FP2LAh-Sayago - Cuadernillo APD - 2014 - Cap 1
FP2LAh-Sayago - Cuadernillo APD - 2014 - Cap 1
FP2LAh-Sayago - Cuadernillo APD - 2014 - Cap 1
Sebastián Sayago
2014
Presentación
Presentamos una nueva versión de un material que, desde 2004, ha pasado por diferentes
reformulaciones. Sus destinatarios preferenciales son los alumnos de la cátedra Análisis y
Producción del Discurso de la Unidad Académica Caleta Olivia de la Universidad Nacional de la
Patagonia Austral.
Fue realizado con dos objetivos básicos:
-articular los contenidos del programa y
-guiar a los alumnos en el proceso de lectura de la bibliografía propuesta.
Esta es la causa del paralelismo existente entre la secuencia de contenidos del Cuadernillo y la
secuencia desarrollada en el aula. La lógica de la cátedra será más visible si las relaciones
conceptuales son formuladas en un documento escrito que pueda ser sometido a crítica en
diferentes momentos de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Los dos objetivos explican también el desigual tratamiento de los temas. El Cuadernillo fue
pensado para acompañar al alumno en la lectura de la bibliografía de la cátedra, no para
reemplazarla. Por esta razón, hay temas que son introducidos en términos muy generales y luego se
remite a los textos que los tratan en profundidad. En los casos en los que se consideró que la
inclusión de ciertos materiales bibliográficos no resultaba adecuada pero los temas que estos tratan,
el Cuadernillo Base suple esta ausencia efectuando el desarrollo teórico correspondiente.
Por último, quisiera reconocer varias deudas académicas. Una, con el Prof. Eduardo Bibiloni,
especialmente en lo referido al abordaje de la narratividad y de la carga semántica de las palabras.
Otra, con la Prof. Brenda Melián, quien hizo valiosos aportes para el tratamiento de la tipología
textual y de los recursos y estrategias. Agradezco también a Brenda la lectura crítica de la versión
original de este trabajo y sus sugerencias para mejorarlo. La tercera, con los compañeros del equipo
de cátedra, quienes, con espíritu crítico y constructivo, incentiva y promueven el sano ejercicio de la
revisión.
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Introducción al Análisis y Producción del Discurso Científico
Sebastián Sayago
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Reflexionar y analizar el uso del lenguaje pueden ser desafíos muy interesantes, ya que,
de distintos modos, estudiar el modo como hablamos es también estudiarnos a nosotros
mismos. No es exagerado afirmar que la imagen que de nosotros se forman quienes nos
rodean se construye, en gran parte, lingüísticamente. Las cosas que decimos y la
manera como lo hacemos favorecen ciertas representaciones de nuestra personalidad.
Nos considerarán como amigos leales, como compañeros solidarios, como alumnos
aplicados, como vecinos discretos, etc.
Comenzaremos este recorrido con una definición general de dos nociones que
suelen ser tomadas como equivalentes: discurso y texto. Aquí adheriremos a la postura
de los lingüistas que consideran que la primera es más amplia que la segunda, en tanto
la incluye. Para definir adecuadamente las relaciones entre estos conceptos se suele
recurrir a la fórmula
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Introducción al Análisis y Producción del Discurso Científico
Sebastián Sayago
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Texto: Las páginas que tienen ante sus ojos constituyen un texto académico, de carácter
pedagógico, que trata un tema específico. Estas propiedades se manifiestan a través de
los diferentes recursos lingüísticos. Más adelante profundizaremos en este tema.
Contexto macro: Esta interacción comunicativa, como cualquier otra, está enmarcada en
la organización social. De hecho, sin organización social, no habría comunicación
lingüística. Sin embargo, los factores derivados de las instancias macrosociales actúan
generalmente de manera encubierta, condicionando de diferentes maneras lo que
decimos y escuchamos. Así, en este caso, debe considerarse el modo como los
currículos (explícito e implícito) de las carreras que cursan determinan la importancia de
este espacio curricular, estos contenidos, este tipo de material bibliográfico, etc. Por
ejemplo, la existencia de este manual, al igual que la de otros con similares objetivos
introductorios, se puede explicar aludiendo al sistema institucional de la ciencia y a la
formación dogmática del científico (Kuhn, 1962). También pesan sobre esta interacción
comunicativa factores culturales, políticos, económicos, etc. Somos sujetos constituidos
mediante procesos de socialización en el seno de grupos e instituciones particulares, con
ideologías específicas; cumplimos roles dentro de una universidad (que, en muchos
aspectos, es parecida a muchas otras universidades del país y del mundo); la mayoría
provenimos de hogares de clase media, lo que condiciona desde el dialecto que
utilizamos hasta nuestras experiencias de vida y temas de conversación. Tanto esta
universidad como las carreras que ustedes estudian son resultado de una historia
compleja. Pensemos que algunos de estos trayectos de formación académica eran
impensables hace apenas veinte o treinta años. La mención de todos estos aspectos
apunta a señalar la existencia de esta totalidad social que nos marca como personas y
que, de diversos modos, hace posible que nos encontremos en este proceso de
comunicación y que yo (re)escriba este texto y que ustedes asuman la obligación y el
desafío de leerlo.
culturales, económicas, políticas, jurídicas, etc., las cuales se manifiestan a través de los
géneros discursivos disponibles, de los temas que se pueden abordar, las restricciones
para el cumplimiento de los roles comunicativos, las estrategias de cortesía, las
expectativas de los participantes, entre otras cosas. Puede inferirse, entonces, que el
contexto no es solo lo que está con-el-texto, es decir, lo que lo acompaña o lo rodea. Es
el conjunto de las condiciones que hacen posible que un texto concreto sea producido,
circule y se recibido e interpretado por alguien.
Vale advertir también que el concepto de discurso que utilizamos no es el mismo que
concibe el sentido común. Como ustedes saben, usualmente las personas dicen o
escuchan expresiones como: “La directora pronunció un emotivo discurso ante los padres
y alumnos” o “El funcionario leyó un discurso”. En estos casos, se denomina discurso a
un tipo de texto específico: a uno que se lee o se improvisa ante un público.
Para nosotros, un discurso es algo más amplio: incluye el texto y la situación
comunicativa en la que este es producido. No importa si el texto es escrito u oral ni si son
puestos en circulación en un acto público o en una conversación privada. Entonces, en
un sentido estricto, un discurso no es un texto escrito que alguien lee en un acto público.
Es bastante más que eso.
Los textos (a los que también denominamos enunciados) no nacen solos ni crecen de
la nada. Son producidos en contextos específicos, por personas concretas que tienen
intenciones determinadas. El acto de producción de un texto se denomina enunciación y
consiste básicamente en que un hablante o escritor produzca un texto y, al hacerlo, dé
vida a un enunciador o locutor, que es la representación textual del posible autor. La
idea es simple: cuando escribimos una carta, por ejemplo, el receptor puede buscar las
huellas lingüísticas que le permitan inferir cómo es la persona que la escribió
(responsable, inteligente, experimentado, etc.), pero esa persona que él reconstruirá
mentalmente puede no ser una copia fiel de nosotros (de hecho, tienen que conocernos
muy bien para que lo sea). Muchas veces podemos fingir mayor desesperación de la que
sentimos o aparentar tener más información de la que tenemos.
En literatura, la separación entre escritor y locutor es más evidente que en la
comunicación no literaria. Un escritor hombre, que vivió toda su vida en Argentina, en el
siglo XX, puede hacer una novela en la que una mujer africana del siglo XIX cuente su
vida. Obviamente, no nos sentiríamos tentados de identificar a ambos.
Así como el complemento del emisor (hablante o escritor) es el receptor, el
complemento del enunciador es el enunciatario (el destinatario de la comunicación). Al
igual que el enunciador, el enunciatario puede coincidir o no con el receptor real del
texto. Además, puede ser explícito (el enunciador lo nombra o lo apunta directamente) o
puede ser implícito (el enunciador se dirige a alguien que no nombra).
Otra noción útil es la de representación discursiva, que se refiere a la imagen de la
realidad presente en el texto. No está de más recordar que los textos nunca reflejan la
realidad sino que transmiten una versión de esta. Al ser construidas y transmitidas a
través del discurso, estas imágenes son sociales y sirven como referencias compartidas
para que los sujetos interpretemos el mundo y planifiquemos nuestras acciones. Por
ejemplo, todos sabemos que algo especial ocurrió en el Virreinato de la Plata en mayo de
1810, que eso fue denominado revolución, que Mariano Moreno fue uno de los
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protagonistas más destacados, que ese hecho es tomado como la fundación de nuestra
nación, etc. No solo compartimos este conocimiento, sino que además sabemos qué este
acontecimiento se celebra públicamente, que, cuando vamos a estas celebraciones, se
canta el himno nacional, se demuestra respeto, se usa escarapela, etc. No todos nos
apropiamos de las mismas representaciones ni lo hacemos de la misma manera. Algunas
están muy extendidas y parecen poco problemáticas y otras, en cambio, son compartidas
solo por algunos grupos y el resto de la sociedad las considera polémicas o poco
interesantes o demasiado complejas.
Cada acto de enunciación forma parte de una práctica discursiva, que es la
interacción lingüística mediante la cual las personas expresan, negocian e imponen sus
representaciones discursivas. Toda producción lingüística está condicionada por los
diferentes factores que constituyen las instancias de producción, difusión y consumo
textual.
La noción de práctica discursiva da cuenta de este complejo entramado de
relaciones, que incluye, entre otras cosas, la selección o imposición de tipos textuales y
géneros discursivos.1 Estos últimos, los géneros discursivos, proponen los rasgos
básicos de la voz discursiva (quiénes son los participantes de la interacción lingüística y
cómo son construidos), del estilo (cómo son definidas las relaciones entre los
participantes), del modo (qué formas de textualización y de relaciones texto-contexto se
aplican) y del campo o tipo de actividad (qué clase de interacción social es la que
enmarca la producción, difusión y consumo del texto).
La práctica discursiva es un tipo de práctica sociocultural, caracterizada por el uso del
lenguaje. Tiene importantes efectos sobre la organización social, ya que permite la
negociación de normas, valores, roles, representaciones discursivas de personas,
eventos, etc.
Veamos un ejemplo: el de una escucha radiofónica. En este caso, el único texto
puesto en circulación es el del programa radial. Puede tratarse de una canción, de un
acto de locución típico de este medio (como, por ejemplo, cuando un locutor le habla a la
audiencia), de una entrevista hecha al aire, de la lectura de una noticia publicada en un
diario, etc.
Al igual que en una conversación telefónica, podemos reconocer dos microcontextos:
el de la locución radial (en la emisora) y el de la escucha (en el lugar donde se encuentre
el oyente). El microcontexto privilegiado por nosotros será el segundo. Aquí podemos
imaginar diferentes situaciones: una persona escucha un programa de folclore mientras
conduce un auto, otra persona escucha un programa sobre la actualidad política de la
ciudad en su casa, mientras atiende los deberes domésticos, etc. La situación pragmática
de recepción puede ser muy variable. El ámbito, el espacio, el momento, el oyente, etc.
no son algo predeterminado.
El macrocontexto, en cambio, es menos variable, ya que está constituido por
dimensiones de la estructura social que nos afectan a todos (aunque no de la misma
manera). Por ejemplo, vivimos en un país democrático y, si estamos en vísperas de
elecciones nacionales, es predecible que, en muchos programas de radio, se trate el
tema de las candidaturas, las alianzas, las denuncias, etc. Nuestro sistema económico es
1 La relación entre tipos textuales y géneros discursivos está desarrollada más adelante, en el capítulo
dedicado al discurso científico. Por ahora basta decir que los primeros son modelos de textos (los más
importantes son el narrativo, el expositivo, el argumentativo y el conversacional) y que los géneros discursivos
son básicamente un conjunto de pautas para la elaboración de textos dentro de un ámbito específico
(pedagógico, político, mediático, religioso, etc.). Se puede afirmar, entonces, que un género discursivo
determinado, el político, por ejemplo, incluye todos los textos políticos, sean producidos en el pasado, en el
presente o en el futuro.
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capitalista, por lo que podemos prever que en la programación de todas las radios haya
publicidades incitándonos al consumo. En nuestro país hay libertad religiosa, así que es
posible o bien que la radio pertenezca a una iglesia particular o bien que en una radio no
religiosa participe algún representante eclesiástico (a través de un ciclo, de una
entrevista, de un llamado telefónico, etc.). Como todos sabemos, en nuestra cultura el
fútbol ocupa un lugar muy importante, así que el oyente imaginario del ejemplo también
podría estar escuchando un partido por radio. Esto supone, también, un gran desarrollo
tecnológico y comercial. Pensemos en un partido que se juega en Buenos Aires y que es
retransmitido en una radio de Perito Moreno. Este proceso supone muchas mediaciones
(comerciales y técnicas).
Típicamente, en una entrevista radial hay dos emisores: el entrevistador y el
entrevistado. Ambos cumplen esa función de manera alternada (primero, habla uno y
después lo hace el otro). Así, como el rol de emisor es intercambiable, también lo es el
de receptor: cuando habla entrevistador, el entrevistado escucha y viceversa. También
hay un tercer receptor: el oyente del programa de radio. A diferencia de los otros dos,
este no puede actuar como emisor (salvo que se decida a llamar por teléfono y le
permitan participar de la entrevista). De esta manera, quedan identificados emisores
(entrevistador, entrevistado) y los receptores (entrevistador, entrevistado y oyente del
programa de radio).
En cuanto a los roles de enunciador y enunciatario, conviene recordar que estas son
las representaciones discursivas del emisor y del receptor, respectivamente. Cuando el
entrevistador toma la palabra, crea un enunciador que se identifica con él. Supongamos
que dice: “Yo quiero conocer su opinión al respecto”. En este caso “Yo” se refiere a un
enunciador identificado con el entrevistador. Lo mismo sucede con el entrevistado.
Cuando él dice: “Yo no estoy de acuerdo con el gobernador”, está poniendo en escena
un enunciador que coincide con él. Dicho de una manera más simple: el locutor y el
enunciador se identifican.
Ahora bien, el asunto se pone más interesante con respecto a la categoría de
enunciatario. Como ya dijimos, esta es la representación discursiva del receptor. El
enunciador que pone en escena el entrevistador puede tener como enunciatario al
entrevistado y, a su vez, el entrevistado puede poner en escena un enunciador que se
dirija a un enunciatario identificado con el entrevistador. Esto sería lo más típico. Cuando
el entrevistador dice: “Yo le pregunto a usted”, crea un enunciador que tiene como
enunciatario a la imagen del entrevistado (el político), es decir, el “Usted” del enunciado
tiene como único referente a la imagen del político. Lo mismo sucede cuando el
entrevistado dice “Quiero aclararle a usted algo”. Ese “usted” se refiere a la imagen del
entrevistador (el periodista).
Hasta aquí hemos desarrollado un nivel básico de análisis. Se puede alcanzar un
grado mayor de complejidad si imaginamos algunos enunciados como los siguientes:
a) “Lo que a los santacruceños nos interesa es qué va a pasar con el medioambiente”:
más allá de que esta frase sea producida por el periodista o por el político, el emisor creó
un enunciatario que no se corresponde exactamente con él, ya que es una creación
colectiva en la cual se incluye. Dicho de otra manera, se quita responsabilidad individual
ante lo que dice y, a la vez, legitima su postura al erigirse en representante de un grupo,
de un partido o de una sociedad. Es así que presenta un enunciador constituido por
mucha gente (“los santacruceños”).
b) “Lo que yo quiero explicarle a la audiencia es el porqué de mi postura. Cuando
ustedes, señor, señora, leyeron en el diario mi declaración, por ahí no entendieron lo que
estaba diciendo”. Si el político dice produce este enunciado, toma como enunciatario
explícito a toda la audiencia (la imagen de todos los receptores del programa) y no al
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periodista que lo entrevista. Dicho de otro modo, está tomando al entrevistador como un
medio para hacerle llegar el mensaje a los destinatarios a los que realmente apunta: los
votantes.
En fin, estas son algunas posibilidades. Ustedes pueden imaginar más.
Quienes opinan que la lengua no debe ser estudiada como un sistema autónomo y
aislado del contexto hacen hincapié en su finalidad comunicativa. Desde esta
perspectiva, es mejor hablar de lenguaje, porque es una noción que refiere tanto a la
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Imaginemos que, en medio del corte de agua de este febrero, un indignado vecino de
Caleta Olivia le dice a un funcionario municipal: “Disculpe, señor, pero ustedes los
políticos no se ocupan de los verdaderos problemas de la gente. No se puede vivir
parchando las cosas. En algún momento, hay que proyectar el futuro con seriedad y, sin
agua, no hay futuro”.
Ensayemos el análisis:
a) Función ideacional. El lenguaje construye una representación de la realidad en la que
se pueden reconocer dos actores sociales: “los políticos” y “la gente”. Ambos son
construidos como entidades homogéneas y diferenciadas entre sí. Los políticos son
mencionados como si fueran todos iguales y como si tuvieran igual responsabilidad en el
conflicto del agua. Se les atribuye desinterés en “los verdaderos problemas” de la gente y
una constante conducta asociada a la improvisación. Esta caracterización denuncia que
no están cumpliendo con su función. A la vez, se presenta el agua como un recurso
indispensable para el futuro.
b) Función interpersonal. El lenguaje también afecta las relaciones entre el hablante y el
oyente. En el texto, podemos reconocer en el texto marcas de cortesía que indican
respeto (“Disculpe, señor”). El hablante formula su reclamo de un modo que no resulta
demasiado agresivo.
c) Función textual. El lenguaje también hace posible la elaboración de un texto adecuado
a la situación. El texto del ejemplo es oral y puede ser emitido en el contexto de una
conversación en un lugar público o en uno privado. Es breve, coherente y está bien
organizado gramaticalmente.
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Llamamos dialecto al conjunto (ordenado) de formas lingüísticas que utilizan, en forma ideal,
todos los miembros de una comunidad lingüística para comunicarse entre sí.
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Dialectos
Sociolecto: Variante propia de cada clase, estrato o grupo diferenciado según criterios
socioeconómicos (clase alta, media, baja / escolarizada, no escolarizada).
Cronolecto: Variante que permite distinguir a los hablantes de acuerdo a los grupos
generacionales a los que pertenecen (infantil, adolescente, adulto).
Lecto regional: Variante propia de cada región geográfica (se distingue del dialecto
general o estándar).
Idiolecto: Variante característica de cada persona, formada principalmente por la
combinación de los cuatro dialectos anteriores.
Estilos
Formal / informal: Adecuación del dialecto según el grado de formalidad
Oral / escrito: Adecuación del dialecto al medio (oral y escrito, en el medio escrito hay
que distinguir la comunicación mediata -típicamente, la carta- y la inmediata
2 Claro que sería una ingenuidad creer que el estilo académico es el único estilo presente en la clase. Cuando
los alumnos hablan entre sí, tratando de que no los escuche el docente, utilizan uno no académico. Incluso el
mismo docente, por diferentes motivos, puede abandonar por un instante el estilo académico y pasar a este
otro.
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-el chat).
Subjetivo / objetivo: Adecuación del dialecto según el grado de manifestación de la
subjetividad del autor en su enunciado (en 2.2.1. desarrollaremos este
punto).
Técnico / no técnico: Adecuación del dialecto a la actividad laboral.
Literario / no literario: Adecuación del dialecto según el tipo de elaboración retórica
requerida o conveniente para lograr fines determinados (en ocasiones, un
hablante producirá un texto “florido” para tratar de conmover o convencer al
receptor).
Académico / no académico: Adecuación del dialecto según el grado de dominio de
términos teóricos y expresiones típicas de los textos académicos.
Etc.
Sociolecto
Cronolecto
Dialectos Lecto regional
Tecnolecto
Variaciones del lenguaje Idiolecto
Formal / informal
Oral / escrito
Estilos Objetivo / subjetivo
Literario / no literario
Académico / no académico
3 Pensemos en el modo en que pronuncia esta palabra un hablante de Buenos Aires (algo parecido a “sho”) y
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Papá Noel:
Multirrubro Bochinche
donde los caprichos se hacen realidad
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4 En este ejemplo, el emisor puede haber sido el dueño del multirrubro o el publicista del diario o ambos.
Todo texto escrito es producido por al menos una persona, que es quien elabora una idea, toma una lapicera
y un papel o se sienta frente a una computadora y redacta el texto. El enunciador, como ya sabemos, es un
sujeto discursivo, por lo tanto no tiene existencia real. Aquí, el enunciador es Multirrubro Bochinche.
Podemos darnos cuenta fácilmente de que se trata de una entidad discursiva, ya que es imposible que este
multirrubro se siente frente a una computadora a escribir una carta a Papá Noel. En este caso, el emisor y el
enunciador no están identificados. El emisor puede ser Juan Pérez, publicista de un diario, y el enunciador
una empresa. El enunciatario y el receptor tampoco coinciden. Los receptores serán los lectores del diario y
Papa Noel, como ustedes saben, no existe (perdón si para alguno de ustedes este último comentario fue una
revelación).
5 Conviene advertir que, dentro de la lingüística, coexisten diferentes criterios para la discriminación de
competencias. Por ejemplo, una de las más difundidas en la actualidad es la de Kerbrat-Orecchioni (1980),
quien incluye lo que aquí denominamos competencia lingüística dentro de lo que ella denomina competencia
lingüística y paralingüística y lo que aquí denominamos competencia comunicativa y competencia cultural
dentro de lo que ella denomina competencia ideológica y cultural.
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uso de estilos específicos (se podría decir incluso que los prescriben).
Como vemos, en cada acto de enunciación, además de importar el ámbito donde
estamos (el contexto objetivo), importa lo que somos, es decir, el desarrollo singular de
nuestras competencias, las que se ponen en juego en dicho acto y permiten que este se
lleve a cabo. De ellas dependen el modo en que organicemos el enunciado, las
facilidades que tengamos para comprenderlo o para lograr nuestros fines pragmáticos
(informar, persuadir, ordenar, etc.).
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, además de este componente cognitivo
conformado por las competencias apuntadas, en nuestra conducta influye también un
componente afectivo o anímico (factores psi, según Kerbrat-Orechioni, 1980).
Situación comunicativa
6 Esta selección de componentes es, básicamente, una síntesis de las propuestas de Hymes (1972) y
Halliday (1978).
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Además de establecer el criterio más apropiado para cada caso, tenemos que tener
en cuenta dos cosas:
a) el tema cambia en el transcurso de las interacciones y este cambio puede ser sutil;
b) además del tópico global o tema discursivo, cada hablante tiene su propio tema.
El tópico global es el resultado de la negociación de representaciones, normas y
valores efectuada por los hablantes. Se sostiene sobre un bagaje presuposicional, es
decir, por la información acumulada progresivamente durante el transcurso de un evento
comunicativo, constituida por: a) saberes enciclopédicos, b) conocimientos referidos a la
situación comunicativa, compartidos por los participantes, c) por la parte ya realizada del
discurso mismo.
El tema del hablante es el resultado del intento de hablar acerca de lo que se cree
que se habla (Brown y Yule, 1983). Está determinado por las motivaciones y los intereses
particulares de cada participante.
Otro aspecto particularmente complejo de la situación comunicativa es la
ritualización, concepto que puede ser definido como un proceso colectivo mediante el
que se convencionaliza algo (procedimientos, roles, formas de comunicación). Su
existencia es fundamental para la constitución de cualquier sociedad, ya que es
imprescindible la consolidación de una tradición que provea a cada individuo de fórmulas
preestablecidas para desempeñarse en el mundo.
Sin ritualización, las acciones de los seres humanos estarían indeterminadas: habría
que decidir en cada instante qué y cómo hacer. El margen de incertidumbre sería
enorme: no sabríamos qué esperar de los demás. Habría que fundar la organización
social a cada instante y su duración sería fugaz. La acción social, entonces, es
estructurada y esta estructuración, para que sea efectiva, debe ser instaurada y aceptada
por convención. En este proceso hay una enajenación, una extrañación. Los seres
humanos, a través de la interacción, generan normas que son transmitidas de generación
en generación y que son recibidas como una herencia, como algo normal.
La comunicación humana está regulada de múltiples maneras: la lengua es un
sistema de reglas que especifican las posibilidades combinatorias de signos (los que
también son instituidos por convención –pensemos en el léxico), los roles también
prescriben modos de acción (los maestros deben hacer cosas de maestros, los
vendedores, de vendedores, etc.), las acciones comunicativas están preestructuradas
(por ejemplo, para comprar un vestido hay que cumplir una serie de pasos determinados:
saludar, preguntar por el producto, emitir una evaluación, confirmar la compra, pagar,
saludar), etc.
La noción de grado de ritualización indica que hay situaciones comunicativas
sometidas una convencionalización mayor que otras. Así, una misa católica exhibe un
alto grado de ritualización: hay roles, momentos y secuencias de textos establecidos por
convención. En el otro extremo, está la conversación entre amigos: los temas son
diversos, el uso de registros también; los participantes no se ven obligados a cumplir
pasos preestablecidos (pueden interrumpirse unos a otros, reírse, levantarse para ir al
baño, cambiar de tema con facilidad, etc.). Sin embargo, toda situación comunicativa
tiene al menos un umbral mínimo de ritualización: hay que respetar, al menos, las reglas
gramaticales y ciertas normas éticas. Los sonidos que emitimos en una conversación
entre amigos se corresponden con los fonemas del español y están organizados en
palabras existentes por convención. Y, por supuesto, hay cosas que no haríamos delante
de ellos.
La socialización consiste en el aprendizaje de las convenciones que estructuran las
diferentes esferas de actividad social. Cuando vamos a la escuela, por ejemplo, tenemos
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que aprender las normas de la institución, las que, entre otras cosas, definen los modos
de comunicación. Lo mismo, cuando empezamos a trabajar o a ir a un club de fútbol o a
una iglesia o a un partido político.
La ritualización tiene efectos cognitivos beneficiosos, porque reduce la tensión que
supone planificar las acciones y también comprenderlas. Luego de ir a dos, tres o cuatro
misas católicas, ya podemos tener una idea bastante clara de qué es lo que podemos
esperar en la próxima. El mundo se vuelve predecible, estable, tranquilizador.
Por último, asumir que la ritualización es inevitable en la sociedad no implica que
todo tienda inevitablemente hacia la reproducción. A la vez, todo varía. El lenguaje, los
roles, los temas de conversación, etc. Aunque suene a paradoja, la innovación es posible
porque hay ritualización.
Antes de pasar a la última sección del capítulo, veamos un ejemplo que nos permita
retomar varias de las categorías planteadas hasta aquí. Imaginemos que, en Los
Antiguos, una joven llamada Adriana Giménez está en su trabajo y recibe la siguiente
llamada a su teléfono celular:
-Mi nombre es Sonia Tejeira y [yo] le hablo en nombre de la empresa de seguros La Tercera
-Si le parece bien, [yo] puedo llamarla más tarde, cuando esté más tranquila.
-¿Le parece que [yo] la llame dentro de cuatro horas, digamos, a las 15.30hs?
-Perfecto, Andrea, [yo] ya la agendé. Entonces [yo] la llamo a las 15.30 de hoy, lunes 23. [Yo] Le
sugiero que...
-[Yo] Le pido disculpas por la confusión. [Yo] Espero que tenga una buena mañana. [Usted y yo]
Hablamos más tarde.
Todas las formas gramaticales de primera persona del singular remiten a Sonia
Tejeira en tanto enunciadora, es decir, a una representación discursiva de Sonia Tejeira
hablante.
Sonia Tejeira (hablante) pone en escena también un enunciador grupal: la empresa
de seguros La Tercera. Para referirse a ella utiliza la primera persona del plural:
-Nosotros estamos asociados al banco del usted es cliente y, como parte de una campaña
promocional, queremos hacerle llegar una oferta muy ventajosa...
-¿Dispone de cinco minutitos para escuchar lo que [nosotros] tenemos para ofrecerle?
-Pero, estimada Adriana, qué son cinco minutitos cuando [nosotros] estamos hablando de la
protección de sus seres queridos, su familia, que es lo más valioso que uno tiene en la vida, ¿no?
¿Está de acuerdo con nosotros en que la familia es lo más importante del mundo?
-Sin embargo, también estará interesada en lo que [nosotros] podemos ofrecerle.
-Le sugiero que esta tarde tenga a mano su tarjeta de crédito así [nosotros] podemos confirmar los
datos de su perfil.
Este análisis es más sencillo que el anterior. Adriana Giménez no pone en escena
más enunciadora que una representación discursiva de sí misma y apenas explicita quién
es la destinataria directa de sus textos. Esto se debe a que Sonia Tejeira es quien tiene
la iniciativa discursiva, es decir, quien habla más y quién propone los temas de
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Como vimos en 1.2.3., cuando nos referimos a las distinciones dialectales, no todos
hablamos del mismo modo. Estas variaciones lingüísticas derivan a su vez de variaciones
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El mercado lingüístico
Bourdieu construyó un modelo teórico que permite concebir la cultura (el mundo de
los bienes simbólicos) en términos de la economía (el mundo de los bienes materiales).
Esto es, estableció una analogía entre ambas transpolando las reglas económicas al
campo de la cultura. Pudo reconocer, entonces, la existencia de dominadores y
dominados, los que, como ocurre en el plano económico, se diferencian por el tipo de
capital que poseen. En el plano de la cultura, se constituye un mercado simbólico en el
que se configuran y cotizan los capitales simbólicos que los diferentes grupos sociales
poseen. Así, en este mercado, por ejemplo, el rock de Los Redondos tiene un precio más
alto que la cumbia villera y una película protagonizada por Ricardo Darín tiene un valor
mayor que una película protagonizada por Susana Giménez.
Bourdieu continúa por esta vía para justificar también la existencia de un mercado
lingüístico (1991), la instancia en la que los dialectos son valorados y puestos en
circulación. Lo interesante de esta noción es que permite situar las interacciones
lingüísticas en contextos sociales complejos, constituidos por diferencias y relaciones de
dominación y resistencia. Cada vez que hablamos, somos evaluados. Más
específicamente, el modo en que hablamos, el dialecto que utilizamos y los temas que
tratamos determinan la imagen de nosotros que los otros se forman.
El mercado lingüístico jerarquiza dialectos, discursos y capacidades comunicativas,
elementos que son convertidos en capital lingüístico y a los que se les asigna distintos
precios. Para que esto sea posible, el mercado debe estar unificado bajo una relación de
dominación que rija sobre la variedad de dialectos existentes en una sociedad. Cuando
se normativiza un dialecto y, a través de diferentes instituciones oficiales y no oficiales, se
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Introducción al Análisis y Producción del Discurso Científico
Sebastián Sayago
2014
Pero, al hablar, hacemos algo más que comunicarnos y diferenciarnos: en este mismo
proceso, también ocultamos nuestras diferencias. Desde una perspectiva afín, Raiter
(1995) destaca tres funciones del discurso que están fuertemente relacionadas entre sí:
a) la persuasión: utilización del discurso para lograr la modificación de las conductas,
creencias o actitudes del receptor;
b) la construcción de verosimilitud: elaboración de una imagen discursiva de la realidad
que parezca verdadera y
c) la puesta en aceptabilidad: instalación de una imagen discursiva de la realidad en la
visión de mundo de varios grupos sociales.
Estas tres funciones son fundamentales tanto para la producción y reproducción del
orden social como para su transformación. Por un lado, para que la sociedad exista como
una totalidad organizada es necesario que, mediante la comunicación persuasiva, un
grupo imponga a los otros una imagen discursiva de la realidad que les permita validar
un determinado orden social. Por otro lado, ninguna imagen discursiva de la realidad
puede ser aceptada por todos los grupos (al menos, no por mucho tiempo), por lo que
las posibilidades comunicativas del discurso también sirven para la resistencia y el
cambio. Así, un grupo puede elaborar una imagen verosímil de la realidad que se oponga
a la imagen dominante y luchar por su puesta en aceptabilidad. Pensemos, por ejemplo,
en la exitista representación de la Guerra de Malvinas que trató de imponer la última
dictadura militar en Argentina y su confrontación con la desencantada representación
resultante una vez acabado el conflicto.
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