Doña Berta
Doña Berta
Doña Berta
· Cap 1
Doña Berta de Rondaliego vive en Asturias, en la parroquia de Pie del Oro, concejo
de Carreño, dentro del barrio de Zaornín, mas especificamente en el prado de Aren.
Este sitio se presenta aislado y lleno de silencio ("Lugar que no pisaron ni
romanos ni moros"), en el que se ve un paisaje montañoso ciertamente pesimista.
("El arroyo no tiene allí nombre, ni lo merece", los vecinos lo llaman "regatu")
A la otra orilla del "rio" de Aren hay un palacio, casa solariega no muy grande
(Perteneciente a los nobles, en este caso a los Rondaliegos). En este viven sola
Doña Berta y Sabelona, con un gato (El cual no tiene nombre)
· Cap 2
Doña Berta es pobre pero limpia, y su señorio ha perdido la poca dignidiad que le
quedaba. En sus propiedades, había sendas públicas por las que pasaba la gente, las
cuales indignificaban tanto a las propiedades como a los Rondaliegos, los cuales no
querían nada con nadie, únicamente se casaban entre parientes para no mezclar
sangre y por lo tanto manchar el linaje.
Doña Berta pensaba que Zaornín era el fin del mundo, es decir, no había nada más
allá de este barrio ni del prado.
"Por aquí no se va a ninguna parte, este es el finibusterre del mundo", "Ni los
moros ni los romanos pisaron jamás la hierba del Aren", "Ni los moros ni los
romanos", Doña Berta repite siempre lo mismo, aislando Zaornín y Aren del resto de
España, de manera pesimista.
· Cap 3
Llegó un capitán de los cristinos (Liberal que combatía contra los carlistas),
herido y fugitivo, quien cayó desmayado delante la portilla. Ella recogió al
fugitivo y lo escondió en la capilla de la casa, dudando en si debía avisar a sus
hermanos, que como ella, eran carlistas, que podrían entregar a los suyos al
fugitivo.
Doña Berta, cuidando al fugitivo, acabó enamorandose del mismo, y aunque se curase,
este decidió quedarse en el posadorio con Berta y sus hermanos, quienes lo
aceptaron.
· Cap 4
El capitán le había prometido a Berta regresar tras su misión, para luego casarse
con ella. Al final, nunca regresó al posadorio y deshonró a los Rondaliegos,
quedándose Berta embarazada de un hijo suyo.
· Cap 5
Un día, Doña Berta subió al monte para despejar su cabeza, y allí, encontró a un
pintor ilustre que iba admirando el paisaje de España. Pronto, estos dos personajes
se enamoraron.
Algo de tiempo después, ambos empezaron a hablar de sus amores, por lo que Berta,
intentando no detallar, le explicó su amor con el capitán cristino. Era la primera
vez que se lo había explicado a alguien en voz alta y se sentía rara por ello. El
pintor, para consolar a Berta, afirmó que estaba seguro de que el capitán habría
muerto como un héroe, y no que intentó abandonarla. Le aseguró esto puesto que el
conoció otro capitán, del cual dibujó un cuadro y que admiraba realmente, también
rompió una promesa en honra a España durante una misión.
· Cap 6
Tras una noche durmiendo en la casa de Berta, el pintor que vió un retrato de la
mujer en la consola del salón, decidió hacer dos retratos al óleo del mismo, pero
mejorado. El primero era una copia fiel pero idealizada y llena de expresión,
mientras que el otro tenía un rótulo al pie, que decía en letras pequeñas, rojas:
"Mi capitán". En este había un retrato del hijo del capitán.
Doña Berta se dió cuenta de que el capitán del que hablaba el pintor era el mismo
del que hablaba ella misma.
Días después Berta le escribió una carta al pintor, en la que le pedía noticias de
su capitán (Como se llamaba, quien era, su origen, su familia, quien le habia dado
aquel dinero que luego no devolvió puesto que murió. También le preguntó por otro
cuadro que hizo, para saber si estaba a la venta.), pero nadie sabía nada de el.
Berta tenía la intención de devolverle el dinero a la persona que se lo había dado
a su hijo y comprar el cuadro del pintor.
Aparece un día el Sr. Pumariega, Don Casto, ya que Berta le pide un préstamo
ofrenciendo Susacasa como garantía, diciendo que si no acepta el préstamo, incluso
se ofrecía a vender la propiedad entera de una vez.
Don Casto pensaba engañar a Berta haciendole ver que no perdía a Susacasa
necesariamente en las combinaciones que él la proponía, y ella fingió caer en esa
trampa. Le daba igual sacrificar sus propiedades con tal de resolver lo pendiente,
para pagar las deudas de su hijo y comprar el cuadro de su hijo, incluso si eso le
costaba la muerte.
Doña Berta propuso llevarse a la criada a Madrid consigo. Esta se negó, y acabó
viviendo en un concejo vecino donde tenía unos parientes. Ya que Sabelona no la
acompañaba, se llevó al gato.
· Cap 7
Doña Berta no fué nunca capaz de acostumbrarse a la vida de Madrid y veía la calle
como una guerra constante en su día a día, con mutlipes carros de caballos,
omnibuses, coches y todo tipo de vehículos circulando anárquicamente por toda la
ciudad. Solo encontraba consuelo y semejanza en la iglesia, parecida a la de Arén.
Todos los días vivía en una preocupación constante del ruido, del tránsito, de los
choques y los atropellos, hasta llegar a una obsesión. Empezó a pensar cada vez con
más egoísmo, teniendose mucha lastima a si misma.
Al final, cayó enferma y pasó ocho días enteros en la cama. Tras eso, salió a
investigar y averiguó que el cuaddro que buscaba yacía despositado en un caserón
cerrado al público, que el Gobierno tenía, para saber si quedarselo o llevarlo a un
señorón americano para su palacio.
· Cap 9
Berta, andando de sala en sala, muerta de frío, se encontró a un señor gordo y mal
vestido entre cientos de cuadros que se iban.
"Con que quiere usted ver el cuadro de Valencia? Pues por poco se queda usted in
albis, abuela. Dentro de media hora ya estará camino de su casa", responde el
hombre gordo.
Berta se da cuenta de que no se ve nada en el cuadro. "Claro, los lienzos no se han
hecho para verlos en el suelo", responde el hombre.
Tras subirse a una escalera para poder ver bien el cuadro, se encontró con la
figura de su capitán (Su hijo). Como estaban levantando el cuadro, apenas puedo ver
o reconocer su cara, y tras eso, se desplomó de las escaleras perdiendo el sentido.
· Cap 10
Doña Berta fue trasladada a su casa y pasó otros dos días enteros en cama.
Consiguió dar con el dueño del cuadro, señor de su edad, sano, fuerte y afable. Le
había arrancado el cuadro al mismísimo gobierno a fuerza de dinero y de intrigas
diplomáticas. El precio del cuadro se había triplicado por el accidente de haber
muerto el autor del mismo aquel otoño, en Asturias, a consecuencia de un
enfriamiento en una de sus excursiones por la naturaleza.
Berta decidió hablar finalmente con el dueño del cuadro para pedirle comprarlo.
Como el precio se había triplicado debido a la muerte del pintor, era imposible
para ella comprarlo, ya que no tenía suficiente dinero para ello.
Al darse cuenta de eso, le suplicó llorando que no trasladase el cuadro a Cuba,
para poder visitarlo siempre que pudiera. El dueño aceptó durante un tiempo pero
finalmente acabó por anunciar que se llevaría el cuadro a la Habana.
· Cap 11
La pupilera del piso, doña Petronila, obligó a Berta a decidir entre encerrar a su
gato para que no diera problemas en la casa, o salir de la casa ambos. Berta tuvo
que encerrar al gato en una guardilla, en una trastera.
Mientras iba por la calle, un caballo la derribó y la piso, y tras ello una rueda
le paso por medio del cuerpo. Finalmente, murió.