¿De dónde proviene tu interés por el feminismo?
Vengo de un ambiente bastante conservador, de escuela católica y familia tradicional. Fue justo en la escuela católica donde me empecé a dar cuenta de que ciertas cosas no iban conmigo. Me acuerdo que ahí empezó este sentimiento de rebeldía, pues había ciertas cosas que me generaban coraje y rechazo a un ambiente segregado por género.
En general, los ambientes segregados por género nos hacen daño en el sentido de que no convivimos en términos de iguales, de colegas, con los otros géneros. Eso va en detrimento de la convivencia y la diversidad. Luché para que me cambiaran de colegio, cada vez a colegios más rebeldes, liberales, libres. Tuve la fortuna de ir a una preparatoria más acorde a mis intereses, donde me empecé a vincular con los movimientos feminista y con los derechos de la comunidad lgbt. En esa época íbamos con todo en el tema del aborto seguro en la Ciudad de México y del matrimonio igualitario, que apenas empezaban a discutirse con seriedad.
Y después estudié la licenciatura en la Ibero, siempre como la loca; pero afortunadamente ya