H Beyer Que 20 Años No Son Nada

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EstUDIo

Qu veinte aos no es nada ...? una mirada a la desigualdad de ingresos a partir de las encuestas casen
Harald Beyer

Desde 1990 se han realizado nueve encuestas Casen. Ellas recogen una importante informacin socioeconmica que permite ilustrar el diseo de la poltica social, pero tambin comprender la evolucin de la pobreza y la desigualdad de ingresos en Chile. La primera variable muestra una tendencia declinante, ms all de la experiencia de 2009 que estuvo influida por el alza en el precio de los alimentos y las caractersticas particulares de la metodologa que tradicionalmente se ha empleado para medir la pobreza en nuestro pas. Este estudio aborda la segunda de estas dimensiones: la desigualdad de ingresos. A diferencia de lo que ha sucedido con la pobreza sta parece no ceder y mantiene una estabilidad en niveles altos. Adems, la ltima medicin revel un importante aumento, respecto de encuestas anteriores, en la razn de los ingresos autnomos del dcimo y del primer decil de ingresos. sin embargo, ese aumento en la brecha estuvo muy ligado a la crisis econmica que vivi el pas, al igual que el resto del mundo, durante 2009.

Harald Beyer. Ingeniero Comercial, Universidad de Chile. Ph. D. en Economa, Universidad de California, Los Angeles. Investigador y coordinador acadmico del Centro de Estudios Pblicos.

Estudios Pblicos, 121 (verano 2011).

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s sabido que Chile tiene un alto nivel de desigualdad. sta es una particularidad que comparte con otros pases de la regin latinoamericana. En efecto, nuestro pas se ubica aproximadamente en la zona media en materia de desigualdad entre los pases de la regin. Ahora bien, sta es a su vez de las ms desiguales del planeta, slo superada por el frica subsahariano. A pesar que en los ltimos 25 aos Chile ha exhibido un buen crecimiento econmico que lo ha acercado a los pases en desarrollo, a diferencia de lo que ocurri en buena parte del siglo XX cuando ms bien se alejaba de ellos, la situacin de desigualdad del pas parece persistir. No parece estar importando demasiado que el pas haya invertido en la escolaridad de su poblacin, que el gasto social haya crecido y que ste se gaste en proporciones importantes en los menos aventajados. Por cierto, hay programas inefectivos, pero ello no significa que la orientacin general de la poltica social sea equivo-

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introduccin

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Palabras clave: distribucin del ingreso; pobreza; escolaridad; empleo. Recibido y aceptado: diciembre 2010.

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Una mirada ms amplia revela que, a pesar de que los cambios son an modestos y se avanza gradualmente, la direccin que sugieren las cifras de desigualdad reportadas por las encuestas Casen es positiva. As, un anlisis cuidadoso de los datos indica un progreso en este mbito que la crisis no parece haber detenido, aunque indudablemente golpe a travs del impacto sobre el empleo y, por esta va, en los ingresos autnomos de los hogares. El anlisis que aqu se presenta y que pone atencin en la evolucin de los ingresos autnomos, los ingresos del trabajo y el efecto del aumento en la escolaridad de la poblacin permite augurar que en el futuro la desigualdad podra seguir reducindose como ocurri entre 2000 y 2006 una vez que queden atrs los inevitables efectos negativos de la crisis econmica reciente. La debilidad en este cuadro positivo es el empleo, que no slo es reducido cuando se lo compara con otros pases sino que es especialmente as entre los grupos menos calificados. Los gobiernos interesados en la equidad deberan poner cada vez ms atencin a su evolucin, porque es una herramienta muy poderosa para avanzar en ese propsito.

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cada1. A pesar de ello los resultados en trminos de modificacin de la desigualdad son en apariencia insuficientes. Ello genera, en algunos sectores, un cuestionamiento al as llamado modelo de desarrollo que el pas ha venido consolidando en los ltimos lustros y, en otros, un llamado a elevar la carga tributaria para profundizar programas vigentes o crear otros que busquen ms activamente promover una mayor igualdad de resultados. De algn modo ambas miradas se entrelazan y se pretenden esfuerzos adicionales que impacten la desigualdad de ingresos. sin embargo, no hay claridad respecto de cmo esos esfuerzos podrn conseguir los propsitos enunciados. Muchas veces, los argumentos se escudan en la experiencia comparada, particularmente en el hecho de que una gran mayora de pases de igual o superior ingreso per cpita exhiben tanto un mayor gasto pblico como una menor desigualdad (hay, por cierto, excepciones a esta regla). Con todo, no es evidente, que la gran clave para reducir las desigualdades de esos pases est en su gasto pblico. Es cierto que los indicadores tradicionales de desigualdad mejoran una vez que se incorporan las transferencias netas a los hogares (subsidios menos impuestos), pero el mejoramiento es a partir de valores que son bastante menores que los nacionales. Precisamente, que el punto de partida sea bastante ms igualitario es lo que hace que esas transferencias netas reduzcan an ms las desigualdades2. En ese sentido si bien el debate respecto de cunto transferir y cmo hacerlo no debe escabullirse, no puede olvidarse que la distribucin de ingresos autnomos en Chile, es decir aquellos generados por los propios hogares sin asistencia gubernamental, es muy desigual respecto de pases de mayor gasto pblico y nivel de ingresos. Es indispensable, entonces, poner atencin a la evolucin de los ingresos autnomos de modo independiente al debate respecto del nivel apropiado de gasto pblico. En el caso de Chile, adems, es importante reconocer que una parte importante de los bienes pblicos y del gasto que en otras latitudes es de cargo de los gobiernos, en nuestro pas es financiado privadamente. La mirada a esos ingresos autnomos y a su distribucin es, en una primera aproximacin, negativa. En los ltimos aos no parece haberse modificado mayormente el coeficiente Gini ni
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(2004).

Una revisin de la poltica social reciente se puede encontrar en Arellano

sobre las desigualdades antes y despus de transferencias netas para varios pases desarrollados puede consultarse Kenworthy (2008).

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las brechas de ingreso entre los hogares ms y menos acomodados. Por cierto, ello puede ser el resultado de que los indicadores analizados son demasiado generales como para apreciar los cambios que puedan estar ocurriendo. tambin puede ser que su nivel de agregacin impide ver la dinmica subyacente y que sta vaya en la direccin esperada. En particular, que est ocurriendo un proceso ms profundo de movilidad social del que se advierte a simple vista o que todava exista un rezago consecuencia de una historia de insuficiente e incorrecta inversin en los grupos sociales ms desaventajados3. Quizs tambin esta falta de avances pueda obedecer a que se mide con una vara muy exigente los cambios que han ocurrido en los indicadores tradicionales. No cabe duda que mover la distribucin del ingreso de un pas no es un hecho que pueda ocurrir en plazos breves, ms todava cuando estn ocurriendo fenmenos de diversa ndole que en el corto plazo pueden jugar en contra de este propsito y que son propios de una economa que an no se consolida. Por ejemplo, la expansin de la tasa de participacin femenina ha ocurrido muy gradualmente y se ha producido con ms fuerza entre las mujeres de ms alto nivel escolar. As, entre 1990 y 2009 la tasa de participacin de la mujer de doce aos de escolaridad y ms subi de 49 a 56 por ciento mientras que la de siete aos y menos se mantuvo constante en 22 por ciento. La participacin de la mujer con escolaridad de entre 8 y 11 aos subi en el mismo perodo desde un 26 a un 32 por ciento. si se considera que la escolaridad de las parejas est altamente correlacionada en Chile, el efecto sobre la desigualdad de ingresos de esta dispar evolucin en las tasas femeninas de participacin es evidente. Aunque todo esto es cierto, es posible detenerse en los indicadores ms habituales y distinguir algunos elementos que hacen pensar que si bien la desigualdad no va a reducirse de manera abrupta, las posibilidades de que estemos frente a un proceso gradual de avances en esta dimensin no se pueden desechar del todo. Los antecedentes disponibles sugieren que estos avances son consistentes y que ellos no se diluyeron con la crisis econmica de fines de 2008 y del primer semestre de 2009. Destacan al respecto los cambios en la forma en que se
3 sapelli (2009) hace un buen anlisis respecto de estas materias y observa mirando cambios en la desigualdad entre generaciones y recogiendo la informacin disponible sobre movilidad social que los indicadores tradicionales no permiten apreciar los enormes cambios que se avecinan en reduccin de desigualdades y mayor movilidad social.

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estructura la distribucin del ingreso autnomo per cpita, la reduccin en las diferencias salariales y el cierre de las brechas de escolaridad. Por supuesto, estos cambios han sido acompaados por otros que exhiben un comportamiento que es contradictorio con el propsito de reducir la desigualdad. En particular, la evolucin del empleo sugiere que se ha ido reduciendo el espacio para los trabajadores menos calificados. Este estudio repasa en las secciones siguientes estos aspectos. El panorama que emerge de esta labor es que la estabilidad que se observa en la distribucin del ingreso es ms aparente que real y que hay cambios que auguran que en el futuro se podra observar una reduccin no despreciable en la desigualdad de ingresos. 1. los indicadores agregados

La forma tradicional de evaluar la evolucin de la desigualdad es a travs de las razones de ingresos entre deciles o entre quintiles y el coeficiente Gini4. Los informes oficiales sobre desigualdad tpicamente reportan estos indicadores. El Cuadro N 1 reproduce algunos de los antecedentes divulgados en la ltima medicin de la encuesta Casen correspondiente a 2009 para los ingresos autnomos y monetarios. Es importante aclarar que para ordenar a los hogares se calcula el ingreso autnomo per cpita de cada uno de ellos. se ordena a los hogares de acuerdo a este indicador de menor a mayor y se dividen en diez grupos iguales. Ese proceso determina cada decil. As, la razn 10/10 divide la proporcin del ingreso autnomo total que recibe el 10 por ciento de mayores ingresos y el 10 por ciento de menores ingresos. Como en Chile, producto de la elevada desigualdad, la proporcin de ese ingreso que captura el dcimo decil es elevada, ese indicador es muy sensible a pequeos cambios en esas proporciones. Ello explica el fuerte aumento en la razn 10/10 entre 2006 y 2009. El coeficiente Gini muestra un cambio menor y resulta evidente que en 2009 la desigualdad sigue siendo menor que en 2000 y que los aos previos. Por ello es importante mirar en conjunto todos los indicadores antes de extraer conclusiones muy precipitadas.
4 Hay que recordar que este coeficiente puede tomar valores entre 0 y 100 (o entre 0 y 1), siendo este ltimo el valor que se le asigna al coeficiente en caso de desigualdad absoluta (todo el ingreso de un pas se concentra en una sola mano). si toma el valor cero significa que todos los hogares o individuos acceden a igual proporcin del ingreso nacional y, por tanto, hay igualdad total.

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CuAdro N 1:

INdICAdorEs dE dEsIGuALdAd pArA INGrEsos AutNomos y MoNEtArIos

(hogares ordenados por ingreso autnomo per cpita) 1990 Autnomos razn 10/10 Gini Monetarios razn 10/10 Gini 30,5 0,57 27,1 0,56 1996 33,0 0,57 25,7 0,56 2000 34,2 0,58 29,5 0,58

2006 31,3 0,54 23,9 0,53

2009 46,0 0,55 25,9 0,53

Fuente: Mideplan.

(Por centil de ingreso per cpita de los hogares)


Fuente: Elaboracin propia a partir de encuestas Casen.


5 respecto del grfico es importante tener en cuenta que en ambos aos el centil de menores ingresos era igual a cero. Para estos casos la variacin porcentual no est definida y, por ello, el Grfico tiene en su extremo izquierdo esa forma tan particular.

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GrfICo N 1:

VArIACIN porCENtuAL EN INGrEsos AutNomos pEr CpItA ENtrE 2006 y 20095

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En este caso particular parece razonable concluir que ha habido un cambio no despreciable en la desigualdad a partir de 2000 y que la crisis de 2009, a pesar de su profundidad, no lo revirti. Para sostener este punto es indispensable dar cuenta de por qu aument la razn 10/10 para los ingresos autnomos. El Grfico N 1 es ilustrativo al respecto.

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Es evidente que hubo una cada muy importante en los ingresos de algunos hogares, al grado de que poco ms de un tres por ciento de los hogares reporta ingresos autnomos iguales a cero (tpicamente en las encuestas Casen slo un uno por ciento de los hogares reporta ingresos iguales a cero). Los siguientes centiles tambin reportan cadas en sus ingresos reales y slo a partir del percentil 10 comienzan a manifestarse variaciones positivas en el ingreso autnomo per cpita de los hogares. si se piensa que la principal fuente de ingresos autnomos es el trabajo, no cabe duda que este fenmeno estuvo relacionado con la prdida de empleo o la imposibilidad de mantener un empleo durante el ao 2009. Por cierto estos nmeros tambin revelan las limitaciones de una encuesta que slo realiza una medicin puntual. Es poco probable que esa cada de ingresos autnomos haya sido permanente durante, por ejemplo, todo el ao 2009. Ahora bien, el Cuadro N 1 tambin muestra que el cambio en la razn 10/10 para los ingresos monetarios sufre variaciones bastante menores que las observadas para los ingresos autnomos, particularmente entre 2006 y 2009. se revela as el efecto moderador que las transferencias en dinero tienen en perodos de crisis. Por cierto, estas transferencias no son muy significativas, algo que se puede ver en el hecho de que los coeficientes Gini para ingresos autnomos y monetarios son prcticamente equivalentes6. sin embargo, para los grupos de ingresos reducidos no dejan de ser relevantes. Ello se puede ver ms claramente en el Cuadro N 2 que presenta las razones 10/10 en 2006 y 2009, pero ahora ordenando los hogares de dos formas alternativas: de acuerdo al ingreso monetario per cpita de los hogares, de modo de reconocer las transferencias en dinero, y de acuerdo al ingreso per cpita total, que suma al factor anterior el arriendo imputado por la propiedad de vivienda. Este ltimo factor es importante de considerar porque se asemeja al concepto de ingreso permanente, toda vez que la vivienda propia genera un flujo de servicios que tiene un valor econmico que no se puede desconocer. Es claro que las razones 10/10 tienden a disminuir, porque proporcionalmente los subsidios en dinero y la imputacin por vivienda representan una parte ms importante de los ingresos autnomos para los hogares de menores ingresos. Adems, al ordenarse por ingreso moneEsto tambin ocurrira si los subsidios monetarios se entregaran ms o menos en proporcin a la distribucin de los ingresos autnomos, pero sabemos que ellos estn relativamente bien focalizados.
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CuAdro N 2:

rAzN 10/10 pArA INGrEsos moNEtArIos y totALEs EN 2006 y 2009

(hogares ordenados por ingresos monetarios y totales per cpita) 2006 Ingresos monetarios Ingresos totales 22,2 18,9 2009 24,5 20,6

Fuente: Elaboracin propia a partir de encuestas Casen.

La persistencia de la desigualdad no es algo que debera sorprender, toda vez que la inversin en reas relevantes para revertir esta situacin como es, por ejemplo, la masificacin de la educacin tom mucho tiempo7. El Grfico N 2, elaborado para distintas cohortes de edad sobre la base de la encuesta Casen 2009, es un modo didctico de presentar ese atraso. La escolaridad de las generaciones mayores no slo era, en promedio, reducida sino que exhiba una alta dispersin medida por la varianza. Es decir, un pequeo grupo tena una alta escolaridad y una proporcin relativamente grande exhiba bajos niveles de escolaridad. se constata que slo en las generaciones ms jvenes se han alcanzado
7 No es fcil saber exactamente cunto era la desigualdad en Chile en el pasado lejano, pero de acuerdo a Williamson (2009) hacia 1861 el coeficiente Gini alcanzaba un valor de 63,7. El estudio de Williamson sugiere, adems, que los pases latinoamericanos no habran estado entre los ms desiguales con anterioridad a la ltima parte del siglo XIX. Incluso es posible que en los siglos anteriores hayan sido ms igualitarios que los europeos. El gran distanciamiento se habra producido, entonces, en los ltimos 150 aos y particularmente durante el siglo XX. En su opinin la evidencia, aunque reconoce que es dispersa, contrasta con la convencin ms aceptada de que Amrica Latina siempre fue desigual.

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2. una mirada ms integral a la distribucin de ingresos

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tario y total per cpita se recogen de mejor forma las interacciones entre los ingresos autnomos de los hogares, las caractersticas propias de la poltica social y la situacin de vivienda. Por cierto, a partir de estos antecedentes agregados no es posible explorar las perspectivas futuras sobre la desigualdad de ingresos. Las siguientes secciones indagan ms sobre estos asuntos.

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GrfICo N 2:

promEdIo y VArIANzA dE EsCoLArIdAd pArA dIstINtAs CoHortEs DE EDAD

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55-64 aos 50% 33% 17%

Fuente: Elaboracin propia sobre la base de Casen 2009.

niveles razonables de escolaridad. En estos grupos se observa no slo un aumento en la escolaridad sino que menores brechas al interior de ellos que explican la menor dispersin graficada en esta figura. Una forma alternativa de visualizar los cambios que han ocurrido en materia de escolaridad es revisar el Cuadro N 3 que compara la distribucin de escolaridad de la poblacin entre 25 y 34 aos (es decir los nacidos entre 1975 y 1984) y la de 55 a 64 aos (es decir los nacidos entre 1945 y 1954).

CuAdro N 3:

dIstrIbuCIN dE EsCoLArIdAd pArA dos CoHortEs dE EdAd

0-8 9-12 13 y ms

Fuente: Elaboracin propia sobre la base de Casen 2009.

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25-34 aos 15% 49% 36%

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Es evidente que la escolaridad de la poblacin ha cambiado de modo significativo en el lapso de una generacin (30 aos). Estos cambios y aumentos en la escolaridad comienzan a manifestarse cada vez con ms intensidad en la fuerza de trabajo. El Cuadro N 4 muestra la distribucin por escolaridad de la fuerza de trabajo en 1990 y 2009.
CuAdro N 4: dIstrIbuCIN por EsCoLArIdAd dE LA fuErzA dE trAbAjo

1990 0-8 9-12 13 y ms 40% 38% 22%

2009 24% 48% 28%

Fuente: Elaboracin propia sobre la base de encuestas Casen 1990 y 2009.

Por cierto, las brechas de escolaridad seguirn reducindose y se observarn cambios adicionales en la distribucin por aos de educacin. si se invierte apropiadamente8, este cierre es natural toda vez que la escolaridad formal tiene techo y que sus aumentos entre la poblacin ms joven elevan gradualmente los mnimos de escolaridad en la fuerza de trabajo. Como en sta an permanece un grupo de personas con baja escolaridad el efecto sobre la desigualdad de ingresos es incierto en una primera etapa. La razn de ello es que al interior de los grupos ms jvenes el cierre de brechas en educacin efectivamente puede reducir las diferencias de ingreso, dado que ambas variables estn positivamente correlacionadas. sin embargo, el aumento de la escolaridad de las generaciones ms jvenes puede aumentar las diferencias de ingreso con las mayores. As, el efecto sobre la desigualdad de ingresos medida, en este caso, por la varianza de estos es incierta. Por supuesto, son muchos otros factores que estn influyendo en la evolucin de los ingresos de hogares y personas. Algunos de ellos estn influidos directa o indirectamente por la educacin como la cada en la tasa de fecundidad o la mayor participacin de la mujer en la fuerza de trabajo. otros no estn re8 Este aspecto es importante tenerlo en mente, porque a menudo se da por sentado que se invertir apropiadamente, pero no siempre ocurre as como sugiere la propia experiencia chilena durante una buena parte de su historia como nacin independiente.

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lacionados con aspectos educacionales como son los ciclos econmicos, los cambios tecnolgicos9, la importancia, financiamiento, efectividad y foco del gasto pblico, las caractersticas de los flujos internacionales de bienes y servicios, las modificaciones en precios relativos relevantes para la economa nacional o la transformacin de regulaciones importantes en los mercados de bienes y factores productivos nacionales10. Por cierto, ese listado no pretende ser exhaustivo y tampoco establecer el peso relativo de cada uno de sus componentes, si alguno, en el aporte a la desigualdad que se observa en el pas. La interaccin de todos estos elementos hace difcil distinguir entre aspectos permanentes y circunstanciales en la desigualdad de ingresos. pero ello no significa que los primeros no estn presentes. As, por ejemplo, si contrastamos el coeficiente de Gini hacia 1861 y el actual, observamos una reduccin relevante en la desigualdad aunque no podamos identificar con exactitud el momento en que se produjo ese quiebre y qu lo caus. Probablemente ocurri con gradualidad y como consecuencia de un conjunto de elementos no todos observados en su momento, reflejo de que en esta dimensin los cambios ocurren sin que sean notados con precisin. Ahora que se rene informacin sobre ingresos con ms periodicidad y que sta suele ser de mejor calidad quizs los cambios siguientes puedan comenzar a detectarse con anticipacin. Al respecto, el Grfico N 3 puede ser ilustrativo. En l se muestra la distribucin de los ingresos autnomos per cpita de los hogares para distintos aos en las ltimas dos dcadas. una lectura cuidadosa del Grfico N 3 permite apreciar que entre 1990 y 2000 la forma de la curva que representa el ingreso autnomo per cpita del hogar, ordenado por percentil de la distribucin, no sufre mayores modificaciones. Es un desplazamiento bsicamente paralelo de la curva sugiriendo que todos los hogares modificaron sus ingresos ms o menos en la misma proporcin, pero que la brecha entre ellos se mantuvo relativamente parecida. Entre 2000 y 2006, en cambio, el desplazamiento no es paralelo. Es ms pronunciado en la parte inferior de la distribucin sugiriendo una compresin en las brechas de ingreso. de hecho el coeficiente de Gini cay desde 0,58 a 0,54 entre 2000 y
9 Aunque en este caso se podra argumentar que est influido por cambios educacionales en otros lugares del globo. 10 sobre esto puede verse beyer (2005) y la literatura ah citada.

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GrfICo N 3:

dIstrIbuCIN dEL INGrEso AutNomo pEr CpItA dEL HoGAr por CENtIL

(Cifras corresponden al logaritmo natural del ingreso en pesos de noviembre de 2009)

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2006 siendo ese ltimo ao el valor ms bajo desde 199011. Un aspecto interesante es que en 2009, a pesar de la profunda crisis econmica previa al momento en que se tom la encuesta Casen la forma de la curva no sufri un cambio estructural. Es posible apreciar que no cambi mayormente respecto de la observada en 2006 excepto en la parte inferior de la distribucin donde la curva se desploma. Ello es consecuencia, como veremos ms adelante, del importante retroceso que se observ en el empleo de algunos hogares12.
Larraaga y herrera (2008) ya hicieron notar este fenmeno, atribuyndolo a la cada en la tasa de natalidad en los grupos de menores ingresos que contribuye a elevar el ingreso per cpita de los hogares. El fenmeno se extenda a otras mediciones de ingreso como consecuencia de la reduccin de desigualdad entre trabajadores de distintos niveles de escolaridad y una menor dispersin de salarios al interior de cada categora educacional. 12 una aclaracin tcnica es necesaria en este punto. Hay que recordar que el Grfico N 3 es una transformacin logartmica de los ingresos autnomos per cpita de los hogares. tpicamente en la Casen el primer centil aparece con ingresos autnomos iguales a cero. para ese valor el logaritmo no est definido, de ah que las curvas del Grfico N 3 se quiebren hacia el comienzo de la distribucin. En la encuesta Casen de 2009 el tres por ciento de los hogares de menores rentas reporta ingresos autnomos iguales a cero.
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Esa compresin de las brechas que ocurre como una respuesta a un aumento relativo en el ingreso per cpita de los hogares que estn en la parte inferior de la distribucin va de la mano con la evolucin de los ingresos del trabajo que se presenta en el Cuadro N 5. Es evidente que las diferencias en el logaritmo del ingreso laboral por hora han disminuido. Los cambios son importantes y se explican fundamentalmente por lo ocurrido en la parte inferior de la distribucin de ingresos, donde se observa un mayor grado de compresin. se aprecia, adems, que estos cambios ocurrieron con ms fuerza entre 2000 y 2006 y que en 2009, a pesar de la crisis, la nueva estructura de ingresos de 2006 no sufri mayores variaciones.

CuAdro N 5:

(Diferencias para los percentiles 90, 50 y 10) 1990 P90-P10 P90-P50 P50-10 2,15 1,33 0,82 1996 2,28 1,38 0,90 2000 2,11 1,33 0,78

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2006 1,99 1,30 0,69

dIfErENCIAs EN EL LoGArItmo NAturAL dE Los INGrEsos dEL trAbAjo por HorA

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Esta reduccin en las brechas, sobre todo en la parte inferior de la distribucin de los ingresos del trabajo, puede haber sido influida por muchos factores, pero no cabe duda que los aumentos en la escolaridad en la fuerza de trabajo, reportados previamente, pueden haber influido en esta realidad. Quizs ello se aprecie mejor si observamos con ms precisin cmo cambi la distribucin de escolaridad de la fuerza de trabajo entre 1990 y 2009. El Grfico N 4 presenta la distribucin de escolaridad de la fuerza de trabajo por veintil (esto es, se divide la fuerza de trabajo en veinte grupos iguales y se observa cul es la escolaridad que divide a cada uno de los grupos) en 1990 y 2009. En la parte inferior de la distribucin se observa que la escolaridad ha crecido para cada percentil reportado entre dos y tres aos. En particular, la mediana de la escolaridad de la fuerza de trabajo aument en dos aos entre 1990 y 2009 siendo ahora equivalente a educacin media completa.

Fuente: Elaboracin propia sobre la base de encuestas Casen.

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2009 2,01 1,31 0,70

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GrfICo N 4:

dIstrIbuCIN dE LA EsCoLArIdAd dE LA fuErzA dE trAbAjo

Fuente: Elaboracin propia sobre la base de encuestas Casen 1990 y 2009.

Es evidente, adems, que hay un aumento significativo de la fuerza de trabajo con doce aos de educacin. Ese aumento en la oferta relativa de graduados de la educacin media debe tenerse en mente al momento de evaluar otros fenmenos ocurridos en las dos ltimas dcadas. Es posible detectar en el grfico que ha subido la escolaridad promedio de los que cursan educacin superior (la curva de 1990 va por encima de la de 1990) y que si bien ha habido un aumento en la proporcin de personas que cursan algn ao de educacin superior ese incremento ha sido relativamente modesto, sobre todo si se compara con los cambios en la tasa de personas que completaron la educacin secundaria. sin perjuicio de los cambios positivos ocurridos en la parte inferior de la distribucin de ingresos siguen llamando la atencin las enormes brechas que se observan en su parte superior. Ellas no slo son significativas sino que muy elevadas cuando se las compara con la realidad observada en otros pases ms igualitarios que el nuestro13. Es conocido
13 Las diferencias en ingreso por hora para el P90 y el P50 son tpicamente entre dos y tres veces ms. En efecto, ellas fluctan entre 0,38 para pases como Noruega hasta 0,78 para pases como suiza (blau y Kahn, 1996 y 2005). si se piensa que en Chile este valor es 1,31 las enormes diferencias quedan en evidencia.

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el hecho de que ello est muy relacionado con el elevado premio a la educacin superior en Chile, premio que ha subido fuertemente desde los 60 y que no muestra signos de debilitamiento14. sobre ello trata la seccin siguiente. 3. el peso de la educacin En el modelo tradicional de Mincer (1974) se asume que el ingreso del trabajo (en particular el logaritmo natural de ese ingreso) es una funcin de la escolaridad. As, la relacin entre ambas variables se puede explicitar por medio de la siguiente ecuacin. Ln y = + s + ,

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donde Ln y representa el logaritmo natural del ingreso del trabajo (o salario) por hora y s la escolaridad de la persona; es el error de esta ecuacin. Indudablemente esta expresin se puede extender para incorporar otras variables relevantes como pueden ser la experiencia, el gnero del trabajador, la regin en la que presta sus servicios, su estado civil, etc. En general, el modelo es bastante flexible para acomodar todas aquellas variables que se crea puedan contribuir a explicar los ingresos laborales de una persona. Una base de datos, como la Casen, que recoge informacin sobre los ingresos de las personas y sus distintas caractersticas permite estimar esta ecuacin y obtener una relacin entre las variables explicativas y el ingreso de las personas. tpicamente, en este tipo de estimaciones la escolaridad permite explicar hasta un 40 por ciento de la varianza en los ingresos. Probablemente ello subestima el impacto de la educacin porque ella tambin acta indirectamente afectando otros comportamientos de la poblacin. Asimismo, los aos de escolaridad es probablemente un indicador imperfecto de las habilidades que se adquieren a travs de esta inversin. Ahora bien, tal como est expresada esa ecuacin ella supone que el retorno a la educacin, esto es cunto agrega al ingreso un ao adicional de educacin, es independiente del nivel educativo que se est considerando. En particular, asume que el valor estimado de es constante para cada nivel educativo. sin embargo, la particular estructura
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sobre esto vase beyer y Le foulon (2002).

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de los ingresos del trabajo en Chile, en particular que ellos aumentan su valor a tasas crecientes cuando se analiza a personas con educacin superior, hace difcil aceptar ese enfoque tradicional. sin embargo, el enfoque se puede corregir sin mayores problemas para aceptar que el premio a la educacin difiere segn cul sea el nivel educativo que se est analizando. Para evaluar qu ha pasado con el retorno a la educacin en distintos niveles educativos entre 1990 y 2009 se ha procedido a estimar la ecuacin antes informada bajo el supuesto de que los retornos son diferentes en los primeros ocho aos de escolaridad de los cuatro siguientes y stos a su vez de los que se obtienen en la educacin superior15. Las estimaciones se han hecho separadamente para asalariados y asalariadas y se ha controlado por experiencia aparente, zona de residencia y si la persona es jefe de hogar. El Grfico N 5 presenta los ingresos predichos asociados slo a escolaridad de los asalariados y, por consiguiente, los retornos implcitos para los distintos niveles educativos. Lo hace para distintos aos. El Grfico N 6 realiza el mismo ejercicio, pero para las asalariadas. Es evidente de ambos grficos que hacia el final del perodo hay una reduccin en el retorno a la educacin bsica (la pendiente de la curva para los primeros ocho aos se torna ms plana) tanto para hombres como mujeres. hay, por consiguiente, una reduccin en las diferencias salariales de estos grupos. Ello se explica en una parte importante por un mayor crecimiento del salario base en la economa, es decir aquel para personas sin educacin. Ello puede ser el resultado de que las personas con baja escolaridad y sin muchas calificaciones estn saliendo de la fuerza de trabajo. Algo de ello se verifica en la seccin 5 y cabe preguntarse si sus sustentos fuera de la fuerza de trabajo son aceptables. Aunque es algo ms errtica la tendencia tambin es posible observar una leve disminucin en la tasa de retorno de las personas que acceden a educacin secundaria y que no persiguen estudios superiores. Ello es sobre todo evidente en los hombres, particularmente respecto de 1996. Esa situacin no es tan clara en las mujeres, donde el retorno a la educacin secundaria exhibe un patrn ms errtico, quizs como resultado de que su incorporacin a la fuerza de trabajo es an muy reducida comparada con la experiencia de otros pases. En todo caso el retorno para la educacin secundaria entre las mujeres es en 2009 ms reducido que en 1990.
15

(1999).

Una explicacin de cmo proceder para estos efectos se encuentra en beyer

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pc

hi

le

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hArALD bEyEr

21

GrfICo N 5:

rEtorNos dE LA EduCACIN pArA Los AsALArIAdos EN dIstINtos Aos

GrfICo N 6:

Fuente: Estimaciones obtenidas a partir de las encuestas Casen.

rEtorNos dE LA EduCACIN pArA LAs AsALArIAdAs EN dIstINtos Aos

.c e

pc

Fuente: Estimaciones obtenidas a partir de las encuestas Casen.

hi

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EstUDIos PbLICos

Estos cambios en el retorno a la educacin en bsica y media parecen ser fundamentales a la hora de entender las menores diferencias en la parte inferior de la distribucin de ingresos del trabajo, lo que est presionado por una mayor escolarizacin de la poblacin y seguramente una autoseleccin de acuerdo a su calificacin de las personas con muy reducido nivel de escolaridad. Los retornos para la educacin superior, a pesar del aumento en la proporcin de personas con trece aos y ms de escolaridad entre 1990 y 2009, parecen no ceder. Por cierto, el Cuadro N 4 indicaba que la proporcin de personas con trece aos o ms de escolaridad haba aumentado slo en seis puntos porcentuales: desde un 22 a un 28 por ciento. Este incremento es pequeo para una economa que desde 1990 ha tenido un crecimiento significativo y que, adems, ha aumentado su nivel de apertura comercial, lo que aparentemente habra aumentado la demanda por capital humano por parte de las empresas16. En el caso de los hombres, la encuesta de 2006 sugera que poda haber un respiro y que finalmente el retorno a la educacin comenzaba a ceder. Pero en la ltima encuesta esa sensacin se diluy y el retorno a la educacin superior pas a ser tan elevado como en las mediciones previas. En el caso de las mujeres el problema es an ms marcado. se observa que el retorno a la educacin superior ha estado ms bien subiendo, particularmente entre 1990 y 2000 para luego mantenerse relativamente estable y muy superior al que se observa para las mujeres con educacin media. En estas circunstancias no es extrao, entonces, que las brechas en la parte superior de la distribucin de ingresos no muestren indicios de ceder. Eventualmente esa situacin debera comenzar a revertirse en la medida que aumente con ms fuerza la proporcin de personas en la fuerza de trabajo con educacin superior. La reduccin en los retornos a las personas con educacin secundaria parece estar ntimamente ligada a la ampliacin de la oferta de personas con educacin secundaria completa, que ha sido ms mucho ms rpida que en el caso de personas con educacin superior. En ese sentido debera constituir un motivo de preocupacin que, tal como muestra el Cuadro N 6, parece existir una fuerte desaceleracin en el aumento de la cobertura de educacin superior, particularmente a partir de 2003. Las razones de este fenmeno no son evidentes, pero es un problema que requiere atencin. El aumento en la oferta de
16 Para ver los canales a travs de los cuales se puede materializar esta posibilidad puede revisarse pavcnik y Goldberg (2007).

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personas con educacin superior debera reducir el premio a este tipo de educacin y contribuir a aplanar por arriba la distribucin de ingresos, situacin que hasta ahora no ha ocurrido y en el caso particular de las mujeres ha ido en la direccin contraria a la esperada.
CuAdro N 6: tAsAs NEtAs y brutAs dE mAtrCuLA EN EduCACIN supErIor

1990 tasa neta tasa bruta 12,8 15,6

1996 21,0 26,1

2000 22,1 30,9

2003 26,0 37,8

2006 27,4 38,3

2009 29,1 39,8

Fuente: Mideplan.

En el modelo tradicional toma exactamente el mismo valor para todos los niveles educativos. En ese sentido la varianza de sera igual a cero al igual que la covarianza entre y la escolaridad s. La ecuacin, entonces, se puede simplificar y expresar del siguiente modo: Var(lny) = 2 Var(s) + Var() (3)

Esta ecuacin es una primera aproximacin, por cierto simplificada, para evaluar el potencial impacto de la reduccin de las brechas de escolaridad en la desigualdad de ingresos que est ocurriendo en las nuevas generaciones. En efecto, aplicndolo para distintos grupos de edad se puede apreciar el efecto de la reduccin en la varianza de la escolaridad sobre la variacin de los ingresos del trabajo17. El Cuadro
17

Una aplicacin de este enfoque se encuentra en Lam y schoeni (1993).

Var(lny) = Var()s2 + 2Var(s) + cov(,s) + Var()

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Con todo, como mostraba el Grfico N 1, las generaciones ms jvenes muestran menores brechas educacionales. Esa situacin en s misma puede tener implicancias importantes sobre la desigualdad de los ingresos del trabajo. En efecto, si recordamos la ecuacin (1) podemos desprender de ella, asumiendo que la escolaridad no est correlacionada con el error, la siguiente relacin.

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(2)

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1990 Edad 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 50-54 55-59 60-64 Var(lny) 0,509 0,663 0,856 0,894 0,887 0,933 1,045 1,186 1,219 2 0,00436 0,00941 0,01464 0,01323 0,01082 0,01166 0,01145 0,01416 0,01254 Var(s) 12,54 14,70 16,58 17,82 21,77 22,21 23,87 21,70 21,92 Var () 0,454 0,525 0,613 0,658 0,651 0,674 0,772 0,879 0,944

CuAdro N 7:

dEsComposICIN dE LA VArIANzA dEL LoGArItmo NAturAL dE Los INGrEsos dEL trAbAjo

N 7 exhibe tanto para 1990 como para 2009 los valores obtenidos para las distintas variables de la ecuacin (3), es decir presenta una descomposicin de la varianza de los ingresos. El Cuadro N 7 ilustra las complejidades involucradas en la evolucin de la distribucin de ingresos. Al interior de cada grupo de edad se observa un aumento en la varianza de los ingresos, particularmente en los grupos ms jvenes. Ese aumento habra sido mayor si no hubiese ocurrido al mismo tiempo una disminucin en la varianza de la escolaridad que compens parte del incremento en la varianza de los errores (Var ()) atribuido a variables no observables. si sta no se hubiese modificado, la varianza de los ingresos para cada grupo de edad hubiese disminuido, porque los retornos a la escolaridad (expresados indirectamente por 2) slo sufrieron variaciones leves. Asimismo, es evidente a partir de esta evidencia que no se puede concluir que la menor varianza que se observa entre los ms jvenes se mantendr con el paso del tiempo. Por una parte, la varianza de los ingresos no explicada por la educacin aumenta y, por otra, el retorno de la educacin se eleva con la edad. Con todo, slo por la disminucin en las brechas de escolaridad la varianza de los ingresos para cada grupo de edad podra reducirse en un 20 por ciento. Antes habamos dicho (Cuadro N 5) que las brechas en los ingresos del trabajo se haban reducido en forma relevante, sobre todo

.c e

pc
2009 0,743 0,808 0,894 0,944 1,008 0,995 1,057 1,147 1,417

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Var(lny) 2

le
0,00406 0,01061 0,01254 0,01538 0,01232 0,01232 0,01299 0,01103 0,01742

.c l
8,23 12,37 14,00 14,59 15,53 16,21 17,36 21,31 25,01

Var(s) Var () 0,702 0,677 0,718 0,720 0,817 0,795 0,831 0,912 0,981

Fuente: Elaboracin propia a partir de encuestas Casen 1990 y 2009.

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en la parte inferior de la distribucin del ingreso. Ello no debera sorprender, porque no necesariamente ambos indicadores se mueven en la misma direccin. para ver esto pinsese en los Grficos Nos. 5 y 6. En ellos se vea que la tendencia entre 1990 y 2009 era de un aplanamiento de los retornos a la educacin (y, por consiguiente, de las diferencias de ingresos) hasta los 12 aos de escolaridad. sin embargo, ello no se observaba para niveles de escolaridad mayores e incluso entre las mujeres se observaba un incremento en los retornos para esos niveles. Es perfectamente posible que en esas circunstancias aumente la varianza y exista un cierre en las brechas. hay que recordar que la varianza es una medida de dispersin respecto de la media. El Cuadro N 8 ilustra esta situacin al comparar los cambios en la brecha de los asalariados entre 1990 y 2009 y la varianza en los salarios por hora (ms bien el logaritmo natural de estos). se aprecia que en 1996 y 2006 ambos indicadores van en la misma direccin. En el primer ao aumentan las brechas salariales y aumenta la varianza de los ingresos. En 2006, en cambio, se reducen esas brechas y el segundo indicador tambin se reduce. En cambio en 2009 la brecha salarial es inferior a 1990, pero aun as la varianza de los salarios se incrementa. Este hecho se explica en una proporcin importante, como sugiere el Cuadro N 9, por un aumento en la varianza de los salarios de las mujeres. Ese aumento en la varianza de los salarios de las mujeres no se puede desligar del aumento en su tasa de ocupacin. sta estaba por debajo del 30 por ciento en 1990 mientras que hacia fines de esta dcada esa tasa alcanz casi un 40 por ciento. Adems, a diferencia de lo que

CuAdro N 8:

INdICAdorEs dE dEsIGuALdAd pArA AsALArIAdos

w
1990

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1996 2,01 1,18 0,83 0,76

pc
2000 1,91 1,25 0,66 0,64

hi

le
2006 1,70 1,13 0,57 0,57

90-10 90-50 50-10 Var (lny)

1,85 1,20 0,65 0,66

Fuente: Elaboracin propia sobre la base de encuestas Casen.

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2009 1,77 1,21 0,56 0,74

26

EstUDIos PbLICos

CuAdro N 9:

VArIANzA dE Los sALArIos por HorA (LoGArItmo NAturAL) dE HombrEs y mujErEs

1990 hombres Mujeres total 0,56 0,70 0,66

2009 0,70 0,77 0,74

Fuente: Elaboracin propia sobre la base de encuestas Casen.

4. la situacin de empleo La evolucin del empleo no ha sido particularmente positiva para la desigualdad de ingresos en nuestro pas. si bien, entre 1990 y 2009 se observa una tendencia al aumento en la tasa de empleo, neutralizada obviamente en aquellos aos donde se observan desaceleraciones o crisis econmicas profundas, hay grupos especficos que tienen dificultades para mantenerse vinculados al mundo del trabajo. El Grfico N 7 muestra el comportamiento de la tasa de ocupacin por quintil de ingresos y para el total de la poblacin. Es claro que la tasa de ocupacin total muestra una tendencia al alza, aunque como se adverta se redujo en 2000 y 2009, particularmente en esta ltima medicin, como consecuencia de las situaciones econmicas particulares que se vivieron esos aos. En el primer caso consecuencia de la crisis asitica de la que el pas an no se recuperaba del todo. En el segundo, producto de la profunda crisis econmica que afect a las economas industrializadas en la ltima parte de 2008 y gran parte de 2009. Lgicamente, Chile no se pudo sustraer del todo de ese fenmeno y el empleo se vio severamente

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ocurre con los hombres, su participacin en la fuerza de trabajo difiere marcadamente para cada nivel de educacin alcanzado. Esta irregular participacin unida a la particular evolucin que ha tenido el empleo para distintos grupos ayuda a entender el hecho que Chile no haya avanzado en reducir a un mayor ritmo su elevada desigualdad. sobre ello trata la siguiente seccin.

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GrfICo N 7:

tAsAs dE oCupACIN por quINtIL dE INGrEsos ENtrE 1990 y 2006

afectado. Pero ello no debe sorprender, dado el grado de integracin de la economa nacional al resto del mundo. se aprecia tambin que el grupo que ms sufri el embate de la crisis en trminos de empleo fue el quintil de menores ingresos. Ah, la tasa de empleo cay en un 18,5 por ciento mientras que en el quinto quintil, el de mayores ingresos, esa tasa cay slo en un dos por ciento. Esa asimetra indudablemente es un golpe inmediato a la evolucin de la desigualdad. Por cierto, hay en estos datos un sesgo de seleccin. En efecto, si hay una baja tasa de empleo en un hogar, la probabilidad de que quede en el primer quintil aumenta, porque los ingresos del trabajo son el componente ms relevante de los ingresos autnomos. Aun teniendo presente este hecho no deja de sorprender la magnitud del ajuste en oportunidades ocupacionales. y ms all de la crisis preocupa que el deterioro en sus oportunidades de empleo parece provenir desde antes, sugiriendo que hay un grupo de hogares que, a pesar de la tendencia general al aumento en las tasas de empleo, se est alejando del mercado del trabajo. En efecto, para el primer quintil de ingreso se observa un deterioro en la tasa de ocupacin desde 1996 y el segundo quintil ha tenido dificultades para mantener el ritmo de crecimiento de la ocupacin que se observa en el resto de los sectores. En un pas con altas desigualdades, donde el empleo es un

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instrumento poderoso para cerrar brechas de ingreso, esa constatacin es preocupante. En el anlisis de la evolucin del empleo debe tratar de distinguirse entre fenmenos permanentes y transitorios, pero lamentablemente encuestas como la Casen miden un momento en el tiempo. En ese sentido, no se puede descartar que el fenmeno registrado sea uno en el cual las personas entran y salen con ms frecuencia del empleo, es decir donde hay ms rotacin laboral. La evidencia proveniente de datos administrativos como los del seguro de Cesanta sugiere que los contratos indefinidos se usan con menos frecuencia que en el pasado siendo reemplazados por un uso ms frecuente de contratos a plazo fijo y por obra y faena. As, podra ser el caso que las posibilidades efectivas de empleo hubiesen aumentado, pero ello no es registrado por una medicin puntual en el tiempo. sin embargo, no es evidente que una mayor rotacin se traduzca en menores tasas de empleo en un momento en el tiempo. Adems, en una circunstancia de estas caractersticas debera esperarse al menos un aumento de la participacin en la fuerza de trabajo. sin embargo, esa participacin cae en el primer quintil de ingresos sugiriendo no slo prdida de empleo sin una desercin del mundo del trabajo. Un anlisis ms detallado insina que detrs de la cada en la tasa de empleo del primer quintil de ingresos hay un retroceso en las oportunidades de empleo de los grupos menos calificados. El Cuadro N 10, por ejemplo, presenta la evolucin en la tasa de empleo por grupos de edad y es claro que han disminuido las oportunidades de empleo de los ms jvenes quienes son tpicamente las personas con menos calificaCuAdro N 10: EVoLuCIN EN LAs tAsAs dE EmpLEo por EdAdEs (%)

Edad 15-24 25-29 30-39 40-49 50-59 60-69

w
1990 32,6 61,5 64,5 63,3 51,2 30,2

.c e
1996 32,7 67,0 67,6 68,9 58,4 34,7

pc
2000 26,5 63,7 67,4 68,1 59,3 33,8

hi

le
2006 29,9 68,8 71,9 72,2 64,9 39,6

Fuente: Elaboracin propia a partir de encuestas Casen.

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2009 27,4 65,0 71,6 69,7 62,9 37,9

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29

cin. Los otros grupos, ms all de las fluctuaciones asociadas a los ciclos econmicos, muestran una tendencia al alza en materia de empleo. El mismo fenmeno, menores oportunidades de empleo para los menos calificados, se observa en el Cuadro N 11 que presenta la evolucin en la tasa de ocupacin por escolaridad. Es claro que el grupo de menor escolaridad presenta una muy baja tasa de empleo y que sta ha venido reducindose en el tiempo. En el grupo de 8 a 11 aos si bien no se observa una tendencia declinante, se constata que su tasa de ocupacin es reducida. En efecto, mientras en 2009 la tasa de empleo para el promedio de los pases de la oCDE era 64,8 por ciento18 (este nmero excluye a Chile, que a partir del ao 2010 forma parte de esa organizacin), para nuestro pas esa tasa alcanzaba el 55,7 por ciento en 2009 de acuerdo a la encuesta Casen de ese ao, es decir era nueve puntos porcentuales ms baja. Para igualar esa tasa, Chile tendra que haber tenido empleadas, en ese entonces, un poco ms de un milln de personas adicionales para equiparar la tasa promedio de empleo de la oCDE. Debe reconocerse que dicha tasa promedio esconde importantes diferencias entre pases existiendo varios que estn por sobre 70 por ciento. Al mismo tiempo tasas como la nuestra son poco frecuentes: slo cinco entre 30 pases tienen una tasa de empleo inferior a 60 por ciento. De ellos tres estn muy cerca del 60 por ciento. As, no cabe duda que la tasa de ocupacin nacional es modesta, reduciendo las posibilidades de avanzar en igualdad. Un fenmeno interesante es lo que ha sucedido con la tasa de ocupacin de los hombres. El Grfico N 8 muestra cmo esa tasa ha ido evolucionando para los hombres.

CuAdro N 11:

Aos de educacin 0a7 8 a 11 12 y ms

EVoLuCIN EN LAs tAsAs dE oCupACIN por EsCoLArIdAd (%)

w
1990 41,7 42,3 58,0

.c e
1996 43,1 46,2 61,8

pc

hi
2000 39,1 43,8 60,2

le

.c l
2006 39,4 45,8 64,0

2009 34,6 42,4 60,2

Fuente: Elaboracin propia a partir de encuestas Casen.


18

Vase oCdE (2010).

30

EstUDIos PbLICos

GrfICo N 8:

EVoLuCIN dE LA tAsA dE EmpLEo pArA HombrEs mAyorEs dE 15 Aos

(Promedios anuales)

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Fuente: Elaboracin propia a partir de Encuesta de Empleo, INE.

Es evidente que ha habido una reduccin importante en la tasa de ocupacin de los hombres mayores de 15 aos a partir de 1993, ao en que alcanz un 73,1 por ciento. Luego sta ha descendido para alcanzar un mnimo de 65,7 por ciento en 2004. Luego se recuper muy modestamente para alcanzar un 66,9 por ciento en 2007 y 2008. En 2009 volvi a declinar, aunque ese ao la profunda crisis que vivi la economa internacional jug un papel no despreciable. Interesantemente, este fenmeno va acompaado de un aumento en la tasa de ocupacin de la mujer. En el mismo perodo, esto es entre 1993 y 2009, la tasa de empleo de la mujer de acuerdo al INE, subi de 31 a 37 por ciento. Una tendencia similar, aunque con tasas algo distintas, muestran las encuestas Casen. Las tasas de ocupacin reportadas para las mujeres son an muy bajas y es probable que su participacin est sesgada a favor de las mujeres de mayores habilidades y calificaciones. por ello, no se puede descartar que su incorporacin a la fuerza de trabajo haya sustituido en algunas reas a hombres poco calificados. Esa sustitucin puede tener diversos orgenes, pero es compatible con la idea de que las regulaciones disponibles o el progreso tecnolgico en Chile no son

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31

En el contexto de elevada desigualdad en el que se desarrolla Chile, resulta interesante realizar el ejercicio de evaluar si los indicadores habituales de desigualdad, que van a seguir siendo relevantes en el anlisis mientras no exista mejor informacin sobre movilidad social y sobre los cambios que afectan a los mismos hogares a travs del tiempo, presentan evidencia respecto de la direccin en la que podran moverse estos indicadores en los prximos lustros. El anlisis preliminar que se presenta en este estudio sugiere que hay buenas noticias. A pesar de la crisis econmica de los aos 2008 y 2009, que afectaron los indicadores de desigualdad, subyacen en los datos cambios que permiten pensar que en el futuro se podran ir sumando avances en igualdad. Ellos tienen que ver con la reduccin en las brechas de escolaridad, las menores diferencias salariales en la parte inferior de la distribucin y el aumento ms rpido que se observa en la ltima dcada en el ingreso autnomo per cpita de los hogares de menores ingresos.
19

sobre esto, vase beyer y sapelli (2009).

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5. conclusiones

pc

hi

particularmente amistosos con el trabajo poco calificado19. El hecho que el empleo en los sectores poco calificados muestre una tendencia declinante representa una luz de alerta sobre la disminucin de brechas salariales que se reportaban para la parte inferior de la distribucin de ingresos del trabajo. En efecto, si ese fenmeno es consecuencia de una expulsin desde la fuerza de trabajo de las personas menos calificadas, la compresin salarial pierde atractivo. En todo caso, debe reconocerse que ese hecho no ha afectado el mayor aplanamiento que se ha observado en la distribucin de los ingresos autnomos de los hogares, de nuevo en la parte inferior de la distribucin. Ello sugiere que la salida de esos trabajadores del mercado laboral no ha afectado negativamente, en promedio, la capacidad de generacin de ingresos de esos hogares. Por supuesto, muchos hogares podran estar mejor si esas personas estuviesen en un puesto de trabajo. Adems, el gradual avance hacia una menor desigualdad de los ingresos autnomos per cpita se habra reforzado.

le

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32

EstUDIos PbLICos

Al mismo tiempo se observa que el aumento en la escolaridad ha sido crucial para reducir las diferencias salariales entre las personas que tienen educacin media y menos. Ello ha ocurrido como resultado de una cada relativa en el retorno a la educacin secundaria, que a su vez es consecuencia del importante aumento en la oferta de graduados de educacin secundaria. En cambio, el retorno a la educacin superior se ha mantenido en niveles elevados e incluso en el caso de las mujeres se ha incrementado. Ello obedece principalmente al hecho que el aumento en la oferta de graduados con educacin superior incompleta o completa ha sido pequeo respecto de la fuerza de trabajo. En efecto, entre 1990 y 2009 pas de 22 a 28 por ciento de la fuerza de trabajo. En cambio, la proporcin de personas con 9 a 12 aos de escolaridad aument en diez puntos porcentuales de 38 a 48 por ciento; los miembros de la fuerza de trabajo con educacin secundaria completa, en particular, pasaron de representar un 21 a un 35 por ciento del total entre 1990 y 2009. En los prximos aos cabra esperar que se observe un aumento en la oferta relativa de graduados con educacin superior que coloque presin a los retornos de esta educacin, contribuyendo a aplanar los ingresos asociados a este tipo de educacin. Ello debera ser un aporte a la reduccin de la desigualdad de ingresos a travs de su impacto en las diferencias salariales que deberan disminuir. Para consolidar esta tendencia probablemente deba ponerse ms atencin al relativo estancamiento que se observa en la cobertura de educacin superior de acuerdo a la informacin que se desprende de las ltimas encuestas Casen. El taln de Aquiles de la poltica redistributiva es el empleo. hay bajas tasas promedio de ocupacin en Chile, pero adems mucha heterogeneidad, al grado que estas tasas en el quintil de ms elevados ingresos es de 67 por ciento y en el quintil de ms bajos ingresos es de slo un 28 por ciento. Pero, adems de estas enormes diferencias, se observa una preocupante declinacin en la participacin laboral de los grupos menos calificados. una poltica redistributiva no puede renunciar a proveer de empleos a la poblacin menos calificada, toda vez que no hay un instrumento ms efectivo en plazos razonables para avanzar en equidad.

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hi

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33

referencias BiBliogrficas
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