TEORIA DE LA ADMINISTRACION Resumen capítulo 3

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO 1

Ciencias Políticas y Administración Pública

Resumen capítulo 3: Estado, poder y gobierno

Juan Pablo Verdugo Izquierdo

Modalidad a distancia

Ciencias políticas

Teoría de la Administración Pública I

2025
Teoría de administración I 2
Juan Pablo Verdugo I.

Capítulo III: Estado, Poder y Conflicto

1) Para el estudio del Estado

Las disciplinas históricas

Para el estudio del Estado las dos fuentes principales son la historia de las instituciones

políticas y la historia de las doctrinas políticas. La historia de las instituciones políticas estudia

las instituciones que conforman a los diferentes Estados (sistemas de gobiernos), mientras que

la historia de las doctrinas políticas es aquella ciencia que estudia las proposiciones ideales de

Estados (ejemplos como Locke, Rousseau, Hobbes, etc.) se integran, debido a que si se desea

conocer a fondo los mecanismos de las relaciones de poder a lo largo de la historia es imposible

conocerlos a fondo utilizando una sola de estas disciplinas. Podríamos decir que la historia de

las instituciones se desarrolló después que la historia de las doctrinas, debido a que es mucho

más fácil conocer las doctrinas que recopilar las fuentes que nos sirven para definir una historia

de las instituciones. Asimismo, las doctrinas en cierto modo reconstruyen (o deforman o

idealizan) ciertos ordenamientos políticos.

Las primeras certezas para el estudio autónomo de las instituciones frente a las doctrinas

provienen de los mismos historiadores. Posteriormente del estudio de la historia viene el

estudio del conjunto de normas del derecho público. En la actualidad, la historia de las

instituciones se ha separado de la historia de las doctrinas, ampliando su campo de estudio.

Filosofía política y ciencia política.

El estudio del Estado se ha dividido entre las disciplinas de la filosofía política y la

ciencia política. En la filosofía política hay tres tipos de investigación:

- Sobre la mejor forma de gobierno o la óptima república. Sin carácter evaluativo.

- Sobre el fundamento del Estado o del poder político. Lo justifica, no lo explica.


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- Sobre la esencia de la categoría de lo político, o de la politicidad, con el dilema por la

distinción entre ética y política. No es verdadera ni falsa

En cambio, la ciencia política, investiga los siguientes tópicos:

- El principio de verificación o de falsificación como criterio de aceptabilidad de sus

resultados.

- El uso de técnicas de la razón que permitan dar una explicación causal en sentido

fuerte y en sentido débil del fenómeno indagado.

- La abstención de juicios de valor (avaluatividad)

Punto de vista sociológico y jurídico.

Georg Jellinek hace una distinción entre la doctrina sociológica y la doctrina jurídica

del Estado, esta diferenciación se volvió necesaria luego de la tecnificación del derecho público

y, en consecuencia, la consideración del Estado como persona jurídica. La tecnificación del

derecho público es consecuencia de la concepción del Estado de derecho, o sea, un órgano de

producción jurídica y en su conjunto como ordenamiento jurídico. Así, se distingue el punto

de vista jurídico, para reservarlo a los juristas, y el punto de vista sociológico, en manos de

otros científicos sociales. Esta distinción no sería concebida de no ser por el advenimiento de

la sociología, que engloba la teoría del Estado.

Para Jellinek, el punto de vista sociológico tiene por contenido la existencia objetiva,

histórica y natural del Estado, mientras que el punto de vista jurídico trata de las normas

jurídicas que deben manifestarse, lo que representa la contraposición entre el ser y el deber ser.

Weber asevera que al hablar de derecho deben distinguirse ambos puntos de vista, distinción

que se traduce en la validez ideal, propia de los juristas, y validez empírica de las normas, de

la que se ocupan los sociólogos. Kelsen critica la teoría dual de Jellinek, que afirma la reducción

radical del Estado a ordenamiento jurídico. Finalmente, con el paso del Estado al Estado Social,
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el punto de vista jurídico (formalista) ha sido abandonado y han tomado fuerza los estudios

sociológicos que consideran al Estado una forma compleja de organización social.

Funcionalismo y Marxismo

Dentro de las teorías sociológicas del Estado, están la teoría marxista y la teoría

funcionalista. Las diferencias entre ambas se remiten a la concepción de la ciencia en general

como en referencia al método, pero la más importante es la ubicación del Estado en el sistema

social.

La concepción marxista supone en toda sociedad histórica dos momentos (que no están

al mismo nivel), que son la base económica y la superestructura. El Estado pertenece al segundo

momento. La relación entre ambos momentos es recíproca, peor la base económica es

determinante.

La concepción funcionalista concibe al sistema global dividido en cuatro subsistemas,

que en conjunto conservan el equilibrio social: patter-maintenance, goal-attainment, adaptation,

integration. El subsistema político pertenece al goal attainment; esto implica que la función

política realizada por las instituciones que constituyen el Estado es uno de los cuatro pilares

del sistema social. No existen diferencias entre las cuatro funciones (a diferencia del marxismo),

pero igual al subsistema económico se le atribuye cierta preponderancia.

El funcionalismo se adhiere a la idea hobbesiana del orden, mientras que el marxismo

está dominado por la idea del paso de un orden a otro mediante la explosión de contradicciones

internas del sistema. Por otra parte, los cambios que estudia el funcionalismo son los que se

presentan dentro del sistema, y que éste absorbe mediante ajustes previstos por el mismo

sistema.

En la actualidad, el punto de vista que prevalece en la representación del Estado es el

sistémico derivado de la teoría de sistemas. La relación entre las instituciones políticas y el


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sistema social está representada como una relación demanda-respuesta (input-output). De esta

forma, las instituciones deben dar respuesta a las demandas del ambiente social, y estas

respuestas son decisiones colectivas; ante estas respuestas, pueden surgir nuevas demandas, en

un proceso de cambio continuo. Si las instituciones no son capaces de dar respuestas adecuadas

a las demandas, se transforman. Esta teoría es perfectamente compatible con las dos anteriores.

La representación sistémica del Estado intenta proponer un esquema conceptual para analizar

la manera en que las instituciones políticas funcionan, la forma en que cumplen las funciones

que les son propias y cual sea su interpretación.

Estado y sociedad

En principio no existía la diferencia entre estos dos conceptos. Sin embargo, en las

teorías modernas estos conceptos comienzan a desmarcarse; así, esta relación entre la sociedad

política y las sociedades particulares es una relación entre el todo y las partes, concepción que

se toma en cuenta en todo el estudio de la política, incluso Hegel. Si bien en las concepciones

que van de Hobbes a Hegel es el Estado el que tiene mayor preponderancia, en la concepción

marxista se torna al revés: una sociedad que se vuelve un todo frente a un Estado que poco a

poco se va degradando. Además, curiosamente, aunque en diferentes sentidos, tanto el

liberalismo como los socialismos buscan la reducción del Estado a su mínima expresión o a su

extinción. Para terminar, hoy se considera al Estado, como sistema político, como un

subsistema respecto al sistema social.

De parte de los gobernantes o de los gobernados

Han existido distintas posiciones que han tomado los escritores con respecto a la

relación política fundamental, la de la relación gobernantes-gobernados, soberano-súbditos o

Estado-ciudadanos, relación de índole vertical generalmente, salvo en las concepciones que


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abogan por un autogobierno en donde ambos entes estarían en igualdad de condiciones. Así, el

problema del Estado puede ser visto desde alguno de estos dos puntos de vista. De esta manera,

una larga tradición de escritores, desde Platón hasta Maquiavelo han tratado el tema desde el

punto de vista de los gobernantes, ya sea acerca de cómo deben gobernar, las diversas formas

de gobierno, los buenos y malos gobiernos, etc. El gobernante es tratado como sujeto activo de

la relación, mientras que el gobernado es el sujeto pasivo.

“El descubrimiento de la otra cara de la Luna” se presenta en la época moderna con la

doctrina de los derechos naturales del individuo, que son anteriores a la formación de cualquier

sociedad política. Así, la sociedad política es entendida como un acuerdo voluntario de los

individuos que deciden vivir en sociedad e instituir un gobierno. En cambio, desde un punto de

vista aristotélico, el Estado es parte de la naturaleza, por lo tanto, no es instituido por los

hombres sino inherente a ellos. En las declaraciones de los derechos norteamericanas y

francesas, el principio de que el gobierno es para los individuos y no al revés ha influido en la

reflexión acerca del Estado. Asimismo, el proceso de cambio, considerado negativo por

Aristóteles, adquiere una connotación positiva por los movimientos revolucionarios, que lo ven

como el inicio de un nuevo orden.

2) El nombre y la cosa

Origen del nombre

La palabra “Estado” se asignó por la difusión del El Príncipe de Maquiavelo, palabra

que sustituyó paulatinamente a los términos que en la antigüedad designaban a la máxima

organización de un grupo de individuos sobre un territorio en virtud de un poder de mando:

“civitas”, que traducía el griego “polis”, y “res pública”, que designaba al conjunto de

instituciones políticas en Roma. Pero aún autores como Bodino o Hobbes usarían estos

términos antiguos en sus obras en vez de la palabra “Estado”. Pero la palabra “civitas” no se
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ajustaba a la realidad, por ser contingente a otra realidad histórica, por lo que en Europa el

término “Estado” comenzó a masificarse, principalmente desde las pequeñas repúblicas

italianas que buscaban un nuevo rótulo a su condición política.

Argumentos a favor de la discontinuidad

La nueva palabra debe utilizarse debido a que el ordenamiento del Estado moderno es

demasiado diferente a la de los ordenamientos anteriores, por lo que es mejor utilizar “Estado”

sólo para referirse a estos Estados nacidos de la crisis de la sociedad medieval.

La pregunta es: ¿Existió antes alguna sociedad política que pueda llamarse “Estado”

antes de los Estados modernos? Esta pregunta suscita el problema del origen del Estado. Los

que dicen que el Estado surgió en una época reciente se basa en el proceso de concentración

del poder de mandar en un territorio determinado gracias a la monopolización de servicios tales

como la producción de derecho mediante la ley, y el aparato coactivo para la aplicación de este,

así como el cobro de tributos. Así, en una concepción weberiana, el Estado moderno es definido

como un órgano que debe preocuparse de la prestación de servicios públicos y del monopolio

legítimo de la fuerza. Sin embargo, la respuesta a esta pregunta depende mucho de los puntos

de vista y las comparaciones que se hagan entre las instituciones modernas y las antiguas.

Argumentos a favor de la continuidad

Para la defender la continuidad se puede argumentar con las instituciones, magistraturas

y formas de gobierno que han llegado hasta nuestros días, así como de los estudios políticos

llevado a cabo, por ejemplo, por Aristóteles, similares a los actuales.

Pero la respuesta a esta pregunta también depende del concepto con el que se entienda

a la palabra “Estado”. De esta forma, si alguien entiende al “Estado” como un Estado moderno,

obviamente que antes no existían Estados, al igual que el concepto de continuidad, que puede
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definirse según múltiples criterios. Entonces, en el fondo definir si la palabra “Estado” sólo se

debe aplicar a los actuales Estados modernos o también a las formas políticas antiguas es un

tema que se ha de analizar según distintos prismas. Sin embargo, también se puede argumentar

la permanente idea, tanto en la antigüedad como en el medioevo de las ideas de regnum e

imperium, un poder autorizado para ejercer en última instancia la fuerza con el fin de mantener

la paz y el ejercicio de la justicia, dos funciones que pueden ser realizadas sólo por quien tenga

un poder coactivo. En fin, a través del debate acerca del fundamento del poder, que hace nacer

la idea del contrato social, hace que se argumente a favor de la discontinuidad del estado; sin

embargo, estas tesis de la continuidad del Estado han vuelto a tomar fuerza del momento que

explican la función mediadora de los grandes conflictos sociales de todos los tiempos, incluso

de los Estados contemporáneos.

¿Cuándo nació el Estado?

Una tesis afirma que el Estado, como organización política y social, nace de la

disolución de la comunidad primitiva basada en vínculos de parentesco y derivada de la unión

de muchos grupos familiares por razones de supervivencia interna (sustentación) y externa

(defensa), de una época de primitivismo salvaje a una de civilización (Ferguson). Por otra parte,

historiadores contemporáneos afirman que el Estado nace junto con la época moderna. Como

sea, ambas posturas reconocen que en la forma de vida anterior al Estado es una antítesis a la

sociedad civil. Vico sostiene que antes del Estado hay un estado ferino, y el Estado surge

cuando los jefes de familia se unen para dar forma a una república aristocrática. Para Engels el

Estado nace como un instrumento para la dominación de la clase gobernante, así como también

como la disolución de una sociedad basada en relaciones familiares. Para Engels, en la

comunidad primitiva rige la propiedad colectiva; sin embargo, con el establecimiento de la

propiedad privada nace la división del trabajo, y la división de la sociedad en clases, una de las
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cuales domina a la otra con el poder político, el Estado. El problema que surge con estos

planteamientos es si las sociedades primitivas conocen (o conocieron) se pueden considerar

sociedades sin Estado, o contra el Estado, debate que depende del sentido con el que se entienda

a la palabra “Estado”, así como el concepto de “política”, tan ambiguo como el de “Estado”, si

bien tiene una extensión conceptual mayor; además, para hacer este análisis es importante

tomar en cuenta las semejanzas y diferencias de cada orden social.

3) El Estado y el poder

Teorías del poder

A pesar de las diferencias semánticas entre los conceptos “Estado” y “política”, lo que

ambos tienen en común es la referencia al fenómeno del poder. Las palabras que indican

diferentes formas de poder (aristocracia, democracia, monarquía, oligarquía, burocracia,

fisiocracia, etc.) provienen del griego. No hay teoría política que no parte con una definición

del poder. Generalmente el Estado es definido como el portador del poder supremo, y su

análisis se resuelve en el estudio de las distintas potestades que le competen al soberano.

Asimismo, la teoría del Estado se enlaza con la teoría de los tres poderes, y sus relaciones entre

sí.

En la filosofía política el problema del poder ha sido presentado bajo tres aspectos, que

constituyen sendas teorías fundamentales del poder:

- Sustancialista: Básicamente, lo que afirma es que el poder consiste en la producción

de los efectos deseados, y se expresa en tres formas: poder físico (militar), poder psicológico

(órdenes respaldadas por amenazas), económico (recompensas, persuasión y disuasión).

Exponentes de esto son Hobbes y Russell, entre otros.


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- Subjetivista: es la capacidad del sujeto de obtener ciertos efectos, por lo que se dice

que el soberano tiene el poder de hacer leyes y así influir en la conducta de los súbditos. Así se

determina el derecho subjetivo. Su principal exponente es Locke.

- Relacional: El poder se define como una relación entre dos sujetos en el que uno obliga

a otro a hacer algo que de otra manera no haría. Su principal exponente es Dahl.

Las formas de poder y el poder político

Debemos distinguir el poder político de las otras formas de poder. A través del tiempo

ha habido muchas tipologías, una de las cuales es la aristotélica que distingue tres formas de

poder:

- El del padre sobre el hijo: el poder es ejercido en interés de los hijos.

- El del amo sobre el esclavo: el poder es ejercido en interés del amo

- El del gobernante sobre los gobernados: el poder es ejercido en interés de ambos.

Esta tipología ha servido para establecer dos formas corruptas de gobierno: el gobierno

paternalista, que trata a sus súbditos como a hijos, y el gobierno despótico, que trata a sus

súbditos como esclavos. Esta partición, junto con el gobierno civil, ha sido un tema recurrente

de la teoría política moderna, que busca diferenciar las dos primeras formas de poder en

relación con la tercera. Así, lo que diferencia al poder civil de los otros dos poderes es que está

basado en un consenso manifiesto y tácito de quienes son sus destinatarios, a diferencia del

paterno que está basado en su derecho por la procreación, y el paternal que castiga con la

esclavitud a quien ha hecho un delito grave.

Existe otra tipología del poder, originada durante la Edad Media, que se basa en la

disputa de poder entre el Estado y la Iglesia. Los defensores del poder temporal atribuyen al

Estado la facultad de ejercer el derecho y el poder de un modo exclusivo en un determinado

territorio, mientras q la Iglesia debe velar por la educación moral y la enseñanza de la religión
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verdadera. Así, es el poder político el que detenta “el monopolio de la fuerza”, por ponerlo en

términos weberianos. Sin embargo, para definir el poder político el mero uso de la fuerza no

es suficiente, si bien es una condición necesaria. También se necesita la exclusividad de este

derecho, ya que es soberano sólo aquel que tenga el derecho exclusivo de ejercer la fuerza

sobre un determinado territorio en forma absoluta (Bodino). Hobbes continúa con este concepto

de Estado como “la exclusividad del uso de la fuerza”, mientras que Hegel ve como aquel ente

en el que los hombres “se unen para la defensa común de la propiedad”.

Las tres formas de poder

Se han distinguido tres clases de poderes:

- Poder económico: Los que poseen ciertos bienes (principalmente los medios de

producción) inducen a los que no los poseen a adoptar ciertas conductas, que consiste en la

realización de un trabajo útil. Divide a la sociedad entre ricos y pobres.

- Poder ideológico: Los que poseen ciertos conocimientos, doctrinas, códigos de

conducta, etc., inducen a los miembros a realizar conductas determinadas (especialmente en

regímenes ideológicos). Divide a la sociedad entre sabios e ignorantes

- Poder político: Es el poder que está en posibilidad de recurrir en última instancia a la

fuerza (porque detenta el monopolio). De esta manera quien lo detenta consigue los efectos

deseados en los demás. Divide a la sociedad en fuertes y débiles.

Las tres formas de poder tienen en común que dividen a la sociedad entre superiores e

inferiores. Pero el poder político es considerado el poder supremo, ya que el poder coactivo es

aquel que necesita la sociedad para defenderse de ataques externos o prevenir disgregaciones

internas.

Marx otorga gran importancia a esta tricotomía, ya que la base real (estructura) para él

se define por el sistema económico, mientras que en la superestructura se encuentran los


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sistemas ideológico y jurídico-político. Tradición que con ciertas variantes es continuada por

Antonio Gramsci. Y esto lo diferencia de la teoría tradicional, que distingue al poder ideológico

(o espiritual) del poder temporal, que está conformado con el control tanto económico como

político.

La primacía de la política

La primacía del poder político, en relación con los otros dos poderes, es lo que distingue

al pensamiento político moderno desde Maquiavelo hasta Hegel. Así, la doctrina de la razón

de Estado está vinculada a la idea de la primacía de la política, y esto explica el por qué esta

doctrina nace y se desarrolla al lado de la teoría del Estado moderno. Una de las formas en

manifestarse esta primacía es la independencia (o superioridad) del juicio político frente al

juicio moral54, así como una razón de Estado diferente de la razón de los individuos. La

doctrina contraria es la de la religión predominante, que propone la subordinación de la acción

política a las leyes de la moral.

4) El fundamento del poder

El problema de la legitimidad

El problema de la justificación del poder nace de la pregunta: ¿Es suficiente la fuerza

para hacerlo aceptar por aquellas personas sobre las cuales se ejerce, para persuadir a sus

destinatarios a obedecerlo? A esta pregunta se le pueden dar dos respuestas, según lo que el

poder es de hecho o sobre lo que deba ser. La filosofía política clásica se ha inclinado a negar

que un poder únicamente fuerte, independiente del hecho de que sea capaz de durar, pueda ser

justificado. De aquí la distinción ideológica entre poder legítimo y poder ilegítimo con el

argumento ritual de: ¿cómo podemos distinguir al poder político de una banda de ladrones?
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Esto ha dado origen a la formulación de principios de legitimidad, que otorguen una razón en

referencia al gobernante y al gobernado.

Los diversos principios de la legitimidad

A lo largo de la historia se han planteado al menos seis principios de legitimidad,

basados en parejas dicotómicas en base a los principios de la Voluntad, la Naturaleza y la

Historia. La Voluntad contiene los siguientes principios:

- Los gobernantes reciben su poder de la voluntad de Dios.

- Los gobernantes reciben su poder de la voluntad del pueblo.

En contraposición a esto, los principios de la Naturaleza son los siguientes:

- La naturaleza, como fuerza originaria, crea una relación entre gobernantes y

gobernados, por la diferente naturaleza de los seres humanos (Aristóteles)

- La naturaleza desprendida de la razón justifica al soberano en la medida que éste

identifique y aplique las leyes naturales que son las leyes de la razón (iusnaturalistas modernos)

Finalmente, los principios derivados de la Historia son los siguientes:

- Un apelo al pasado; así, los gobernantes se legitiman según la fuerza de la tradición.

Este principio justifica el poder constituido.

- Un apelo al futuro; así, los gobernantes (revolucionarios) se legitiman debido a que

justifican su ruptura por el pasado como una nueva etapa en el devenir histórico. Sirve para

justificar el poder por constituirse, y está muy relacionado con los movimientos revolucionarios.

El problema de la legitimidad está vinculado a la obligación política, ya que la

obediencia sólo se le debe al poder legítimamente constituido.

Legitimidad y efectividad

En resumen, según Bobbio, esto es lo que dice el Kelsen sexy.


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Con las teorías positivistas se abre paso la tesis de que sólo el poder efectivo es legítimo;

dicha efectividad consiste básicamente en la capacidad del gobernante para poner en práctica

un ordenamiento coercitivo basado en leyes. Entonces, la legitimidad está condicionada a la

eficacia, y en caso de ineficacia se recomienda su remplazo por un ordenamiento alternativo

que sea eficaz.

Por otra parte, Weber ha descrito las formas históricas de poder legítimo una vez

definido el poder legítimo como algo diferente de la mera fuerza. Estos tres tipos puros de

poder legítimo son los siguientes:

- Poder tradicional: el motivo de la obediencia es la creencia en la sacralización de la

persona del soberano, la que deriva de la creencia en que como siempre ha sido así no hay

motivo para cambiarlo

- Poder legal-racional: el motivo de la obediencia deriva de la creencia en la

racionalidad del comportamiento conforme a las leyes que instituyen una relación impersonal

entre gobernante y gobernado.

- Poder carismático: el motivo de la obediencia deriva de la creencia en características

extraordinarias del líder.

Obviamente en la vida real estas tres formas de poder se presentan mezcladas entre sí,

siempre una con mayor predominancia que la otra.

5) Estado y derecho

Los elementos constitutivos del Estado

La doctrina clásica del Estado se ha ocupado del problema de los límites del poder, que

generalmente es planteado dentro de las relaciones entre el derecho y el poder (o Estado)

En general una definición común es “El estado es un ordenamiento jurídico para los

fines generales que ejerce el poder soberano en un territorio determinado al que están
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subordinados necesariamente los sujetos que pertenecen a él”. Para Kelsen el poder soberano

se vuelve el poder de crear y aplicar el derecho sobre un territorio y hace un pueblo, derivado

de la validez de un orden jurídico-político soberano y ocupando la fuerza en última instancia.

Con la terminología de Kelsen, el Estado en cuanto a ordenamiento coactivo es una técnica de

organización social, o un conjunto de medios para lograr un objetivo.

Desde un punto de vista formal e instrumental la condición necesaria y suficiente para

que exista un Estado es que en un territorio determinado haya un poder capaz de tomar

decisiones y emitir los mandatos correspondientes obligatorios para todos los que habitan en

ese territorio, y obedecidos efectivamente por la gran mayoría de los destinatarios en la mayor

parte de los casos en los que se requiere la obediencia, cualesquiera que sean las decisiones.

Pero el poder estatal tiene límites, y Kelsen los reconoce en los límites de validez

temporal de la norma y la validez material de la misma, que básicamente consiste en que hay

cosas que no pueden ser ordenadas y además que las reglas no pueden violar los preceptos de

la Constitución.

El gobierno de las leyes

“¿Es mejor el gobierno de las leyes o el gobierno de los hombres?” Esta pregunta ha

planteado el problema de la relación entre el derecho y el poder.

Platón se inclina por el gobierno de las leyes, Aristóteles plantea que lo mejor es ser

gobernado por el mejor hombre o las mejores leyes, pero a favor de las leyes argumenta que

las leyes no tienen pasiones humanas. En la tradición jurídica inglesa el principio de

subordinación del rey a la ley (rule of law) es el fundamento del Estado de derecho entendido

como el Estado cuyos poderes son ejercidos en el ámbito de leyes prestablecidas.

Se presenta el problema ¿de dónde provienen las leyes que debe obedecer el

gobernante? Las respuestas que se han dado son dos, a saber: por encima de los gobernantes
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hay otras leyes, leyes naturales, o las leyes cuya fuerza obligatoria proviene del estar arraigadas

en la tradición (idea del Gran Legislador).

Los límites internos

La idea del gobierno de las leyes como superior al gobierno de los hombres parece

contraponerse al principio de que el príncipe es legislador absoluto, pero esto no es así, ya que,

si bien, según ese principio el príncipe no se rige por sus propias leyes, si lo hace en relación a

las leyes naturales y divinas. Así, el príncipe que viola las leyes naturales y divinas es un tirano,

y el que viola las normas fundamentales es un usurpador. Otra cosa que diferencia al rey de un

tirano es que el poder del rey no debe invadir la esfera del derecho privado, salvo en casos de

necesidad. Los defensores de la monarquía constitucional, el poder debe estar limitado por la

existencia de centros poder legítimos que puedan deliberar en determinadas materias propias

del Estado. Así, la presencia de cuerpos intermedios permite distinguir entre una monarquía y

un despotismo.

Otra teoría es la de la separación de los poderes del Estado, fundamentalmente en

ejecutivo, legislativo y judicial, lo que no quiere decir que estos tres poderes funcionen

independientemente uno del otro, sino que quien posea uno de estos poderes no debe poseer

las facultades de otro.

La última lucha por la limitación del poder político es la que se combatió en los

derechos fundamentales del hombre y del ciudadano, derechos que, en términos de Kelsen,

constituyen el límite a la validez material del Estado. El Estado limitado por excelencia es el

Estado liberal, que respeta los derechos de libertad.

Se le llama “Constitucionalismo” a la teoría y la práctica de los límites del poder, de

esta forma, sólo encuentra su plena expresión en las constituciones que establecen límites tanto

formales como materiales al poder político, representados por la barrera que los derechos
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fundamentales reconocidos y protegidos elevan contra el intento y presunción del detentador

del poder soberano de someter a reglamentación cualquier acción que los individuos o grupos

intenten emprender.

Los límites externos

Se refieren a los límites que tiene un Estado en relación con otros estados. Pueden

derivarse del ius gentium o de acuerdos recíprocos, como los tratados internacionales. Se da

una relación entre los límites internos y los externos en el sentido de que cuando un Estado es

más fuerte y por lo tanto con menores límites en el interior, es más fuerte y con menor límite

en el exterior; así, mientras más cohesionado mantenga el Estado a sus súbditos, mayor será su

independencia frente a otros Estados. Un ejemplo de ello es la formación del Estado moderno,

que surgió de la fusión de diferentes poderes difusos de la sociedad medieval, y así logró

contraponerse al poder del Imperio y de la Iglesia. Además, con esta formación de los Estados

modernos renace el derecho internacional, para regular sus relaciones. Asimismo, ante la

disolución del Imperio se da en paralelo un proceso de unificación de pequeños Estados, para

dar paso a Estados confederados mayores, lo que significa el reforzamiento del primero sobre

los segundos; de esta forma, los estados confederados ganan fuerza en el exterior, pero pierden

independencia interna. Únicamente a través de la unión de pequeños estados puede la república

volverse una forma de gobierno para un Estado extenso (como EE.UU) La formación de

estados independientes y nacionales es un proceso continuo de descomposición y

recomposición. La descomposición tiende a relajar los límites externos, mientras que la

recomposición tiende a reforzar los límites internos.


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6) Las formas de gobierno

Tipologías clásicas

Las tipologías clásicas de las formas de gobierno son tres:

- La de Aristóteles: El filósofo clasifica a las formas de gobierno según el número de

gobernantes: monarquía (uno), aristocracia (pocos), democracia (muchos), con sus

correspondientes formas corruptas: tiranía, oligarquía y democracia respectivamente.

- La de Maquiavelo: Reduce las formas de gobierno a dos, en monarquía y república,

agrupando en esta última tanto a la aristocracia como a la democracia.

- La de Montesquieu: reconoce tres formas: monarquía, república, despotismo. La

distinción entre el despotismo y la monarquía es que el primero es el gobierno de uno “sin leyes

ni frenos”. Además, hay principios inherentes a estas formas de gobierno: honor en las

monarquías, virtud en las repúblicas, miedo en el despotismo. En relación con esta clasificación,

Hegel ocupa estas tres formas de gobierno para plantear una tesis histórica lineal de la

evolución política de la humanidad: primero hubo despotismos, luego las repúblicas (griegas y

romanas), para llegar a las monarquías modernas.

Una distinción diferente hace Kelsen. El propone que la forma de determinar las formas

de gobierno no ha de basarse en un criterio numérico como el de Aristóteles, sino en uno que

vea cómo se crea el ordenamiento: desde arriba (cuando los destinatarios de las normas no

participan en la creación de estas) o desde abajo (cuando si participan),

- Sistemas con baja diferenciación de los roles y baja autonomía de los subsistemas.

Ejemplo: sociedades primitivas.

- Sistemas con baja diferenciación de los roles y alta autonomía de los subsistemas.

Ejemplo: sociedad feudal.

- Sistemas con alta diferenciación de los roles y baja autonomía de los subsistemas.

Ejemplo: monarquías modernas.


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- Sistemas con alta diferenciación de roles y alta autonomía de los subsistemas.

Ejemplo: estados democráticos contemporáneos.

El gobierno mixto

Para esta teoría, la mejor forma de gobierno es la que resulta de una combinación de las

tres (o dos, dependiendo de la tipología) formas de gobierno puras. El primer ejemplo de ellos,

resaltado por Aristóteles, es el gobierno de Esparta, que en sus órganos políticos combinaba

monarquía, aristocracia y democracia. Pero el principal paradigma clásico es el de la república

romana, en donde los cónsules representaban el principio monárquico, el senado el principio

aristocrático y los comicios del pueblo el principio democrático. En la época moderna el

término “gobierno mixto” se utiliza para alabar a toda forma de gobierno que desee ser alabada,

como el sistema inglés, las repúblicas italianas, etc., para constituirlas como una forma ideal

de gobierno.

Los teóricos del absolutismo, como Hobbes y Bodino, critican esta teoría porque dicen

que la distribución de los poderes soberanos lleva a la inestabilidad de la sociedad.

Montesquieu, en su idealización de la monarquía inglesa, también sostiene en el fondo una

doctrina de gobierno mixto. Hegel, y Schmitt también reconocen en los sistemas políticos

contemporáneos (a su época) formas de gobierno mixto. Finalmente, Mosca sostiene que los

mejores regímenes en la historia han sido los de gobierno mixto, donde no sólo hay una

combinación de distintos principios, sino que además se hallan separados el poder laico del

religioso, y el poder económico del político.


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7) Las formas de Estado

Formas históricas

Para diferenciar al Estado existen dos criterios principales: el histórico y el referente a

la expansión del Estado con respecto a la sociedad. El primer criterio comprende la siguiente

secuencia:

- Estado feudal: caracterizado por el ejercicio acumulativo de diversas funciones

directivas de parte de las mismas personas, y por la disgregación del poder central en pequeños

núcleos sociales.

- Estado estamental: organización política donde se han venido formando órganos

colegiados (estamentos), que reúnen a individuos de la misma posición social, con

determinados derechos y privilegios que hacen valer frente a los que tienen el poder político,

mediante parlamentos o asambleas. Ejemplos: el parlamento inglés (dos asambleas), los

Estados Generales franceses (tres cuerpos estamentales diferentes: nobleza, clero y estado

llano)

- Estado absoluto: caracterizado por una progresiva concentración y especialización de

las funciones gubernamentales, así como una centralización del poder sobre un determinado

territorio, en las manos del Soberano, que puede delegar algunas funciones a los funcionarios,

pero siempre conservando él el poder absoluto. Es por ello que se eliminan o se desautorizan

toda clase de autoridad inferior, pasando a depender o siendo toleradas sólo por el poder central.

El estado representativo.

Esta es la cuarta fase de la transformación del Estado (las tres descritas en el tópico

anterior también eran fases de evolución), originada mediante distintos procesos históricos en

Inglaterra y EE.UU. El inicio de esta clase de Estado se origina en un compromiso entre el

poder del príncipe cuyo principio de legitimidad es la tradición, y el poder del pueblo
Teoría de administración I 21
Juan Pablo Verdugo I.

(entendiéndose por “pueblo” a la burguesía). Ahora la representación es de individuos, no de

grupos como en los Estados anteriores, y a estos individuos se les reconocen derechos políticos.

En el Estado representativo está el descubrimiento y afirmación de los derechos naturales del

individuo, que todos tienen por naturaleza y por ley, y que precisamente por esto, es que todo

individuo puede hacerlos valer contra el Estado, recurriendo incluso a la resistencia y

desobediencia civil si el Estado no respeta estos derechos.

Algunos de estos principios son: el individuo es primero que el Estado; el individuo no

es para el Estado, sino que al revés; los individuos se representan individualmente, no por

grupos de interés; la igualdad natural de los hombres.

Sin embargo, estos principios de la democracia representativa no necesariamente en los

Estados representativos han sido reconocidos desde el principio. Es así como gradualmente se

van ampliando los derechos políticos, como el sufragio, que causó grandes cambios en el

Estado representativo, ya que en los sistemas políticos con sufragio universal se elige más bien

a un partido que a una persona, transformándose este Estado representativo en un Estado de

partidos, el que los sujetos políticos relevantes ya no son los individuos, sino los partidos

políticos. Las decisiones allí se originan más por acuerdos entre grupos que representan fuerzas

sociales (sindicatos) y fuerzas políticas (partidos), más que en votaciones en asambleas donde

rige la mayoría, las que se hacen para cumplir con el principio constitucional de que los sujetos

políticamente relevantes son los individuos y no los grupos.

Para Bobbio, en una deliberación tomada por la mayoría lo que la mayoría gana la

minoría pierde, mientras que en una deliberación tomada por las partes todas ganan algo, sin

embargo, la principal forma de dar estabilidad a un Estado representativo es dándole a la

minoría la posibilidad de convertirse en la mayoría.


Teoría de administración I 22
Juan Pablo Verdugo I.

Los estados socialistas

Cabe destacar que todas las formas de gobierno, incluyendo regímenes despóticos y

dictaduras, rinden pleitesía a la democracia representativa, justificando su sistema como una

etapa necesaria para volver a la democracia.

Los Estados que no entran en la clasificación de Estados representativos (aunque

apliquen mal los principios del constitucionalismo) son los Estados socialistas, partiendo por

la Unión Soviética. El sistema de gobierno es básicamente una oligarquía que se va renovando

por cooptación, siendo un Estado burocrático; sin embargo, también hay que mencionar que la

principal diferencia con las democracias representativas es que en éstas el sistema es

multipartidista y en los Estados socialistas hay un sistema monopartidista, si bien pueden

presentarse instituciones como el sufragio universal en ambos sistemas. Este sistema

monopartidista reintroduce el sistema monocrático de los gobiernos monárquicos, y constituye

el verdadero caracterizador de los Estados socialistas, en contraste con los Estados

democráticos occidentales. Además, el principio de legitimidad presente del gobierno es de

quién interpreta mejor la doctrina marxista, pareciéndose mucho a la legitimidad propia de las

iglesias.

Es así como a los Estados socialistas se adscriben como Estados totalitarios, al igual

que el fascismo, que se caracterizan por la casi disolución del límite entre el Estado y la “Iglesia”

(entiéndase como el aspecto espiritual de las personas), y entre el Estado y la sociedad civil, lo

que implica el control por parte del Estado de todo el comportamiento humano. Al Estado

soviético también se le ha interpretado como un despotismo oriental, como lo entiende

Montesquieu.
Teoría de administración I 23
Juan Pablo Verdugo I.

Estado y no-Estado

En el Estado totalitario toda la sociedad está resuelta en el Estado, en la organización

del poder político (que reúne a los poderes ideológico y económico). El Estado totalitario

representa un caso límite frente al concepto de no-Estado, tanto en su esfera religiosa como en

la económica. En el Estado de Aristóteles, la actividad económica no pertenece al Estado, así

como la vida contemplativa. Hobbes subordina la religión al Estado, pero no así la actividad

económica. Hegel sostiene que en su Estado ético se dan las más altas expresiones del espíritu.

La presencia del no-Estado siempre se ha constituido como un límite a la expansión del Estado,

pudiendo constituir un criterio para la diferenciación de formas históricas del Estado, variando

su concepción según el escritor, y según el Estado.

Con el advenimiento del cristianismo, el no-Estado (Iglesia) se ve continuamente

enfrentada al Estado, proponiendo incluso su superioridad sobre éste, lo que causaría largas

pugnas filosóficas y teológicas.

Cabe destacar que en una doctrina sobre la primacía del no-Estado, el Estado aplica sus

potestades en pos de una potencia aún superior, pasando a ser un Estado instrumental. De esta

forma, en la sociedad feudal, poder económico y poder político son inseparables, pero en la

sociedad burguesa, el poder económico pretende separarse del poder político, pretendiendo

asimismo la superioridad del no-Estado con respecto al Estado. De esta forma, el Estado se

transforma en un instrumento al servicio de la clase económica dominante que asegura el

ejercicio de sus actividades, idea que es tomada por Marx para su teoría.

Estado máximo y Estado mínimo

Las relaciones entre Estado y no-Estado dependen del grado de expansión del primero

hacia el segundo. Así, tenemos un ejemplo de Estado máximo al Estado confesional, que

pretende controlar la esfera religiosa, así como a los Estados intervencionistas que controlan al
Teoría de administración I 24
Juan Pablo Verdugo I.

poder económico. Cada uno de estos Estados controla a uno de los no-Estados, pero deja al

otro completamente libre (salvo los Estados totalitarios); además, ambos coinciden con la

figura del Estado eudemonológico propia del siglo XVIII, es decir, que propone como fin la

felicidad de sus súbditos, tanto en la vida terrenal como en la ultraterrenal (en los Estados

confesionales).

En contraposición a esto está el Estado liberal, que se abstiene tanto de controlar a la

esfera religiosa como a la esfera económica. También es definido como un Estado de Derecho,

no teniendo más fin que garantizar el libre ejercicio de las otras dos esferas85. El Estado sólo

se reserva el monopolio de la fuerza, para asegurar la circulación libre de ideas, el final de las

ortodoxias y la libre circulación de los bienes, y por ende el final de toda forma de

proteccionismo. Pero el Estado confesional reaparecería en una nueva forma, el Estado

doctrinal, tales como el fascismo o el marxismo, así como el Estado socialista sería una nueva

forma de un Estado que interviene en el área económica.

Existe una interpretación para juzgar las transformaciones que ha sufrido el Estado

liberal, (libre en lo interior, proteccionista en lo exterior), en oposición a los que las defienden;

así, para los críticos de izquierda, el “Estado de justicia social”, que corrigió algunas

deformaciones del Estado capitalista en beneficio de las clases menos favorecidas, es sólo una

manifestación más de capitalismo, que sirve para que el sistema capitalista continúe

prosperando en base a una mayor democratización de las estructuras de poder, ante lo que se

oponen los movimientos obreros; sin embargo, estas críticas no han mejorado la situación, sino

que sólo han despertado nostalgias y esperanzas neoliberales.


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Juan Pablo Verdugo I.

8) El fin del Estado.

La concepción positiva del Estado

El problema del fin del Estado ha sido un tema recurrente en la teoría política. Así, la

teoría de Engels dice que en algún momento el Estado tendrá un fin, y se producirá cuando las

causas que lo hayan originado vengan a menos. La crisis del Estado, por parte de los

conservadores, se entiende como un Estado democrático que ya no logra hacer frente a las

demandas de la sociedad civil por él mismo; para los marxistas, crisis del Estado capitalista

que ya no logra dominar el poder de los grandes grupos de interés en competencia entre sí. Pero

este concepto de crisis no quiere decir el término del Estado, sino que se propone cambios en

la forma del Estado.

Existe una contraposición entre la concepción negativa y la positiva del Estado. La

negativa tenderá a desear el fin del Estado, mientras que la positiva no lo deseará, sino que

deseará el desarrollo gradual de las instituciones estatales hasta llegar a formar un Estado

universal, utopía que tiene tantos adeptos como la que se refiere al fin del Estado.

La concepción positiva del Estado va desde Aristóteles “el Estado hace posible una vida

feliz” hasta los contractualistas, para los que el Estado es el resultado de la superación del

hombre de su [terrible] estado de naturaleza, y fuera de él se desatan las pasiones perversas de

los hombres, y sólo dentro del Estado el hombre puede vivir como ser racional. Con esta

concepción positiva del Estado hay una concepción negativa del no-Estado, en dos versiones:

la del Estado ferino de Lucrecio y Vico, en donde el estado salvaje y anárquico se extiende a

los pueblos primitivos, y la versión hobbesiana, como una guerra de todos contra todos. Para

la primera versión, la primera fase es superable, mientras para la segunda es una condición en

la que el hombre puede recaer, como en una guerra civil.


Teoría de administración I 26
Juan Pablo Verdugo I.

Las discusiones sobre la óptima república son concepciones positivas del Estado,

porque parten de la base de que hay Estados imperfectos que se pueden perfeccionar. Caso

límite de esto es la idealización de un tipo de república.

El Estado como mal necesario

Esta es una concepción negativa débil del Estado. A su vez, esta concepción se ha

presentado de dos formas, según si se ha juzgado de la primacía del no-Estado-Iglesia o del no-

Estado-sociedad civil.

Para la primera, el Estado es necesario para evitar que la gente caiga en el pecado y

pueda acercarse a una vida conforme a la religión. Para ello el Estado recurre al miedo. Por

otra parte, tenemos una concepción realista (Maquiavelo) en la que se muestra la “faz

demoníaca” del poder. Pero estas concepciones negativas no implican el fin del Estado, sino

que lo admiten como un mal necesario, del que la Iglesia se sirve para llevar a cabo sus buenos

fines, por muy imperfecto que sea este instrumento.

En cuanto a la sociedad civil, el Estado como un mal necesario implica que debe existir

como un Estado mínimo, haciendo sólo lo que la actividad económica no puede hacer, postura

del pensamiento liberal. Una variante de esta teoría propone que este Estado mínimo se

restringe a ser un coordinador supremo de los grupos supremos, económicos y culturales, pero

no de dominio.

El Estado como mal no necesario

Esta es la una concepción negativa fuerte del Estado, y es en estas teorías en donde se

plantea la posibilidad del fin del Estado. El fin del Estado, para estas teorías, implica el

nacimiento de una sociedad que puede sobrevivir y prosperar sin la existencia de un aparato

coercitivo.
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Juan Pablo Verdugo I.

La teoría más conocida que sostiene la posibilidad y advenimiento de una sociedad sin

Estado es la marxista (Engels específicamente), que postula básicamente que el Estado, que

nació por consecuencia de la división del trabajo, con el objeto de permitir el dominio de la

clase dominante, al momento de que el proletariado conquiste el poder (dictadura del

proletariado) se acabe la división de la sociedad en clases, el Estado desaparecerá, al no ser ya

necesario.

Pero no sólo existe esta teoría, sino que existen al menos tres más:

- Una, propia de muchas sectas heréticas cristianas, que postula una sociedad sin Estado

en la que se vuelve al Evangelio, y en el que los hombres viven en un estado de no violencia y

fraternidad universal, rechazando las características coercitivas propias del Estado, como el

monopolio de la fuerza y las leyes.

- Por otro lado, existe una concepción teocrática del fin del Estado, en el cual, en una

sociedad industrial protagonizada por científicos y productores, no se necesitará más del poder

coercitivo del Estado. Esta idea influyó en la concepción marxista del fin del Estado.

- Por último, nos encontramos con el anarquismo. El ideal es que el hombre se libera

de toda forma de autoridad religiosa, política y económica, y del Estado como máxima forma

de opresión del hombre por el hombre. Así, en la sociedad sin Estado ni leyes el hombre vive

basado en la cooperación entre los individuos asociados, libres e iguales entre sí. Esta posición

constituye el ideal de una sociedad sin opresores ni oprimidos, y se opone completamente a la

concepción del Estado fuerte para domar a la “bestia salvaje” del hombre.

Referencia

Bobbio, Norberto (1996). Estado, gobierno y sociedad, Fondo de Cultura Económica.

Cuarta reimpresión

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