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Luces y sombras
de la democracia venezolana.
A 40 años del 23 de Enero
Resumen:
Transcurridos 40 años desde el derrocamiento de la dictadura
perezjimenista, el 23 de Enero de 1958, resulta pertinente una evaluación de
la democracia venezolana, analizando las condiciones de su implantación y
las transformaciones ocurridas en el sistema de partidos, así como sus
efectos: luces y sombras. El modelo político de 1958 trajo consigo
consecuencias positivas como las libertades cívicas, el pluralismo político y
un sistema democrático que sobrevive pese a las dificultades por las cuales
atraviesa; pero también aspectos negativos como la centralización, la
partidocracia y el clientelismo. El nuevo reto de la democracia venezolana
actual consiste en la superación de sus deficiencias, para lograr la
relegitimación de sus instituciones.
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En 1945, surge Unión Republicana Democrática (URD); en 1946, aparece Copei.
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En 1946, para elegir diputados a la Asamblea Constituyente; en 1947 para la escogencia del
presidente de la República y congresantes; y en enero de 1948, se eligieron Concejos
Municipales, en algunas entidades.
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Las primeras elecciones de esta nueva etapa democrática reflejan una nueva
conformación del sistema de partidos, pasando de partido dominante a un
multipartidismo inestable (Molina/Pérez). En 1958, tres partidos obtienen en
conjunto el 90% de la votación. Aunque triunfador en estos comicios, Acción
Democrática vio descender la votación disfrutada en la época del Trienio, por
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encima del 70%, para ubicarse en el 49% en 1958. Por su parte, tanto la URD
como Copei se incorporan a la lucha electoral, obteniendo 31% y 15%
respectivamente en las elecciones presidenciales. Este carácter plural del
sistema de partidos se mantendrá hasta las críticas elecciones de 1973,
cuando cristaliza un nuevo modelo: el bipartidismo atenuado (Molina/Pérez).
Las consecuencias
Por otra parte, el sistema democrático asumió como política de Estado el logro
del bienestar social; en consecuencia, desarrolló una política social expansiva a
todos los sectores de la población. La dotación de servicios públicos básicos,
aunque no tan eficientes como se desearía, fue una labor emprendida por el
sistema político. Entre los mejores logros de la democracia venezolana debe
acreditarse el amplio impulso cuantitativo dado a la educación, sin desestimar
sus críticas. Ello permitió reducir sensiblemente los niveles de analfabetismo y
benefició la movilidad social para amplias capas de la población venezolana.
Uno de los efectos más visibles del modelo democrático del 23 de Enero ha
sido la preeminencia partidista. El término «partidocracia» (Rey, p. 80) ha
servido para caracterizar el régimen político venezolano a partir de 1958. Esto no
es gratuito; como apuntamos anteriormente, los partidos se constituyeron en el
eje fundamental del nuevo régimen. Dos aspectos ayudan a explicar este
predominio. Por una parte, fueron precisamente los partidos los que impulsaron
la reinstauración democrática; el tipo de sistema fue conformado por lo tanto en
función de su protagonismo. Por otra parte, ya desde los primeros intentos
democráticos, las organizaciones sociales fueron promovidas por los partidos,
quedando bajo su tutela y control (Bracho), por tanto los partidos no tuvieron que
competir para ganar espacios en la sociedad civil, sino que se convirtieron en
los únicos mediadores entre la sociedad y el Estado. Esta mediación única dejó
pocos espacios para que otras formas de participación tuvieran vida autónoma y
la disciplina partidista desplazó los centros de decisión hacia los «cogollos»
partidistas.
Por su parte, la supremacía partidista parece haber pasado sus mejores días.
Aun cuando los partidos siguen siendo protagonistas y la extensión de su
influencia sigue marcando pauta en la formación de las políticas públicas, han
aparecido fisuras en su hegemonía. Las lealtades partidistas formadas en los
años 60 y consolidadas en los 70, comienzan a resquebrajarse a finales de los
80, produciendo un aumento en la proporción de electores independientes. En
la base de este resquebrajamiento se encuentra una acentuada actitud negativa
hacia los partidos, cuyo desprestigio no se ha limitado a los que se han turnado
en el poder, sino que arropa a todo el sistema de partidos. Dentro de este nuevo
panorama, la evaluación de la gestión de gobierno, y la personalidad de los
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El clientelismo, una de las más dañinas secuelas del modelo del 23 de Enero,
sigue presente ayudando a mantener las condiciones que propician la
corrupción. Aunque se ha intentado formalmente poner en práctica controles a la
corrupción, éstos no tienen mayor impacto, puesto que falta una verdadera
determinación para combatirla. Esto implicaría una modificación de las
relaciones clientelares presentes en todos los niveles de la administración
pública y de las relaciones entre el sector privado y el público.
Referencias
Sartori, Giovanni: Parties and Party System, Cambridge University Press, Cambridge, 1976.
Torres, Arístides: «Crisis o consolidación de los partidos en Venezuela» en Argos Nº 1,
Caracas, 1980, pp. 9-21.