Hora Santa Enero
Hora Santa Enero
Hora Santa Enero
ORACIÓN INICIAL.
Señor mío Jesucristo, que por el amor que tienes a los hombres estás de noche y de día en
este Sacramento, lleno de piedad y de amor. Esperando... llamando... y recibiendo a cuantos
vienen a visitarte. Creo realmente que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todos los dones que me has hecho,
especialmente por haberme dado en este Sacramento tu cuerpo, sangre, alma, y divinidad; por
haberme dado como abogada a tu Santísima Madre, la siempre Virgen, María, y por haberme
llamado a visitarte en este santo lugar.
OH Dios, nos presentamos ante Ti con la sumisión que nos inspira la presencia de tu grandeza.
Creemos en ti porque eres la Verdad misma, esperamos en ti porque eres infinitamente bueno, te
amamos con todo nuestro corazón.
Creemos, Señor, pero aumenta nuestra fe, la fe en un Dios que por amor quedó oculto en las
apariencias del pan y del vino.
Ministro: Adoremos y demos gracias en cada momento (3)
Todos: al Santísimo Sacramento
Padre Nuestro
Ave María
Gloria
Ministro: Creemos Señor Jesús que Tú eres Santo. En estos momentos, postrados ante Ti
agradecemos el don maravilloso de la santidad. Tú nos invitas, desde esta Hostia consagrada, a
ser santos como tu Padre Celestial es Santo. Tu Palabra se hace para nosotros regla de vida
para alcanzar ese maravilloso don y que nuestra vida en este mundo no sea estéril. Te
contemplamos presente y vivo en la Eucaristía. Santo, Santo, Santo.
• ¡Oh Jesús! Por nuestros pecados, los de nuestros padres, hermanos y amigos, y por los
del mundo entero: Perdón, Señor, perdón.
• Por las infidelidades y sacrilegios, por los odios y rencores: Perdón, Señor, perdón.
• Por las blasfemias; por la profanación de los días santos: Perdón, Señor, perdón.
• Por las impurezas y escándalos: Perdón, Señor, perdón.
• Por los hurtos e injusticias, por las debilidades y respetos humanos: Perdón, Señor,
perdón.
• Por las desobediencias a la Santa Iglesia: Perdón, Señor, perdón.
• Por los crímenes de los esposos, las negligencias de los padres y las faltas de los
hijos: Perdón, Señor, perdón.
• Por los atentados contra el Romano Pontífice: Perdón, Señor, perdón.
• Por las persecuciones levantadas contra los obispos, sacerdotes, religiosos y sagradas
vírgenes: Perdón, Señor, perdón.
• Por los insultos a vuestras imágenes, profanación de los templos, abuso de los
Sacramentos y ultrajes al Augusto Tabernáculo: Perdón, Señor, perdón.
• Por los crímenes de la prensa impía y blasfema, y por las horrendas maquinaciones de las
sectas tenebrosas: Perdón, Señor, perdón.
• Por los justos que vacilan, por los pecadores que resisten a la gracia, y por todos los que
sufren: ¡Piedad, Señor, piedad!
Delante de Jesús Eucaristía le pedimos que derrame sobre cada uno de nosotros su infinita
misericordia.
Respondemos: Haz que seamos testigos del Evangelio.
• Señor queremos ser tus testigos, para comunicar tu enseñanza y tu amor. R.
• Concédenos poder cumplir la misión de catequista con humildad y profunda Confianza. R.
• Que la catequesis sea un servicio a los demás, una entrega gozosa a tu Evangelio. R.
• Recuérdanos que la fe que deseamos irradiar la hemos recibido de ti como don gratuito. R.
• Haznos verdaderos educadores de la fe, atentos a la voz de tu Palabra, amigos
sinceros de los demás, especialmente de nuestros compañeros catequistas. R.
• Que sea el Espíritu Santo quien conduzca cada una de nuestras vidas; para que no
dejemos de buscarte amarte. R.
• Señor danos valor para anunciar tu Palabra, se nuestro alimento en nuestro caminar. R.
Oremos con el salmista a Jesús Eucaristía pidiendo ser servidores del Padre y de todos, como
Cristo mismo nos enseñó para ser expresión de su misericordia. Digamos después de cada trozo
del salmo 40:
R/. Por nosotros, Jesús Eucaristía, tú te hiciste servidor hasta dar la vida en la Cruz.
Lector 1:
Yo esperaba con ansia al Señor; Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor: puso en mi boca un
canto nuevo, una alabanza a nuestro Dios. Muchos, al verlo, se estremecieron y confiaron en el
Señor. R/.
Lector 2:
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificios ni
víctimas por los pecados, entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.
Lector 1:
—Como en el Libro está escrito de mí— para cumplir tu voluntad, Dios mío, deseo tener tu
enseñanza en mis entrañas. R/.
Lector 2:
He proclamado tu salvación ante la gran Asamblea; no, no he cerrado los labios. Señor, tú lo
sabes. R/.
Lector 1 y 2:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Todos:
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Lector 1: Quédate, Señor, conmigo, porque se pasa la vida, se acerca la cuenta, la eternidad, y
es preciso que redoble mis días, mis esfuerzos, que no me detenga en el camino y por eso te
necesito. Se hace tarde y se viene la noche, me amenazan las tinieblas, las obscuridades, las
tentaciones, las sequedades, penas, cruces, etc., y Tú me eres preciso, Jesús mío, para
alentarme en esta noche de destierro, ¡Cuánta necesidad tengo de Ti!
Lector 2: Quédate, Señor, conmigo, porque en la noche de la vida y de los peligros, deseo ver tu
claridad, muéstrateme y haz que te conozca como tus discípulos en el partir del pan, es decir, que
la unión Eucarística sea la luz que aclare mis tinieblas, la fuerza que me sostenga y la única dicha
que embriague mi corazón.
Lector 1: Quédate, Señor, conmigo, porque cuando llegue la muerte, quiero estar junto a Ti y si
no realmente por medio de la Sagrada Comunión, al menos quiero tener mi alma unida a Ti por la
gracia y por un abrasado amor. No te pido sentir tu adorable presencia y tus regalos divinos que
no los merezco, pero tu residencia en mi por la gracia ¡oh, sí que te la pido!
Lector 2: Quédate, Señor, conmigo, pues a Ti sólo te busco, tu amor, tu intimidad, tu Corazón, tu
espíritu y tu gracia. Te busco por Ti mismo porque te amo; y no te pido más recompensa que
amarte con solidez, prácticamente, amarte únicamente, amarte cuanto puedo, amarte con todo
mi corazón en la tierra para seguir amándote con perfección por toda la eternidad y dame el
regalo de que tu Madre me acompañe para alentarme a ser fuerte y firme en la fe como ella.
Amén
Ministro: Recurramos, a nuestra Madre, Madre de la Eucaristía, para que por su intercesión Dios
atienda nuestras súplicas y pidámosle: Todos: Madre de Guadalupe, escúchanos.