Internet es una herramienta fantástica para realizar investigaciones sin moverse de casa, teniendo siempre en cuenta que, para no pecar de poco riguroso, es necesario cotejar las fuentes y contrastar las informaciones. Por desgracia, no siempre se hace, lo que explica que, de vez en cuando, determinadas noticias sensacionalistas de muevan por la Red con tal virulencia que resulte casi imposible comprobar su origen y su posible veracidad. Este es el caso de la noticia que nos ocupa, una curiosa historia que no hace demasiado tiempo inundó muchas de las páginas webs dedicadas al fascinante mundo de los enigmas históricos y los misterios de las religiones y que se presentaba con titulares tan llamativos como: “Tiembla El Vaticano tras descubrimiento de Biblia de 1500 años que asegura Jesús no fue crucificado” o “Hallan un antiguo Evangelio que niega la crucifixión de Jesús y anuncia los profetas del islam”. El primero procede de una simple web de noticias del montón; el segundo, en cambio, encabezó la publicación que apareció en la página del Canal Historia de televisión.

Esta segunda fuente, a priori, debería asegurar un cierto nivel de rigor y seriedad, pero, la información que se difundió desde este medio no se diferencia demasiado de la noticia viral que compartieron cientos de medios de internet, que vendría a ser la siguiente: En el museo del Castillo de Ankara, en Turquía, se conserva una Biblia de más de 1.500 años que contiene uno de los misteriosos Evangelios Apócrifos que, según se afirma, fueron rechazados durante el famoso Concilio de Nicea. Se trataría de una obra conocida como el Evangelio de Bernabé en había sido un simple profeta–al contrario de lo que se afirma en los Evangelios canónicos, que lo consideran el hijo de Dios–, y que no había muerto en la cruz, sino que había sido sustituido, nada más y nada menos, que por . Ambas ideas chocarían de pleno, como es obvio, con las creencias cristianas, que tienen como eje central la fe en que Jesús fue ejecutado en la cruz como acto de entrega redentor, y en su resurrección como prueba del tremendo poder de Dios. Ya lo dijo   (Corintios 15, 17).