3. Composición de parentesco y tamaño de los hogares en la ciudad de México
A) Composición de parentesco
En el cuadro III-1 presentamos las definiciones de las categorías de composición de parentesco que vamos a emplear en nuestra descripción. Las clasificaciones de unidades domésticas nucleares, extendidas y compuestas, constituyen adaptaciones de las comúnmente utilizadas en la literatura, hechas con el fin de diferenciar los hogares según su grado de complejidad. Además, incorporamos la modalidad “sin componente nuclear”. Se trata de los hogares sin parientes nucleares del jefe, o sea, aquellas unidades en que el jefe no tiene pareja ni hijos solteros.1 Estas unidades se caracterizan por la presencia de un jefe que vive solo (unipersonal), o un jefe que vive con un hijo casado o con otros parientes (madre, padre, tíos, hermanos, etc.), o un jefe que vive con una o más personas que no son sus parientes.
En algunos trabajos este tipo de unidad doméstica se clasifica como extendida (jefe con otros parientes) o compuesta (jefe con no parientes). Las únicas “sin componente nuclear” que usualmente se diferencian, son las unipersonales. La razón por la cual se distinguieron estos hogares como un tipo aparte es que ellos representan un arreglo muy especial donde posiblemente la participación económica sea distinta a la de los hogares extendidos o compuestos. En estos últimos hogares, según nuestra definición, además de haber otros parientes o no parientes, según el caso, existe la familia nuclear del jefe.
Es necesario aclarar que las empleadas domésticas que viven en la casa del patrón no fueron tomadas en cuenta para la clasificación de las unidades domésticas para evitar que su presencia modificara la composición de un hogar al considerarlas como un no pariente. Este es el caso, por ejemplo, de los hogares nucleares que en muchos trabajos son clasificados como compuestos por la presencia de la empleada doméstica.2
Como se puede apreciar en la distribución porcentual que figura en el cuadro III-1, en la ciudad de México, al igual que en otras ciudades latinoamericanas, existe una proporción mayoritaria pero no absoluta de unidades nucleares. Asimismo, si se consideran las unidades no nucleares en su conjunto, como se hace en algunos trabajos (véase Cepal, 1975) puede observarse que ellas alcanzan una proporción muy importante del total (38%). Este último subgrupo está a su vez constituido por arreglos domésticos extendidos (21.6%), compuestos (3%) y “sin componente nuclear” (13.4%).
La composición de parentesco varía considerablemente al comparar unidades domésticas con jefes de diferentes edades (cuadro III-2).3 Las unidades nucleares alcanzan su mayor peso (alrededor de 70%), en hogares cuyos jefes tienen entre 25 y 44 años de edad y pierden esa importancia entre las unidades con jefes de 45 años y más. El arreglo nuclear completo con hijos es el responsable de esta tendencia global: el nuclear sin hijos y el incompleto aumentan su participación a partir de los 45 años de edad del jefe. Lo anterior refleja el abandono del hogar por parte de los hijos y/o la muerte de alguno de los cónyuges.
Para las unidades “sin componente nuclear” se observa una tendencia que puede calificarse como contraparte de la que muestran las unidades nucleares completas con hijos. Por lo visto, las unidades con jefes muy jóvenes, o que cuentan con 45 años y más, son campos fértiles para arreglos domésticos que se apartan del modelo nuclear.
Las unidades extendidas y compuestas muestran un aumento sistemático de su participación en el total a medida que nos movemos de un ciclo vital más joven al siguiente, aunque se observa una variante de interés entre los dos tipos de unidades extendidas. Resulta claro que la presencia de dos o más núcleos familiares dentro de ese tipo de arreglo es ante todo un fenómeno característico de las unidades con jefes de edad avanzada (45 años y más). Este último hallazgo pone de manifiesto la importancia que adquieren para el caso de la ciudad de México arreglos familiares en los que pueden estar presentes tres generaciones sucesivas. Dichos arreglos constituyen en rigor la modalidad extendida más nítida (véase Bock, Iutaka y Berardo, 1976).
Los cambios en la composición de parentesco en las unidades con jefes de diferentes edades, seguramente traen aparejada una organización familiar distinta respecto a la participación económica de los miembros del hogar y respecto al papel que desempeña el trabajo de la mujer en cada arreglo familiar. Dichos hallazgos dejan en claro que es pertinente incluir la edad del jefe en cualquier análisis cuyo interés sea ver cómo la composición de parentesco del hogar condiciona las respuestas de sus integrantesfrente a un mismo estímuío externo (una mayor demanda de trabajo femenino junto con un mayor desempleo de la mano de obra masculina, por ejemplo). Además, las diferencias tan marcadas en la composición de parentesco que hay entre los hogares con jefes de 15 a 44 años y los de 45 años y más, sugieren que éste puede ser un punto de separación importante para diferenciar a los hogares en dos ciclos vitales básicos: aquél donde predomina la familia nuclear completa (hogares con jefes de 15 a 44 años) y aquél donde pierden peso los hogares nucleares completos (hogares con jefes de 45 años y más). Posteriormente veremos cómo estos dos subconjuntos de unidades se diferencian según otras características de estructura interna.
Habría que puntualizar, por último, la existencia de una cierta diversidad de arreglos no nucleares en la ciudad de México. Este hecho nos ofrece la posibilidad de analizar la participación económica en unidades nucleares, en comparación con hogares donde coexisten la familia nuclear del jefe con otros parientes o no parientes (extendidas y compuestas) o con aquellas unidades donde no existe el componente nuclear mencionado.
B) Tamaño promedio
De acuerdo con los datos de nuestra encuesta, el tamaño promedio de las unidades domésticas (cuatro III-3) en la ciudad de México es de 5.4 miembros. Esta cifra es muy similar a la encontrada en otros países en desarrollo (Burch, 1967; Van der Tak y Gendell, 1973), pero es muy distinta a las cifras de algunos países desarrollados en los cuales los tamaños promedios de las unidades domésticas varían de 3.0 a 3.3 miembros. Es posible pensar que la composición de las unidades (24.6% de extendidas y compuestas) sea, en parte, la responsable de este tamaño promedio relativamente alto.
Para ver la importancia de las unidades no nucleares en la explicación del tamaño promedio de los hogares, en la literatura afín se estima el porcentaje que representa el tamaño promedio del componente no nuclear total dentro del tamaño promedio de todos los hogares (Bruch, 1967). Asimismo, a veces se estudia la relación entre las varianzas de estos dos tamaños promedio (Van der Tak y Gendell, 1973). Al seguir el primer camino, encontramos que para el conjunto de hogares el peso que tiene el tamaño promedio del componente no nuclear (0.9) dentro del tamaño promedio total (5.8) no sobrepasa el 15%4 Esta cifra, aunada a la correspondiente al tamaño promedio del componente nuclear para el conjunto de unidades domésticas (4.9) refleja más bien la importancia de la pauta demográfica de alta fecundidad y relativa baja mortalidad infantil de la sociedad mexicana en la determinación del tamaño total de las unidades.
Este sencillo procedimiento nos entrega una visión global de nuestros datos. No obstante, la composición de parentesco de los hogares en la ciudad de México nos sugiere que dicha aproximación puede encubrir diferencias muy importantes entre unidades domésticas de diferentes tipos, que vale la pena resaltar.
Como puede apreciarse en la columna total del cuadro III-3, hay una clara interrelación entre el tamaño promedio de la unidad doméstica y su composición de parentesco. Las unidades extendidas y las compuestas son las de mayor tamaño (7.1 y 8.6 respectivamente) y en ellas el peso del componente no nuclear representa un 25 y un 50% del tamaño total, respectivamente. No obstante, es interesante notar que si se toma cada ciclo vital por separado, el tamaño del componente nuclear no varía notoriamente entre unidades nucleares, extendidas y compuestas, a excepción de los hogares con jefes de 45 años y más; allí el tamaño del componente nuclear de las unidades extendidas y compuestas es algo inferior al de las unidades nucleares (4.3, 3.7 y 4.9 respectivamente).
Estos hallazgos sugieren ciertas modificaciones a la hipótesis de Burch (1967) sobre el proceso de formación de los hogares extendidos. Este autor afirma que los hogares extendidos existen porque tiene lugar una sustitución de los hijos que se van de la casa por los otros parientes que llegan al hogar. En la ciudad de México coexisten en los hogares extendidos y compuestos parientes no nucleares con nucleares mucho antes de que los hijos dejen el hogar de sus padres (últimos ciclos vitales). No obstante, cuando la edad del jefe es de 45 años o más, el componente nuclear es menor en las unidades no nucleares. Es decir, la hipótesis de Burch podría aplicarse a los hogares que están en etapas más avanzadas del ciclo vital, aunque en muchos casos los hijos se casan y continúan viviendo con los padres. Este mecanismo también puede transformar la unidad nuclear en extendida y puede explicar el aumento porcentual de las unidades extendidas con más de un núcleo familiar (tipo II) a partir de los 45 años del jefe (cuadro III-2).
Ahora bien, es interesante resaltar la relación curvilineal entre el tamaño promedio de las unidades nucleares, extendidas y compuestas, y la edad de los hogares: las unidades alcanzan un tamaño máximo cuando el jefe tiene entre 35 y 44 años y luego decrecen. Este corte a los 45 años del jefe, en términos de tamaño reafirma lo dicho antes en el sentido de considerar esta edad como punto de diferenciación de las unidades domésticas por ciclo vital.
Esta tendencia de variación en el tamaño de las unidades domésticas se debe sobre todo al comportamiento del componente nuclear. El componente no nuclear presenta una tendencia distinta; esto es, sólo decrece ligeramente en edades avanzadas (unidades compuestas) o inclusive aumenta, como en el caso de las unidades extendidas.
Este hallazgo refleja cómo el proceso de formación de las unidades y sus variaciones de tamaño pueden ser distintos según el tipo de hogar analizado. Los hogares que incluyen un componente nuclear reflejan en su tamaño el impacto de una serie de eventos vitales (edad al contraer matrimonio, nacimiento de hijos y su espaciamiento, matrimonio de los hijos, etc.) que afectan dicho componente. En los hogares que no lo incluyen (“sin componente nuclear”) el tamaño promedio sigue una tendencia distinta: disminuye en forma gradual a medida que la edad del jefe es mayor, posiblemente más como resultado de la mortalidad o matrimonio de miembros solteros que del número de hijos o espaciamiento entre ellos, como ocurre en los otros tipos de unidades. Estos resultados sugieren que para entender las variaciones de tamaño promedio de las unidades domésticas es necesario considerar a la vez la composición de parentesco y el ciclo vital de las mismas.
Notas al pie
1 La categoría “sin componente nuclear” no necesariamente implica la existencia de una familia “incompleta”, como suele considerarse en la literatura al tomar como modelo de las clasificaciones de composición a la familia nuclear completa (Lira, 1976). En nuestro caso la ausencia de un cónyuge no necesariamente es resultado de la disolución (muerte, abandono) de una relación conyugal previamente establecida.
2 Una fuente posible de error en la clasificación de unidades domésticas son los hijos de las empleadas que viven junto a su madre en la casa de los patrones. Consideramos factible que un número reducido de hogares haya sido clasificado como extendido por este hecho, que no fue previsto en la codificación de la información.
3 Para llegar a las agrupaciones de edad que se muestran en el cuadro III-2 buscamos combinar aquellos grupos más utilizados en la literatura con los que aglutinasen características de composición y tamaño más homogéneas en el caso de nuestra información.
4 Las unidades “sin componente nuclear” no fueron tomadas en cuenta para este cálculo debido a la necesaria ambigüedad existente para definir su componente nuclear y no nuclear. No obstante, si se decide incluirlas (por ejemplo, el jefe en el componente nuclear, y los demás miembros, en caso de que existan, en el no nuclear) la cifra analizada en el texto apenas asciende a 18%.
Cuadro III-1 Definición y distribución de las categorías de composición de parentesco de las unidades domésticas. Area metropolitana, 1970
Cuadro III-2 Distribución de las unidades domésticas según su composición de parentesco y ciclo vital. Area metropolitana, 1970 (porcentajes).
Cuadro III-3 Tamaño promedio de las unidades domésticas y de sus componentes nuclear y no nuclear según su composición de parentesco y ciclo vital. Area metropolitana, 1970.