Convirtiendo pensamientos en acciones... ¿Telequinesia?
Matt, está recostado en su silla, una silla adaptada para tetrapléjicos. Está en la habitación de un hospital. Una cama al fondo, una mesilla y varios monitores encendidos. Hasta aquí todo parece normal... Sin embargo, hay algo especial en esta escena, algo que puede cambiar el futuro de muchas personas en su situación. Matt está interaccionando con uno de los ordenadores, moviendo el cursor en el monitor, sin tocarlo físicamente, sólo a través de sus pensamientos. ¿Por fin una prueba científica de los poderes Psi?
En la revista Nature del 13 de Julio de este año 2006 se publican varios artículos y comentarios acerca de los extraordinarios avances que se han producido con las llamadas “neuroprótesis” (o interfaces cerebro-máquina). En este caso se trata de una “prótesis neuromotora implantable” (implantable neuromotor prosthetics). Un conjunto de microelectrodos colocados en la corteza motora (área de la corteza cerebral implicada en el control del movimiento), capaz de registrar la actividad eléctrica neuronal para posteriormente convertirla, con ayuda de un software y los algoritmos pertinentes, en el movimiento del cursor de un ordenador o, llegado el caso, de un brazo mecánico. Estas neuroprótesis, como explica Stephen H. Scott, utilizan los conocimientos obtenidos a lo largo de los últimos años acerca de las bases neuronales de la planificación y control del movimiento en el cerebro de monos.
Una de estas neuroprótesis ha sido implantada por primera vez en la corteza motora primaria de un tetrapléjico, Matt. Matt, puede modular la actividad de sus neuronas motoras a partir de instrucciones como “mueve tu brazo”. De esta manera, y sólo con la intención de mover su brazo, Matt puede mover el cursor de un ordenador. La clave del éxito está en comprender y descifrar qué cambios específicos en la actividad eléctrica neuronal corresponden con la intención (decisión) de realizar un movimiento determinado. Cada vez conocemos mejor cómo funciona nuestro cerebro, aunque a muchos les de miedo reconocerlo...
La neuroprótesis motora implantable ha mejorado los interfaces cerebro-máquina diseñados anteriormente que registraban las ondas cerebrales (EEG) a través de electrodos colocados en el cuero cabelludo. La metodología del EEG, aunque no era invasiva, no era tan avanzada. Hay que tener en cuenta que el EEG registra la actividad simultánea de grandes grupos de neuronas por lo que la señal obtenida tenía una capacidad espacial y temporal muy limitada. Las neuroprótesis, en cambio, registran la actividad de sólo unas pocas neuronas y por tanto las señales neuronales recogidas corresponden con mayor precisión con las intenciones motoras del sujeto. ¿Desventajas? Es una técnica invasiva, con los riesgos que supone una cirugía compleja en el cerebro. Pero la mayor incertidumbre es que aún no se sabe durante cuánto tiempo pueden estos microelectrodos implantados registrar la actividad neuronal. Es importante que duren muchos años, si pensamos en pacientes jóvenes que puedan quedar impedidos físicamente.
Nuestro cerebro interacciona de una manera muy eficiente con el entorno, pero sólo a través de los órganos de los sentidos y de su sistema motor. Y así fue “construido” durante cientos de miles de años de evolución biológica. No existe “señal” o “energía” alguna “proyectada” desde nuestro cerebro y capaz de influir físicamente con el exterior de manera natural... La telequinesia es pura fantasía (al igual que otros así llamados poderes de la mente). Y los interfaces cerebro-máquina son una prueba más de ello. Y las posibilidades futuras son enormes. Quizás con el avance de la tecnología en paralelo a la investigación neurobiológica se pueda “cerrar el círculo”, como comenta Alison abott en Nature. Esto es interfaces cerebro-máquina interactivos, capaces no sólo de ejecutar nuestras intenciones motoras sino también de informarnos acerca de nuestros movimientos y posición en el espacio (propiocepción), como si de miembros biológicos se tratara. Y avanzando un poco más en el tiempo..., ¿hasta dónde y con cuánta antelación podremos predecir las intenciones y decisiones que conforman nuestra conducta? El futuro está más cerca de lo que pensamos.
Tito