Lady Blue
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Azul, color inmenso, vasto, evocador, cálido a pesar de pertenecer a la gama de colores fríos. Lágrimas cristalinas se le asocian, la belleza del indomable y oscuro océano que esconde los mayores misterios, y en esta ocasión, a su vez, la vida de dos personas que se aman a pesar de las adversidades de sus propias profundas y agridulces cicatrices, acompañadas además de duras críticas sociales externas. Sara, una universitaria de diecinueve años, se enamora perdidamente en un concierto en un bar de Mackeyw, famoso guitarrista de la banda Alaska. ¿Cuál es el problema? Que él tiene más del doble de su edad, por lo que corresponder a los sentimientos de la chica será una situación casi prohibida. Esta es una novela que se asemeja a una noche loca dentro de un bar. Así que... ¿será que un amor tan imposible resultará exitoso?
Vive de tus fantasías
Se trata de una persona soñadora que vive por el mundo de las fantasías, pues considera que dentro de la imaginación y la creatividad existen posibilidades infinitas que vuelven de la realidad algo más disfrutable.
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Lady Blue - Vive de tus fantasías
Capítulo 1
Red
Aquella noche yo no iba con intenciones de fijarme en nadie, mucho menos pensaba enamorarme ni esas cosas absurdas que realmente consideraba una pérdida de tiempo. Yo pensaba en mi vida sentimental como algo sin paradas fijas, como si fuera yo una mochilera que va de pueblo en pueblo conociendo sin estancarse, y así es como viví experiencias de todo tipo con personas tan distintas y bellas entre sí, pero dime, vida, ¿cómo es que él consiguió acaparar toda mi mirada? ¿cómo se robó mi mundo? ¿mi soledad? ¿mi compañía? ¿cómo consiguió hacerme renacer en una mariposa azul que aprendió a volar sin ataduras de ninguna índole? Él es un ser tan perfecto a mis ojos y a mi alma, eso es lo único que entendí desde el primer instante que nos vimos, y él dice lo mismo sobre mí, entonces, ¿hay algún problema en que estemos juntos? No, rotundamente no.
Nuestra historia comenzó un sábado en la noche en el bar Red
, yo asistí a ese sitio debido a una invitación de un amigo, conocido, algo abstracto que en el fondo me gustaba pero que nunca hubo nada entre nosotros. Su nombre es Arthur, es vocalista y guitarrista en una banda y lo vi por primera vez en un evento que se realizó en la ciudad de Guanajuato donde estudio la universidad, ahí le pedí su Instagram y cada que él subía una nota o historia hablando sobre alguna reunión o peda, yo le decía que con gusto asistiría, y en realidad así fueron varias ocasiones. De alguna forma conocí a sus amistades y esa noche era el cumpleaños de una compañera del trabajo de Arthur, por eso fuimos a ese bar donde se decía se presentaba una de las mejores bandas del estado. Llegamos temprano Arthur y yo, después apareció su amigo Leonardo y encargamos cervezas mientras disfrutábamos la música rock que sonaba y se reproducía en las colosales pantallas del establecimiento que tenía unas instalaciones lujosas y bien cuidadas. Poco a poco fueron llegando los demás invitados y clientes, el sitio empezaba a ambientarse, las luces se movían, la música se acoplaba más a las mentes libres ansiosas de diversión y el alcohol era la gasolina para prender los motores de nuestras maquinarias. De pronto, mientras la gente reía, ellos hicieron aparición en el escenario del centro bajo la pantalla. El vocalista con su voz preparada y talentosa nos transportó a su propio universo, el baterista, el bajista, el guitarrista, todos lucían increíbles con sus jeans negros de cuero ajustados, sus peinados de metaleros diversos entre ellos mismos, sus bandanas, sus cadenas, pero, sin duda alguna, quien robó mi completa atención y suspiros desde el primer instante fue él, el guitarrista que tocaba su instrumento como si cantara algún sonido ancestral de espíritus endemoniados y ángeles, mientras movía sus piernas y brazos marcados, reales, nada exagerados, al ritmo de la batería. La noche proseguía con sus canciones como si el tiempo tuviera prisa en acabarse siendo un envidioso de lo bien que la estábamos pasando, yo brincaba, movía la cabeza de lado a lado, reía con mis amigos y entonces me perdía en el guitarrista prodigioso cada que regresaba la vista a él que se encontraba de pie frente a mí tocando y bailando sin reparar en nadie y a la vez en todo el público. En la pantalla apareció el nombre de la banda Alaska
, con un diseño tétrico, bizarro, monocromático como si fueran huesos, después el vocalista anunció un breve descanso de veinte minutos. Colocaron música y la gente continuó la fiesta, yo desanimada por no seguir contemplándolo me dirigí al baño como pude, no había caído en que el mundo me daba vueltas y que mis extremidades estaban algo adormiladas. No estaba tan borracha, estaba en el punto en el que sabes lo que haces, pero sin el filtro que usualmente te detiene a pensar más de dos veces antes de actuar. Antes de salir me detuve frente al espejo colocándome un labial rojo oscuro muy parecido al violeta. Sonreí al sentirme hermosa con mi maquillaje con sombras metálicas y mi ropa rockera, una falda de cuero negra, un top de encaje morado y encima un chaleco corto de cuero. Antes jamás hubiera imaginado vestir de esta forma que me fascina, pues mi familia me ocasionó serios traumas dirigidos a mi cuerpo, mi madre me ahogaba con sus críticas junto a comentarios falsos, volviendo permanecer en casa una tortura aunado a los problemas con mi padrastro… prefiero no recordar nada sobre ese desgraciado. Ahora he aprendido a no tomar en cuenta las opiniones ajenas y a su vez encontré la forma de ser independiente tanto económicamente como emocionalmente al vender mis propias obras de arte, a su vez rentando una pequeña pero cómoda casa en Guanajuato junto a mis dos roomies. Levanté las comisuras de mis labios en una mueca de autosuficiencia, pues nada me hacía falta en la vida, estaba en ese punto donde mis decisiones son totalmente mías, entonces, cuando salí y choqué con el guitarrista, reafirmé que lo que estaba frente a mis ojos y lo que podía hacer... se encontraba bajo mi entera jurisdicción. Mis piernas no reaccionaron a tiempo, mi cuerpo estaba inclinándose hacia atrás con dirección al suelo, cuando sus fuertes manos me tomaron de la cintura y con su roce me hicieron estremecer. Lo escruté en silencio, no sabía si estar apenada, tímida, emocionada, o todo al mismo tiempo, hasta que él sonrió de lado y me soltó después de cerciorarse de que no fuera a caer de nuevo. Parecía que él iba a decir algo... pero mi cuerpo ya se había movido siguiendo su entera voluntad, estaba de puntitas a pesar de tener botas con gran tacón, con mis manos rodeando su cuello y mis labios besando los suyos sin un ápice de miedo o titubeo. El olor oscuro de su colonia me inundó por completo, la percepción de su fuerte y duro cuerpo me encantó, pero la sensación de la suavidad junto a la humedad de sus labios fue magistral. Cualquiera hubiera supuesto que él me alejaría, pero continuó el beso con interés, aunque sin dejarse llevar, casi como si estuviera cumpliendo el capricho de una fan que se lanzó a sus brazos. Estaba dolida en mi interior, pero tampoco era una ilusa, por lo que, guardando la sensación por la eternidad en mi memoria y corazón, me alejé y regresé mis pies al suelo. Analicé su rostro tan atractivo con sus pómulos marcados, sus ojos negros abismales, profundos, enteramente imponentes e incógnitos, sus cejas con gran forma, su cabello obsidiana acomodado tras un pañuelo oscuro con calaveras, y debajo sus deliciosos labios manchados de mi labial rojo que recién acababa de retocar en el baño. Reí al conseguir mi victoria, después con una pantomima pasé mi pulgar por mis labios y luego levanté el rostro haciendo hincapié en él.
Las orillas de su boca se elevaron con diversión—Vaya, veo que eres traviesa. —Y se limpió con sus dedos la prueba de mis besos para luego girarse y regresar al escenario con sus amigos de la banda
Yo hice lo mismo, volví a mi sitio junto a la gente con la que estaba, Arthur me miró con curiosidad, pero Leo me ofreció otra cerveza sin sospechar nada haciendo que lograra postergar las preguntas. Nuestra ubicación era buena, pues estábamos justo del costado donde el guitarrista tocaba, así que ahora logré percibir una que otra mirada que él me dedicaba de reojo, mientras yo permanecí totalmente ensimismada a su existencia durante toda la noche y durante toda la eternidad. Al terminar esa gran tocada, Arthur nos dejó a mí y a Leo dormir en su casa en los sofás de la sala. Ambos estaban destrozados de tanto tomar por lo que vomitando o bebiendo mucha agua intentaban sobrevivir, mientras yo en su lugar volaba perdida en otro lugar muy lejano de ahí. Me senté en el sofá, luego miré la pared gris con graffitis recordando cada momento vivido en el bar. La luz permanecía tenue, el ambiente se percibía sombrío, antes hubiera muerto por estar en esa casa y conocer tan siquiera un poco más de Arthur, pero ahora todo ese romance se había esfumado como un grano de arena de playa con viento y estaba atiborrado de una gran curiosidad de acercarme a ese guitarrista con aura salvaje. Suspiré, recogí mi cabello negro en una coleta para luego recargar mi espalda en la almohada suave cayendo en cuenta de lo agotada que me sentía, en eso el cojín contiguo se estremeció cuando Arthur tomó asiento y me escrutó como un detective frente a la escena de crimen. —Sara, sé que no nos conocemos de tanto tiempo ni con tanta profundidad, pero solo con tus acciones en el bar y como actúas ahora, puedo deducir con exactitud qué te pasa por la cabeza. —Acomodó el pañuelo blanco que llevaba en la frente y prosiguió con su seriedad— ¿Te gustó Mackeyw? ¿cierto?
—¿Mackeyw? —pronuncié con dificultad mirándolo a los ojos cafés oscuros sin dejarme asustar
—Exacto, Mackeyw con el sonido de la w
al final. El guitarrista de Alaska. Mira, antes te vi que bailabas y reías con él como si quisieras regalarle tu alma, así que no me trates de engañar diciendo que no.
Reí—No pensaba mentir, es solo que desconocía su nombre. Pero sí, así es, me gustó bastante ese guitarrista, ¿sabes algo sobre él?
—Él está soltero desde hace más de ocho años, obviamente ha tenido cientos de parejas casuales durante este periodo y aún ahora las tiene, pero eso no significa que tengas oportunidad. Eres demasiado bella, pero para él eres solo una fan más que se le prendó porque lo vio en su mejor estado, que es tocando y haciendo lo que más ama, sin embargo, ¿quién te puede asegurar que te seguirá atrayendo cuando lo veas un domingo en la mañana haciendo su desayuno en la casa?
—Creo que lo seguiría haciendo, aunque estuviera tirado en un sofá con la cruda de veinte cervezas. —Lo imaginé y sin evitarlo reí tontamente
Arthur respingó, me acarició la cabeza con preocupación, pero luego me propinó un pequeño sape—Sara, no me hagas decirlo, porque yo me considero un alma libre y no juzgo esas cosas ni nada en verdad, eso es lo que más odio hacer y he trabajado durísimo para cambiar mis estereotipos y arquetipos para que solo mi forma de ver las cosas sea mi guía y no la impuesta por los demás, pero creo que como tu amigo debo puntualizar el hecho de que Mackeyw es más de veinte años mayor que tú. Me da miedo que te lastime, sinceramente. Es más, no creo que te voltee a ver de esa manera nunca, yo que soy guitarrista y vocalista lo entiendo un tanto. No somos de amar con sencillez. Deberías ver nuestros Instagrams, no es como que contestemos todos los mensajes que llegan, tampoco en persona es sencillo tocar nuestras almas.
¿De verdad está poniéndose como ejemplo? ¿acaso me está dando la indirecta de que supo de mis sentimientos por él y nunca me hizo caso a propósito? Es decir, sé que el amor no se fuerza, pero las oportunidades de intentar conocer a alguien son claramente propias, y él decidió no darme ni siquiera eso. — ¿Por qué piensas así? Yo tengo confianza en mí y sé que puedo lograr que me mire como algo serio. No creo que sea deficiente en nada. —Arthur notó mi molestia y titubeó en responder
Leo que parecía un cadáver en putrefacción revivió para sumarse a la conversación y bajar la tensión del momento— ¡La bandida Sara quiere una relación seria! ¡¿Quién demonios es el afortunado??! Creí que mis ojos de elfo jamás verían semejante caso.
Arthur habló con cansancio—Es Mackeyw... Yo personalmente no sé si pueda apoyarte con esto.
—No te preocupes, no necesito ayuda. Solo pienso volver el próximo sábado e invitarlo a salir a tomar o a algún otro lado.
—Tal vez él quiera ir al motel. —rió Leo como un imbécil
—Pues no tengo problema. —espeté y me acosté en el sofá subiendo las piernas en Arthur para molestarlo, aunque en realidad lo hice sonreír—Ya tengo sueño, mejor dejemos esta conversación en pausa. No pensé que mi vida amorosa les causaría tanta intriga.
—Solo nos preocupamos por ti. —Se levantó y me colocó una cobija encima, a la par a Leo que descansaba en el sofá de enfrente
—Estaré en mi habitación, dentro de unas horas desayunaremos y plantearemos la estrategia para que la bandida Sara conquiste a su príncipe azul. Hablando de azul, escuché que a Mackeyw le fascina ese color y que si alguna vez vuelve a tener una pareja estable ella sin lugar a dudas deberá recordarle ese color. No tengo la menor idea de a qué se refiera, pero, en fin, siempre los artistas han sido y serán gente abstracta. A su vez, nosotros nunca hemos sido de seguir los estereotipos y la moral de esta sociedad de mierda que nos trata de obligar a perder nuestra individualidad. Por lo que... ¡a quién le importa la edad, carajo!
—¡Carajo! —exclamamos Leo y yo al unisonó divertidos
Quien diría que dos personas que hasta antes de esa noche apenas consideraba como conocidos, se volverían mis mejores amigos y aliados en el turbulento y finito viaje hacia la muerte. A esto se refieren cuando mencionan que la vida da tantas vueltas y nunca dejará de sorprendernos. Por ende, solo podemos extender los brazos y aceptar con tranquilidad todo lo que nos ponga por delante... tal como un majestuoso guitarrista conocido como Mackeyw. Además, ¿quién soy yo para rebelarme contra el destino? ¿o contra la casualidad? Siendo que ambos me llevan a algo mejor de lo planteado, por lo que trabajando con la causalidad haré que una casualidad se vuelva algo que suceda casi por obligación. Solo espera por mi… Mackeyw.
Capítulo 2
Lágrimas
Nos encontrábamos los tres en la barra de azulejos negros de la cocina utilizada como comedor, claramente mareados, con dolor de cabeza, desvelados, con hambre, volando entre nubes de memorias perdidas con gente desconocida y llenos de esa típica sensación de alcohol en las venas, ¡pero vivos! sobrevivientes y esperanzados de continuar en el transcurso imprescindible siempre inoportuno del fallecimiento. Arthur colocó tres platos con chilaquiles rojos, una jarra con café de olla cargado y tres tazas, luego tomó asiento frente a Leo y yo. Mi estómago no