Ho Stig Amien To
Ho Stig Amien To
Ho Stig Amien To
Manifiesta que en el año 2019 contrató los servicios de ADT Security Services S.A. a fin
de instalar una alarma en su domicilio particular.
Dice que previo a la contratación solicitó información respecto del alcance de los
sensores de alarma, debido a que poseía un perro y si los sensores tomaban sus movimientos el
sistema de alarma no funcionaría.
Sigue diciendo que frente a ello, desde la empresa le manifestaron que los sensores no
tomarían los movimientos del animal.
Sostiene que en fecha 08/08/2019, aun cuando le quedaba una cuota para cancelar la
contratación del servicio, se presentó en su domicilio particular un técnico de ADT a fin de
instalar la alarma y los sensores; y que al consultarle nuevamente por el animal, éste le indicó
que los sensores sí tomarían sus movimientos.
Continua diciendo, que por esa razón, le requirió que no instale la alarma dado que le
habían informado errónea y maliciosamente lo contrario, rescindiendo la contratación por
causa imputable a la demandada.
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Relata que a partir de ese momento, ADT comenzó a hostigarla por diferentes medios -
teléfono, mail, WhatsApp- reclamándole por una deuda inexistente ya que finalmente el
servicio no se había contratado.
Refiere que frente a ello, se presentó en OMIC de Rio Colorado iniciando un reclamo
administrativo ante la demandada a fin de que le reintegren las sumas debitadas de su tarjeta de
crédito.
Sigue diciendo que en el libre deuda puede leerse "luego de haber verificado la situación
de la cuenta de monitoreo de referencia informamos que la misma se encuentra dada de baja y
solicitamos la presente sea considerada constancia suficiente de libre de deuda a todo efecto".
Destaca que con el reintegro de su dinero y el libre de deuda otorgado supuso que ya no
la hostigarían más, pero por el contrario todo se volvió mucho más intenso ya que comenzó a
recibir mails con los que se la incitaba a pagar, informándosele cada mes un monto diferente a
abonar, proponiéndole cancelaciones con descuentos y haciéndosele saber que si no abonaba se
iniciaría la etapa judicial.
Refiere que toda la persecución descripta la obligó a tener que contratar los
servicios de un abogado, pasando primero por la etapa de mediación y ahora
iniciando esta demanda.
En cuanto a la plataforma jurídica aplicable, sostiene que la relación que une a las partes
queda enmarcada en la Ley N° 24.240 de Defensa del Consumidor, ya que contrató los
servidos de ADT en virtud de necesitar más seguridad en su domicilio, siendo la demandada
una empresa reconocida en la localidad que ha instalado varias alarmas, razón por la cual le
generaba confianza; quedando comprendida la actora en el Art. 1 y la demandada en el Art. 2
de la LDC.
Se asigna el trámite de las normas del proceso sumarísimo en los términos del Art. 53 de
la LDC, y se dispone conferir traslado de la demanda.
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Niega que su mandante hubiere violado la Ley N° 24.240 o cualquier otra norma; qué
hubiere existido hostigamiento a la actora; qué hubiere intentado un cobro sin causa de una
supuesta contratación; qué hubiere utilizado WhatsApp, teléfono o mail para hostigar a la
actora; qué hubiere cometido una práctica abusiva; qué a la actora se le hubiere informado que
los sensores del servicio de monitoreo remoto de alarmas no tomarían los movimientos de un
animal; qué el día 08/08/2019 un técnico de ADT le hubiere informado a la actora que los
sensores sí tomarían los movimientos de un animal; qué la actora rescindiere la contratación
por causa imputable a ADT; qué la actora comenzara desde entonces, a sufrir un hostigamiento
constante y sistemático; qué se le requiriera a la actora que abone una deuda derivada de la
prestación de servicios; qué hubiere enviado mails, WhatsApp o efectuado llamados
telefónicos a la actora; qué la actora hubiere tenido que contratar los servicios profesionales de
un abogado; qué la actora hubiere tenido que iniciar una denuncia en la OMIC para que se le
reintegrara dinero alguno; entre otras negativas.
En los términos del art. 356, inc. 1º, del Código Procesal Civil y Comercial, desconoce,
rechaza e impugna toda la documentación acompañada por la actora al escrito de demanda que
no haya sido emanada de su parte o en la cual no haya tenido intervención. Rechaza
especialmente toda la documentación acompañada en copia simple, fotocopia, revelado o que
sea una mera impresión de medios digitales o electrónicos por no poder expedirse sobre su
autenticidad.
Refiere que en el mes de septiembre del año 2019, su mandante recibió una solicitud de
prestación de servicios por parte de la Señora Dayanara Elizabeth Villalobos Márquez; quién,
luego de recibir el asesoramiento pertinente y de explicadas en detalle las características
generales de funcionalidad del sistema y del equipamiento, procedió a suscribir el Formulario
N° 1229454 en el que suministró sus datos personales, seleccionó el servicio y el equipamiento
según sus necesidades, brindó la información de los contactos de emergencia a los que se debía
llamar en caso de ser necesario y autorizó el débito -de su tarjeta de crédito- de los costos de
instalación en tres cuotas iguales mensuales y consecutivas.
Sigue diciendo, que esos animales sobrepasaban a simple vista, por sus características
físicas y dimensiones, las prestaciones que los sensores solicitados podían brindar, ya que
cuando se encontrara el sistema activado estos iban a captar sus movimientos como una posible
intrusión en la ubicación monitoreada.
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Manifiesta que así fue que se asesoró a la actora para la colocación de otro tipo de
equipamiento, de tipo perimetral, con el que se podían evitar las interferencias y falsas alarmas
que las mascotas iban a generar en el sistema de monitoreo remoto contratado, dejándose
constancia de ello en el remito N° 03122-00010222.
Indica que en ese momento la actora no planteó disconformidad o reparo alguno respecto
de lo asentado por el técnico y tampoco solicitó la rescisión de lo contratado, solo se limitó a
firmar.
Manifiesta que su mandante en ningún momento maltrató a la actora, pues sus consultas
o peticiones fueron atendidas rápida, amable y dignamente; nunca fue discriminada, ni
colocada en situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias.
Por último, refiere que su mandante en todo momento garantizó las condiciones de
atención y trato digno y equitativo a la actora y jamás desplegó conductas que la hayan
colocado en las situaciones disvaliosas previstas por la normativa que se dice aplicable.
En la misma fecha se tienen presentes hechos nuevos denunciados los días 29/08/2022 y
01/09/2022.
En fecha 06/12/2022 se fija Audiencia Preliminar en los términos del Art. 361 del CPCC.
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En fecha 15/11/2023 obra pericia informática realizada por el perito Aldo Fabian
Capitán.
En fecha 08/02/2024 se fija Audiencia en los términos del Art. 368 del CPCC.
CONSIDERANDO: I.- Que han sido puestas las presentes actuaciones a despacho de la
suscripta a efectos de dictar Sentencia Definitiva que dirima la controversia ventilada por las
partes, que versa sobre una relación de consumo en los términos de la Ley N° 24.240 de
Defensa del Consumidor (en adelante LDC); conforme surge del pormenorizado relato de los
hechos realizado en las resultas de este decisorio.
Ello es así, ya que conforme surge de los escritos postulatorios de las partes, la
accionante suscribió una Solicitud de Prestación de Servicios con la empresa ADT Security
Services S.A., cuyo objeto era la instalación de una alarma en su domicilio particular de Rio
Colorado, no habiendo discrepancia entre los contendientes en torno a ello.
En tal sentido, y del análisis del instrumento contractual que vincula a las partes, que no
ha sido negado por la demandada y que tengo a la vista, esto es la Solicitud de Prestación de
Servicios -Formulario N° 1229454 expedido por ADT-, advierto, por un lado, que la actora
buscaba adquirir un servicio de alamas para su consumo personal y/o familiar, encontrándose
comprendida dentro del Art. 1 de la Ley 24.240, y por otro, que la demandada, cumplía con los
requisitos previstos en el Art. 2 de la mencionada Ley, en cuanto se trata de una persona
jurídica, de naturaleza privada, que desarrolla de manera profesional actividades de
comercialización de bienes y servicios destinados a consumidores.
A modo ilustrativo, cito el Art. 1 LDC, que dispone que "se considera consumidor a la
persona física o jurídica que adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios
como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social. Queda equiparado
al consumidor quien, sin ser parte de una relación de consumo como consecuencia o en
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ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma gratuita u onerosa, como
destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social".
Y el Art. 2 LDC, dice que "el proveedor es la persona física o jurídica de naturaleza
pública o privada, que desarrolla de manera profesional, aun ocasionalmente, actividades de
producción, montaje, creación, construcción, transformación, importación, concesión de
marca, distribución y comercialización de bienes y servicios, destinados a consumidores o
usuarios. Todo proveedor está obligado al cumplimiento de la presente ley".
En otras palabras, la actora es consumidora en los términos del Art. 1 de la Ley 24.240
pues el objeto del negocio era la adquisición de un servicio a título oneroso, siendo su
utilización con carácter de destino final, mientras que la empresa demandada asume la
condición de proveedora quedando sometida a la ley referenciada. En tal orden de ideas,
corresponde dictar sentencia conforme las prescripciones de la Ley de Defensa del
Consumidor, de corte Constitucional, con una clara pauta interpretativa al establecerse en el art.
42 de la CN el principio protectorio de los consumidores y usuarios.
Así, el derecho del consumidor constituye un microsistema, que gira dentro del Derecho
Privado, con base en el Derecho Constitucional. "Por lo tanto, las soluciones deben buscarse,
en primer lugar, dentro del propio sistema, y no por recurrencia a la analogía, ya que lo propio
de un microsistema es su carácter de autónomo, y aún derogatorio de normas generales, lo que
lleva a establecer que el sistema tuitivo del consumidor esta compuesto por la Constitución
Nacional, los principios jurídicos y las normas legales infra constitucionales" (Wajntraub,
Javier H, "Régimen Jurídico del Consumidor Comentado" - cita n° 51, p. 34. Rubinzal -
Culzoni Editores).
II.- Delimitado el marco normativo aplicable al caso, resulta pertinente realizar una
breve reseña de las posturas esgrimidas por las partes.
Así, se tiene que la actora Dayanara Villalobos considera que la demandada ADT
Security Services S.A. ha incurrido en un hostigamiento sistemático en el intento de cobro sin
causa de la contratación del servicio, por lo que solicita la indemnice por los daños causados
con la suma de $1.807.470 y/o lo que en más o menos surja conforme a la prueba que resulte
de autos, más los intereses calculados hasta el efectivo pago, ello con fundamento en que en el
año 2019 contrató los servicios de ADT Security Services S.A. a fin de instalar una alarma en
su domicilio particular.
Dice que previo a la contratación solicitó información respecto del alcance de los
sensores de alarma, debido a que poseía un perro y si los sensores tomaban los movimientos
del mismo el sistema no funcionaría; y que frente a ello le manifestaron que los sensores no
tomarían los movimientos del animal.
Relata que a partir de ese momento, ADT comenzó a hostigarla por todos los medios -
teléfono, mail, WhatsApp- reclamando por una deuda inexistente ya que finalmente el servicio
no se había contratado.
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Refiere que frente a ello, se presentó en OMIC de Rio Colorado iniciando un reclamo
administrativo contra la demandada a fin de que le reintegrara las sumas debitadas de su tarjeta
de crédito; enviando el apoderado de la demandada un mail a la OMIC por el que informó que
la cuenta de la Señora Villalobos se encontraba cancelada y expidió el libre de deuda
correspondiente.
Destaca que, a partir de ese momento, el hostigamiento se volvió más intenso por parte
de la demanda quien mediante mails, mensajes de WhatsApp y llamadas telefónicas, la incitaba
a pagar, informándole cada mes un monto diferente a abonar, proponiéndole cancelaciones con
descuentos y haciéndole saber que si no abonaba se iniciaría la etapa judicial.
Sigue diciendo que en ese momento se asesoró a la actora para la colocación de otro tipo
de equipamiento, de tipo perimetral, con el que se podían evitar las interferencias y falsas
alarmas que las mascotas iban a generar en el sistema de monitoreo remoto contratado,
dejándose constancia de ello en el remito N° 03122-00010222.
Por último, refiere que en ningún momento maltrató a la actora y que en todo momento
le garantizó las condiciones de atención y trato digno y equitativo.
III.- Expuestas las posturas de las partes, y conforme ha quedado trabada la litis,
corresponde ingrese al tratamiento de la prueba producida a fin de evaluar si se configura en
autos el hostigamiento sistemático denunciado por la actora.
Preliminarmente, del análisis de los escritos postulatorios, advierto que ambas partes son
contestes en afirmar encontrarse vinculadas por una relación contractual, en virtud de la cual la
actora contrató los servicios de ADT Security Services S.A. a fin de instalar una alarma en su
domicilio particular.
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de emergencia a los que se debía llamar en caso de ser necesario y autorizó el débito -de su
tarjeta de crédito- de los costos de instalación en tres cuotas iguales mensuales y consecutivas.
De acuerdo a sus dichos, previo a la contratación del servicio, ella informó que tenía un
perro y consultó si los sensores tomaban sus movimientos, recibiendo como respuesta que no.
Como prueba de ello, la actora acompaña como documental (pág. 28) un Remito N°
0312-00010222 de fecha 8/08/2019, en el que puede leerse “Cliente posee mascota que excede
los kg. permitidos por los sensores de movimiento”.
Ello, se refuerza con la siguiente documental acompañada, suscripta por Julián Domecq -
Apoderado de ADT-: Constancia de Baja de fecha 26/10/2020 (pág. 126) cuya parte pertinente
transcribo: "conforme surge de nuestros registros, verificamos que la cuenta de Villalobos,
Dayanara Elizabeth se encuentra cancelada y se ha registrado definitivamente su baja como
cliente. A su vez, aprovechamos el presente escrito para acompañar libre deuda".
Con la prueba referida supra, tengo por acreditado que no se concretó la instalación de
alarmas y sensores, y que la cuenta de la actora fue cancelada y dada de baja.
A fin de probarlo, acompañó como prueba documental el Expediente que tramitara por
ante la OMIC (pág. 29/52), del que puede extraerse la gestión realizada por la Señora Analía
Herrera a cargo del organismo, a fin de que a la actora se le reintegre el monto de $3.799,00
que fuera debitado en favor de la demandada y se le entregue el certificado de Libre Deuda ya
referido.
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Entonces, observo que el objeto del reclamo administrativo por ante la OMIC fue el
reintegro de las sumas abonadas por el servicio rescindido conforme las razones expuestas por
la actora.
Las copias del expediente administrativo al que me vengo refiriendo, que fueron
desconocidas por la demandada, han sido ratificadas en su autenticidad a través de la prueba
informativa en subsidio, diligenciada por la actora en fecha 14/03/2023, mediante la cual el
organismo oficiado informa que las copias del expediente administrativo adjuntas como
documental (pág. 29/52) son copia fiel de su original.
Así las cosas, tengo por acreditado el reclamo realizado por la actora, la devolución del
dinero que le habían debitado por un monto de $3.799,00, mediante transferencia bancaria -en
fecha 19/03/2020- (pág. 44), así como también la constancia de baja y el certificado de libre
deuda -a los que ya hice referencia- (pág. 51/52).
Por otro lado, la actora relató que, luego de la visita del técnico de ADT en su domicilio
y de la frustración de la prestación de su servicio por una causa imputable a la accionada, la
demandada comenzó a hostigarla por diferentes medios -teléfono, mail, WhatsApp-
reclamándole por una deuda inexistente ya que el servicio no se había contratado; y que luego
de la devolución de su dinero y la obtención del certificado de libre deuda supuso que ese
hostigamiento cesaría, pero que por el contrario se volvió mas intenso.
En uno de los mensajes (pág. 118) enviado en abril de 2021, se puede leer:
"Buenas tardes Señora DAYANARA VILLALOBOS DN119065000 ya que
incumple los pagos de sus cuotas vencidas y hace caso omiso a nuestros
mensajes sobre la deuda que mantiene con DT Seguridad Interactiva. Nuestros
abogados se estarán acercando a su lugar de domicilio CASTELLI 180 RIO
COLORADO RIO NEGRO para llevar el oficio judicial para así proceder con el
cobro de la deuda que tiene con nosotros mediante el EMBARGO DE BIENES.
Aguardamos su comunicación y la de su abogado”.
Así las cosas, tengo por acreditado que fue la propia actora la que trató de
resolver el conflicto suscitado entre partes citando a la demandada a mediación,
cuyo objeto versaba sobre los daños y perjuicios causados en virtud del reclamo de una
deuda sin causa, el servicio inexistente y la práctica comercial abusiva por parte de ADT; y que
la misma se cerró por falta de acuerdo.
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El testigo Luis Alberto Vásquez, manifestó que la Señora Villalobos contrató el servicio
de alarmas de ADT pero que no se concretó la instalación porque no era lo que ella había
contratado.
Dice que la actora le mostró los mensajes amenazantes que recibía respecto de una
supuesta deuda que mantenía con ADT en los que le informaban que procederían al embargo si
no pagaba -no puede especificar los montos reclamados-; y que ella vivía con malestar y miedo
por los mensajes que recibía en tono de amenaza.
No solo ello, sino que ha reconocido la solicitud del servicio por parte de la
actora, el pago del mismo y la posterior recisión, no solo en su escrito de
presentación en este proceso sino también reconociendo la autenticidad de la
documental acompañada por la actora, a saber: Formulario de solicitud de
servicio N° 1229454 y Remito N° 0312-00010222 - expedidos por ADT - y las
Constancias de Baja del servicio y Libre Deuda suscriptas por Julián Domecq
Apoderado de ADT.
En cuanto a la producción de prueba por su parte, tengo la declaración confesional de la
Señora Margarita Biscotti Apoderada de ADT, quien negó la relación contractual con la Señora
Villalobos.
Por último y conforme surge de las resultas de este resolutorio, tengo que la actora ha
denunciado en fecha 04/08/2022 un hecho nuevo consistente en el reclamo de la deuda ya
referido. A modo de ejemplo transcribo el mensaje: "Es IMPORTANTE que regularices tu
situación de mora a fin de evitar un posible pase a otra instancia de cobro".
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Sustanciado que fuera el hecho nuevo con la contraria, al contestar el traslado ADT niega
la veracidad de las alegaciones incorporadas por la accionante, en particular que la demandada
la hostigue por sí misma o a través de terceros, desconociendo el correo adjunto como
documental. Sin perjuicio de ello, no aportó ninguna prueba a fin de acreditar sus dichos.
En ese sentido se dijo: "... Es que el fundamento del deber de informar es la buena fe,
por cuanto su objetivo es comunicar debidamente determinada información que la otra parte
desconoce, y aún, en algunos casos, hasta asesorando, aconsejando o advirtiendo. De tal
forma, su cumplimiento se constituye en un presupuesto necesario para la debida formación
del consentimiento que llevó a las partes a contratar de determinada manera.." (Conf. C.A.V,
en autos caratulados Baldissin Fernanda E. c/ Plan Fiat - ROT Automotores s/ apelación -
04/06/2.014).
Dicho precepto dice: "El proveedor está obligado a suministrar al consumidor en forma
cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las características esenciales de los bienes y
servicios que provee, y las condiciones de su comercialización. La información debe ser
siempre gratuita para el consumidor y proporcionada en soporte físico, con claridad necesaria
que permita su comprensión. Solo se podrá suplantar la comunicación en soporte físico si el
consumidor o usuario optase de forma expresa por utilizar cualquier otro medio alternativo de
comunicación que el proveedor ponga a disposición".
Esto debe ser valorado asimismo teniendo en cuenta el principio de las cargas
probatorias dinámicas que rige en las relaciones de consumo y que implica que debe probar la
parte que se encuentra en mejores condiciones de hacerlo, es decir el proveedor (conf. STJ
SE.145/19 “COLIÑIR”), y en el caso de autos, recayendo sobre la demandada este especial
deber de colaboración en el esclarecimiento de los hechos litigioso (art. 53 LDC).
Ahora bien, respecto del hostigamiento sistemático denunciado por la actora y negado
por la demandada, ésta última tampoco acreditó su postura.
A fin de valorar las pruebas aportadas al respecto, tendré presente el principio de cargas
probatorias dinámicas -ya referido- y la regla "in dubio pro consumidor" que implica que en
caso de duda debe hacerse una interpretación de los principios en favor al consumidor, lo que
se extiende también fundamentalmente al ámbito de los hechos y la prueba.
Esa ha sido la práctica judicial más extendida de la que participa nuestra Cámara Local,
contando con apoyo doctrinario muy calificado, que luego se plasma en la Ley de Defensa del
Consumidor con la modificaciones introducidas por la ley 26.361 al disponer la obligación de
los proveedores de "aportar al proceso todos los elementos de prueba que obren en su poder,
conforme a las características del bien o servicio, prestando la colaboración necesaria para el
esclarecimiento de la cuestión debatida en el juicio". (art. 53, tercer párrafo).
Por otro lado, en este aspecto he de analizar el derecho al trato digno del que goza todo
consumidor conforme surge del Art. 8 bis de la LDC, que a continuación se transcribe:
"Prácticas abusivas. Los proveedores deberán garantizar condiciones de atención y trato
digno y equitativo a los consumidores y usuarios. Deberán abstenerse de desplegar conductas
que coloquen a los consumidores en situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. No
podrán ejercer sobre los consumidores extranjeros diferenciación alguna sobre precios,
calidades técnicas o comerciales o cualquier otro aspecto relevante sobre los bienes y servicios
que comercialice. Cualquier excepción a lo señalado deberá ser autorizada por la autoridad
de aplicación en razones de interés general debidamente fundadas. En los reclamos
extrajudiciales de deudas, deberán abstenerse de utilizar cualquier medio que le otorgue la
apariencia de reclamo judicial. Tales conductas, además de las sanciones previstas en la
presente ley, podrán ser pasibles de la multa civil establecida en el artículo 52 bis de la
presente norma, sin perjuicio de otros resarcimientos que correspondieren al consumidor,
siendo ambas penalidades extensivas solidariamente a quien actuare en nombre del proveedor.
Services S.A., a responder por los daños y perjuicios causados (Arts. 42 CN, 4, 5,
8, 1092, 1093, 1094, 1095, 1097,1100, 1103 del CCC).
IV.- Determinada la responsabilidad de la demandada, corresponde que ingrese al
tratamiento de los rubros reclamados, y dilucidar la procedencia de cada uno de ellos, y en su
caso, su cuantificación.
Daño Emergente: La actora bajo este concepto reclama la suma de $830,00, fundado en
los gastos en que ha incurrido en ocasión del perjuicio sufrido y que ha debido asumir.
Refiere que envió una Carta Documento a la demandada citándola a una mediación a fin
de resolver el conflicto, por lo que debió abonar un total de $830,00.
Cita jurisprudencia al respecto: “los daños consecuentes deben Indemnizarse, aun sin
prueba especifica, pues cabe presumirlos si las circunstancias del caso así lo justifican"
(CNCiv., Sala J, 11/3/97, “Fracchia, Francisco E. y otro c. Pirolo, Nicolas”, La Ley, 1997- E-
978 y DJ, 1998-3-421)
Para acreditar la procedencia de este rubro, acompañó como prueba documental la Carta
Documento de citación a mediación N° CD065533471AR -con su Factura B0940-
000025164- enviada a la demandada (pág. 53/55).
Así las cosas, tengo por acreditado el gasto en el que debió incurrir la actora
en su intento de resolver el conflicto con la demandada citándola a mediación, la
que se cerró sin acuerdo y habilitó la vía del reclamo judicial.
A fin de analizar la procedencia de este rubro, debo tener presente lo normado por el Art.
1738 del CCC, según el cual dentro de las indemnizaciones por los daños que sufre una
persona debe comprenderse el concepto de daño emergente entendido como la pérdida real,
directa y efectiva del patrimonio de la víctima.
Daño Moral: Bajo este rubro se reclama la suma de $200.000 fundado en los
padecimientos sufridos, ansiedad e impotencia, malestar y bronca generada por la situación que
se encuentra atravesando desde el año 2019.
Refiere que al no poder concretar la compra del servicio por no adecuarse a sus
circunstancias personales y necesidades, tuvo que recurrir a la OMIC para obtener la
devolución del dinero y el libre deuda.
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Dice que a partir de allí se vio sometida a un incesante reclamo por una deuda sin causa;
y que dicha persecución, intromisión en su vida y acusación falsa, le ocasionó bronca a
impotencia.
Para acreditar la pertinencia del rubro, la actora acompañó como prueba documental el
Expediente de OMIC (pág. 29/52), en el que está plasmado el reclamo de la actora a fin de
recuperar su dinero y obtener el certificado de libre deuda.
Ello lo reforzó con un informe de OMIC, agregado en autos en fecha 14/03/2023, del
que surge que las copias del expediente administrativo adjuntas como documental son copia
fiel de su original.
Al respecto, tengo por acreditado el reclamo realizado por la actora, la devolución del
dinero que le habían debitado por un monto de $3799,00, mediante transferencia bancaria -en
fecha 19/03/2020-, así como también la constancia de baja y el certificado de libre deuda.
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estándar mediante el registro SPF, que valida los mensajes de correo electrónico.
Véase que con las pruebas referidas en este punto, se refuerza la veracidad de lo relatado
por la actora respecto al hostigamiento padecido en virtud de la innumerable cantidad de
mensajes recibidos mediante WhatsApp y correos electrónicos, lo que también ha quedado
acreditado con la prueba documental.
Asimismo, el testigo que depusiera en autos Luis Alberto Vásquez, manifestó que la
actora le mostró los mensajes amenazantes que recibía respecto de una supuesta
deuda que mantenía con ADT en los que le informaban que procederían al
embargo si no pagaba -no puede especificar los montos reclamados-; y que ella
vivía con malestar y miedo por los mensajes que recibía en tono de amenaza.
Con la testimonial referida, tengo por acreditado el hostigamiento padecido por la actora
a manos de la demandada mediante los mensajes a diario que recibía respecto del reclamo de
una deuda inexistente.
Así las cosas, a la luz de la situación que se ventila en este proceso, es dable advertir que
se le ocasionó a la actora una lesión a su sentido personal de estima, un daño moral y espiritual
ante la actitud reticente y sostenida en el tiempo por parte de las demandadas.
Por ello, he de tener en cuenta lo dicho por nuestro Superior Tribunal de Justicia en la
sentencia N° 54 del 16/08/2022: "Además cabe recordar que este Superior Tribunal ha dicho
que ´Acreditada la falta de cumplimiento adecuado del deber de información y de trato digno -
extremos cuya determinación nos conduce a cuestiones de hecho y prueba, irrevisables en
casación-, no resulta luego irrazonable presumir las consecuencias no patrimoniales (daño
moral) por configurar una derivación del incumplimiento contractual. Máxime, teniendo en
cuenta que la sentencia de Cámara al hacer lugar a la reclamación del actor y dejar sin efecto
el contrato ordenándole restituir a la demandada el bien adquirido y a ésta a restituirle en el
plazo de diez días el importe abonado más los intereses, se está expidiendo en definitiva sobre
el incumplimiento contractual de un proveedor profesional que, resulta razonable considerar,
configura una lógica inferencia (cf. art. 1744 CCyC) que habilita el reconocimiento de las
consecuencias no patrimoniales que se indemnizan mediante la ponderación de las
satisfacciones sustitutivas y compensatorias.´ (STJRNS1 - Se. 45/21 Daga)" ("CALBUCOY
BUSTOS, JUZGADO CIVIL, COMERCIAL, MINERÍA Y SUCESIONES N° 9 - GENERAL
ROCA 18 / 24 JOSE FRANCISCO C/ EDERSA S.A. S/ SUMARISIMO" - RO-71750-C-0000
- SECRETARÍA CIVIL STJ Nº 1).
En lo que hace a la cuantificación de este tipo de daño, como tiene ya dicho nuestra
jurisprudencia local, la indemnización por daño moral es una tarea difícil, porque precisamente
el dolor y las afecciones de orden espiritual, no resultan por esencia medibles económicamente.
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Asimismo, también se ha sostenido que, no se deben comparar solo los números, sino el
poder adquisitivo o valor constante de las indemnizaciones de manera que el fenómeno
inflacionario no resulte ser un incentivo para quien rehúye la reparación del daño, ni que nos
aleje de la reparación plena que además de una incuestionable base legal, tiene sustento
constitucional y convencional.
Conforme las constancias de autos y el precedente citado, puedo sostener que el importe
solicitado en la demanda resulta razonable.
Por tratarse de una deuda de valor, debe ponderarse a valores actuales, entonces teniendo
en consideración lo resuelto en el expediente referido supra -A-2RO-1462-C1-18-,
asemejándose al caso de autos, he de establecer el rubro, -previo acudir a la Calculadora de
Inflación- en la suma de $1.000.000 con más los intereses a la tasa del 8% anual desde la fecha
del primer correo enviado a la actora acreditado conforme la documental acompañada (pág.
62/63) -esto es el día 21/10/2020-, hasta la fecha de la presente sentencia; y a partir de entonces
y hasta el momento del pago efectivo, deberán calcularse intereses de conformidad con la tasa
nominal anual (T.N.A.) establecida por el Banco Patagonia, para préstamos personales
Patagonia Simple conforme doctrina legal sentada por el STJRN en los autos "MACHÍN C/
HORIZONTE ART S.A.".
Daño Punitivo: Bajo este concepto la actora reclama la suma de $1.606.640,00, ello
fundado en que la demandada ha intentado estafarla y con un continuo hostigamiento ha
pretendido doblegar su voluntad y obtener el pago de un monto de dinero que no le debía, y por
consiguiente obtener un enriquecimiento sin causa.
Cita el Art. 52 bis de la LDC que legisla sobre la posibilidad de que el consumidor
damnificado solicite un resarcimiento por “daño punitivo” en casos en los que exista un
incumplimiento legal o contractual; estableciendo que esa multa civil se deberá graduar en
función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del caso.
Refiere que la actitud de la demandada resulta abusiva desde que intenta crear supuestos
deudores, de los cuales seguramente muchos de ellos terminarán abonando en virtud de la
confusión a la que son sometidos mediante intimaciones sistemáticas.
Sigue diciendo que todo lo relatado configura una conducta gravemente reprochable, por
lo que la demandada debe ser condenada con una multa civil, pues su estafa, su ilicitud, su
conducta abusiva que no terminó en el reclamo de una deuda inexistente, sino que fue mas allá
con la persecución y hostigamiento ejercido durante años.
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Ahora bien, a fin de analizar la procedencia de este rubro, en primer lugar debo tener
presente lo dispuesto en el Art. 52 bis de la LDC.
Así se tiene dicho, que el instituto del daño punitivo está destinado a poner fin a las
conductas abusivas que generan las empresas a sus clientes o usuarios que se ven afectados por
las conductas desaprensivas. Por ello se faculta a los Tribunales a fijar sumas de dinero a pagar
a las víctimas de esos ilícitos, que se suman a las indemnizaciones por daños reales, estando
destinado el daño punitivo a penar graves inconductas del demandado, con la finalidad de
prevenir hechos similares en el futuro. Esta multa civil, cuenta con una finalidad
eminentemente preventiva y represiva, a fin de evitar en el futuro que ni el autor del daño, ni el
resto de la sociedad cometa este tipo de hechos graves.
En lo que respecta al caso que nos ocupa, debo decir que estamos ante un caso de
considerable gravedad, ya que las violaciones legales que fueron descriptas precedentemente
resultan generadoras de daño punitivo, tal como lo viene entendiendo la doctrina nacional y
jurisprudencia extranjera especializada.
Cuando el daño es muy difuso, la responsabilidad tiende a esfumarse, sobre todo teniendo en
cuenta el costo económico y el tiempo desproporcionado que insumen las actuaciones
judiciales. Esta realidad es frecuentemente tenida en cuenta por proveedores profesionales
poco escrupulosos. Agregan los autores referidos que la adopción de sanciones en casos de
graves inconductas de los proveedores de bienes y servicios, puede erigirse en un elemento de
prevención y de disuasión de enorme importancia. De hecho, consideran que la adecuada
implementación de un sistema de penas privadas, especialmente en materia de daños causados
por productos defectuosos y por servicios defectuosamente prestados, puede constituirse en un
instrumento útil para asegurar, en términos equitativos, el adecuado funcionamiento del
mercado y la libre competencia (cf. Pizarro - Stiglitz, Reformas a la ley de defensa del
consumidor, La Ley 2009-B, 949). A pesar que ha sido criticado el amplio alcance con el que
ha sido legislada dicha multa civil en nuestro país, que se refiere a cualquier incumplimiento
legal o contractual, en la actualidad existe consenso dominante tanto en la doctrina como en
la jurisprudencia, en el sentido de que los daños punitivos solo proceden en supuestos de
particular gravedad, caracterizados por el dolo o culpa grave del sancionado o por la
obtención de enriquecimientos indebidos derivados del ilícito o, en casos excepcionales, por
un abuso de posición de poder, particularmente cuando evidencia un menosprecio grave por
los derechos individuales o colectivos. El incumplimiento de una obligación legal o
contractual, tiene dicho este Superior Tribunal de Justicia, "...es una condición necesaria pero
no suficiente para imponer la condena punitiva, ya que además debe mediar culpa grave o
dolo del sancionado, la obtención de enriquecimientos indebidos derivados del ilícito o
evidenciarse un grave menosprecio por los derechos individuales del consumidor o de
incidencia colectiva […] para establecer no solo la graduación de la sanción sino también su
procedencia, resulta de aplicación analógica lo establecido por el art. 49 de la Ley 24.240.
[…] no obstante aludir puntualmente a las sanciones administrativas, se fija un principio de
valoración de la sanción prevista por la norma. La citada disposición establece que "En la
aplicación y graduación de las sanciones previstas en el artículo 47 de la presente ley se
tendrá en cuenta el perjuicio resultante de la infracción para el consumidor o usuario, la
posición en el mercado del infractor, la cuantía del beneficio obtenido, el grado de
intencionalidad, la gravedad de los riesgos o de los perjuicios sociales derivados de la
infracción y su generalización, la reincidencia y las demás circunstancias relevantes del
hecho". En resumen, la aplicación de la multa civil tiene carácter verdaderamente excepcional
y está reservada para casos de gravedad, en los que el sujeto hubiera actuado, precisamente,
con dolo -directo o eventual- o culpa grave -grosera negligencia-, no siendo suficiente el mero
incumplimiento de las obligaciones "legales o contractuales con el consumidor" mencionadas
por el precepto, sino una particular subjetividad, representada por serias transgresiones o
grave indiferencia respecto de los derechos ajenos. (Cf. CNCom., Sala D, "Hernández
Montilla, Jesús Alejandro c. Garbarino S.A.I.C.E.I. y otro s/Sumarísimo" del 03-03-20). 4.3.2.-
Partiendo de la premisa de análisis citada, las presentes actuaciones muestran que los
presupuestos de admisibilidad para la imposición de la sanción pretendida, y que fuera objeto
de condena en instancias anteriores, se encuentran configurados. Es que, más allá del
incumplimiento del deber de seguridad, resulta determinante el modo en que se
condujo la entidad financiera, quien primero ignoró el reclamo de su clienta,
para luego citarla a concurrir a sus instalaciones y finalmente manifestarle que
no resultaba posible revertir la operación en cuestión en razón del tiempo
transcurrido. Una actuación acorde a los estándares de la buena fe, en el marco
de una relación de consumo, exigía del banco demandado la pronta realización
de las diligencias necesarias tendientes a constatar si efectivamente el crédito
había sido solicitado por la demandante. También lo era verificar si los
movimientos de blanqueo y solicitud de nueva clave, así como las transferencias
realizadas a terceros resultaban del giro normal y habitual de la cuenta de la
actora y toda otra gestión útil o posible hasta agotar las posibilidades de abortar
la concreción de la estafa de la que fue víctima su cliente. En definitiva, un
proceder diligente y acorde a las circunstancias del caso podría haber evitado no
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Como dijera, la actora ante la falta de respuestas tuvo que iniciar un reclamo
administrativo en OMIC, una mediación sin resultado favorable -lo que quedó acreditado
conforme las pruebas valoradas en el punto anterior- y por último la interposición de la
presente demanda.
Nótese entonces, todo el derrotero que tuvo que atravesar la actora para el
reconocimiento de su derecho, habiendo transitado por las diferentes etapas, y que frente a ello,
la actitud de la demandada no ha sido otra que desaprensiva por su reclamo, ya que entre otras
cosas no ha demostrado intentos conciliatorios o tendientes a dar definitiva solución al
conflicto sino que por el contrario consistía en un reclamo permanente de una deuda sin causa.
Es por ello que he de hacer lugar al presente rubro, y frente al escenario antes descripto,
la magnitud del perjuicio ocasionado, y habiendo consultado el archivo de precedentes que la
Cámara de Apelaciones de nuestra circunscripción tiene a disposición de Magistradas/o,
letrada/os e interesadas/os en general, relativos a “daño moral” y “daño punitivo” que ha
venido reconociendo desde el año 2012, lo que sin duda alguna constituye una fuente de
información importante para la cuantificación de las indemnizaciones por tales rubros, y como
referencia, he de tener en cuenta lo resuelto en autos "VELAZQUEZ, SANDRA C/ ADT
SECURITY SERVICES S.A. S/ DAÑOS Y PERJUICIOS (Ordinario)", Sentencia de primer
instancia en fecha 13/08/2014, confirmada por la Cámara de Apelaciones en lo Civil,
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Es por todo ello que considero pertinente -teniendo, además especial consideración la
Doctrina Obligatoria emergente del STJ en autos "BARTORELLI, EMMA GRACIELA C/
BANCO PATAGONIA S.A. S/ DAÑOS Y PERJUICIOS S/ CASACIÓN" (EXPTE. N° VI-
31306- C-0000), de fecha 17/10/23-, establecer la procedencia del rubro Daño Punitivo en la
suma de $2.000.000 con más los intereses que se devengarán desde que la presente sentencia
adquiera firmeza y hasta el momento del pago efectivo, de conformidad con la tasa nominal
anual (T.N.A.) establecida por el Banco Patagonia, para préstamos personales Patagonia
Simple conforme doctrina legal sentada por el STJRN en los autos "MACHÍN C/
HORIZONTE ART S.A.".
V.- Las costas del proceso, atento el resultado del mismo, el principio objetivo de la
derrota sentado en el art. 68 -ap. 1°- del CPCC, corresponde imponerlas en su totalidad a la
demandada.
RESUELVO: I.- Hacer lugar a la demanda instaurada por la Señora Dayanara Villalobos
contra la empresa ADT Security Services S.A,; condenando a esta última a abonar a la actora
en el término de 10 días de notificada de la presente, la suma total de $3.000.830 con más los
intereses determinados en los considerandos, bajo apercibimiento de ejecución.
II.- Imponer las costas del proceso en su totalidad a la demandada, en virtud del
principio objetivo de la derrota sentado en el art. 68 -ap. 1°- del CPCC.
IV.- Regular los honorarios del Perito Aldo Fabian Capitán en el 5% del
Monto Base. MB: $3.000.830. (Arts. 09, ss., 18 y ccdtes. de la Ley N° 5.069).
V.- Notificar de conformidad alas adecuaciones procesales dispuestas por el Anexo I de
la Ac. N° 36/2022 del STJ (9-a) -que implementa el Sistema de Gestión de Exptes. Judiciales
"PUMA"-.
mvm
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