Poemas
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Los Poemas de Luis de Góngora y Argote solo aparecieron en un libro el año en que murió. La edición la preparó Juan López de Vicuña con el título de Obras en verso del Homero español (1627). Después Gonzalo de Hoces hizo otra edición de Todas las obras de don Luis de Góngora en varios poemas (1633).
La obra poética Luis de Góngora se caracteriza por la presencia de un lenguaje poético brillante, culto y elitista denominado culterano. Su poesía no pretende representar la realidad, sino transformarla, mediante las metáforas, en un mundo nuevo de belleza. Su obra está dividida en
- poesía culta. Dentro de esta tendencia destacan los sonetos gongorinos caracterizados por su belleza y su perfección formal. La temática de sus sonetos es variada: amorosos, morales, mitológicos, etc.
- y lírica tradicional, a menudo de tono burlesco. En ella combina recursos propios de la lírica popular con artificios propios del Barroco. De esta forma, canciones, estribillos y rimas asonantes aparecen estilizados con antítesis, metáforas e hipérboles. Las letrillas oscilan entre lo sentimental y lo burlesco.
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Poemas - Luis de Góngora y Argote
Luis de Góngora y Argote
Poemas
Edición de Isabel
y Juan Millé y Giménez
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Créditos
Título original: Poemas.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: info@linkgua.com
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-9953-697-2.
ISBN ebook: 978-84-9897-980-0.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 13
La vida 13
La obra 13
Poemas 15
Ciego que apuntas y atinas 15
La más bella niña 17
Diez años vivió Belerma 19
En el caudaloso río 24
Erase una vieja 26
Hermana Marica 27
Ya no más, cegüezuelo hermano 30
Andeme yo caliente 31
Que pida a un galán Minguilla 33
Da bienes Fortuna 37
Vuela, pensamiento, y diles 38
Allá darás, rayo 40
A una casería, donde habitaba una dama a quien servía 42
Al llanto y suspiros de una dama 43
Al Sol, porque salió, estando con su dama, y le fue forzado dejarla 44
Al tramontar del Sol, la ninfa mía 45
A los celos 46
De pura honestidad templo sagrado 47
En la muerte de dos señoras mozas, hermanas, naturales de Córdoba 48
Mientras por competir con tu cabello 49
Oh claro honor del líquido elemento 50
Que se nos va la Pascua, mozas 51
Raya, dorado Sol, orna y colora 53
Rey de los otros, río caudaloso 54
Suspiros tristes, lágrimas cansadas 55
Tras la bermeja Aurora el Sol dorado 56
A Juan Rufo, jurado de Córdoba 57
A unos álamos blancos 58
Amarrado al duro banco 59
Aquí entre la verde juncia 61
Cuál del Ganges marfil, o cuál de Paro 64
La desgracia del forzado 65
En la muerte de una señora que murió moza en Córdoba 67
Ilustre y hermosísima María 68
Ni en este monte, este aire, ni este río 69
Ya que con más regalo el campo mira 70
Servía en Orán al Rey 71
Manda Amor en su fatiga 73
A Juan Rufo, de su Austríada 75
A un caballero poeta, que en un soneto que hizo se fingió temeroso de tener en su amor atrevido el suceso de Ícaro 76
A un sueño 77
A una dama vestida de Leonado 78
A unos Álamos blancos 79
Con diferencia tal, con gracia tanta 80
No destrozada nave en roca dura 81
Noble desengaño 82
La dulce boca que a gustar convida 86
Aquel rayo de la guerra 87
A doña Catalina de la Cerda, dama de la reina 91
A una enfermedad de doña Catalina de la Cerda 92
Aunque a rocas de fe ligada vea 93
En dos lucientes estrellas 94
Entre los sueltos caballos 95
Sobre unas altas rocas 99
A Córdoba 101
Ensíllenme el asno rucio 102
En una enfermedad de don Antonio de Pazos, obispo de Córdoba 105
Criábase el albanés 106
A don Luis de Vargas 108
A la Tela de Justar de Madrid 109
Del marqués de Santa Cruz 110
Duélete de esa puente, Manzanares 111
Grandes, más que elefantes y que abadas 112
Por niñear, un picarillo tierno 113
Pensó rendir la mozuela 114
De la armada que fue a Inglaterra 118
En una aldea de corte 121
La villana de las borlas 124
De San Lorenzo el real del Escorial 127
Famosos son en las armas 128
Ah, mis señores poetas 131
A don Cristóbal de Mora 135
Muerto me lloró el Tormes en su orilla 136
Un buhonero ha empleado 137
A una casa de campo donde estaba una dama a quien celebraba 140
De un caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado 141
A una sangría de un pie 142
Ya de mi dulce instrumento 143
Cosas, Celalba mía, he visto extrañas 147
Cuantas al Duero le he negado ausente 148
A don Pedro Venegas, a cuya casa iaba a jugar algunos días 149
A la Arcadia, de Lope de Vega Carpio 151
Al montesanto de Granada 152
Burlándose de un caballero prevenido para unas fiestas 153
Al nacimiento de Cristo, Nuestro Señor 154
De unos papeles que una dama le había escrito, restituyéndoselos 155
Las tablas del bajel despedazadas 156
Los dineros del Sacristán 157
Dineros son calidad 159
¿Qué lleva el señor Esgueva? 161
Cura que en la vecindad 163
A las damas de la corte pidiéndoles favor para los galanes andaluces 165
A una dama que conoció niña y después vio mujer muy hermosa 166
En el sepulcro de la duquesa de Lerma 167
De los señores reyes don Felipe III y doña Margarita, en una montería 168
De una quinta del conde de Salinas, Ribera de Duero 169
De unas fiestas en Valladolid 170
Para lo mismo 171
En los pinares de Júcar 172
Jura Pisuerga a fe de caballero 175
Llegué a Valladolid; registré luego 176
Oh qué malquisto con Esgueva quedo 177
¿Vos sois Valladolid? 178
Una moza de Alcobendas 179
Al puerto de Guadarrama, pasando por él los condes de Lemus 180
De don Rodrigo Sarmiento, conde de Salinas 181
De puños de hierro ayer 182
A las fiestas del nacimiento del príncipe don Felipe Domínico VÍctor, y a los obsequios hechos al embajador de Inglaterra (se le atribuye) 183
A la embarcación en que se entendió pasaran a nueva España los marqueses de Ayamonte 184
Al marqués de Ayamonte, partiendo de su casa para Madrid 185
Al marqués de Ayamonte que, pasando por Córdoba, le mostró un retrato de la marquesa 186
A doña Brianda de la Cerda 187
De la marquesa de Ayamonte y su hijas, en Lepe 188
A su hijo del marqués de Ayamonte, que excuse la montería 189
Al marqués de Ayamonte 190
Al marqués de Ayamonte, determinado a no ir a México 191
Convoca los poetas de Andalucía a que celebren al marqués de Ayamonte 192
De las pinturas y relicarios de una galería del cardenal don Fernando Niño de Guevara 193
A la marquesa de Ayamonte, dándole unas piedras bezares que a él le había dado un enfermo 194
A cierta dama que se dejaba vencer del interés antes que del gusto 195
A don Sancho Dávila, obispo de Jaén 196
A un fraile Franciscano, en agradecimiento de una caja de jalea 197
A un tiempo dejaba el Sol 198
Cuatro o seis desnudos hombros 202
Las flores del romero 204
Los montes que el pie se lavan 206
A Francisco de Quevedo 208
Al conde de Lemus, yéndole a visitar a Monforte 209
Al duque de Feria, de la señora doña Catalina de Acuña 210
De chinches y de mulas voy comido 211
De la jornada de Larache 212
De un caballero que llamó soneto a un romance 213
De una quinta que hizo el obispo don Antonio Venegas en burlada, lugar de su dignidad 214
En el cristal de tu divina mano 215
Los blancos lilios que de ciento en ciento 216
Señora doña puente segoviana 217
Son de Tolú, o son de Puertorrico 218
A la rigurosa acción con que san Ignacio redujo un pecador 219
Al padre Juan de Pineda, de la Compañía de Jesús, por haber antepuesto un soneto al que el poeta hizo en la beatificación de san Ignacio 220
De Madrid 221
En la muerte de Enrique IV, rey de Francia 222
A lo poco que hay que fiar de los favores de los cortesanos 223
En la partida del conde de Lemus y del duque de Feria a Nápoles y a Francia 224
En la muerte de doña Guiomar de Sa, mujer de Juan Fernández de Espinosa 225
Del túmulo que hizo Córdoba en las honras de la señora reina doña Margarita 226
En la misma ocasión 227
Al padre Francisco de Castro, de su Libro retórica 228
Al túmulo de Écija, en las honras de la señora reina doña Margarita 229
De la toma de Larache 230
Del túmulo que hizo Córdoba en las honras de la señora reina doña Margarita 231
Para la cuarta parte de la pontificial del doctor Babia 232
A don fray Pedro González de Mendoza y Silva, electo arzobispo de Granada muy mozo 233
De la toma de Larache 234
A don Antonio Venegas, obispo de Pamplona 235
Al poeta Pedro Soto de Rojas 236
Volviéndose a Francia el duque de Humena 237
Para un retrato de don Juan de Acuña, presidente de Castilla, hijo del conde de Buendía 238
Oh, bien haya Jaén, que en lienzo prieto 239
A la memoria de la muerte y del infierno 240
De la toma de Larache 241
A don Antonio de las Infantas, en la muerte de una señora con quien estaba concertado de casar en Segura de la Sierra 244
Fábula de Polifemo y Galatea 245
Dedicatoria al duque de Béjar 261
Soledades. Soledad primera 263
Soledades. Soledad segunda 297
A don Pedro de Cárdenas, en un encierro de toros 327
A la bajada de muchos caballeros de Madrid a socorrer la fuerza de la Mamora, cercada de moros 328
A la purísima concepción de nuestra señora 329
Inscripción para el sepulcro de Domínico Greco 330
Llegué, señora tía, a la Mamora 331
Para el principio de la historia del señor rey don Felipe II, de Luis de Cabrera 332
Para lo mismo 333
A don Diego Páez de Castillejo y Valenzuela, veinticuatro de Córdoba 334
A don fray Diego de Mardones, obispo de Córdoba, dedicándole el maestro Risco un libro de música 335
A Juan de Villegas, alcalde mayor de Luque, por don Egas Venegas, señor de aquella villa 336
Alegoría de la primera de sus Soledades 337
A un caballero de Córdoba que estaba en Granada 338
De los que censuraron su Polifemo 339
En la muerte de tres hijas del duque de Feria 340
A don Luis de Ulloa, que enamorado se ausentó de toro 341
De la capilla de Nuestra Señora del Sagrario, de la santa iglesia de Toledo, entierro del cardenal Sandoval 342
Al conde de Lemus, viniendo de ser virrey de Nápoles 343
Al conde de Villamediana, de su Faetón 344
A fray Esteban Izquierdo, fraile Francisco, en agradecimiento de una bota de agua de azahar y unas pasas 345
A Júpiter 346
A Nuestra Señora de Atocha, por la salud del rey don Felipe III 347
En la jornada de Portugal 348
En la misma ocasión 349
De don Francisco de Padilla, castellano de Milán 350
A un pintor flamenco, haciendo el retrato de donde se copió el que va al principio de este libro 351
Al doctor Narbona, pidéndole unos Albarcoques que había ofrecido enviarle desde Toledo 352
Al padre maestro Hortensio, de una audiencia del padre maestro fray Luis de AlIaga, confesor del rey don Felipe III 353
De los mismos 354
En la muerte de un caballero mozo 355
De una dama que, quitándose una sortija, se picó con un alfiler 356
Del rey y reina nuestros señores en el Pardo, antes de reinar 357
En la fuerza de Almería 358
Al condede Villamediana, celebrando el gusto que tuvo en diamantes, pinturas y caballos 361
Al mismo 362
Al nacimiento de Cristo Nuestro Señor 363
Al tronco Filis de un laurel sagrado 365
En la muerte de una dama portuguesa en Santarén 366
De un jabalí que mató en el Pardo el rey Nuestro Señor 367
Tardándose el conde de Villaflor en volver a don Luis unos dineros que le había prestado en el juego 368
En el túmulo de las honras del señor rey don Felipe III 369
En la enfermedad de que murió el señor rey don Felipe III 370
En la muerte de don Rodrigo Calderón 371
De las muertes de don Rodrigo Calderón, del conde de Villamediana y conde de Lemus 372
Del conde de Villamediana, prevenido para ir a Nápoles con el duque de Alba 373
Acredita la esperanza con historias sagradas 374
Al excelentísimo señor el conde duque 375
Al marqués de Velada, herido de un toro que mató luego a cuchilladas 376
Dilatándose una pensión que pretendía 377
De la ambición humana 378
De la brevedad engañosa de La vida 379
De la esperanza 380
Determinado a dejar sus pretensiones y volverse a Córdoba 381
Infiere, de los achaques de la vejez, cercano el fin a que, católico, se alienta 382
Oro no rayó así flamante grana 383
De la jornada que su majestad hizo a Andalucía 384
Del casamiento que pretendió el príncipe de Gales con la serenísima infanta María, y de su venida 385
Casado el otro se halla 386
Coda 387
Ansares de Menga 389
El sastre 391
Mamóla 392
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Oh qué bien que baila Gil 399
Lloraba la niña 400
Luto poético 402
No vayas, Gil, al Sotillo 403
Libros a la carta 405
Brevísima presentación
La vida
Góngora y Argote, Luis de (Córdoba, 1561-1627). España.
Hijo de Francisco de Argote, quien fue juez en Madrid y más tarde fue castigado por la Inquisición, adoptó el apellido de su madre.
Perteneció a una familia ilustre de origen judío y se dice que estudió con los jesuitas, aunque fue en la biblioteca paterna donde conoció a los autores clásicos y renacentistas.
Entre 1576 y 1580 frecuentó las aulas en Salamanca. Parece que su pasión por el juego y las mujeres le impidió terminar sus estudios. Recibió las órdenes mayores cuando su tío Francisco le cedió su cargo, pero no le atrajo la vida religiosa. Prefirió relacionarse con cómicos y toreros y disfrutar de la vida.
Tras visitar varias ciudades españolas vivió en Madrid (1617) y fue nombrado capellán de Felipe III gracias a la intercesión del duque de Lerma. A la muerte de éste buscó sin éxito el apoyo del conde-duque de Olivares. Su situación económica era muy precaria debido a su adicción al juego; en 1625 tuvo que desalojar su casa, que pasó a manos de Quevedo. Murió en Córdoba acosado por sus acreedores.
La obra
Góngora no publicó su obra en vida, aunque lo intentó en 1623. Sus versos se conocieron dispersos en manuscritos o impresos en hojas sueltas. Solo aparecieron en un libro el año en que murió, en una edición que preparó Juan López de Vicuña con el título de Obras en verso del Homero español (1627). Después Gonzalo de Hoces hizo otra edición de Todas las obras de don Luis de Góngora en varios poemas (1633).
La enemistad personal entre Góngora y Quevedo ha extendido la idea de que el conceptismo y el culteranismo eran dos tendencias opuestas. Góngora es la figura más conocida del culteranismo. En sus orígenes se trataba de un término peyorativo que aludía a obras de estilo artificioso y llenas de alusiones a la tradición clásica.
El Libro de erudición poética (1611), de Luis Carrillo y Sotomayor es el texto que mejor describe los principios del culteranismo. Según Carrillo, los lectores cultos y minuciosos deberían interpretar, con extrema paciencia, las referencias y metáforas del texto en una y otra lectura. Cabe añadir que no se trataba de «oscurecer» la literatura, sino que se suponía que ésta era «oscura» debido a su profundidad.
Poemas
Ciego que apuntas y atinas
Ciego que apuntas y atinas,
Caduco dios, y rapaz,
Vendado que me has vendido,
Y niño mayor de edad,
Por el alma de