- 1. Introducción
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- El Colegio de México
- pp. 75-76
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1. Introducción
La composición de parentesco, el tamaño y el ciclo vital son algunos de los rasgos sociodemográficos básicos que deben incluirse en el análisis de la estructura interna de las unidades domésticas. Como vimos en el capítulo anterior, en el caso de la ciudad de México dichas características están íntimamente relacionadas y son a la vez cruciales para el estudio sobre la participación económica de los integrantes de los hogares.
En este capítulo introducimos en el análisis otro rasgo de las unidades domésticas que también consideramos de relevancia para comprender cuántos y quiénes son los miembros de los hogares que participan en el mercado de trabajo: la situación de clase de los jefes de hogar. Nos interesa de manera específica caracterizar la estructura interna de las unidades domésticas cuyos jefes tienen diferentes situaciones de clase. Mediante este análisis intentamos progresar en la configuración de los “contextos familiares”1 a partir de ios cuales vamos a estudiar en el próximo capítulo la participación económica de los integrantes de estas unidades.
Conviene destacar que no nos interesa aislar el peso relativo de que tiene la situación de clase de los jefes en comparación con la estructura interna de sus hogares respecto a la participación económica familiar. Creemos que es más importante estudiar la manera en que ambos aspectos interactúan para explicar el fenómeno de la participación familiar en la actividad económica. Asimismo, importa destacar aquí que no se asume causalidad entre los dos elementos.2 Las estructuras sociodemográficas de las unidades domésticas sintetizan una gran cantidad de procesos que no hay por qué conceptualizar como meros reflejos de la situación de clase del jefe en un momento en el tiempo. Para dar sólo un ejemplo: el tamaño de las unidades puede estar determinado por la fecundidad, la nupcialidad, la edad en que los hijos contraen matrimonio y si esto implica abandono del hogar, mortalidad global y diferencial por edad, intensidad y características de los fenómenos migratorios, etc. (No obstante, es cierto que en algunos casos el número de los factores que influyen puede ser sustancialmente reducido (véase Burch, 1970). Asimismo, también es posible que algunas características de las unidades, más que otras, guarden una relación estrecha con la situación de clase del jefe en un momento en el tiempo (véase más adelante el análisis del ciclo vital). En todo caso, no hay que olvidar que “la familia es una estructura con su propio dinamismo y que al cumplir una función de mediación mantiene su especificidad” (Zemelman, 1977).
Fn resumen, consideramos que la estructura interna de las unidades responde en parte a una dinámica sociodemográfica propia que puede modificar, anular o intensificar el papel de la situación de clase del jefe del hogar sobre la participación económica familiar. Esto es, los aspectos de estructura interna actúan como elementos que regulan la oferta de mano de obra disponible y este papel regulador puede variar en unidades dirigidas por jefes en diferentes situaciones de clase.
Conforme a lo anterior, a continuación aclaramos los criterios elegidos para identificar las situaciones de clase de los jefes de los hogares, criterios que se apoyan en el análisis realizado en el capítulo II sobre la evolución de la estructura económico-social de la ciudad capital. En seguida presentamos el ingreso y la escolaridad promedio de los jefes en distintas situaciones de clase y, finalmente, se profundiza en el estudio de la estructura interna de las unidades, según características que atañen a los jefes de las mismas.
Notas al pie
1 Usamos el adjetivo “familiar” aun a sabiendas de que no todos los contextos ni toda la participación se refieren exclusivamente a individuos unidos por lazos de parentesco, o sea, a familias. Las alternativas dentro del español son escasas, ya que el adjetivo “doméstico”, en especial si se refiere a la participación, podría relacionarse sólo con las actividades realizadas dentro del hogar.
2 En realidad, no poseemos la información longitudinal necesaria para intentar análisis de este tipo, el cual podríamos insinuar como característico, por lo menos en el nivel de planteamientos, de algunos trabajos sobre estrategias de sobrevivencia (Duque y Pastrana, 1973; Aldunate, 1974; Singer, 1974; Bilac, 1978).