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(PDF) El suicidio como utopía
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El suicidio como utopía

2021, Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofía

https://doi.org/10.5281/zenodo.5204621

Pretendemos, en el presente estudio, mostrar algunas de las ideas principales del pesimismo filosófico en torno al suicidio. De esta manera, primero, se procederá a hacer un pequeño resumen de algunos de los puntos de vista que, diversos filósofos pesimistas, han tenido con respecto al suicidio. Así, Schopenhauer, Mainländer, Michelstaedter, Caraco y Cioran serán los principales interlocutores. Mas esto sólo será un pretexto para plantear, sobre la base de un pesimismo utópico, algunas aproximaciones al suicidio como utopía. De hecho, aquí radica nuestra principal contribución: mostrar cómo, a partir de una hermenéutica analógica, se pueden seguir construyendo nuevos derroteros en torno al pesimismo, en particular en lo referente al tema del suicido. Los filósofos pertenecientes a este corriente han hablado mucho del suicido, refutándolo o alabándolo; lo que nosotros queremos es entenderlo como parte de un proceso utópico en el que el individuo involucrado encuentra, enél, una vía de redención y/o liberación de los sufrimientos de la vida.

Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofı́a, núm. 16 (2021), pp. 37-44 Recibido: 03-03-2021 Aceptado: 25-05-2021 El suicidio como utopı́a Suicide as Utopia Suicı́dio como utopia Slaymen Bonilla Núñez ∗ Sociedad Iberoamericana de Estudios sobre Pesimismo, Ciudad de México, México Resumen Pretendemos, en el presente estudio, mostrar algunas de las ideas principales del pesimismo filosófico en torno al suicidio. De esta manera, primero, se procederá a hacer un pequeño resumen de algunos de los puntos de vista que, diversos filósofos pesimistas, han tenido con respecto al suicidio. Ası́, Schopenhauer, Mainländer, Michelstaedter, Caraco y Cioran serán los principales interlocutores. Mas esto sólo será un pretexto para plantear, sobre la base de un pesimismo utópico, algunas aproximaciones al suicidio como utopı́a. De hecho, aquı́ radica nuestra principal contribución: mostrar cómo, a partir de una hermenéutica analógica, se pueden seguir construyendo nuevos derroteros en torno al pesimismo, en particular en lo referente al tema del suicido. Los filósofos pertenecientes a este corriente han hablado mucho del suicido, refutándolo o alabándolo; lo que nosotros queremos es entenderlo como parte de un proceso utópico en el que el individuo involucrado encuentra, en él, una vı́a de redención y/o liberación de los sufrimientos de la vida. Palabras clave: Pesimismo, suicidio, utopı́a, pesimismo utópico Abstract We intend, in this study, to show some of the main ideas of philosophical pessimism around suicide. In this way, first, we will proceed to make a small summary of some of the points of view that various pessimistic philosophers have had regarding suicide. So, Schopenhauer, Mainländer, Michelstaedter, Caraco and Cioran will be the main interlocutors. But this will only be a pretext to propose, on the basis of utopian pessimism, some approaches to suicide as utopia. In fact, here lies our main contribution: to show how, based on an analogical hermeneutic, new paths can be built around pessimism, particularly with regard to the subject of suicide. The philosophers belonging to this current have spoken a lot about suicide, refuting or praising it; what we want is to understand it as part of a utopian process in which the individual involved finds, in it, a way of redemption and / or liberation from the sufferings of life. Keywords: Pessimism, suicide, utopia, utopian pessimism Resumo Pretendemos, neste estudo, mostrar algumas das principais ideias do pessimismo filosófico em torno do suicı́dio. Desse modo, em primeiro lugar, faremos um breve resumo de alguns dos pontos de vista que vários filósofos pessimistas têm tido a respeito do suicı́dio. Assim, Schopenhauer, Mainländer, Michelstaedter, Caraco e Cioran serão os principais interlocutores. Mas isso será apenas um pretexto para propor, com base no pessimismo utópico, algumas abordagens do suicı́dio como utopia. De fato, aqui está nossa principal contribuição: mostrar como, a partir de uma hermenêutica analógica,novos caminhospodem ser construı́dosem torno do pessimismo, particularmente no que se refere ao tema do suicı́dio. Os filósofos pertencentes a esta corrente têm falado muito sobre o suicı́dio, refutando-o ou elogiando-o; o que queremos é entendê-lo como parte de um processo utópico em que o indivı́duo envolvido encontre, nele, uma forma de redenção e / ou libertação dos sofrimentos da vida Palavras chave: Pessimismo, suicı́dio, utopia, pessimismo utópico DOI: 10.5281/zenodo.5204620 ∗ Contacto: sbn88@hotmail.com Licenciado en Filosofı́a por la Universidad La Salle y en Ciencias Polı́ticas y Administración Pública por la UNAM, maestro en Filosofı́a por el CIDHEM y doctor en Filosofı́a por el Colegio de Morelos. Ha realizado estancias de estudio e investigación en la Universidad AlexandruIoan Cuza de Iasi (Rumanı́a), en la Chungnam National University (Corea del Sur) y en la Universidad de Kioto (Japón). Sus investigaciones giran en torno a la filosofı́a pesimista de los siglos XIX y XX, a la filosofı́a budista –en especial a Nāgārjuna– y a la filosofı́a náhuatl. Del mismo modo, sus esfuerzos van encaminados a la creación y desarrollo de una nueva sistema, al que denomina “pesimismo utópico.” Cofundador, junto al Mtro. Diego Eduardo Merino Lazarı́n, del proyecto de los Filósofos Malditos. Entre sus obras se encuentran: El cantar de Quetzalcóatl: Ehécatl (Herem), Poemologı́a (Textosterona), Rimisurdos (Ediciones y Punto), Distófrasis (Ediciones y Punto), Fantası́a (Herem), Prolegómenos al pesimismo utópico (Herem), El mundo como vacuidad y Mythos (Herem), y diversas publicaciones, tanto en revistas nacionales como extranjeras, impresas y digitales, sobre temas diversos. Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofı́a (ISSN 0719-4773) CC-BY-NC-ND 4-0 2020 Corporación Filosofı́a y Sociedad www.revistamutatismutandis.com editorial@revistamutatismutandis.com 37 Slaymen Bonilla Núñez 1. EL SUICIDIO EN LA FILOSOF ÍA PESIMISTA Sin duda alguna, el surgimiento del pesimismo, en sentido estricto, en la figura de Arthur Schopenhauer, vino a abrir un abanico de temas que la filosofı́a oficial (la filosofı́a de universidad, como el propio Schopenhauer la llamó) habı́a dejado relegados. ¡Ojo!, no es que en la historia de la filosofı́a no estuviesen presentes, sino que eran pocos los que se atrevı́an o se interesaban en tocarlos. Temas como la homosexualidad, el no-ser, el deseo carnal o el suicidio eran tenidos como poco sesudos, inmorales o no interesantes. Y ese fue uno de los grandes atinos de Schopenhauer, volverlos a poner en el debate filosófico, volverles a dar un peso especı́fico. El suicidio, entonces, pasó a formar parte de la colección de temas y conceptos de los cuales el pesimismo habrı́a de abrevar para sus reflexiones. Uno de los aspectos positivos de la filosofı́a burguesa, a la cual, hay que decirlo, Schopenhauer pertenecı́a, era poder filosofar sin temor a represalias polı́ticas o económicas por parte del Estado o de la cada vez más débil Iglesia. El hecho de ser un heredero posibilitaba que no se tuviese que depender de algún puesto público, en el gobierno o en la universidad, desde donde se vigilasen los postulados para ver si estos coincidı́an con las polı́ticas estatales1 . Pero ¿cómo pensó el pesimismo al suicidio? Eso es lo que, en este primer apartado, se intentará responder. Para ello echaremos mano de algunos de los filósofos pesimistas de finales del siglo XIX y principios del XX. Esta revisión no pretende ser exhaustiva, sino sólo dar los elementos suficientes para entender al suicidio desde esta perspectiva filosófica y, después, poder construir sobre ella. i. Arthur Schopenhauer Como ya se dijo, fue el Buda de Frankfurt el que retomó el tema del suicidio como relevante en la discusión filosófica. Para él, el suicidio no tenı́a sentido, pues no libra de la dictadura de la Voluntad, una especie de fuerza supracósmica que está en todo y de cuyas garras no podemos escapar, ni siquiera en la muerte. Por eso, “aquel a quien le oprimen las cargas de la vida, el que la quiere y afirma pero aborrece sus tormentos y en especial no puede soportar más la dura suerte que le ha tocado precisamente a él, ese no ha de esperar de la muerte una liberación ni puede salvarse con el suicidio” (Schopenhauer 2004 337). Y es que el suicida sı́ quiere la vida, lo que no quiere son las condiciones con las que vive. Por eso mismo, la voluntad sigue presente y ella permanecerá a pesar de que se decida ponerle punto final a la existencia fenoménica. Sı́, puede que el fenómeno de nuestra voluntad (principiumin dividuationis) cese, mas la Voluntad como principio nouménico seguirá ahı́ y nosotros estaremos con ella. “Comienzo y fin afectan sólo al individuo a través del tiempo, que es la forma de ese fenómeno para la representación. Fuera del tiempo no está más que la voluntad, la cosa en sı́ kantiana [. . . ] De ahı́ que el suicidio no nos salve” (Schopenhauer 2004 427)2 . Es cierto, los sufrimientos y tormentos de la vida pueden crecer hasta el punto de ser intolerables y es ahı́ cuando el individuo decide abandonar voluntariamente la vida, sin embargo, como ya se dijo, esto no garantiza que el sufrimiento venido de la Voluntad cósmica vaya a concluir. De hecho, si el suicidio garantizara la liberación de las penas, entonces habrı́a que elegirlo sin condición, como algo deseable. “Pero en nosotros hay algo que nos dice que no es ası́, que con eso no terminan las cosas, que la muerte no es una negación absoluta” (383). En pocas palabras, para Schopenhauer el suicidio es una acción vana y necia (337), que en 1 Por supuesto, como en todo, la filosofı́a burguesa también tuvo y tiene su lado negativo. Otro caso es el de Marx, quien, si bien de igual modo va contra la base del Estado tradicional, lo hace desde el resguardo económico de Engels. Era, por ası́ decirlo, un heredero no filial. 2 Hay que recordar que Schopenhauer tiene una visión monista de la voluntad, lo cual implica que el suicidio no impacta más que a un fenómeno ilusorio, sin hacer mermar a esa voluntad nouménica. 38 Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofı́a El suicidio como utopı́a vez de ser una verdadera negación de la voluntad, sólo “supone una enérgica afirmación de la misma. Pues la esencia de la negación no consiste en aborrecer los sufrimientos sino los placeres de la vida” (461). El problema del suicida es que él sı́ quiere la vida, sólo que está insatisfecho con las condiciones que tiene; por eso, aunque elimine el fenómeno, jamás podrá hacer lo propio con la voluntad de vivir, que es, en última instancia, su anhelo. ii. Philipp Mainländer El triste Philipp Batz llevará su propia teorı́a del suicidio a sus últimas consecuencias en su vida. Para empezar, comienza por afirmar, desde un punto de vista metafı́sico-cosmológico, la idea de la muerte de Dios. “Dios ha muerto y su muerte fue la vida del universo” (Mainländer 2011 49). Dios, harto de su súper-ser, decide transitar a la nada absoluta (nihil negativum), mas su exterminio inmediato le fue imposible. Quepa aclarar que todo esto es utilizado por nuestro filósofo como una mera metáfora para averiguar por qué hay multiplicidad en lugar de unidad en el universo observable. Ası́, “De alguna manera, la unidad simple tuvo el poder de ser diferente a como fue, pero no tuvo el poder, súbitamente, de no ser en absoluto” (55). Luego, Dios se desintegra en la multiplicidad, en su obra, siendo esta la única manera de llegar a ser nada. A este acto se le puede denominar “el suicidio de Dios”3 . Esta justificación que se da de la muerte de Dios, que, como se dijo, es el origen de la multiplicidad, sirve para manifestar que el no ser es preferible al superser, pues, de lo contrario, “Dios no lo habrı́a elegido en su sabidurı́a suprema” (56). Literalmente Mainländer dice que “Dios quiso el no ser” (57). Aquı́ la clave está en la palabra “quiso.” Es evidente que toda esta imagen tiene como objetivo final justificar el suicidio, que es la voluntad de no ser o lo que el filósofo de Offenbach llamará, “voluntad de morir.” La voluntad de morir es producto de la más grande ley del universo, aquella que rige en él: la ley del debilitamiento de la fuerza. Todo está destinado a envejecer, todo está destinado a perecer, desde las más grandes estrellas, hasta el más ı́nfimo de los insectos. Todo. El ser humano es, pues, “en su fundamento más profundo, ‘voluntad de morir’ ” (63). Él quiere la muerte. Ella está, por ası́ decirlo, en su código genético, en el código genético del universo mismo. La voluntad de morir es la esencia del inconsciente individual. Queremos la vida, sı́, pero sólo como medio pata la muerte (66). Ahı́ es donde el espı́ritu consciente debe entrar, apoyando a su contraparte, dotándola de la fuerza necesaria para llevar a cabo su proyecto seminal. Queremos morir, esa fue desde el inicio la meta que Dios se impuso: desaparecer, no ser más, llegar a la nada. Mas, para hacer efectivo su plan, infundió en nosotros la máscara de la voluntad de vivir. Sin embargo, si queremos ser fieles a sus designios, que son los propios de la ley máxima del universo, debemos, entonces, acelerar el proceso, descubrir nuestra voluntad de morir y ponerla en acción, ya sea mediante la castidad, la santidad o el suicidio (97). Sandra Baquedano Jer, sostiene en el Estudio preliminar de la obra: El hombre actúa en consonancia con la naturaleza de su voluntad, su carácter es innato, pero pueden existir pequeños cambios. El mayor de ellos ocurre cuando se toma conciencia de la voluntad de morir como medio para alcanzar la liberación a través de la muerte. La redención puede comenzar en vida al reconocerse que lo esencial ya no es aquella voluntad que tiene como fin la vida, sino aquella que sirve como medio para la muerte. En ese espı́ritu recae la ley que articula la necesidad que atraviesa cada acción y que consiste en el suicidio de Dios (31). El suicido es, por tanto, deseable desde el momento en que fue el mismı́simo Dios quien lo 3 A diferencia de Schopenhauer, y como crı́tica a su monismo, Mainländer señala que no existe una voluntad universal, única, sino una pluralidad de ellas, por lo que el suicidio, es decir, la eliminación de cada una, contribuye a la ley del debilitamiento de las fuerzas y, por tanto, al plan de aquel Dios suicida. Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofı́a 39 Slaymen Bonilla Núñez eligió como camino de redención. “Ser o no ser,” para Mainländer la respuesta es evidente. Lo único que queda es tener el coraje suficiente para entender esta redención, para ponerla en práctica y cumplir ası́ con el destino, que es el destino del universo. iii. Carlo Michelstaedter Curioso el caso de Michelstaedter, quien, a diferencia de Mainländer, no concebı́a como deseable el suicidio. En este sentido, estaba más próximo a las ideas de Schopenhauer; a pesar de lo cual terminó por ejecutar dicho acto. Un “suicidio metafı́sico,” lo llamó Giovanni Papini. En el Diálogo de la salud (2010), Nino se queja amargamente de la vida y de sus sufrimientos: “Si la misma vida es el error del cual no somos responsables, aunque sobrellevemos su peso —¿para qué continuar si yo sé, si tú sabes, que jamás cambiará nada? ¿Para qué?” (128). De ahı́ lo que queda, muy al estilo de Camus, es la pregunta por el suicidio: “Aunque haya violencia —incluso la que ejerzo sobre mı́ mismo con el suicidio— ¿qué me importa si después seré destruido en la inconsciencia? [. . . ] ¿A quién debo rendir cuentas— con tal de no sufrir esta pena?” (128). Entonces, Rico le responde de manera categórica: ¡Pero tu propia invocación a la muerte es el miedo de la muerte! En esa invocación habla la misma debilidad que ruega por piedad un velo como pantalla contra el dolor, que le pide al pan, al vino, a los compañeros, al amor, al arte, a la gloria, a Dios, una prórroga de la muerte. Pides el sueño y el olvido, no la muerte. Si la vida es un peso, tiene coraje el que lleva la vida hasta que ésta lo aplaste, de modo que su muerte sea un acto vital; —mientras que quien la depone de alguna manera no tiene el coraje de la muerte, sino el miedo. La depone porque en el reposo busca consuelo —y del consuelo espera la continuación: y como todo reposo que, siguiendo la voz de su deficiencia, el hombre mendigue con tal continuar, ası́ es en realidad la muerte— la niebla de las cosas que son y no son; —ası́ en la lánguida y vana invocación a la muerte donde habla el mismo deseo de reposo, se encuentra en efecto, la voluntad de continuar, la piedad conmovida por uno mismo (128-129). He aquı́ el pensamiento racional que Michelstaedter tiene sobre el suicidio. Invocar la muerte por medio del suicidio es una debilidad. El suicida ruega por piedad. Muy al estilo de Schopenhauer, él quiere la vida, él quiere el pan, el vino, el amor, el arte, la gloria, a los amigos, lo que no quiere es el sufrimiento que implica la vida y el goce de esos placeres. Por eso pide el sueño y no la muerte; quiere consuelo, apapacho. El hombre persuadido debe tener el coraje —muy al estilo del héroe trágico de J. Bahnsen— de vivir a pesar de que a vida lo aplaste, para que ası́ su muerte sea un “acto vital,” algo que tenga alguna clase de sentido. Por su parte, el suicida es un cobarde, que en realidad no busca la muerte, sino que le tiene miedo a la vida y, por eso busca consuelo, esperando, por supuesto, que esa muerte acelerada se lo brinde. Mas el deseo del suicidio conlleva ya la “voluntad de continuar” y la lástima propia. Por eso, como dice Miguel Morey, en su ensayo Philosophiaedesconsolatio: “el suicidio no podı́a entrar dentro de los planes del joven pensador, dado que lo consideraba como el acto retórico por excelencia, en las antı́podas del mundo en el que habitaba el persuadido” (Michelstaedter, 2009, p. 17). iv. Albert Caraco Si bien Caraco no habla directamente del suicidio, su vida manifestó este afán. En 1971 decide ponerle fin a su vida. Con todo, su obra máxima, el Breviario del caos (2004) está repleta de reflexiones acerca de la muerte y la futilidad de la vida. Basta con empezar a leer el libro para encontrar lo siguiente: 40 Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofı́a El suicidio como utopı́a Tendemos a la muerte como la flecha al blanco, y no le fallamos jamás, la muerte es nuestra única certeza y siempre sabemos que vamos a morir, no importa cuando y no importa donde, no importa la manera. La vida eterna es un sinsentido, la eternidad no es la vida, la muerte es el reposo al que aspiramos (7). La verdad de la muerte es implacable, morimos por completo y morimos solos. La muerte es la verdad absoluta del universo, nadie puede escapar a ella. Esto, que es muy cercano de lo dicho por Mainländer, se erige como la certeza más cruda de nuestra vida. La vida sólo tiene sentido por la muerte. De hecho, Caraco retoma claramente la “voluntad de morir” mainländeriana cuando dice: “la voluntad de muerte preside al furor de vivir y no alcanzamos a distinguir cual nos inspira” (15). Se han construido ciudades enteras sobre la base de la muerte. En ellas nuestro Infierno interno se materializa. La muerte es dios, pues es la creadora del mundo y de la vida. Por eso, Caraco trata de elevarse como su profeta, elevando cantos de muerte (18). ¿Es esta una exhortación al suicidio? Su vida parece decir que sı́. “Por eso caminamos hacia la muerte, sin esperanza de refugio, alienados y poseı́dos, la Historia no haciéndonos favor y entregándonos a la fatalidad, siempre más fuerte debido a nuestras obras” (28). El erotismo negativo de Caraco culmina con su suicidio, con el que manifiesta de manera directa sus principales ideas filosóficas: sexualidad, religión, historia, polı́tica, sociedad, etc., están involucradas en el acto culmen que hace confluir su vida y obra. La muerte nos persigue, ella le da sentido a la vida, a las instituciones, al mismo amor. “La muerte es el sentido de toda cosa” (44). La muerte es, al final, es la redención, el descanso final. “Cuando los humanos sepan que no hay más remedio que en la muerte, bendecirán a aquellos que los matan, para no tener que destruirse ellos mismos” (46). Ası́ que si el asesinato está, en el mundo de Caraco, permitido bajo la premisa de que la muerte es el mayor de los bienes posibles, sin lugar a dudas podemos inferir lo mismo del suicidio. Hay una nostalgia en las palabras de Caraco. El hombre ha destruido la naturaleza y con ella ha dado paso a la fealdad. Nuestra impronta es la muerte y esta se representa en las sociedades, en lo que hemos hecho con el mundo. El mundo es feo, lo será cada vez más, los bosques caen bajo el hacha, las ciudades crecen engulléndolo todo, y por doquier los desiertos se extienden, los desiertos son también obra del hombre, la muerte del suelo es la sombra que las ciudades proyectan a la distancia, se une a eso en el presente la muerte del agua, después será la muerte del aire, pero el cuarto elemento, el fuego, subsistirá para que los otros sean vengados, es por el fuego que moriremos en nuestro turno (47). Hemos destruido el mundo, pero tarde o temprano caeremos con él, ese es el sino forjado; una especie de karma que acecha constantemente y que se lo ha de recibir con los brazos abiertos. Por eso, cuanto más gente muera mejor, pues ası́ no tendremos que exterminarlos. “La caridad no es más que un engaño [. . . ] la caridad no salva un mundo repleto de insectos que no saben más que devorarlo, manchándolo de su basura [. . . ] mientras más mueran, será mejor para nosotros, pues no tendremos necesidad de exterminarlos nosotros mismos” (51). Luego, el suicidio queda plenamente justificado bajo esta óptica. El suicidio es el acto por excelencia que hace al hombre responsable de sı́ mismo y del mundo. Y si bien Caraco pretende la muerte de la esperanza y la fe (83), él mismo funda su esperanza y su fe en la muerte, pues, como bien dijo Schopenhauer, esta no garantiza absolutamente nada. Pensemos un momento, por extravagante que parezca, que tras la muerte lo que hay es una especie de mundo lovecraftiano, en donde las entidades cósmicas más aberrantes y terribles están Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofı́a 41 Slaymen Bonilla Núñez esperando4 . Nada garantiza, pues, que ahı́ podamos “descansar en paz.” Ası́, cuando dice: “la vida que nos espera es tan absurda y tan horrible, que los mejores preferirán la muerte” (108) da por hecho que la muerte es preferible a la vida porque no contiene eso absurdo y horrible que esta última sı́ tiene. La simplicidad está en la muerte (121). Al final, la muerte triunfará y los muertos serán felices (126). v. Emil Cioran El filósofo rumano siempre fue perseguido por la idea del suicidio. En sus diarios recoge esta sensación a través de sus reflexiones. El 24 de febrero de 1958 escribe: Desde hace unos dı́as, vuelve a rondarme la idea del suicidio. Cierto es que pienso en él a menudo, pero una cosa es pensarlo y otra sufrir su dominio. Acceso terrible de obsesiones negras. Me va a ser imposible durar mucho tiempo ası́ por mis propios medios. He agotado mi capacidad para consolarme (Cioran, 2020). Desde aquı́ es claro que, para Cioran, la idea del suicidio puede dominarnos, carcomernos y eso es algo que, quizás, deberı́amos evitar, en tanto que el suicidio deberı́a ser una idea y no tanto un impulso. Sı́, tal vez detrás de esta concepción haya un poco de cobardı́a, como el propio Cioran reconoce (13 de abril de 1965), empero, también es una gran inspiración. El suicidio puede ser, ası́, un consuelo ante la desesperación pura (3 de enero de 1968). Aunque, “escribir sobre el suicidio es haberlo superado” (16 de junio de 1968). Como dirá en una entrevista, concedida el 28 de noviembre de 1987 a Josefina Casado del diario El Paı́s: “Cuando uno tiene la visión del suicidio, la conserva para siempre. Vivir con esa idea es una cosa muy interesante. Incluso dirı́a que estimulante.” Cioran cuenta, en esa misma entrevista, que años atrás convenció a un señor de no suicidarse, pues lo importante del suicidio es la idea, el goce de la posibilidad y no la acción en sı́. “Le dije que lo importante era haber concebido la idea, saberse libre. Yo creo que la idea del suicidio es lo único que hace soportable la vida, pero hay que saber explotarla, no apresurarse a sacar las consecuencias” (Casado 2010 9). Ergo, la idea suicidio nos hace, de alguna manera, libres, poniéndonos delante de la posibilidad de nuestra existencia, de sabernos vulnerables, de entendernos como nuestros propios creadores. En ese sentido es que vale más la idea del suicidio que el suicidio en acto. La primera genera consuelo, liberación, posibilidad, el segundo no genera nada (o no podemos estar seguros de que lo haga), en todo caso creemos que lo hará y eso es todo. 2. EL SUICIDIO EN EL PESIMISMO UT ÓPICO Hemos hecho un recorrido por algunos de los principales autores del pesimismo filosófico, tratando de extraer de ellos alguna idea base sobre el suicidio. En términos generales, podemos plantear que hay dos visiones con respecto a él. Un grupo (Schopenhauer, Michelstaedter y Cioran) sostiene que el suicidio per se no tiene mucha eficacia, pues no garantiza lo que promete y, al contrario, sólo nos manifiesta como seres volentes; el suicidio es una autocontradicción, una paradoja. El segundo grupo (Mainländer, Caraco y Cioran5 ) postula al suicidio como una alternativa, la única de hecho, ante el sufrimiento y los tormentos de la vida. Suicidarse es la culminación de la ley máxima del universo, de su destino, que es el nuestro. Dos visiones, dos caminos. 4 La idea popular católica del Infierno no le pide nada a este universo. puede ser entendido desde ambos grupos, pues, por un lado alaba la idea del suicidio, pero, por el otro, se aleja del acto suicida. Michelstaedter también es un caso especial; su filosofı́a reniega del suicidio, mas su vida lo restituye. 5 Cioran 42 Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofı́a El suicidio como utopı́a ¿Pero qué dice el pesimismo utópico al respecto?6 Hay que recordar que, aquı́, la utopı́a puede referirse tanto a un proyecto polı́tico-económico-social, como a un principio de esperanza o a uno de responsabilidad. De igual modo, existen utopı́as del pasado, del presente y del futuro (Bonilla, 2021, Apartado 3). Entonces, ¿el suicidio cómo puede ser interpretado desde esta perspectiva? Si atendemos a la visión del segundo grupo de pensadores pesimistas, el suicido es una redención, un alivio de nuestra condición sufriente. En este sentido, el suicidio es esperanzador, pues plantea una vı́a de liberación de los tormentos del mundo. En cuanto al primer grupo, quizá para algunos de ellos el suicidio sea una esperanza vana, pero quiénes somos nosotros para cuestionar las esperanzas de otros. En este sentido, no tenemos la autoridad para desechar utopı́as en pos de nuestras propias concepciones y/o valores. Las utopı́as sólo pueden ser señaladas por su capacidad de hacer mejor al sujeto creador. Y, mucho cuidado, que no estamos diciendo que hacerlo mejor sea hacerlo “bueno,” sino sólo que esa persona forje y explote su propio ethos, que sea capaz de maximizar su potencial, que pueda forjarse un “rostro y un corazón” (in ixtli in yollotl)7 . La voluntad de soñar es lo que está detrás de la creación de utopı́as. Todos tenemos esta voluntad y todos somos forjadores de utopı́as en mayor o menor medida. Pueden ser, como se dijo, utopı́as polı́ticas, pero también esperanzas o responsabilidades personales. Es parte de nuestra “naturaleza” humana. Algunos encuentran su utopı́a en movimientos sociales, otros en el arte o la vida espiritual (como Schopenhauer) y algunos más en el suicidio. Soñamos, por ası́ decirlo, que el suicidio será la liberación final, que sólo quedará la nada, el vacı́o y el descanso, pero, en realidad nunca podemos estar seguros por completo. Por ende, el suicidio se constituye como una utopı́a para el futuro, desde la que intentamos resignificar la angustia y el desconsuelo del pasado y/o del presente. Y esperamos que, tras él, podamos encontrar la paz y la tranquilidad que antes no tuvimos. No encontramos razones a priori para descartar el suicidio, aunque sı́ a posteriori. El sufrimiento de los seres amados, si es que los hay, es el principal argumento. Esto es, estamos afectando, lastimando y haciendo sufrir a otros con nuestra decisión. Un axioma ético dice que no debemos hacer a otros lo que no queremos para nosotros. El suicida está, de una u otra forma, renunciando a la existencia dado que considera que el no ser es preferible al ser debido al dolor o al sufrimiento que implica vivir. Luego, si él huye del sufrimiento ¿por qué ha de hacer sufrir a otros? Decisión un tanto paradójica que es producto del carácter (ethos) y de circunstancias con las cuales lo mejor serı́a intentar empatizar. La compasión aquı́ es un elemento clave. Fuera de ello, y a priori, el suicidio es perfectamente válido en tanto que parte de la voluntad de soñar del individuo (o, incluso, de un grupo) y se materializa en una utopı́a que, además, es factible de llevar a cabo y sólo depende de la misma voluntad. Si pensamos en un mundo (y, de hecho, ese mundo existe) en el que hay una persona sin familiares o amigos, entenderemos que su suicidio es sólo de ella y que, más allá de una charla motivacional o un intento de diálogo honesto (como el que el propio Cioran narra), no podemos impedı́rselo ni apuntar nuestro dedo flamı́gero sobre ella. Salvo que se crea en Dios, y que se crea en él de una manera muy especial, el suicidio (como la eutanasia y otras acciones similares) se da exclusivamente en el sueño del sujeto utópico. Toda idea está vacı́a (incluida la idea el concepto del suicidio) y es únicamente la acción encaminada a forjar nuestro rostro y nuestro corazón (uno propio y no el que otros quieren o esperan) la que puede liberarnos definitivamente del sufrimiento. Ahı́ donde sólo hay reposo y equilibrio (neltiliztli 8 ) y donde la verborrea mental (prapañca 9 ) se ha detenido. 6 Es importante mencionar que el pesimismo utópico es una reinterpretación del pesimismo clásico. Por lo mismo, se separa de otras aproximaciones en las cuales la utopı́a (como esperanza, por ejemplo) es deseñada o eliminada por completo. 7 En la filosofı́a nahua esta expresión (difrasismo) se refiere al ethos del individuo, a la autenticidad que puede alcanzar a través del (auto)conocimiento por medio de la metafı́sica, la epistemologı́a, la moral, la educación, la estética, etc. 8 “Bien arraigado,” “auténtico,” “verdadero.” Este era el fin práctico que la filosofı́a nahua proponı́a y buscaba para el ser humano. 9 “Proliferación conceptual o mental.” Para el budismo es una de las fuentes del sufrimiento, por lo que debe ser superada en aras de la liberación. Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofı́a 43 Slaymen Bonilla Núñez REFERENCIAS BIBLIOGR ÁFICAS • Caraco, Albert. Breviario del caos. México: Sexto Piso, 2004. • Casado, Josefina. “Emil Cioran: ‘Vivir con la idea del suicidio es estimulante’.” A Parte Rei, 67, (2010) 1-10. • Cioran, Emil. Cuadernos 1957-1972. España: Tusquets, 2020. • Mainländer, Philipp. Filosofı́a de la redención. Chile: FCE, 2011. • Michelstaedter, Carlo. El diálogo de la salud. España: Universidad de Murcia, 2009. • ---. La persuasión y la retórica. México: Sexto Piso, 2010. • Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad y representación. España: Trotta, 2004. 44 Mutatis Mutandis: Revista Internacional de Filosofı́a








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