Ecologia politica
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Nº 1
Enero de 2008
Dada la reciente polémica suscitada en torno al encarecimiento del precio de los cereales a
consecuencia de la fuerte demanda introducida por el mercado de materias primas para la elaboración
de biocombustibles2, se hace interesante y necesario un análisis regionalmente focalizado de este
sector, así como de la conveniencia o no de su potenciación frente a otras fuentes de energía
renovables. El bioetanol en España se fabrica, paradójicamente, a partir de cereales importados, a
pesar de la alta productividad agrícola autóctona, contribuyendo así a dicho fenómeno en países
exportadores en vías de desarrollo. Por otra parte, la producción española de biodiesel, al igual que
ocurre a nivel internacional, se basa principalmente en los aceites extraídos de plantas oleaginosas
como girasol y colza (también oleína), aunque la utilización de aceites usados, sobre todo en Cataluña,
es significativa (APPA y cols, 2005)3.
En España, según datos de 2005, se produjeron cerca de 261.000 toneladas de biocombustibles, lo que
se tradujo en términos energéticos a 228.200 toneladas equivalentes de petróleo (MITC, 2005)4. De
este total, el 72 % es generación de bioetanol y el 28 % restante biodiesel. La fabricación se distribuyó
entre 8 plantas (16 plantas en 2006 y creciendo vertiginosamente esta cifra en la actualidad)5, de las
cuales 3 tenían una capacidad de producción igual o superior a las 30000 toneladas equivalentes de
petróleo.
El contexto político-económico en el que está envuelta la evolución del sector viene marcado, por un
lado, por los objetivos fijados por la UE en materia energética y que cristalizaron en el Libro Blanco
para una Estrategia Común y un Plan de Acción para las Energías Renovables (1997) y en dos
directivas comunitarias (2003), y por otro lado, por la política agraria de la PAC. Entre los objetivos
planteados a nivel comunitario se encuentran el que en 2010 se alcance un 12% de la energía primaria
abastecida por fuentes renovables y que un 5,75% de la cuota de mercado en el transporte esté
ocupada por los biocarburantes, para lo que se contemplan reducciones de impuestos (MITC, 2005).
La política agraria común (PAC) tiende cada vez más a liberalizar mercados y en el caso de países
como España a recortar las ayudas. Sin embargo, esto no ocurre con los cultivos de carácter energético
(destinados a la fabricación de biocombustibles), que ahora son subvencionados con 45 € / ha (estando
un 75% desacoplado de la producción), en una clara estrategia de sustituir el destino alimentario de la
producción (APPA y cols., 2005).
La prioritaria reducción de las emisiones de CO2 exigida por los compromisos de Kyoto y sus plazos
necesita forzosamente de la implicación del gasto público para fomentar las energías renovables, entre
las que destacan los biocarburantes y la energía solar fotovoltaica. Ambas energías afectan a dos
sectores de consumo estructuralmente opuestos. Los primeros son una alternativa en el transporte y
automoción, mientras que la segunda lo es en la generación de electricidad. En una situación en la que
la intervención de los Estados en las economías es cada vez menor, maximizar la reducción de
emisiones CO2 por unidad monetaria de ayuda administrativa, bien sea subvención o exención fiscal,
resulta crucial.
En esa disyuntiva entre promover un tipo u otro de energía “limpia” entrarían por tanto en
consideración tanto los efectos ambientales secundarios positivos y negativos de ambas como el coste
1
Becario FPI. Departamento de Biología, área de Ecología. Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales. Universidad de
Cádiz, miguel.lararayo@uca.es
2
www.crisisenergetica.com
3
www.appa.com/descargas/Estrategia_Biocarbur_APPA.pdf
4
www.micyt.es
5
www.miliarium.com/Biocombustibles/Biocarburantes/PanoramaActualBiocarburantesEspana.asp
Si se compara una planta típica con capacidad de producción de 37000 tep amortizada a 25 años con
un sistema fotovoltaico de más de 100 Kw de potencia y 3100 horas solares anuales equivalentes (dos
modelos representativos de la realidad española, datos de 2005), los resultados muestran que la ayuda
pública más eficiente para disminuir emisiones depende de la cantidad de energía que se desee
generar, tal y como muestra la siguiente gráfica.
15000
10000
5000
Coste Biodiesel=2265.816+1.131*tep
0
0 500 1000 1500 2000 2500 3000 3500 4000 4500 5000
tep (toneladas equivalentes de petróleo)
Como puede observarse, a partir de las 1300 tep sale más rentable en términos de ahorro en petróleo la
subvención de la producción de biodiesel que de la energía solar. Esto tiene una consecuencia muy
simple para las economías de escala del sector: es más sostenible, para una misma cantidad de
recursos financieros, invertir en plantas de biocombustible de gran capacidad y en pequeños proyectos
de energía solar que viceversa.
Sin embargo, en este análisis se ha partido del supuesto erróneo de la emisión cero para la producción
de biocombustible. Actualmente se sabe que durante el proceso de cultivo de cereales y otras especies
de interés se requieren fertilizantes en forma de nitratos que potencian la producción microbiana de
N2O, un gas de efecto invernadero (Reijneders & Huijbregts, 2007). Este proceso es más significativo
cuanto más intensiva es la práctica. Aunque la cantidad emitida es muy variable, podrían plantearse
diferentes escenarios y calcular su efecto a partir de la equivalencia en CO2 liberado. Incorporando un
valor de 0,2 toneladas de CO2 por hectárea y año a la contabilidad del ahorro tendiendo en cuenta tanto
la productividad de la tierra como la eficiencia en la fabricación, ocurre que para amortizar dicha
contaminación difusa harían falta producir 1.92 tep por cada tep totalmente limpia, lo cual encarece el
coste de reducir emisiones en un 50 %. Consecuentemente, la pendiente de la curva dibujada en la
Pero es que si se considera una emisión difusa de 0,3 toneladas de CO2 por hectárea y año, para un
cultivo de oleaginosas el punto de corte estaría en las 37000 tep, la capacidad máxima de la planta
prototipo, lo que significaría que la energía fotovoltaica sería más rentable en todas las situaciones.
Referencias bibliográficas:
Reijneders, L. & Huijbregts, M.A.J. “Life cycle greenhouse gas emissions, fossil fuel demand
and solar energy conversion efficiency in European bioethanol production for automotive purposes”.
Journal of Cleaner Production, nº15 (18) (2007), 1806-1812.
En América Latina, la apertura de las economías al libre mercado requirió de la aplicación de políticas
privatizadoras como el paso necesario para ejecutar lo que David Harvey llama "acumulación por
despojo", es decir, la implantación de una serie de obligaciones que deben ser acatadas por los países
en vías de desarrollo que piden ayuda económica a Estados Unidos, país que condiciona dichos
prestamos a la aplicación de reformas (Williamson, 2004) que benefician su intervención dentro de los
Estados nacionales, implantándolas “pacíficamente” por medio de acuerdos con instituciones de
gobierno supranacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Esta forma de capitalismo depredador ha logrado apropiarse de amplios espacios del sector social7 que
son fundamentales para su reproducción como es el caso de la tierra y los territorios agrícolas. El
mecanismo para lograr esta desposesión contempla, en primer lugar, el quebranto económico de los
pequeños y medianos productores mediante el desmantelamiento de las instituciones públicas de
servicios y apoyos a la producción agrícola, en segundo lugar, los campesinos y pueblos indios,
sometidos a presiones por violencia física o económica, se ven obligados a vender o abandonar sus
tierras para, en tercer lugar, colocar su fuerza de trabajo en condiciones precarias en el mismo ámbito
rural o en algún sector del mercado laboral urbano. Ante la emergencia de los agrocombustibles, y su
voracidad territorial, probablemente el despojo se incremente.
Un ejemplo del quebranto agrario en los países de América Latina es el que resulta de la integración
de México al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El gobierno logró la
apertura de la tierra al libre mercado reformando el Artículo 27 de la Constitución poniendo fin al
ejido8 como unidad de producción comunal retirándole su carácter inalienable e inembargable,
abriendo la posibilidad de ser vendido, arrendado o hipotecado creando un mercado de tierras y
otorgando certificados9 de propiedad individual a los ejidatarios, lo cual resultó un arma terriblemente
efectiva para el desmantelamiento de las organizaciones campesinas comunitarias y contra los
derechos consuetudinarios de los pueblos indios despojándolos de sus tierras y con ello de su cultura
(De Ita, 2003).
La nueva Ley Agraria retiró los subsidios y la regulación estatal10 para el almacenamiento y la
comercialización de las cosechas así como la producción de semillas certificadas. Al no existir
competencia nacional, las transnacionales Monsanto (en semillas) y Cargill (en comercialización)
sustituyeron la función social de las empresas estatales.
6
Doctorando en sostenibilidad, Universidad Politécnica de Catalunya
7
Sector social se refiere a los que trabajan bajo alguna modalidad de forma asociativa, comunitaria, colectiva o cooperativa.
8
El ejido en México es una comunidad agraria creada por la distribución de la tierra a través de la reforma agraria. La tierra, propiedad de la
nación, era dada a los miembros del ejido para su uso y usufructo. Los derechos ejidales de propiedad eran limitados, no se heredaban. Con
las reformas de 1992, los miembros de la asamblea del ejido pueden decidir por mayoría de votos cambiar el régimen de tenencia. De Ita.,
Op. Cit. p. 5.
9
Se creó el Programa de Certificación de los Derechos Agrarios y Titulación de Solares Urbanos (PROCEDE).
10
Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) y Productora Nacional de Semillas (PRONASE)
11
El Maíz Grano Blanco se utiliza principalmente para la alimentación humana. El Maíz Grano Amarillo tiene como destino principal el
consumo pecuario y la producción de almidones, aceite o en la fabricación de barnices, pinturas, cauchos artificiales y jabones.
12
http://www.infoaserca.gob.mx/programas/dgpc-2003-04-04_03.pdf
Esto sumado al auge de la comercialización de maíz en el mercado mundial para fabricar etanol, sirvió
de plataforma para que, en enero de 2007, Cargill (entre otras empresas) acaparara los inventarios de
las cosechas, utilizando información privilegiada de la USDA, comprando a bajo costo al mismo
tiempo que aprovechaba para exportar, con subsidios públicos provenientes de ASERCA14, 30 mil 522
toneladas de maíz blanco mexicano a Mozambique y otros países africanos exacerbando la escasez. El
gobierno mexicano financió la especulación de Cargill.
La burbuja de precios estalló en abril del 2007 con el anunció de una mejora en el clima y una mayor
producción del maíz estadounidense. La Bolsa en Chicago bajó de 180 USD/ton hasta 148 USD/ton
en los primeros días de julio. Los precios altos no beneficiaron a los productores ya que ellos
vendieron la cosecha a bajo precio antes del boom y estos valores bajaron antes de vender la nueva
cosecha por lo que el único beneficiado fue nuevamente Cargill y las compañías proveedoras de
insumos, ya que el alza del maíz arrastró consigo la de los fertilizantes y pesticidas que no han bajado
después de la caída de los precios.
En este contexto el futuro rural de México esta siendo decidido fuera del alcance y la opinión de las
comunidades campesinas e indígenas. Quince años después de la reforma al Artículo 27 y después de
trece años del TLC, pequeños y medianos agricultores no han podido enfrentar a las transnacionales ni
competir con los productores agrícolas subvencionados de los Estados Unidos. Por ello han decidido
abandonar el campo, lo cual sucede a un ritmo de -0,53 por ciento en cinco años al pasar de 21,8
millones a 21 millones, de un total de 105,8 millones de mexicanos.
El despojo de las tierras sigue al quebranto de sus propietarios originales. Sin duda, la situación del
Cono Sur es aún más grave. Según la CEPAL15, en el período 2000-2005 (cuadro 1) la población rural
de Argentina tuvo una tasa de crecimiento de -3,77 por ciento, Uruguay de -1,47 por ciento y Brasil -
1,08 por ciento. Siguiendo el modelo privatizador del campo vía las industrias transnacionales, los
cultivos de soya en Sudamérica se han vuelto un peligro para campesinos y para los pueblos indios
ante el avance de la frontera agrícola industrial hacia sus tierras.
En Argentina el saldo del despojo es de alrededor de 300 mil productores de agricultura familiar
arruinados y expulsados de sus tierras con más de 13 millones de hectáreas embargadas por deudas
hipotecarias impagables (Rulli, 2003). En la región del Chaco, ubicado dentro de la zona soyera que
en su conjunto tiene una producción record de 47,5 millones de toneladas, durante el primer semestre
de 2007 once indígenas de la nación toba murieron por la falta crónica de alimento16, misma situación
que amenaza con expulsar a más de 50.000 indígenas de la región. En Paraguay se estiman unos
80.000 campesinos desplazados de sus tierras anualmente, que se agregan a los 600.000 campesinos
sin tierra ya existentes. En Brasil la cifra en el período 1985 y 1996 llegó a 5,3 millones de personas
por el impulso a las plantaciones de caña de azúcar involucradas en la producción de agrocombustibles
que en ese país se elaboran desde principios de los setentas.
13
“El maíz, oro puro”, nota en Economist Intelligence Unit / La Jornada, 13-03-2007
14
Morales, R., “Subsidió Sagarpa exportación de maíz”, nota en El Economista, 12-01-2007
15
CEPAL. Comisión Económica para América Latina
16
«Argentina: “genocidio" a fuego lento» nota de Max Seitz en BBC Mundo-Argentina, 9 -08-2007
México -0.53
-3
Paraguay 0.51
Uruguay -1.47 -4
A rgentina
América Latina y C. -0.28
-5
América Latina -0.47 (Tasas anuales medias, po r cada 100 habitantes) Fuente:
Caribe -0.14 CELA DE: Centro Latino americano y Caribeño de
Fuente: CELADE Centro Latinoamericano y Caribeño de Demo grafía,Divisió n de P o blació n de la CEP A L 2006
Demografía, División de Población de la CEPAL
Revisión 2006. Base de datos de población.
La cosecha total de los cinco principales productores sudamericanos de soya podría llegar al récord de
112 millones de toneladas. El área total de cultivo de soya en Brasil para el período 2006/07 fue de
20.58 millones de has, en Argentina se estima que será de 15,8 millones has, la de Paraguay está
estimada en una superficie de 2.4 millones has, Bolivia 950 mil has, Uruguay 366 mil has. En vista de
la concentración de tierras a manos del agronegocio (y el despoblamiento del campo) la transnacional
Syngenta llama a esta vasta región: “República Unida de la Soya”, gobernada por empresas locales y
transnacionales.
Ante la pregunta de qué hacer con tanta producción agroindustrial los gobiernos contestan: crear
nuevos mercados. Este año, en Brasil, la cosecha de caña de azúcar creció un 7% y los precios
decayeron en más de un 35%, esto porque no hay mercado para absorber esa sobreoferta, señala el
presidente Luis Inacio Lula da Silva. A su vez, el exceso de cosechas se ha vuelto una forma de
precarizar el trabajo de campesinos e indígenas que al perder sus medios de producción recurren a las
plantaciones en busca de sobrevivencia aceptando cualquier empelo. Así pues, uno de los argumentos
de peso usado por los gobiernos para aumentar la producción de agrocombustibles es la oportunidad
de desarrollo para los sectores campesinos e indígenas de los países del Sur. Sin embargo, como
demuestra la historia de los cultivos de otros commodities, la producción y exportación de grandes
volúmenes de productos agrícolas no necesariamente redunda en una mejora en la calidad de vida de
los pequeños agricultores o trabajadores rurales. Es más, en muchos casos la empeora dadas las
condiciones de trabajo a las que se ven sometidos.
En un artículo publicado en junio de 2007, Eric Holtz-Giménez17 señala que en los trópicos: cien
hectáreas dedicadas a la agricultura familiar crean 35 empleos, la palma aceitera y la caña de azúcar
crean diez, los eucaliptos dos, la soya apenas uno y medio. Sergio Schlesinger de la organización
FASE18 de Brasil muestra más datos (cuadro 2) y señala que si en 1985 se producían 18.278 toneladas
de soya con 1.694.000 agricultores, en 2004 se produjeron 49.792 toneladas con apenas 335 mil
trabajadores (Schlesinger, 2006).
17
Director general de Food First / Institute for Food and Developmente Policy, Oakland (Estados Unidos).
18
Federação de Órgãos para Assistência Social e Educacional
Según el Ministerio del Trabajo de Brasil en el 2005 se registraron 450 muertes en la agroindustria de
la caña de los ingenios de Sao Paulo: accidentes con máquinas, trabajadores carbonizados, cáncer de
piel relacionado con el uso de agroquímicos y 17 muertes por agotamiento en el corte de caña. La
mano de obra es principalmente emigrante, trabajadores agrícolas que ya no poseen sus propias
tierras, sin derechos laborales y con sueldos precarios pagados por la cantidad de caña cortada y no
por el número de horas trabajadas, esto sin tener control sobre la medición del peso de lo que
producen (Cerdas, 2007; Martins, 2007; Frei Betto, 2007; Red de Acción e Investigación sobre la
Tierra, 2007). Actualmente el gobierno de Brasilia, junto con el de Washington vía el CAFTA-DR19,
tiene un alto interés en la región centroamericana y caribeña, especialmente en República Dominicana
donde piensa subsidiar el traslado de sus compañías productoras de etanol, y en Haití, donde dirige las
tropas de paz desplegadas por la ONU, pretende introducir cultivos cañeros para, según Lula,
fomentar el desarrollo de ese país.
A través de los discursos desarrollistas de los gobiernos latinoamericanos, los campesinos y los
pueblos indios son utilizados para legitimar el negocio de los agrocombustibles que sólo beneficia a
las empresas agroindustriales y a sus agentes gubernamentales. Pero el verdadero peligro se encuentra
en la destrucción del mundo rural como garante de la soberanía alimentaria de los países, así como el
genocidio cultural que conlleva el despojo y la expulsión.
Bibliografía:
⎯ Cerdas, G., “Agrocombustibles las amenazas del imperialismo verde”, Ecoportal, 13-08-2007, en
http://www.ecoportal.net/content/view/full/71716 fecha de consulta: agosto de 2007
⎯ De Ita, A., México: Impactos del Procede en los conflictos agrarios, Centro de Estudios para el
Cambio en el Campo Mexicano (SECAM), México, 2003
⎯ Frei Betto., “Necrocombustibles”, nota en La Jornada, 21-07-2007
⎯ Harvey, D., El nuevo imperialismo, Ed. Akal, Madrid, 2003
⎯ Holtz-Giménez, E., “Los cinco mitos de la transición hacia los agrocombustibles” en Le Monde
diplomatique, junio 2007, pp. 24-25
⎯ Martins de Carvalho, H., “La expansión de la oferta del etanol”, ALAI, 13-08-07, en
http://alainet.org/active/19020&lang=es fecha de consulta agosto de 2007
⎯ Morales, R., “Subsidió Sagarpa exportación de maíz”, nota en El Economista, 12-01-2007
⎯ Ramírez, E., «Cargill: “coyote trasnacional” del maíz», Revista Contraliena, Año 5 No. 81, 2007
19
Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, la República Dominicana y EEUU
Esta racionalidad capitalista contemporánea, que viene siendo construida desde hace varias décadas,
determinó y determina la forma cómo se da o se dará la industrialización y, en una relación de causa y
efecto, la composición de la matriz energética mundial.
En 2004, la OIE (Oferta Interna de Energía) en el mundo fue de 86,7% de energía de fuentes no
renovables y 13,2% de fuentes renovables. En la OCDE, en ese año, la OIE fue de 93,9% de energía
de fuentes no renovables y de 6,1% de fuentes renovables. Y el petróleo respondió, en 2004, por el
34% de toda la oferta de energía generada en el
mundo, siendo que en la matriz energética brasileña le correspondió el 37,9% de
la OIE en 2006.
Según el gobierno de EE UU se prevé que el consumo mundial de energía aumentará en un 71% entre
2003 y 2030, y la mayor parte de este aumento tendrá como fuente una mayor demanda de petróleo,
hulla y gas natural.
Se estima que, para el final de ese periodo (2030), toda la energía renovable (incluidos los
agrocombustibles) será un 9% del consumo mundial de energía. En ese sentido, es relativo y peligroso
considerar como cierto el supuesto de que los agrocombustibles tendrán un papel importante en la
lucha contra el calentamiento global.
La política global de créditos de carbono evidencia que la intención de los países más industrializados
es la de mantener el patrón económico históricamente establecido en su industrialización, incluso con
los esfuerzos por mejorar su producción energética. Eso quiere decir que la pretensión de los
gobiernos de esos países es una reducción mínima de la emisión de gases de efecto invernadero
(GEE), en un nivel apenas necesario para que sirva de base para su ideología de seudo participación en
el control y reducción del calentamiento global.
A la vez, esos países amplían los procesos de traspaso de sus industrias electrointensivas y
ambientalmente contaminantes del medio ambiente a los países denominados en vías de desarrollo.
La matriz energética brasileña presenta una composición más dependiente del petróleo (37,9% en
2006) que la matriz mundial (34% en 2004), sin embargo menos dependiente del carbón mineral
(Brasil 6,0% en 2006 y la mundial de 25,1% en 2004) y del gas natural (Brasil 9,6% en 2006 y la
mundial 20,9% en 2004). En el caso brasileño, las fuentes renovables de energía tienen un porcentaje
relativamente alto.
En 2006, la OIE en Brasil fue de 55,1% de energía no renovable y 44,9% de fuentes renovables. La
composición de la matriz energética brasileña en 2006, por fuente de OIE, fue:
20
Agencia Latinoamericana de Información (http://alainet.org). Texto completo en
http://alainet.org/active/19020, Traducción: Eduardo Tamayo G./ALAI
21
Asesor de movimientos sociales del campo en Brasil y consultor técnico en planeación social
A pesar de esta mejor calidad de la matriz energética brasileña en relación a la matriz energética
mundial, la composición de las fuentes de energía renovable presenta problemas de otra naturaleza,
pero muy preocupantes, tanto desde el punto de vista económico y social como ambiental.
Por lo tanto, por un lado, aunque la matriz energética brasileña, todavía dependiente del petróleo,
tenga en su composición una fuerte presencia de fuentes renovables de oferta de energía, lo que es
deseable, por otro lado, esas fuentes renovables de energía están
bajo control económico oligopólico. Ese control económico de las megaempresas les da el poder
político para determinar cómo, cuándo y dónde se dará esa oferta de energía renovable.
Ese control oligopólico de las fuentes renovables de energía, a la vez que operan con fuentes que
podrían desarrollar mecanismos limpios de producción de energía renovable, permite que las
megaempresas se vuelvan las principales violadores de las normas institucionales y manipuladoras de
la opinión pública en lo que se refiere a las cuestiones sociales y ambientales.
Las fuentes renovables de energía procedentes de las centrales hidroeléctricas y de la biomasa (etanol,
aceites vegetales y madera) no deben ser disociadas de otras variables como el control del territorio
(producción de la biomasa), del agua dulce (energía eléctrica y transportes), de la presencia del capital
extranjero en la economía del país, de la oligopolización de las fuentes de energía renovable y de la
permisividad en la remesa de lucros (royalties, dividendos, etc.).
Y como consecuencia de estos factores, los impactos perversos de naturaleza económica, social,
ambiental, política e institucional en la dinámica del desarrollo del país.
De esta manera, la reflexión sobre el caso particular de la oferta de energía renovable procedente de la
biomasa, en especial del etanol combustible, no debería ser disociada de la apreciación de las demás
fuentes que constituyen la OIE en Brasil.