- 1. Introducción
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- El Colegio de México
- pp. 7-11
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1. Introducción
El hogar o la unidad doméstica, el ámbito donde se organiza en parte la vida cotidiana de los individuos, se ha convertido en el centro de interés de una gama muy amplia de investigaciones. Estas enfocan el estudio de las características de las unidades y los procesos sociodemo-gráficos gestados o condicionados en su interior.
La demografía del hogar o de la familia.1 la nueva economía del hogar, los estudios sobre la reproducción de la fuerza de trabajo y el trabajo doméstico, constituyen los ejemplos más recientes e importantes de líneas de investigación donde la unidad doméstica adquiere un lugar analítico preponderante. También hay que mencionar que en los estudios de fecundidad y de participación femenina en la población económicamente activa, el interés por la familia o unidad doméstica es tradicional. Numerosas investigaciones sobre estos últimos temas incorporan aspectos del ámbito familiar para explicar los comportamientos individuales, o trabajan en la concepción e investigación concreta del hogar como unidad de análisis para el estudio de fenómenos específicos.
La investigación que realizamos en la ciudad de México,2 cuyos resultados presentamos en este libro, parte del hogar como unidad de análisis para el estudio de la participación de la población en la actividad económica. Nuestro interés principal es analizar cómo la participación de hombres y mujeres en la actividad económica se ve afectada por el hecho de que éstos viven la mayoría de las veces en familias y organizan parte de su manutención en forma conjunta.
Vale la pena resaltar que hasta la fecha, para la ciudad de México, los estudios sobre las tendencias básicas de la participación de la población en la actividad económica han tomado como unidad de análisis a los agregados de individuos. Los diferenciales de participación según sexo, edad y estado civil; la distribución de la población activa según ocupación, rama de actividad y posición en la ocupación; y los niveles de escolaridad e ingreso de la mano de obra incorporada en diferentes actividades, están entre los aspectos más estudiados.
Los resultados de la investigación que presentamos en este libro se basan en un análisis de datos distinto a los mencionados: estudiamos agregados de hogares y de individuos pertenecientes a diferentes tipos de hogares en lugar de agregados de individuos aislados. Este cambio de la unidad de análisis permite entender mejor algunos de los mecanismos de operación del mercado de trabajo en la ciudad de México, en especial los referidos a los factores que actúan sobre la formación de la oferta de mano de obra.
Las unidades domésticas, a través de ¡sus características y de las de sus miembros, influyen directamente en la formación de la oferta de mano de obra, puesto que condicionan el monto y las características de las personas disponibles para participar en la actividad económica. En este sentido, se puede afirmar que los hogares constituyen una instancia mediadora, con dinámica y efectos propios, que redefinen las exigencias de mano de obra que impone la demanda en el mercado de trabajo. Veamos con más detalle esta consideración general.
En el caso de la participación económica, que es nuestro centro de interés, los límites y posibilidades de acción de los individuos están dados por la estructura del empleo que se gesta en el nivel macrosocial. No obstante, su impacto sobre los individuos no es mecánico: está mediado por el hecho de que la oferta de mano de obra está constituida por individuos que pertenecen a hogares y que mantienen distintos tipos de relaciones entre ellos.
La pertenencia a un hogar implica compartir una experiencia de vida común; al hacerlo, cada miembro encuentra múltiples estímulos u obstáculos a su acción individual. También implica, en muchos casos, compartir un presupuesto común y utilizar, aunque en forma desigual, una infraestructura (incluido el trabajo doméstico) también común para la satisfacción de las necesidades materiales de existencia. Tal infraestructura puede dificultar la participación económica de algunos miembros y facilitar la de otros.
Visto desde un ángulo distinto, pertenecer a un hogar significa, en alguna medida, compartir los beneficios o desventajas derivados de las condiciones económicas de los demás miembros. En el caso particular de nuestro estudio, asumimos como punto de partida del análisis que el jefe del hogar3 es el responsable de mantener, en parte, a sus integrantes de tal suerte que la satisfacción de las necesidades básicas de la familia va a depender en buena medida de la posición del jefe en la estructura económica y, por tanto, de su nivel de remuneración. No obstante, para hacer frente a condiciones económicas difíciles (bajos salarios del jefe y servicios colectivos deficitarios, como es el caso de gran parte de las unidades domésticas en la ciudad de México) podría esperarse que los otros miembros del hogar (esposa, hijos u otros parientes) participen en la actividad económica. Esto ocurriría siempre que existiesen oportunidades de empleo, y sería una forma de buscar ingresos adicionales al del jefe del hogar.
Desde luego, pueden darse casos donde hay fuertes carencias económicas sin que exista una alta participación familiar. También es cierto que en hogares con jefes mejor remunerados no siempre hay una más baja participación familiar (García, Muñoz y Oliveira, 1979). De hecho, los condicionamientos familiares sobre la participación económica de los miembros de las unidades que no son jefes, son mucho más complejos de lo que parece a primera vista; si bien dicha participación puede depender del nivel de remuneración del jefe, también dependerá de las características sociodemográficas de las unidades y de sus miembros. La composición de parentesco, el ciclo vital y el tamaño de los hogares influyen en su estructura por edad y sexo, y, en consecuencia, en el monto y características de los integrantes disponibles para trabajar. Estos rasgos de los hogares dependen a su vez de las pautas sociodemográficas imperantes, las cuales resisten, en alguna medida, a los cambios a corto plazo. En el caso de la ciudad de México, la falta de control de la natalidad hasta 1970, la mortalidad relativamente reducida y la edad temprana al casarse contribuían para que en el momento analizado la mayoría de los hogares fuese nuclear (padres con hijos solteros) grande y de ciclo vital joven (pareja sin hijos o, con hijos pequeños) (García y Oliveira, 1979).
Así, en gran parte de las unidades domésticas capitalinas, a pesar de lo apremiantes que puedan ser las necesidades económicas sólo trabaja el jefe simplemente porque no hay otros miembros que puedan hacerlo, La esposa es casi siempre la otra persona en edad activa en el hogar nuclear de ciclo joven, pero, en mayoría de los casos, tiene que dedicarse a la realización del trabajo doméstico tal vez porque esta actividad es más necesaria para mantener el nivel de vida de los miembros del hogar que el trabajo que ella podría realizar en el mercado. Esta situación es distinta cuando hay servicio doméstico remunerado o algún tipo de ayuda extradoméstica. También es probable que en algunos casos se formen unidades extendidas (presencia de otros parientes en el hogar además de padres e hijos) para facilitar la participación económica de otros miembros, además del jefe, y así hacer frente a la presión económica. En síntesis, en el hogar lo demográfico y lo económico están interrelacionados pero cada uno tiene autonomía relativa respecto del otro. De ahí que las características económicas y sociodemográficas de las unidades domésticas sean conceptualizadas por nosotros como ejes básicos que configuran contextos familiares. Cada contexto familiar resulta de la combinación específica que asume la situación de clase del jefe y las características sociodemográficas del hogar.
Para ampliar el argumento, añadiremos que el contexto familiar es inclusivo analíticamente: recoge los efectos de un ingreso monetario que deriva de la situación de clase del jefe, con el cual se hace frente a la satisfacción de las necesidades básicas del hogar, y conjuga tales efectos con los que ejercen las características sociodemográficas. El contexto familiar entendido en estos términos, condiciona la participación de los individuos en la economía y, como instancia mediadora redefine las exigencias de mano de obra que impone la demanda en el mercado de trabajo.
Frente a toda la serie de condicionamientos familiares, hay que establecer un espacio que dé cabida a hipótesis acerca de la influencia de las características de los individuos sobre su participación en la actividad económica. Quién sale de las unidades domésticas al mercado de trabajo además del jefe y quién se queda en la casa, también depende de la edad, sexo y escolaridad de los distintos miembros. Por ejemplo, si hay demanda de fuerza de trábajo femenina calificada y en el hogar hay hijas u otras parientes con más escolaridad que las madres, es más probable que sean las primeras quienes se incorporen a la actividad.
Desde luego, la división de tareas en los hogares no ocurre necesariamente en un marco de armonía y cooperación entre sus miembros. Tal división se hace a veces en situaciones potencialmente conflictivas y no hay que excluir casos que pueden ser comunes en algunos sectores sociales donde los miembros del hogar trabajan para mantenerse de ma-nera individual en lugar de hacer aportaciones al ingreso de la unidad doméstica.
Con base en estas consideraciones, establecimos como objetivo general de la investigación conocer los mecanismos que, en el nivel de los hogares, subyacen a la participación en la actividad económica de los miembros que no son jefes. Este objetivo nos llevó a definir tres grandes áreas de examen que precedimos de una descripción de los cambios y formas de operar del mercado de trabajo en la ciudad de México, o sea el marco estructural en el que sucede el fenómeno objeto de estudio.
Dedicamos la primera parte del análisis de datos a la descripción de las características sociodemográficas (tamaño, composición de parentesco y ciclo vital) de los hogares en la ciudad de México. Enseguida vemos las variaciones en las características de las unidades domésticas según la situación de clase del jefe. Esta parte de la investigación permitió poner de relieve la noción de contexto familiar. Asimismo, ilustró la hipótesis de que las estructuras familiares son distintas no sólo entre diferentes sectores sociales sino también cuando los jefes del hogar tienen una misma situación de clase.
De ahí pasamos a nuestra segunda área de interés, o sea el examen de la participación familiar en la actividad económica. En esta parte la investigación se guía por la hipótesis de trabajo que sostiene que la participación familiar resulta del conjunto de interacciones que operan a través del contexto familiar, tal como lo definimos con anterioridad.
La tercera y última área de interés consiste en explorar en qué medida los miembros del hogar que trabajan comparten la misma situación de clase del jefe. El estudio de este problema brinda elementos simples pero indicativos de cómo se reproduce la desigualdad social y del tipo de hogares que se recluta la mano de obra asalariada que ocupa distintas posiciones en la sociedad.
Notas al pie
1 El hogar comprende a la familia en la medida en que este último término abarca sola mente a los miembros que están emparentados entre sí por vínculos de sangré, adopción o matrimonio. Pueden existir en el hogar personas no emparentadas entre Sí; en la medida en que compartan un presupuesto común, el término hogar se convierte en sinónimo del de unidad doméstica. En esta investigación usamos el concepto de hogar-unidad doméstica.
2 La investigación se basa en la información recolectada en la encuesta de migración interna, estructura ocupacional y movilidad social en el área metropolitana dé la ciudad de México, patrocinada conjuntamente por El Colegio de México y el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. En el apéndice metodológico presentamos las características la muestra y los procedimientos seguidos en la elaboración de la información.
3 El jefe del hogar en la encuesta de migración (fase A) es la personal designada como tal por el entrevistado (a) (véase el apéndice metodológico). El supuesto de que el jefe mantiene en parte a los intégrantes de su hogar es válido en nuestro caéo porque el análisis de la participación familiar está referido a Unidades con jefes hombres que trabajan (capítulos V y VI). La situación puede ser otra si los jefes no trabajan o son mujeres.