Educar en inteligencia emocional
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Educar en inteligencia emocional - Dalia Díez Romero
DALIA DÍEZ ROMERO (Granada, 1987) es psicóloga educativa especializada en intervención infanto-juvenil. Está licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca y graduada en Magisterio por la Universidad Pontificia de Salamanca.
Su campo profesional se centra en el asesoramiento y orientación a las familias en cuanto a desarrollo infantil, crianza, solución de conflictos y acompañamiento e intervención con niños y adolescentes para un desarrollo integral de la persona, tanto en el ámbito afectivo y familiar, como en el académico y en el de ocio y tiempo libre.
Con editorial Libsa, ha colaborado en la colección Aprende a ser feliz, con el asesoramiento de las pautas educativas de dos libros de cuentos para desarrollar la inteligencia emocional de los niños.
Las emociones son el verdadero motor de nuestras vidas, pues conllevan una reacción fisiológica, cognitiva y conductual ante los estímulos. Hay emociones imprescindibles para sobrevivir sorteando los peligros; otras, nos ayudan a adaptarnos y a tomar decisiones; las hay que liberan tensiones, que nos motivan o que nos llenan de energía, pero todas ellas son herramientas básicas para la vida y si queremos vivir mejor y más felices, tenemos que aprender a dominarlas.
La educación emocional es un camino en el que enseñamos a los niños –y aprendemos junto a ellos– a reconocer y dar nombre a cada emoción en un constante juego de autoconocimiento que desemboca en una mejor gestión emocional. Con ella, serán capaces de tomar el control interior y desarrollar empatía con los demás, mejorando su futura vida social y laboral.
© 2022, Editorial LIBSA
C/ Puerto de Navacerrada, 88
28935 Móstoles (Madrid)
Tel. (34) 91 657 25 80
e-mail: libsa@libsa.es
www.libsa.es
ISBN: 978-84-662-4178-6
Ilustración: Archivo LIBSA, Shutterstock images
Textos: Dalia Díez Romero
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos vela por el respeto de los citados derechos.
CONTENIDO
PRÓLOGO
EDUCAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
1.Una educación integral
Dimensión física
Dimensión cognitiva
Dimensión emocional
Dimensión social
Dimensión trascendental
2.Somos seres inteligentes
Galton, Binet, Terman y Spearman
Años 80
Las inteligencias múltiples de Gardner
La inteligencia emocional
3.Somos seres emocionales
Goleman
MC Lean
Plutchik
4.Educar las emociones para tener una vida plena
Beneficios al desarrollar la inteligencia emocional
Prácticas
LOS NIÑOS Y SU DESARROLLO
1.El cerebro del niño
Diferencias entre hemisferios
Los tres cerebros
Estrategias de integración cerebral
2.Aspectos evolutivos en las emociones
Piaget
Vygotsky
Prácticas
DESTREZAS POR ETAPAS
1.Primera etapa. Del nacimiento a los tres años.
De cero a un mes
De uno a dos meses
De los dos a los tres meses
De los tres a los cuatro meses
De los cuatro a los cinco meses
De los cinco a los seis meses
De los seis a los siete meses
De los siete a los ocho meses
De los ocho a los nueve meses
De los nueve a los 10 meses
De los 10 a los 12 meses
De los 12 a los 15 meses
De los 15 a los 18 meses
De los 18 a los 22 meses
De los 23 a los 27 meses
De los 27 a los 30 meses
De los 30 a los 33 meses
De los 33 a los 36 meses
2.Segunda etapa. De los tres a los seis años
De los 36 a los 42 meses
De los 42 a los 48 meses
De los cuatro a los cinco años
De los cinco a los seis años
3.Tercera etapa. De los seis a los 12 años
De los seis a los siete años
De los ocho a los nueve años
De los 10 a los 12 años
Prácticas
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y SUS COMPONENTES
1.Autoconocimiento
Reaccionar emocionalmente
Habilidades del autoconocimiento
Ventana de Johari
Autoconocimiento infantil
2.Control de emociones
Pensamientos rumiatorios y ciclos de preocupación
Control de emociones en niños
3.Automotivación
Automotivación infantil
4.Empatía
Sintonización
Empatía en la infancia
5.Habilidades sociales
Variables y destrezas
Prácticas
LA FAMILIA, LUGAR PRIVILEGIADO PARA EDUCAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
1.El reto de ser padres y madres hoy
El autoconocimiento como padres y madres
La importancia del apego
Los estilos educativos
2.Estrategias para el cultivo de la educación emocional en la crianza
Los pilares de la familia
Prácticas
LA ESCUELA
1.El infinito mundo de las competencias
Cuando la emoción marca el aprendizaje
2.El maestro como guía
Estrategias individuales
Las estrategias grupales
Pautas para todo el curso
Los factores de Ainscow
Nuevas metodologías
Prácticas
EDUCAR LAS EMOCIONES
1.Las emociones básicas
El miedo
La alegría
La tristeza
La ira
La sorpresa
El asco
2.Las emociones sociales
La culpa
La vergüenza
El orgullo
Los celos
La envidia
El amor
Prácticas
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
1.La edad para las TIC y el efecto Flynn
2. El equilibrio
3.La nueva forma de socializar: las redes sociales
Uso y abuso
Riesgos de las TIC
4.Aspectos de la inteligencia emocional a trabajar en redes
Autoconocimiento
Gestión de las emociones
Automotivación
Empatía
Habilidades sociales
Prácticas
COMPETENCIAS PARA UN MUNDO CAMBIANTE
1.Los pensamientos automáticos negativos
El control de pensamientos
2.Volver a la calma
La calma de los niños
3.El sentido del humor
Dimensiones
Tipos
Cómo trabajar el humor
4.La tolerancia a la frustración
5.La búsqueda de sentido
Educación en interioridad
BIBLIOGRAFÍA
PRÓLOGO
Si ahora mismo alguien nos preguntase cuáles son las vivencias más importantes de nuestra vida, podríamos comprobar que todas ellas tienen asociada una emoción de forma clara y nítida. Nos vendrían a la memoria todo tipo de recuerdos infantiles, de adolescencia, de juventud, o recuerdos incluso más actuales, pero siempre ligados al mundo emocional. Podrían ser momentos cargados de alegría por un éxito, de amor por un noviazgo o matrimonio, de tristeza por la pérdida de un ser querido o de ira por algo que salió como no debía. En cualquier caso, la suma de todos ellos nos haría llegar a la conclusión de que hemos sido más o menos felices o infelices en función de cómo fueran esas emociones.
Son precisamente las emociones las que dan color a nuestra vida. Sin ellas, nuestro día a día sería fríamente racional, lógico, predecible… Aburrido, a fin de cuentas. No sentir sería además algo inhumano, porque las emociones son una fuente de energía, el motor que puede movernos en una u otra dirección y es precisamente la capacidad para gestionar esa energía lo que nos permitirá sacar lo mejor de cada una de las emociones. Y es en este estadio donde aparece la inteligencia emocional como la herramienta esencial que nos permite tomar conciencia de nuestras emociones y de su potencial, permitiéndonos hacer uso de cada una de ellas sin dejarnos arrastrar por el torrente emocional y conductual que generan cuando no sabemos dominarlas. La inteligencia emocional, por lo tanto, va a ser algo que nos permita ser más libres y más conscientes en nuestra toma de decisiones en la vida.
Son ya bien conocidos los beneficios que aporta el desarrollar la inteligencia emocional: ser capaces de reconocer y gestionar las emociones, nos ayuda a tener un mayor control sobre nuestra propia motivación, esencial en la vida laboral y personal, a ser capaces de ser más empáticos con los demás, un pilar de la vida sentimental, y a desarrollar unas relaciones sociales saludables, ya sean de amistad, de trabajo o de cualquier otro tipo. Además, un mayor desarrollo de la inteligencia emocional incrementa nuestra capacidad de control sobre nosotros mismos y eso se traduce en una consecuente mayor capacidad para canalizar nuestras decisiones y nuestro comportamiento incluso en las situaciones más difíciles, de forma que se convierte en una gran aliada para el manejo de la ansiedad y el estrés que pudieran surgir en cualquiera de los ámbitos de nuestra vida. En resumen, una buena inteligencia emocional nos otorgará una mejor calidad de vida y por eso es tan importante trabajarla.
Este libro pretende ser una ayuda para todos aquellos que estén interesados en educar las emociones, saber qué son, para qué sirven y cómo sacarles el mayor partido a cada una de ellas, de forma que podamos vivirlas de manera plena y responsable. Esto se aplica tanto a nosotros mismos como a la educación de niños y adolescentes, puesto que todos podemos pasar por el mismo proceso. Para aquellos que quieran embarcarse en la tarea de acompañarlos en el desarrollo de su inteligencia emocional, es importante tener en cuenta que, como adultos, la mayor enseñanza que podemos ofrecer a los niños es aquella que hemos sido capaces de aprender previamente nosotros mismos. No hay mayor fuerza que el propio ejemplo, en el caso de las emociones también, pero es que además necesitamos comprender nuestros propios sentimientos y su evolución para poder dirigir a un niño en ese camino, a la vez complejo y apasionante. Aprovechemos la dinámica de estos tiempos en los que se da la importancia que merece a la educación emocional para construir su futuro con mejores cimientos.
Cada capítulo presenta la base teórica necesaria para comprender aquello que posteriormente se va a trabajar y lo completa proponiendo una serie de tareas de autoconocimiento para los adultos, así como una propuesta de actividades, juegos o tareas para poner en marcha con los niños.
Ofrecemos un recorrido que ayude a comprender la importancia de educar con inteligencia emocional las diferentes dimensiones del ser humano, comprendiendo las bases de la inteligencia y de las emociones que permitan tomar conciencia de que cada una de ellas tiene una función determinada, no por encima de las otras, ni por debajo, sino complementarias y necesarias en el todo que configura un ser humano.
También se verán los aspectos relativos a cómo las emociones se desarrollan a lo largo del tiempo, y cómo está relacionado con el desarrollo físico y cognitivo de los niños. Cada momento evolutivo es importante para construir la comprensión y la gestión de las emociones, y es tan posible como necesario el poder trabajarlas tanto desde la familia como desde el entorno educativo y del ocio y tiempo libre, como iremos viendo con detalle. Quizá un apartado especialmente interesante sea no olvidar la importancia de educar las emociones en el entorno digital, que en la actualidad es otra dimensión más que debe educarse de forma sistemática y sin complejos, dado que estamos hablando de una generación hiperconectada.
En el final del libro ofrecemos un capítulo dedicado a aquellas competencias que es imprescindible educar en un mundo que está en continuo cambio (y cada vez más vertiginoso). Estamos hablando de la capacidad para gestionar los propios pensamientos, ser capaces de tolerar la frustración, hacer un buen uso del sentido del humor, ser capaces de volver a la calma y desarrollar la capacidad de poner en marcha nuestra brújula interior; es decir, de ser capaces de dotar de sentido a nuestra vida.
Como cualquier otro aprendizaje, desarrollar la inteligencia emocional no solo requiere adquirir los conocimientos, sino ser capaces de aplicarlos, de ponerse en marcha. Esperamos que este libro sea una ayuda para dar los primeros pasos de un camino que os permita crecer día a día tanto a vosotros como a vuestros niños.
EDUCAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Desde que se descubrió la inteligencia emocional y los beneficios que reporta, son cada vez más las personas preocupadas por su educación, por conseguir desarrollar la competencia emocional desde la infancia y no solamente al llegar a la madurez. En este sentido, es necesario tener en cuenta que hablar de educación supone también hablar de aprendizaje . El aprendizaje está presente en cada momento de nuestra vida. Como seres humanos tenemos una tendencia natural a la búsqueda de sentido, a comprender el mundo que nos rodea y a experimentar con él. No es posible dejar de aprender, es algo que hacemos de forma natural a lo largo del tiempo.
Sin embargo, cuando hablamos de educación estamos hablando de un proceso consciente, programado. Requiere que una de las partes sepa qué quiere mostrar al otro y planifique el cómo va a hacerlo, así como se presupone que el educando quiere formar parte del proceso, porque no se puede educar a quien no está dispuesto a hacerlo.
Hablar de educación nos lleva a recordar qué es lo que significa educar y las implicaciones que tiene este término. Según la segunda acepción de la Real Academia de la Lengua Española, educar significa «desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o joven por medio de preceptos, ejercicios y ejemplos». En otra de sus acepciones, concretamente en la quinta, educar se dice que consiste en «enseñar los buenos usos de la urbanidad y cortesía». Y en todas ellas se sobreentiende que:
• Primero, quien educa es un adulto experto en algo, encargado de dirigir y encaminar al educando hacia el conocimiento.
• Segundo, el educando es un niño, un adolescente o un joven que sigue el camino marcado hasta alcanzar un determinado nivel de conocimiento.
• Tercero, que el proceso de enseñar implica recurrir a contenidos teóricos y prácticos.
• Cuarto, y último, educar no solo implica conocimientos teóricos y morales, sino habilidades sociales que demuestran un saber ser y estar en sociedad.
Ya en el informe realizado por Delors (1996) para la UNESCO, se indicaba que los cuatro pilares de la educación se basan en aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.
• Aprender a conocer el mundo, saber las respuestas al ¿qué?, ¿cómo?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿por qué? y ¿con qué consecuencias? de cada aspecto de nuestra realidad.
• Aprender a hacer, a adquirir una competencia efectiva, saber llevar a la práctica cada conocimiento.
• Aprender a vivir juntos, porque somos seres sociales y tenemos mucho que aportarnos unos a otros; porque la suma de todos siempre es mayor que las partes, y porque la diversidad en la participación social nos hace grandes como grupo.
• Por último, aprender a ser, ser reales y plenos en todas nuestras dimensiones a lo largo de toda la vida, disfrutando y aprendiendo de cada etapa, valorando nuestros errores y permitiéndonos siempre levantarnos tras cada caída, mirándonos a nosotros mismos con amor.
Si bien es cierto que cuando se habla de educación solemos referirnos a la edad escolar, no debemos olvidar que se produce a lo largo de toda la vida. El mismo proceso evolutivo nos coloca en el papel de educandos, y con el paso de los años pasamos a ser educadores. Cuando esto sucede es importante no olvidar que seguimos aprendiendo nosotros también cuando descubrimos algo nuevo cada día, permitirnos crecer más y más en todas nuestras dimensiones, sabemos que hay espacio para el error, pero también para el cambio. Es tener la certeza de que todo aprendizaje individual puede compartirse con otros mediante la educación, sea reglada o no. En resumidas cuentas, aprendemos durante todo el ciclo vital, y ser capaces de reconocerlo y compartirlo es precisamente la mejor actitud para quien se dedica a la maravillosa tarea que supone la educación.
Otro punto importante de este proceso es que una cosa es lo que queremos educar, y otra muy diferente lo que termina aprendiendo el otro. Como si de los materiales de construcción se tratase, nosotros podemos explicar para qué sirve cada uno, cómo se utilizan y los estilos arquitectónicos que existen, y después cada persona los utilizará de manera única en función de lo que su creatividad le motive a crear.
Si hay un escrito que refleja magistralmente este hecho, es la siguiente poesía de la madre Teresa de Calcuta:
Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada sueño,
en cada vida,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.
Este libro pretende ser una pequeña ayuda para aquellos que, de una manera u otra, forman parte del mundo de la crianza o la enseñanza. En él se ofrece la información teórica necesaria para comprender las diferentes variables que intervienen en la inteligencia emocional, pero también una propuesta práctica, ya que no se trata únicamente de conocer la inteligencia emocional sino de saber aplicarla; es decir, el objetivo es desarrollar la competencia emocional de niños y adultos: aprender a vivir las emociones de una forma sana y plena.
Cuando se trata de acompañar a los niños en el crecimiento emocional, es imprescindible que los adultos descubran primero su propio potencial emocional y aprendan a gestionarlo. En ocasiones el ritmo del día a día, las obligaciones, preocupaciones y las distintas responsabilidades terminan consiguiendo que vivamos en «modo automático» y nos desconectemos de nuestro interior. Poco a poco terminamos pasando por alto los pequeños grandes momentos del día a día y sus emociones asociadas, dándole prioridad a todo aquello que requiere de una actuación inmediata. Al final lo urgente impide centrarse en lo importante, dejando tras de sí un rastro de estrés y ansiedad. Cuando esto sucede deben encenderse las luces rojas: la inteligencia emocional no está funcionando como debería y empiezan a aparecer sus consecuencias.
Esto no solo afecta a los adultos. Los niños también se ven arrastrados por esta forma de vida y sufren sus efectos. El informe del Instituto de Salud mental Infantil (Child Mind Institute) de 2018 afirma que en los últimos 10 años han aumentado los trastornos de ansiedad en los menores de 17 años, pasando de un 3,5 % a un 4,1 %. Uno de los factores de riesgo más importante para desarrollar un trastorno de la ansiedad es el temperamento. Los niños con un temperamento más inhibido en los primeros años de vida tienen un mayor riesgo de presentar signos de ansiedad en la adolescencia. De hecho, en la actualidad se observa que en esta etapa los chicos y chicas tienen el doble de probabilidades de tener que recurrir a un profesional de la salud mental que en la década de los 80.
Los datos actuales nos advierten que la salud mental de nuestros pequeños está en riesgo, y de ahí radica la importancia tanto de educar en inteligencia emocional como de que los adultos seamos primero expertos en ella. Los niños podrán escuchar o no lo que les decimos, pero el hecho es que siempre nos están observando: somos su modelo a seguir y con nuestros actos les estamos demostrando lo que está bien o mal y lo que es posible o no llevar a cabo. Como se suele decir, no hay mejor enseñanza que el ejemplo, porque en él es donde está implícita la certeza de que aquello que se dice que se puede hacer, es posible realizarlo.
Por eso en cada capítulo, además de la base teórica, habrá un apartado dedicado al trabajo personal adulto. Se trata de ofrecer unas herramientas que permitan la reflexión sobre uno mismo y las propias emociones. Están dispuestas mediante organizadores gráficos, tablas, ejercicios y pequeñas pistas para la reflexión que faciliten mirar hacia adentro y descubrir cómo se vive y se pone en práctica la inteligencia emocional.
Las propuestas de trabajo con los niños están basadas en la premisa de que hasta los 11 o 12 años no pueden organizar ideas y estructurar su pensamiento sin la ayuda de materiales manipulativos o el juego. En ocasiones los adultos tendemos a racionalizar todo y a darles grandes discursos acerca de lo que queremos que aprendan, cuando lo más eficaz es utilizar recursos concretos: el juego, canciones, materiales que puedan manipular, actividades expresivas, etc. Por eso en la propuesta que se presenta para trabajar cada competencia habrá un abanico de recursos necesarios para poder responder a las necesidades de aprendizaje y a compatibilizar tareas más reflexivas con otras más dinámicas.
Por supuesto, esto es solo una propuesta general dentro de todas las existentes. Las recetas no siempre son aptas para todo el mundo, por eso es bueno tomarlas como una directriz flexible, adaptable a las necesidades y características de cada uno. No existen los atajos para la vida, y si hay algo que la caracteriza es precisamente el que es todo lo contrario a lo predecible: siempre termina sorprendiéndonos. En esas sorpresas hay espacio para lo bueno, pero también para lo no tan bueno. No es posible asegurar una vida libre de temores, pero sí se pueden sentar las bases que aseguren poder sobrevivir a las tormentas.
Ante este contexto, ser educadores implica tanto saber dar respuesta a las necesidades humanas, como potenciar todas sus dimensiones. Como explica Abraham Maslow (1943) los seres humanos tenemos distintas necesidades, desde las más básicas hasta las más complejas. Solo cuando tenemos cubiertas las anteriores podemos comenzar a buscar una solución para las siguientes. En un primer nivel estarían las necesidades básicas: respirar, alimentarse, descansar, evitar el dolor y mantener la temperatura corporal. En el segundo estaría la seguridad y protección: mantener la salud, un hogar, estabilidad económica, etc. En el tercero el amor y la pertenencia, que son las necesidades sociales y se reflejan en los sentimientos de amistad, amor y cuidado de la familia. En el cuarto está la autoestima, y por último en el quinto las necesidades de autorrealización.
Además, los seres humanos tenemos diferentes dimensiones. Todas ellas son indispensables para vivir en equilibrio y por lo tanto también deben ser educadas. En total son cinco:
• Dimensión física
• Dimensión cognitiva
• Dimensión emocional
• Dimensión social
• Dimensión trascendental
En resumen, en el momento en que los individuos contamos con todas ellas es cuando conseguimos un desarrollo integral.
1. UNA EDUCACIÓN INTEGRAL
El objetivo ideal a la hora de educar es abarcar todas las dimensiones del ser humano, conseguir que sea un desarrollo integral de la persona. Esto ha llevado a filósofos e investigadores a debatir qué dimensiones y qué valores han de priorizarse, y cómo trabajar su potencial. Tener presente esta base teórica hace que no perdamos de vista las partes cuando trabajamos en el conjunto. Por eso antes de comenzar a desgranar los componentes de la inteligencia emocional revisaremos las diferentes dimensiones que nos conforman, porque una buena gestión emocional también se verá reflejada en