La Noche Eterna
La Noche Eterna
La Noche Eterna
Las estrellas titilan con un brillo plateado, Cual almas perdidas en un océano infinito,
Historias de otros tiempos y lugares, Guardianas de sueños y deseos callados.
La luna, diva altiva en su trono luciente, Observa la tierra con mirada maternal, Susurra a
los corazones inquietos, Canciones de amor en un tono celestial.
Los susurros del viento, voces antiguas, Se arremolinan en cada rincón oscuro, Acarician la
piel con su frescura nocturna, Despertando ecos de vidas pasadas.
Los árboles, siluetas danzantes, Se inclinan con reverencia a la noche, Sus hojas susurran
versos olvidados, Fragmentos de eternidad en cada resquicio.
Los ríos, caminos de plata líquida, Reflejan la serenidad del firmamento, Susurran su
historia al oído atento, Cuentos de montañas y valles adormecidos.
Las ciudades duermen, en letargo profundo, Luces apagadas, sueños compartidos, Vidas
entrelazadas por hilos invisibles, Tejiendo una telaraña de anhelos y caminos.
La noche, tiempo sin tiempo, Donde lo irreal se torna palpable, Un lienzo infinito de
posibilidades, Donde la mente y el alma son libres.
Así, entre suspiros y misterios velados, La noche despliega su magia ancestral, Un refugio
para los corazones errantes, Un instante eterno de calma celestial.
Y en ese vasto océano de sombra y luz, Cada estrella, cada susurro, cada sombra, Cuenta
una historia que no tiene fin, Un poema escrito por la mano eterna del tiempo.