TEMA 3 alcohol

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CURSO DE DROGODEPENDENCIAS: ACTUALIZACIÓN, CLASIFICACIÓN Y CARACTERIZACIÓN

JUAN PERIS

T
EMA 3
EL ALCOHOL

I
NTRODUCCIÓN

El consumo de alcohol es considerado en todos los países como un problema social


y, especialmente la
dependencia alcohólica (DA),
se asocia a trastornos con
carga en salud, discapacidad y
mortalidad. Estudios del año
2014 estiman la prevalencia de
DA en la Unión Europea en el
3,4% entre las personas de
18-64 años de edad (1,7%
mujeres, 5,2% hombres), con
lo que se calcula está cerca de
11 millones de personas
afectadas. Si bien estos
resultados varían entre los
distintos países europeos en
relación a las distintas culturas
y normas sociales, su
repercusión en salud está en relación con distintas variables, pero siempre en correspondencia
con el nivel de consumo de alcohol.

C
ARACTERÍSTICAS DE LOS ADICTOS AL ALCOHOL

Las características fundamentales de la adicción al alcohol son la preocupación para


conseguir alcohol, su consumo compulsivo a pesar de las consecuencias adversas
que conlleva y la recaída o incapacidad para eliminar el hábito a pesar de sus efectos negativos.

La fuerza omnipresente que subyace a la obsesión, a la compulsión y a la recaída es la pérdida


de control o la incapacidad para superar el impulso de beber. La adicción tiene vida propia y
proviene del impulso subyacente para consumir alcohol.

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No precisa de otros estados o condiciones para desencadenarse o mantenerse. Los psicólogos


tienen una teoría de los estados relacionados con los impulsos primarios que puede aplicarse
convenientemente en este caso. El impulso hacia la bebida establece un estado de tensión que
solo se alivia con el alcohol, del mismo modo que el hambre o el deseo sexual se alivian con la
comida o con el acto sexual.

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Adicción al alcohol

C
ONCEPTOS Y CLASIFICACIÓN DE LAS BEBIDAS
ALCOHÓLICAS

El alcohol etílico es el componente psicoactivo fundamentalmente de las bebidas alcohólicas.


Los grados representan el porcentaje de este compuesto que está presente en un líquido. De
este modo, si un vino tiene 12º quiere decir que contiene un 12% de dicha sustancia. Aunque son
muy variables tanto en el olor como en el sabor.

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Las bebidas pueden clasificarse en tres grupos:

Bebidas fermentadas (5º-15º): Este proceso químico se produce cuando se deja reposar
determinados vegetales o frutas de gran contenido en glucosa durante un periodo de tiempo
largo y a una temperatura apropiada. En estas circunstancias algunos microorganismos que se
encuentran en el aire y superficie de la fruta transforman la sacarosa en alcohol. Por lo tanto, la
fermentación espontánea de cualquier líquido azucarado conduce a la obtención de una bebida
fermentada.

Bebidas destiladas (25º-60º): Se obtienen cuando hierven las bebidas fermentadas. Al


eliminarse por el calor parte de su contenido en agua, se eleva la graduación de alcohol.

Bebidas alcohólicas sin alcohol (0,5º-1º): Se trata de algunas cervezas y en menor


frecuencia, vinos o aperitivos que se anuncian como consumiciones carentes de este
compuesto pero que, sin embargo, tienen un contenido medio de 0,8º a 1º. Por ejemplo, tres
latas de cerveza sin alcohol equivalen a un vaso de vino o a medio de whisky.
Cualquier bebida alcohólica resulta más prejudicial si se toma con el estómago vacío que si se
toma durante una comida.

E l alcohol y el organismo
Casi el 20% del alcohol que entra en el cuerpo llega directamente a la sangre a través de las
paredes del estómago y el resto pasa al intestino delgado para ser absorbido por la sangre sin
haber sufrido ninguna transformación. En su transito por el aparato digestivo puede irritar y
estimular la secreción de jugos gástricos que, en algunos casos dan lugar a procesos
inflamatorios del estómago y esófago. La velocidad de incorporación del alcohol a la sangre está
en función de diversos factores:

La graduación de la bebida: La absorción es más rápida cuanto mayor sea la concentración de


alcohol.
Los alimentos acompañantes: Si el alcohol se consume durante las comidas principales, el
ritmo de absorción del alcohol se acompasa al del alimento y se sube menos a la cabeza.

El alcohol una vez absorbido, se difunde muy rápidamente por los espacios acuosos del
organismo y alcanza al máximo de concentración a los 20 o 30 minutos. Esta sustancia tiene
querencia por los órganos ricos en lípidos, como el cerebro y testículos, en los que alcanza
mayores concentraciones y persiste durante más tiempo; además, en la mujer embarazada
atraviesa fácilmente la placenta y llega al feto o, en el caso de la madre que amamanta, pasa al
lactante a través de la leche.

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Las mujeres corren más riesgos de desarrollar problemas relacionados con el consumo de
alcohol. Como ya hemos visto el alcohol pasa a través del tracto digestivo y se dispersa en el
agua del cuerpo. Cuanta más agua haya disponible, más se diluye el alcohol. Las mujeres tienen
menos agua en su organismo que los hombres. Así, el cerebro de la mujer y otros órganos están
expuestos a más alcohol y derivados tóxicos que se generan cuando el organismo está tratando
de degradarlo y eliminarlo.
El órgano responsable de la transformación del alcohol en sustancias no nocivas es el hígado,
que funciona como una planta de desintoxicación al convertir el alcohol en energía almacenada
en forma de calorías vacías. Pero el consumo excesivo habitual genera una sobrecarga de trabajo
en esta víscera, puede alterar su funcionamiento y degenerar en una cirrosis que es muy
frecuente entre los bebedores.
Por otra parte, el alcohol estimula al corazón, que late más deprisa, dilata los vasos sanguíneos
de la piel y actúa en sobre los riñones como un diurético. De este modo, se produce más orina,
pero también se elimina agua necesaria para el organismo.

El consumo excesivo de alcohol reduce el apetito. Como incorpora al organismo calorías


vacías, no produce sensación de hambre y se puede llegar a un estado de malnutrición con
anemias e hipovitaminosis.

E l alcohol y la conducta
La gran difusión de alcohol en la sociedad no solo está relacionada con su sabor, sino también
con las respuestas psicológicas positivas que produce; hace que uno se sienta más atractivo,
consigue que desaparezcan las dificultades diarias o aparezcan más pequeñas y superables,
surge más fácilmente el sentido del humor.
Sin embargo, a diferencia de lo que piensa mucha gente, el alcohol es una droga depresora del
sistema nervioso central que disminuye los reflejos y adormece la actividad de las neuronas del
cerebro, en concreto las de los lóbulos frontales, donde se encuentra el control de las
características específicamente humanas: reflexión, normas étnicas, reglas de relación social, etc.
Una persona introvertida que bebe alcohol se vuelve más sociable, se relaja e integra más
fácilmente con los demás; en cambio, el extrovertido puede experimentar un exceso de euforia y
locuacidad, así como una mayor tendencia a ser víctima de los efectos descontroladores de esta
sustancia.

E l alcohol y otras drogas


Una de las características más importantes de la sociedad actual es la politoxicomanía.
Muchas personas, sobre todo jóvenes mezclan distintas sustancias, para conseguir unos efectos
más intensos. La combinación de bebidas alcohólicas con sustancias adictivas depresivas
pueden tener un efecto multiplicador en lugar de un resultado meramente aditivo.
El alcohol combinado con drogas estimulantes como las anfetaminas o la cafeína produce
síntomas de excitación con agresividad en personas predispuestas. Esta mezcla convierte a este
tipo de bebedores en sujetos peligrosos capaces de mostrarse pendencieros e incluso violentos.

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A
LCOHOLISMO Y PROBLEMAS EN LA BEBIDA

Beber alcohol constituye un placer para una gran parte de la población. No tiene por
qué ser algo necesariamente problemático. Por ello, conviene establecer unas pautas
que permitan diferenciar los tipos de consumidores que existen, y señalar unas conductas de
riesgo que alerten sobre la fase de transición de una forma de bebida normal a una problemática.
Los bebedores moderados hacen un uso razonable del alcohol. Desde un punto de vista
cuantitativo, toman bebidas de baja graduación, alternan las alcohólicas con las no alcohólicas y
no las consumen a diario ni con el estómago vacío. Suelen beber lentamente y en ningún caso
rebasan la cantidad media de 40-60 gramos de alcohol al día en los adultos, 40 en los jóvenes y
20 en las mujeres.

C lasificación de los problemas de bebida.

1. Intoxicación alcohólica aguda.


Aparece a los pocos minutos de la indigestión de alcohol y se manifiesta, en un primer momento,
en forma de un estado inicial de excitación y euforia, acompañado de locuacidad. En una
segunda fase aparecen alteraciones tanto psicomotrices como psicológicas. Si se continúa
bebiendo, la inconsciencia puede aumentar hasta llegar al coma e incluso muerte.
Cuando se toma una cantidad excesiva de alcohol durante un corto periodo de tiempo suele
aparecer la resaca entre las ocho y doce horas siguientes. Este malestar es la reacción del
organismo ante la agresión de la que ha sido objeto.
Una variante de la borrachera es la embriaguez atípica, que se caracteriza porque se produce
con una pequeña cantidad de alcohol y dura mucho más de lo normal. Los cambios de
comportamiento son acentuados y problemáticos. La embriaguez atípica se presenta en
personas que toleran mal el alcohol o tienen un trastorno psicopatológico o neurológico previo,
pero puede ser también resultado de la mezcla de alcohol con otras drogas o con fármacos
ansiolíticos.

2. Abuso del alcohol.


Se manifiesta en aquellas personas que exceden de los límites de la bebida moderada, ya que lo
que beben resulta perjudicial para el organismo.

En estos casos es frecuente la aparición de ciertas alteraciones gastrointestinales o neurológicas


que los bebedores, en un intento de rechazo de la realidad, minimizan o atribuyen al consumo
excesivo de tabaco. En los varones pueden aparecer episodios esporádicos de impotencia,
mucho más frustrantes porque coinciden con un aumento del deseo sexual.

Aunque un bebedor excesivo no se convierta en un alcohólico, su calidad de vida siempre


quedará mermada.
Del abuso del alcohol se pasa fácilmente a la dependencia; esta suele ser progresiva sin que sea
fácil detectar un punto claro de inflexión.

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3. Dependencia del alcohol.


Muchos bebedores excesivos serán alcohólicos al cabo de unos años. Este ascenso en el nivel
de la gravedad dependerá de unos datos objetivos; la cantidad y años de consumo, pero también

las diferencias individuales de las personas. Las que tengan una mayor vulnerabilidad biológica o
psicológica corren mayor riesgo de transformarse en alcohólicas.
El periodo de incubación del alcoholismo es muy largo, no obstante, la tendencia actual a
mezclar bebidas carbónicas o a consumir simultáneamente junto con otras drogas, facilita el
acortamiento de este periodo de incubación.

Cuando una persona tiene capacidad de tolerar mucho alcohol es señal de enfermedad, no de
salud.

4. Tolerancia invertida.
En algunos alcohólicos ya en fases avanzadas de la enfermedad, una pequeña indigestión de
alcohol es suficiente para producirles embriaguez; este hecho es un reflejo de la incapacidad de
hígado para metabolizar correctamente esta sustancia.
Una persona depende del alcohol cuando sobrepasa los límites aceptados por su medio cultural,
lo consume habitualmente en situaciones o circunstancias que son inusuales y cuando la salud y
apoyo sociofamiliar del sujeto comienzan a resentirse.
La dependencia psicológica es el reflejo del deseo irresistible de beber para mantenerse en un
estado de equilibrio y bienestar. En este caso el alcohol se ha convertido en el eje central de las
conductas, pensamientos y emociones de la persona.
La adicción viene definida por tres conductas principales: preocupación por beber, uso
insistente del alcohol a pesar de las consecuencias adversas y una pauta repetida de consumo y
de recaídas.

M
ANIFESTACIONES CLÍNICAS DEL ALCOHOLISMO

Pérdida de control.
Necesidad de consumir alcohol en ayunas, de beber en diversos momentos del día y
hacerlo ante acontecimientos evocadores de tensión.
Aparición del síndrome de abstinencia siempre que se deja de beber.
Tolerancia ante el alcohol, por lo que aumenta el consumo de bebidas alcohólicas.
Pérdida de trabajo, de la familia o de los amigos por culpa de la adición.
Fallos de la memoria a corto plazo.
Pérdida del conocimiento de la realidad y negación de la enfermedad.

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P
ROBLEMAS DERIVADOS DEL ALCOHOLISMO

S ISTEMA CARDIOVASCULAR
Una complicación frecuente del consumo agudo y crónico de alcohol es la elevación de la
tensión arterial (TA) y de la frecuencia cardíaca (FC). Tras la administración aguda de alcohol la
respuesta fisiológica que se produce como consecuencia de la eliminación progresiva del etanol
es una descarga del sistema nervioso simpático, que conlleva un aumento en la TA y FC. El
consumo regular y crónico de alcohol tiene como secuelas la hipertensión arterial y taquicardia
sostenida.

Los signos y síntomas de la insuficiencia cardíaca secundaria a la miocardiopatía suelen


instaurarse de forma gradual, pero también se han publicado algunos casos de aparición brusca.
La forma de presentación más frecuente consiste en insuficiencia cardíaca manifiesta, con
sensación de ahogo, fatigabilidad, palpitaciones, anorexia y edema, como en cualquier síndrome
de insuficiencia cardíaca congestiva. Por lo general, los pacientes no presentan síntomas de
angina de pecho, pero en algunos casos se produce un dolor precordial de tipo isquémico.
La miocardiopatía alcohólica no siempre tiene consecuencias fatales. Normalmente, si el
individuo se mantiene abstinente de alcohol y el inicio de los síntomas ha sido reciente, se
consigue una mejoría. Es probable que muchos de los casos de miocardiopatía en los que se
indica un transplante de corazón, sean de origen alcohólico. Esto hecho debe tenerse en cuenta
puesto que la continuidad en el consumo de alcohol contribuye a un pronóstico postransplante
mediocre. En todos los casos de miocardiopatía debe descartarse la existencia de un
alcoholismo subyacente.

S ISTEMA GASTROINTESTINAL
El consumo de alcohol, sobre todo cuando es crónico y en cantidades importantes, da lugar a
distintas alteraciones del tracto gastrointestinal. Cualquier síntoma referente al aparato
gastrointestinal merece una anamnesis cuidadosa en busca de un posible alcoholismo. El alcohol
produce una irritación e inflamación de la mucosa del tracto gastrointestinal. Con el consumo
crónico se producen verdaderas úlceras.
La pirosis o ardor de estómago se debe a un reflujo esofágico acompañado de una esofagitis que
suele ser ocasionada por la irritación e inflamación que produce el alcohol en la unión
gastroesofágica.

Los vómitos graves producen una erosión de la mucosa a este nivel, dando lugar a una
hematemesis, como en el síndrome de Mallory-Weiss. Las varices esofágicas son el resultado de
la hipertensión portal del hígado enfermo, frecuentemente provocada por el alcohol.

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Las varices son capilares dilatados como efecto de la circulación colateral. En ocasiones causan
una hemorragia fatal.
El síndrome de Mallory-Weiss, consiste en una hemorragia digestiva alta que se produce como
consecuencia de erosiones longitudinales en la regiónde la unión gastroesofágica. Habitualmente
se produce tras intensos vómitos o incluso tos. Las lesiones se localizan con más frecuencia en el
lado gástrico de la unión esofagogástrica. El sangrado cesa espontáneamente en el 80 al 90% de
los casos. El diagnóstico es por endoscopia, que además puede ser terapéutica. Se ha utilizado
también con éxito lavasopresina, la embolización, y solo en raros casos ha sido necesaria la
cirugía.
El estómago y duodeno son áreas vulnerables al efecto corrosivo del alcohol. El consumo de
alcohol a corto y largo plazo se asocia con gastritis, gastritis erosiva, úlceras gástricas, gastritis
atrófica y hemorragia gástrica. Asimismo, la duodenitis y úlceras duodenales son consecuencia
directa de la irritación e inflamación crónicas que producen el alcohol. Las úlceras crónicas dan
lugar a la formación de cicatrices y obstrucción.
La administración crónica de alcohol puede producir una pancreatitis crónica. Por otra parte, el
consumo agudo de alcohol se asocia con una alteración de la secreción de las enzimas
pancreáticas y tanto la ingesta aguda como la crónica, con trastornos de la absorción intestinal.
En la pancreatitis aguda son frecuentes el dolor abdominal y los vómitos.
La destrucción de las células de los islotes del páncreas producida por la pancreatitis alcohólica
crónica puede ocasionar una diabetes mellitus o una hiperglucemia.
El hígado es un órgano especialmente vulnerable al consumo de alcohol, en parte porque es el
lugar de metabolización y desintegración para reutilizarse y eliminarse. La manifestación más
frecuente de la afectación hepática es la degeneración grasa o hígado graso. En algunos
alcohólicos, el hígado graso precede el inicio de una cirrosis alcohólica.
La cirrosis alcohólica no es una condición particularmente frecuente entre los alcohólicos. Sin
embargo, su prevalencia se incrementa en las poblaciones de alcohólicos a medida que aumenta
la edad y la cronicidad.
La cirrosis consiste en una cicatrización del hígado debida al alcohol.
Algunas complicaciones de la cirrosis son la ascitis, varices esofágicas, síndrome hepatorrenal,
encefalopatía hepática, coma y muerte.

C OMPLICACIONES NUTRICIONALES
La nutrición y el estado general del alcohólico son dos variables interrelacionadas. El consumo de
alcohol interfiere en la absorción, digestión, metabolismo y utilización de los nutrientes, sobre
todo de las vitaminas. El consumo de alcohol como fuente de calorías, excluyendo las demás
fuentes alimenticias que abarcan los nutrientes, también puede conducir a una malnutrición.
El alcohol interrumpe la absorción de nutrientes en los distintos niveles mencionados, actuando
en la pared intestinal como la del intestino delgado, y dañando órganos responsables del proceso
de digestión, como el páncreas.
El alcohol contiene calorías, aporta 7,1 kcal/g, pero las que aporta el alcohol se denominan
calorías vacías por la baja cantidad de vitaminas, minerales, aminoácidos esenciales o ácidos
grasos que contienen la mayoría de bebidas alcohólicas.

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E FECTOS ENDOCRINOLÓGICOS
El alcohol afecta al sistema endocrinológico de diversas formas, interaccionando a todos los
niveles del eje endocrino. Estos niveles son: hipotálamo, hipófisis, glándula adrenal, tiroides y
gónadas. Por otra parte, el daño hepático ocasionado por el alcohol influye en el metabolismo
periférico de las hormonas mediante los cambios que produce en el flujo sanguíneo hepático, en
la fijación de proteínas, en las enzimas, cofactores o receptores.
- Función adrenocortical: El consumo crónico de alcohol produce un aumento de los
niveles plasmáticos de cortisol.
- Función adrenomedular: El consumo de alcohol produce una estimulación de la
secreción de catecolaminas por parte de la médula adrenal.
- Función tiroidea: La administración de alcohol aumenta el cociente de la hormona
tiroidea en el hígado respecto al plasma y esto puede dar lugar a un hipertiroidismo hepático.
- Función gonadal: El consumo de alcohol reduce la testosterona plasmática, un efecto
que se debe a la disminución de la producción y al aumento de eliminación metabólica de la
hormona.
- Función hipofisiaria: Existe un defecto en la liberación de gonadotropinas por parte del
eje hipotálamo-hipofisario.

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- Hipoglucemia alcohólica: El alcohol inhibe la neoglucogénesis hepática.


- Cetosis alcohólica: Este estado suele ser secundario al consumo de alcohol, a la
anorexia y a la hiperemesis.

S ISTEMA NERVIOSO
Las complicaciones neurológicas del consumo crónico de alcohol son numerosas y se producen
en la mayoría de alcohólicos crónicos. El tipo y número de complicaciones neurológicas depende
de la gravedad del consumo de alcohol, del estado nutricional y de la susceptibilidad individual al
alcohol.
La alteración más frecuente es el deterioro del funcionamiento intelectual o síndrome demencial
caracterizado por un defecto en la memoria reciente, capacidad de abstracción, capacidad de
cálculo, el saber general y otros aspectos cognitivos.
Por otra parte, la tomografía axial computarizada (TAC) cerebral demuestra cierto grado de atrofia
en individuos alcohólicos de cualquier edad aunque es más frecuente en los más ancianos.
El inicio de la miopatía alcohólica puede ser agudo, subagudo o crónico.
Puede existir una debilidad muscular y una atrofia. Con frecuencia, las CFK (creatinin-
fosfoquinasas) están elevadas, junto con síntomas de calambres y debilidad musculares. En
ocasiones se observa también un oscurecimiento de la orina (mioglobinuria). En los casos graves,
la rabdomiolisis produce una mioglobinuria significativa y una insuficiencia renal de
consecuencias potencialmente fatales. Lo más probable es que la etiología del daño muscular se
deba al efecto directo del etanol sobre el músculo. En la mayoría de casos, al suspender el
consumo de alcohol mejora la miopatía.

C ÁNCER
Los grandes bebedores tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de lengua, boca, orofaringe,
hipofaringe, esófago, laringe y de hígado.

* Cavidad bucal, faringe y laringe: El cáncer de boca, laringe y faringe se relaciona con el
consumo elevado de alcohol. El tabaco es el primer factor de riesgo para el desarrollo de estas
neoplasias, pero el alcohol aumenta considerablemente el riesgo.
* Esófago: Dos tercios de los pacientes con cáncer de esófago tienen antecedentes
personales de consumo importante de alcohol.
* Intestino grueso y recto. Según diversos estudios, existe una estrecha asociación entre
el cáncer de recto y colon, y el alcohol, especialmente con la cerveza.
* Cáncer primario de hígado: Casi el 90% de todas las neoplasias de células hepáticas del
mundo se forman en órganos cirróticos.
* Páncreas: Puede existir una asociación entre el consumo de alcohol y las neoplasias
pancreáticas, especialmente cuando previamente existe una pancreatitis.

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E NFERMEDADES INFECCIOSAS
Una causa frecuente de enfermedad y muerte en los alcohólicos es la neumonía y tuberculosis.
Otras enfermedades infecciosas especialmente frecuentes entre los individuos alcohólicos son la
meningitis bacteriana, peritonitis y colangitis ascendente. De menor gravedad son la sinusitis
crónica, faringitis y otras infecciones menores.

E FECTOS DEL ALCOHOL EN EL CUERPO HUMANO

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Efectos del alcohol en el organismo

A
LCOHOLISMO Y TRASTORNOS PSICOPATOLÓGICOS

El alcohol constituye una droga asequible a la que se puede recurrir para superar,
equivocadamente los problemas. Por ello, las relaciones entre los trastornos
mentales y el abuso de alcohol adquieren múltiples direcciones.

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D EPRESIÓN Y SUICIDIO
En algunas ocasiones la existencia de una depresión previa que se agrava generalmente por las
mañanas, puede predisponer
a la bebida como forma de
alivio o de automedicación
para combatir los síntomas
depresivos.
Por el contrario en otras
ocasiones las consecuencias
producidas por el
alcoholismo o las dificultades
para restablecer la
abstinencia en un programa
terapéutico pueden generar
en la persona afectada un
estado de ánimo deprimido.
Al margen de que el
alcoholismo es de por si una
forma de muerte voluntaria
por la progresiva autodestrucción que entraña, el riesgo de suicidio es alto entre los bebedores
abusivos.

A NSIEDAD
La ansiedad anormalmente alta en ausencia de tratamiento da lugar a conductas inadecuadas,
como beber alcohol en exceso, comer demasiado, fumar y automedicarse. Todo ello es un
intento de aliviar la tensión pero, en realidad, contribuye a mantener el problema a largo plazo.
Hay dos tipos de ansiedad relacionados frecuentemente con el alcohol.
La desinhibición que produce el alcohol facilita la superación del miedo y especialmente en el
caso de las personas tímidas favorecen la relación social. El consumo esporádico no es
problemático, pero si resulta necesario para conectar socialmente y superar los miedos
presentes, el riesgo de dependencia es alto.

C ELOS PATOLÓGICOS
Aparecen cuando una persona se encuentra consumida por sospechas infundadas que no puede
evitar, incluso a sabiendas del carácter irracional de las mismas.

La relación entre esta patología y el alcoholismo es bidireccional.

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A DICCIÓN AL JUEGO
Hay un porcentaje alto de pacientes alcohólicos que manifiesta problemas con el juego.
Las razones de esta doble adicción son muy diversas. El ludópata consume alcohol en el
momento del juego
para potenciar la
estimulación y
como vía para
enfrentarse a las
vivencias negativas.
Pero la bebida
también puede
c o n t r i b u i r
temporalmente a
superar un estado
de ánimo deprimido
y a olvidar las
pérdidas. El hecho
de que el consumo
de alcohol y la
conducta de juego
tengan lugar en los
mismos sitios facilita la relación entre estas dos dependencias.
Existe también el riesgo que los ludópatas que hayan abandonado el juego beban abusivamente;
se trata, en este caso, de una sustitución de la adicción.

A MNESIAS
El trastorno amnésico persistente inducido por la bebida es el resultante del consumo prolongado
de grandes cantidades de alcohol. Sin embargo, la pérdida temporal de memoria es una
consecuencia de la intoxicación alcohólica, y puede darse en alcohólicos o en bebedores
normales que hayan llegado a un estado de embriaguez en un momento determinado.
Las amnesias pueden presentar diversas formas:

a) Amnesia en bloque: Pérdida total de la memoria para sucesos ocurridos entre dos momentos
determinados.
b) Amnesia lagunar: Los límites temporales no están bien definidos pero se conservan recuerdos
aislados.
c) Amnesia asociada a la embriaguez: Se caracteriza por el olvido de lo que se ha hecho durante
el estado de borrachera.

En resumen, muchas personas dicen que beben porque tienen problemas, pero lo cierto es que
tienen problemas porque beben.

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A
LCOHOLISMO Y PROBEMAS PSICOSOCIALES

A LCOHOLISMO Y FAMILIA
Los problemas de adicción de una persona afectan a todos los miembros de su familia y
contribuyen a su deterioro. Desde una perspectiva psicológica, el miedo se adueña con
frecuencia de la pareja y del resto de los miembros de la familia. Las conductas imprevisibles del
alcohólico, llenas de mentiras y continuas autojustificaciones, generan una sensación de
indefensión y una atmósfera irrespirable en el hogar, con frecuentes discusiones. Al temor se
añaden los sentimientos de culpa, derivados de la supuesta responsabilidad de la pareja por no

haber sabido impedir el desarrollo del problema y por no hacer todo lo que está en su mano para
solucionarlo.
El rechazo al alcoholismo provoca frecuentemente un sentimiento de vergüenza en los familiares
del afectado, así como cierto grado de aislamiento social y deprivación emocional.
Los niños suelen ser los más perjudicados por este problema. El impacto más o menos profundo
depende de su personalidad, del grado de soporte emocional de la madre, del apoyo social y de
las edades, así como del comportamiento más o menos violento y humillante del padre cuando
está ebrio. Probablemente esta última es una de las circunstancias más significativas. En cuanto
a la edad, los dos periodos críticos de mayor vulnerabilidad psicológica en los menores son de
6-10 años y el de 14-16 años.

Las reacciones emocionales de los hijos son: ansiedad e irritabilidad, depresión y baja
autoestima, vergüenza, conductas antisociales y trastornos adictivos.
Un 28% de los hijos de padres alcohólicos experimentan mayores problemas con la bebida,
sobre todo si son del mismo sexo que el enfermo, y un 25% se ve aquejado de trastornos graves
de conducta o de personalidad.
Las estrategias adoptadas por la pareja de los alcohólicos son variadas: conducta de
despliegue, agresivas, de resignación y de búsqueda de ayuda.

A LCOHOLISMO Y RENDIMIENTO LABORAL


Las consecuencias laborales surgen antes que las familiares, sobre todo cuando el afectado
realiza un trabajo de precisión o de responsabilidad. La familia suele tener mayor grado de
tolerancia respecto al consumo de alcohol.
Algunas profesiones entrañan mayor riesgo de alcoholismo que otras. Por ejemplo las
relacionadas con la hostelería, minería o agricultura. En otras ocasiones el alcohol puede
aparentemente actuar como un factor favorecedor del trabajo.

Las consecuencias negativas del alcoholismo en el trabajo abarcan distintos aspectos: mal
rendimiento en el trabajo, absentismo laboral, bajas por enfermedad, accidentabilidad laboral,
inestabilidad en el trabajo y degradación profesional.

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A LCOHOLISMO Y CONDUCCIÓN
¿Por qué es peligroso el consumo de alcohol cuando se conduce? Porque el alcohol produce
lentitud de reflejos, falta de coordinación, estrechamiento del campo visual y distorsión respecto
a las distancias. A su vez,
su efecto desinhibidor
genera la euforia del
conductor, que infravalora
el peligro y adopta
decisiones inapropiadas y
conductas de riesgo.
La conducción nocturna
bajo los efectos del
alcohol ocasiona el 80%
de las lesiones medulares
entre los jóvenes.

A LCOHOLISMO Y MARGINACIÓN
El consumo de alcohol está bien visto socialmente, siempre que se mantenga dentro de las
normas del saber beber, delimitadas por las costumbres sociales y culturales del entorno al que
pertenezca.
Sin embargo, el respeto social puede perderse cuando se bebe más de lo normal, se hacen con
un tipo de bebidas o a unas horas que resultan extrañas al comportamiento general. La pérdida
de posición es ya patente cuando los excesos traen aparejadas unas consecuencias negativas
inmediatas y un deterioro, más a largo plazo, de la calidad de vida del sujeto: aislamiento, pérdida
de nivel económico, desestructuración del núcleo familiar o desahucio de la vivienda. En general
el grado de marginación está estrechamente unido a la gravedad del alcoholismo y a ciertos
fenómenos asociados a él (presencia de trastornos mentales, antecedentes del padre alcohólico,
etc.).

El último estudio de costes publicado referido a España (Ivano, García-Altés y Nebot, 2011) se
estima que el coste sanitario producido por el consumo de alcohol es de 2.760 millones de euros
en el año 2007.

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A
LCOHOLISMO Y SECTORES DE POBLACIÓN

A LCOHOLISMO EN LA MUJER
Como ya se ha señalado, las mujeres, por sus características físicas son más sensibles al alcohol
y pueden, por ello, hacerse dependientes más fácilmente que los hombres. Además, son mucho
más susceptibles al desarrollo de la cirrosis hepática cuya evolución es mucho más grave que en
los varones. No es
exagerado señalar
que en España hay
de 500.000 a
7 5 0 . 0 0 0 m u j e re s
afectadas por
problemas de
alcoholismo. Al estar
muchas de ellas en
edad fértil, hay un
riesgo adicional que
procreen niños
aquejados del
síndrome alcohólico
fetal, es decir, hijos
con algunas
anormalidades
características como
cabeza pequeña,
malformaciones
faciales, deformaciones en las extremidades y un trastorno cardíaco congénito asociado.
Las pautas de bebida de la mujer alcohólica se caracterizan por tener un comienzo más tardío
(entre los 28 y 40 años), por ser una alcoholización más rápida y por responder a ciertas
diferencias. En función del fuerte rechazo social que suscita el consumo abusivo del alcohol en la
mujer, esta suele beber en solitario y en casa, habitualmente a horas del día en que el marido y
los hijos están fuera. Precisamente por esto, la negación de la dependencia alcohólica es mucho
mayor y la demanda terapéutica, cuando se da, suele ser más tarde que en el hombre, cuando ya
la situación es inocultable y las perspectivas de tratamiento son más problemáticas.
Es relativamente frecuente la mezcla de alcohol con ansiolíticos o analgésicos, fármacos de
amplio consumo en la población femenina como consecuencia de los problemas psicosomáticos
y ginecológicos que padece, cuyos efectos tóxicos se asocian. Conviene recordar que en
algunos casos la bebida en la mujer está facilitada por la reducción del malestar asociado al
periodo premenstrual. Si en los hombres el consumo está motivado frecuentemente por una
afirmación social en las mujeres suele estarlo por una reducción de los estados negativos (físicos
o psíquicos).

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Sin embargo, estas pautas de conducta diferenciales en el hombre y en la mujer tienden a


difuminarse en las personas más jóvenes, sobre todo como consecuencia de la proyección social
y laboral que tiene la mujer en las nuevas generaciones. Incluso, desde el punto de vista de la
motivación, las chicas jóvenes beben por las mismas razones que lo hacen los chicos: divertirse,
sentirse desinhibidas y llevar una vida consumista. Por ello, en el consumo de alcohol entre
jóvenes y adolescentes cada vez influye menos el sexo: el estilo juvenil de comportamiento
sociales más uniforme para ambos genera el cambio del papel tradicional de la mujer en la
sociedad, con la adopción de un mimetismo respecto a las conductas del hombre y con el
aumento de las situaciones de estrés, ha contribuido a un desarrollo espectacular de los
problemas de alcohol en la población femenina. En concreto, en España hace 25 años la
proporción de alcoholismo entre hombres y mujeres era de uno a diez; hoy por el contrario, este
índice es de uno a cuatro (el 20 o 25% del total de la población afectada) y se acerca a los
porcentajes más altos del mundo de uno a dos en el Reino Unido y de uno a uno y medio en
Estados Unidos.
El alcoholismo de las amas de casa puede deberse a una difícil adaptación a la relación de
pareja, a problemas con la educación de los hijos, a falta de reconocimiento personal o de control
de la situación doméstica, cuando no hay una forma de combatir la soledad o los ratos de ocio
improductivo. No son infrecuentes los antecedentes de malos tratos en las mujeres alcohólicas.

En realidad, el marido y los hijos toleran peor el abuso de alcohol en su esposa o madre que en el
hombre.
Hay que señalar la relación existente entre la prostitución y el alcoholismo. El consumo abusivo
de alcohol está presente en el medio habitual de muchas prostitutas les ayuda a hacer frente al
tipo de vida vejatoria de la que son víctimas. Por otro lado, algunas alcohólicas rechazadas por su
familia, una vez disminuida drásticamente su autoestima y derrumbado su sistema de valores,
pueden encontrar en esta profesión una forma de obtener recursos económicos y subsistir.
Por lo tanto, la bebida en la mujer resulta más peligrosa que en el hombre debido a la mayor
vulnerabilidad biológica de aquella, el fuerte rechazo social de que es objeto, la enorme
repercusión en el seno de la pareja y los graves problemas en la educación de los hijos.

A LCOHOLISMO JUVENIL
El alcoholismo ya no es patrimonio de la edad adulta. Los viejos bebedores diarios de carajillo y
copa de anís son relegados por adolescentes borrachos de fin de semana, por lo que aumentan
los problemas relacionados con el consumo de alcohol entre los jóvenes.
Respecto a la ingestión problemática entre la juventud, las diferencias de sexo tienden a
difuminarse: la proporción es de dos hombres por cada mujer.
Las razones son, sin duda, muy complejas. Desde un punto de vista social su fácil adquisición, su
bajo precio en relación con otras drogas y los hábitos de las salidas nocturnas en las que no

siempre es fácil combatir el cansancio y el sueño, son una razón importante. Desde un punto de
vista psicológico hay determinados factores que propician el consumo, entre los que destacan la
imitación de conductas, la búsqueda de elementos desinhibidores que faciliten una juerga sin
límites, la aprobación de los amigos y la reducción de las tensiones. Y desde un punto de vista
fisiológico, la mezcla de alcohol con otras sustancias adictivas, facilita la desinhibición, pero
contribuye también a realzar los problemas derivados del abuso.

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Por otra parte, el consumo temprano de alcohol y tabaco en la juventud hace que sea probable la
aparición de esta dependencia en la vida adulta casi la mitad de los alcohólicos españoles se han
iniciado en la bebida antes de los 16 años, así como la posterior iniciación en resto de las drogas.
De este modo crea una mayor vulnerabilidad adictiva y se explica la frecuencia de las
politoxicomanías en edades más avanzada.
No obstante, hay muchos casos en los que el exceso de esta sustancia en la adolescencia se
modera espontáneamente en la vida adulta, a medida que la persona se incorpora a un trabajo
estable, encuentra una pareja satisfactoria, asume unas responsabilidades familiares y establece
un determinado proyecto de vida.
Uno de cada cinco
adolescentes que
habitualmente
consumen alcohol
los fines de semana
será alcohólico
pasados 20 años,
según un estudio de
la Universidad de
S a l a m a n c a
presentado en el
XXXII Congreso
Nacional de
A l c o h ó l i c o s
Rehabilitados
(FARE).
Los alcohólicos no buscan el sabor del alcohol, sino sus efectos. Al principio, para conseguir
esos efectos se necesita una cantidad menor, porque el cuerpo no está acostumbrado, pero a
medida que se habitúa se van necesitando dosis más altas, hasta que llega un momento que no
aguanta. El alcoholismo es una enfermedad que se contrae a través de los años.
En España, alrededor del 5% de la población es alcohólica o está en riesgo de serlo. Para la
FARE, la línea que separa a la persona alcohólica de la de alto riesgo es muy fina, porque no se
relaciona tanto con la cantidad como con la dependencia y necesidad de beber alcohol.
Se considera que en España hay del 20,2 al 22,8% de varones en riesgo de ser alcohólicos,
frente a un 1,9 o 2,5% de mujeres. Hasta los 14 o 15 años, el nivel de consumo es similar entre
hombres y mujeres, pero después de la adolescencia las diferencias son notables.

El alcoholismo es considerado una enfermedad por la OMS, y debe tratarse como tal a la hora de
realizarse una deshabituación en los centros de salud, puesto que de las rehabilitaciones
normalmente se encargan las asociaciones.

C ONSECUENCIAS FÍSICAS Y PSIQUICAS


Aunque la ingestión habitual de alcohol de los progenitores propicia la adquisición del hábito
entre los jóvenes, la bebida en los adolescentes no está asociada necesariamente a la existencia
de problemas de este tipo en el hogar. Muchas veces son los amigos y las propias situaciones
sociales (fiestas, celebraciones, fines de semana) los que empujan a muchos chicos a beber.

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El consumo se convierte en problemático cuando comienzan a depender psicológicamente de


esta sustancia, es decir, cuando recurre ella de forma ineludible para buscar estimulación, ocultar
la propia inseguridad personal o compensar la falta de expectativas de futuro.
Es así como se llega a esos momentos en que no se bebe para pasarlo bien, sino que el objetivo
de la bebida es la bebida misma.

La gravedad del problema en esta etapa de la vida radica en que el consumo abusivo interfiere
tanto en el desarrollo físico como en la madurez psicológica, y puede ser responsable de ciertos
deterioros neuropsicológicos, así como de modificaciones en el comportamiento.
Como en la adolescencia y en la juventud se producen ciertos procesos decisivos en la vida de
una persona y el abuso de alcohol infiere negativamente en ello, es muy frecuentes que las
consecuencias perjudiciales de este consumo puedan marcar la trayectoria futura de las
personas involucradas.
Cuanto menor sea la edad del afectado y más temprana su habituación al alcohol y a otras
drogas, mayor será la probabilidad de que su toxicomanía refleje un problema de la estructura
familiar.
Por otra parte, la pérdida de conciencia que se produce frecuentemente a causa de la bebida
facilita en muchos adolescentes la implicación espontánea en relaciones sexuales sin protección
y sin reparar en los riesgos de las mismas.
El abuso de la bebida con este sector de la población está asociado a las salidas nocturnas. No
es por ello casual el éxito del calimocho o de los cubalibres que incorporan un estimulante
(cafeína) al alcohol y permiten mantener el nivel de alerta necesario para proseguir la diversión
hasta altas horas de la madrugada. Asociar el alcohol con el ruido potencia los aspectos
desinhibitorios de esta droga, incluso con un mayor riesgo de adopción de conductas
pendencieras o violentas.
En resumen, los bebedores españoles son cada vez más jóvenes. El consumo abusivo de alcohol
constituye en estas personas un problema de salud pública. Las pautas de bebida mediterráneas
(consumo diario de vino en las comidas de forma moderada y asociado a la relación social) han
sido sustituidas por los modelos anglosajones: beber mucho durante el fin de semana con el
único objetivo de emborracharse.

A LCOHOLISMO EN LA TERCERA EDAD

Los problemas de
alcoholismo no son ajenos
a la tercera edad.

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La soledad, aislamiento, tiempo libre disponible, presencia de dolores y de discapacidad de


diversas y la ausencia de un proyecto de futuro constituyen un terreno abonado para el consumo
abusivo.

El 10% de los adultos alcohólicos tienen más de 60 años y, de hecho, en algunas residencias de
ancianos, donde

las sensaciones de soledad y de desarraigo son quizá mayores, el grupo de personas afectadas
por estos problemas puede llegar al 15 o 25% del total.
La detección de la enfermedad en esta edad no siempre es fácil, en parte porque la familia
avergonzada, tiende a ocultar el problema, y en parte porque se le quita importancia.

Se considera erróneamente que el único recurso al que el anciano puede recurrir para hacer
frente a los sinsabores de la vida, y ya en los últimos años de esta, no merece la pena corregir
este hábito.
Las personas mayores son más vulnerables fisiológicamente a la bebida y tienen una tasa de
alcoholemia un 20% más elevada que los jóvenes, a igualdad de dosis por kilogramo de peso.
Con la edad aumenta el porcentaje de tejido graso y disminuye la eficacia de los enzimas
hepáticos responsables de la desintoxicación, por lo que el alcohol se distribuye con mayor
amplitud y tarda más tiempo en eliminarse. Por otra parte, los ancianos no solo consumen
diversos tipos medicamentos que pueden potenciar los efectos del alcohol, sino que también
presentan una mayor sensibilidad cerebral a todos los fármacos depresores del sistema nervioso
central (entre ellos, el alcohol).

Las pautas de bebida en los alcohólicos de la tercera edad conllevan a menudo ciertos
problemas médicos y psicológicos: desnutrición, incontinencia urinaria, caídas, irritabilidad,
somnolencia, confusión mental, falta de dominio emocional, descuido de la salud física y de la
alimentación, etc. Sin embargo, las conductas de embriaguez y el síndrome de abstinencia son
menos frecuentes.

A LCOHÓLICOS PRIMARIOS Y SECUNDARIOS


El alcoholismo en este sector de la población se manifiesta de dos formas.
Por un lado, se hallan los alcohólicos primarios o ancianos de comienzo tardío, que empiezan a
abusar del alcohol por primera vez como respuesta al malestar físico (dolores) o al estrés
psicosocial (abandono familiar, soledad, sensación de inutilidad...) de la vejez. El daño cerebral, la
depresión y otras complicaciones físicas suelen ser frecuentes, así como la existencia de una
tolerancia invertida: una pequeña cantidad de alcohol puede producir una reacción
desproporcionada.
Por otro lado están los alcohólicos secundarios o ancianos de comienzo temprano, que han
empezado a beber en la juventud o en la edad adulta y no han interrumpido el consumo al llegar
a la vejez.

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A LCOHOLISMO Y NIVEL SOCIOCULTURAL


El alcoholismo no está ligado particularmente a ningún estado cultural específico. Sin embargo,
en los niveles económicos superiores los problemas de la bebida pueden manifestarse más
tardíamente, con el retraso consiguiente en la adquisición de la conciencia de enfermedad. En
estos casos, debido a que están mejor alimentados, no desempeñan trabajos duros, disfrutan de
mejores horarios laborales y cuentan con mayores recursos, los sujetos se encuentran en mejores
condiciones de encubrir el problema durante algún tiempo.

El hábito a la bebida se halla casi siempre más extendido en el medio urbano que en el rural, a
pesar de que el primero cuenta con mayores recursos económicos. El proceso de
industrialización y de movilidad geográfica, que comporta un desarraigo social para muchas
personas y un cambio drástico en el estilo de vida, es un factor de riesgo añadido.

C
AUSAS DEL ALCOHOLISMO

Las causas de la ingestión excesiva de alcohol se relacionan, generalmente, con


cuatro factores:
1. El medio socioambiental, que representa las distintas influencias culturales que rodea al
individuo.
2. La constitución hereditaria y los rasgos de personalidad del sujeto, modelados principalmente
en la infancia.
3. Los factores de aprendizaje inherentes a las experiencias propias y a las conductas
adquiridas por imitación.
4. Las propiedades farmacodinámicas características del alcohol, que determinan el grado de
facilidad para inducir al abuso o a la dependencia.

Todos los estudios demuestran


que el predictor más potente
del alcoholismo es la
existencia de antecedentes
familiares positivos.

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El alcoholismo viene de familia. La causa radica en la constitución genética. El entorno es


importante pero desempeña un papel distinto al causal. Es más probable que aumente la
probabilidad de la manifestación del alcoholismo si los genes de este se hallan presentes.

T
RATAMIENTO AMBULATORIO Y HOSPITALARIO

El tratamiento de la dependencia por alcohol en el hospital general es cada vez más


importante, si bien en torno al 90% de los casos se tratan en el nivel ambulatorio. Sin
embargo, hay pacientes que no son capaces de curarse de su alcoholismo por sí solos y son
ingresados.

En este nivel, cada vez hay más unidades de desintoxicación y deshabituación por alcohol en los
hospitales españoles, donde el ingreso suele durar de una a dos semanas para una
desintoxicación, y de uno a dos meses para una deshabituación.

Se pretende que el paciente esté ingresado el menor tiempo posible para que continúe el
tratamiento a nivel ambulatorio. Durante el ingreso, se inicia el tratamiento farmacológico de la
dependencia, con apoyo del tratamiento psicoterápico, que fomenta un cambio de actitud frente
al alcohol por parte del paciente.

Sin embargo, hay pacientes que acuden espontáneamente, lo que ocurre con más frecuencia de
lo que se piensa. Así, el Servicio de Psiquiatría del Hospital La Paz cuenta con camas en
colaboración con el Servicio de Aparato Digestivo donde ingresan aquellos pacientes que
presentan un estado tóxico muy importante, y en los que se prevén complicaciones importantes.

Cuando el paciente alcohólico padece una patología psiquiátrica asociada, suele ser ingresado
en la Unidad de Hospitalización Breve, donde se hace una valoración general del enfermo.

La patología psiquiátrica más común es la depresión, que no siempre requiere tratamiento. En


estos pacientes, el solo hecho de suprimir la intoxicación muy frecuentemente mejora los estados
depresivos y de angustia, sin necesidad de antidepresivos de ningún tipo. Cuando la
complicación psiquiátrica pierde su agudeza, es dado de alta para continuar su tratamiento en un
centro de salud mental del primer nivel asistencial.

A
NTIPSICÓTICOS ATÍPICOS: NUEVA TERAPIA EN LA
DEPENDENCIA DEL ALCOHOL

Los antipsicóticos atípicos y los nuevos antiepilépticos presentan una estrategia prometedora en
el tratamiento de las dependencias por alcohol. Tanto unos como otros se están usando de
manera limitada, ya que no hay estudios suficientes que los avalen, pero podría generalizarse su
uso de conocerse mejor su funcionamiento.

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Los antipsicóticos atípicos y los nuevos antiepilépticos conforman una estrategia prometedora
para el tratamiento de la dependencia alcohólica.
Los nuevos antipsicóticos o antipsicóticos atípicos se están usando exclusivamente en pacientes
duales con un cuadro psicótico asociado. Sin embargo, se ha visto que tienen un importante
efecto reductor del consumo de alcohol, además de mejorar la patología psiquiátrica. De
conocerse mejor este mecanismo podría generalizarse su uso a todos los pacientes con
dependencia por alcohol.
En principio, los antipsicóticos atípicos son fármacos que actúan sobre el sistema
dopaminérgico, muy implicado en los trastornos adictivos, y sobre el sistema serotoninérgico.

Haz click en la imagen

Testimonio recuperación del alcohol

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Esto les confiere un perfil clínico y terapéutico muy característico. Son igual de eficaces que los
neurolépticos típicos, pero sus efectos secundarios son menores.

Los nuevos antiepilépticos también ofrecen una serie de posibilidades francamente interesantes.
La gabapentina, topiramato, oxcarbamazepina y, en menor medida, namotricina, son los más
destacados. Se usan como tratamiento alternativo a las benzodiacepinas, tanto en la
desintoxicación como en la deshabituación, pero especialmente para esta última. Su principal
ventaja frente a las benzodiacepinas radica en que no son fármacos adictivos.

Usamos gabapentina y topiramato fundamentalmente. Ambos fármacos tienen un perfil muy


similar, con el efecto ansiolítico característico de las benzodiacepinas, y están dando muy buenos
resultados. Se observa un cierto componente en el control de la impulsividad, que juega un
importante papel en la dependencia de un amplio grupo de alcohólicos. La namotricina tiene el
inconveniente de que necesita más tiempo para ser administrada, pues hay que hacer una
escalada muy gradual de las dosis.

Hace tiempo se utilizaba la carbamazepina en las desintoxicaciones alcohólicas, cuyos efectos


secundarios iban de la hepatotoxicidad al síndrome de Steven-Johnson. La oxcarbamacepina
disminuye y evita esos efectos secundarios que frenaban el uso de la carbamazepina. Es algo
que se está empezando a usar y probablemente vaya utilizándose cada vez más, al igual que
topiramato y gabapentina, en la deshabituación.

Unos y otros son fármacos nuevos que se están utilizando con muy buenos resultados,
ampliándose así el arsenal terapéutico. Se están evitando una serie de problemas derivados
fundamentalmente de los efectos secundarios de las benzodiacepinas, como es su carácter
adictivo.

F
ÁRMACOS ANTICRAVING:
NALTREXONA Y ACAMPROSATO

Naltrexona y acamprosato son los fármacos más efectivos para tratar el craving o deseo de
beber, que permanece más allá del síndrome de abstinencia. Sin embargo, es importante que el
tratamiento farmacológico vaya acompañado del psicológico. En el mejor de los casos el
abandono va del 30 al 40%.
Una vez superado el síndrome de abstinencia del alcohol, el paciente dependiente tiene que
enfrentarse al craving o deseo compulsivo de ingerir alcohol, que suele persistir. En este campo,
los dos tratamientos farmacológicos más eficaces son la naltrexona y acamprosato.

Hay que tener en cuenta que un paciente dual es un paciente de mayor complejidad, peor
pronóstico y poco cumplidor del tratamiento. En este sentido, el porcentaje de abandono del
tratamiento es del 30 al 40% en el mejor de los casos.

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I NTERDICTORES
Históricamente, el tratamiento farmacológico de la dependencia por alcohol ha consistido en la
administración de fármacos interdictores del alcohol, tales como el disulfiram, que provocan una
reacción desagradable cuando el paciente ingiere alcohol. Aunque se siguen utilizando, ya ha
aparecido una nueva generación de fármacos que consigue disminuir el craving. Hasta ahora
nunca se había trabajado en este ámbito del tratamiento, lo que significa que cada vez se conoce
mejor el mecanismo de acción del alcohol a nivel del sistema nervioso central. De esta nueva
generación de fármacos, naltrexona y acamprosato son los máximos exponentes.

La naltrexona es un antagonista opiáceo que se empezó a comercializar en Estados Unidos, en


torno a 1984, para el tratamiento de la dependencia por heroína. Curiosamente los pacientes
dejaban de consumir heroína porque el fármaco bloqueaba los efectos subjetivos de su potencial
consumo. Tiempo después se descubrió que el sistema opioide también participaba en el
mecanismo de acción del alcohol. Por ello, en 1995, la FDA aprobó la naltrexona para el
tratamiento de la dependencia por alcohol. Durante años se había pensado que el etanol
-depresor del sistema nervioso central- actuaba potenciando solo el sistema gabaérgico, de
carácter inhibidor, lo que explicaría sus efectos sedativos. Después se ha demostrado que el
alcohol también afecta al sistema glutamatérgico, lo que ha ocasionado la aparición de otro
grupo de fármacos encabezado por el acamprosato.
La naltrexona es mejor fármaco que el acamprosato, si bien están apareciendo estudios que
avalan su administración de forma conjunta. Aunque el mecanismo de acción es distinto, el
resultado era mayormente positivo cuando se administraban de forma combinada. No hay
criterios establecidos para la elección de uno u otro fármaco. Sí se ha visto que algunas
tipologías de pacientes podrían responder mejor a una de esas dos modalidades de tratamiento
farmacológico, pero aún es muy pronto para sacar conclusiones concretas. Hoy en día se están
utilizando indistintamente. En general, se suele utilizar más de un fármaco por la frecuente
asociación de la dependencia por alcohol con algún otro trastorno de tipo psiquiátrico.

P ACIENTE DUAL
Es importante que el psiquiatra entienda que la dependencia por alcohol no es solo un problema
farmacológico, sino que inevitablemente tiene que estar vinculado a una estrategia de tipo
psicoterápico, con terapia individual, de grupo, de prevención de recaídas y programas de
psicoeducación. En este sentido, los trastornos depresivos constituyen la patología psiquiátrica
asociada más frecuentemente observada, que si no es tratada correctamente puede llevar a una
recaída.
El objetivo del ingreso, en la mayoría de los pacientes alcohólicos, es el tratamiento de
desintoxicación, que es imprescindible que se haga en condiciones óptimas. En nuestro centro
vamos un poco más allá para abordar el tratamiento de deshabituación, donde se pretende que
el paciente deje de beber y se mentalice del problema que supone.
Se recomienda que el tratamiento global nunca sea inferior a los dos años, y el farmacológico
debería durar, como mínimo, seis meses. Sin embargo, hay muchos pacientes que abandonan el
tratamiento, algo que es inherente a la propia enfermedad. Son pacientes a los que les cuesta
mucho seguir todo un programa pautado.

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I
NTOXICACIÓN ETÍLICA COMO URGENCIA MÉDICA

Las intoxicaciones etílicas son un problema médico importante y muy frecuente en


los servicios de urgencias de los hospitales, pero bien monitorizadas no tienen por
qué traer complicaciones de ningún tipo.

Las intoxicaciones
etílicas constituyen
un importante
problema en los
servicios de
urgencias de los
hospitales, donde
es una afección
relativamente
frecuente.

Generalmente tienen que ver con cantidades de alcohol mal toleradas. En este sentido, es
importante separar la intoxicación aguda de la toxicidad crónica, que se viene produciendo en el
tiempo y se determina de forma clínica. La intoxicación aguda es la intoxicación por excelencia, y
se da muy frecuentemente entre gente joven. Por otra parte, la toxicidad crónica del alcohol suele
darse entre indigentes y gente mayor. El médico de urgencias, a través de una serie de
parámetros, puede sospechar el grado de alcoholismo crónico de un determinado paciente,
aunque lo único que se determina objetivamente es la cantidad de alcohol ingerida. Corresponde
a los médicos de urgencias detectar la adicción etílica, pues un paciente con alcoholismo crónico
tiene mayores riesgos. No obstante, la cuantificación es muy superficial en los servicios de
urgencias y suele profundizarse cuando el paciente ingresa en el hospital o asiste a un centro de
deshabituación.

La alcoholemia se refiere el nivel de etanol en sangre (cantidad objetiva de alcohol). Este dato
solo se calcula para las intoxicaciones etílicas, aunque no se utiliza de forma rutinaria. Suele
hacerse cuando no se conoce el motivo de la intoxicación y se sospecha del etanol. También se
hace por requerimiento judicial.
Se determina a través de los servicios de farmacología clínica de los hospitales.

Una intoxicación etílica puede complicarse gravemente si no se hace un correcto seguimiento.


Las complicaciones más importantes son las derivadas del bajo nivel de conciencia, como las
aspiraciones pulmonares. Los fenómenos convulsivos, las alteraciones metabólicas y la
hipotermia son otros problemas relacionados. Pese a esto, es una intoxicación de relativo fácil
manejo.

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Además de la cantidad de alcohol ingerida, la idiosincrasia personal, el consumo previo de


alcohol, la existencia o no de patologías asociadas, y hasta el soporte social que pueda tener el
paciente, son muy importantes a la hora de evaluar los efectos, en mayor o menor medida, que
pueda tener la intoxicación etílica.
Dos son los principales signos externos que pueden hacer sospechar al médico de urgencias que
se encuentra ante una intoxicación etílica: un bajo nivel de conciencia, con alteraciones
neurológicas específicas y el olor a alcohol, que tiene una correlación bastante elevada.

T RATAMIENTO
El tratamiento de la intoxicación etílica es sintomático o de soporte. Una vez que el alcohol se
instala en el organismo no hay nada que hacer. Simplemente hay que dejar pasar el tiempo hasta
que el alcohol, con una vida media de 4 a 8 horas, deja de hacer efecto. Mientras tanto, se deben
tratar aquellas complicaciones que potencialmente puedan surgir durante la intoxicación.

Para llevar a cabo un correcto tratamiento, el médico de urgencias debe tener en cuenta, en
primer lugar, que es necesaria una correcta identificación de la intoxicación etílica, pues muchas
veces subyacen problemas neurológicos que es importante valorar. En segundo lugar, se debe
monitorizar al paciente para evitar complicaciones. El médico de urgencias no debe caer en la
rutina de sencillamente esperar, pues es un paciente que repite. Para el etílico crónico es
importante evitar el síndrome de abstinencia, que es muy peligroso, aunque los puede haber
mucho más grave. De hecho, paralelamente a la intoxicación etílica se han visto intoxicaciones
por metanol, que es el alcohol de garrafa o garrafón, mucho más grave que el de etanol.

P
ATRÓN DE CONSUMO Y ESTADO ALCOHÓLICO

Es fundamental que los médicos conozcan el patrón de consumo de sus pacientes,


así como la situación actual de su alcoholismo, antes de iniciar el tratamiento, clave
para una correcta recuperación.
El patrón de consumo es decisivo a la hora de tratar a un paciente alcohólico. Por ello, es
importante precisar muy bien el ritmo, frecuencia, cantidad y horas a las que bebe, donde el 80%
de los pacientes tiene problemas de dependencia alcohólica.
Los resultados de diferentes estudios epidemiológicos realizados en nuestro país concluyen que
del 2 al 7% de la población española está dentro del grupo de bebedores excesivos (consumo
superior a 80 gramos por día). Es cierto que hay unos límites establecidos de manera
consensuada, pero cuanto menos alcohol se beba mejor. Estos límites varían según se trate de
un hombre o una mujer. Así, un consumo moderado en el varón estaría por debajo de los 40
gramos por día, mientras que las mujeres tendrían su límite en torno a los 25 gramos. Sin
embargo, estas cantidades varían si hay patologías médicas relacionadas, como la hipertensión o
un sencillo embarazo. Además del patrón de consumo, el médico debe asegurarse del estado
actual del paciente, observando si existe dependencia física o no. El alcohol actúa en sábana
dentro del cerebro, afectando a todos y cada uno de los sistemas.

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Los resultados de diferentes estudios epidemiológicos realizados en nuestro país concluyen que
del 2 al 7% de la población española está dentro del grupo de bebedores excesivos (consumo
superior a 80 gramos por día).

Es cierto que hay unos límites establecidos de manera consensuada, pero cuanto menos alcohol
se beba mejor. Estos límites varían según se trate de un hombre o una mujer. Así, un consumo
moderado en el varón estaría por debajo de los 40 gramos por día, mientras que las mujeres
tendrían su límite en torno a los 25 gramos.

Sin embargo, estas cantidades varían si hay patologías médicas relacionadas, como la
hipertensión o un sencillo embarazo. Además del patrón de consumo, el médico debe asegurarse
del estado actual del paciente, observando si existe dependencia física o no. El alcohol actúa en
sábana dentro del cerebro, afectando a todos y cada uno de los sistemas.

T RATAMIENTO
Es fundamental dejar de beber antes de intentar no volver a hacerlo. Tanto el consumo como la
existencia o no de una dependencia física condicionarán las decisiones más inmediatas del
médico, que son fundamentales en la posterior evolución del paciente. Así, cuando hay
dependencia física se hace necesaria una primera fase de desintoxicación o de tratamiento de la
abstinencia, que suele alargarse hasta quince días. A estos pacientes se les suspende
bruscamente el consumo de alcohol. Dependiendo del grado de adicción del paciente, se
sustituye con ansiolíticos de diferentes tipos, que aumentan el confort y previenen la presentación
de situaciones graves de abstinencia, como el delirium tremens o las crisis convulsivas. Tras esto,
el tratamiento se centra en la deshabituación alcohólica, destinada a la prevención de recaídas.
Hay que aclarar que no todo paciente con una dependencia alcohólica -patrón de consumo que
le da problemas y que no puede abandonar a pesar de que se lo propone- también presenta una
dependencia física.

P ATOLOGÍAS
No hay un patrón de consumo específico que se asocie al alcoholismo, y en función de dicho
patrón, se tendrá un tipo u otro de patologías. Así, a corto plazo, los bebedores excesivos
regulares son más propensos a la dependencia física y enfermedades asociadas, como tumores y
hepatopatías.

No hay que olvidar que de las drogas de abuso, el alcohol es la más tóxica con diferencia. Aún
siendo un consumidor moderado, si es continuado, hay un efecto acumulativo que suele
agravarse por su asociación con drogas como el tabaco. Un patrón de consumo esporádico y
excesivo se asocia mayormente a problemas conductuales y accidentes de tráfico. Este último,
que se está haciendo muy frecuente entre los jóvenes, suele asociarse al consumo de otros
tóxicos, tales como el cannabis, cocaína y las drogas de síntesis. En España, el alcohólico de
consumo esporádico sigue estando muy asociado a los fines de semana.

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S
ÍNDROME ALCOHÓLICO FETAL

El síndrome alcohólico fetal es la primera causa evitable del retraso mental en niños
en Estados Unidos, afectando a tres bebés de cada 1.000 nacimientos. Aunque dejar
de beber es la solución más obvia, las madres alcohólicas pueden encontrarlo difícil.
Recientes investigaciones han demostrado que el cerebro fetal podría blindarse específicamente
del alcohol. Michael Charness, de la Escuela Médica de Harvard, ha descubierto que un
fragmento de la proteína NAP hace que el alcohol no frustre la capacidad de las neuronas de
unirse las unas a las otras durante el desarrollo cerebral.
Trabajos anteriores del mismo equipo ya habían demostrado que el alcohol interfiere con la
proteína L1, que permite que las neuronas se adhieran las unas a las otras. Pero no estaba claro
si la proteína NAP bloqueaba específicamente la neurotoxicidad del alcohol, o esta resultaba de
su conocida capacidad de protección contra un déficit de irrigación neurológica.

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Síndrome alcohólico fetal

Se hacía importante determinar cuál era el caso, pues cuanto más se precisara la acción de un
medicamento, los efectos secundarios serían probablemente menores.

Estudios recientes han divulgado que beber poco también podría causar déficit de atención,
habilidades motoras disminuidas y un pobre desarrollo emocional en los bebés. Por ello se
aconseja no beber más de una o dos unidades alcohólicas más de una o dos veces por semana.
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JUAN PERIS

S
ÍNDROME DE ABSTINENCIA

El síndrome de abstinencia por alcohol puede ser tan peligroso como el mono de la
heroína, ya que puede agravarse. Las complicaciones más peligrosas son las crisis
epilépticas o comiciales, que se dan en menos del 3% de los casos, y en mayor medida el
delirium tremens, que afecta a menos del 5% de los pacientes con síndrome de abstinencia,
pudiendo incluso causar la muerte.
El síndrome de abstinencia por alcohol es el más grave que se conoce, incluso por encima del de
la heroína, que es el más conocido. También es el que puede traer mayores complicaciones,
como el delirium tremens, que aparece en menos del 5% de los casos y puede causar la muerte.
Los cuadros epilépticos constituyen otra grave complicación en la evolución del síndrome de
abstinencia, con una incidencia en torno al 3%.

El cambio de percepción social del alcoholismo, de ser visto como un vicio a considerarse una
enfermedad, ha
posibilitado que los
pacientes acudan
antes al sistema
sanitario, por lo que
las intervenciones son
más precoces y no se
da tiempo a que el
deterioro psico-
orgánico se
manifieste. Así, los
síndromes de
abstinencia por
alcohol son menos
peligrosos que los de
hace 25 años.
Los síntomas suelen
comenzar cuando las concentraciones de alcohol en sangre disminuyen bruscamente. Es
habitual el trato con pacientes que sufren temblores, sensación de náuseas, agitación, insomnio y
polineuritis (deteriro del sistema nervioso periférico), como síntomas más característicos.

El perfil de los pacientes que ingresan en la unidad se ajusta al de una persona de entre 28 y 30
años y de sexo masculino en su mayoría. Además, suele haber estado bebiendo de manera
continuada durante aproximadamente 10 años, habiendo alcanzado, de manera progresiva, un
consumo diario cercano a los 400 gramos de etanol (en torno a 4 litros de vino). Esto es lo que se
conoce como la tolerancia al alcohol, que se adquiere con el tiempo y es una característica
básica del paciente dependiente. Lo que se busca con esto es experimentar la misma sensación
de la primera vez, para lo que se necesita cada vez mayor cantidad de alcohol.
En el caso del alcoholismo femenino, la proporción actual es de tres mujeres por siete hombres.
La sociedad no ha asumido el alcoholismo femenino y la mujer sigue bebiendo a escondidas, por
lo que el deteriro es tan grave como el del varón hace unos años, cuando el alcoholismo era
considerado un vicio y no una enfermedad.

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Para ingresar en una unidad, el paciente debe poseer una trayectoria alcohólica de varios años,
consumir en torno a 400 gramos diarios, padecer alguna patología asociada -somática o
psiquiátrica- o tener problemas sociales o judiciales relacionados. Debido a esto, el objetivo
básico de la unidad es el tratamiento del síndrome de abstinencia, así como el diagnóstico de
procesos asociados -en caso de haberlos- y la posterior derivación del paciente. Actualmente los
pacientes que ingresan vienen derivados, en su mayoría, de las unidades de conductas adictivas
de los hospitales. El resto proviene de los recursos municipales de los ayuntamientos.
También se acepta a pacientes que piden el ingreso por iniciativa propia, en concordancia con los
actuales criterios de la Organización Mundial de la Salud, que ya no se centran en la abstinencia
como objetivo básico, sino también en que el paciente entre en contacto con el sistema sanitario.

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Síndrome de abstinencia

C LOMETIAZOL
El tratamiento básico consta de clometiazol, que se utiliza junto con un antiepiléptico -para
prevenir posibles crisis- y dosis elevadas de complejo vitamínico B.
Clometiazol es un fármaco revolucionario, con apenas efectos secundarios. Los más comunes
son la rinorrea y el estornudo, así como el inherente a todo fármaco: la posibilidad de crear
dependencia. Sin embargo, no tiene ninguno especialmente peligroso para la salud. Si hay
intolerancia se utilizan otros fármacos similares, aunque solo ocurre en contadas ocasiones, pues
incluso se utiliza hoy en día como tranquilizante menor, por ejemplo, en personas mayores.

El cumplimiento del programa terapéutico es del 96% en la unidad. Una vez realizada la
desintoxicación, los pacientes son derivados a otros centros para la deshabituación.

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B
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Madrid. 2011
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Environment and Policy Subgroups as Predictors of Binge DrinkingMeasures Among US Adults.
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