365 Cuentos de Princesas PDF Blanco Como La Nieve
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365 Cuentos de
Princesas
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365 Cuentos
de
pincesas
La película Tiana y el sapo copyright © 2009 Disney. Inspirada parcialmente en el libro The Frog and the Princess ,
de E. D. Baker; copyright © 2002 Bloomsbury Publishing, Inc.
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión
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¡Ariel expone
sus cuadros!
A riel y Flounder nadaban por la zona
prohibida cuando, de repente, vieron
un barco… ¡encallado en el fondo del mar!
Después de unos minutos pensando, die-
ron con el lugar perfecto para montar la ga-
lería de Ariel: ¡el barco hundido en el fon- 1
—¡Seguro que se hundió ayer, durante la do del mar! Tras colocar los cuadros en su
fuerte tormenta! —exclamó Ariel—. Venga, sitio, Ariel y Flounder invitaron a todas las O
Flounder, vamos a explorarlo. sirenas del reino, quienes acudieron a admi- R
Los dos aventureros entraron por una de rar la exposición de la princesa. Pero, justo E
las ventanitas redondas del barco, que esta- cuando las ruinas del barco estaban reple-
ba abierta. No tardaron mucho en encontrar tas de gente, la embarcación empezó a subir N
un camarote que estaba a rebosar de cuadros hacia la superficie. Todas las sirenas, asus-
E
preciosos. Maravillada, Ariel se los llevó a su tadas, se marcharon a toda velocidad: ¡los
escondite secreto y los colgó en los muros de humanos estaban utilizando unos ganchos
la cueva. para sacar el barco y así poder repararlo en
—Con estos cuadros tan bonitos… —dijo el puerto!
Ariel— ¡ya tengo mi propia galería de arte! —¡No! ¡Se están llevando mi galería de
—¿Qué es una galería? —le preguntó arte! —gritó Ariel.
Flounder. Por desgracia, nadie pudo hacer nada
—Es un lugar donde se exponen pinturas para evitarlo.
y los humanos van allí a verlos y admirarlos Al día siguiente, la sirenita estaba en su
—le respondió la joven princesa a su amigo. cueva, muy triste, cuando llegó su amigo
Después, con aire pensativo, la sirenita aña- Flounder.
dió—: Me encantaría pintar mis propios cua- —Ariel, ven, rápido —dijo su amigo
dros y que la gente viniese a contemplarlos… Flounder—. Tengo que enseñarte una cosa
—Estoy seguro de que se te daría de mara- en el puerto.
villar pintar —le contestó Flounder—. ¡Ven- Llena de curiosidad, Ariel siguió a su
ga, vamos a ver a nuestros amigos los pulpos! amigo hasta la superficie. Allí arriba, mira-
Son los que más saben de tinta y de colores. ron a través de una de las ventanitas del bar-
Dicho y hecho, los dos amigos se dirigie- co que estaban reparando. Ariel descubrió,
ron a ver a los pulpos, quienes recibieron a llena de orgullo, que sus cuadros seguían
la pequeña princesa con gran alegría. Ariel colgados de las paredes del barco… y ¡que
pronto descubrió que tenía un gran talento un montón de personas se acercaban a la
para la pintura y enseguida tuvo acabada nave para verlos y disfrutar de ellos!
una colección entera de cuadros hermosos. —¿Lo ves? —le dijo Flounder, entre ri-
—Tendrías que exponerlos —dijo Flounder. sas—. Han expuesto los cua-
—Ya —le contestó la princesa—. Pero ¿dón- dros… Y ¡para mí, es la ga-
de? No puedo guardarlos en mi cueva secreta. lería más bonita de todas!
-3-
O
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8
1. Había una vez una joven
anuncio
llamada Blancanieves
PUBLICIDAD
2 H abía una vez, en un reino muy lejano, vase a la bel la muchacha a l bosque… y ¡que
una joven princesa con la piel blanca la matase! Él obedeció las órdenes de su rei-
como la nieve, el pelo negro como el carbón na pero, cuando llegó el momento de alzar
O y los labios rojos como las fresas. Se llama- el cuchillo y acabar con Blancanieves, no
R ba Blancanieves y tenía una madrast ra muy pudo hacerle daño a la princesa.
E malvada, la reina, quien estaba celosa de la —Corre, escóndete —le gritó el caza-
N belleza de su hijastra. Tantos celos le tenía dor—. ¡La reina quiere acabar contigo, co-
E que, para que la joven pareciese más fea, la rre, huye!
obligaba a vestir con harapos y a trabajar Aterrorizada, Blancan ieves echó a correr
como sirvienta en el castillo. Cada día, la hacia el bosque. En la oscuridad, Blanca-
dulce Blancanieves cumplía con sus obliga- nieves se asustaba hasta de los árboles que
ciones con una energía inagotable. Mientras la rodeaban. Sin saber adónde ir, se desplo-
limpiaba el suelo del castillo, soñaba con la mó sobre la hierba, agotada. Comenzó a
llegada del príncipe encantador que había llorar a lágrima viva y varios animales se le
visto cerca del pozo de agua , esperando que, acercaron para consolarla. La princesa les
un día, la llevara a vivir en paz en su gran preguntó:
palacio… Mientras tanto, la reina malvada, —Necesitó encontrar un refugio para pa-
para abía una vez,
quedarse en un reino
tranquila, cada muymañanalejano, vaselaa noche.
le sar la bel la ¿Conocéis
muchacha algún a l bosque… y ¡que
lugar donde
una joven
preguntaba a su princesa con la piel blanca pudiera
espejo mágico: la matase! Él obedeció las órdenes de su rei-
quedarme?
como la nieve,espejito,
—Espejito, el pelo negro
¿quiéncomo
es la elmás
carbón
her- naSin pero, cuando
dudar llegósegundo,
ni un el momento de alzar
los animales
y los labios
mosa rojos como las fresas. Se llama- guiaron
del reino? el cuchillo a layprincesa
acabar con a unaBlancanieves,
cabañita adora- no
baYBlancanieves y tenía una madrast ra muy ble
el espejo le contestaba: pudo enhacerle
el centrodaño
de una lagran
princesa.
claro. Blancanie-
malvada,
—No hay la reina,
mujer quien estaba celosa
más hermosa que vos deen
la ves—Corre,
llamó a laescóndete
puerta y, como—le nadie
gritó contestó,
el caza-
belleza
todo de su hijastra.
el reino, mi reina.Tantos celos le tenía entró dor—.en¡Lala reina
casita.quiere acabarabrió
La princesa contigo, co-
los ojos
que, para que la joven pareciese más fea, la rre, huye!
O Pero, un día, la respuesta cambió:
obligaba a vestir conesharapos
como platos y se quedó asombrada ante lo
R —Vuestra belleza conociday pora trabajar
todos, queAterrorizada,
vio: todo era Blancan ieves y,
diminuto echó a correr
además…,
como sirvienta en el
unacastillo. Cada día, la ¡parecía
hacia el bosque. En hubieran
la oscuridad, Blanca-
E majestad. Pero hay
1. Había una vez una joven
dulce
joven doncella que, que nunca limpiado la
si bienBlancanieves
va vestida concumplíaharapos,con sussus
feasobliga- nievesEntonces,
ropas casa! se asustaba hasta de cogió
la princesa los árboles
una esco-que
N ciones con una energía su inagotable.
hermosura.Mientras la rodeaban. Sin saber
de losadónde ir, seordenó
desplo-
E llamada Blancanieves
no pueden
limpiaba
gracia, es el
más
esconder
suelo
belladelque
castillo,
Por des- ba
soñaba con la limpió
vos, majestad.
y, con la ayuda
mó sobre la hierba,
la cabaña,
animales,
agotada.
mientras Comenzó laa
se imaginaba
y
llegada del príncipe—comprendió
—¡Blancanieves! encantador que la había llorar aqué
reina alegría lágrima viva ysus
sentirían varios animales
habitantes se le
cuando
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visto cerca
de repente. del pozo de agua , esperando que, acercaron para
regresasen a su hogar…consolarla. La princesa les
unCegada
día, la llevara
por la ira,a vivir en paz en
la malvada su gran preguntó:
madrastra
palacio…
le ordenó Mientras
al cazadortanto, CONOCE
la reinaque
del castillo se lle- MÁS
malvada, —Necesitó encontrar un refugio para pa-
para quedarse tranquila, cada mañana le sar la noche. ¿Conocéis algún lugar donde
preguntaba a su espejo mágico: pudiera quedarme?
—Espejito, espejito, ¿quién es la más her- Sin dudar ni un segundo, los animales
mosa del reino? guiaron a la princesa a una cabañita adora-
Y el espejo le contestaba: - 4 - ble en el centro de un gran claro. Blancanie-
—No hay mujer más hermosa que vos en ves llamó a la puerta y, como nadie contestó,
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Escucha a tu
corazón
E l sol resplandecía en el cielo. Era un día
precioso, y Pocahontas, acompañada de
Pocahontas aguzó el oído, pero con el
ruido de la lluvia y el viento apenas pudo oír
3
sus dos amigos, Miko el mapache y Flit el nada. Miko no dejaba de soltar pequeños
colibrí, decidió que quería subir una mon- gritos de angustia y el pequeño mapache se O
taña. De repente, mientras ascendían, des- aferró a Pocahontas. R
cubrieron que el camino se separaba en dos. —¡Debo escuchar a mi corazón! —gritó ella. E
—Miko, ¿qué camino elegimos? —pre- Entonces los oyó. Los espíritus le habla- N
guntó la princesa. El mapache señaló el ca- ron. Le dijeron que tenían que subir un poco E
mino más llano y Pocahontas se echó a reír. más, que no debían detenerse. Allí arriba, la
—¡Mejor vamos por el otro! —le con- joven y sus amigos encontrarían un refugio.
testó, señalando el sendero más estrecho y —Un esfuerzo más, ¡vamos! —animó Po-
empinado. cahontas a sus dos amigos, haciéndose oír
Los tres amigos siguieron subiendo y por encima del estruendo de la lluvia y del
subiendo, y el camino se hacía cada vez viento—. ¡Sólo tenemos que subir un poco
más estrecho y más empinado y peligroso. más! ¡Allí hay un refugio!
Miko estaba nervioso, y hasta Flit parecía Tal y como les dijeron los espíritus no
angustiado. El viento comenzó a soplar y tardaron en descubrir una abertura en una
Pocahontas recuperó el aliento. Las nubes gran roca; la atravesaron y llegaron a una
ensombrecieron el cielo y empezaron a caer pequeña cueva. ¡Qué calor hacía allí dentro!
pequeñas gotas de lluvia. Los tres amigos excursionistas se resguar-
—¡Vamos! —gritó Pocahontas, y echó a daron de la lluvia y se quedaron allí, con el
correr—. No podemos quedarnos aquí, y sonido del agua y del viento de fondo.
el camino está mojado y resbala demasiado Por fin la tormenta se apaciguó y el sol
como para dar marcha atrás. ¡Debemos se- volvió a brillar.
guir subiendo! —¡Venga! —dijo Pocahontas a sus ami-
Aunque Pocahontas no lo demostraba, gos—. ¡Vamos a ver cómo es la cima de la
al ver cómo la cascada de agua provocada montaña!
por la lluvia caía por la pendiente, comenzó Subieron las últimas curvas del sendero
a sentir miedo. No podían dar un paso sin y llegaron hasta el límite de una gran lla-
resbalarse, y cada vez hacía más frío. nura. A lo lejos podían ver el bosque y, un
Entonces, la princesa se acordó de lo que poco más allá, el mar resplandecía bajo el
le había dicho la abuela Sauce. cielo azul.
—Tengo que escuchar a los espíritus que nos —¡Mirad! —exclamó Pocahontas—. ¿No
rodean. Seguro que nos ayudan y nos guían. os parecen unas vistas maravillosas?
-5-
1. La historia de la
Bella y la Bestia
4 H abía una vez, en un maravilloso cas-
tillo apartado en un bosque, un prín-
ven llamada Bella. La muchacha se pasaba
el día soñando despierta, leyendo e imagi-
cipe. A pesar de las grandes riquezas que nándose una vida llena de aventuras y ro-
O poseía, era muy egoísta. Sin embargo, una mances. Su padre se llamaba Maurice y era
R noche de invierno, una mendiga le pidió un inventor un poco raro, y un día cogió a
E que la hospedara esa noche a cambio de una su caballo Philippe y se marchó a la feria a
N rosa. El príncipe, repugnado por el aspecto presentar su último invento. Por desgracia,
E de la anciana, le ordenó que se marchase de se perdió en el bosque y allí unos lobos lo
inmediato. Entonces, la mendiga le explicó atacaron. Philippe consiguió huir de los lo-
que no debía juzgar a las personas por su bos y, al final, él y el hombre encontraron
apariencia y que la verdadera belleza residía refugio en un gran castillo: ¡el de la Bestia!
en el fondo del corazón. Pero el hombre no Pero al dueño de la mansión no le gustaban
cambió de parecer y le repitió que se mar- las visitas. Cuando descubrió que Mauri-
chase. De repente, la anciana se transformó ce estaba en su castillo, lo encerró en una
en una hechicera poderosa. Como castigo fría mazmorra. Al día siguiente, Philippe
por su desprecio, lo transformó en una bes- encontró el camino de vuelta al pueblo y
tia monstruosa y lanzó un hechizo sobre el huyó en busca de Bella. La hermosa joven
castillo y sobre los criados que servían al enseguida se dio cuenta de que su padre es-
príncipe. Antes de partir, le explicó que la taba en apuros y le pidió a su corcel que la
rosa estaba encantada y que debía enamo- llevase hasta él. Aunque el caballo estaba
rarse de una doncella y ganarse el amor de aterrorizado, la guio en las profundidades
ésta antes de que cayera el último pétalo. Si del bosque, y no tardaron mucho en lle-
no lo conseguía, permanecería condenado a gar. Demostrando lo valiente que era, la
seguir siendo una bestia para siempre… muchacha cruzó las puertas enormes de la
Mientras tanto, no muy lejos del castillo, mansión. Pero, justo cuando encontró a su
en un tranquilo pueblo, vivía una jo- padre…, ¡la Bestia apareció ante ellos! Be-
lla, a cambio de la libertad de su querido
padre, le propuso a la Bestia un intercam-
bio: ella ocuparía su lugar y se quedaría
con él en el castillo. La Bestia aceptó el tra-
to y permitió que Maurice se marchase de
vuelta al pueblo. Sin saberlo, Bella estaba a
punto de vivir la aventura más extraordi-
naria de toda su vida…
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