2024. PRINCIPIOS PARA EL EJERCICIO DE LA PSICOLOGIA (1)
2024. PRINCIPIOS PARA EL EJERCICIO DE LA PSICOLOGIA (1)
2024. PRINCIPIOS PARA EL EJERCICIO DE LA PSICOLOGIA (1)
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
MODALIDAD ESCOLARIZADA
Plan 2024
Actualización
2024: MC. García Martínez
Verónica Elizabeth MC. Gómez
Acosta Giselle Jaqueline
PROGRAMA DE ESTUDIO
1. DATOS DE IDENTIFICACIÓN
Clave: 22102
2. PROPÓSITO
Los estudiantes del primer semestre logran identificar los principios, normas y consideraciones éticas para su
futuro ejercicio profesional, aplicando la normativa jurídica y fundamentos legales que en México son clave
para un ejercicio profesional ético como psicólogos en sus diversas áreas de acción, respetando la normativa,
conductas y obligaciones que implica el ejercer la psicología.
3. SABERES
Teóricos: - Identifica los principios éticos y deontológicos del quehacer profesional del
psicólogo en diversos campos de intervención profesional.
PROGRAMA DE ESTUDIO
- Analiza los valores éticos de la disciplina psicológica, cuyo valor supremo es “tomar
a la persona siempre como un fin y nunca como medio para otra cosa que no sea su
propio perfeccionamiento como persona”.
- Recupera los principios y normas morales de la práctica profesional de la psicología.
“Son orientaciones o guías para que la razón humana pueda saber cómo se puede
concretar el valor ético último: la dignidad de la persona humana”
Actitudinales: - Interioriza los valores, principios y normas morales del quehacer profesional
psicológico.
4. CONTENIDOS
PROGRAMA DE ESTUDIO
PROGRAMA DE ESTUDIO
Parcial: Final:
Estar inscrito en el periodo que corresponde. Actividades de clase 25%
Contar con el 80% de asistencias para tener derecho a Actividades extra clase 25%
ser evaluado. Evaluación sumativa 25%
Actividades de clase. Proyecto o actividad final 25%
Actividades extra clase entregadas en tiempo y forma.
7. RECURSOS DIDÁCTICOS
Presentaciones de Power Point, proyector, laptop, cartulinas, plumones, adhesivos de colores, videos.
8. FUENTES DE INFORMACIÓN
Bibliografía básica
URL o biblioteca
Autor(es) Título Editorial Año digital donde está
disponible
Sociedad
Código ético
Mexicana de Trillas 2007
del
Psicología
psicólogo
Hinojos
a Consideraciones:
FMP 2022
Mendoz Ética en Psicología
a
Berenic
e
http://ru.juridicas.un
La ética, los
Julio Zan colecciones 2004 am.mx/xmlui/handle
derechos y la justicia
/123456789/11142
El consentimiento https://www.anmm.
Xavier A. López-de informado en la org.mx/bgmm/1864
Gac Méd Méx S/F
la Peña legislación en salud _2007/1996-132-5-5
en México 51-557.pdf
Bibliografía complementaria
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
PROGRAMA DE ESTUDIO
PROEA SAU UAS FPE-02-2022
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
PROGRAMA DE ESTUDIO
URL o biblioteca
Autor(es) Título Editorial Año digital donde está
disponible
THE FOUNDATIONS
EL PROFESIONAL DE
OF BIOETHICS. NEW
GRACIA, D. LA PSICOLOGÍA Y SU 1987
YORK:
“ETHOS”
OXF.UNIV.PRESS
FILOSOFÍA DEL
GACETA MÉDICA DE
CF. J. GONZÁLEZ SUICIDIO: SOBRE LA 1983
MÉXICO
ÉTICA PROFESIONAL
http://www.scielo.e
ÉTICA PARA
du.uy/scielo.php?scri
OMAR PSICÓLOGOS:
DECLÉE DE BROWER 1996 pt=sci_arttext&pid=S
FRANCA-TARRAGÓ INDUCCIÓN DE LA
1688-422120120002
PSICOÉTICA
00009
Federación
Nacional de
https://colegiopsicol
Colegios,
Código de Ética de ogiaedomex.org.mx/
Sociedades y
las y los Psicólogos FENAPSIME 2018 wp-content/uploads
Asociación de
Mexicanos /2022/10/codigo-de-
Psicólogos de
etica.pdf
México
(FENAPSIME)
http://paginasperson
ales.unam.mx/app/
JULIANA EL ETHOS, DESTINO
COLEC, FILOSOFÍA 1996 webroot/files/5880/
GONZÁLEZ DEL HOMBRE
Asignaturas/1878/Ar
chivo2.4607.pdf
http://pepsic.bvsalu
ROSÁNGELA ÉTICA Y PSICOLOGÍA PERSPECTIVAS
2004 d.org/pdf/pp/v5/v5a
MENDOZA, MA. CLÍNICA PSICOLÓGICAS
04.pdf
GALÁN JÍMENEZ,
JAIME SEBASTIAN
ÉTICA Y http://www.spenta
F. & DE
SUPERVISIÓN EN DAENA 2018 mexico.org/v13-n1/
ÁVILA
PSICOTERAPIA A3.13(1)28-40.pdf
RAMÍREZ,
XOCHIQUETZALY
YERUTI
PROGRAMA DE ESTUDIO
https://revistas.ucat
REFLEXIONES SOBRE
MYRIAM RÍOS olicaluisamigo.edu.c
LA ÉTICA DEL POIÉSIS 2017
MADRID o//index.php/poiesi
PSICÓLOGO
s/article/view/2501
https://cssp.gob.sv/
JUNTA DE wp-content/upload
CÓDIGO DE
VIGILANCIA DE LA INICIATIVA s/2017/05/C%C3%9
ÉTICA DE LA 2021
PROFESIÓN EN SPOTLIGHTH 3DIGO-DE-%C3%89
PROFESIÓN EN
PSICOLOGÍA TICA-ACTUALIZADO.
PSICOLOGÍA
pdf
https://www.couns
eling.org/docs/defa
ult-source/default-d
ocument-library/20
CÓDIGO ÉTICA DE
APA COUNSELING.ORG 2014 14_code_of_ethics_
LA APA
ph_spanishaddress.
pdf?sfvrsn=336b53
2c_4
Licenciado en psicología adscrito a la Facultad de Psicología con conocimiento y manejo del Código Ética del
Psicólogo.
con las cuales se busca que el estudiante conozca las implicaciones ético y
psicólogo.
Referencias
Colecciones
C a p í t u l o 1
CONCEPTOS DE ”ÉTICA” Y MORAL
19
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
1
Retomo en este punto conceptos desarrollados en mis libros anteriores: J. De Zan, Panorama de la ética
continental contemporánea, Akal, Madrid, 2002, cap. 2 “Moralidad y eticidad. Una disputa contemporánea
entre Kant y Hegel”, pp. 17-28; cf. también, J. De Zan, La filosofía práctica de Hegel, ICALA, Río Cuarto,
2003.
2
GWF Hegel, Filosofía del derecho, “Introducción”, § 33
20
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
punto de vista de la ética kantiana. Hegel comprende la eticidad concreta como
esencialmente histórica y piensa que recién en el sistema de las instituciones del
Estado de derecho y de la sociedad civil moderna se ha alcanzado una eticidad que
respeta y realiza, en principio, las exigencias de la moralidad. Por eso para Hegel
no se pueden ya contraponer moralidad y eticidad.
El uso de los términos “moralidad” y “eticidad” en el lenguaje filosófico
post- hegeliano ha asociado algunas veces el punto de vista de la eticidad con el
historicismo y el relativismo ético, y por otro lado, en cuanto este punto de vista se
remite a las costumbres e instituciones de una tradición, presenta un sesgo que se
ha considerado también como conservador. El término “moralidad” se asocia en
cambio con la preten- sión de fundamentación filosófica de principios morales
igualmente válidos para todos los seres humanos, es decir, con una posición
filosófica racionalista y universalista. El punto de vista de la moralidad se ha
considerado también como una orientación más crítica y progresista. Es claro que
los calificativos “conservador” o “progresista”, aso- ciados a la ética de la eticidad y
de la moralidad, respectivamente, son valoraciones relativas y polémicas. Si se
atiende a las orientaciones más recientes del pensamiento posmoderno puede
decirse que estas valoraciones tienden a invertirse.
Los ensayos de síntesis o de unificación de estas dos instancias de la “ética”
y la moral (como el que llevó a cabo Hegel en su sistema) así como el abandono de
alguna de ellas, o el reduccionismo de la una a la otra, se han mostrado, sin embar-
go, como operaciones inconsistentes en la teoría y de alto riesgo en la praxis.
Parece, por lo tanto, que en la situación posmoderna debiéramos mantener o acen-
tuar más bien esta diferencia y contar, al mismo tiempo, con Aristóteles y con Kant
como dos fuentes complementarias e irreductibles del pensamiento ético, renun-
ciando al proyecto de una teoría unificada.
Algunos filósofos contemporáneos (como Paul Ricoeur, Jürgen Habermas,
Ronald Dworkin, Richard Rorty, B. Williams, etc.) han retomado esta diferencia
independientemente de los presupuestos sistemáticos de la filosofía de Hegel, en-
tendiendo en general a la moral como la tematización de los principios universales
de la moralidad y a la “ética” como la tematización del ethos histórico particular de
cada comunidad. “Moralidad” alude a la forma incondicionada del deber, de la
obligación, de la rectitud, la justicia y la solidaridad en las relaciones con los de-
más; al respeto de la dignidad de la persona, de la pluralidad de las culturas, de las
formas de vida y de los derechos humanos fundamentales. (Esta es la dimensión
de lo moral que ha sido especialmente puesta de relieve y estudiada por Kant y por
las teorías éticas de orientación kantiana).
El ethos, en cambio, en cuanto tema de la “ética” en el sentido al que nos
estamos refiriendo, se puede describir como un conjunto de creencias, actitudes e
ideales que configuran un modo de ser de la persona, o la “personalidad cultural
21
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
básica” de un grupo humano, tal como la conciben los antropólogos. Por eso la
“ética” alude en este sentido a una concepción de la buena vida, a un modelo de la
vida virtuosa y a los valores vividos de una persona o de una comunidad, encarna-
dos en sus prácticas e instituciones. La “ética” así entendida se interesa ante todo
por el sentido o la finalidad de la vida humana en su totalidad, se interesa por el
bien o el ideal de la vida buena y de la felicidad. Estos otros son los temas en los
cuales se han centrado las teorías éticas de orientación aristotélica y hermenéutica.
En la “ética” se revelan o se encuentran ya dados incluso los fines más elevados
que orientan la existencia del hombre o de los miembros de una comunidad en
cuanto tales, y a través de los cuales ellos creen poder alcanzar la felicidad o el
bien supremo. Así entendida, la “ética” se vincula íntimamente, casi siempre, con
la religión.
Otros filósofos actuales han redescubierto por su propia cuenta esta diferen-
cia entre la “ética” y la moral, independientemente de la tradición del debate de la
moralidad y la eticidad en la filosofía continental. Michel Walzer alude a esta
diferencia con los términos thick y thin. Toma la idea de densidad (thickness) como
“un tipo de argumentación moral referencialmente rica, culturalmente resonante y
ligada a un sistema o red simbólica de significados locamente contextualizada”:
esto es la “ética” en el sentido en que se usa el término en este libro. “ Thin, tenue,
es simplemente el término de contraste” (la moral). 3 John Rawls trabaja en cambio
con la diferencia y el solapamiento de las “doctrinas comprensivas” de las diferen-
tes comunidades y los principios universalizables de la justicia como equidad que
conforman la estructura de una sociedad bien ordenada. 4 Esta diferenciación, que
es tan importante en Rawls, es también básicamente equivalente. El núcleo de
unas “doctrinas comprensivas”, en la terminología rawlsiana, es una “ética”; y la
“teoría de la justicia” de este autor es una teoría sobre la moral pública de una
sociedad pluralista y democrática.
La ética que ha de regir las relaciones en el ámbito intercultural e internacio-
nal no puede tener un contenido mucho más rico que el de los principios de justicia
y de solidaridad humana; es una ética mínima, 5 tenue o delgada, que carece de la
densidad sustantiva de las valoraciones fuertes y de los modelos de vida virtuosa
propios de cada comunidad. En este contexto, thin no quiere decir sin embargo
débil, aclara Walzer, sino que, por el contrario, es como la escueta y descarnada
estructura ósea del esqueleto que sostiene desde dentro las bellas formas del cuer-
po humano. La metáfora del esqueleto no es de Walzer, pero me parece útil para
representar las relaciones de la “ética” y la moral. La moralidad universalista se ha
3
Michel Walzer, Thick and Thin. Moral Arguments at home and Abroad, New York, 1994.
4
John Rawls, Political liberalism, New York, 1993.
5
Cf. Adela Cortina, Ética mínima, Madrid, 1986.
22
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
comprendido a veces como un corsé impuesto desde fuera a la vida “ética” por una
racionalidad abstracta que niega las diferencias. Pero este sesgo de la moralidad
universalista queda enteramente disuelto si se abandona el método kantiano del
construccionismo racional a priori y se lo reemplaza por un procedimiento
hermenéutico reconstructivo que busca explicitar y fundamentar los principios
básicos de la moral a partir de las experiencias de la vida buena y del ethos vivido,
como las condiciones normativas necesarias de su propia existencia, o como la
gramática universal de la interacción humana con sentido.
Esta es la diferencia que ha dado lugar a la formación de las teorías éticas
rivales que mencionábamos al comienzo: 1) ética deontológica, formal o de nor-
mas, o ética de la justicia; y 2) ética teleológica, material, de los valores y de las
virtudes, o ética del bien. Sin embargo, la aparente oposición de estas teorías éticas
que se presentan como alternativas, debería resolverse en alguna forma de integra-
ción o de complementariedad, por cuanto se trata en realidad de una diferencia que
no es meramente teórica, sino que pertenece al campo objetivo de los fenómenos
morales y, en consecuencia, tanto las teorías éticas como la educación deberían
trabajar con esta diferencia. La búsqueda de la integración y de la articulación de
la moralidad universalista con los valores e ideales de la vida buena de los grupos
y culturas históricas particulares y con la problemática de las identidades y de las
diferencias es uno de los temas más significativos de las reflexiones éticas con-
temporáneas. Esta distinción entre lo“ético” y lo moral se reencuentra en ambos
lados: tanto en el campo objetual, de los fenómenos morales, como en el campo
epistémico de la Ética como disciplina filosófica (que debería estudiar por separa-
do estos dos temas de la “ética” y la moral), o de las teorías éticas, que se concen-
tran muchas veces en uno solo de estos campos.
Atendiendo a la crítica que me ha hecho R. Maliandi, 6 de que “convendría
tomar recaudos aclaratorios para evitar la confusiones originadas en la ambigüe-
dad del término”, o en los dos sentidos diferentes con los cuales se usa, escribiré la
palabra “ética” entre comillas siempre que se refiera a este concepto que se define
como diferente de la moral. Ética, sin comillas (y con mayúscula cuando es usada
como sustantivo) se refiere en cambio en este libro a la disciplina filosófica y a las
diferentes teorías éticas que han desarrollado los filósofos. La convención
terminológica enunciada, si bien es bastante corriente en el lenguaje filosófico
contemporáneo, puede ofrecer otra dificultad con el uso de la palabra “moral” en
el lenguaje cotidiano, porque con ella se alude por lo general a la subjetividad de la
conciencia y a la responsabilidad personal. La ética de Kant parece decir, en cam-
bio, lo contrario de este sentido usual cuando sostiene como tesis central que la ley
6
Ricardo Maliandi, Ética: conceptos y problemas, Biblos, 2004, p. 75.
23
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
2. COMUNIDADES HOMOGÉNEAS
Y SOCIEDADES MULTICULTURALES
24
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
liberal, los comunitaristas ponen de relieve que el individuo no precede en realidad
a su comunidad, sino que, por el contrario, depende profundamente de ella. Los
valores y creencias, o la comprensión del mundo comunitaria, determinan su
autocomprensión y con ello también su identidad. Extremando esta línea de pensa-
miento, algunos llegan a decir que el individuo no elige libremente (aunque crea
hacerlo así) sus valores y los fines fundamentales, sino que los encuentra siempre
ya ahí en la tradición histórica de su comunidad. Uno de los comunitaristas promi-
nentes, que es Alasdair MacIntyre, expresa con el mayor vigor esta interpretación:
“Soy hijo o hija de alguien... ciudadano de esta o aquella ciudad, miembro de este
o aquel gremio o profesión... Como tal heredo del pasado de mi familia, mi ciudad,
mi tribu, mi nación, una variedad de deberes, herencias, expectativas correctas y
obligaciones. Ellas constituyen los datos previos de mi vida, mi punto de partida
moral”.7 El tipo de identidad en la que piensa este autor es la identidad convencio-
nal de las sociedades premodernas en las que la dinámica del cambio y la movili-
dad social eran casi inexistentes, y el individuo quedaba ya identificado de manera
“natural”, no por sus elecciones, sino por su nacimiento en determinada familia,
etnia, lugar y clase social o corporación, por los roles sociales y las funciones
profesionales que heredaba de sus antepasados.
El avance del proceso de modernización, la movilidad social, territorial y
profe- sional de amplios sectores sociales, la apertura al mundo, la globalización,
etc., han erosionado y puesto en crisis los restos de aquel tipo de cultura tradicional
y las iden- tidades estáticas, ligadas a las estructuras corporativas de las sociedades
premodernas que algunos comunitaristas quisieran restaurar o mantener, y han
difundido otros valo- res que tienen que ver con la vida privada y la libertad
individual para elegir diferentes planes de vida, para buscar otros horizontes fuera
del lugar de origen, cambiando los roles heredados y las posiciones sociales, etc. Se
habla de la transición de un modelo de identidad fuerte, estable y cerrada, a un
nuevo tipo de identidades abiertas, menos duras y más dinámicas. En la
terminología de Paul Ricoeur8 se trata del paso de la identidad “idem”, que forma
parte de lo involuntario de nuestro ser y denota perma- nencia inalterada del
carácter, como herencia natural y cultural, a la identidad “ipse”, entendida como
fidelidad a las propias elecciones de la libertad y mantenimiento de la palabra dada,
como lealtad y cumplimiento de las promesas. Esta es la identidad pro- piamente
moral, que se ha desprendido ya de los presupuestos sustancialistas de un núcleo
inalterable de la personalidad. Este sentido de la identidad moral tiene su ancla- je
más profundo, según mi manera de ver,9 en la fidelidad a la verdad, no como algo ya
dado, sino como el horizonte o la meta de una búsqueda del sentido, que implica
7
A. MacIntyre, Tras la Virtud, Barcelona, 1984, pp. 271-272.
8
P. Ricoeur, Soi-même comme un autre, París, 1996.
9
Cf. J. De Zan, “Identidad y universalidad”, en Erasmus, nº 1, Río Cuarto, 1999.
25
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
26
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
sociológico la progresiva privatización de los ideales y modelos éticos no quiere
decir que pueda admitirse también la privatización y la relatividad de todos los
valores y de los principios morales, porque sin una moral pública no es posible el
orden político, el derecho, ni la sociedad misma.
10
Cf. Adela Cortina, “Moral dialógica y educación democrática”, en Ética aplicada y democracia radical,
Tecnos, Madrid, 1993, pp. 210 y ss.
27
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
11
I. Kant, Fundamentación de la Metafísica de las costumbres, (Ak. Ausg., IV, 415), edición española bilin-
güe, Ariel, Barcelona, 1996, p. 161.
12
Cf. K.-O. Apel, Diskurs und Verantwortung, Fráncfort, 1988.
28
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
justificadas conforme a algún criterio intersubjetivamente válido, más allá de la
propia conciencia individual o de grupo. Ahora bien, claro está que las decisiones
de la con- ciencia privada del individuo (o de los grupos sociales), así establecidas
y fundadas solamente en sus preferencias subjetivas o en las convenciones
particulares ligadas al contexto social y cultural, no pueden tener pretensiones de
validez ni exigir reconoci- miento más allá de la propia esfera privada de la vida
individual o del grupo social de pertenencia. Pero si se acepta esta reducción de la
moralidad a la esfera de la vida meramente privada, ¿cómo habrá de ser posible
fundamentar entonces las condicio- nes para que la libertad de cada uno pueda
coexistir con la libertad de todos los otros, en el marco de una ley general?”.13 La
privatización de la moralidad le quita el piso al propio Estado de derecho de las
democracias liberales.
Se ha creído a veces que el rechazo del modelo autoritario de la educación
ética de las sociedades tradicionales premodernas, como “inculcación” de deter-
minados valores o como “indoctrinación” (que es el que practican todavía las so-
ciedades cerradas y las ideologías fundamentalistas) y que las condiciones desea-
bles de una sociedad abierta, pluralista y democrática tienen que llevar a prescindir
de la fundamentación de principios o de normas morales universales y a practicar
una educación moralmente neutra o aséptica. ¿Pero cómo se podrían fundar enton-
ces las exigencias de moralidad de la vida pública y de justicia y solidaridad so-
cial? Para responder hoy adecuadamente a estos problemas es preciso trabajar con
la diferencia conceptual enunciada al comienzo.
1) Retornando en primer lugar las preguntas antiguas clásicas sobre cómo
es posible la educación “ética” y moral, podría decirse ahora que la dificultad
mayor del problema ha estado precisamente en la no diferenciación de los campos
que la filosofía contemporánea distingue con estos dos términos, porque la res-
puesta es muy diferente para cada caso. El procedimiento pedagógico de la “ética”
es narrativo y hermenéutico. Como lo ha mostrado particularmente A. MacIntyre,
el método tradicional de la educación en la “ética” del bien y de la virtud ha sido el
de “contar historias” que presentan los modelos de vida y de identificación.14 Como
arquetipos del método narrativo de la “ética” pueden citarse la “paideia” griega
antigua, a partir de la historia de los héroes homéricos, y la “paideia” cristiana
primitiva centrada en el relato evangélico de la vida de Cristo. La liturgia de la
narración evoca y actualiza la memoria colectiva de la comunidad y reproduce la
identificación de sus miembros con el ethos trasmitido en el relato.15 También para
13
J. De Zan, Libertad, poder y discurso, Almagesto, Buenos Aires, 1993, p. 200.
14
Alasdair MacIntyre, Tras la virtud, (1984), Crítica, Barcelona, 1987, p. 155.
15
En este mismo sentido interpretamos la sentencia de L. Wittgenstein en las Conversaciones con F. Weismann,
según la cual lo ético (das ethische, o el ethos) no se puede enseñar sino que se muestra (es zeigt sich) como
se muestra la belleza de una obra de arte. Y lo que se aprende mediante el relato de vidas que han sabido
encontrar su sentido y realizarlo, o de una vida buena y feliz, es lo más significativo, no solamente para el
29
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
R. Rorty la ética “toma la forma de una narración [...] antes que la de una búsqueda
de principios generales”. Semejante búsqueda sería por lo demás inútil para este
autor.16 Algunos autores contemporáneos como los citados han reivindicado la
“ética”, pero contraponiéndola a la moral. Hay que decir, sin embargo, remedando
una fórmula de Kant, que una moral sin “ética” es una abstracción vacía, pero
una “ética” sin moral es ciega y puede ser peligrosa.
El desarrollo de la conciencia moral, en cambio, y la formación del concep-
to de justicia, según lo ha mostrado J. Piaget, se realizan como un aprendizaje que
los niños tienen que hacer por sí mismos en la interacción comunicativa con los
otros, entre pares. La educación moral desarrolla la aptitud para asumir los roles y
puntos de vista de los otros como sujetos morales. En sus investigaciones de psico-
logía moral ha estudiado Piaget los procesos de aprendizaje del respeto mutuo y de
la idea de justicia a partir de los juegos de interacción y de la cooperación entre los
niños.17 En esta relación y en los conflictos de sus egocentrismos naturales se
produce el descentramiento de la conciencia de sí, el aprendizaje del reconoci-
miento recíproco, la toma de conciencia de los límites propios y la aceptación de
los otros, así como el aprendizaje en cierto modo forzoso del respeto de sus dere-
chos.18 Se trata de un aprendizaje práctico, de un proceso de socialización que no
puede ser sustituido por la enseñanza de ningún catálogo de normas o valores. Este
proceso de la educación, o autoeducación moral, conlleva el aprendizaje de los
presupuestos actitudinales del comportamiento moral, como la actitud de diálogo,
la disponibilidad para escuchar a los otros, y no solamente para tolerar, sino para
apreciar positivamente las diferencias, porque lo que está en primer plano aquí no
es ya la propia identidad (como en la “ética”), sino el reconocimiento y el respeto
moral de la alteridad. Estos aprendizajes prácticos de las relaciones morales de
alteridad necesitan ser complementados y orientados, sin embargo, por el educa-
dor (pese a Piaget) mediante el ejercicio del discurso moral y la reflexión sobre sus
condiciones normativas, para que la formación de la conciencia moral pueda al-
canzar el nivel de un saber crítico y bien fundado. Porque el reconocimiento
intersubjetivo de los criterios morales de justicia y del juicio crítico solamente
puede estar fundamentado mediante buenos argumentos, cuyas pretensiones de
conocimiento de la “ética”, sino también, y sobre todo, en orden a la eficacia de la motivación “ética” para
vivir bien (cf. J. De Zan, “Wittgenstein y la ética”, en Tópicos, nº 7, Santa Fe, 1999, p. 79-96).
16
Cf. Richard Rorty, Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991.
17
Cf. J. Piaget, El criterio moral en el niño, Martínez Roca, Barcelona, 1984; también los trabajos de Lawrence
Kohlberg. Cf. Kohlberg y otros, La educación moral, Barcelona, 1997.
18
Para Hegel los individuos naturales llegan a ser personas morales por mediación del reconocimiento recí-
proco, pero esta transformación solamente se logra a través de la experiencia dolorosa de la lucha por el
reconocimiento (Kampf um Anerkennung), que es el primer paso del proceso de la Bildung. Esta experien-
cia ya ganada para el género en la prehistoria de la humanidad tiene que reproducirse en forma abreviada e
incruenta, pero no exenta de negatividad y padecimiento, en la Bildung de cada uno de los individuos, cf. J.
De Zan, La filosofía práctica..., o.cit., pp. 271-292.
30
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
validez pueda sostenerse en la confrontación con las diferentes situaciones y los
puntos de vista de los demás.
2) Con respecto a las “preguntas de los modernos” sobre la legitimidad de
la educación “ética” y moral, y en particular sobre el derecho de la escuela como
institu- ción estatal a intervenir en este campo, la distinción entre “ética” y moral
permite delimitar las competencias: mientras la educación en el sentido de la
rectitud y de la honestidad, en los principios morales universales de justicia y
solidaridad, y en el respeto de los derechos humanos, es función irrenunciable (y
deber moral) de la socie- dad global y de la escuela pública, la trasmisión de un
ethos o la formación “ética” en un determinado sistema de valores y forma de vida;
en cambio, es deber y derecho reservado en principio a la familia, a los grupos o
comunidades de pertenencia, o libremente elegidos y a las escuelas confesionales que
estos grupos puedan fundar para sí mismos y para sus propios hijos. Las opciones
“éticas” sobre valores, planes de vida, modelos de identificación, etc., son elecciones
profundamente personales o de grupos libremente adheridos a una tradición y, en
este terreno, la libertad de conciencia y las diferencias de las identidades deben ser
respetadas como algo sagrado. Los diferentes grupos étnicos, culturales, religiosos,
etc., tienen derecho a vivir conforme a sus pro- pias concepciones del bien, siempre
que éstas sean razonables, es decir: respetuosas de este mismo derecho frente a
todos los demás. Pero sin una moral pública, igualmen- te vinculante para todos los
miembros de la sociedad, sin el respeto universal de los principios de justicia y
solidaridad, toda convivencia humana civilizada se pone en peligro. De ahí que la
educación moral, que incluye los temas de la dignidad de la persona, de los
derechos humanos y del valor moral de la democracia como método para legitimar
las decisiones colectivas, es el fundamento y el núcleo esencial de la educación
moral y cívica.
La educación pública no debería adoptar, sin embargo, una orientación
raciona- lista y agnóstica, que desconoce o disuelve las valoraciones y creencias
constitutivas de la identidad de los grupos humanos de pertenencia de los alumnos,
sino que tiene que ayudarlos a crecer desde ellos mismos en su propia identidad;
pero tampoco puede adoptar e imponer las concepciones “éticas” de alguno de esos
grupos, aunque sea el grupo mayoritario.19 Esta neutralidad del sector público-
estatal no puede significar, sin embargo, dejar libradas las cuestiones axiológicas a
la mera subjetividad, sin la
19
Al exponer estos criterios en un seminario para maestros de enseñanza primaria, algunos de ellos me señala-
ron que veían cierta dificultad en este punto porque ellos se encuentran muchas veces (y no sólo en los
barrios marginales) con chicos que no traen modelos valiosos de identificación, ni de la familia ni de los
lugares sociales de donde provienen. Ante esta dificultad cabe decir dos cosas: 1) que el docente tiene que
revisar su primera impresión e intentar un acercamiento más profundo al alumno que le permitirá quizás
descubrir esos valores; 2) que si bien la escuela difícilmente podrá remediar las carencias de la formación
“ética” de la familia y de la sociedad civil, el docente debe asumir una función supletoria con su propio
testimonio de vida.
31
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
32
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
4. ”ÉTICA” Y SOCIEDAD CIVIL
Para una comprensión más adecuada del juego de los conceptos que estoy
explicando en el contexto de las sociedades multiculturales del mundo contempo-
ráneo, me parece necesario introducir todavía algunas precisiones de la teoría po-
lítica más reciente, que permitan evitar malentendidos. Ronald Dworkin ha reco-
nocido que la concepción liberal de la separación o de la “discontinuidad” de la
“ética” y la moral es insostenible. Si bien su pretensión de universalizar una “éti-
ca” liberal para la sociedad moderna es discutible, y no será aceptada por quienes
prefieren otra forma de vida y otros valores diferentes a los del liberalismo, tiene
razón este autor, sin embargo, al cuestionar la asimilación de esta distinción con la
diferencia de las esferas de lo público y lo privado, porque no se podría prescindir
de las normas universales de la moralidad en la vida privada, y tampoco podría
hacerse abstracción del ethos de las personas y de las comunidades, en el espacio
público de la sociedad. La concepción que reduce los valores fuertes y los conteni-
dos sustantivos de la “ética” a la esfera privada tiende a generar individualidades
esquizofrénicas, con una doble personalidad, las cuales vivirían en las pequeñas
comunidades privadas de la familia, de los amigos “éticos”, de las diferentes iden-
tidades culturales, de las congregaciones religiosas, etc., como personas motiva-
das por las convicciones y valores del propio ethos, pero al mismo tiempo debe-
rían actuar en el espacio público poniendo entre paréntesis aquellas vidas, como
ciudadanos sin identidad, miembros de un Estado neutral.
Aparentemente el liberalismo nos pide que ignoremos los instintos y los afec-
tos en ocasiones políticas que son centrales para el resto de nuestras vidas.
Insiste en que distribuyamos nuestra solicitud con exquisita igualdad, que no
nos ocupemos más de un hermano que de un extraño, que desterremos las
fidelidades especiales que todos sentimos respecto de la familia o de nuestras
particulares comunidades, vecindario e instituciones. Nos pide que
anestesiemos nuestras convicciones más profundas y potentes acerca de la fe
religiosa, de la virtud “ética” y de cómo vivir. El liberalismo parece en este
sentido una políti- ca de la esquizofrenia “ética” y moral; parece pedirnos que
nos convirtamos, en y para la política [o en y para la vida pública], en
personas incapaces de reconocernos como propias, en criaturas políticas
especiales enteramente dife- rentes de las personas ordinarias que deciden por
sí mismas, en sus vidas coti- dianas, qué quieren ser, qué hay que alabar y a
quién hay que querer.22
Para resolver este problema que los propios filósofos liberales como Rawls
y Dworkin se han planteado es preciso revisar y corregir el modelo dicotómico de
lo público y lo privado, tal como había sido concebido por el liberalismo. Hemos
22
Ronald Dworkin, Ética privada e igualitarismo político, Barcelona, 1993, pp. 56-57.
33
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
dicho que la moral pertenece al espacio público; podría mostrarse incluso que el
reconocimiento recíproco, el respeto de la persona del otro, de los principios de la
moralidad y de los derechos humanos son presupuestos necesarios y constitutivos
de la intersubjetividad humana y de lo público. Pero esto no quiere significar, sin
embargo, que la “ética”, en cuanto diferente de la moral, deba quedar recluida
entonces en la esfera de lo privado. Así como ha mostrado L. Wittgenstein la
imposibilidad de un lenguaje privado, de la misma manera se podría mostrar tam-
bién la imposibilidad de una “ética” privada. La “ética” y la religión son experien-
cias y formas de vida comunitarias, articuladas en un lenguaje y, por lo tanto,
públicas. El problema de las teorías liberales, y también de muchos comunitaristas,
es que presuponen la identificación de lo público con el orden jurídico-político del
Estado. En la filosofía política más reciente se ha revisado, sin embargo, este pre-
supuesto que empobrece el concepto de lo público y que no se corresponde ya con
el descentramiento de la posición del Estado en la sociedad actual, mostrando en
cambio que la condición posmoderna de la cultura se caracteriza por la pluralidad
y la autonomía de los espacios públicos de la sociedad civil. 23 No se puede hablar
ya de un espacio público unificado y centrado en el Estado. Lo público se expande
y se diversifica de manera autónoma en los espacios de la sociedad civil, y es allí
dónde cobra su mayor vitalidad y libertad de expresión. El orden jurídico-político
constituye solamente un sector particular de lo público.
La separación entre la “ética” y la moral ha llevado también en las socieda-
des modernas a una aproximación cada vez mayor del concepto de la moral públi-
ca y el orden normativo del Estado de derecho democrático. Diferentes autores
contemporáneos24 hablan de entrelazamiento (Verschränkung), complementariedad
y “solapamiento” de ambos campos; sostienen, por ejemplo, que el principio de la
democracia tiene una relevancia moral y que el derecho penal estatal debe coinci-
dir en sus contenidos normativos fundamentales con los principios universales de
la moral, y que por eso es posible un derecho penal intercultural o internacional. 25
Bajo este punto de vista, la diferencia entre el derecho y la moral no radica tanto en
los contenidos sino en los procedimientos y en el tipo de sanción, porque la moral
23
La ruptura de la antigua dicotomía de lo público y lo privado presupone también una redefinición del concep-
to de sociedad civil que la tradición del pensamiento liberal (y en parte también el marxismo) había identifi-
cado con la esfera de lo privado y consideraba centrada en las relaciones económicas del mercado
(Bürgerlische Gesellschaft). Cf. Jürgen Habermas, Faktizität und Geltung, o. cit., 1992, cap. VIII, “Zur Rolle
von Zivilgeselschaft und politischer Öffentlichkeit”.
24
Cf. J. Habermas, Escritos de moralidad y eticidad, Barcelona, 1991, esp. pp. 159-172; E. Tugendhat, Lec-
ciones de ética, Barcelona, 1997; O. Höffe, Demokratie im Zeitalter der Globalisierung, München, 1999.
25
Cf. O. Höffe, “¿Hay un derecho penal intercultural? Ensayo filosófico”, en Erasmus, nº 1, Río Cuarto, 1999,
p. 65. Las violaciones de los principios morales básicos de la convivencia, o de los derechos humanos, son
delitos contra la humanidad y deben ser condenados de manera igual en todos los lugares, como sometidos a
una única jurisdicción global. Sobre esto volveré en el capítulo 4.
34
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
es una institución social que conlleva un tipo de sanción interna, a diferencia de la
sanción o penalidad externa del derecho, que impone coactivamente la reparación
de la injusticia o del daño cometido.
Por ahora me limito solamente a mencionar esa aproximación entre la moral
y el derecho como punto de contraste con la “ética”. Porque en las democracias
liberales y pluralistas contemporáneas la “ética” no está provista en cambio de
ninguna forma de sanción o de censura pública ni de penalidad jurídica. Si uno no
vive ya conforme al ethos y a las pautas de vida de su comunidad, eso significa
simplemente que uno no se identifica más con esa comunidad, o que se ha ido de
ella. Una comunidad “ética” se caracteriza, entre otras cosas, por la libertad de
adhesión, o la libertad de entrar y salir de ella, sin sufrir por eso ninguna clase de
sanción moral o penal, como ocurría en las comunidades premodernas. Estas li-
bertades son las que caracterizan precisamente a todas las comunidades o espacios
de la sociedad civil moderna.
Como ha escrito Benjamin Barber recientemente: “La sociedad civil, por su
propia naturaleza, es un espacio abierto y público (como el sector público del
Estado) pero no obstante, al mismo tiempo, está constituida por asociaciones vo-
luntarias y no coercitivas (como el ámbito de la vida privada) [...] En la sociedad
civil deberían existir lugares para todos. El pluralismo es la condición básica de la
sociedad civil moderna”.26 En esta perspectiva se mantiene la distinción, tan cara
al liberalismo, entre los ámbitos de lo público y lo privado (distinción caracteriza-
da por la existencia, por un lado, de un sector público estatal que engloba a los
órganos de gobierno y a las instituciones jurídico-políticas del Estado y, por otro
lado, el sector privado autónomo de la vida económica, laboral y profesional, cons-
tituido por relaciones y asociaciones contractuales entre los individuos, las cuales
se insertan en la lógica sistémica del mercado). Pero la teoría política hace cobrar
relieve ahora a la existencia de un tercer dominio que, en cierto modo, actúa como
mediador entre aquellos dos y que reúne algunas de las características de ambos.
Este tercer dominio intermedio o central es el de la sociedad civil, constituida por
el entramado de los espacios de la vida privada de los individuos, de las familias,
y otros agrupamientos, con los espacios públicos de las diversas comunidades
culturales, ético-religiosas, etc. Estas dimensiones de la vida social no están sepa-
radas del espacio público (como la vida monacal y de las corporaciones medieva-
les), pero constituyen espacios de la sociedad civil que se caracterizan por su liber-
tad interna, tanto frente a las regulaciones coactivas del ordenamiento jurídico
estatal, como frente a las coacciones sistémicas del mercado, puesto que la
interacción entre sus miembros no está orientada por intereses económicos (no
voy allí para vender algo, ni estoy expuesto a que me vendan nada). Estos son los
26
Benjamin Barber, Un lugar para todos, Barcelona, 2000, p. 44.
35
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
36
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
de que la reflexión no sólo es ineludible, sino también de que hay que
desarro- llarla racional y sistemáticamente. Ese desarrollo equivale ya a una
“tematización”. O sea, entramos ya en la ética. La búsqueda de fundamentos
de las normas, y la crítica de aquellas normas que no nos parecen suficiente-
mente fundamentadas, son las tareas características de este segundo nivel que
constituye la ética normativa.
La reflexión moral es practicada especialmente por el predicador moral, “el
moralista”. Aunque la prédica, como tal, no sea esencialmente reflexiva, el
moralista necesita de la reflexión para reforzar su poder persuasivo. No tene-
mos que pensar necesariamente al moralista como un predicador profesional,
o como alguien dedicado permanentemente a “moralizar”. Todo ser humano
puede ser moralista, al menos por momentos, cada vez que dice a los otros lo
que se debe, o no debe hacer. En nuestro tiempo, la imagen del moralista está
desacreditada, pues suele vinculársela a la ingenuidad, o bien a la hipocresía.
El “moralismo”, la “moralina”, etc., son efectivamente deformaciones que
evo- can cierto rigor moral artificial propio, por ejemplo, de la época
victoriana y referido particularmente a la regulación de las relaciones
sexuales. [...]
La ética normativa [como disciplina filosófica] es la búsqueda de los funda-
mentos de las normas y de las valoraciones, y va indisolublemente asociada a
la crítica, es decir, al cuestionamiento de cada fundamentación. Tanto la
fundamentación como la crítica son tareas filosóficas [...] El pensamiento po-
sitivista, en sus diversas variantes, ha cuestionado siempre el derecho de la
ética normativa a constituirse en saber riguroso. El gran prejuicio positivista
consiste en suponer que sólo las ciencias “positivas” revisten ese carácter, y
que todo lo normativo, es una cuestión subjetiva, algo así como una cuestión
de gustos (y de gustibus non est disputandum). En este prejuicio reside la ra-
zón de por qué la filosofía analítica —que mantiene siempre algún lastre de
positivismo— suele ignorar la diferencia entre la mera reflexión moral y la
ética normativa”.27
Para una determinación más completa del campo disciplinario de las inves-
tigaciones éticas habría que distinguir y separar a la ética filosófica, especialmente
en cuanto ética normativa, de la ética descriptiva, que tiene por objeto las valora-
ciones y reglas sociales de la moral positiva, de hecho vigente en una sociedad, a
la cual se suele contraponer la moral crítica, o racional, que sería la ética filosófi-
ca.28 La ética descriptiva enuncia, analiza y explica los fenómenos y conflictos
morales, e incluso puede llegar a predecir las conductas posibles de los individuos
y los grupos en situaciones típicas, conformes a sus creencias y hábitos morales.
En este plano descriptivo-explicativo se pueden ubicar también, tanto los estudios
27
Ricardo Maliandi, o. cit., 2ª ed., 1994, pp. 43-44 y 49-51.
28
Sobre esta distinción cf. C. Nino, Ética y derechos humanos, Buenos Aires, Paidos, 1984, “Moral social y
moral crítica” y “Las funciones sociales de la mora”, pp. 79-87.
37
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
29
M. D. Farell, “La ética de la función judicial”, en: J. Malem y otros, La función judicial. Ética y democracia,
Gedisa, Barcelona, 2003, cf. esp. pp. 161-162.
38
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
imponiendo en los últimos años, ha sido la parte o el enfoque de la ética filosófíca
predominante en la modernidad, que se refiere a la fundamentación (y a la crítica)
racional de las normas y principios morales mediante diferentes vías independien-
tes de presupuestos ontológicos y metafísicos, como lo proponen de manera espe-
cialmente explícita las éticas procedimentales. La distinción corriente en la filoso-
fía analítica entre éticas deontológicas en sentido restringido y éticas conse-
cuencialistas, como el utilitarismo, representa dos orientaciones diferentes (riva-
les o complementarias, según los autores), las cuales se ubican ambas dentro de la
ética normativa. En cuanto a la posible relación entre 1) y 2), se plantean en dife-
rentes autores, ya sea como dos partes sistemáticamente conectadas, como dos
enfoques independientes, pero complementarios (este es el punto de vista que yo
he sostenido en otro lugar),30 o como dos concepciones rivales y excluyentes.
3) En las últimas décadas se han desarrollado en el campo de la ética
algunas nuevas especialidades con el nombre éticas aplicadas, como la bioética y,
en especial, la ética de las decisiones clínicas en medicina, la ética de la economía y
de la empresa, la ética de la investigación científica, etc. La denominación “ética
aplicada” no es muy feliz por cuanto reproduce la diferencia corriente entre ciencia
teórica, o ciencia básica, y ciencia aplicada, o tecnología. Aunque es corriente hablar
hoy de “teorías éticas”, la ética no es en ninguna de sus partes una ciencia teórica
sino que, como ya lo había determinado claramente Aristóteles, y lo reiteran los
grandes filósofos modernos como Kant y Hegel, es parte de la filosofía práctica. En
tal sentido, toda ética es ya siempre “aplicada” y tiene como fin la realización o la
praxis de lo que ella estudia. La termino- logía se halla de todos modos impuesta.
“La ética aplicada debe ser vista como una actividad interdisciplinaria en la que se
procura resolver racionalmente problemas profesionales” que se plantean en
situaciones complejas, en las que intervienen dife- rentes ciencias.31 Esta modalidad
del trabajo interdisciplinario entre filósofos eticistas y científicos es el que ha dado
lugar a desarrollos interesantes en los campos especiales mencionados y en algunos
otros. En la llamada ética judicial, hasta donde llega mi conocimiento, esta apertura
a la cooperación interdisciplinaria entre las ciencias jurídi- cas y la filosofía es
menos frecuente. Cabe mencionar el Simposio sobre Ética de las Profesiones
Jurídicas de la Universidad de Comillas, del año 2001. A. Hortal Alonso, editor de
las ponencias, remarca en su conferencia inaugural el carácter interdisciplinario del
evento: “La justicia puede ser precisamente el punto de encuentro tanto de nuestros
quehaceres profesionales como de nuestras pesquisas intelectuales entre juristas y
filó- sofos. Será bueno que intentemos encontrar un lenguaje común capaz de
hacer
30
Cf. J. De Zan, “Moralidad y eticidad, o Kant y Hegel”, en Cuadernos de Ética, nº 7, Buenos Aires, 1989;
“Etica y moral en J. Habermas”, en P. Britos, J. De Zan y otros, Éticas del siglo, Rosario, 1994, pp. 23-72, y
J. De Zan, Panorama de la ética continental contemporánea, Akal, Madrid, 2003.
31
R. Maliandi, Ética, conceptos y problemas, 3ª ed. Biblos, Buenos Aires, 2004, p. 73.
39
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
entender las diferencias y, al mismo tiempo, las estrechas relaciones entre la ética y
el derecho, entre la justicia [como idea] y la Justicia [como institución], entre lo
que la ética filosófica tiene que decir sobre la justicia, y su relación con el conjunto
de las instituciones y las prácticas jurídicas”.32
4) La metaética analiza el significado de los términos morales y el uso del
lenguaje que se hace en los enunciados valorativos y normativos, ya sea en el
lenguaje moral de la vida cotidiana, como en la propia filosofía moral, o ética
filosófica. En los clásicos de la filosofía moral encontramos siempre un nivel de
reflexión metaética, pero este se ha constituido recién en el siglo XX como una
disciplina diferente de la ética normativa. teoría de la argumentación moral. Como
los procedimientos de la argumentación moral, desde el punto de vista formal, se
identifican básicamente con los discursos que hacen en general un uso prescriptivo
o apelativo del lenguaje, también llamado discurso práctico, la teoría de la argu-
mentación moral está emparentada con la teoría de la argumentación jurídica.33
6. CARACTERÍSTICAS DEFINITORIAS
DE LA RACIONALIDAD MORAL
El terreno en el que se ubica fundamentalmente este libro no es el de la ética
descriptiva o el de la metaética, ni el de la ética ontológica del bien o de la vida
buena, sino el de los principios morales de la ética normativa del deber, y de la
ética aplicada a la función judicial. A fin de precisar las determinaciones expues-
tas en los puntos anteriores voy a enunciar algunas características definitorias del
discurso moral entendido en este preciso sentido.34
1) Lo moral tiene que ver, en primer lugar, con las elecciones libres entre
alternativas posibles y con la deliberación racional para la decisión. En tal sentido,
la racionalidad y la libertad son presupuestos de la moralidad. (Kant decía que nos
damos cuenta de que somos libres porque tenemos conciencia moral). “Moral” e
32
J. L. Fernández Fernández y A. Hortal Alonso (comp.), Ética de las profesiones jurídicas, Comillas, 2001. El
trabajo interdisciplinario entre juristas y filósofos es más frecuente en cambio en la filosofía del derecho.
Para mencionar dos ejemplos europeos puede recordarse el equipo interdisciplinario dirigido por Habermas
y financiado por la Deutsche Forschungsgemeinschaft, integrado por un importante grupo de juristas, que
trabajó durante cinco años en la Universidad de Fráncfort en un programa de investigación de Filosofía y
Teoría del derecho, y ha producido, además de muchas otras publicaciones, una serie de libros como: K.
Günther, Der Sinn für Angemessenheit, Fráncfort, 1988; B. Peters, Rationalität, Recht und Gesellschaft,
Fráncfort, 1991; I. Maus, Zur Aufklärung der Demokratietheorie, Fráncfort, 1992, B. Peters, Die Integration
moderner Gesellschaften, por aparecer; L. Wingert, Gemeinsinn und Moral, 1993; R. Forst, Kontexte der
Gerechtigkeit, 1994 y el libro del propio Habermas, Faktizitát und Geltung, Fráncfort, 1992; el otro ejemplo
es el seminario realizado en Trento, que dio lugar al volumen editado por G. Vattimo y J. Derrida, Diritto,
giustizia e interpretatione. Anuario filosofico europeo, Roma-Bari, Laterza, 1998.
33
Cf. Robert Alexy, Teoría de la argumentación jurídica, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1989.
34
Cf. J. Hierro Pescador, “Ética”, en Diccionario de Filosofía Contemporánea, Salamanca, 1979.
40
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
“inmoral” son calificaciones que solamente pueden merecer los actos humanos (y
sus producciones) en cuanto voluntarios o decidibles y, por lo tanto, imputables a
la responsabilidad del sujeto. Lo moral no es por lo tanto un ámbito de propieda-
des naturales, ni de entidades metafísicas (como los valores en sí). Y el discurso
moral no es un discurso teórico a acerca de lo que es, o no es, sino un discurso
práctico acerca de lo que se debe hacer.
2) Si se admite que la racionalidad de las expresiones y de las acciones
humanas está conectadas con (o dependen de) la existencia de buenas razones que
puedan justificarlas, y de la disponibilidad de los sujetos para exponerlas (en el
doble sentido de expresarlas y de arriesgarlas a la luz pública) y confrontar estas
razones mediante un diálogo argumentativo, o discurso, se puede decir que lo
moral constituye entonces la modalidad especial de la racionalidad que correspon-
de al campo de las acciones y de las máximas que las orientan, o de las normas que
las rigen, y que esta racionalidad moral se actualiza y se justifica mediante el
discurso práctico acerca de lo correcto y de la justicia. El discurso moral, que
tematiza lo que se debe o no se debe hacer, es constitutivo de la moralidad. Los
conceptos de justicia y de deber son centrales en el campo de lo moral, pero decir
que algo es justo, o se debe... equivale a decir que hay buenas razones que se
pueden sostener mediante argumentos en favor de una determinada conducta como
obligatoria. Uno puede tener buenos argumentos en contra de la justicia de una
norma jurídica y, sin embargo, la norma sigue vigente mientras no haya sido dero-
gada. En el campo moral en cambio no se concibe una situación semejante; si
existen argumentos válidos que fundamentan el juicio negativo sobre la
razonabilidad o moralidad de una conducta, de una costumbre o de una norma,
éstas quedan, eo ipso, determinadas como no morales o inmorales (y a la inversa).
Esto es lo que se significa al decir que el discurso es constitutivo de lo moral.
3) En conexión con la característica anterior de lo moral hay que decir
entonces que el deber implica la conciencia de una autoobligación, que el su-
jeto tiene que aceptar por sí mismo, porque se lo impone su propia razón y
conciencia moral, y cuya validez es independiente del hecho de que, además,
esté respaldada o no en una autoridad, o en alguna sanción externa, ya sea de
carácter social o metasocial. Esta propiedad es la que Kant definió con el con-
cepto de autonomía de la voluntad moral. No tendría sentido por lo tanto decir
que algo es un deber moral, pero yo no estoy de acuerdo. Sí es posible en
cambio que, de hecho, a pesar de todo, uno obre mal, contra las propias con-
vicciones de su conciencia moral. La diferencia y la tensión entre lo moral y la
facticidad de las prácticas (o entre el deber y los hechos) no es ningún argu-
mento contra la validez de los principios o de las normas. Esta diferencia, que
es característica y constitutiva de la moral, es lo que hace necesario explicitar
las normas para poder juzgar y corregir las prácticas.
41
LA ÉTICA, LOS DERECHOS Y LA JUSTICIA
35
Sobre los niveles del razonamiento moral y el principio de universalización como principio de la ética,
véase O. Guariglia, Moralidad, Ética universal y sujeto moral, Buenos Aires, Fondo de Cultural Económica,
1996, caps. 2 y 3, pp. 21-61.
42
JULIO DE ZAN Conceptos de “ética" y
moral
explica “la intencionalidad de una vida realizada” y no comienza con la obligación
y la norma, sino con el deseo y la búsqueda de la felicidad. A la “ética” pertenecen
los valores propios de una comunidad en particular, o de una profesión; por ejem-
plo, las concretas formas de vida y los modos de obrar que se conectan con la
identidad de las personas, de las culturas y de los diferentes grupos humanos. La
ética normativa, o la moral, pone el acento en la búsqueda de “la articulación de
aquella intencionalidad ‘ética’ dentro de normas caracterizadas a la vez por la
pretensión de universalidad y por un efecto de restricción” que tiene que ver con el
respeto y la solidaridad con los proyectos de los otros. 36 En tal sentido, esta última,
la moral, se sitúa en la proximidad del derecho y se solapa con él, mientras que la
primera, la “ética”, se puede conectar en cambio con la estética, como lo había
mostrado el romanticismo y lo han vuelto a tematizar diversos autores contempo-
ráneos, desde Kierkegaard y Wittgenstein, hasta Foucault y Rorty. Esta aproxima-
ción tiene por otro lado antecedentes mucho más remotos en la tradición del pen-
samiento filosófico sobre lo bueno y lo bello.
36
P. Ricoeur, o. cit., 1996, p. 175.
43
UNIDAD II. MARCO LEGAL Y FUNDAMENTOS LEGALES EN MÉXICO PARA LA
APLICACIÓN DE LA PSICOLOGÍA
Referencias
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 15
Editorial FMP
16 CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA
Editorial FMP
18 CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA
Editorial FMP
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 19
Editorial FMP
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 25
Editorial FMP
La normatividad en la prevención y
tratamiento de las enfermedades mentales, se
establece en nuestro país en 1995, es entonces,
cuando se promueven políticas públicas con normas
y códigos destinados a la regulación de los servicios
en materia de salud mental.
26 CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA
Editorial FMP
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 29
Editorial FMP
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 31
Editorial FMP
32 CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA
Editorial FMP
34 CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA
UNIDAD III. NORMATIVA Y CONSIDERACIONES EN EL EJERCICIO PROFESIONAL
Referencias
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 37
Editorial FMP
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 39
Editorial FMP
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 41
Editorial FMP
42 CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA
Editorial FMP
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 43
EL Y LA LEY
Coordinador: Antonio
El consentimiento informado
en la legislación en salud de México
Xavier A. López-de la Peña*
Resumen
Medicina Critica.Hospital Generalde Zona No 1 "Dr Luis Avila Mexicano del Seguro Social,
Aguascalientes, Miembro numerario de la Mexicana de Historia y da la
Correspondencia y solicitud de sobretiros: Dr. Xavier A de la Fátima 215, Del Valle 20080 Aguascalientes.Ags. México.
Gac Méd Méx No. 5
Desarrollo humano. Esto significaque la persona
interesada debe tener la capacidadjurídi- ca
La relación médica que se establece de dar su consentimiento y ejercer su
entre las personasenfermas o no como elección sin coerción, dolo, engaño,
sucede por ejemplo en el caso de costreñimientoo mala
voluntarios sanos para un estudio clinico
experimental y el médico, es una relación
contractual en lo general por el
Código Civil' en su Libro las
Obligaciones",y en particular en el Título
Décimo, Capitulo "De la prestaciónde
serviciosprofesionales"en la que las partes,
mediante un pacto o convenio se obligan
sobre un problema de salud y a cuyo
cumplimiento pueden ser compelidas".
Dicho pacto o convenio se establece
mediante la figura del consentimiento, que
representa la conformidad de
voluntadesentre los contratantes, es decir,
entre la oferta de servicios por parte del
médico (oferente) y su aceptación por
parte del paciente (demandante), y que
constituyeel princi- pal requisito del
contrato como se especifica en el Articulo
1794 del Código Civil citado.
El consentimiento puede ser a su vez
tácito cuando resulte de hechos o de actos
que lo presu- pongan o que autoricen a
presumirlo sin lugar a duda, y que se da de
la maneramás comúncuando una persona
acude a solicitar y, en su caso, recibe
atención médica, en que no se suele
solicitar al paciente que otorgue su
consentimiento porque éste resulta
sobreentendido. Y la llamada forma
expresa que es aquella que se manifiesta
verbal- mente, por escrito o por signos
inequivocos y que nuestra ley, en algunos
casos le señala como necesaria según se
refiere en el Articulo 1803 del Código Civil.
El consentimiento en si mismo ha sido y
es un elemento de siempre en los
contratos, sin embar- go, su integración
formal en el terreno de la medi- cina cobra
una importancia sobresaliente a partir del
conocido Código de Nuremberg de 1947 al
señalarlo como requisito indispensable en
casos de investigación médica, después
de conocerse los horrores "médicos"
cometidos por los nazis en los campos de
concentración europeos y que fue
estructurado de la siguiente forma:
Es absolutamente esencial el
consentimiento voluntario del sujeto
interpretación; y que debe tener suficiente conceptode autonomía, con- dición
conoci- miento y comprensión de todos los individual que de nadie se depende en
elementos del problema, a fin de poder ciertos conceptos y está basado en el
tomar una decisión inte- ligente e principio general de la libertad individual
iluminada. que confiere a la persona el derecho a su
De esta manera, el objetivofundamental inviolabilidad sin restric- ción alguna.
que se perseguía era el de garantizar el En México este concepto del
derecho que a toda persona asiste a consentimiento informado en la relación
consentir, en los términos contractual o medico no-
propone,suparticipaciónen un acto médico paciente como arriba señala-
especifico. mos, ha conseguido espacios en la
El desarrollo y evolución del concepto legislación en salud a paso muy lento como
del con- sentimientoinformado como tal consecuencia,de un lado, de la diferenciaen
en la esfera médi- ca, a venido a cuantoa evoluciónentre la ciencias médicas
desplazar (cuando menos eso pretende), y la ley. En tanto que la primera crece y
el llamado "paternalismo médico" al se desarrolla de forma exponencial la se-
colocar al paciente como interlocutor gunda se mantiene habitualmente
válido y en términosdeigualdadensu retrasada con respecto de ella, y por el
relacióncon elprestador de servicios de otro, a la escasa concien- cia médico-
salud. legislativaen torno a la protección en la
El Código de Nuremberg, piedra norma, de los derechos del paciente que
angular del concepto medico moderno del sigue orientada en sentido "paternalista".
consentimiento, también adiciona un Hace apenas 12 años el concepto y
elemento de suma importan- término de derechos del paciente resultaba
cia y es el de que éste sea informado como "novedoso" en el ambiente profesionalZ al
hoy se le conoce al referirse que: "[el incorporar al paciente como sujeto activo y
paciente]...debe tener suficiente no como receptor pasivo en la relación
conocimiento y comprensión de médica a la luz del precepto hipocrático,
todos los elementosdel problema con lo bajo la forma de un "diálogo
que se sientan, también, las bases de lo 3
terapéuticon que
que con posterio- ridad se modelarael
A B C TOTAL
Materia de aplicación:
Ari. No. Ari. No. Ari. No. Núm (%)
Investigación
A C D TOTAL
Término:
No. No. Art. No. No. Núm (%)
Aceptación 37 1 (4)
Anuencia 19
Aprobación 27 1 (4)
Autorización 345 80-83,119,247 16
Permiso 346 79
Voluntad 67,346 10 (40)
10. Común. y para toda la República en Materia enanestesiologia. Rev Mex Anest
Federal.
Editorial Sista, S.A. de C.V. México 1995. 11. Estados Unidos Mexicanos. Diario Oficial de la
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mexicanas. Rev lnvest Clin
66 CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA
Editorial FMP
CONSIDERACIONES
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I. El consentimiento informado, en
psicoterapia, debería ser aquel documento en
el cual, el paciente es comunicado sobre todas
las acreditaciones del psicoterapeuta, donde se
especifica su especialidad, el tratamiento, técnicas,
riesgos, ventajas y todo lo relacionado con el
proceso psicoterapéutico. El usuario declarará la
voluntad para poder dar el inicio al tratamiento.
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3.5 Intervención
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3.6.1 Investigación
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3.6.2 Divulgación
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La necesidad de inmediatez, ha
sido un fenómeno social que, nace de la
búsqueda de soluciones rápidas a malestares
que aquejan a la sociedad; promoviendo la
utilización de técnicas, que carecen del rigor
científico, denominadas “pseudociencias”, las
cuales, prometen resultados aparentemente
rápidos y con los mínimos esfuerzos.
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3.7 Docencia
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3.8 Supervisión
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I. La documentación correspondiente
al aviso a la COFEPRIS de funcionamiento y
el responsable sanitario del establecimiento de
servicios de salud.
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distancia.
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CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 113
Editorial FMP
3.11.2 Sexualidad
CONSIDERACIONES
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ÉTICA
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sexual de su consultante.
3.11.3 Religión
CONSIDERACIONES
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3.11.4 Política
CONSIDERACIONES
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Editorial FMP
CONSIDERACIONES
ÉTICA EN PSICOLOGÍA 123
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CONSIDERACIONES
Editorial FMP
ÉTICA
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CONSIDERACIONES ÉTICA EN PSICOLOGÍA
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ceremonialidad y protocolo.
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UNIDAD IV Áreas de la psicología y diferencias en su ejecución profesional
Referencias
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52 CONSIDERACIONES
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54 CONSIDERACIONES
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3.11.2 Sexualidad
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sexual de su consultante.
3.11.3 Religión
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3.11.4 Política
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ceremonialidad y protocolo.
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