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Poemas
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Libro electrónico442 páginas4 horas

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Luis de Góngora y Argote no publicó su obra en vida, aunque lo intentó en 1623. Sus versos se conocieron dispersos en manuscritos o impresos en hojas sueltas.
Los Poemas de Luis de Góngora y Argote solo aparecieron en un libro el año en que murió. La edición la preparó Juan López de Vicuña con el título de Obras en verso del Homero español (1627). Después Gonzalo de Hoces hizo otra edición de Todas las obras de don Luis de Góngora en varios poemas (1633).
La obra poética Luis de Góngora se caracteriza por la presencia de un lenguaje poético brillante, culto y elitista denominado culterano. Su poesía no pretende representar la realidad, sino transformarla, mediante las metáforas, en un mundo nuevo de belleza. Su obra está dividida en

- poesía culta. Dentro de esta tendencia destacan los sonetos gongorinos caracterizados por su belleza y su perfección formal. La temática de sus sonetos es variada: amorosos, morales, mitológicos, etc.
- y lírica tradicional, a menudo de tono burlesco. En ella combina recursos propios de la lírica popular con artificios propios del Barroco. De esta forma, canciones, estribillos y rimas asonantes aparecen estilizados con antítesis, metáforas e hipérboles. Las letrillas oscilan entre lo sentimental y lo burlesco.
IdiomaEspañol
EditorialLinkgua
Fecha de lanzamiento31 ago 2010
ISBN9788498979800
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    Poemas - Luis de Góngora y Argote

    9788498979800.jpg

    Luis de Góngora y Argote

    Poemas

    Edición de Isabel

    y Juan Millé y Giménez

    Barcelona 2024

    Linkgua-ediciones.com

    Créditos

    Título original: Poemas.

    © 2024, Red ediciones S.L.

    e-mail: info@linkgua.com

    Diseño de cubierta: Michel Mallard.

    ISBN tapa dura: 978-84-9953-697-2.

    ISBN ebook: 978-84-9897-980-0.

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

    Sumario

    Créditos 4

    Brevísima presentación 13

    La vida 13

    La obra 13

    Poemas 15

    Ciego que apuntas y atinas 15

    La más bella niña 17

    Diez años vivió Belerma 19

    En el caudaloso río 24

    Erase una vieja 26

    Hermana Marica 27

    Ya no más, cegüezuelo hermano 30

    Andeme yo caliente 31

    Que pida a un galán Minguilla 33

    Da bienes Fortuna 37

    Vuela, pensamiento, y diles 38

    Allá darás, rayo 40

    A una casería, donde habitaba una dama a quien servía 42

    Al llanto y suspiros de una dama 43

    Al Sol, porque salió, estando con su dama, y le fue forzado dejarla 44

    Al tramontar del Sol, la ninfa mía 45

    A los celos 46

    De pura honestidad templo sagrado 47

    En la muerte de dos señoras mozas, hermanas, naturales de Córdoba 48

    Mientras por competir con tu cabello 49

    Oh claro honor del líquido elemento 50

    Que se nos va la Pascua, mozas 51

    Raya, dorado Sol, orna y colora 53

    Rey de los otros, río caudaloso 54

    Suspiros tristes, lágrimas cansadas 55

    Tras la bermeja Aurora el Sol dorado 56

    A Juan Rufo, jurado de Córdoba 57

    A unos álamos blancos 58

    Amarrado al duro banco 59

    Aquí entre la verde juncia 61

    Cuál del Ganges marfil, o cuál de Paro 64

    La desgracia del forzado 65

    En la muerte de una señora que murió moza en Córdoba 67

    Ilustre y hermosísima María 68

    Ni en este monte, este aire, ni este río 69

    Ya que con más regalo el campo mira 70

    Servía en Orán al Rey 71

    Manda Amor en su fatiga 73

    A Juan Rufo, de su Austríada 75

    A un caballero poeta, que en un soneto que hizo se fingió temeroso de tener en su amor atrevido el suceso de Ícaro 76

    A un sueño 77

    A una dama vestida de Leonado 78

    A unos Álamos blancos 79

    Con diferencia tal, con gracia tanta 80

    No destrozada nave en roca dura 81

    Noble desengaño 82

    La dulce boca que a gustar convida 86

    Aquel rayo de la guerra 87

    A doña Catalina de la Cerda, dama de la reina 91

    A una enfermedad de doña Catalina de la Cerda 92

    Aunque a rocas de fe ligada vea 93

    En dos lucientes estrellas 94

    Entre los sueltos caballos 95

    Sobre unas altas rocas 99

    A Córdoba 101

    Ensíllenme el asno rucio 102

    En una enfermedad de don Antonio de Pazos, obispo de Córdoba 105

    Criábase el albanés 106

    A don Luis de Vargas 108

    A la Tela de Justar de Madrid 109

    Del marqués de Santa Cruz 110

    Duélete de esa puente, Manzanares 111

    Grandes, más que elefantes y que abadas 112

    Por niñear, un picarillo tierno 113

    Pensó rendir la mozuela 114

    De la armada que fue a Inglaterra 118

    En una aldea de corte 121

    La villana de las borlas 124

    De San Lorenzo el real del Escorial 127

    Famosos son en las armas 128

    Ah, mis señores poetas 131

    A don Cristóbal de Mora 135

    Muerto me lloró el Tormes en su orilla 136

    Un buhonero ha empleado 137

    A una casa de campo donde estaba una dama a quien celebraba 140

    De un caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado 141

    A una sangría de un pie 142

    Ya de mi dulce instrumento 143

    Cosas, Celalba mía, he visto extrañas 147

    Cuantas al Duero le he negado ausente 148

    A don Pedro Venegas, a cuya casa iaba a jugar algunos días 149

    A la Arcadia, de Lope de Vega Carpio 151

    Al montesanto de Granada 152

    Burlándose de un caballero prevenido para unas fiestas 153

    Al nacimiento de Cristo, Nuestro Señor 154

    De unos papeles que una dama le había escrito, restituyéndoselos 155

    Las tablas del bajel despedazadas 156

    Los dineros del Sacristán 157

    Dineros son calidad 159

    ¿Qué lleva el señor Esgueva? 161

    Cura que en la vecindad 163

    A las damas de la corte pidiéndoles favor para los galanes andaluces 165

    A una dama que conoció niña y después vio mujer muy hermosa 166

    En el sepulcro de la duquesa de Lerma 167

    De los señores reyes don Felipe III y doña Margarita, en una montería 168

    De una quinta del conde de Salinas, Ribera de Duero 169

    De unas fiestas en Valladolid 170

    Para lo mismo 171

    En los pinares de Júcar 172

    Jura Pisuerga a fe de caballero 175

    Llegué a Valladolid; registré luego 176

    Oh qué malquisto con Esgueva quedo 177

    ¿Vos sois Valladolid? 178

    Una moza de Alcobendas 179

    Al puerto de Guadarrama, pasando por él los condes de Lemus 180

    De don Rodrigo Sarmiento, conde de Salinas 181

    De puños de hierro ayer 182

    A las fiestas del nacimiento del príncipe don Felipe Domínico VÍctor, y a los obsequios hechos al embajador de Inglaterra (se le atribuye) 183

    A la embarcación en que se entendió pasaran a nueva España los marqueses de Ayamonte 184

    Al marqués de Ayamonte, partiendo de su casa para Madrid 185

    Al marqués de Ayamonte que, pasando por Córdoba, le mostró un retrato de la marquesa 186

    A doña Brianda de la Cerda 187

    De la marquesa de Ayamonte y su hijas, en Lepe 188

    A su hijo del marqués de Ayamonte, que excuse la montería 189

    Al marqués de Ayamonte 190

    Al marqués de Ayamonte, determinado a no ir a México 191

    Convoca los poetas de Andalucía a que celebren al marqués de Ayamonte 192

    De las pinturas y relicarios de una galería del cardenal don Fernando Niño de Guevara 193

    A la marquesa de Ayamonte, dándole unas piedras bezares que a él le había dado un enfermo 194

    A cierta dama que se dejaba vencer del interés antes que del gusto 195

    A don Sancho Dávila, obispo de Jaén 196

    A un fraile Franciscano, en agradecimiento de una caja de jalea 197

    A un tiempo dejaba el Sol 198

    Cuatro o seis desnudos hombros 202

    Las flores del romero 204

    Los montes que el pie se lavan 206

    A Francisco de Quevedo 208

    Al conde de Lemus, yéndole a visitar a Monforte 209

    Al duque de Feria, de la señora doña Catalina de Acuña 210

    De chinches y de mulas voy comido 211

    De la jornada de Larache 212

    De un caballero que llamó soneto a un romance 213

    De una quinta que hizo el obispo don Antonio Venegas en burlada, lugar de su dignidad 214

    En el cristal de tu divina mano 215

    Los blancos lilios que de ciento en ciento 216

    Señora doña puente segoviana 217

    Son de Tolú, o son de Puertorrico 218

    A la rigurosa acción con que san Ignacio redujo un pecador 219

    Al padre Juan de Pineda, de la Compañía de Jesús, por haber antepuesto un soneto al que el poeta hizo en la beatificación de san Ignacio 220

    De Madrid 221

    En la muerte de Enrique IV, rey de Francia 222

    A lo poco que hay que fiar de los favores de los cortesanos 223

    En la partida del conde de Lemus y del duque de Feria a Nápoles y a Francia 224

    En la muerte de doña Guiomar de Sa, mujer de Juan Fernández de Espinosa 225

    Del túmulo que hizo Córdoba en las honras de la señora reina doña Margarita 226

    En la misma ocasión 227

    Al padre Francisco de Castro, de su Libro retórica 228

    Al túmulo de Écija, en las honras de la señora reina doña Margarita 229

    De la toma de Larache 230

    Del túmulo que hizo Córdoba en las honras de la señora reina doña Margarita 231

    Para la cuarta parte de la pontificial del doctor Babia 232

    A don fray Pedro González de Mendoza y Silva, electo arzobispo de Granada muy mozo 233

    De la toma de Larache 234

    A don Antonio Venegas, obispo de Pamplona 235

    Al poeta Pedro Soto de Rojas 236

    Volviéndose a Francia el duque de Humena 237

    Para un retrato de don Juan de Acuña, presidente de Castilla, hijo del conde de Buendía 238

    Oh, bien haya Jaén, que en lienzo prieto 239

    A la memoria de la muerte y del infierno 240

    De la toma de Larache 241

    A don Antonio de las Infantas, en la muerte de una señora con quien estaba concertado de casar en Segura de la Sierra 244

    Fábula de Polifemo y Galatea 245

    Dedicatoria al duque de Béjar 261

    Soledades. Soledad primera 263

    Soledades. Soledad segunda 297

    A don Pedro de Cárdenas, en un encierro de toros 327

    A la bajada de muchos caballeros de Madrid a socorrer la fuerza de la Mamora, cercada de moros 328

    A la purísima concepción de nuestra señora 329

    Inscripción para el sepulcro de Domínico Greco 330

    Llegué, señora tía, a la Mamora 331

    Para el principio de la historia del señor rey don Felipe II, de Luis de Cabrera 332

    Para lo mismo 333

    A don Diego Páez de Castillejo y Valenzuela, veinticuatro de Córdoba 334

    A don fray Diego de Mardones, obispo de Córdoba, dedicándole el maestro Risco un libro de música 335

    A Juan de Villegas, alcalde mayor de Luque, por don Egas Venegas, señor de aquella villa 336

    Alegoría de la primera de sus Soledades 337

    A un caballero de Córdoba que estaba en Granada 338

    De los que censuraron su Polifemo 339

    En la muerte de tres hijas del duque de Feria 340

    A don Luis de Ulloa, que enamorado se ausentó de toro 341

    De la capilla de Nuestra Señora del Sagrario, de la santa iglesia de Toledo, entierro del cardenal Sandoval 342

    Al conde de Lemus, viniendo de ser virrey de Nápoles 343

    Al conde de Villamediana, de su Faetón 344

    A fray Esteban Izquierdo, fraile Francisco, en agradecimiento de una bota de agua de azahar y unas pasas 345

    A Júpiter 346

    A Nuestra Señora de Atocha, por la salud del rey don Felipe III 347

    En la jornada de Portugal 348

    En la misma ocasión 349

    De don Francisco de Padilla, castellano de Milán 350

    A un pintor flamenco, haciendo el retrato de donde se copió el que va al principio de este libro 351

    Al doctor Narbona, pidéndole unos Albarcoques que había ofrecido enviarle desde Toledo 352

    Al padre maestro Hortensio, de una audiencia del padre maestro fray Luis de AlIaga, confesor del rey don Felipe III 353

    De los mismos 354

    En la muerte de un caballero mozo 355

    De una dama que, quitándose una sortija, se picó con un alfiler 356

    Del rey y reina nuestros señores en el Pardo, antes de reinar 357

    En la fuerza de Almería 358

    Al condede Villamediana, celebrando el gusto que tuvo en diamantes, pinturas y caballos 361

    Al mismo 362

    Al nacimiento de Cristo Nuestro Señor 363

    Al tronco Filis de un laurel sagrado 365

    En la muerte de una dama portuguesa en Santarén 366

    De un jabalí que mató en el Pardo el rey Nuestro Señor 367

    Tardándose el conde de Villaflor en volver a don Luis unos dineros que le había prestado en el juego 368

    En el túmulo de las honras del señor rey don Felipe III 369

    En la enfermedad de que murió el señor rey don Felipe III 370

    En la muerte de don Rodrigo Calderón 371

    De las muertes de don Rodrigo Calderón, del conde de Villamediana y conde de Lemus 372

    Del conde de Villamediana, prevenido para ir a Nápoles con el duque de Alba 373

    Acredita la esperanza con historias sagradas 374

    Al excelentísimo señor el conde duque 375

    Al marqués de Velada, herido de un toro que mató luego a cuchilladas 376

    Dilatándose una pensión que pretendía 377

    De la ambición humana 378

    De la brevedad engañosa de La vida 379

    De la esperanza 380

    Determinado a dejar sus pretensiones y volverse a Córdoba 381

    Infiere, de los achaques de la vejez, cercano el fin a que, católico, se alienta 382

    Oro no rayó así flamante grana 383

    De la jornada que su majestad hizo a Andalucía 384

    Del casamiento que pretendió el príncipe de Gales con la serenísima infanta María, y de su venida 385

    Casado el otro se halla 386

    Coda 387

    Ansares de Menga 389

    El sastre 391

    Mamóla 392

    Frescos airecillos 395

    Oh qué bien que baila Gil 399

    Lloraba la niña 400

    Luto poético 402

    No vayas, Gil, al Sotillo 403

    Libros a la carta 405

    Brevísima presentación

    La vida

    Góngora y Argote, Luis de (Córdoba, 1561-1627). España.

    Hijo de Francisco de Argote, quien fue juez en Madrid y más tarde fue castigado por la Inquisición, adoptó el apellido de su madre.

    Perteneció a una familia ilustre de origen judío y se dice que estudió con los jesuitas, aunque fue en la biblioteca paterna donde conoció a los autores clásicos y renacentistas.

    Entre 1576 y 1580 frecuentó las aulas en Salamanca. Parece que su pasión por el juego y las mujeres le impidió terminar sus estudios. Recibió las órdenes mayores cuando su tío Francisco le cedió su cargo, pero no le atrajo la vida religiosa. Prefirió relacionarse con cómicos y toreros y disfrutar de la vida.

    Tras visitar varias ciudades españolas vivió en Madrid (1617) y fue nombrado capellán de Felipe III gracias a la intercesión del duque de Lerma. A la muerte de éste buscó sin éxito el apoyo del conde-duque de Olivares. Su situación económica era muy precaria debido a su adicción al juego; en 1625 tuvo que desalojar su casa, que pasó a manos de Quevedo. Murió en Córdoba acosado por sus acreedores.

    La obra

    Góngora no publicó su obra en vida, aunque lo intentó en 1623. Sus versos se conocieron dispersos en manuscritos o impresos en hojas sueltas. Solo aparecieron en un libro el año en que murió, en una edición que preparó Juan López de Vicuña con el título de Obras en verso del Homero español (1627). Después Gonzalo de Hoces hizo otra edición de Todas las obras de don Luis de Góngora en varios poemas (1633).

    La enemistad personal entre Góngora y Quevedo ha extendido la idea de que el conceptismo y el culteranismo eran dos tendencias opuestas. Góngora es la figura más conocida del culteranismo. En sus orígenes se trataba de un término peyorativo que aludía a obras de estilo artificioso y llenas de alusiones a la tradición clásica.

    El Libro de erudición poética (1611), de Luis Carrillo y Sotomayor es el texto que mejor describe los principios del culteranismo. Según Carrillo, los lectores cultos y minuciosos deberían interpretar, con extrema paciencia, las referencias y metáforas del texto en una y otra lectura. Cabe añadir que no se trataba de «oscurecer» la literatura, sino que se suponía que ésta era «oscura» debido a su profundidad.

    Poemas

    Ciego que apuntas y atinas

    Ciego que apuntas y atinas,

    Caduco dios, y rapaz,

    Vendado que me has vendido,

    Y niño mayor de edad,

    Por el alma de

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