de Génesis a Belén

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LOS PREPARATIVOS DE NAVIDAD EN GÉNESIS

1. En el principio.
Las primeras palabras del libro de Génesis son
“en el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gen.1:1)
– lo cual plantea ya una aclaración importantísima:
No siempre fueron así las cosas. No siempre existieron las
cosas – hubo un tiempo en que no hubo ni cielos ni tierra.
Pero no es lo mismo decir que no había nada a decir que
no había nadie – había alguien; un Dios soberano y
creativo capaz de producir belleza, orden y toda clase de
cosas (visibles e invisibles) de la nada.
La majestad de la creación por tanto, no es producto
del azar, ni consecuencia del accidente – hubo un
proyecto, y un supremo arquitecto – planeando cada
aspecto de la creación y de la historia.
Y en esta historia, el gran Dios se propuso no sólo
darse a conocer como creador, sino también como
redentor; ahí estuvo en los planes de Dios cada primavera
y cada verano, cada amanecer y cada anochecer – se le
puso fecha a cada eclipse, se le encontró espacio a cada
huevo y a cada flor, se programó la temporada de cada
fruto y legumbre; se hicieron los diseños de cada insecto,
bestia, ave y pez – además del diseño de quien sería
portador de la imagen del creador, Su representante y
embajador. Y se anotó además una fecha importante y
trascendental; se agendó la navidad – antes que las aves
surcaran los cielos, antes que apareciera el arcoíris, antes
que brotaran las flores, incluso antes que el hombre se
escondiera de Dios, la navidad ya había sido programada.
Ahí estuvo el Verbo “en el principio” (Juan 1:1-2), ahí
participó el Hijo con su creatividad, como heredero
mismo de la creación (Col.1:15-16) - Ahí estuvo el Cordero,
dispuesto y preparado desde la eternidad para entrar al
rescate de la creación (1Pedr.1:18-20).
Según la tradición, la temporada de adviento - ese
lapso de espera por Jesús – comienza cuatro domingos
antes de Navidad. Pero para Dios, la temporada de
adviento comenzó desde la eternidad. Toda la historia fue
planeada alrededor de este evento; el momento en que
Dios se hizo hombre para redimirnos. Si la creación ya era
“buena en gran manera”, la redención nos reveló mayores
sorpresas: nuestro creador nos ama al grado del sacrificio.
…con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero
sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de
la fundación del mundo. (1Pe. 1:19-20)

Pensando en esto, oremos:


• Señor, abre mis ojos para ver las maravillas de tu poder y tu
grandeza plasmadas en la creación, para asombrarme ante
la obra de tus manos y admirarme ante la belleza y bondad
de todo lo que haces.

• Dios Bueno, concédeme tu dirección para cumplir el rol que


tú me has dado en tu reino, para ser un digno portador de
tu imagen y reflejar tu carácter en todo lo que hago.

• Padre Eterno, gracias por el regalo de la vida, por tu aliento


que me trajo a la existencia. Hazme cada día consciente de
que tú eres quien sostiene mi respiración y que te
pertenezco en cuerpo y alma.
2. Mas Jehová llamó al hombre.
…y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia
de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios
llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? (Gen 3:8-9)

Tan pronto se consumó el primer pecado, se


manifestaron las consecuencias – culpa y vergüenza - la
conciencia acusadora se activó; se había profanado el
huerto, se escogió la rebelión en vez de la sumisión, se
creyeron las palabras de la serpiente en lugar de confiar
en el buen creador. Y entonces el hombre hizo lo mismo
que ha venido haciendo desde la caída; esconderse,
intentar cubrirse y pretender que todo está bien. Así ha
venido sucediendo con la humanidad desde entonces;
intentamos escondernos de Dios aparentando que no hay
pasado nada, cubriéndonos con las inservibles hojarascas
de la moralidad, la vanidad y la mentira – pero
extraviándonos cada vez más en el vacío y la mentira.
¿Y qué hizo Dios desde entonces? Él llamó al
hombre, emprendió una búsqueda a fin de redimir a la
criatura y recobrar lo perdido.
Desde entonces ese ha sido el patrón; Dios buscó al
hombre. Confrontó al pecado, sí – no se puede esperar
menos de un Dios que es Santo; el pecado de es
abominación, los rebeldes no pueden ser tomados por
inocentes; el alma que pecare esa morirá.
Pero así como fue severa la sentencia y lamentable la
condenación que del pecado vino en consecuencia, así
también fue generoso en bondad y caridad – Junto con las
palabras de condenación habló también palabras de
esperanza y misericordia; una profecía que le costaría a él
mismo hacer cumplir – Dios anunció la aparición de un
ser capaz de revertir el poder del mal; “El descendiente
de la mujer te aplastará la cabeza, mientras tú solamente
le morderás el talón” {Génesis 3:15 NBV}
Luego de que el pecado y la miseria han dañado
gravemente la relación del hombre con Dios, así como su
condición, el Señor anticipa que por medio de un
descendiente de la mujer será revertida la catástrofe en
victoria sobre la serpiente. El Dios que tenía todo el
derecho a deshacerse de estos humanos corrompidos y
rebeldes, decide preservarlos y auxiliarlos proveyéndoles
un Salvador, que ahora sabemos que así como sería un
descendiente de Eva, también resultó ser el unigénito Hijo
de Dios
Este es el patrón de la redención; Dios buscó al
hombre pecador, Dios llamó con palabras de verdad y
amor; Dios descendió a rescatar lo que se había perdido –
él el Santo, severo con el pecado y furioso con el pecador.
Pero es solidario y salvador; dispuesto al sacrificio y
generoso en compasión. Nosotros le amamos porque él
primero nos amó.

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo


que se había perdido. (Luc. 19:10)
Pensando en esto, oremos:

• Señor, reprende mis pensamientos y sacude mi conciencia


con la verdad de que no puedo esconderme de tu mirada
que todo lo escudriña; apártame de la mentira, del engaño,
de la hipocresía y del fraude – hazme íntegro delante de ti.

• Dios Bueno, gracias por persistir en buscarme estando en


mi extravío y entenebrecimiento, siendo indigno e incapaz
de hacer algo por salvarme, cuán afortunado soy de que
quieras resolver el mal que yo he causado.

• Rey Soberano ¡Qué grande es tu amor! que quisiste ser


conocido no sólo como creador, sino como nuestro redentor
– cuán bienaventurado es el pueblo destinado a salvación
por la sangre de tu hijo prometido.

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3. La maldad de los hombres…
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha
en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se
arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le
dolió en su corazón” (Gen 6:5-6)

El ser humano tras la caída quedó esclavizado al


pecado, cegado por la mentira, entenebrecido por su
corrupción, confundido en su propia necedad – ¿Tiene
potencial? Bueno, sigue siendo capaz de obrar
creativamente y desarrollar ciencia, arte, medicina e
industria – pero esa misma creatividad la emplea en
promover el vicio, practicar iniquidades y producir nuevas
formas de pecado. Inútil esconderlo e imposible resolverlo
por nosotros mismos – Dios que todo lo ve, está al tanto
de cada pensamiento, intención, obra y trasgresión que se
oponen a su santidad. ¿Cómo reacciona el Creador ante la
obstinación de sus criaturas en pecar? Le duele en el
corazón – recordemos que hablamos de una persona, un
Dios supremo y soberano que al ver el alcance del pecado
decide obrar con todo el furor de su justicia – Él no dará
por inocente al culpable; “Raeré de sobre la faz de la
tierra a los hombres que he creado” (Gen 6:7) es la
sentencia del ser supremo. Aquí no hay nada que discutir,
el ser humano corrompido y en rebelión contra Dios es
indefendible – merece el aborrecimiento y la indignación
del Señor de la gloria.
Pero aquí la historia da un giro inesperado – hay
castigo, sí; uno muy severo – un diluvio que por cuarenta
días con sus noches inundará la creación y ahogará a todo
lo que respire. Pero junto con el tremendo castigo, el
mismo Dios que es fuego consumidor se muestra también
misericordioso y compasivo. Un hombre, Noé, halla gracia
delante de Dios. No es que sea bueno, tampoco es que
tenga méritos, no parece que Dios lo necesite, ni mucho
menos se trata de alguien poderoso – apenas un hombre
con un puñado de familiares, ocho en total, halla gracia
delante de Dios.
Gracia es el favor no merecido de Dios, la bendición
no comprada, la compasión no ganada – este terrible
juicio sobre la creación ha evidenciado tres cosas: {1} el
ser humano es capaz de abrazar la necedad hasta la
muerte, {2} Dios se toma el pecado muy en serio y sin
embargo,
{3} Dios no tiene planes de destruir a su creación – un
arca atiborrada de animales habla de su deseo de
preservar la obra de sus manos, un arcoíris testifica su
compromiso de seguir sustentando la vida en este planeta
– no, la destrucción no será el proceder de Dios, sino la
renovación. Él obrará todo lo necesario para que la
creación vuelva a la paz e inocencia del Edén, si es
necesario bajará del cielo a reparar lo que el pecado
arruinó. Si pudo crear todo de la nada, entonces nada es
imposible para él, bien puede hacer nuevas todas las
cosas.
Pensando en esto, oremos:

• Fiel Pastor, en las miserias de esta vida y ante la fragilidad


de mi existencia, sostenme con tu poder y dirígeme en tu
verdad; en la esperanza de una nueva creación sin dolor y
sin frustración.

• Padre Eterno; gracias porque no nos castigas como


merecemos a causa de nuestras iniquidades, sino que en tu
gracia y compasión cubres la multitud de nuestras
rebeliones, proveyendo en tu Hijo el camino a la
reconciliación.

• Buen Salvador, aparta mi mente y mi voluntad de la


necedad, líbrame de la mentira y mantenme arraigado en tu
voluntad que es buena, agradable y perfecta.

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4. Ahora pues, descendamos…
“Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una
torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre,
por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra”.
(Gen 11:4)

He aquí el hombre usando todo su ingenio y toda su


fuerza en un ambicioso proyecto arquitectónico cuya
meta es alardear de una supuesta grandeza. Quieren
llegar al cielo, desean que su nombre sea reconocido e
incluso podrían estar desafiando al Dios que unas páginas
atrás envió un diluvio y dejó regados los cadáveres por
todas partes – “A que no nos esparcen de nuevo” es una
posible interpretación – “Si una vez más intentan
esparcirnos, tendremos una gran torre y un gran nombre”.
De manera que detrás de este mega proyecto se
encuentra la megalomanía del hombre, el intento del
mortal traer gloria a sí mismo. “Seréis semejantes a Dios”
fue el ofrecimiento de la serpiente, y a partir de la caída, la
humanidad ha pretendido de todas las formas lograr tal
objetivo; engrandecerse, hacerse notar y magnificarse.
Y entonces Dios decide descender – el Dios de las
alturas no negocia su gloria; sólo hay lugar para un Dios
Altísimo – desciende a darles una lección de humildad; no
les quiebra las piernas, no les corta las manos, no les
causa parálisis ni infartos cerebrales – apenas toca un
pequeño músculo y causa que algo tan simple como
pronunciar palabras se vuelva torpe y confuso.
Y ahí quedó la construcción a medias, los ladrillos
abandonados, los sueños de grandeza ridiculizados – ya
lo advertirá después, Dios al que se enaltece, lo humilla –
esta historia no se trata de demostrar la grandeza del
hombre, ni el gran potencial de la humanidad – esta
historia es la historia de Dios, para su gloria, para
anunciar Sus virtudes. Aquel descenso en Babel fue un
acto de juicio, una lección de humildad.
Siglos después, ya no en Babel, sino en Belén, aquel
Altísimo Señor volverá a descender, no en un acto de
juicio, sino en plan amigo, con noticias de gozo y buena
voluntad – descenderá no a confundir las palabras, he
aquí La Palabra hecha carne; lleno de gracia y de verdad.
Bajará en modo austero - sin carros de fuego ni caballos
de batalla, sin corona ni cetro – como Rey, sí pero en
carácter de siervo; envuelto en pañales. No viene a
decirnos que somos grandes, vino a mostrarnos el gran
amor de Dios, que a pesar de nuestra gran iniquidad está
dispuesto a otorgar una grande salvación. Cuando Dios se
hace presente en un punto de la historia, viene a traer
juicio o viene a traer misericordia. En babel se desató su
juicio, en Belén se manifestó la gracia – la verdad que nos
hace libres y el santo ser que nos dará vida y paz.

¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena


voluntad para con los hombres! (Luc. 2:14)
Pensando en esto, oremos:

• Rey Soberano, dame la inteligencia y el vigor para trabajar


en tu nombre, para ser buen administrador de tus
bendiciones y honrarte con la obra de mis manos. Que tu
bendición dirija mi trabajo de cada día.

• Señor de gloria, mantenme humilde y abnegado; que mis


logros y trabajos me lleven en gratitud y alabanza a ti, que
me das el poder y la fuerza – que mi vista se mantenga en
Cristo, el varón perfecto y sea transformado a su medida.

• Padre bondadoso, gracias por hacerte presente en mi vida


no con maldición y juicio, sino en bondad, misericordia y
caridad – cuán amable y compasivo eres para con tu
pueblo; concédenos en Cristo tu hijo nuevas misericordias
cada mañana.

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5. No temas
…vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo:
No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será
sobremanera grande. (Gen 15:1).

Un encuentro con Dios no es precisamente una


experiencia que inspire ternura – Isaías dijo con espanto
¡Ay de mí! – habiendo visto al Dios santo. El pueblo de
Israel tuvo la experiencia de un encuentro cercano con
Dios en el monte Sinaí; truenos y relámpagos
acompañando la presencia de Dios ocasionaron que el
pueblo temblara y se alejara. No es para menos; estar tan
cerca de la divinidad siendo como somos de indignos y
pecadores, es motivo para preocuparse y ser reservados.
Y por eso mismo es alentador que cuando Dios decide
involucrarse en la historia y manifestarse a las personas,
muchas veces lo hace tras la sencilla instrucción “no
temas”.
No significa que Dios no sea temible, nada de eso –
“sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo” (Isa 8:13)
fueron las instrucciones del profeta. Ya que su poder es
eterno, su grandeza es insuperable, santo es su nombre y
horrendo su castigo, tener temor es de lo más sensato.
Pero “no temas” significa “vengo en paz”, significa
“cuentas con mi auxilio” - “no temas” son palabras de
empatía de parte de Dios. Abraham está a punto de
convertirse en el beneficiario del pacto de Dios – no tiene
nada que ofrecer; ni hijo, ni mansión, ni méritos…
– pero Dios le extenderá por su sola gracia la bendición de
una alianza perpetua – hay un galardón prometido para
quien pone su fe en el Dios de Abraham.
Luego nos venimos enterando que Dios levantaría del
linaje de Abraham a uno que bendecirá a todo el mundo;
la promesa hecha por Dios a Abraham "En tu
descendiente serán benditas todas las naciones de la
tierra" (Gen.22.18) se cumple en Jesucristo, el
descendiente del linaje de Abraham y a la vez Hijo de Dios
encarnado, que ha traído "paz en la tierra a los hombres" -
Es en este descendiente prometido desde Génesis 3:15
que hombres y mujeres de todos los linajes de la tierra
pueden encontrar salvación, esperanza, gozo y paz por
medio de aquel que se ofreció para llevarnos de vuelta al
Padre y con su sangre lavarnos del pecado - a él
adoramos, por él vivimos, a él obedecemos.

El Hijo de Dios entró en la historia siendo un pariente


de Abraham mismo ¿Y cuál es el encargo a María, la
madre? “no temas” (Luc.1:30) ¿Y cuál es la instrucción
para José, el padre putativo? “no temas” (Mat.1:20) - ¿Y
qué se les dice a los pastores estupefactos por la noticia
del salvador encarnado? “no temáis” (Luc.2:10) – esas
mismas palabras son un consuelo para todo aquel que se
acerque a Jesús en fe “no temas” – Dios ha venido en paz,
no a condenar al mundo, sino a que el mundo sea salvo
por su Hijo.
Y cuando Dios se ha solidarizado con nosotros, todo
temor es echado fuera – angustia, hambre, tristeza,
carencia o muerte – amparados en la misericordia y
cuidado de Jesucristo, no hay nada que temer; su pacto es
fiel, su poder es inmenso, su bondad no acaba, su
salvación es plena. No hay nada que temer si Dios es con
nosotros.

No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo,


que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la
ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
(Luc.2:10-11)

Pensando en esto, oremos:

• Dios de paz; gracias por ser benefactor de tu pueblo – no


tenemos nada que ofrecerte ni manera de retribuirte las
innumerables bendiciones de cada día y la salvación de
nuestras almas. Te damos gracias y disfrutamos tu favor.

• Señor soberano; líbranos del afán y la ansiedad, del temor y


la desesperación; de la incredulidad y el desaliento – aún en
las horas más difíciles se tú nuestro amparo y fortaleza.

• Padre misericordioso; guíanos a echar mano de tus


promesas de redención; de la resurrección y la vida eterna,
del árbol de vida y la consolación venidera - que las leves
tribulaciones momentáneas sólo produzcan en nuestro
corazón mayor fervor y confianza en Jesucristo, tu hijo.
6. El Señor proveerá
“No temas” es un consuelo y también una garantía;
significa que se puede confiar en Dios; ya que Él es justo y
santo, sus palabras son verdad – él es digno de confianza
y obediencia, aún cuando pide hacer cosas extrañas como
sacrificar a tu único hijo – Tal fue la petición de Dios a
Abraham “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas,
y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre
uno de los montes que yo te diré”. (Gen.22:2).
Abraham es recordado como el “padre de la fe” -
muchos malentendidos ocurren alrededor de la fe; es
común la creencia de que la fe por sí sola hace que
sucedan milagros y se cumplan los anhelos. Hemos de
tener cuidado de los mercaderes de la fe que usan con
astucia las artimañas del error.
De que Abraham tuvo fe no hay duda, pero hay que
notar que su fe fue evidente en sus obras de obediencia.
Muchos anhelan tener la fe de Abraham, pero pocos están
dispuestos a mostrar la obediencia de Abraham – cuando
Dios le pide que sacrifique a su hijo, Abraham
simplemente obedece – no tiene claro el motivo, no
demanda explicaciones; sencillamente obedece. Es más,
se levantó muy de mañana para llevar a cabo la voluntad
de Dios. Tal es el calibre de la fe; confianza en la voluntad
de Dios. Tal es la evidencia de la fe; la obediencia a los
mandatos de Dios.
El muchacho, Isaac, sabe que algo no cuadra –
“tenemos la leña, el fuego y el cuchillo, pero ¿Dónde está
el sacrificio?” y entonces, Abraham pronuncia palabras de
esperanza y a la vez de profecía - “Dios se proveerá de
cordero para el holocausto” (Gen 22:8) – Dios lo resolverá,
es la esperanza de Abraham – él obedecerá confiando que
Dios resolverá las incógnitas y los conflictos que no
alcanza a entender. Y tal cual sucedió - Habiendo quedo
claro el nivel de devoción y confianza, Dios provee del
holocausto. Sí, hubo un sacrificio aquella tarde en el
monte de Dios, pero no fue la sangre de Isaac la que se
derramó sino la de un cordero sustituto. “El Señor
proveerá” no fue dicho pensando en que Dios dará
dinero, salud, éxito o prosperidad – claro que puede
proveernos tales beneficios, pero no es lo que tenía
Abraham en mente. Un sustituto, un sacrificio es lo que
hacía falta y es lo que Dios proveyó.
Lo que ocurrió en Moriah fue que Dios prefiguró
entre Abraham e Isaac la escena que siglos después
interpretarían Dios el Padre y Jesucristo Su hijo - allá en
Moriah, Abraham hizo cargar a su hijo la madera para el
sacrificio, tomando el papá la tarea de ejecutar el
sacrificio. En Jerusalén, fue Dios el Padre quien hizo cargar
a Jesús una cruz y descargó el terrible juicio de la ira
eterna sobre el Hijo como si fuera el más vil de los
pecadores - las palabra de Abraham "Dios se proveerá de
cordero" (Gn.22:8) se cumplieron la tarde que el Hijo de
Dios como sustituto fue sacrificado en la cruz "el justo por
los injustos para llevarnos a Dios"
Aquel sería el método elegido por Dios para redimir
no sólo a Isaac, sino a todo el que sea de la fe de
Abraham; sustitución, un inocente e indefectible cordero
tomando el lugar de aquellos que deben morir.
En medio del consumismo y el hedonismo de nuestra
cultura, hemos de reconocer y valorar que la gracia de
Dios no nos es dada en oro o plata, ni en nada que se
devalúe o se arruine – Dios nos ha manifestado su gran
amor al otorgarnos por medio de su Hijo al salvador
sacrificial. En Belén, el Señor proveyó del cordero para
nuestra salvación.
Porque también Cristo padeció una sola vez por los
pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios
(1Pe 3:18)

Pensando en esto, oremos:


• Dios de bondad; gracias por ser nuestro proveedor, no sólo
del pan de cada día, no sólo del abrigo y la salud, sino de la
salvación y rescate de tu pueblo - concédenos disfrutar tus
bendiciones de cada día y gozarnos en las bendiciones
eternas que son aún mayores.

• Padre de sabiduría; concédenos contentamiento para no


caer presas del consumismo y el materialismo, sino
realmente experimentar gozo en la persona y obra de tu
Hijo Jesucristo, nuestro tesoro y bien mayor.

• Rey de gloria; llénanos de asombro, devoción y regocijo en


el gran acto de sustitución que tu Hijo estuvo dispuesto a
realizar, librándonos de la ira y otorgándonos salvación.
7. El mayor servirá al menor
Respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos
pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será
más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor.
(Gen 25:23)

La historia de Dios tiene muchas sorpresas; muchas


veces el Señor actúa de la manera menos esperada. Uno
podría entender que ante la catástrofe de la caída él lo
hubiera desecho todo y hubiera comenzado de nuevo
desde cero – pero él decide restaurar, renovar y rescatar
lo que se había perdido. Uno esperaría que el hijo de Dios
al aparecer en la historia lo haga al sonido de trompeta,
con hordas de ángeles y cientos de caballos – pero es en
humildad; en un vil pesebre en una lejana aldea donde el
Rey de la gloria termina naciendo. Nada de esto es
accidente; hay lecciones en cada escena - cada detalle
fue calculado desde la eternidad.
Un patrón muy frecuente en la misma historia de
Dios es que se vale de personas de “bajo perfil” – no es
con los grandes ni los fuertes con quienes obra
principalmente, sino echando mano de “lo débil y
menospreciado”.
Dos hijos se alojaron al mismo tiempo en el vientre
de Rebeca, nuera de Abraham – pero no sería Esaú por
fuerte ni por ser primogénito, quien gozaría del favor
divino - “el menor” sería el afortunado.
“No el primero, sino el segundo” Así podríamos
llamar a esta dinámica, y se repite una y otra vez:
No es Caín, el primero, de quien se agrada Dios, sino que
miró con agrado a Abel y su ofrenda. No será Saúl, el
primero, el rey amado de Dios; sino David, el segundo. Y
no es Adán, el primero, quien se convierta en el dador de
bendición a la humanidad, sino Cristo (el segundo Adán)
en quien heredaríamos vida eterna y gloria.
Así es como Dios hace las cosas – haciendo todo de
la nada; eligiendo a un pueblo insignificante para hacer
una gran nación (Deut.7:7-8) y usando gente débil y
menospreciada para decorar sus planes. Así, nadie podrá
jactarse ni alardear con vanagloria – así quedará bien
claro que todo es por pura gracia; para que en todo, el
único reverenciado sea el Hijo.
Con todo, la paradoja de la Navidad es que aunque el
salvador vino en humildad, se trata del Rey de reyes y
Señor de señores – y sorprendentemente “el mayor”, el
Hijo eterno del eterno Padre nace de una madre no para
ser servido sino para servir, para dar su vida en rescate
por muchos.

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de


dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo
estimamos. (Isa 53:3)
Pensando en esto, oremos:
• Dios de bondad; gracias por elegirnos sin tener mérito ni
gloria personal, llénanos de humildad y mansedumbre para
honrarte con nuestras vidas.

• Buen salvador; perdona todas las veces que obramos en


vanidad y arrogancia; los desplantes de protagonismo y
altivez – los pensamientos con que alimentamos nuestro
egocentrismo y frivolidad – ayúdanos a apropiarnos del
mismo carácter de servicio y obediencia de tu hijo
Jesucristo.

• Señor de gloria; danos gozo en el servicio, alegría en la


obediencia y diligencia en el sometimiento - que cada
oportunidad de servir sea considerada un acto de adoración
y un ejercicio de imitación de tu hijo, el gran Rey.

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8. Anda delante de mí
Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé
perfecto. (Gen 17:1)

Dios decidió bendecir a Abraham por su sola gracia –


sin méritos, sólo por misericordia. Pero demandó de
Abraham obediencia y confianza plena.
Abraham es conocido como "El padre de la fe" y
ciertamente, Abraham tuvo fe en el Señor - pero lo
destacable del relato y ejemplar para los cristianos, es la
OBEDIENCIA de Abraham - tal como Santiago nos lo dice,
la fe es evidente por la obras - Dios demanda obediencia
de sus súbditos. Y Jesús, al venir a la tierra nos llama a
reconocerle como Señor, como Rey, como aquel a quien
rendimos obediencia plena. La obediencia cristiana ha de
ser pronta, dócil y confiada.

Navidad conmemora el nacimiento de Jesús, el


festejo del hijo de Dios encarnado - es el evento central no
sólo del cristianismo sino de la historia de la humanidad.
Pero el nacimiento de Jesús en Belén no fue de ninguna
manera un evento improvisado o una visita de última
hora. Desde la eternidad se planeó, se ensayó y se
anunció la llegada del hijo de Dios.
La llegada de Cristo a la tierra demandó obediencia
de los agentes involucrados en este evento - se requirió
obediencia de Zacarías y Elizabeth, padres de Juan el
Bautista, quien sería precursor del mensaje de Jesús - Se
requirió obediencia de María, para ser la madre de Jesús…
- se demandó obediencia de José, para recibir a María, sin
importar lo que no alcanzara a entender de la milagrosa
concepción de Jesús - Se demandó obediencia de los
pastores, para que fueran a hallar al niño nacido y
envuelto en pañales - Se requirió obediencia de los
magos para que siguieran la estrella que los guio a Jesús y
para no revelar el paradero del niño al sanguinario
Herodes - Tal parece que el gran desobediente de la
navidad fue Herodes, quien obstinado en ser rey no
reconoció al gran REY que había nacido.

El cristianismo, así como se basa en la salvación por


gracia por medio de la fe; también proclama que la
salvación es evidente en una vida de obediencia y de
entrega total - el gran mandamiento sigue siendo amar a
Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las
fuerzas - Reconocer a Cristo como rey no ha de ser una
confesión de labios, sino una entrega en cuerpo y alma a
Jesucristo.
…para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla
de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la
tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para
gloria de Dios Padre. (Fil.2:10-11)
Pensando en esto, oremos:
• Dios de bondad; gracias por cobijarnos con tu pacto de
gracia y bondad – enséñanos a vivir en comunión y
dependencia de ti, líbranos de la idolatría y la rebelión.

• Buen Salvador; cautiva nuestros corazones en devoción,


confianza y sometimiento a tu perfecta voluntad; provéenos
tu Espíritu y tu fuerza para ejercer la fe auténtica que es
evidente en una obediencia fiel.

• Padre Eterno; guárdanos en tu luz – líbranos de volver a las


tinieblas, habiendo conocido en tu hijo la dicha de la
salvación y la esperanza de la vida eterna; que nada en este
mundo nos distraiga ni nos seduzca, sino que
permanezcamos en ti, cimentados en Jesucristo, nuestro
todo en todo.

Pbro. Samuel Hernández Clemente


Ministerio de Educación INPM

MIRAD
por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo
os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor,
la cual él ganó por su propia sangre.
(Hechos 20:28)

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