Sección central
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Estudios Artísticos: revista de investigación creadora
Una lección sobre Walter Benjamin
Artículo de reflexión
Recibido: 15 de agosto de 2018
Aprobado: 12 de septiembre de 2018
Bolívar Echeverría
Universidad Autónoma de México, México
—
Cómo citar este artículo: Echeverría, Bolívar
(2019). Una lección sobre Walter Benjamin.
Estudios Artísticos: revista de investigación
creadora, 5(6) pp. 88-100. DOI: https://doi.
org/10.14483/25009311.14105
—
Este artículo se publica gracias a la gentileza de
Ediciones desde abajo.
Resumen
La vez pasada habíamos tratado de organizar un
poco las ideas de este artículo sobre “La obra de
arte en la época de su reproductibilidad técnica”,
tratando de indicar qué nos parecía que es el
objeto, el tema de este ensayo de Walter Benjamin,
más allá de indicar solamente las implicaciones
que pudieran derivarse, para la práctica artística,
del hecho de la presencia y los ritmos de la reproducción técnica de las obras de arte. Pero, más
que este tema, que en sí mismo es importante
por supuesto, aquello que cautiva la atención en
este ensayo es la consideración de un fenómeno
muy radical de la época de Benjamin, es decir, la
idea de que él cree estar viviendo una época de
transición en la que percibe que cierto tipo de
sociedad, de civilización moderna, está llegando a
su fin, y una sociedad y una civilización diferentes
están gestándose, están apareciendo.
Palabras claves
Reproductibilidad técnica; experiencia estética;
Walter Benjamin; modernidad poscapitalista
A Lesson on Walter Benjamin
Abstract
https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/deed.es
<
Detalle de la Carátula del libro: Discurso crítico y modernidad:
ensayos escogidos. Bolívar Echeverría (2011).
Bogotá: Ediciones desde abajo
Last time we tried to organize ideas for this article around “The Work of Art in the Age of its
Mechanical Reproduction”, trying to indicate what
we thought the theme of this essay by Walter
Benjamin was; we went beyond the implications
that could arise, for the artistic practice, from the
fact of the presence and rhythms of the technical
reproduction of works of art. But, more than this
issue, which in itself is important, the focus of this
essay is the consideration of a very radical phenomenon of Benjamin’s time, that is, the idea that
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he is living during a time of transition in which he
perceives that a certain type of society, of modern
civilization, is coming to an end, and a different
society and civilization are developing, coming
into appearance.
ele percebe que um certo tipo de sociedade, de
civilização moderna, está chegando ao fim, e uma
sociedade e civilização diferentes estão se desenvolvendo, aparecendo.
Palavras-chaves
Keywords
Technical reproducibility; aesthetic experience;
Walter Benjamin; postcapitalist modernity
Reprodutibilidade técnica; experiência estética;
Walter Benjamin; modernidade pós-capitalista
Sug parlu kai Walter Benjamin sutipa
Une leçon sur Walter Benjamin
Maillallachiska
Résumé
La dernière fois, nous avons essayé d’organiser les
idées de cette article sur « L’œuvre d’art à l’époque
de sa reproductibilité technique », en essayant
d’indiquer quel était selon nous le thème de cet
essai de Walter Benjamin ; nous sommes allés
au-delà des implications qui pourraient survenir,
pour la pratique artistique, du fait de la présence
et des rythmes de la reproduction technique des
œuvres d’art. Mais, plus que cette question qui
est importante en elle-même, le présent essai se
concentre sur un phénomène très radical du temps
de Benjamin, c’est-à-dire l’idée qu’il vivait dans
une période de transition au cours de laquelle il
percevait qu’un certain type de société, de civilisation moderne, touchait à sa fin, et une société
et une civilisation différentes se développaient et
apparaissaient.
Sug viajisina kallarirkanchimi ashia iuiaikunawa
“Ashka ruraikuna i tiaska” chasami kawachirisaka
imasa kagta chi ruraikuna kai runa suti Walter
Benjamin, chi kawachimi imasa ruraska chi luarpi,
kai ruraikuna kami iapa suma iuiarspa ruraska, chasa
kawankuna suma ruraska kamkuna kai Benjamin
runa ruraska, kai Tukui ruraura ña chiami Tukui
puchukaura, kai luarpi i chi kaugsaipi sugrigcha
kagpi chi chasami kunaura kawariku.
Rimangapa Ministidukuna
Imasami uiñarkakuna kai ruraikuna; imasata rurai
tiagta; Walter Benjamin suti; chi musuglla; sug
luarch tiaska
Uma lição sobre Walter Benjamin
La Obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica,1 de Walter Benamin es un ensayo
planteado desde la noción de que la sociedad, e
incluso él mismo están en eso que Georg Lukács
llamó la “época de la actualidad de la revolución”.
Por eso, lo que me parece que está aquí en juego
es la reconstitución de la experiencia estética y del
arte que la propicia, en tránsito a una modernidad
Resumo
1
Mots clés
Reproductibilité technique ; expérience esthétique ;
Walter Benjamin ; modernité post-capitaliste
A última vez tentamos organizar as idéias de um
artigo em torno de “A obra de arte na era de
sua reprodutibilidade técnica”, tentando indicar
o que achamos que foi o tema deste ensaio de
Walter Benjamin; fomos além das implicações que
poderiam surgir, para a prática artística, do fato
da presença e dos ritmos da reprodução técnica
das obras de arte. Mas, mais do que esta questão,
que em si é importante, o foco deste ensaio é a
consideração de um fenômeno muito radical do
tempo de Benjamin, ou seja, a ideia de que ele está
vivendo durante um período de transição em que
90
Este texto es la transcripción de una de las tantas y
tantas clases que Bolívar Echeverría impartió en la Facultad
de Filosofía y Letras de la UNAM, dentro de uno de sus tantos
cursos, y, en este caso, uno que fue dedicado al comentario
detenido y al análisis exhaustivo del brillante ensayo de Walter
Benjamin sobre La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. La revista Contrahistorias, en su edición número
15 de 2010, lo rescató para sus lectores, como testimonio del
nivel excepcional que tuvieron durante décadas esos cursos
magistrales de Echeverría, y también en el ánimo de incitar al
rescate y la publicación de esas complejas y siempre ricas
lecciones que Bolívar difundió a manos llenas y generosamente, para varias generaciones de sus centenas de asiduos y
siempre asombrados estudiantes.
Estudios Artísticos: revista de investigación creadora
poscapitalista. Este es, me parece, el centro de
atención verdadero de Benjamin en el ensayo. Por
ello, la idea o el reconocimiento de la importancia
que tiene la reproductibilidad técnica de la obra
de arte va en referencia a la consideración de los
efectos globales que tiene la transformación técnica de la sociedad para el fenómeno del arte. Así,
lo más importante no es tanto el hecho de la reproductibilidad técnica en sí misma como lo que este
hecho técnico significa tendencialmente.
Es decir, una revolución que va en dirección a
aquello que, ya de manera deformada a finales del
siglo XX, hemos conocido como los mass media,
o sea, el surgimiento de estas trans formaciones
radicales en lo que sería la relación técnica entre
el artista, el material de su obra, su relación con el
público, etcétera, etcétera. Toda esta transformación es lo que Benjamin percibe, representada en
el hecho técnico de la reproductibilidad de la obra
de arte. Entonces, él habla de la subsunción real
del arte a la reproductibilidad técnica de la obra
de arte, es decir, del hecho de que la obra de arte
va ahora, a partir del siglo XX, a tener que someterse o trabajar bajo las condiciones o técnicas
nuevas que están siendo prefiguradas por la reproductibilidad técnica del arte.
En tal sentido, la idea de Benjamin parece dirigirse
a la reconsideración de lo que sería la experiencia
estética, y con ella la producción de obras de arte,
en la perspectiva de la posibilidad de creación de
una obra abierta que se conecta con el segundo
gran tema, el de la masificación de la recepción
de la obra de arte. Tal masificación implica para
Benjamin una transformación muy radical de lo que
él llama la recepción estética total, la recepción
artística total. Es la idea de que las transformaciones técnicas y la subsunción de la obra de arte a
tales transformaciones técnicas están llevando a la
reactualización de lo que él llama ‘recepción desatenta de la obra de arte’, esa recepción activa pero
difusa de la obra de arte, diferente de aquella a la
que estábamos acostumbrados como la recepción
propia de una obra artística. La idea que él conecta
con lo que será el segundo tipo de recepción que
tiene una obra arquitectónica, la de la percepción
inmediata o directa, práctica, en el uso mismo de
la obra de arte. Luego, la subsunción real del arte a
la reproductibilidad técnica, junto a la masificación
de la recepción, es decir, la transformación de la
Una lección sobre Walter Benjamin / Bolívar Echeverría
sensibilidad o de la percepción, y la transformación del público en cuanto tal, y, por tanto, de la
relación del público con la obra de arte, creo que
es lo que fundamentalmente está en juego en este
ensayo de Benjamin.
Lo que percibe Benjamin aquí es el hecho de que
la definición misma de arte en la modernidad está
replanteándose. Lo que era el arte, lo que había
sido el arte, la definición que tenía el arte en la
modernidad, es lo que está ahora en proceso de
muy fuerte transición. Pues hay un abandono del
diseño de la obra de arte como forma estética de
apropiación cognoscitiva de lo real. De modo que
ésta, que era la tarea del arte en la época moderna,
la de la apropiación cognoscitivo-estética de la
realidad, parece ser una tarea que está pasando,
que ya no es ésta la definición del arte, y que está
esbozándose una definición diferente de lo que
sería propiamente el arte.
Conectemos entonces las ideas de la vez pasada
con algunos planteamientos de Benjamin expuestos en sus tesis X, XI, XII y XIII.2 Las ideas que les
mencioné están siendo planteadas en torno a lo
que pudiéramos llamar ‘utopía’ de Benjamin, que
aparece básicamente en la tesis XI. Se trata de la
utopía de la posibilidad de un uso generalizado
del código en sentido cifrador. Observen en tal
sentido el planteamiento de Benjamin: él habla de
la experiencia de los lectores-escritores o de la
posibilidad de que los trabajadores o de que cualquiera pueda ejercer efectivamente la función de
artista, es decir, de la democratización de aquello
que antes era considerado fruto de una ocasión
mística, de la presencia del genio en cada uno de
los artistas, etcétera.
Esta es la idea o utopía de Benjamin, la de que
todos podríamos hacer arte, y la de que el artista
2
Bolívar Echevarría se refiere aquí a las tesis X, XI, XII y XIII
del texto ya mencionado de Benjamin, La obra de arte en la
época de su reproductibilidad técnica. Cfr. la edición prologada por el propio Bolívar, y traducida por Andrés Echeverría
en la Ed. ltaca, México, 2003, pp. 73-88. Tómese en cuenta
que la numeración a la que se refiere aquí Bolívar es la de una
versión diferente de la edición recién citada, anterior a la publicación en alemán del Urtext. Por ello, las tesis comentadas en
esta lección por Bolívar son las correspondientes a las tesis XII,
XIII, XIV, XV y XVI de la edición definitiva de del Utext.
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Imagen 1. Carátula del libro: Discurso crítico y modernidad:
ensayos escogidos. Bolívar Echeverría (2011). Bogotá:
Ediciones desde abajo.
en cuanto tal, como ese personaje tan especial,
tan dotado, tan excepcional ente de la vida social,
puede desaparecer en cuanto tal y fundirse en una
‘artisticidad’ generalizada del público. Es decir, que
la sociedad liberada sea aquella en la cual todos
sus miembros estén en capacidad de comportarse
como artistas.
Para comprender esta tesis de Benjamin, debemos
recordar la idea general de que el código con el
que se comunica el ser humano, en la producción
de significaciones prácticas o de significaciones
lingüísticas, puede ser usado en la dirección del
ciframiento de mensajes y también en el sentido
del desciframiento de mensajes. Y según Roman
Jakobson, el código con el que nos entendemos
en términos lingüísticos o en términos prácticos, al producir y consumir objetos, es uno que
funciona de cierta manera cuando está siendo
utilizado para cifrar mensajes, y de un modo diferente cuando es necesario descifrar esos mismos
mensajes. Descifrar mensajes significa un uso del
código en la dirección del desciframiento, que es
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una utilización mucho más sencilla que el uso del
código para efectos del ciframiento del mensaje.
Con miras a cifrar el mensaje, es necesario que el
cifrador emplee el código con gran maestría en lo
que es la función metasémica o metalingüística. Y
si no hay esa habilidad o capacidad de trabajo con
el código en el plano de la metasemiosis o metalingüística, el empleo del código en términos de
ciframiento no se da. El que habla, el que propone,
el que dice, el que cifra los mensajes, está usando
el código de una manera más compleja que el que
está usándolo sólo para descifrarlos. El código
para descifrar está siendo empleado en una forma
mucho menos creativa que cuando está siendo
usado en términos del ciframiento del mensaje.
Entonces, la diferencia entre cifrar y descifrar, en el
uso del código, es la que aparece como ‘borrable’
o eliminable en el caso de la utopía de Benjamin,
puesto que todos podemos hacer obras de arte,
y todos podemos convertirnos en artistas. La
sociedad liberada implicará una condición en la
Estudios Artísticos: revista de investigación creadora
cual la dificultad en el uso del código para cifrar
habrá sido rebasada, y en la que la cotidianidad
estará toda ella imbuida de una posibilidad de
experiencia estética, que estaría permanentemente allí como posibilidad, y todos estaríamos en
capacidad de ejercer, de usar el código de modo
artístico, de producir por tanto oportunidades de
experiencia estética. Esta generalización, esta masificación del ejercicio de la ‘artisticidad’, está en el
fondo de la utopía de Benjamin.
Para él, llegará un momento, que asume ya cercano, en que efectivamente la sociedad transforme esta relación tan asimétrica entre el artista
genial, el único que hoy tiene acceso a la posibilidad de producción de oportunidades estéticas, y
el público en general, hoy simplemente una masa
pasiva que está allí para descifrar y admirar lo que
otros hicieron. Habría entonces una democratización del juego de propuestas de experiencia estética, proveniente del cuerpo social.
Por eso, a Benjamin le interesa la experiencia del
cine, y por eso en este ensayo insiste tanto en lo
paradigmático del cine. Recuerden que en la tesis
VIII, Benjamin habla de la diferencia entre la fotografía cuando es la común y corriente, y la fotografía cuando es la del fotógrafo de cine. Éste hace
una cosa distinta de la que realiza el fotógrafo en
general, porque el fotógrafo de cine fotografía una
acción fingida en los estudios cinematográficos,
donde todo es por completo fingido, todo es artificial. En ese momento, lo que está fotografiando el
fotógrafo de cine es el desempeño del actor, quien
pasa a ser una especie de trasto de utilería que
emplea el productor, y ese actor ya no tiene el aura
del actor que está sobre las tablas del escenario, y
que implica todo aquello que teorizó Stanislavsky,
esa función casi religiosa del artista capaz de interiorizarse e identificarse con el personaje, y de
llamar de alguna manera, de convocar el aura del
personaje en su propia persona.
Ahora el actor ya no piensa; ha perdido el aura,
nos dice Benjamin, y ese actor lo único que está
haciendo es desempeñar el papel. El desempeño
técnico del artista es lo que está en juego aquí,
puesto que el cine hace que el rendimiento del
actor se vuelva exponible, y lo que nosotros vemos
es cómo rinde el actor, qué es lo que definitivamente hace. En el cine nos hundimos en la técnica
Una lección sobre Walter Benjamin / Bolívar Echeverría
del actor, lo percibimos, como dice Benjamin,
como cuasi expertos, pues somos quienes lo
juzgan: la masa juzga el desempeño del actor.
Entonces, el cine hace que el rendimiento del actor
sea puesto a prueba, se vuelva exponible, y lo hace
al poner a prueba la exponibilidad del desempeño.
Este es un juego de palabras muy interesante: el
desempeño en cuanto tal es lo exponible, ya no
tanto el resultado del desempeño sino el desempeño mismo, y esta es la idea de Benjamin.
Exponible hasta aquí, en la obra de arte, había sido
resultado de la actividad del artista, la obra terminada, aquello en lo que concluía el desempeño
del artista. Pero el cine nos acerca al hecho mismo
de desempeñar, al hecho de la creación artística,
y entonces somos jueces del desempeño, porque
el desempeño en cuanto tal se pone a prueba en
la obra cinematográfica. Por ello, para Benjamin es
tan paradigmática la obra de cine, porque para él
tiene lugar aquí una transformación muy fuerte: se
está eliminando el aura del actor. Por eso dice que
no hay contraposición más decidida de la obra de
arte que aquella hecha por la reproducción y para
la reproducción técnica; que la obra de arte que
se despliega sobre el escenario del teatro, ya que
la obra del actor sobre el escenario es algo completamente diferente del actor cinematográfico,
pues éste es simplemente un elemento más de la
composición de la fotografía que hace el fotógrafo,
y de la toma y el material que esta tomada, para
que quien después hace filme, el formador de la
película, quien realice el montaje de estas escenas,
cumpla o realice la obra de arte. Entonces, el rendimiento técnico es lo que está a la vista, y las masas,
en última instancia, se convierten en jueces de ese
rendimiento. Hay aquí una transformación, y esto es
lo que le interesa a Benjamin: la transformación de
la relación entre creador, obra y espectador, pues
para él todo ello está ahora transformándose, y el
cine es el ejemplo paradigmático de tal mutación.
La tendencia es hacia la transformación de las
relaciones entre la obra, el artista y el espectador,
ya que el arte se ha separado, dice Benjamin, del
‘reino de la apariencia bella’, que es como definió
Hegel al arte en cuanto tal. Pues en este arte, la
idea o, como Hegel decía, la energía del objeto,
el aura del objeto, es donde la idea adquiere apariencia sensible. Esto era el arte, y la definición
de Hegel es la última de lo que ha sido ese arte
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aurático, en tanto presencia de la idea en términos
sensibles, es decir, el reconocimiento de la energía que hay en el objeto artístico. Pero esto que
era el arte desaparece con la transformación técnica del proceso de producción artística. Ahora
las masas, nos dice Benjamin, son los jueces del
desempeño del artista.
Pero lo interesante es aquello que estaba antes en
el taller del artista, aquello invisible, que quedaba
oculto por la terminación de la obra de arte, y
es precisamente eso lo que ahora sale al primer
plano. Ahora todo es como una suerte de obra in
progress; ahora la obra está abierta. Y vale la pena
observar aquí la conexión con Umberto Eco, con
su idea de la obra abierta, que también está implicando lo que les había mencionado anteriormente
sobre la posibilidad de generalizar o democratizar
el uso cifrador del código, es decir, que el público
no está ahí sólo para usar el código en términos de
desciframiento del mensaje que le da la obra, sino
que, para realizarla, tiene que estar él también en
capacidad de cifrar, o sea, de usar creativamente
el código, de usarlo poniendo en juego la función
metasémica o metalingüística del lenguaje. Esto
es lo que está planteando Eco en su tesis sobre la
obra abierta, y esto es lo que está aquí en juego
cuando Benjamin nos dice que aquello que perciben las masas es el desempeño, el hecho mismo
del desempeño.
Pero Benjamin insiste e inmediatamente hace la
observación de que por ahora esto es una utopía,
porque la realidad en la que estamos aún viviendo
es una realidad en la que la posibilidad técnica que
se abre está siendo dominada por el capital. Toda
esta utopía, esta apertura del proceso mismo de
creación artística, esta estetización de la vida cotidiana en la que estamos involucrados en la obra de
arte permanente, y en la que igualmente estaríamos al mismo tiempo como productores y consumidores de experiencias estéticas, es hoy sólo una
posibilidad del futuro. Pues se trata de una nueva
experiencia, una nueva forma de hacer el arte en
la cual prevalecería la percepción desatenta de la
obra de arte, activa pero desatenta, porque sería
una vida estetizada en su conjunto, no ya concentrada en museos, galerías, salas de concierto; una
vida que quizá tendría todo eso pero en la cual lo
predominante sería la cotidianización, democratización completa del hecho artístico.
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Todo esto, por ahora, dice Benjamin, es tan solo
una utopía, porque lo que observamos es que
el capital domina efectivamente este proceso. Y
Benjamin tiene muchas observaciones aquí sobre
el efecto del capitalismo en la técnica, observaciones sumamente agudas en las que vamos a insistir
más adelante. Pero por lo pronto, lo que él nos
dice es que la técnica es una promesa, la transformación de la base técnica de la producción y el
consumo de obras artísticas; es una promesa de
liberación, de emancipación, de cambio radical de
la relación entre artista, obra de arte y espectador.
Esto es lo que está aquí en juego, y el cine nos
muestra ya estas posibilidades, pero el sentido
político revolucionario que tiene esa transformación técnica está siendo invertido en un sentido
contrarrevolucionario por el cine aún sometido
al capital. Así, la promesa que trae el cine es que
tenemos que leer después de haber puesto en
suspenso o eliminado la influencia que sobre ella
tiene la presencia del capital. Pues ahora estamos
leyendo esta promesa técnica de generalización
de la experiencia estética, de transformación de la
función misma de la experiencia estética, pero la
leemos por debajo de, o a través de, aquello que
hace el cine en la época contemporánea, en la
época capitalista.
Por eso, afirma Benjamin, en la época capitalista
lo que predomina como uso de las nuevas técnicas de producción, de la novedosa experiencia
estética, son las figuras del campeón, la Estrella, el
dictador. ¿Por qué? Porque en ellos la masa vá a
percibír precisamente este performance, es decir,
este rendimiento, este comportamiento: cómo
se comporta, cuánto rinde, si puede o no puede,
cómo está usando los métodos, los medios que
tiene a su disposición. Esto es lo que la masa ahora
es capaz de percibir: cómo actúa el actor, cómo
cumple su función, si lo hace o no lo hace bien, es
decir, la capacidad de intervenir con sentido creativo, como cifrador del código en aquello que está
observando.
Y esto, dice Benjamin, que sería la entrada hacia la
novedad, hacia una nueva forma de la personalidad, está siendo totalmente invertido en el sentido
capitalista, con lo cual tenemos en su lugar el reino
en que se reauratiza al actor, al campeón de hazañas deportivas, y también al político en cuanto
Estudios Artísticos: revista de investigación creadora
Imagen 2. Siete Aproximación a Walter Benjamin. Bolívar
Echeverría (2010). Bogotá: Ediciones desde abajo.
tal. La crisis de las democracias, señala Benjamin,
puede entenderse como crisis de las condiciones
de exponibilidad del político. Hasta ahora, éste,
el estadista, el presidente, la primera figura, tenía
de algún modo que hacer caso a lo que decían
los representantes del pueblo, el Parlamento, la
Cámara de Diputados, etcétera. Pues esta última
era, por decirlo así, la caja de resonancia donde
el pueblo daba su opinión, expresaba su voluntad,
y a ella debía referirse el hombre de Estado que
hablaba para los representantes del pueblo.
Pero ahora el hombre de Estado puede hablarles
directamente a las masas, saltarse e ir por encima
de la instancia representativa, democrática, que
sería la del Parlamento, la de los representantes
populares, quienes caen —dice Benjamin— sin
peso alguno ya, y se esfuman por el hecho de que
el hombre de Estado puede ahora dirigirse inmediatamente a las masas para mostrarles su desempeño. Obviamente, aquí Benjamin está pensando
en Hitler, y en esa gran performance que hace
Hitler cada vez que le habla al pueblo, pues él es el
gran histrión, el gran gesticulador, el hombre que
Una lección sobre Walter Benjamin / Bolívar Echeverría
efectivamente sabe dirigirse de modo inmediato y
directo a las fibras más intimas del pueblo.
Hitler salta por encima de todas las instancias
democráticas, y es el inmediato y directo guía
de su pueblo, pues expresa estrictamente lo que
éste quiere. Hitler se confunde con su pueblo y no
necesita intermediación alguna porque él es pueblo, y es lo mejor del pueblo, y él es todo, puesto
que es el dictador. En ese sentido —expresa
Benjamin—, aquí percibimos esta inversión de lo
que sería el uso libre de las capacidades técnicas
de la relación entre cualquiera de nosotros y el
resto de los demás. Porque eso es lo que está en
juego con la nueva técnica: la relación con la capacidad de expresarse y comunicarse de cada uno
de nosotros con todos los demás. Pero en el capitalismo todo eso está invertido porque se manifiesta deformadamente, como la capacidad de
comunicarse sólo ciertos personajes o individuos
falsamente prominentes, con todos los demás.
Por eso, también el capitalismo hace de esto la
restauración de la estrella o el campeón, aquel al
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que vemos cómo maneja su bicicleta o cómo se
comporta en el automóvil de carreras, y al que
juzgamos en términos técnicos ya que vemos su
rendimiento, su comportamiento sobre las pistas,
su performance, y lo juzgamos de inmediato. Y
desde ese juicio, de él hacemos el campeón o la
estrella de cine. Benjamin, entonces, no es ajeno a
tales deformaciones del capitalismo, con este fenómeno al cual hacemos referencia.
Y así nos habla del actor que ya no necesita interiorizarse en su papel ni en su personaje. Ahora la
actuación del actor está hecha de retazos compuestos por el montaje de la película, y el actor
ya no requiere —lo que diríamos es la tumba de
todas las tesis de Stanislavsky— compenetrarse e
identificarse a fondo con la identidad de su personaje. Ahora el actor sólo tiene cumplir ciertos movimientos, ciertos gestos, tal como se los describe el
director, sin saber siquiera qué hace y para qué lo
hace. En tal sentido, ustedes recuerdan bien la anécdota de Luis Buñuel y Silvia Pinal, la que le decía en
el momento del rodaje de la película Viridiana que
por favor le explicara qué era lo que estaba aconteciendo en la escena, para hacerla mejor. Frente
a eso, Buñuel le dijo: “Mientras menos sepas, mejor
vas a actuar. Tú acuéstate en el piso, y muévete de
tal manera y nada más, y no necesitas saber absolutamente nada más”. Esto le decía Buñuel a Pinal y
en general a los actores; que no necesitaban saber
de qué se trataba: “Ustedes hagan exactamente lo
que les digo, y por la cámara, al captar eso, ya sabré
qué hago. A ustedes nada tengo que explicarles.
Ustedes sólo hagan la performance que yo les digo”.
Pero observen cómo Benjamin también se da
cuenta de que es el momento de la estrella de
cine, es decir, que están cambiando las cosas de
un modo muy interesante, porque ahora el actor
autoriza su propio desempeño, pues ya no es él
quien se identifica con cada uno de sus personajes; ya no es el gran actor que es tal personaje de
Shakespeare en una noche, y es tal otro personaje
de Calderón de la Barca en otra, y es capaz de
transformarse y revivir entre un personaje y otro.
Ahora, en cambio, dice Benjamin, acontece una
inversión de la propuesta de Stanislavsky, pues
lo que hace el actor es auratizar su propio desempeño; ahora él hace que todos los personajes
posibles que pueda representar no sean más que
ciertas versiones de sí mismo.
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Recuerden ustedes lo que ocurre, por ejemplo,
con los grandes actores del cine mexicano. O
también cuando nosotros vamos a ver una película
de Marlon Brando, por ejemplo, y no necesitamos
siquiera saber cómo se llama el personaje que
él representa, pues hablamos de Marlon Brando.
Marlon Brando en la película tal, Marlon Brando
en la película El último tango en París, es decir,
Brando es quien ahora establece e impone su performance, su estilo, su forma personal de actuar a
todos y cada uno de los personajes que él pueda
caracterizar. Ahora todos los personajes se reducen o se traducen a la figura Marlon Brando, y
sólo así llegan a existir. Hay una reauratización del
actor, pero ahora en este otro sentido, de que el
actor es la estrella, la estrella Marlon Brando, la que
va a hacer de tal o cual personaje una versión de
sí mismo, es decir, que Marlon Brando como tal,
como lo que sea, en verdad es Marlon Brando, y
no el personaje aquel al que estamos viendo.
Hay entonces una cristalización, una reauratización de lo que nos plantea Benjamin, como lo que
pudiera ser justamente la ruptura de la auratización.
La forma capitalista de realizar la transformación
técnica conduce a invertir el sentido revolucionario de la transformación, así como a convertirla
en contrarrevolucionaria. Hay esta percepción
en Benjamin, de algo que nosotros observaremos
después, a lo largo del siglo XX, algo que presenciaremos con toda precisión y todos sus efectos
desastrosos. Benjamin ya percibe esto, pero todavía no tiene la menor idea de lo que va a suceder
con la revolución técnica de las formas de producción artísticas en el resto del siglo XX. Esta absoluta
transformación, esta destrucción de las posibilidades que él plantea aquí, es decir, el destino de esta
utopía benjaminiana, va a ser nefasto.
Walter Benjamin no ve más que los primeros
momentos de los procesos pero no alcanza a
avizorar la constitución de los monopolios cinematográficos ni la imposibilidad de la actualización
verdaderamente social que implican los mass
media, ni la negación de las posibilidades con las
que él sueña aquí. Porque la capacidad que tenga
el conjunto de la sociedad de cumplir ese uso
cifrador del código, y de convertirse él mismo en
propositar de experiencias estéticas, todo eso
fue reducido a la nada a lo largo del siglo XX, y
este sueño quedó absolutamente fuera de toda
Estudios Artísticos: revista de investigación creadora
consideración. Pero la idea y la utopía de Benjamin
iban en esta dirección. Ya que esta es la idea principal de las tesis a las que hacemos referencia, la
idea justamente de en qué consistiría, y qué es lo
que estaría por debajo de las posibilidades de esa
transformación de la sensibilidad, de ese cambio
de la percepción artística en cuanto tal, e incluso
de la mutación del sujeto mismo de la percepción.
Porque Benjamin nos dice que, cuando la percepción se masifica, el tipo de ésta se transforma. No
es la misma individual, ahora masificada, sino que la
individual pasa a ser otra cosa, en la medida en que
en la percepción que viene desde antes hay una
clara innovación. Y obsérvese cómo para Benjamin
el fenómeno de la masificación es ambivalente,
pues en su época el tema de las masas o de la
masificación era un tema muy visitado por filósofos
y autores. En la misma época está siendo concebido el texto de Hermann Broch sobre las masas,
y junto a él hay muchos otros que hablan de este
problema, y la tendencia general es hacia la condenación global del hecho de la masificación.
No obstante, como se observa en el ensayo de
Benjamin, el hecho de la masificación no se considera inmediatamente como fenómeno negativo,
porque esa masificación puede serlo en el sentido proletario, comunista, socialista, masificación
indispensable y que puede funcionar de un modo
diferente. Todo a lo que él hace referencia en
su ensayo, sobre el cambio de la atención como
percepción desatenta hacia las obras de arte, o
sobre la transformación del sujeto de la creación
y la percepción artísticas, como sujeto colectivo,
sujeto masivo, para él es algo que tiene que ver con
lo que sería la propia constitución de la vida social,
en la perspectiva de que las masas pueden tener
—como diría el marxismo de la época— conciencia de clase; masas que son ya un sujeto y no las
masas que son tratadas simplementte como objeto
y como material.
Para Benjamin, ambas posibilidades están incluidas en el hecho indudable de la masificación del
sujeto social en la modernidad, y no se puede
tomar la posición netamente romántica de considerarla como pura negación de la individualidad
o destrucción de la individualidad, sino como
proceso de la creación de una individualidad de
otro tipo. Esta es la utopía de Benjamin, la de una
Una lección sobre Walter Benjamin / Bolívar Echeverría
masificación que sea oportunidad de la creación
de una individualidad de otro tipo, que sólo puede
darse en la masa que ya no sea la masa anónima del
capitalismo sino la masa considerada como clase u
otro tipo distinto de masa.
En una suya, diferencia claramente entre lo que
serían las masas comunistas y las masas de la
sociedad en general; y las masas comunistas, para
Benjamin, según como él quiere percibirlas, son
masas con conciencia de clase y perspectiva
histórica, y se relacionan entre sí en términos de
solidaridad, de modo que son otras las relaciones
que constituyen a esa masa comunista y pudiéramos decir revolucionaria, a diferencia de lo que es
la masa anónima del capitalismo. Pues el colectivo
constituido por las relaciones de reciprocidad
y solidaridad implica otra forma de constituirse
el individuo, diferente de aquel en la sociedad
moderna, sometido al funcionamiento de la acumulación de capital.
Entonces, para Benjamin, la masificación promete
el surgimiento de una individualidad de otro tipo,
y aunque la percepción artística va a ser siempre
individual, eso individual puede ser de otro tipo.
Hacia eso apunta el proceso que él ve representado por la reproducción técnica de la obra de
arte, que implica las transformaciones técnicas
deformadas y prostituidas por el capital en la
segunda mitad del siglo XX. Todo, mientras él ve
otra línea de desarrollo de las transformaciones
técnicas, una línea que nunca se cumplió ni en la
Unión Soviética ni en otras partes.
Lo importante es rescatar la idea de Benjamin de
la transformación de la revolución en la creación
artística, ‘prometida’ entonces y que de algún
modo mantiene el prestigio de la creación artística
durante el siglo XX. Porque en la segunda mitad,
los artistas han vivido del prestigio que tuvo la
revolución artística de los primeros años de la
vigésima centuria. En verdad, la ebullición revolucionaria de las formas en el arte, tan fuerte en
los primeros decenios del siglo, fue aquello que
marcó lo que habrá de ser el arte. Y los artistas de
esa segunda mitad de siglo van a vivir más como
repetidores, reactualizadores, divulgadores, y
diríamos hasta cierto punto que también como
cómplices de la destrucción de aquello que fue el
sueño de los artistas en los comienzos del siglo XX,
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Imagen 3. Modernidad y blanquitud. Bolívar Echeverría (2011).
México: ERA
sueño compartido por Benjamin cuando plantea
todas estas cosas.
La idea de Benjamin respecto de la técnica conectada con el problema de las masas es también interesante. Porque él nos dice que la técnica a la que
nos referimos, la que está en la base de la utopía
artística y estética de Benjamin, la técnica mal usada
por el capital, pasa de su tendencia natural a una
no natural. La tendencia natural estaría planteada
por la ampliación de su capacidad de dirigirse a la
naturaleza, pues la técnica, y esta es una idea que
él comparte con Brecht, y la transformación técnica
resulta de la maduración de las fuerzas productivas
a lo largo de toda su historia, maduración dirigida,
por tanto, a la consecución de la abundancia.
De modo que la técnica en cuanto tal tiene su propia vigencia, pues las fuerzas productivas tienen
una tendencia favorable a la sociedad humana.
Y tanto Brecht como Benjamin no perciben en el
momento el planteamiento que luego se derivará
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de las obras de Marx, de que esta tendencia de
las fuerzas productivas ya está siendo subsumida
realmente, diría Marx, a la tendencia capitalista, es
decir, que no es siempre segura la tendencia impoluta de las fuerzas productivas y la presencia de
su positividad respecto de la sociedad. Entonces,
esta posibilidad que Marx ve desde el siglo XIX,
una técnica deformada por su subsunción real al
capital, no es vista por Brecht ni por Benjamin, que
se inspira en Brecht, quien no dispone aún de la
idea marxiana propiamente, puesto que para él las
fuerzas productivas tienen una tendencia siempre
positiva en sí misma, y, según él, ellas no han sido
alteradas hasta ahora en esa misma tendencia.
Porque lo que nos dice Benjamin, siguiendo a
Marx, es que, cuando la técnica está siendo obstruida por el capital para cumplir sus funciones, que
son positivas, las de alcanzar la abundancia para la
sociedad, estas mismas fuerzas técnicas revierten
su sentido y se hacen destructoras de la sociedad,
y plantean como única perspectiva histórica la
Estudios Artísticos: revista de investigación creadora
autodestrucción de la sociedad, o sea, la de la
guerra. Porque cuando las fuerzas productivas no
están a favor del ser humano se vuelven contra él;
cuando no están allí para acrecentar y perfeccionar el mundo de la vida humana, necesariamente
se vuelven contra ellos, y se convierten también
necesariamente en elementos de destrucción.
La industria bélica es entonces el modo como la
técnica reivindica sus funciones cuando no puede
cumplirlas en su sentido natural. En tal caso, ella
se vuelve antinatural porque la técnica tiene que
realizarse, cumplirse, y la única forma de cumplirse
es en la creación de los medios de destrucción.
Cuando no se convierte en medio de construcción, la técnica tiene que hacerse medio de
destrucción. Por ello, dice Benjamin, la tendencia
fundamental de la sociedad capitalista en este
momento es hacia la guerra, pues ésta es el lugar,
la meta de una técnica que no se puede desarrollar en términos naturales. Este es un modo muy
directo de plantear el problema de la tendencia de
las fuerzas productivas, pues, según Brecht, a las
fuerzas productivas —siempre positivas y prometiendo un mundo mejor para el ser humano, y siempre intocadas por el capital— bastaría con quitarles
la gestión capitalista para que por sí mismas se
tornen en positivas para el ser humano.
ha sido subordinada y deformada en esencia por
el capital. Por tanto, el actual aparato técnico de
la sociedad, no porque se le quite la forma capitalista, va a funcionar en términos socialistas sino que
tendrá siempre la inercia capitalista. Las fuerzas
productivas tienen una inercia capitalista porque
ya fueron transformadas realmente por el capital, y
liberarlas de la forma capitalista es insuficiente para
que empiecen a funcionar en términos liberados,
de emancipación, sino que se requiere transformar la técnica misma en cuanto tal; transformar el
aparato técnico en sí mismo y transformar también
radicalmente las fuerzas productivas.
Entonces, el elemento que para Brecht era impoluto y en absoluto positivo, las fuerzas productivas,
los medios de producción, en las condiciones
sociales capitalistas son unas fuerzas productivas
y además una estructura técnica de los medios de
producción que están ya alteradas, deformadas,
transformadas en términos capitalistas, y tienen por
consiguiente la inercia capitalista. Por eso, para
Marx, el vuelco utópico debe ser más complejo, y
no puede consistir solo en la transformación de las
relaciones de producción, a las que daría lugar una
revolución, sino que la revolución tiene que incidir
también e igualmente sobre la estructura técnica
de los medios de producción.
Si no, no hay revolución.
La utopía brechtiana en términos de la técnica es la
que está por debajo de este ensayo de Benjamin y
de toda esta idea relativa a la posibilidad de que las
nuevas técnicas de creación artística acompañen
la transformación social, y que inmediatamente
todos nos volvamos de alguna manera artistas,
creadores de experiencias estéticas y receptores
de las mismas. Pues la estetización de la vida cotidiana viene de la idea de que la técnica en cuanto
tal no ha sido afectada por el desarrollo capitalista,
y sólo formalmente —como dice Marx— obedece
al capital pero que en sí misma está intocada, no ha
sido deformada por la forma capitalista. Y que, en
cuanto desaparezca la forma capitalista, ella funcionará maravillosamente y en un sentido positivo
para la humanidad.
Para Benjamin, en cambio —y pudiéramos decir
que en esta postura hay cierta ingenuidad—, la
técnica está simplemente mal usada; así que, si la
usamos bien, funcionará favorablemente para el
hombre. Pero la idea de Marx es mucho más compleja, pues no es simple asunto de cambiar su forma
sino que hay que transformarla desde adentro, lo
que implica que la revolución conlleva una verdadera transformación civilizatoria. Y es esta idea lo
que está fuera del ámbito de la reflexión de Brecht,
y en cierta medida también de Benjamin, porque la
revolución es un fenómeno civilizatorio y envuelve
la idea de transformación de las estructuras mismas
del comportamiento del ser humano frente a la
naturaleza, y por ende, de la técnica en sí misma.
Pero la idea de Marx es mucho más oscura, menos
optimista. Para él, la técnica misma ha recibido el
virus del capital y desarrolla su programa de funcionamiento según las indicaciones de ese virus.
Pues la técnica no es impoluta para Marx, y ella ya
Diría que aquí, en este punto, Benjamin sí toma
cierta distancia, a diferencia de Brecht, pues aquél
sí imagina la idea de una técnica diferente, lúdica,
a la que él se refiere. Es éste un punto conflictivo
en el comentado ensayo benjaminiano, pues, por
Una lección sobre Walter Benjamin / Bolívar Echeverría
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un lado, el cuerpo, la marcha, el camino real de
su argumentación, está iluminado por los planteamientos aludidos de Brecht; pero, por el otro, de
modo un tanto subterráneo, su propia idea, una
idea mucho más compleja, mucho más teológica
del proceso histórico, está también presente. En
este ensayo de Benjamin podemos encontrar esa
diferencia, esa desigualdad, ese conflicto entre la
propuesta global política que hay ahí, y su escepticismo respecto de la propuesta, escepticismo que
viene de una consideración más compleja de lo
que es el fenómeno técnico.
Pues la técnica, para Benjamin, como él mismo lo
plantea en otro punto, la técnica moderna es una
técnica por completo diferente de la anterior, y
esta diferencia histórica entre las dos no es percibida por Brecht y sí la plantea Benjamin, para quien
la nueva técnica es la técnica lúdica, que no va
hacia la sujeción de la naturaleza sino a la armonía
con la naturaleza. Y es una técnica de otro tipo,
no neolítica, la técnica de la agresión y la relación
bélica del hombre con lo otro, con la naturaleza,
sino de otro tipo de relación. Y es en esta otra técnica —nos dice Benjamin—, en el interior de esta
otra técnica, donde precisamente está la obra de
arte de la nueva época, que nos enseña a comportarnos con la nueva técnica, y en este sentido es un
adelanto, pues nos ejercita en el uso de esa distinta
nueva técnica.
Referencias
Echeverría, B. (2010). Siete aproximaciones a Walter Benjamin.
Bogotá: Ediciones desde abajo.
Benjamin, W. (2006). Obras libro I vol.2. La obra de arte en la
época de su reproductibilidad técnica, Charles Baudelaire un
lírico en la época del altocapitalismo, sobre el concepto de
historia. Madrid: Abada Editores.
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Estudios Artísticos: revista de investigación creadora