BHABHA El lugar de la cultura
BHABHA El lugar de la cultura
BHABHA El lugar de la cultura
INTRODUCCIÓN El lugar de nuestros tiempos es ubicar la cuestión de la cultura en el campo del más allá. El
"más allá" no es ni un nuevo horizonte ni un dejar atrás el pasado, es donde el espacio y el tiempo se cruzan
para producir figuras complejas de diferencia e identidad, pasado y presente, adentro y afuera, inclusión y
exclusión. Es crucial la necesidad de pensar más allá de las narrativas de las subjetividades originarias (de
raza, género, ubicación institucional, localización geopolítica, orientación sexual) y concentrarse en los
procesos de articulación de las diferencias culturales. Estos espacios "entre-medio" (in-between) proveen el
terreno para elaborar estrategias de identidad (singular o comunitaria) que inician nuevos signos de identidad
(en la emergencia de los intersticios). La articulación social de la diferencia, desde la perspectiva de la
minoría, es una compleja negociación que busca autorizar los híbridos culturales que emergen en momentos
de transformación histórica. Recurre al poder de la tradición para reinscribirse mediante condiciones de
contingencia y contradictoriedad que están en las vidas de los que están "en la minoría". Al re-escenificar el
pasado introduce en la invención de la tradición otras temporalidades culturales inconmensurables. Proceso
tanto consensual como conflictual. Pueden confundir nuestras definiciones de la tradición y la modernidad;
realinear los límites entre lo privado y lo público y desafiar las expectativas normativas de desarrollo y
progreso. El movimiento de la escalera (metáfora arquitectónica que permite el movimiento temporal:
pre/pos/moderno) impide que las identidades se fijen en polaridades primordiales. Por ello, nuestras
insinuaciones de exceder el límite (el acto mismo de ir más allá) son irrepresentables. Nos vemos enfrentados
a lo que Walter Benjamin describe como el estallido de un momento monádico del curso homogéneo de la
historia (presente expandido, Chaparro). La demografía del nuevo internacionalismo es la historia de la
migración poscolonial, las narrativas de la diáspora cultural y política, los grandes desplazamientos sociales
de campesinos y aborígenes, las poéticas del exilio, la sombría prosa de los refugiados políticos y
económicos.
Los conceptos de culturas nacionales homogéneas o de comunidades étnicas "orgánicas" están en un
profundo proceso de redefinición (crítica al comunitarismo identitario o esencialismo cultural). Hay un sentido
transnacional de la hibridez de las comunidades imaginadas. Cada vez más, las culturas "nacionales" son
producidas desde la perspectiva de minorías privadas de sus derechos. El efecto más significativo de este
proceso no es la proliferación de "historias alternativas de los excluidos", sino el cambio de base para hacer
las conexiones internacionales. La metrópoli occidental debe enfrentar su historia poscolonial, con su ingreso
de migrantes y refugiados. La poscolonialidad, por su parte, es un saludable recordatorio de las persistentes
relaciones "neocoloniales" dentro del "nuevo" orden mundial y la división multinacional del trabajo. La crítica
poscolonial da testimonio de países y comunidades (del norte y sur, urbanas y rurales) constituidas "de otro
modo que/con la modernidad". Esas culturas pueden ser contingentes a la modernidad, discontinuas o
enfrentadas a ella, resistentes a sus tecnologías opresivas y asimilacionistas; pero también despliegan la
hibridez cultural de sus condiciones fronterizas para "traducir" y reinscribir el imaginario social de la metrópoli
y la modernidad. Tales condiciones de desplazamiento cultural y discriminación social son los terrenos en los
que Frantz Fanon se ubica. Fanon reconoce la importancia' crucial, para pueblos subordinados, de afirmar sus
tradiciones culturales indígenas y recuperar sus historias reprimidas. Pero es demasiado consciente de los
peligros de la fijeza y del fetichismo de las identidades para recomendar que las "raíces" se vuelvan el centro
del romance celebratorio del pasado, homogeneizando la historia del presente. La actividad negadora de
Fanon es la intervención del "más allá", donde el "hacerse presente" empieza porque captura algo del
sentimiento de extrañeza de la reubicación del hogar y el mundo que es la condición de las iniciaciones
extraterritoriales e interculturales. Mientras que antaño la transmisión de las tradiciones nacionales fue el tema
mayor de una literatura mundial, quizás ahora podemos sugerir que las historias transnacionales de los
migrantes, los colonizados, los refugiados políticos, todas estas condiciones fronterizas, podrían ser los
terrenos propios de la literatura mundial. Pues el crítico debe intentar comprender plenamente, hacerse
responsable de fas pasados no dichos, no representados, que habitan el presente histórico. Una morada
ubicada entre el extrañamiento de la migración y la pertenencia barroca del artista metropolitano, neoyorkino-
puertorriqueño.
Comentario GPT Deleuze se enfoca en el simulacro como una fuerza filosófica-ontológica, mientras que
Bhabha está más interesado en las dinámicas culturales y políticas concretas del poscolonialismo. Canclini
trabaja desde el contexto latinoamericano, analizando procesos concretos como la modernización y los
medios de comunicación mientras que Bhabha tiene un enfoque más global.
Capítulo 1. El compromiso con la teoría. Un supuesto dañino y autodestructivo pretende que la teoría sea el
lenguaje de elite de los privilegiados sociales y culturales. ¿Siempre debemos polarizar para polemizar? Entre
lo que se representa como distorsión de la "rneta-teorización" europea, y la experiencia activista radical y
comprometida de la creatividad del Tercer Mundo, podemos ver la imagen en espejo de esa polaridad
ahistórica del siglo XIX entre Oriente y Occidente que, en nombre del progreso, desencadenó las ideologías
imperialistas exclusionistas del yo y el otro. Antes de que se me acuse de pragmatismo liberal, pluralismo
academicista y todos los demás "ismos" con los que atacan quienes ponen su más severa censura contra el
teoricismo "eurocéntrico'' me gustaría clarificar los objetivos de mis preguntas iniciales. Estoy convencido de
que, en el idioma de la economía política, es legítimo representar las relaciones de explotación y dominación
en los términos de la división discursiva entre e! Primer y el Tercer Mundo, e! Norte y el Sur. Lo que sí exige
más discusión es si los "nuevos" lenguajes de la crítica teórica (posestructuralista, dcconstruccionista y lo
demás) se limitan reflejar las divisiones geopolíticas (centro-periferia) y sus esferas de influencia ¿El lenguaje
de la teoría es sólo otra treta de la elite occidental culturalmente privilegiada para producir un discurso del Otro
que refuerce su propia ecuación poder-conocimiento? Entre los más importantes contribuyentes al desarrollo
del Tercer Cine como precepto y práctica hay una cantidad de cineastas y críticos del Tercer Mundo que son
exiliados en Occidente y viven problemáticamente, a menudo peligrosamente, en los márgenes "izquierdos"
de una cultura liberal burguesa eurocéntrica. Quiero tomar posición sobre los márgenes móviles del
desplazamiento cultural (que confunde cualquier sentido "autentico" de una cultura "nacional") y preguntar
cuál podría ser la función de una perspectiva teórica comprometida, una vez que se torna como punto de
partida paradigmático la hibridez cultural e histórica del mundo poscolonial. Es una señal de madurez política
aceptar que hay muchas formas de escritura política (tercer mundo, feminsta, obrerista) cuyos diferentes
efectos quedan oscurecidos cuando se los divide entre lo "teórico" y el "activisrno''. Tanto el folleto político de
una huelga (práctico) como la investigación de la teoría sobre la ideología (teoría) son formas de discurso, y
en esa medida más que reflejar producen sus objetos de referencia. La investigación no justifica al folleto ni
debe precederlo necesariamente. Existen lado a lado, uno como parte posibilitadora del otro, como el anverso
y el reverso de una hoja de papel.
Para Stuart Hall, la noción de hegemonía implica una política de la identificación de lo imaginario. Esto ocupa
un espacio discursivo que no está exclusivamente delimitado por la historia ni de la derecha ni de la izquierda.
Existe de algún modo un in-between de estas polaridades políticas, y también entre las divisiones corrientes
de teoría y práctica política. Este enfoque nos introduce en un momento olvidado que es el "reconocimiento"
de la relación de la política y la teoría, y confunde la división tradicional entre ellas; tarea relacionada con la
identificación y subversión del dispositivo: saber (teoría)-poder (política-práctica) en sentido foucaultiano. Es
en este sentido que debe pensarse el momento histórico de la acción política como parte de la historia de la
forma de su escritura. El interrogante ¿qué hacer? debe reconocer la fuerza de la escritura como una matriz
productiva que define lo "social" y lo hace disponible para la acción. Cuando hablo de negociación más que de
negación, es para transmitir una idea de temporalidad que hace posible concebir la articulación de elementos
antagónicos o contradictorios: una dialéctica sin la emergencia de una Historia teleológica para abrir sitios y
objetivos híbridos de lucha, y destruir polaridades negativas entre el conocimiento y sus objetos, y entre la
teoría y la razón práctico-política. Trato de mostrar la importancia del momento híbrido del cambio político.
Aquí el valor transformacional del cambio está en la rearticulación, o traducción, de elementos que no son ni el
Uno (una clase obrera unitaria) ni el Otro (las políticas de género) sino algo distinto, que cuestiona los
términos y territorios de ambos. Necesitamos una articulación un poco menos devota del principio político
(alrededor de los conceptos de clase y nación), y un poco más del principio de la negociación política. Éste
parece ser el problema teórico en el núcleo de los argumentos de Stuart Hall sobre la construcción de un
bloque de poder contrahegemónico mediante el cual un partido socialista pueda construir mayoría. Los
obreros desempleados, semicualificados o no calificados, de medio tiempo, hombres y mujeres, los mal
pagos, los negros, los marginales: estos signos de la fragmentación del consenso clasista y Cultural
representan a la vez la experiencia histórica de las divisiones sociales contemporáneas, y una estructura de la
heterogeneidad sobre la cual construir una alternativa teórica y política. La hegemonía exige iteración y
alteridad para ser efectiva, para ser productiva de poblaciones politizadas. Vale la pena notar que Laclau y
Mouffe se han vuelto hacia el lenguaje de la textualidad y el discurso, a la différance y las modalidades
enunciativas, en su intento por comprender la estructura de la hegemonía.