EL RENACIMIENTO.doc
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mueven conforme a las leyes formulables matemáticamente. En esta actitud
observamos la vigorosa recuperación del Pitagorismo durante el
Renacimiento, así como el atomismo de Demócrito, también presente en el
Epicureísmo, como otra de las concepciones que tuvieron sus defensores
durante el Renacimiento. Si a esta recuperación renacentista de los científicos
griegos (sobre todo Pitágoras y Arquímedes) añadimos la influencia de los
filósofos nominalistas de finales del medioevo (Herederos de Ockham) con
respecto a la investigación empírica, resulta que el conocimiento adecuado
de un mundo así entendido no consiste ya en determinar especulativamente
la esencia de los seres, sino en la observación sensible de los fenómenos y en
la matematización de los mismos. Siendo la matemática la ciencia de la
cantidad y del número, es obvio que lo que es esencialmente extenso, por ser
material, puede y debe ser matematizado.
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que aquél es una imagen de Dios, y Dios es lo absoluto, por referencia a lo
relativo, lo necesario por oposición a lo contingente. Por ello, el espíritu
medieval es a la vez que teocéntrico, antropocéntrico, pues el hombre, cima
de la creación, es una expresión frecuente y una consecuencia de
considerarlo como la cumbre de la jerarquía teleológica.
En el Renacimiento se acortan las distancias entre lo humano y lo
natural. Desaparece esa visión del hombre como señor de la creación, en
tanto que implica un menosprecio de la naturaleza como contrapuesta a las
excelencias de la especie humana. Esta tendencia culmina en el naturalismo
ilustrado, en el siglo XVIII, que viene a significar una cierta identificación entre
razón y naturaleza. Por ello, en el siglo XVIII y en el propio Renacimiento, las
ciencias naturales experimentan un gran impulso: la Astronomía y la Física, a la
vez que las ciencias del hombre. Todo ello procura el pensamiento
renacentista y, a toda la Edad Moderna una progresiva secularización, y, por
tanto, una mayor libertad de investigación. El siglo XVIII será la expresión
culminante de esta tendencia, y su portavoz más cualificado Inmanuel Kant.