LA CAVERNA DE PLATON Y SINDROME DE ESTOCOLMO Y DE LMA

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El mito de la caverna de Platón:

significado e historia de esta


alegoría
FILOSOFÍA
En el mito de la caverna, el filósofo griego expone teorías y conceptos que
llevan a cuestionar el origen del conocimiento y la naturaleza de la
realidad
La filosofía ha tratado durante siglos de explicar nuestra existencia a través
de un conjunto de razonamientos lógicos sobre conceptos abstractos. Y una
de las alegorías más famosas de su historia es el ‘mito de la caverna’, de
Platón. El filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles que,
en el 387 a.C. fundó la Academia de Atenas, explicaba así la realidad del
conocimiento. Quiso mostrar que nos encontramos encadenados en una
cueva desde que nacemos y que las sombras que se proyectan en su pared
componen lo que consideramos real.

Escrita en forma de diálogo, Sócrates y charla con su hermano Glaucón


sobre el conocimiento. El primero pide a Glaucón que imagine a un grupo de
prisioneros, encadenados desde su infancia en una cueva, detrás de un muro.
Una hoguera ilumina el otro lado del muro y los prisioneros pueden ver las
sombras proyectadas por objetos que se encuentran sobre él y también el
movimiento de las personas que pasan.

Explica que los prisioneros piensan que observan


el mundo real, sin darse cuenta de que son sólo
sombras
Sócrates explica que los prisioneros piensan que observan el mundo real, sin
darse cuenta de que son sólo sombras proyectadas en una pared. En un
momento dado, un prisionero logra liberarse y ascender, pero el resplandor
de la luz del fuego, esta vez real, le ciega. El convicto fugado se acostumbra
a la luz, avanza y sale al exterior, donde observa los reflejos y sombras de las
cosas y las personas, para verlas después directamente.

El hombre acaba observando las estrellas, la luna y el sol. Regresa entonces a


la caverna para liberar a los otros presos y que puedan también ver el mundo
real. Ya en la cueva, el hombre, acostumbrado a la luz exterior, no puede ver
bien. Sus compañeros piensan que el viaje le ha causado daños y no quieren
acompañarle fuera. De hecho, harían lo posible para evitar la salida y podrían
llegar a matar a quien quisiera liberarles.

¿Qué quería explicar Platón con este diálogo?


El mito de la caverna forma parte del VII libro de su obra República, en la
que el filósofo expone teorías y conceptos que llevan a cuestionar el origen
del conocimiento y la naturaleza de la realidad. Y, a través de esta alegoría,
explica cómo guiar a las personas al conocimiento, liberándolas de las
ataduras de la caverna. Algo difícil, porque las personas están cómodas en su
ignorancia y quien intente salir de ella encontrará oposición y burla.

La teoría de las ideas de Platón se basa en dos conceptos opuestos: el mundo


sensible, que se experimenta a través de los sentidos, y el mundo de las ideas,
que se experimenta a través del conocimiento, la realidad, el sentido de la
vida. Para Platón, el cuerpo está inmerso en el mundo sensible, corruptible y
cambiante, mientras que el alma está unida al mundo de las ideas, que es
perfecto e inmutable.

En el mito, los prisioneros son una metáfora de las personas atadas a sus
percepciones. Las sombras son el mundo físico que perciben y que
confunden con el conocimiento verdadero, cuando sólo es un conocimiento
subjetivo. Cuando uno de los prisioneros sale al mundo de las ideas, adquiere
el verdadero conocimiento. Cada elemento del mito de la caverna simboliza
un nivel del ser y del conocimiento: con el ejemplo de los hombres atrapados
en la caverna y el hombre liberado, explica su concepción dualista del
mundo.
El mito de la caverna en Platón, pretende mostrarnos de modo análogo el gran privilegio del
hombre, la importancia del conocimiento. Éste, según el mito, es bastante limitado, estamos
encadenados desde que nacemos en una cueva que tiene en la entrada una hoguera, y en la
pared de la cueva apreciamos las sombras que revelan la realidad. La filosofía de Platón pretende
liberarnos de estas ataduras, ya que la masa, en general, vive cómoda en su ignorancia y esto
repercute en el modo de autogobernarnos.
Uno de los prisioneros escapa de sus cadenas y logra conocer de modo más pleno la realidad,
pero cuando regresa para liberar a sus amigos, éstos no lo escuchan, lo tratan de loco y lo
condenan a muerte. Platón nos enseña que debemos aspirar a un conocimiento más pleno, que
nos libere de las ataduras y nos ayude a realizarnos como seres humanos: “todas las cosas rectas
y bellas que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta… es necesario tenerlas a
la vista para poder obrar con sabiduría, tanto en lo privado como en lo público”.
Nuestro propio conocimiento y el de nuestro mundo, lo percibimos a través de las sombras que nos
transmite un mundo confuso y limitado, es necesario traspasar la hoguera que está en la boca de
la cueva para poder encontrar la liberación moral e intelectual de las ataduras del mundo sensible:
el ideal es el aforismo “conócete a ti mismo”, mediante la ascensión al mundo inteligible.
El conocimiento tiene una dimensión moral y política, por eso, este mito se encuentra en el capítulo
séptimo del diálogo La República. Con la muerte del que quiere liberarnos, se ejemplifica la
condena a muerte de Sócrates, y que de algún modo la encontramos en el misterio de la cueva de
Belén, en el que el Logos, tampoco es escuchado, sino a la postre, condenado a muerte. La lucha
entre la luz y las tinieblas se refleja tanto en la caverna de Platón como en la cueva de Belén.
La historia bíblica nos narra como unos peregrinos que emigraron a Belén, no encontraron sitio en
la posada del pueblo. Una antigua tradición afirma que “el Salvador” nació en una gruta, lo cual
corroboran escritos del siglo II, como el de Justino mártir y el Protoevangelio de Santiago. Por lo
demás, se puede constatar que alrededor de Belén hay muchas cuevas que servían de establo a
los animales. Un poco después San Jerónimo señala que la actual basílica de la Natividad se
construyó sobre una cueva.
El mito de la caverna es atemporal, en el misterio de la cueva de Belén en cambio, se trata de un
tiempo especial: “al llegar la plenitud de los tiempos…” (Gal 4,4). Es un acontecimiento que dividirá
la historia de la humanidad entre un antes y un después. Existía una promesa desde tiempos
inmemoriales sobre este misterio, en varios profetas de la antigüedad judía: Isaías y Miqueas. Este
misterio no es enigmático, sino es luz que se difunde sobre el mundo: el futuro del hombre sería
incomprensible sin él. Su luz disipa las tinieblas y su brillo es verdad y vida.
Este acontecimiento es la apoteosis del amor, culmen de la dialéctica del Eros de Platón. La
encarnación del Logos, es la Palabra fuente y plenitud del conocimiento, que penetró en nuestra
historia y en nuestra cultura. El Logos es creador y de él recibimos la plenitud.
A mediados del siglo XX el gran filósofo español Javier Zubiri escribió que la sociedad moderna se
había instalado en la finitud. El sabor de la finitud, centrado en lo caduco y temporal, ha cerrado al
hombre moderno las puertas de la trascendencia, del misterio que está más allá de nuestras
pequeñas aspiraciones. Nos hemos creado demasiados y graves problemas y no encontramos las
soluciones. Vivimos en el desconcierto.
La cueva de Belén nos abre un horizonte de esperanza, de aspiración a la infinitud. La respuesta
del hombre como problema está en la escucha del Logos, aceptar a éste en nuestra vida y en
nuestros caminos, es un gran reto. El Logos es un don, “que al darse a sí mismo nos ha dado toda
novedad”, es menester acoger el don y darle cobijo.
El arte de los grandes pintores religiosos tiene este aspecto, un halo de misticismo: en el Greco las
figuras tienden hacia lo alto con un gesto de huida a lo más excelso, Giotto dignifica lo pequeño
como trasunto de lo máximo. Fra Angélico con sus rasgos elementales insinúa el encuentro alegre
de lo divino y lo humano y además nos revela que la Navidad no es sólo individual, sino algo
comunitario y fraternal.

Síndrome de Estocolmo:
Causas, síntomas y
ejemplos
El síndrome de Estocolmo está comúnmente relacionado con secuestros de alto
perfil y situaciones de rehenes. Aparte de los casos de crímenes famosos, las
personas comunes también pueden desarrollar esta afección psicológica en
respuesta a varios tipos de trauma.

En este artículo, analizamos cuidadosamente el síndrome de Estocolmo, por qué


se llama así, los tipos de situaciones que pueden llevar a alguien a desarrollar este
síndrome, y lo que puede hacerse para tratarlo.

¿Qué es el síndrome de
Estocolmo?
El síndrome de Estocolmo es una respuesta psicológica. Ocurre cuando los
rehenes o víctimas de abuso crean vínculos con sus captores o abusadores. Esta
conexión psicológica se desarrolla a lo largo de los días, semanas, meses, o
incluso años de cautiverio o abuso.

Con este síndrome, rehenes o víctimas de abuso pueden llegar a simpatizar con
sus captores. Esto es lo contrario del miedo, el terror y el menosprecio que se
podría esperar de las víctimas en estas situaciones.
Con el paso del tiempo, algunas víctimas llegan a desarrollar sentimientos
positivos hacia sus captores. Incluso podrían empezar a sentir que comparten
objetivos y causas comunes. La víctima podría comenzar a desarrollar
sentimientos negativos hacia la policía o las autoridades. Pueden llegar a sentirse
resentidos con cualquiera que esté intentando ayudarles a escapar de la peligrosa
situación en la que están.

Esta paradoja no ocurre con cada rehén o víctima, y no está claro por qué ocurre
en algunos casos.

Muchos psicólogos y profesionales médicos consideran que el síndrome de


Estocolmo es un mecanismo de supervivencia, o una manera que ayuda a las
víctimas a manejar el trauma de una situación aterradora. De hecho, la historia
del síndrome puede ayudar a explicar a qué se debe.

¿Cuál es su historia?
Los episodios de lo que se conoce como síndrome de Estocolmo probablemente
han ocurrido durante muchas décadas, incluso siglos. Pero no fue hasta 1973 que
se dio nombre a esta respuesta al cautiverio o el abuso.

En esta fecha dos hombres retuvieron a cuatro personas como rehenes durante
seis días después de un robo a un banco en Estocolmo, Suecia. Después de que
los rehenes fueron liberados, se negaron a testificar contra sus captores e incluso
comenzaron a recaudar dinero para su defensa.

Después de eso, psicólogos y expertos en salud mental asignaron el término


“síndrome de Estocolmo” a la condición que ocurre cuando los rehenes
desarrollan una conexión emocional o psicológica con las personas que los
mantuvieron en cautiverio.
Sin embargo, el síndrome de Estocolmo, a pesar de ser bien conocido, no es
reconocido por la nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de
Trastornos Mentales (DSM). Expertos en salud mental y otros especialistas
utilizan este manual para diagnosticar trastornos de salud mental.

¿Cuáles son los síntomas?


El síndrome de Estocolmo se reconoce por tres eventos o “síntomas” distintos.

SÍNTOMAS DEL SÍNDROME DE ESTOCOLMO

1. La víctima desarrolla sentimientos positivos hacia la persona que la


mantiene cautiva o abusa de ella.
2. La víctima desarrolla sentimientos negativos hacia la policía, las figuras de
autoridad, o cualquier persona que podría estar tratando de ayudarles a
alejarla de su captor. Incluso puede negarse a cooperar contra su captor.
3. La víctima comienza a percibir la humanidad de su captor y a creer que
comparten los mismos objetivos y valores.

Estos sentimientos suceden a menudo debido a la situación emocional y muy


cargada que ocurre durante una situación de rehenes o un ciclo de abuso.

Por ejemplo, las personas que son secuestradas o tomadas como rehenes suelen
sentirse amenazadas por su captor, pero también dependen en gran medida del
mismo para sobrevivir. Si el secuestrador o abusador les muestra algo de bondad,
pueden empezar a sentir sentimientos positivos hacia su captor por esta
“compasión”.

Con el tiempo, esa percepción comienza a cambiar y sesgar la manera como ven
a la persona que los mantiene como rehenes o abusa de ellos.
Ejemplos de casos de síndrome
de Estocolmo
Varios secuestros famosos han dado lugar a episodios de alto perfil del síndrome
de Estocolmo, incluyendo los que se enumeran a continuación.

CASOS DE ALTO PERFIL

 Patty Hearst. Tal vez la más famosa, la nieta del empresario y editor de
periódicos William Randolph Hearst fue secuestrada en 1974 por el
Ejército Simbionés de Liberación (SLA, en inglés). Durante su cautiverio,
renunció a su familia, adoptó un nuevo nombre e incluso se unió al SLA
para robar bancos. Más tarde, Hearst fue arrestada, y utilizó el síndrome de
Estocolmo como defensa en su juicio. Esa defensa no funcionó, y fue
sentenciada a 35 años de prisión.
 Natascha Kampusch. En 1998, Natascha, que entonces tenía 10 años, fue
secuestrada y mantenida en una habitación oscura y aislada en un sótano.
Su secuestrador, Wolfgang Přiklopil, la mantuvo cautiva durante más de 8
años. Durante ese tiempo, se mostró bondadoso, pero también la golpeaba
y amenazaba con matarla. Natascha pudo escapar, y Přiklopil se suicidó.
Reportes noticiosos en ese momento reportaron que Natascha “lloró
inconsolablemente”.
 Mary McElroy. En 1933, cuatro hombres detuvieron a punta de pistola a
Mary, de 25 años, la encadenaron a las paredes de una granja abandonada
y exigieron rescate a su familia. Cuando fue puesta en libertad, le fue muy
difícil nombrar a sus captores en su posterior juicio. También expresó
públicamente su simpatía por ellos.
El síndrome de Estocolmo en la
sociedad actual
Si bien el síndrome de Estocolmo se asocia comúnmente con una
situación de rehenes o secuestros, en realidad puede aplicarse a varias
otras circunstancias y relaciones.

EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO TAMBIÉN PUEDE SURGIR EN


ESTAS SITUACIONES

 Relaciones abusivas. La investigación ha demostrado que las


personas abusadas pueden desarrollar vínculos emocionales con
su abusador. El abuso sexual, físico y emocional, así como el
incesto, pueden durar años. Durante este tiempo, una persona
puede desarrollar sentimientos positivos o simpatía por la persona
que abusa de ella.
 Abuso infantil. Los abusadores frecuentemente amenazan a sus
víctimas con daño, e incluso la muerte. Las víctimas pueden tratar
de evitar molestar a su abusador siendo obedientes. Los
abusadores también pueden mostrar amabilidad, lo cual podría ser
percibido como un sentimiento genuino. Esto puede confundir aún
más al niño y llevarlo a no entender la naturaleza negativa de la
relación.
 Tráfico sexual. Las personas que son víctimas de la trata a
menudo dependen de sus abusadores para sus necesidades,
como alimentos y agua. Cuando los abusadores proporcionan eso,
la víctima puede comenzar a desarrollar sentimientos positivos
hacia su abusador. También puede resistirse a cooperar con la
policía por temor a represalias o pensar que debe proteger a sus
abusadores para protegerse a sí misma.
 Entrenadores de deportes. Participar en deportes es una gran
manera para que las personas desarrollen habilidades y relaciones.
Desafortunadamente, algunas de esas relaciones pueden, en
última instancia, resultar negativas. Las técnicas severas de
entrenamiento incluso pueden llegar a ser abusivas. El atleta
puede decirse a sí mismo que el comportamiento de su entrenador
es por su propio bien, y esto, según un estudio de 2018, puede, en
última instancia, convertirse en una forma de síndrome de
Estocolmo.

Tratamiento
Si crees que tú o alguien que conoces ha desarrollado el síndrome de
Estocolmo, puedes encontrar ayuda. A corto plazo, la consejería o el
tratamiento psicológico para el trastorno de estrés postraumático puede
ayudar a aliviar los problemas inmediatos asociados con la recuperación,
como la ansiedad y la depresión.

La psicoterapia a largo plazo puede ayudarte a ti o a un ser querido con


la recuperación.

Los psicólogos y psicoterapeutas pueden enseñarte mecanismos de


afrontamiento saludables y herramientas de respuesta para ayudarte a
entender lo que sucedió, por qué sucedió y cómo puedes superarlo.
Reasignar emociones positivas puede ayudarte a entender que lo que
pasó no fue tu culpa.

En conclusión
El síndrome de Estocolmo es una estrategia de afrontamiento. Pueden
desarrollarlo personas que son abusadas o secuestradas.

El miedo o el terror pueden ser más comunes en estas situaciones, pero


algunas personas comienzan a desarrollar sentimientos positivos hacia
su captor o abusador. Es posible que no quieran cooperar con la policía o
ponerse en contacto con ella. Incluso pueden dudar en traicionar a su
abusador o secuestrador.

El síndrome de Estocolmo no es un diagnóstico oficial de salud mental.


En cambio, se cree que es un mecanismo de afrontamiento. Las
personas que son objeto de abusos o trata, o que son víctimas de incesto
o terror pueden desarrollarlo. El tratamiento adecuado puede ayudar
mucho en la recuperación.

El síndrome de Estocolmo es un fenómeno real que se produce cuando


una persona secuestrada o víctima de abuso desarrolla una conexión
emocional con su captor o abusador. El nombre proviene de un robo a un
banco en Estocolmo, Suecia, en 1973, en el que los rehenes se negaron
a testificar contra sus captores.
Síndrome de Estocolmo

Definición Respuesta psicológica que se produce cuando una persona secuestrada o


víctima de abuso desarrolla una conexión emocional con su captor o abusador

Origen El término se acuñó en 1973 tras un robo a un banco en Estocolmo, Suecia, en


el que los rehenes se negaron a testificar contra sus captores

Cómo se La conexión psicológica se desarrolla a lo largo de días, semanas, meses o


desarrolla incluso años de cautiverio o abuso

Causas En las relaciones abusivas, el vínculo traumático suele producirse cuando el


abusador alterna entre la amabilidad y el maltrato

El síndrome de Estocolmo no es reconocido por la nueva edición del


Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM).
"Nada apunta a que tuvieran problemas psiquiátricos ni a que
padecieran ningún síndrome como tal. El síndrome de Estocolmo
se creó de la nada para dar cabida al hecho de que estas mujeres
actuaron racionalmente en esta situación", afirma Cecilia Ase,
profesora de estudios de género de la Universidad de Estocolmo.
¿Qué es lo opuesto al síndrome de Estocolmo?
En lugar de que los rehenes formaran un vínculo positivo con sus captores, como
sucede en el síndrome de Estocolmo, parece que ocurrió lo contrario: muchos de
los captores comenzaron a sentir simpatía por sus cautivos. Esta reacción se
denominó síndrome de Lima.
Cómo se llama el opuesto del síndrome de Estocolmo?
Se ha propuesto una inversión del síndrome de Estocolmo, denominado síndrome
de Lima , en el que los secuestradores desarrollan simpatía por sus rehenes. Un
secuestrador también puede tener dudas o sentir empatía hacia sus víctimas
¿Qué significa síndrome de Lima?
El síndrome de Estocolmo inverso o síndrome de Lima, se trata, pues de
un estado psicológico que puede presentar el secuestrador, apareciendo
sentimientos positivos de toda índole hacia la víctima.
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Más información
El síndrome de Lima es un fenómeno psicológico que se caracteriza por el
desarrollo de un vínculo emocional entre un secuestrador y su víctima. Este
síndrome es lo opuesto al síndrome de Estocolmo, en el que es la víctima quien
desarrolla una relación afectiva con su captor.

El término fue acuñado en 1994 por el Dr. Frank Ochberg, tras entrevistar a Patty
Hearst, una de las víctimas del secuestro del embajador de Japón en Lima, Perú,
en 1974.

Algunos de los síntomas del síndrome de Lima son:

 Evitar dañar a la víctima

 Preocuparse por su bienestar


 Sentir compasión y empatía por ella

 Socializar con ella

 Prometer cuidarla

 Percibir sentimientos de atracción por ella


El tratamiento del síndrome de Lima requiere un enfoque multidisciplinario que
incluya terapia psicológica, apoyo emocional y, en algunos casos, farmacoterapia.

SINDROME DE ESTOCOLMO Y SINDROME DE LIMA


El síndrome de Estocolmo, un fenómeno psicológico en el cual una
persona secuestrada desarrolla sentimientos de simpatía y afecto
hacia su captor, y el síndrome de Lima, una variante en la cual la
persona secuestrada empieza a desarrollar sentimientos de amor
hacia su captor, comparten una estrecha y curiosa relación entre
sí. Estos síndromes suelen llamar mucho la atención debido a las
conductas tan contrarias que muestran, pero a su vez, presentan
muchas controversias en cuanto a su denominación y los
conceptos que los rodean. Y es que, ¿realmente se les puede
considerar síndromes? ¿A qué se deben sus nombres?
Indaguemos en ello, a continuación.

¿Qué es el síndrome de Estocolmo?


El síndrome de Estocolmo es una respuesta psicológica que
presenta una persona que ha sido secuestrada, en forma
de vínculo afectivo positivo, hacia su captor. El Buró Federal
de Investigaciones (Federal Bureau of Investigation, FBI, en inglés)
afirma que el 27% de las personas que han sufrido un secuestro
presentan dicho síndrome.

Este término lo utilizó por primera vez Nils Bejerot, en 1973, para
describir la conducta de los rehenes en un atraco de un banco en
Estocolmo (Suecia). El secuestro duró varios días y los rehenes
empezaron a identificarse con los atracadores, hasta el punto de
sentir compasión y empatía por ellos. De hecho, colaboraron con
sus captores, dándole pistas falsas a la policía. Incluso una rehén
dijo estar enamorada de su secuestrador.

Características del síndrome de Estocolmo


Se trata de un mecanismo de supervivencia adaptativo ante
una situación de gran estrés y miedo. Su objetivo,
inconsciente, es guardar un equilibrio ante la situación de
indefensión durante el cautiverio. Según Rizo-Martínez (2018) el
raptor somete a su víctima a un estado de terror extremo, por lo
que el impulso de vivir de estas les hace crear un contexto afectivo
para intentar controlar la situación.

¿Una respuesta inconsciente?


A veces, dicha estrategia puede ser totalmente consciente y
voluntaria pero, si es inconsciente, se habla de la presencia de
dicho síndrome. Con esto, hasta algunas personas que lo han
sufrido (inconscientemente) han llegado a negar que estaban en
peligro o bajo amenaza.

Además, suelen presentar una actitud de agradecimiento hacia


sus secuestradores por mantenerlas con vida y/o cuidarlas. Por
esto, es muy común que sientan cierta responsabilidad o culpa
sobre la conducta del captor.

Cuando emerge la compasión


Para poder identificar este cuadro es necesario que la persona
haya sido secuestrada en contra de su voluntad durante un tiempo
determinado (como mínimo varios días). Además, Domen (2005)
señala que han de mostrar sentimientos de admiración,
compasión e identificación con sus captores, incluso bastante
tiempo después del secuestro. De hecho, la mayoría de veces no
recuerdan el cautiverio como una experiencia negativa y evitan la
colaboración para la detención de sus secuestradores.

¿Qué es el síndrome de Lima?


Al igual que el síndrome de Estocolmo, también es una
respuesta psicológica, pero esta vez le ocurre al
secuestrador. Así, este siente compasión y empatía hacia el
secuestrado. Es decir, crea cierto vínculo emocional,
preocupándose por su bienestar.
La denominación del síndrome de Lima surgió en 1996, en Lima
(Perú), cuando un grupo de terroristas ocupó la casa del embajador
de Japón mientras se celebraba el cumpleaños del emperador
Akihito. Durante tal acontecimiento, retuvieron a unos 800
rehenes, pero la gran mayoría fueron liberados casi al instante,
sobre todo mujeres y niños, quedando solo 72 cautivos.

¿Y qué sucedió?
Con el paso de los días, los secuestradores crearon vínculos
afectivos con los rehenes, hasta que finalmente liberaron a 71
personas, ya que una persona falleció. Sin embargo, antes de
llevar a cabo el plan, establecieron que, en caso de que la
policía los atrapara, matarían a todos los rehenes.

Características del síndrome de Lima


En primer lugar, hablamos de un mecanismo muy
contradictorio. Es decir, el secuestrador atenta contra la voluntad
y el bienestar de la víctima pero, posteriormente, se preocupa por
ella. Algunas conductas características son (Cely y Gómez, 2002):

 Evitar dañar físicamente a la víctima.


 Conceder poco a poco libertades, hasta que la libera.
 Socializar con ella, hasta el punto de desahogarse y expresar
sus sentimientos.
 Prometer que cuidará de ella, tanto física como
emocionalmente.
 Percibir sentimientos de atracción por la víctima e incluso
tratar de seducirla, en ocasiones.

El secuestrador piensa que no está actuando de manera ilegal ni


atentando contra la vida de la persona secuestrada. Por el
contrario, cuida y se preocupa por ella. ¿El por qué? El
síndrome de Lima se asocia, sobre todo, a ciertas variables
ambientales, así como condiciones intrapersonales. A veces, la
corriente afectiva creada por el secuestrador se debe a que tiene
poca experiencia delictiva, se arrepiente, está obligado a hacerlo o
piensa que el secuestro pudiese tener un final nefasto.

Controversias: Síndrome de Estocolmo y


de Lima
El síndrome de Estocolmo y el de Lima no pueden ser investigados
profundamente, ya que resulta muy difícil analizarlos en
entornos científicos o en laboratorios. Esto se debe a que
pueden atentar contra el bienestar de las personas. Por tal razón,
aún no se han establecido los criterios para un correspondiente
diagnóstico oficial.

El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales


(Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth
Edition, en inglés) y la Clasificación internacional de las
enfermedades (International Statistical Classification of Diseases
and Related Health Problems, en inglés), no los incluyen.
¿Realmente son síndromes?
Muchos investigadores y autores como Spuijbroek et al.
(2012) cuestionan la denominación de tales condiciones
psicológicas como síndromes. Pues algunos expertos en trauma
piensan que forman parte del estrés postraumático (TEPT)
o estrés agudo que puede sufrir la víctima.

Con lo anterior, se ha llegado a la conclusión de que no todas las


personas que son secuestradas desarrollan el síndrome de
Estocolmo. Y, siguiendo esta línea, no todas las personas
secuestradoras presentan el síndrome de Lima. Y es que, tales
actitudes dependen de las características individuales, puesto que
suelen coincidir en una identidad débil y/o poco establecida, así
como una personalidad vulnerable con escasos valores fijados
(Domen, 2005).

Conclusión
El síndrome de Estocolmo y el de Lima son mecanismos de defensa
para evitar sufrir un shock emocional a partir de una situación muy
difícil. Sorprendentemente, resultan un símil de la propia condición
contradictoria de la naturaleza humana.

Sin embargo, oficialmente, no están registrados como síndromes,


sino como actitudes, mecanismos o estrategias inconscientes. Aun
así, podemos estar de acuerdo con algo, lo impresionante que es la
mente y cómo intenta adaptarse a situaciones tan extremas y
dramáticas para evitar nuestro sufrimiento, sea cual sea nuestro
papel.

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