pretensión de la actora


referida a la suspensión del llamado a elecciones para representantes de los
estamentos de abogados, jueces y académicos en las elecciones primarias,
abiertas, simultáneas y obligatorias previstas para el próximo 11 de agosto del
corriente año, encuentra justificación en la verosimilitud del derecho invocado, -
en este estado embrionario del proceso-, que surge con intensidad suficiente por
existir indicios serios y graves con relación a la ilegitimidad de la norma
cuestionada, atento que de su examen provisorio se desprende que en principio se
vulnerarían las condiciones de “equilibrio” y “representación” previstas en el
artículo 114 de la Constitución Nacional.
En efecto la elección popular mediante el sufragio universal de los
consejeros abogados (art. 1, 4, 18 y 30) desnaturalizaría la representación del
estamento correspondiente, en el caso: a los “abogados de la matrícula federal”,
en la medida que se amplía la representación con relación a un grupo social
diverso que no integra tal estamento y que ya se encuentran representados a
través de los órganos políticos correspondientes (PEN, Senadores y Diputados
nacionales). Además siguiendo el razonamiento de la norma cuestionada ya no
tendría sentido lógico el equilibrio en la representación establecido en la
Constitución para la integración del Consejo de la Magistratura, puesto que el
abogado que resulte elegido podría preguntarse a quién representa: a los abogados
o a un grupo social diverso, violándose de esa manera la representación asumida.
Además el sistema de elección de representantes de cada cuerpo fue
dispuesta de manera pacífica y de acuerdo con el texto constitucional mediante
las leyes que se dictaron al efecto (leyes nros. 24.937; 24.939 y 26.080).
Ello demuestra que en los hechos, con la nueva norma se podría
provocar un desequilibrio en la composición del organismo citado, en la medida
que se desarmaría la representación por estamentos establecida en el artículo 114
de la Constitución Nacional, se desnaturalizaría la relación entre quienes aspiran a
ser designados y quienes con su voto realizan la designación y, en definitiva,
diluye la responsabilidad del representante ante sus respresentados.
Estas circunstancias, simples y de sentido común, demuestran -en
este estado del proceso- que la norma cuestionada resultaría en franca colisión
con lo que prescribe la Constitución Nacional, en cuanto a procurar el equilibrio
entre la repesentación de los distintos estamentos (políticos, jueces, abogados y
académicos).
A igual conclusión cabe llegar -en este examen preliminar- con
relación a la integración de 19 miembros del Consejo de la Magistratura (3
jueces, 3 abogados, 6 académicos o científicos, 6 legisladores y 1 representante
del PEN -art. 2-), habida cuenta que la proporcionalidad allí establecida afectaría
el equilibrio de su composición entre los estamentos que se reflejaría en el
régimen de quorum y decisiones establecido por medio de la votación por
mayoría absoluta (art. 6 y 7), en la medida que ello otorgaría al partido político
que ejerza la función ejecutiva en cada momento (según el resultado del proceso
electoral correspondiente) una herramienta que -en principio- desvirtuaría el
espíritu de equilibrio y representación propiciado en el art. 114 de la Constitución
Nacional y, a su vez, ello afectaría de manera directa la independencia del Poder
Judicial de la Nación y, en su caso, la separación de poderes establecida en la
Carta Magna.
En efecto la división de funciones de la actividad estatal a diferentes
órganos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), parte del reconocimiento de que todo
órgano que ejerce el poder tiende naturalmente a abusar de él y encuentra su
fundamento en la necesidad de instaurar un sistema de frenos o contrapesos,
suponiendo que el equilibrio resultante entre fuerzas antitéticas debe asegurar
naturalmente la libertad del hombre (conf. Cassagne; Juan Carlos “Derecho
Administrativo”, tº I, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1998, 6ª ed., p. 77).
Aquí cabe recordar que si la función de decidir una controversia con
fuerza de verdad legal corresponde solamente a los jueces de acuerdo con el
sistema implementado por nuestra Constitución, resulta claro que el
restablecimiento liso y llano de la constitución, a través del Poder Judicial, no
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO FEDERAL 6

implica conculcar la división de poderes, sino, al contrario conservarla para el


único fin que ha motivado su establecimiento: Hacer lo que la Constitución
manda o permite (conf. Bidart Campos, “Tratado Elemental de Derecho
Constitucional Argentino, tº II, Buenos Aires, Ediar, 1991, p. 366).
Además debe señalarse que: “el `deber poder´ de los jueces de
aplicar con preeminencia la Constitución no sólo es el fin supremo y fundamental
de la actividad jurisdiccional sino, más aún, un elemento integrante del contenido
mismo de esa función estatal” (Fallos: 321:3620, voto del juez Enrique S.
Petracchi).
En igual sentido se ha señalado que los otros poderes del Estado
carecen de atribuciones para modificar, mediante el ejercicio de sus funciones
específicas, las previsiones constitucionales impuestas para asegurar la
independencia del Poder Judicial (Fallos: 324:1177).
También se ha establecido que si bien, por vía de principio, medidas
como las requeridas no proceden respecto de actos administrativos o legislativos
habida cuenta de la presunción de validez que ostentan, tal doctrina debe ceder
cuando se los impugna sobre bases prima facie verosímiles (Fallos: 250:154;
251:336; 307:1702; 314:695; 316:2855; 320:2684, 4158; 330:2470; 333:60, entre
otros), como ocurre en la presente causa.
En tales términos se advierte -dentro del marco del examen cautelar-
que por tal accionar puede considerarse, en principio, que se habría vulnerado el
orden jurídico aplicable en la especie y ello resulta determinante para el
otorgamiento de la tutela requerida.
En efecto aquí no puede dejar de señalarse que la suspensión
provisoria de la normativa mencionada no genera mayores perjuicios que su
implementación inmediata, ya que de lo contrario en el futuro no podría revertirse
su aplicación; máxime teniendo en cuenta que en la actualidad el Consejo de la
Magistratura se encuentra funcionando desde hace varios años y que, en
consecuencia, con lo aquí dispuesto no se paraliza su normal funcionamiento.
Por tales razones cabe precisar que tampoco se advierte -dentro del
estrecho marco de conocimiento- que la suspensión judicial de los artículos de la
noma examinada produzca efectos jurídicos o materiales irreversibles.
Al contrario cabe observar que las medidas precautorias como la aquí
pretendida se encuentran enderezadas a evitar la producción de perjuicios que se
podrían generar en caso de inactividad del magistrado y podrían tornarse de muy
dificultosa o imposible reparación en la oportunidad del dictado de la sentencia
definitiva (Fallos: 320:1633; 326:3456).
En efecto la decisión que se adopta trata de mantener el status quo
erat ante de su sanción, propio de toda medida cautelar innovativa, a fin de evitar
la generación de efectos y perjuicios que su aplicación podría generar si se
admitiese la pretensión incoada. Frente a ello, en el caso de ser rechazada, el
retraso de la aplicación de la norma aparece como un efecto menor que el que
podría implicar su ejecución inmediata (arg. Fallos: 327:1292, consid. 3º, in fine;
335:765).
Esta pauta para la valoración de la procedencia de la tutela cautelar
se entronca con el principio -recogido por el Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas (en la actualidad TJUE)- conforme al cual “la necesidad
del proceso para obtener razón no debe convertirse en un daño para el que tiene
razón” (conf. García de Enterría, Eduardo, “La Batalla por las Medidas
Cautelares”, Madrid, Civitas, 1995, págs. 120/121).
VI.- Por otra parte también debe señalarse que: “El interés público
no es un concepto carente de contenido concreto; por el contrario, tal contenido
debe ser reconocible y determinable, consistiendo en una cosa o un bien que es
perceptible para cualquier componente de la sociedad” (conf. Pablo Gallegos
Fedriani, “Las medidas cautelares contra la Administración Pública”, 2da.
Edición actualizada, Bs.As., edit. Abaco de Rodolfo Depalma, 2006, p. 66 ).
Además “se podría afirmar que el interés público constituye también
la medida y el límite con que las medidas cautelares han de ser decretadas, dado
que aquél ha de prevalecer siempre. Para ello, deberá observarse si su dictado
resulta menos dañoso para la comunidad que su rechazo” (conf. Pablo Gallegos
Fedriani, ob. cit. p. 68).
Por otra parte “si se pretendiese postular que estando en juego el
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO FEDERAL 6

interés público no existiría derecho a exigir el dictado de una medida cautelar en


beneficio de un interés particular, no podría sino afirmarse que se pondría en
cuestión la eficacia del principio republicano de la igualdad en la distribución de
las cargas públicas, que es base de la organización estatal” (conf. García Pullés,
Fernando R., “Medidas cautelares autónomas en el contencioso administrativo”,
Hammurabi, Bs. As., 2006, p. 135).
En consecuencia resulta claro que la tutela aquí determinada no
afecta un interés público al que deba darse prevalencia, porque con su dictado se
asegura lo prescripto en la Constitución Nacional y, además, tampoco se afecta el
normal funcionamiento del Consejo de la Magistratura.
VII.- Por otra parte resulta de las constancias de autos que el peligro
en la demora se encuentra configurado en la presente causa en la medida que ello
se advierte -en forma objetiva- de considerar los diversos efectos que podría
provocar la aplicación de las disposiciones impugnadas (en el caso el
procedimiento para la elección de los consejeros, cuya convocatoria ya fue
determinada mediante el decreto 577/2013) lo que aconseja mantener el estado
anterior al dictado de la ley cuya constitucionalidad se pone en duda (arg. Fallos:
250:154; 314:547; 316:2855; 325:388; 330:4953; 331:108 y 710; 333:60, entre
otros).
Sobre la base de ello resulta adecuado, en este estado del proceso,
prevenir los perjuicios que pueda generar la posibilidad que se manifiesten actos
que afecten el normal desenvolvimiento de las representaciones reconocidas en la
Constitución Nacional, antes que se pueda evaluar la validez o no de la norma,
dentro del marco del proceso de conocimiento correspondiente, puesto que de lo
contrario la decisión de la justicia llegaría tarde.
En efecto, el peligro en la demora está dado, en el presente caso, por
la existencia de un interés jurídico que justifica la admisibilidad de la medida, y
que se traduce en el estado de peligro en que se encuentra el derecho principal, o
la posibilidad o certidumbre de que la actuación normal del derecho llegará tarde
(CCAFed, Sala II, in re: “Goodbar Pablo -Incidente III- y otros”, del 28-03-06,
entre muchos otros).
También resulta adecuado recordar que la medidas cautelares se
disponen, más que en interés de los individuos, en interés de la administración de
justicia, en la medida que, de alguna manera, garantizan el buen funcionamiento y
también, se podría decir, el buen nombre (conf. Pablo Gallegos Fedriani, “Las
medidas cautelares contra la Administración Pública”, 2da. Edición actualizada,
Bs.As., edit. Abaco de Rodolfo Depalma, 2006, pág. 30).
En efecto, las dos exigencias opuestas de la justicia: celeridad y
ponderación, tienden a ser conciliadas por las medidas cautelares, porque entre
hacer las cosas pronto pero mal, y hacerlas bien, pero tarde, las providencias
cautelares procuran, ante todo, hacerlas pronto dejando el problema del bien y el
mal, esto es, el de la justicia intrínseca de la decisión, para más tarde, con la
necesaria ponderación de todas las cuestiones involucradas en un proceso (ob.
cit., pág. 29 y sus citas y CCAFed., Sala I, in re: “Monges, Analía c/ U.B.A. –
Resol. 2314/95”, del 12-09-95).
Además no puede dejar de señalarse que el proceso cautelar no tiene
como fin declarar un hecho o una responsabilidad, ni la de constituir una relación
jurídica, ni tampoco, en su caso, satisfacer el derecho que se tiene sin ser
discutido, ni dirimir un litigio, sino que su objeto principal es el de prevenir los
daños que el litigio pueda acarrear o que puedan derivarse de una situación
anormal (conf. Pablo Gallegos Fedriani, ob. cit., pág. 31 y sus citas).
También, cabe recordar que las medidas precautorias no exigen de
los magistrados el examen de la certeza sobre la existencia del derecho
pretendido, sino sólo de su verosimilitud. Es más, el juicio de verdad en esta
materia se encuentra en oposición a la finalidad del instituto cautelar, que no es
otra que atender a aquello que no excede del marco de lo hipotético, dentro del
cual, asimismo agota su virtualidad (Fallos: 306:2060; 316:2855, 333:60, entre
otros).
VIII.- Teniendo en cuenta las particulares características de la
cuestión involucrada en autos y que la medida cautelar aquí ordenada no tiene un
contenido económico se justifica en el presente caso la prestación de una caución
juratoria (conf. art. 199 del CPCCN.).
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO FEDERAL 6

En definitiva, por todo lo antes expuesto, RESUELVO:


I.- Declarar la inconstitucionalidad del artículo 4 de la
ley 26.854, en los términos de lo señalado en el considerando III.-
II.- Hacer lugar a la medida cautelar formulada y, en
consecuencia, suspender la aplicación de lo dispuesto en los artículos 2, 4, 18 y
30 de la ley 26.855 y del decreto 577/2013 y cualquier acto de aplicación
vinculado de manera directa con las normas citadas, hasta tanto se dicte sentencia
definitiva en la presente causa, según el alcance de lo dispuesto en el
considerando III.-
La presente medida se decreta bajo caución juratoria que deberá ser
prestada por persona con facultades para ello y ante el Actuario.-
Regístrese y notifíquese a la parte actora, en el día (conf, art. 36 del
Reglamento para la Justicia Nacional) y previo cumplimiento de la caución,
líbrese oficio a la demandada a fin de notificarle la presente resolución, cuya
copia deberá acompañarse, a sus efectos, con habilitación de días y horas
inhábiles.-

Enrique V. Lavié Pico


Juez Federal

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy