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Los Poemas de Garcilaso de la Vegacambiaron el universo literario de la lengua castellana. Garcilaso de la Vega es uno de los máximos exponentes del Siglo de Oro y uno de los escritores más grandes de la historia.
Como poeta, además de contar con la admiración de sus contemporáneos, fue alabado por Miguel de Cervantes Saavedra y Lope de Vega, entre otros. Es para ellos el dios mayor del Parnaso español.
La poesía de Garcilaso de la Vega, tuvo tres etapas:

- la castellana, en que escribe sus poemas octosilábicos;
- la italiana o petrarquista, en que, influido por Francesco Petrarca, escribe sus sonetos y canciones en forma de cancionero petrarquista dedicado a la dama Isabel Freyre;
- y la etapa clasicista o napolitana, en que, influido por los poetas clásicos latinos y por sus nuevas amistades napolitanas, escribe elegías, epístolas, églogas y odas, algunas de ellas en latín.Los Poemas de Garcilaso de la Vega (1501-1536) aparecieron en una edición de su amigo Juan Boscán y publicada en 1543 por la viuda de este. No es muy extensa: tres églogas, cuarenta sonetos, cuatro canciones, una oda, una epístola y ocho composiciones de tipo tradicional de cancionero en versos octosílabos.
Garcilaso manifestó un gusto elevado en la selección de su vocabulario. Este se caracteriza por una elegante sobriedad en la expresión de sus sentimientos y en la descripción de la naturaleza. Se aleja de la artificiosidad de la lírica cortesana del siglo XV, y apuesta por un lenguaje llano y natural. Garcilaso es un extraordinario ejemplo de claridad expresiva.
Gran conocedor de los recursos técnicos de la poesía, cuida la musicalidad del verso que armoniza con la ternura de sus sentimientos. Estos son, básicamente amorosos. Se deleita, también, con la plácida belleza en la descripción de sus paisajes.
IdiomaEspañol
EditorialLinkgua
Fecha de lanzamiento31 ago 2010
ISBN9788498978001
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    Poemas - Garcilaso de la Vega

    Créditos

    Título original: Poemas.

    © 2024, Red ediciones S.L.

    e-mail: info@linkgua.com

    Diseño de cubierta: Michel Mallard.

    ISBN rústica ilustrada: 978-84-9816-244-8.

    ISBN tapa dura: 978-84-9953-634-7.

    ISBN ebook: 978-84-9897-800-1.

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

    Sumario

    Créditos 4

    Brevísima presentación 11

    La vida 11

    Sonetos 13

    Soneto I 15

    Soneto II 17

    Soneto III 19

    Soneto IV 21

    Soneto V 23

    Soneto VI 25

    Soneto VII 27

    Soneto VIII 29

    Soneto IX 31

    Soneto X 33

    Soneto XI 35

    Soneto XII 37

    Soneto XIII 39

    Soneto XIV 41

    Soneto XV 43

    Soneto XVI 45

    Soneto XVII 47

    Soneto XVIII 49

    Soneto XIX 51

    Soneto XX 53

    Soneto XXI 55

    Soneto XXII 57

    Soneto XXIII 59

    Soneto XXIV 61

    Soneto XXV 63

    Soneto XXVI 65

    Soneto XXVII 67

    Soneto XXVIII 69

    Soneto XXIX 71

    Soneto XXX 73

    Soneto XXXI 75

    Soneto XXXII 77

    Soneto XXXIII 79

    Soneto XXXIV 81

    Soneto XXXV 83

    Soneto XXXVI 85

    Soneto XXXVII 87

    Soneto XXXVIII 89

    Canciones 91

    Canción I 93

    Canción II 95

    Canción III 99

    Canción IV 103

    Canción V 109

    Coplas 115

    Copla I 117

    Copla II 119

    Copla III 121

    Copla IV 123

    Copla V 125

    Copla VI 127

    Copla VII 129

    Copla VIII 131

    Elegías 133

    Elegía I 135

    Elegía II 145

    Epístola a Boscán 151

    Églogas 155

    Égloga I 157

    Égloga II 171

    Égloga III 233

    Libros a la carta 247

    Brevísima presentación

    La vida

    Garcilaso de la Vega (Toledo, 1501-Niza, 1536). España.

    Miembro de la nobleza, intervino desde joven en la política de Castilla y en 1519 entró en el ejército de Carlos V. Combatió contra los comuneros en la batalla de Olías (1521) y participó, junto con su amigo Juan Boscán, en una fracasada expedición contra los turcos a Rodas (1522). Tras enfrentarse en Navarra a los franceses, fue nombrado caballero de Santiago y se casó con Elena de Zúñiga. Poco después conoció a Isabel Freyre (portuguesa), su gran amor imposible, quien inspiró la mayor parte de sus poemas, y cuyo matrimonio con otro hombre lo deprimió.

    Viajó a Italia por primera vez en 1529, recorrió varios países europeos y fue desterrado a una isla del Danubio por asistir a la boda secreta de su sobrino, no autorizada por el rey. Fue perdonado gracias al duque de Alba, entonces vivió en Nápoles y participó en la expedición imperial contra los turcos de Túnez.

    Sonetos

    Soneto I

    Cuando me paro a contemplar mi estado

    y a ver los pasos por dó me ha traído,

    hallo, según por do anduve perdido,

    que a mayor mal pudiera haber llegado;

    mas cuando del camino estoy olvidado,

    a tanto mal no sé por dó he venido:

    sé que me acabo, y mas he yo sentido

    ver acabar conmigo mi cuidado

    Yo acabaré, que me entregué sin arte

    a quien sabrá perderme y acabarme,

    si quisiere, y aun sabrá querello:

    que pues mi voluntad puede matarme,

    la suya, que no es tanto de mi parte,

    pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

    Soneto II

    En fin, a vuestras manos he venido,

    do sé que he de morir tan apretado,

    que aun aliviar con quejas mi cuidado,

    como remedio, me es ya defendido;

    mi vida no sé en qué se ha sostenido,

    si no es en haber sido yo guardado

    para que solo en mí fuese probado

    cuanto corta una espada en un rendido

    Mis lágrimas han sido derramadas

    donde la sequedad y la aspereza

    dieron mal fruto dellas y mi suerte:

    ¡basten las que por vos tengo lloradas;

    no os venguéis más de mí con mi flaqueza;

    allá os vengad, señora, con mi muerte!

    Soneto III

    La mar en medio y tierras he dejado

    de cuanto bien, cuitado, yo tenía;

    y yéndome alejando cada día,

    gentes, costumbres, lenguas he pasado

    Ya de volver estoy desconfiado;

    pienso remedios en mi fantasía;

    y el que más cierto espero es aquel día

    que acabará la vida y el cuidado

    De cualquier mal pudiera socorrerme

    con veros yo, señora, o esperallo,

    si esperallo pudiera sin perdello;

    mas no de veros ya para valerme,

    si no es morir, ningún remedio hallo,

    y si éste lo es, tampoco podré habello

    Soneto IV

    Un rato se levanta mi esperanza:

    mas, cansada de haberse levantado,

    torna a caer, que deja, mal mi grado,

    libre el lugar a la desconfianza

    ¿Quién sufrirá tan áspera mudanza

    del bien al mal? ¡Oh corazón cansado!

    Esfuerza en la miseria de tu estado;

    que tras fortuna suele haber bonanza

    Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos

    romper un monte, que otro no rompiera,

    de mil inconvenientes muy espeso

    Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,

    quitarme de ir a veros, como quiera,

    desnudo espirtu o hombre en carne y hueso

    Soneto V

    Escrito está en mi alma vuestro gesto,

    y cuanto yo escribir de vos deseo;

    vos sola lo escribisteis, yo lo leo

    tan solo, que aun de vos me guardo en esto

    En esto estoy y estaré siempre puesto;

    que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,

    de tanto bien lo que no entiendo creo,

    tomando ya la fe por presupuesto

    Yo no nací sino para quereros;

    mi alma os ha cortado a su medida;

    por hábito del alma mismo os quiero

    Cuando tengo confieso yo deberos;

    por vos nací, por vos tengo la vida,

    por vos he de morir, y por vos muero

    Soneto VI

    Por ásperos caminos he llegado

    a parte que de miedo no me muevo;

    y si a mudarme a dar un paso pruebo,

    y allí por los cabellos soy tornado

    Mas tal estoy, que con la muerte al lado

    busco de mi vivir consejo nuevo;

    y conozco el mejor y el peor apruebo,

    o por costumbre mala o por mi hado

    Por otra parte, el breve tiempo mío,

    y el errado proceso de mis años,

    en su primer principio y en su medio,

    mi inclinación, con quien ya no porfío,

    la cierta muerte, fin de tantos daños,

    me hacen descuidar de mi remedio

    Soneto VII

    No pierda más quien ha tanto perdido,

    bástate, amor, lo que ha por mí pasado;

    válgame agora jamás haber probado

    a defenderme de lo que has querido

    Tu templo y sus paredes he vestido

    de mis mojadas ropas y adornado,

    como acontece a quien ha ya escapado

    libre de la tormenta en que se vido

    Yo había jurado nunca más meterme,

    a poder mío y mi consentimiento,

    en otro tal peligro, como vano

    Mas del que viene no podré valerme;

    y en esto no voy contra el juramento;

    que ni es como los otros ni en mi mano

    Soneto VIII

    De aquella vista buena y excelente

    salen espirtus vivos y encendidos,

    y siendo por mis ojos recibidos,

    me pasan hasta donde el mal se siente

    Entránse en el camino fácilmente,

    con los míos, de tal calor movidos,

    salen fuera de mí como perdidos,

    llamados de aquel bien que está presente

    Ausente, en la memoria la imagino;

    mis espirtus, pensando que la vían,

    se mueven y se encienden sin medida;

    mas no hallando fácil el camino,

    que los suyos entrando derretían,

    revientan por salir do no hay salida

    Soneto IX

    Señora mía, si yo de vos ausente

    en esta vida turo y no me muero,

    paréceme que ofendo a lo que os quiero,

    y al bien de que gozaba en ser presente;

    tras éste luego siento otro accidente,

    que es ver que si de vida desespero,

    yo pierdo cuanto bien bien de vos espero;

    y ansí ando en lo que siento diferente

    En esta diferencia mis sentidos

    están, en vuestra ausencia y en porfía,

    no sé ya que hacerme en tal tamaño

    Nunca entre sí los veo sino reñidos;

    de tal arte pelean noche y día,

    que solo se conciertan en mi daño

    Soneto X

    ¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,

    dulces y alegres cuando Dios quería,

    Juntas estáis en la memoria mía,

    y con ella en mi muerte conjuradas!

    ¿Quién me dijera, cuando las pasadas

    horas que en tanto bien por vos me vía,

    que me habiáis de ser en algún día

    con tan grave dolor representadas?

    Pues en una hora junto me llevastes

    todo el bien que por términos me distes,

    lleváme junto el mal que me dejastes;

    si

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